Las rupturas del 68 en el cine de América Latina

La publicación del libro «Las rupturas del 68 en el cine de América Latina» aporta nuevas y valiosas investigaciones sobre la intensa experiencia audiovisual de esos años

Por: Violeta Bruck @Violeta_Bk

Coordinados por Mariano Mestman, un colectivo de investigadores y especialistas ha publicado el libro «Las rupturas del 68 en el cine de América Latina». Su publicación es sin dudas un gran aporte para el conocimiento de una experiencia cinematográfica amplia y profunda atravesada por la radicalización política y los cuestionamientos a las prácticas culturales dominantes.

El ´68 constituye un punto de referencia histórico a nivel mundial, y su impacto en el cine puede encontrarse también en todas las latitudes. De esta forma el libro reconoce una referencia en «Los años que conmovieron al cinema, las rupturas del 68», una publicación de la Filmoteca Valenciana del año 1988, que recupera la experiencia de las rupturas cinematográficas al calor del Mayo Francés. En el mismo sentido la introducción retoma el concepto aportado por diversos investigadores sobre «la larga década del sesenta», ubicando el ´68 como un punto central de procesos gestados en años previos y con múltiples repercusiones posteriores que componen un universo común. Así en este período, una experiencia cinematográfica radical puede encontrarse desde los Newsreel de Estados Unidos, pasando por Europa, Latinoamérica, África y hasta los equipos cinematográficos del movimiento estudiantil Zengakuren en Japón.

Este nuevo libro se propone indagar en la experiencia latinoamericana a partir de rescatar particularidades nacionales y reconocer los elementos de continuidad y diferencias que las atraviesan. Lejos de enmarcar la variada producción de esos años bajo un solo título, «cine político», «cine militante», «cine experimental» o «nuevo cine latinoamericano», los distintos capítulos buscan indagar en universos particulares cruzados por una doble dimensión, la radicalización política y la práctica contracultural.

Sin dejar de lado una mirada regional que tiene sus expresiones a través de las míticas Muestras y Festivales en Viña del Mar 1967, Mérida 1968 y nuevamente Viña del Mar en 1969, que expresan los cambios y rupturas a través de los encuentros y debates en ellas realizados, se recorren momentos particulares que atraviesan Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, México y Uruguay, junto a trabajos que abordan cuestiones de lenguaje y los diálogos cine-televisión al calor del mayo francés, el 68 mexicano y el Cordobazo argentino.

El ´68 se descubre como punto que concentra los principales hitos del período con ejemplos en distintos países. Es el año del éxito y repercusión mundial de La hora de los hornos de Pino Solanas y el grupo Cine Liberación en el Festival de Pesaro y en Mérida. A diferencia de Viña del Mar en 1967, ya se marca un claro lineamiento en pos de un cine político revolucionario que desplaza a otro tipo de cine más experimental. Estas tensiones son analizadas por David Oubiña en el primer capítulo dedicado a Argentina. Si bien transitaron caminos comunes, las distintas experiencias vanguardistas gestadas en los primeros sesenta entran en tensión con un nuevo cine político militante que emerge con fuerza. La hora de los hornos se enfrenta a Invasión de Hugo Santiago con un guión escrito con Borges durante 1968, para Oubiña son dos ejemplos de estos diferentes grupos. Mientras los cineastas militantes cuestionan el vago compromiso de los cineastas «under», éstos acusan de pragmatismo a sus oponentes. Más allá del ´68, antes y después pueden encontrarse cruces e intercambios en ambas dimensiones atravesadas por las rupturas políticas y culturales de la época.

México es otro de los escenarios que descubre una intensa investigación realizada por Álvaro Vázquez Mantecón. El movimiento estudiantil es el protagonista del surgimiento del cine militante mexicano y el año 1968 cruzado por intensas movilizaciones y la dura represión de la Plaza de Tlatelolco es un momento de múltiples producciones audiovisuales registradas por las «brigadas fílmicas» impulsadas por los estudiantes. El reconocido documental El grito realizado en forma colectiva por los jóvenes del CUEC-UNAM, junto a distintos cortos, recorren los meses de agosto y septiembre con la movilización y las experiencias culturales inspiradas en ella, la organización del CNH (Consejo Nacional de Huelga) y sus comunicados filmados, hasta el registro de la brutal represión de octubre. El espíritu combativo de los estudiantes se traslada a la práctica cinematográfica y así son capaces de registrar la militarización de la UNAM instalando una cámara en una de las luces traseras de un auto o periodistas que logran ingresar en la cárcel en forma clandestina una cámara para documentar la situación de los presos políticos que puede verse en el film Historia de un documento. Las influencias del ´68 impulsan otras experiencias como la Cooperativa de Cine Marginal, que integró el escritor Paco Ignacio Taibo II, que buscaba especialmente registrar las luchas de los trabajadores contra la burocracia sindical, y realizaron entre otros los cortometrajesComunicados de la insurgencia obrera.

El capítulo dedicado a Cuba escrito por Juan Antonio García Borrero, propone un análisis de las contradicciones y críticas al interior de la experiencia cinematográfica más avanzada en Latinoamérica, surgida al calor de la revolución. Así, el autor rescata del ´68, distintos films que se permitieron expresar cuestionamientos desde adentro y a favor del proceso revolucionario. La obra Memorias del subdesarrollo de Tomás Gutiérrez Alea o las producciones de Sara Gómez son entre otras analizadas al calor de estas tensiones.

El conjunto del libro aporta originales investigaciones de momentos clave y obras emblemáticas, como también un análisis de experiencias previas particulares como los movimientos de crítica cinematográfica y cineclubs en Uruguay, Chile o Perú que sentaron bases amplias de una mirada crítica de la producción cinematográfica hegemónica. El recorrido abre también nuevos interrogantes acerca de los diálogos e influencias entre las cinematografías locales y las de Europa, Norteamérica y los países de África.

En mayo de este año, el público desbordó el Cine Gaumont para asistir al re-estreno deLos Traidores de Raymundo Gleyzer y homenajes en todo el país convocaron ampliamente un nuevo público atento a conocer parte de esta experiencia histórica. El cine latinoamericano surgido al calor del profundo ascenso obrero y popular de los años ´60 y ´70 dejó una importante huella y es fuente de inspiración y aprendizaje. La doble dimensión de ruptura política y estética, en algunas ocasiones bifurcada y en muchas otras plasmada y unida, no son un objeto de museo sino que mantienen la vitalidad de la época que les dio inspiración. El libro «Las rupturas del 68 en el cine de América Latina» es un aporte destacado para fortalecer la memoria y mantener vivas las necesarias rupturas presentes y futuras.

Fuente original: http://www.laizquierdadiario.com/Latinoamerica-y-el-%C2%B468-cinematografico

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