Honduras: La negociación y el acuerdo en la UNAH

Honduras/Julio de 2016/La Tribuna

Después  de 2 meses de parálisis en la máxima casa de estudios –ocasionada por el choque de la autoridad con los movimientos estudiantiles– hay un alivio por el reinicio de las clases. Es un respiro que las partes confrontadas –más por agotamiento que por condescendencia– depusieran las armas para sentarse a platicar. Por algo la sabiduría popular intuye que, “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. Hay en el amable público una sensación –muy parecida a la que se tiene después de cualquier conflicto prolongado– de haber vuelto a la normalidad. La gente, aunque tolere y hasta propicie el combate, tarde o temprano rehúye de aquello que atenta contra su tranquilidad. Para que todo termine, al final poco le importa cómo se hayan arreglado los bultos, o los daños que el enfrentamiento ocasionó, o el precioso tiempo que se desperdició, ni los mecanismos usados para solventarlo, con tal de salir del apuro.

Pues bien, sin ánimo de restarle crédito a lo que hayan cedido las partes, o a la gestión de ninguno de los amables componedores y menos a la intensidad del éxtasis que comparten por que al fin bajó la marea, rescatemos alguna lección de esta experiencia. Precedentes van haciendo costumbre y si no hay voluntad de corregir errores, el riesgo es que los trastornos no solo adelante se repitan sino que regresen radicalizados. La primera advertencia del desencuentro es que, “en la medida se postergan los malestares, se chinean los problemas y no se producen los espacios amigables para debatir y resolverlos en armonía, el fermento desatendido que queda hace ebullición”. Otro asunto que desconcierta, precisamente por el pobre favor que se le hace a la credibilidad de las instituciones, cuando se les involucra en conflictos ajenos sin necesidad. ¿Qué tan sensato haya sido ir a gestionar la iniciación de requerimientos en contra de los estudiantes –como medida de presión– si van a terminar siendo parte de una negociación? ¿La UNAH no tiene medidas internas o procesos reglamentarios que le permitan ejercitar la autoridad? Es preciso reiterar algo que ya dijimos: No abrigamos sentimiento crítico a las luchas estudiantiles, siempre que estas sean bien encauzadas. Decimos lo anterior porque es una característica universal que los jóvenes sean rebeldes por naturaleza –en todos los confines planetarios– e históricamente ha sido el ímpetu de la indocilidad lo que ha alentado –aunque en ocasiones lamentables debacles– también los cambios mayúsculos de la humanidad.

No que deseemos sugerir que la ley no deba respetarse o que los muchachos –o cualquier persona– no deban someterse a reglas, a normas y a la disciplina. Sin embargo, a la luz de estos incidentes, ¿no habría sido más prudente pensarlo dos veces antes de intentar criminalizar las acciones emprendidas como medidas de presión en las protestas, la captura de estudiantes dentro del campus, en una institución académica que históricamente se precia de su venerada autonomía? Si bien para llegar a acuerdos hay que negociar, cuando se instigan las instancias jurídicas siempre debe de sopesarse la sensatez de no poner en juego la seriedad de esas instituciones. Dicho lo anterior –como descargo de una inquietud que no podía quedar silente– ahora que se recobra el imperio del buen juicio, del diálogo sin agendas escondidas, como antítesis a la violencia y recurso útil para alcanzar acuerdos, esperemos remontar de la crisis a cielos más despejados con el compromiso de mejorar la calidad educativa superior.

Fuente: http://www.latribuna.hn/2016/07/22/la-negociacion-acuerdo-la-unah/

Fuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=UNAH&espv=2&biw=1024&bih=667&tbm=isch&source=lnms&sa=X&ved=0ahUKEwiB5PntvofOAhXIXR4KHa63BFoQ_AUIBigB&dpr=1#imgrc=fanpXoBhQD5VqM%3A

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