Política, Diplomacia y Relaciones Internacionales en Tiempos de Revolución

América del Sur/Venezuela/Septiembre 2016/Ruben Reinoso/http://www.aporrea.org/

La política en tiempos de revolución comporta, en principio, tres dificultades, por una parte, los tipos de transformaciones necesarios para impulsar los cambios demandados por la sociedad. La naturaleza de las demandas que la sociedad exige a los gobernantes y en tercer lugar el grado de sincronía que estas demandas tienen con las percepciones, valores, conceptos y criterios que tienen los gobernantes.

Esta situación genera una dinámica compleja, porque se ponen en juego dispositivos y mecanismos que chocan con valoraciones y aspiraciones no siempre coincidentes, (aunque los actores de estos procesos estén en teoría de acuerdo). Esto que en sí mismo, no es malo ni bueno, nos obliga a los que ejercemos cargos de gobierno y a los actores sociales a realizar un diálogo que ponga el énfasis, no sólo en las exigencias, sino en su diagnóstico y vías de solución.

En el caso de la actuación de los venezolanos y las venezolanas residentes en el exterior, sean o no diplomáticos, se genera una dificultad adicional, la cual es el impacto generado por la actuación de una minoría en una comunidad nacional que no es la suya. Esto, no es un problema menor, porque en la actuación de los con nacionales en los países extranjeros están presente aspectos que van mas allá de su patrimonio como venezolano.

Por las consideraciones antes expuestas, el legislador fue sabio y prudente al convertir a las relaciones internacionales en un tema de competencia exclusiva del Presidente de la República, en tanto, Jefe de Estado. Ahora bien, en la República Bolivariana de Venezuela tenemos una particularidad y es que el jefe del Estado es, al mismo tiempo, el jefe del gobierno y a pesar de la existencia de la vicepresidencia la figura presidencial sigue teniendo un peso determinante en los asuntos de Estado.

En los últimos días se ha generado una polémica con relación a “la naturaleza del trabajo diplomático en las misiones en el exterior, en tiempos de revolución”. Independientemente de los argumentos que se han esgrimido en este “debate” asociados a la asistencia a los venezolanos en el exterior, la rendición de cuentas y la denominada “Constituyente diplomática”, nos parece que el control y evaluación del trabajo diplomático es potestad de los superiores jerárquicos de la cancillería y la rendición de cuentas en la cancillería tiene una condición especial que no es homologable al resto del poder ejecutivo.

En efecto, cuando un ciudadano venezolano es designado diplomático de la República Bolivariana de Venezuela, es un miembro del poder ejecutivo dependiente del Ministerio del Poder Popular de Relaciones Exteriores, pero, en tanto representante del Estado venezolano, es responsable de relaciones diplomáticas para el poder ejecutivo, judicial, legislativo, electoral y moral. Esto le confiere a su representatividad un rol especial, porque si bien, es un promotor, divulgador y defensor de las tareas y realizaciones del Gobierno Bolivariano, también es un defensor y promulgador, vocero y representante de la actividad legislativa, judicial, moral y electoral del país.

Esta condición particular del trabajo diplomático, obliga a que precisemos muy bien, la relación con los venezolanos que están en el exterior, porque al nosotros desarrollar una diplomacia basada en la soberanía y la independencia nacional, por la vía de los hechos y debido a las agresiones de los países hegemónicos se ha convertido nuestra política exterior en antiimperialista. Y eso delinea, enmarca y contextualiza nuestra política exterior. Por ello, cuando un venezolano en el exterior, insulta, difama y somete al escarnio público a los miembros de nuestro personal diplomático, independientemente, de sus razones y las justezas de las mismas, se esta poniendo “objetivamente” al lado de nuestros adversarios internacionales. Un ejemplo de esto lo constituye el caso de Francia. Cuando hemos desarrollado una política de divulgación y defensa de las decisiones soberanas del Estado Venezolano y por ello, hemos sido sometidos a una campaña de desprestigio en Le Monde, Liberation, Le Figaro por parte de un señor llamado Paulo Paranagua quien ha escrito más de 15 artículos contra el Presidente, en contra de su familia, en contra del gobierno bolivariano, en contra de las últimas giras presidenciales, etc. No hemos visto que los compañeros venezolanos escriban aunque sea una línea para enfrentar esta campaña. Esta conducta aparte de miope, los coloca en la acera del frente a pesar que se autoproclamen revolucionarios. Conductas de este tipo le hacen un flaco servicio al proceso bolivariano y desacreditan y desautorizan a quienes se quieren erigir en catequistas morales de este proceso.

En otro orden de ideas, el personal diplomático tiene prohibido, según el artículo 9 ordinal 4 de la Ley del Servicio Exterior “Revelar aún después de terminada sus funciones, el secreto de los asuntos relacionados con su trabajo”. Ahora bien, esto implica: ¿Qué los funcionarios no pueden rendir cuentas?. No, la rendición de cuentas es una obligación de todos los funcionarios del Estado venezolano, pero, en el caso de las misiones diplomáticas deben establecerse con claridad, los mecanismos de las mismas por la naturaleza de este trabajo.

Otro aspecto de esta polémica es el referido al rol y al status de los diplomáticos. En efecto, la diplomacia en tanto profesión de origen noble, ha tenido un carácter clasista que ha impedido a estos funcionarios consustanciarse con los intereses de los pueblos. Y desde el punto de vista sociológico se desarrollaron prácticas y modales propios de la alta burguesía, por ello, las practicas protocolares y las prebendas de los cargos se convirtieron en la IV República en un fin en sí mismo, lo que hizo que existieran en el país diplomáticos mas pendientes del carro asignado por cancillería, su vestimenta o las recepciones sociales que por el estudio, la producción intelectual y el debate político ideológico.

Cuando compañeros venezolanos comprometidos con este proceso, denuncian a los diplomáticos por tener estilos IV republicanos, deben precisar la naturaleza de esa denuncia porque de lo contrario dejan en estado de indefensión a los diplomáticos y “todos entramos en estado general de sospecha”. Y esa situación convierte a nuestra cancillería en una cancillería reactiva y más pendiente de los asuntos internos que los exteriores.

Para finalizar consideramos que estas denuncias desunen al campo revolucionario y como bien lo ha dicho el Presidente Hugo Chávez ante los ataques del adversario necesitamos UNIDAD, UNIDAD, UNIDAD.

reinosoratjes@gmail.com

Fuente:

http://www.aporrea.org/oposicion/a38837.html

Fuente imagen:

https://lh3.googleusercontent.com/jyi-U4C1dr96dCBja6vYVedrsYCOllzEOQjHmy5qank1sYBG3DrE7dICp0xdF5q1rjyFzA=s85

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