Urge modernizar la educación

Por Javier Argüello

La historia debería categorizar los últimos 150 años del sistema educativo como una época oscura, a pesar de su gran contribución con la alfabetización mundial. El mundo actual no puede coexistir con la fórmula educacional que se creó para la revolución industrial.

En el modelo educativo actual, para la mayoría de los estudiantes en Latinoamérica, un profesor divulga su conocimiento académico con una cátedra. Este modelo asume que el aprendizaje es pasivo y que las mentes de sus alumnos son homogéneas. Ello no solo ignora la diversidad neurológica innata en toda aula, sino que también viola los principios científicos de cómo la mente humana aprende.

Este modelo fomenta una futura recesión económica, al dejar a su fuerza laboral (sus graduados) vulnerable, al no poder competir en el mundo que los espera. El aprendizaje debe ser activo y consciente, pues solo es exitoso cuando las habilidades cognitivas necesarias para aprender son debidamente desarrolladas.

Para una minoría en Latinoamérica, existen escuelas más progresivas, queofrecen una educación diferenciada con programas de inclusión y centros de aprendizaje. Estas escuelas son más sofisticadas segmentando las diferencias cognitivas de sus estudiantes y ofreciendo apoyo académico más especializado.

El paso que les falta es incorporar programas que identifiquen las áreas cognitivas débiles. Luego, deberían fortalecer estas áreas para ayudar a sus alumnos a ser exitosos aprendiendo. De forma paralela a estos esfuerzos especializados, es necesario educar a los maestros y alumnos sobre la ciencia del aprendizaje.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), las primeras tres décadas de este milenio producirán más títulos universitarios que el resto de la humanidad. Esto diluye el valor del título universitario, dificultando que representen el acceso a un trabajo estable y bien remunerado, como solía ser antes. Los analfabetos o subempleados del siglo XXI no serán los que no pueden leer o no tienen título universitario. Serán aquellos que no son autodidactas, que no pueden retar dogmas y tradiciones con una mente crítica y con valores claros.

Educación moderna: ¿En qué consiste?

Sin un entendimiento claro del material que absorbemos, el pensamiento crítico difícilmente puede existir, lo cual es un prerrequisito para resolver problemas con pensamiento original. Sin esto, se dificulta añadir valor en una empresa o innovar como emprendedores y sociedades. La originalidad, sinónima de la creatividad, es la fuente de la innovación. De la creatividad depende nuestro progreso, pero el sistema educacional ‘tradicional’ la inhibe y termina reduciéndola a medida que se va desarrollando el proceso educativo. De hecho, entre los países más exitosos en los rankings mundiales del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) están Singapur y Corea del Sur; también Shanghái, que no es país, pero tiene su propio ranking.

Estos sistemas han triunfado en el ranking, pero han provocado el fracaso de sus alumnos. Al convertir a sus estudiantes en robots que memorizan, destruyeron la capacidad creativa esencial para una economía moderna basada en el conocimiento y la innovación. Steve Wozniak, cofundador de Apple dijo que en Singapur no podría haber nacido o surgido Apple porque es una sociedad avanzada, pero rígida e intolerante donde no se permite el pensamiento crítico.

Wen Jiabao, exPrimer Ministro de China, admitió que el sistema educativo de su país enfrentaba el reto de producir emprendedores. A pesar de contar con 20% de la población del mundo, China no produce ni el 1% de las patentes globales. De hecho, hay una correlación negativa entre los países que salen mejor en el ranking de PISA y la innovación o el crecimiento de sus economías.

Ken Robinson, experto en la creatividad y uno de los críticos más fuertes del sistema educativo, define la creatividad como un proceso (iterativo) que nos lleva a producir una idea original y de valor (para la sociedad). Es autoevidente la importancia de que los estudiantes desarrollen la capacidad de pensar de forma crítica para llevarlos a la originalidad (creatividad).

Las implicaciones para un sistema educativo moderno son significativas, ya que para que una mente logre esto, es necesario el desarrollo de habilidades cognitivas que permiten el aprendizaje y la elaboración del conocimiento. Me refiero a nuestra capacidad de prestar atención de forma sostenida; procesar información de forma efectiva; interpretar el sentido de la información que recibimos para poder relacionarnos con la información que procesamos; y así ‘empacar’ esta, de tal forma que nuestra mente no solo lo pueda recordar, sino que además sepa interpretar, personalizar y retar lo que procesa y aprende de forma crítica.

Todos estos procesos mentales describen habilidades cognitivas que hemos asumido son fijas, pero en realidad son maleables. Según el neurocientífico Norman Doidge, el descubridor de la neuroplasticidad, la maleabilidad del cerebro y la capacidad de mejorar nuestras habilidades cognitivas son el descubrimiento científico más importante de los últimos 400 años. Esto implica que el éxito de un estudiante depende de cuán desarrolladas están sus capacidades cognitivas, cuán sofisticada es su capacidad para reflexionar sobre la forma en que aprende (metacognición) y de cuánto haya desarrollado conocimiento de cómo se aprende eficientemente (ciencia del aprendizaje).

La metacognición brinda conocimiento procedimental; es decir, la capacidad de la persona para controlar sus procesos cognitivos. Esto implica planificar qué se va aprender, controlar el transcurso del aprendizaje y evaluar los logros obtenidos. La metacognición se debe desarrollar después de fortalecer las habilidades cognitivas (una vez que se puede aprender de forma independiente) y, en paralelo, enseñar cómo se debe aprender.

Todo esto es posible hoy en día y hasta que no lo incorporemos en el modelo educativo de nuestras instituciones y lo apliquemos a nuestros alumnos, no deberíamos considerar su educación como exitosa o completa. El éxito de una escuela se debe medir con base en su capacidad de producir aprendices sofisticados, como les llama el experto en la cognición del aprendizaje, Robert Bjork.

Estos estudiantes son sofisticados cuando su experiencia académica desarrolla la fundación cognitiva sobre la cual desarrollan la capacidad de autoevaluar la eficiencia con la cual aprenden. Se trata de alumnos que auditan cómo aprenden y saben cómo ‘reparar’ sus procesos.

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El origen del problema

El sistema educativo es uno de los pilares más importantes para el desarrollo económico y social de un país. El modelo educativo que seguimos hoy en día fue inventado para democratizar el acceso a la educación, tras la llegada de la revolución industrial. La transformación económica requirió convertir la fuerza laboral, compuesta principalmente de campesinos analfabetas, en empleados alfabetos para las fábricas. Antes de la revolución industrial, el aprendizaje era informal y sin libros. Leer era un privilegio elitista. En esa importante transición, el primer mundo logró dar un salto en su productividad al requerir que su mano de obra agrónoma ascendiera a convertirse en una mano de obra más educada.

Actualmente, las economías avanzadas ya no son agrarias o principalmente manufactureras, sino de tecnología, servicios y conocimiento especializado. La interconectividad laboral que nos ha traído la tecnología con la globalización, cambia dramáticamente los requisitos de un estudiante para competir.

La automatización es lo que más influye en la productividad, lo cual tiene enormes consecuencias para la fuerza laboral en industrias que cada vez requieren menos personas, como la manufactura. Irónicamente, para el tipo de industrias que cada vez requiere menos personas es la que se diseñó el sistema educacional obsoleto, del cual salen graduados que no pueden encontrar empleo.

Los jóvenes con título universitario tienden a tener una tasa de empleo que es dos o tres veces más alta que la del resto de la fuerza laboral. Esto sucede mientras millones de empleos no se llenan en industrias creativas, técnicas y especializadas. La oferta laboral está desligada de la demanda laboral. Las escuelas y universidades son responsables por suplirle a la economía talento humano competitivo y son ellas las que tienen que cambiar para acoplarse a la economía moderna.

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Educación 2.0: Obsoleto el sistema actual

El modelo educacional vigente es apto para economías subdesarrolladas. Dicha educación obsoleta está disociada de las necesidades que reflejan las economías de países avanzados, en donde el conocimiento, la innovación y la tecnología son esenciales. Es un modelo que no genera suficiente innovación, ni suficien-tes emprendedores.

De hecho, hoy en día no sabemos cuáles serán los empleos que el mundo requerirá de la fuerza laboral educada. En los últimos veinte años, se han dado dos fenómenos simultáneamente:

A raíz de la revolución digital, hoy procesamos seis veces más información que hace veinte años; y los nuevos aprendizajes en la ciencia del cerebro, en particular sobre cómo aprendemos, nos han entregado más conocimiento del mismo. Entonces, el problema es el siguiente: no hemos aplicado a la escuela lo que sabemos sobre el aprendizaje.

La calidad de la formación académica de nuestros jóvenes determinará en gran parte las oportunidades que tendrán en la vida así como el progreso de nuestras sociedades. De hecho, la mayoría de los países de Latinoamérica están restándole a su futura prosperidad económica al no modernizar su sistema educativo. En los últimos cien años hemos visto como se han transformado las industrias del transporte, la banca, el comercio, y la medicina. Contradictoriamente, los cambios han sido muy leves en la educación. El siste-ma educacional se moderniza incorporando la ciencia del aprendizaje y transformándola.

Fuente: http://www.estrategiaynegocios.net/lasclavesdeldia/1006846-330/urge-modernizar-la-educaci%C3%B3n

Imagen: www.estrategiaynegocios.net/csp/mediapool/sites/dt.common.streams.StreamServer.cls?STREAMOID=oUreZ$Gr8FJOShT_8Xq8ks$daE2N3K4ZzOUsqbU5sYvFPiDOgQt0aLftN67JpKV56FB40xiOfUoExWL3M40tfzssyZqpeG_J0TFo7ZhRaDiHC9oxmioMlYVJD0A$3RbIiibgT65kY_CSDiCiUzvHvODrHApbd6ry6YGl5GGOZrs-&CONTENTTYPE=image/jpeg

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Javier Argüello

Escritor de nacionalidad argentina y residente en Barcelona. Ha publicado los libros Siete cuentos imposibles (Lumen, 2001) y El mar de todos los muertos (Lumen, 2008) y ha preparado varias antologías de poesía. Es colaborador de El País y profesor de la Escuela de Letras del Ateneo Barcelonés.