Lápices en pie de guerra.

El boicot de una asociación de padres a los deberes de sus hijos en casa abre la polémica sobre estos trabajos: ¿Son abusivos o necesarios?

Por: Pascual Perea.

Ramiro Peláez se levanta cada día a las siete de la mañana, se asea, se ajusta la corbata ante el espejo, desayuna apresuradamente y parte hacia el trabajo como otros miles de vecinos de su ciudad. En el autobús consulta la agenda y recuerda que tiene que exponer ante sus superiores y compañeros el informe que le ha traído de cabeza los últimos días, así que repasa los datos una vez más; se juega mucho, no puede fallar. Afortunadamente, la evaluación transcurre sin problemas. Trabaja intensamente mañana y tarde -tiene la costumbre de comer en el tajo-, y a las cinco aprovecha el trayecto de regreso para echar una cabezadita en el autobús. Al llegar a casa se desanuda la corbata, cuelga la chaqueta y se asoma a la nevera. Luego suspira: como siempre, se ha traído un montón de trabajo a casa y no terminará hasta la hora de la cena.

Ramiro no es un ‘yuppie’ estresado, sino un niño de doce años. Por término medio, y según datos oficiales, cada escolar español carga semanalmente con seis horas y media de deberes para hacer en casa después de largas jornadas en el colegio. Que se multiplicarán por dos o por tres cuando comience el Bachillerato. Para muchos padres, estas tareas son el único medio de que los niños no den guerra al llegar a casa; para otros, una sobrecarga que agobia a los menores y a ellos les obliga a convertirse en maestros auxiliares. Harta de clamar en el desierto contra esta ‘explotación infantil’, la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado, Ceapa, ha anunciado una huelga de ‘lápices caídos’: durante todo el mes de noviembre, los alumnos no harán ni un solo trabajo en casa.

«Exigimos que desaparezcan los deberes porque pertenecen a un modelo educativo que ya no funciona para educar integralmente a los alumnos del siglo XXI», expone José Luis Pazos, presidente de Ceapa. «Afirmamos que son excesivos y negativos para la educación porque son fuente de desigualdad, de fracaso y abandono escolar temprano. En el momento en que la escuela delega parte de la enseñanza del currículo formal en los hogares y obliga a que las familias quieran, sepan y puedan acometer esa labor están dejando a muchos niños en desventaja respecto a aquellos cuyas familias pueden hacerlo. Porque no todas pueden hacerlo, ni todas saben ni todas quieren».

En absoluto. Cuando nosotros planteamos que sea la escuela la que consiga el éxito escolar del cien por cien del alumnado, lo que queremos es igualar por arriba. Igualar por abajo, simplemente, sería decir: rebajemos los estándares y dejemos que cada cual haga lo que quiera. Nosotros no planteamos eso, lo que decimos es que esa función educadora del currículum formal, el que conduce a un título, corresponde a la escuela y a nosotros, los padres, se nos tiene que dejar tiempo para desarrollar otro currículum tan importante como aquél: el compañerismo, la solidaridad, la empatía, todo ese tipo de valores y formas de actuar que son imprescindibles en la educación integral. La sociedad nos reclama que las familias asumamos ese papel, que eduquemos a nuestros hijos y que lo hagamos bien. Nosotros queremos dedicar más tiempo a eso.

Los niños, entretenidos

¿Por qué en España se ponen tantos deberes?

Porque mantenemos un modelo que supone la preeminencia de la instrucción sobre la educación. Volcamos contenidos aislados, fragmentados, que se supone que tienen que memorizar para volcarlos en un examen, y para ello entendemos que les tenemos que hacer repetir hasta la saciedad tareas rutinarias. Para muchas personas es mucho más importante conocer la fecha en que se produjo la Revolución Francesa que comprender sus orígenes, motivos y consecuencias. Y tengo que decir que son muchos los docentes que quieren trabajar en esta óptica que Ceapa plantea, y son los padres y madres los que les dicen: ‘No, no, usted mándeles deberes porque si no ¿qué hago yo con el niño tantas horas?’. Hay padres y madres que entienden que si los críos están en su cuarto pegados a una mesa dan menos guerra y menos problemas que si hacemos actividades con ellos. Nosotros no participamos de esa premisa.

Si en vez de a hacer deberes este tiempo lo dedican a ver la tele, saldrán perdiendo.

Ese es un argumento falso por parte de quienes defienden los deberes. El hecho de que un niño no esté haciendo los deberes no significa que esté de brazos cruzados el resto del día. Incluso en el caso de que pueda estar en un momento determinado aburriéndose, tiene derecho al aburrimiento, que es necesario para la creatividad. Enfrentarse a la pregunta ‘¿qué hago ahora?’ es vital para ellos.

¿Cuántas horas dedican los colegiales a hacer deberes?

El informe que España manda a Europa registra seis horas y media a la semana, pero nosotros sabemos que es muy superior en las etapas de secundaria porque los chicos de nuestro país están llegando a dedicar a los estudios medias de sesenta horas a la semana. Eso ningún adulto lo aceptaría para él, entre otras cosas, porque la ley lo prohíbe. Y, sin embargo, que los menores pasen tres o cuatro horas cada día después de clase trabajando en casa es algo muy habitual. No solo eso, sino que es lo que se recomienda en las tutorías de principio de curso a los padres. Se nos dice que además de la jornada en el instituto necesitan por lo menos dos o tres horas de deberes en casa, porque si no el curso no se aprueba. Ahora sume: siete horas de clase y tres de deberes cinco días a la semana, más las que meten el fin de semana, salen sesenta.

Dice que los deberes son fuente de desigualdad, pero si no se los mandan es probable que aquellos padres con mayor poder adquisitivo manden a sus hijos a hacer extraescolares, clases de inglés o de refuerzo…

La vida no es perfecta, nosotros defendemos que el centro público tiene que proveer de estas actividades. Faltan políticas y ayudas a la familia para acometer esa educación integral, pero en cualquier caso siempre va a haber desigualdades. Lo que tenemos que procurar es que la escuela garantice que lo básico, lo elemental, está resuelto. Si alguno quiere llegar más lejos, qué le vamos a hacer. Nadie va a hacer desaparecer de la noche a la mañana las diferencias entre ricos y pobres.

¿Realmente hay algún país que no mande deberes en casa?

Bueno, Francia los tiene prohibidos por ley. China ha vetado los deberes a todos los niños de once años para abajo. No creo yo que todos los chinos estén equivocados.

«Quitarse el marrón»

Resulta llamativo que, en un asunto tan importante para los alumnos, las dos asociaciones de padres más importantes del país discrepen radicalmente. «Nosotros somos partidarios de unos deberes proporcionados, lógicos y acordes al nivel educativo, que lo único que pretenden es afianzar lo que se ha estudiado por la mañana», expone Pedro José Caballero, presidente de la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos, Concapa. «Lo que no podemos contemplar y nadie quiere es unos deberes que nos obliguen a estar hasta las nueve o las diez de la noche trabajando con los niños y que al final lleguemos a la triste situación de que los padres los terminen para quitarse el marrón de encima, porque no hay otra forma. Eso lo hemos vivido todos, te puede pasar una vez, pero no constantemente».

En su opinión, la culpa de que en España se impongan demasiados deberes es de la mala conciliación laboral y familiar. «¿De qué me sirve -se pregunta- que un niño no lleve tareas a casa si está solo hasta las ocho, cuando llegan sus padres de trabajar?». Caballero critica que la Ceapa «utilice a los menores como moneda de cambio en una situación que nos parece muy partidista y que no es nada pedagógica. Si buscamos la calidad educativa debemos enseñar a los alumnos que las cosas se consiguen con esfuerzo y con trabajo, no quitando autoridad al profesor y no haciendo nada. Tenemos que sentarnos todos a una mesa a hablar hasta llegar a un consenso en temas tan sensibles como éste, y nunca usar un boicot, una insumisión».

La convocatoria de huelga de deberes tampoco ha gustado nada en el sindicato de la enseñanza ANPE. «Este boicot cuestiona la labor del profesorado y atenta contra la libertad de cátedra y el principio de autonomía pedagógica y organizativa de los centros educativos», clama Sonia García Gómez, secretaria de comunicación de la central.

Este sindicato se posiciona a favor de los deberes escolares, por varias razones. «Porque van a afianzar lo aprendido en el aula, inculcan una serie de hábitos de estudio, fomentan el esfuerzo personal, incluso la planificación y organización del trabajo diario del alumno. Si un estudiante no ha desarrollado el hábito de hacer deberes en el bachillerato, cuando llegue a la universidad difícilmente lo conseguirá, eso no se coge de un día para otro. Eso sí, esos deberes deben ser adecuados, moderados y proporcionados a la edad y el nivel educativo del alumno. Lo que nunca pueden ser es algo nuevo que le sobrepase y le obligue a pedir ayuda externa. En la etapa infantil no los necesitan, en primaria se pueden prolongar unos veinte minutos, cuando pasan a secundaria en torno a una hora, y en bachillerato tendrán que dedicar a lo mejor dos horas diarias».

La posibilidad de aprender

«En este conflicto hay distintos intereses, y no todos miran por el desarrollo educativo de los niños», advierte el profesor de la Facultad de Psicología y Educación de la Universidad de Deusto Jesús Marauri. Si se consideran deberes aquellos trabajos mandados por el centro educativo y que el niño tiene que hacer en casa, Marauri sentencia: «Sí a los deberes, porque creo que no podemos quitar a los niños la posibilidad de aprender». Respecto a los contenidos, añade, «no tiene sentido que haga lo mismo que hace en el colegio. Este tipo de deberes repetitivos, memorísticos, son poco atractivos. En cambio, resulta muy valioso fomentar actividades como la lectura. Los deberes deben ser estimulantes y sugerentes: la búsqueda de información en internet, la elaboración de algún tipo de escrito… Y, por último, deben aprovechar las tecnologías del siglo XXI para aprender interactuando con personas de su entorno o con otros alumnos de su clase».

horas y media dedican a los deberes de media semanal los niños españoles, cifra que se triplica en el Bachillerato. España se sitúa entre los países que más trabajo casero mandan a los escolares, por detrás de Rusia, Italia, Irlanda y Polonia. En el otro extremo, con menos de la mitad de tiempo, Corea del Sur y Finlandia.

Fuente: http://www.laverdad.es/murcia/sociedad/201611/03/lapices-guerra-20161103013834-v.html

Imagen: http://www.laverdad.es/noticias/201611/03/media/104905960.jpg

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