Desestimulación virtual: causas, consecuencias y soluciones

30 de noviembre de 2016 / Fuente: http://blog.tiching.com/

Por: Cristina Picazo Bencandil

Los docentes de la etapa de infantil estamos de suerte, vivimos una era educativa donde se motiva y promueve el uso de las tecnologías de la información y la comunicación; se ha invertido en la preparación de los centros para trabajar desde esa faceta y finalmente los tenemos listos  (en mejores o peores condiciones). Bien, si esto es así, ¿por qué seguimos empleando esos recursos digitales para “entretener” al alumnado cuando no hay otra cosa “más importante” que hacer como una ficha?

Sin duda el problema reside en el interés del equipo docente. Emplean recursos que abren ventanas al mundo, como si fueran lectores de CD de hace 20 años. El truco está en buscar excusas de año en año que retrase la intención de formarse y renovarse.

En un primer momento  el problema era que “no teníamos recursos” y sin recursos no podemos trabajar porque “para hacer las cosas a medias, era mejor no hacerlas”, cuando lo que hubiese tenido mas sentido era simplemente haber comenzado por dar los pequeños pasos que hemos dado todos al principio.  Nadie empieza una metodología sabiendo que va a funcionar, nadie trabaja por rincones sabiendo desde el primer día que todos los rincones van a funcionar perfectamente. Pero claro, la tranquilidad de tener esa excusa era suficiente para no plantearse que igual era cada docente el que tenía la posibilidad de buscar sus propios recursos tecnológicos. Ante esta actitud, el claustro completo y la inspección asienten y deciden que hay que esperar a los recursos, y mientras tanto, pasan  generaciones y generaciones desfasadas en infantil.

Ahora que tenemos recursos la excusa por excelencia es “no siempre funcionan y no podemos depender de ellos”. Me gustaría saber quién ha dicho que debamos programar en función única y exclusivamente de los recursos tecnológicos, se trata de una herramienta que, al igual que cuando hacemos una manualidad y debemos modificarla porque nos faltan materiales, puede fallar y la solución está en la creatividad y el dinamismo de cada docente (que los tienen; mandados al olvido por sueldos que bajan, “IRPFs” que suben y horas extra invertidas en programas que no tienen futuro, pero los tienen). Ante esta excusa, de nuevo esperamos a que nada falle nunca para comenzar nuevas programaciones que sean perfectas. Y de nuevo, más generaciones sin disfrutar de lo que marca la diferencia en otros países, la apertura del centro al resto del  mundo.

Y ahora, que hemos superado fallos, que hay soluciones para cualquier imprevisto, y que día a día hay más mundo por recorrer en el plano educativo de las telecomunicaciones, la excusa es: “ yo ya no estoy para tantas innovaciones”. En este momento, el docente ha caído en la “Desestimulación virtual”. Es tanto lo que tiene que aprender,  tanto por innovar que se le hace un mundo y en lugar de comenzar por formarse, prefiere estancarse perjudicando una vez más a otra generación de alumnos y alumnas que son “nacidos digitales” y la escuela no les da la respuesta pertinente a sus necesidades.

Ya ningún país europeo se encierra en su clase a la hora de programar. El tercer nivel de concreción no es el aula, sino la sociedad para la que preparamos a esos alumnos y donde se van a desarrollar como personas. De modo que cada docente se preocupa porque su clase salga al mundo virtual y trabajar esta competencia desde el centro.

No se trata re recoger aquí, una vez más, las funciones de los recursos tecnológicos, pero sí recordar que la versatilidad de estos engloba desde escribir en plantilla hasta hacer visitas virtuales a museos de cualquier parte del mundo. Esto es lo que le estamos negando a los alumnos de infantil, simplemente por falta de interés.

Está claro que la solución es la formación y hoy en día quien quiere puede hacerlo, pero el problema está en que la amplia mayoría de equipos de infantil no quieren. Ante esto es el centro quien debe “obligar” a la formación mediante cursos y a través de proyectos a nivel de centro que vayan introduciendo estos medios en el aula de infantil.

Cuando decidimos ser docentes, nos comprometemos a estar en constante formación, pues nuestra función varía a la misma velocidad que la sociedad avanza. Desgraciadamente, todos conocemos docentes que una vez que adquieren su puesto fijo o su plaza definitiva, se estancan, se niegan a innovar, a formarse y se creen que su labor como docentes termina a las dos de la tarde. Yo invito a estos trabajadores que se planteen su puesto de trabajo. Estoy segura de que todos ellos son capaces de adaptarse a los medios, pero la capacidad se hunde si hay desidia y falta de interés.

Una vez que la “Desestimulación virtual” corrompe nuestras programaciones es el momento de reflexionar, de valorar el trabajo que tenemos y entender que con el uso de las nuevas tecnologías pueden disfrutar ambos protagonistas del proceso de enseñanza-aprendizaje: el docente y el discente.

En definitiva, las personas dedicadas a la educación nos encontramos con este fenómeno en las aulas y debemos comprometernos por eliminarlo de las metodologías, por quebrar su presencia y aunar fuerzas compartiendo experiencias virtuales entre compañeros para mostrar hasta dónde podemos llegar con nuestros pequeños. Volviendo al comienzo, retomo la primera idea en forma de reflexión, ¿consideramos que estamos aprovechando los recursos que se nos ofrece para proporcionar una educación de calidad? Y por último, sabiendo lo que afecta en infantil el currículum oculto, y aún así no mostramos iniciativa e interés por mejorar nuestra función ¿podemos pedir la misma actitud a nuestros alumnos?

Fuente artículo: http://blog.tiching.com/desestimulacion-virtual-causas-consecuencias-soluciones/

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Cristina Picazo Bencandil

Estudié magisterio con las especialidades en Educación Infantil y Lengua Extranjera; tengo 7 años de experiencia como docente y actualmente trabajo en un centro concertado. Me preocupo por ofrecer y recibir, como profesional en formación permanente, una educación de calidad.