Crear juegos educativos a partir del conocimiento

30 de noviembre de 2016 / Fuente: http://revistaeducacionvirtual.com/

Por: Claudia García

Crear un juego puede parecer sencillo; ya se sabe, jugar es cosa de niños. Nada más lejos de la realidad.

Se puede pensar que para crear un juego basta con una buena idea, un poco de tiempo y el dinero necesario. Pero ocurre que, como en la mayoría de actividades humanas, resulta difícil (por no decir imposible) realizar grandes proyectos de manera individual, sin la participación de los demás. El cambio que han experimentado las organizaciones ha fomentado una manera de trabajar más colaborativa y cooperativa. Si hasta ahora se podía organizar el trabajo de manera individual, ahora se hace necesaria la interacción de los implicados para conseguir finalidades compartidas, objetivos comunes, propósitos colectivos.

Para crear un juego se necesita un equipo multidisciplinar compuesto por profesionales de diferentes disciplinas que trabajen conjuntamente para un objetivo común.

Para empezar, necesitamos profesionales de la educación, maestros, profesores, psicopedagogos, psicólogos o pedagogos; un profesional del aprendizaje que esté trabajando en primera línea, en contacto con niños y niñas, los verdaderos protagonistas, a los que va dirigido el juego.

El día a día en el aula, en el contacto directo con los alumnos, aporta a estos profesionales un conocimiento real y ajustado de las capacidades, competencias, motivaciones, gustos y necesidades de los niños y niñas. Este saber basado en la experiencia diaria, unido a la formación inicial recibida y a la formación continua aprehendida, configuran un “corpus” de conocimiento muy interesante, muy rico, que puede contribuir a la mejora de la calidad educativa de nuestra sociedad.

Muchos profesionales crean sus propios materiales educativos, realizan sus personales adaptaciones, fabrican manualmente mediante el DIY (Do It Yourself) con materiales, a menudo reciclados, e incluso comparten en la red sus creaciones. Sin embargo, son unos materiales educativos que, con demasiada frecuencia, quedan en el ámbito local y de relación personal.

En segundo lugar, se hace necesaria la participación de profesionales del mundo del diseño: ilustradores, diseñadores gráficos, animación audiovisual, maquetistas. Profesionales en el arte de transmitir visualmente la idea del juego. Estos profesionales (a los cuales podríamos llamar “artistas”en el término de tener la habilidad para hacer algo con perfección) son capaces de dar color, forma, imagen, tipografía… al juego concebido e imaginado por el profesional de la educación, para que el niño se sienta atraído por la belleza de la propuesta educativa.

En pleno siglo XXI puede sonar antiguo hablar de belleza, esa experiencia sensorial que produce bienestar y placer; ahora más que nunca debemos educar en este aspecto de la existencia humana, y los juegos educativos deberían poder transmitir la experiencia emocional de poder expresar los sentimientos de placer y satisfacción que supone tener en sus manos ese objeto didáctico.

En este momento del proceso de creación del juego, es de justicia mencionar a los profesionales que puedan intervenir en la corrección del juego; des de los correctores ortográficos, hasta la comprobación exhaustiva por parte del responsable de calidad, pasando por los profesionales vinculados a aspectos concretos de los juegos educativos: si hablamos de un juego educativo relacionado con la alimentación, será necesaria la participación de profesionales de la nutrición, dietistas nutricionistas.

En tercer lugar, y no por eso menos importante, deben participar los profesionales de las artes gráficas que harán realidad física el juego: imprentas y empresas de manipulación y montaje de los juegos. Las relaciones con estas empresas creemos que también deben ser colaborativas: cuanto más implicadas se sientan del proyecto, mejor producto obtendremos.

Fuente artículo: http://revistaeducacionvirtual.com/archives/2669

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