«¿Por qué los niños deben ser víctimas de las guerras de los mayores?»

21 de febrero de 2017/Fuente: www.elperiodico.com

Testimonios de padres y menores muestran la cara más injusta del drama de los refugiados.

«¿Por qué los niños deben ser víctimas de las guerras de los mayores?», se pregunta una familia de refugiados que explica en esta líneas su testimonio, recogido por Save The Children, junto con el de otros padres y críos que viven el mismo infierno. Su futuro, un futuro sin sangre, está en las manos de todos los que este sábado acudan a la gran manifestación a favor de los refugiados bajo el lema ‘¡Queremos acoger!’. Desde enero del 2015 a septiembre del 2016, más de 660.000 niños solicitaron asilo en Europa. En las vidas de los protagonistas, varadas en distintos campos de refugiados y que cuentan a continuación en primera persona, están todas las razones.

AMENA (5 años) Y SAMER (8)
ITALIA

«En Siria solo hay dos opciones: o robas o mueres de hambre. ¿Qué futuro tienen los niños? -se pregunta Fadi, padre de Amena y Samer-. Un futuro de sangre. ¿Por qué los niños deben ser las víctimas? Los niños son inocentes, por qué los meten en medio de las guerras. Si quieren luchar, que se vayan fuera y los dejen solos. Pero no, bombardean a las familias y a los niños. Y uno ya no sabe quién es terrorista, quién está a tu lado o en contra. Necesitaba dinero para el tratamiento de mi hija, que necesita oxígeno, y decidí que nos fuéramos a Libia. Allí no había trabajo y no era seguro. Traficantes humanos nos engañaron. Nos hablaron de un barco confortable, con solo 100 o 150 personas, para ir a Europa. 1.200 dólares por cabeza. Esperamos mes y medio. Cuando llegó el día, vi un barco lleno, conté hasta 300 personas. Cada vez que la embarcación golpeaba las grandes olas pensaba que era nuestro final. Tras 10 horas de travesía el motor se paró… La botella de oxígeno de Amena se acababa. Entonces vimos el barco de Save the Children y lloré. Mi hija estaba muy enferma y se la llevaron en helicóptero al hospital. Espero trabajar y dar a mis hijos una buena educación”.

YAMAN (5) Y MOHAMMED (3)
JORDANIA

«Nuestra vida en Siria era muy sencilla -relata Abdul, progenitor de Yaman y Mohammed-. Somos granjeros, trabajábamos en granjas. Vivíamos juntos en una casa a las afueras del pueblo nueve hermanos y tres hermanas. Una noche empezaron a disparar a nuestra casa. Yaman estaba aterrorizado. Dejó de hablar. Mohammed empezó a tener fiebre alta y convulsiones. Decidimos partir a Jordania, al campamento Zaatari. Fue el inicio de nuestra miseria. La carretera no era segura por los bombardeos. Era en febrero, con la lluvia y la nieve. Tuvimos que atravesar el desierto, una inhóspita área. El viaje duró 25 días. Cuando llegamos al campamento de Zaatari, solo con las ropas en nuestras espaldas, no pudimos conseguir los servicios médicos que necesitábamos debido a que había muchos refugiados y enfermedades. Mohammed tenía convulsiones y hasta seis meses después no pudieron llevarle al hospital. Yaman necesitaba terapia psicológica para controlar su miedo. Fue tratado poniéndolo a jugar con otros niños. Jugar con ellos le ayudó a recuperarse. Empezó a hablar. Y dejó de ser agresivo y egoísta. Ahora comparte juguetes con sus amigos”.

“Me gustaría vivir en mi casa en Siria. Es un país bonito” (Yaman)

AAYIZ (11), ZAIN (8) Y BARAKA (4)
IRAK

«Abandonamos Qayyarah por los combates, era demasiado peligroso quedarse -explica Bahlul, padre de Aayiz, Zain y Baraka-. Queríamos ir al campo de Debaga, en el norte, pero no teníamos dinero para pagar a los contrabandistas. Este campamento está bien [Jad’ah] pero queremos volver a casa, a Gwer. Hace dos años fue tomada como base por las fuerzas de Irak y no creo que haya familias que vivan ya allí. Nosotros tenemos aún parientes en Mosul aunque desde julio pasado no sabemos cómo están».
«La vida en el estado islámico es difícil -prosigue Noora, la madre-. Yo tenía que llevar el burka que cubría mis ojos y no veía nada. No estaba permitido el móvil y solo podía salir de cadas con mi marido. Era muy frustrante. Mi hijo Aayiz hace tres años que no va a la escuela y Zain nunca ha ido. Los niños quieren aprender y nosotros necesitamos que ellos estudien para que tengan un buen futuro. Pero más que nada queremos volver a casa”.

WAFAA (19)
LÍBANO

Había una guerra. Un bombardeo.Estuvimos bajo asedio durante nueve meses. Muchas chicas se casan pronto debido a la guerra y las violaciones. Los padres no rechazan a nadie que pida a una niña para casarse. Tienen miedo de las violaciones. Las chicas que se van ya no regresan. Las matan, violan o cosas así. Si no hubiera sido por la guerra hubiera continuado mis estudios, no me hubiera casado. A los 16 años, las chicas son demasiado jóvenes para casarse. Pero lo tenemos que hacer. Yo tenía miedo al principio, pero cuando mi marido me pidió en matrimonio me sentí más segura. Fue herido y me dijo que me fuera de Siria. Murió. Ahora vivo con mis padres en una pequeña tienda y mi hijo en el norte de Líbano. Si trabajo, como. Si no, no como. He perdido la esperanza de volver a los estudios porque no tengo dinero. Ahora me preocupa mi hijo. Desearía que pudiéramos volver a Siria y que tuviera una educación».

ROHULLAH (11) Y OBAID (9)
AFGANISTÁN

«Era feliz en Pakistán. Tenía a mis amigos -cuenta Obaid-. Jugábamos con otros niños. Había muchas áreas abiertas. Nos gustaba Pakistán pero la policía acosaba a nuestros mayores. Cuando la policía venía a nuestra casa teníamos miedo. Cogía a cualquiera de las personas que había y se las llevaban. Cuando los llevaban a la cárcel les hacían trabajar como castigo. Eran azotados y golpeados por los policías”.

“Yo quiero estudiar pero no sé cómo -lamenta Rohullah-. No sé cómo poder ir a la escuela en Afganistán”.

“No sabíamos el procedimiento [para registrarse como refugiados en Pakistán]. Cuando mis hijos veían los coches de la policía corrían dentro de la casa -recuerda Faqir, el padre-. Miles de personas se enfrentaban a la misma amenaza, especialmente durante la noche. Les llevaban a la cárcel. O pagabas o te deportaban. La situación en Pakistán era mejor porque podíamos encontrar trabajo, la comida era barata y no pagábamos alquiler. Aquí en Afganistán [fueron deportados de Pakistán] no encontramos trabajo. Me gustaría poder conseguir apenas pan. No tengo grandes deseos, solo sobrevivir. Desearía que mis hijos se escolarizaran pero no creo que pueda ser. Mi prioridad es curar la pierna de Obaid. Hace frío por las noches aquí. Tenemos solo una manta para dos o tres niños. Estos días estoy muy preocupado. Dentro de cuatro días me vendrá el alquiler y no puedo pagarlo”. [FAQIR JAN, EL PADRE]

MAHMOUD

IRAK

«Antes del 2014 trabajaba de yesero en Erbil -señala este padre-. Tengo cuatro hijas, de 2, 4, 8 y 10 años. Antes del estado islámico mis hijas iban a la escuela y les encantaba. Después, el contenido escolar cambió y dejaron de ir. Todas las lecciones eran militares. Incluso las matemáticas. Les hubieran enseñado: una bala más otra bala igual a dos balas. Hace una semana, cuando los combates se acercaron al pueblo, el EI nos llevó junto con cien familias andando a Surouj, donde los helicópteros iraquís nos atacaron. Nos quedamos atrapados entre dos pueblos bajo los disparos. El líder tribal nos dijo de volver al nuestro y regresamos. Pero oímos que el EI quería matar a ese líder y decidimos huir todos. Nos costó mucho llegar al campamento de Jad’ah, pero la gente durante el viaje nos trató muy bien. Aquí en el campamento estamos contentos de que vayan a abrir una escuela, enviaremos a nuestras hijas. No necesitamos nada más. No sé cuánto tiempo estaremos, pero de momento las cosas están bien. Lo único es que no nos hemos cambiado de ropa desde hace 10 días y no tenemos nada más».

MAHLER, VOLUNTARIO
LÍBANO

«Soy voluntario con Save the Children y hago visitas a los campos de refugiados sirios. Cada mes organizamos sesiones. Hoy hablaremos de los matrimonios tempranos. Hay 10 participantes. La mayoría están en contra. Les he explicado muchos efectos negativos que desconocen. Los padres desean casar a sus hijas pronto para aseguarse que alguien se responsabilice de ellas, pero hay otros muchos problemas, psicológicos y de salud. Al cabo de un año o incluso meses, cuando se divorcian y más si tienen niños, los problemas aumentan. Hay muchos casos de niñas que mueren al dar a luz porque sus cuerpos no están preparados. Además, estas niñas divorciadas son consideradas de segunda clase, como viudas, porque ya no son vírgenes. Desde Save the Children cuando nos enteramos de un caso de enlace temprano vamos a hablar con los padres y les advertimos de sus efectos. Proponemos alternativas, como la educación. [Más del 6% de las niñas sirias de 12 a 17 años en Líbano están casadas]».

Fuente: http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/ninos-refugiados-manifestacion-barcelona-5844990

Imagen: estaticos.elperiodico.com/resources/jpg/3/9/refugiados-amena-and-brother-samer-1487337561993.jpg

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