Los retos de la educación panameña

Por: Diogenes Sanches

Panamá es un país de fuertes contradicciones históricas y políticas. En su devenir los poderes coloniales le asignaron una función transitista, que se vería reforzada con la construcción de ferrocarril transístmico y mayormente profundizada con la construcción del canal. A partir de este modelo de desarrollo transitista surgieron otras actividades vinculadas a la misma: el sector portuario, logístico, turístico y el sistema financiero. Sin embargo, nuestro sistema educativo hizo endebles esfuerzos para adecuarse a estas necesidades.

Esta visión sesgada de este modelo sepultó otras posibilidades de desarrollo, como el agropecuario o el industrial. Prueba de ello es el poco interés de los distintos gobiernos de invertir en colegios técnicos o agropecuarios que no respondían a la lógica de desarrollo mercantilista de las élites comerciales; hoy con la transformación curricular estos bachilleres están desapareciendo. Sólo hay que echar una mirada a los colegios técnicos para ver su completo abandono.

Peor fue la falta de idoneidad de los egresados de los colegios agropecuarios, ya que la transformación curricular disminuyó su carga horaria en la especialidad. La educación panameña enfrenta grandes retos que obligan a toda la sociedad a involucrarse en la búsqueda de respuestas a las demandas el país. Entre los ejes que consideramos más apremiantes están los siguientes:

Transformación del sistema educativo: El sistema educativo no resiste más enmiendas, lo que obliga a efectuar una reestructuración de todos sus componentes: desde la gestión administrativa, inversión, descentralización, formación docente, currículum, evaluación, equidad, hasta la selección de las autoridades deben ser ampliamente consultadas, debatidas y sometidas al examen público de especialistas en el tema y no a las imposiciones de quienes detentan el poder político y económico.

Defender el carácter público, gratuito y obligatorio de la educación: La educación es un derecho humano inalienable y no un bien de consumo más, a la libre oferta y demanda del mercado. Es un derecho social que el estado debe resguardar para que todos tengamos acceso a ella y no sea el privilegio de quienes puedan comprar conocimiento. Esta concepción mercantilista está reduciendo la educación a una formación profesional, donde prevalece la lógica irracional del mercado, donde los estudiantes se convierten en clientes y la enseñanza, en mercancía. Rescatar su carácter público y gratuito es una necesidad social, lo que implica, además, que la obligatoriedad de la educación, que actualmente es hasta el noveno grado, debe ser hasta el duodécimo grado. Esto requiere de un cambio constitucional, que debe ser a través de una constituyente que le transfiera al pueblo panameño el poder soberano.

Calidad de la educación: Precisar qué entendemos por calidad de la educación va más allá de una discusión conceptual o ideológica; define lo que antropológica y epistemiológicamente queremos, para mejorar cualitativamente el sistema educativo panameño: calidad de los aprendizajes, calidad de la formación docente, calidad de los programas y planes de estudio, calidad de la infraestructura, que es uno de los graves problemas del sistema por la poca inversión en la misma. Bajo esta premisa, la calidad empieza por formar en el educando a un ciudadano con plena autonomía, iniciativa propia, creatividad, innovador y con capacidad de análisis crítico. ¿Estamos los docentes preparados para formar a este nuevo tipo de ciudadano? ¿Existe la voluntad política del gobierno de facilitar las condiciones para este proceso educativo? ¿Están los estudiantes y padres de familia comprometidos con estos cambios? Quizás cometo la falacia de la pregunta compleja (falacia cuando la persona hace muchas preguntas complejas buscando aquella que no tenga respuesta para aferrarse a ella como prueba o deducción de que un argumento no es válido).

Desburocratizar el sistema educativo: El Meduca es el ministerio más grande, con más de 800,000 estudiantes, 45,000 docentes y 20,000 administrativos. La descentralización educativa que está contemplada en la Ley Orgánica se convierte en letra muerta. Aunado a este problema, la centralización gubernamental asfixia al sistema. Por ejemplo, todos los contratos de nombramientos del Estado debe firmarlos el presidente de la República, desde el trabajador manual y la secretaria hasta los docentes, etc. ¿Cómo es posible que un presidente con tantos compromisos deba firmar el contrato de todos los funcionarios públicos? Esta burocracia absurda provoca que funcionarios demoren 6,7 y 8 meses sin cobrar.

La educación es la mejor inversión social que existe, apostar por ella es apostar por el desarrollo, el progreso, la inclusión social, la liberación de nuestros pueblos.

FILÓSOFO E HISTORIADOR.

Fuente: http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/retos-educacion-panamena/23990252

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Diogenes Sánchez

Educador y Sindicalista educativo de Panamá