Amor y centralismo: Oaxaca y la SEP

05 de abril de 2017 / Fuente: http://www.excelsior.com.mx

Por: Carlos Ornelas

El 21 de marzo es una fecha clave en México, pero más en Oaxaca. Allí, rito y ceremonia se maridan para festejar al benemérito. Pudiera decirse que es el día más importante en el calendario político del estado. El gobernador, Alejandro Murat, lo escogió para inaugurar las audiencias públicas, donde él y su gabinete escucharían demandas de la sociedad.

No obstante, maestros de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, los más aguerridos y mejor organizados de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, decidieron boicotear la reunión; acaso piensan que nada más ellos merecen ese trato. Pero había vallas protectoras y policías resguardando el palacio de gobierno; se armó la gresca. Las fotografías y el video que publicó excélsior.com.mx el 22 de marzo son elocuentes.

El asunto es que, apenas en diciembre, el gobernador había entregado a la S-22 tres mil 699 plazas y el mandatario se declaró enemigo de la unilateralidad en la regencia de la educación en el estado; hasta parecía que le quería regresar a la S-22 el control del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca.

Sin embargo, contrario a lo divulgado por los dirigentes sindicales —y que di por cierto en un artículo de esos días—, las plazas no eran definitivas. La Ley General del Servicio Profesional Docente estableció la figura de nombramientos provisionales (artículo 4, XVII, a), cuyo lapso puede ser hasta de seis meses. De ese tipo fueron los puestos. Hoy los líderes están presionados por los docentes y administrativos, ya que, si quieren conservar el cargo, tendrán que presentar exámenes, como lo marca la ley. Se sienten engañados por sus líderes.

Eso explica, en mi opinión, que se haya terminado el cariño entre la S-22 y el gobernador Murat. Parece que él está aprendiendo, por la vía más dura, que la CNTE no se allana con prebendas; es defensora férrea de sus tradiciones. Oaxaca está a punto de estallar de nuevo. Los maestros y los exnormalistas aceptaron el pacto de diciembre con el fin de ganar tiempo y preparar la ofensiva. ¡Quieren las plazas definitivas y de inmediato!

Ya que el camino de las canonjías no le funciona, quizás el gobernador debería dejar de hacerle caso a su papá y prestar oídos al director general del IEEPO. Por lo pronto, José José tenía razón: “el amor acaba”.

Me pasmó y critiqué al secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, que justificó el hecho de entrega de plazas cuando dijo que era un acto de justicia. Me extrañó que la Secretaría de Educación Pública hubiera dejado pasar un hecho de ese tamaño, cuando se sigue preparando para afianzar más la dialéctica del control centralista. ¡Y no pienso que sea para mal!

El Diario Oficial de la Federación del 23 de febrero publicó el decreto por medio del cual la SEP instituye la Dirección General del Sistema de Administración de la Nómina Educativa Federalizada. Esta dependencia, conforme al texto del artículo 36 del Reglamento Interior de la SEP, tiene el propósito de controlar el flujo de los recursos del Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y Gasto Operativo (Fone). La fracción III de ese artículo es clave: “Administrar y operar el proceso de control de plazas relacionadas con el Fone”. Al buen entendedor: los gobiernos estatales ya no tendrán potestad sobre las plazas federalizadas (en realidad nunca la tuvieron, las secciones del SNTE disponían todo).

Mi intuición me dice que el gobierno central presionará a los estatales para que —tal vez de manera pausada— se acelere la conciliación de las nóminas con las plantillas de las escuelas. Si esa suposición es correcta, en breve empezaremos a ver cómo miles de comisionados a la baja burocracia de las dependencias estatales de educación tendrán que regresar a sus plazas base. Algunos gobiernos se las verán negras para mantener sus oficinas de educación, ya que esos funcionarios configuraban un subsidio —ilegítimo, pero institucionalizado— de la SEP a los estados.

También es probable que haya auditorías de personal. Si uno piensa con mala leche, saldrán a flote puestos fantasma y quizás uno que otro difunto que sigue cobrando por allí.

Insisto, ¿para qué seguir con la retórica federalista si nos encaminamos a un sistema unitario? Los gobiernos estatales no pueden lidiar con el SNTE; la SEP a duras penas. Algo me dice que pronto también se acabará el amor entre la secretaría y el sindicato. Apuesto a que habrá cambios en ritos y ceremonias.

Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2017/03/29/1154673

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Carlos Ornelas

Doctor en educación por la Universidad de Stanford. Es Profesor de Educación y Comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco. Sus intereses de investigación incluyen el estudio de reformas educativas en perspectiva comparada. Su libro, El sistema educativo mexicano: la transición de fin de siglo (México: Fondo de Cultura Económica, 1995), tiene dos ediciones y 15 reimpresiones.