La formación en clave de transformación: los retos en la Universidad

Dr. Luis Peñalver Bermúdez

Universidad Pedagógica Experimental Libertador

Voy a iniciar esta conferencia, expresando mi agradecimiento a las autoridades que nos acompañan y a la cohorte 2014-II, sede Carúpano, del Doctorado en Educación del Instituto Pedagógico de Maturín – Universidad Pedagógica Experimental Libertador, por asumir la responsabilidad como Comité Organizador del 1er Encuentro Doctoral, titulado Visión Crítica en Tiempos de Formación y Transformación.

Una bienvenida especial, a quienes han hecho los esfuerzos para acompañarnos en este evento y los mejores deseos a mis colegas que participarán, tanto en el Foro: Pensar y escribir la tesis doctoral; como a quienes presentarán sus Proyectos Doctorales en Educación.

Las palabras que hoy compartiré en esta mañana, corresponden, más bien, al planteamiento de inquietudes, de interrogantes. No estamos acá con alguna intención de hacer específicas aclaratorias o a disponer verdades, de esas que nadie considera. Realmente, no estamos interesados en algo como eso ocurra, ni ahora, ni después. Esperamos, más bien, exponer algunas maneras de como se pronuncia la formación en el espacio de la universidad y como es literalmente cercada, en muchos casos, acudiendo a espacios discursivos de “confort”. No por la aparente comodidad de acudir a ciertas palabras, sino, justamente, porque ni se discuten ni se reconsideran. Es decir: no dan que pensar.

En esta perspectiva, correr riesgos es nuestra salvaje pretensión y nuestra total responsabilidad, que no pretendo hacerlos suyos; ni dejar como fardo abandonado, como si no tuviera que ver conmigo. De lo que diga hoy, por favor, que no se intente culpar al Comité Organizador o a las autoridades que nos acompañan. Aquí, la consigna es estar atento a las cuestiones sobre formación o pretendidamente vinculadas con formación y educación, pues, a veces, mucho de lo que se nombra en la educación de hoy, que hasta parece y suena como de educación y define su lógica discursiva desde la educación, no es, ni colateralmente, de la educación.

Con ello no estoy haciendo un dramático llamado a enfrentar tales y cuales tendencias u orientaciones, tales o cuales perspectivas o tales y cuales tentaciones. Al estilo de Michel Foucault, hay que encargarse de mirar su propia caja de herramientas y tener la actitud para apreciar que hay otras formas de pronunciar la formación, acuerdos y desacuerdos de por medio.

Por ello, la pretensión crítica que exponemos, es también una forma de resistencia y de resistir a través de la interrogación. No de las respuestas, sino de la interrogación. “Por este espacio en común, ha sido posible que aquí nos encontremos quienes, sin pretensiones de tener la primera, ni la última palabra, apuestan a aquello que da que pensar y a lo que siempre queda por pensar”[1]. Y, atención, recuerden que cada quien tendrá, al estilo del Zaratustra de Nietzsche, que elaborar su propio recorrido.

A propósito del tema de la formación, a veces nos luce que hay un excesivo aferramiento a ciertas palabras, a palabras de signos vacíos, de discursos carentes de sentido, de voces quebradas por una cultura massmediatizada en el espacio educativo; de palabras, más bien, que son palabras máscaras, porque deliberadamente esconden una visión del ser humano, un sentido de la formación, unas claves epistemológicas, un iceberg moral, una manera de ser y estar en el mundo. Solicitándoles que me disculpen por el lugar común: la formación es más que la formación. Carlos Skliar y Magaldy Téllez, nos dicen que “Se trata de gestos que también encontramos en el campo discursivo concerniente a la educación, cuando, por doquier, aumenta la sensación relativa a la impotencia de las instituciones educativas para hacer frente a los desafíos que comporta el conjunto de transformaciones en los tejidos socioculturales, en las formas de producción y transmisión del conocimiento, en las redes de sentido, en las maneras de relacionarnos con el mundo, con los otros y con nosotros mismos”[2].

Identificando otros aspectos, también habría que decir que en la sociedad en que vivimos se han acumulado graves problemas histórico-estructurales. La pobreza, el desempleo, la inseguridad, la violencia, la intolerancia, el racismo, el odio, representan buena parte de esos componentes fundamentales que a veces presenciamos con demasiada determinación en los comienzos de este siglo XXI.

¿Y el panorama educativo, de formación? Los procesos de gestión que requiere la educación (léase también: formación) venezolana en general y la educación universitaria en particular, exigen desplegar teodolitos epistemológicos que permitan visualizar los accidentes, las rugosidades topográficas de lo que ha venido siendo y lo que de cierta manera es lo educativo venezolano. Ahora, tal acercamiento a ese complejo campo de problemas, no sería conveniente calificarlo, exclusivamente, como un estudio situacional o un análisis de situaciones, un profundo estudio diagnóstico, una indagación de coyuntura y… tarea culminada. El asunto, más bien, hay que colocarlo en una perspectiva de máximo interés institucional, de referencia actitudinal de quienes estamos involucrados, de pulsión ética, de concebir y excitar nuevas experiencias, de auténtica voluntad.

Para tener una mirada profundamente escrutadora, que permita ver más allá de lo evidente, que traspase los inventarios externos de caracterización, de simplonas descripciones agotadas en el causaefectismo y problematización, es necesario apertrecharse de la posibilidad tanto de encarar el campo de interés en pulsión, como de los retos que requieren, ahora más que nunca, respuestas en clave de auténtica trans-formación.

Pues, ya lo decía: no pretendo, en modo alguno, sacar a nadie de sus singularidades, regularidades y seguridades, con las cuales se ha elegido vivir; digo, porque la formación, creo, es, sobre todo, para vivir y vivir intensamente, hasta el éxtasis.

La nueva evangelización ni las nuevas profecías en la educación, no están en mi libreta de anotaciones ni en mi agenda de trabajo; por eso, tampoco van a aparecer: emprendimiento, coaching, competencias, educación virtual, psicopedagogía, educación emocional, neuroeducación, transformación curricular, etc. Lo que si está, sin dudas, es seguir fraguando con la pedagogía, con la formación, sentidos para la subjetividad y la libertad, las luchas y la resistencia, la incertidumbre, la finitud, la pasión, el afecto, la ciudadanía, la política, el amor, la crítica, el pensar, la condición humana, el ser, las emociones.

En plena efervescencia de acontecimientos que abundan como lluvia despiadada de meteoritos culturales, de granizo cognitivo, de torrentes de sensibilidades, de brumas ética-estéticas, la generalidad del clima, en todos los frentes posibles, se muestra tal cual es: con posibilidades de transformación.

En el campo de la educación, como formación para la transformación, pueden generarse otras perspectivas. Ante el empuje de los saberes fragmentarios, sería una oportunidad para el estudio de lo universal; ese saber parcelario en estricto requiere una respuesta creativa, donde lo universal sea referente de situaciones que afectan la vida y la sobrevivencia; una nueva formación pudiera contribuir en la búsqueda de sentido institucional, social, personal; las instituciones de educación universitaria, pudieran conjugar esfuerzos para que la actitud transformación se haga presente en las estructuras y programas, en la organización y en la gestión; la transformación, que refiere visión y experiencia, pudiera ser una vía para la creación de un nuevo arte de vivir, de una formación como

estética de la existencia, con propiedad de autodeterminación; para consolidar espacios de formación donde ciencia y cultura sean puntos de encuentro.

Una nueva formación será inseparable de una nueva visión y de una experiencia vivida. Sería una vía de autotransformación orientada hacia el conocimiento de uno, en y con los otros, hacia la unidad del conocimiento y hacia la creación de un nuevo arte de vivir. Es la formación como estética de la existencia, de una formación que tenga por centro la vida, entendida como fuerza por la que se vibra constantemente; de una formación donde el tema de la libertad recorra cada espacio, cada momento, cada acontecimiento. Pudiera pensarse en una libertad distinta, entendida como autonomía de la voluntad, como la propiedad de autodeterminación. Comenzar a saborear unos tonos sobre esta formación por la libertad, implica el más grande de los riesgos del ser humano: volverse hacia sí mismo y hacia los otros; puede que esta sea la experiencia estética en sí. De otra manera: una idea de formación que haga posible volverse hacia sí mismo y hacia los otros, constituye un arte: el arte de la existencia, de la existencia dominada por el cuidado de sí con los otros.

Un espacio inicial para el debate en perspectiva, pudiera tener varias claves o asuntos de interés, a los que quisiera darles un tono interrogativo, reflexivo y crítico.

Los referentes que dispongo, son los siguientes[3]:

1. Nuestros encuentros, pulsiones y textos sobre formación ¿podemos conectarlos con los horizontes ontológicos, estéticos y políticos en la educación, alentando claves de formación como transformación, redimensionando las reflexiones de la formación, e iniciando, con pasión desmedida, otra actitud; corriendo el riesgo, incluso, de enfrentarnos a nuestras propias subjetividades?

2. ¿Será que al nombrar desde el lenguaje de la subjetividad el campo de la educación y de la formación, también pueda ser nombrado nuestro ser y el ser del otro? ¿De evocar una formación que además tenga la posibilidad de nombrarnos como seres humanos?

3. ¿Nos podemos referir a la formación como acontecimiento de experiencias, como aquello que nos modifica, nos transforma, nos hace de otra manera, nos revierte en alguien con otro ser?

4. ¿Será que mientras le hacemos frente a los retos de nuestro tiempo, como la creación conocimiento, la propuesta de formación integral, la construcción de aportes al país, la emergencia de una nueva

ciudadanía; también le daremos con fuerza desmedida a la búsqueda de la auto-transformación, la creación de un nuevo arte de vivir, a lo humano del ser humano?

5. ¿Cómo se desarrollaría una formación que también integre la actitud para invitar a otros modos de pensar, vivir y ser? Pensar con visión relacional; vivir construyendo otras posibilidades civilizacionales cuyos privilegios sean la vida misma, la dignidad del ser humano, comprender el mundo y comprender el sentido de la vida; ser con valores como: transculturalidad, dialogicidad y tolerancia. Implicando compromiso ético, reconociendo diversas fuentes de realidad, promoviendo el diálogo creativo entre disciplinas y transcenderlas, acercar ciencias y experiencias, privilegiar la multireferencialidad, incorporando la intuición, la imaginación y la sensibilidad como propiciadores de saberes.

6. ¿Cómo impulsar las oportunidades para, propiamente, concebir los pensamientos, concebir nuestros pensamientos? ¿Cuáles serían las estrategias, precisamente, donde la experiencia pedagógica fundamental fuera aquella que anima a pensar, que da que pensar? Volver a pensar, rehacer los pensamientos y pensar nuestros propios pensamientos, pudiera ser la nueva oportunidad del colectivo académico. De lo que se trata, es de darle chance auténtico a la posibilidad múltiple de componentes estéticos, políticos, sensitivos, cognitivos para llegar a ser nosotros mismos.

7. ¿Sera que en una formación otra, la palabra en juego, sea una palabra de reafirmación; de la reafirmación de sí mismo, de la reafirmación de la vida, de lo que siento, de lo que tengo, de lo que amo? En la formación que acariciamos, ¿una palabra escrita, leída o pensada en clave de auténtica formación o transfiguración, es también una palabra que escribe nuestra vida, que lee nuestra vida, que piensa nuestra vida y la vida con los otros?

8. ¿Cómo será en la formación una nueva cultura de investigación, donde veamos integrados a esos profesores que investigan, estudian seriamente, conocen por donde andan sus campos de interés, tienen información epistemológica profunda, consideran impostergable la crítica teórica, inventan o recrean métodos de investigación, escriben y enseñan lo que investigan, promueven proyectos colectivos y enseñan a investigar, investigando?

9. ¿Desde dónde comenzar a saborear unos tonos sobre la formación que impliquen el más grande de los riesgos del ser humano, como es volverse hacia sí mismo? Puede que esta sea la experiencia estética en sí. De otra manera: una idea de formación que haga posible volverse hacia sí mismo y hacia los otros, constituye un arte: el arte de la existencia.

10. ¿Sera que ahora en vez de graduar doctoras y doctores, graduemos doctoras y doctores como obras de arte para la vida?

Al final, como pueden ver, no se trata, al menos en este debate, de creyentes y creyentes en otras cosas. No estamos discutiendo fundamentos de alguna nueva y extraña fe. No buscamos ejercicios ni estrategias de algún sospechoso apostolado que estamos fraguando. Les voy a comentar de qué se trata. Solo nos interesa lo humano del ser humano, la vida con intensidad, de sí y del otro.

Encender la hogueras para hacer “sanidad” epistemológica, filosófica, política, pedagógica, educativa y cultural, no eliminará los aquelarres cada vez más frecuentes, ni los acontecimientos teóricos que impulsen maneras distintas de pensar la formación en la universidad.

Aun nuestras vidas pueden estar muy pendientes de los aleteos que lanzan los dogmatismos pedagógicos y los totalitarismos educativos y entonces acudimos, consecuentemente, al discurso que ordena, que dirige, que se expresa con fuerza dogmática de orientación, como si fuera bula sacra. En nuestros proyectos, tesis y ensayos, hay mucho de eso. Y desprenderse, puede ser que nos ocupe toda la vida. Entonces, si vale la pena pensar la formación de otro modo.

Muchísimas gracias!!!

Citas y Notas

0.- Conferencia leída el 20 de abril de 2017, en el 1er ENCUENTRO DOCTORAL: VISIÓN CRÍTICA EN TIEMPOS DE FORMACIÓN Y TRANSFORMACIÓN, realizado en la ciudad de Carúpano.

1.- Magaldy Téllez (Comp.), en: Otras miradas, otras voces. Repensando la educación de nuestros tiempos. Buenos Aires: Novedades Educativas, 2000, p. 9.

2.- Carlos Skliar y Magaldy Téllez: Conmover la educación. Ensayos para una pedagogía de la diferencia. Buenos Aires: Noveduc, 2008, p. 8.

3.- Buena parte de estas consideraciones están en nuestra tesis doctoral: La formación docente en Venezuela.

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