Escenarios futuros de la reforma educativa.

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo.

Durante los dos últimos dos años hemos observado un activismo sin precedentes de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en especial de su titular, Mtro. Aurelio Nuño, para dar fuerza al “brazo pedagógico” de la Reforma, a través de la publicación de documentos indicativos y orientadores de las políticas públicas en el sector.

Dicho activismo se generó, en parte, como respuesta a las críticas que manifestaron, desde el 2012, algunos círculos significativos de maestros, académicos, investigadores, la prensa especializada y de la sociedad civil en general, a los contenidos de la Reforma Educativa, al señalar el carácter “laboralista” y administrativo (“controlador y punitivo”, decían) de la Reforma. No es gratuito que el “Modelo Educativo 2016”  llevara como subtítulo: “El planteamiento pedagógico de la Reforma Educativa”.

En efecto y como es sabido, en 2013 se modificaron el artículo 3º de la Constitución Política, y se crearon o reformaron las leyes secundarias aplicables del ámbito educativo: La Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), la Ley General de Educación y la Ley General del Servicio Profesional Docente (SPD).

En particular, el documento denominado “Modelo Educativo para la Educación Obligatoria (sic). Educar para la libertad y la creatividad” (2017), nace en respuesta a esas críticas y establece las bases teóricas y metodológicas (el qué, el para qué y el cómo del “cambio educativo”), así como los criterios de gestión educativa, en un solo esquema, para orientar al sistema educativo mexicano hacia un rumbo innovador. Pero ¿Cuál es la lógica de ese “cambio”? ¿Cuáles son los elementos que justifican y le dan sentido de pertinencia a las modificaciones pedagógicas propuestas y sometidas a consulta pública en 2016? ¿Qué situación guardaba la educación pública en México, antes del 2013, como para reformarla no sólo desde el punto de vista jurídico, sino también pedagógico?

En medio de este este país del “sistema métrico sexenal”, considero que se intentó reinventar a la “educación pública” y marcar la diferencia con los gobiernos federales panistas del pasado. ¿Acaso no sirvieron los intentos de reformas curriculares del 2004 en Educación Preescolar; de 2006 en Educación Secundaria; de 2009 en Educación Primaria, y luego, sobre todo, el replanteamiento de 2011, a través del Acuerdo 592, que postuló la Articulación de la Educación Básica? ¿Se dejaron de lado dichos intentos reformistas sólo por provenir del panismo conservador?

El impulso de los cambios concertados, a través del “Pacto por México” dio pie a esta suerte de “reformas estructurales”, cuya valoración aún está pendiente. Más que cambios o reformas estructurales, el país requiere también reformas “superestructurales”, que son aquellas que tienen que ver con la cultura y las artes, la identidad, las concepciones de nación, la educación, los valores cívicos y éticos, el desarrollo científico, tecnológico y humanístico, entre otros.

Por eso me pregunto ¿hacia dónde conduce la reforma educativa “estructural” del presidente Enrique Peña Nieto? ¿Cuál será el legado, con mirada al futuro, de esta clase de Reforma Educativa que nos deja esta administración federal, en lo que se refiere particularmente a la educación obligatoria (básica y media superior)?  ¿Qué respuesta darán los políticos, funcionarios y legisladores, a los niños y jóvenes que son y serán sujetos de esta Reforma?

Cabe tener presente que los niños y niñas que ingresarán a 3er. grado de Educación Preescolar a finales de este año 2017, concluirán la Educación Secundaria una década después, es decir, en 2027. ¿Seguiremos en las mismas? ¿Tendremos cambios en los indicadores educativos generales y particulares?

Por el momento, no se ven claros los horizontes ni los frutos nutritivos de esta Reforma. Lo digo así fríamente, pero de manera fundamentada, con los siguientes argumentos.

En primer lugar, lo que se observa es -al menos en los términos en que se ha trazado el rumbo-, una falla en el rediseño de las instituciones y sus normas en materia educativa: Se reformaron las leyes y luego se intentó concebir y conceptualizar al objeto de la reforma. De hecho, el motivo de la modificación al Artículo 3º de la Carta Magna fue introducir el concepto de “calidad educativa”, sin embargo, en ese momento no se había profundizado aún en los aspectos más importantes: los principios, los fines y el paradigma educativo que debía estar implícito en el contenido de dicha reforma constitucional. Habrá que evaluar, en su momento, las consecuencias de esa manera de proceder y hacer la “cosa pública”.

Como dirían nuestros viejos: “Estaba listo, terminado, el hombre de hojalata, pero sin corazón”.  Le faltaba la pieza clave al rompecabezas… Poca cosa…  El mismo Mtro. Nuño reconoció, el año pasado, que “el planteamiento pedagógico —es decir, la organización y los procesos que tienen lugar en la escuela, las prácticas pedagógicas en el aula y el currículo— constituye el corazón del modelo” (documento “Modelo Educativo, 2016”, p. 16, versión digital).  Sería bueno que nos explicara el mismo secretario, si el Modelo constituye el “cerebro” de la Reforma.

En segundo lugar, los límites de la Reforma Educativa de EPN estarán marcados por el grado de legitimidad y consenso que hayan logrado los contenidos, las condiciones institucionales y los procedimientos del “cambio educativo” puesto en práctica, tanto con el magisterio en todo el país como con la comunidad educativa en general, en los planos nacional, estatal y local.  No sólo en términos de aprendizajes, sino en términos de la formación, preparación y crecimiento integral (físico, emocional, moral e intelectual) de los ciudadanos.

En tercer lugar, un cambio en la concepción y la práctica de la educación, y particularmente de la educación pública en México, y en cualquier parte del mundo, -a nivel de tierra, en los hechos y no sólo en las palabras-, pasa por el juicio de los estudiantes, los docentes, directivos, asesores técnicos de zonas escolares, personal de apoyo, la organización sindical (dirigentes “institucionales” y “disidentes”); así como por el punto de vista de los funcionarios federales y estatales, los técnicos especializados del ramo (como son los del INEE), así como de todas las figuras que, de manera directa o indirecta, son actores esenciales de los procesos educativos; incluyo en esto, por supuesto, a los miembros de las familias, no sólo a los padres y a las madres. Convendrá, para ello, revisar los estudios de opinión que se hayan realizado al respecto (por ejemplo, ver los trabajos de Parametría), así como emprender nuevos estudios, a través de encuestas o de grupos de enfoque, para dimensionar los grados de consenso y aprobación alcanzados en torno a esta Reforma.

Como suele suceder con la operación de un auto, de cualquier modelo o marca, aunque éste tiene su manual de uso y existe un reglamento de tránsito, lo más importante es la responsabilidad y el compromiso que asume el ser humano que va al volante.  Así percibo los escenarios de futuro de la Reforma Educativa puesta en marcha por el gobierno de EPN: El carruaje y el camino están hechos, con sus defectos y virtudes, sin embargo, falta ver quién y cómo va a retomar o no el rumbo de lo hasta hoy realizado. Si bien las autoridades actuales, en su afán transexenal, dejan las bases para planificar y reorganizar las políticas públicas nacionales en Educación, orientadas al “cambio”, queda pendiente la definición política y de gobierno que establezca democráticamente la ciudadanía el próximo 2018. En ese sentido y en buena medida, la votación del próximo año será una forma de consulta acerca de la percepción que tenemos los mexicanos sobre las “reformas estructurales”.

Conclusión: Los escenarios no son nada halagüeños. Veremos.

Fuente: https://www.sdpnoticias.com/nacional/2017/05/17/escenarios-futuros-de-la-reforma-educativa

Imagen: https://encrypted-tbn0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcTLvGRVkJ399KTdFOrQcf9xceS9o7db5Gnh5ANh77rt9UozmgQq

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Juan Carlos Miranda Arroyo

Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional de México, Unidad Querétaro.