Mario Waissbluth: “Queremos hablar de los problemas brutales en educación para resolverlos, no para llorar”

Educación 2020

Educación 2020 lanzó la primera parte del “Plan Nacional”: su diagnóstico y propuesta de política educativa más ambicioso. Entre otros puntos, el documento plantea la urgencia de que educación sea política de Estado y no de gobiernos. “Si no, no habrá política educativa que dé resultados”. Durante el año la fundación publicará otros capítulos de análisis, que compartirá a los candidatos presidenciales.

 Desde 2009, Educación 2020 presenta “hojas de ruta”, documentos con diagnósticos y propuestas de política educativa. La primera, “Se acabó el recreo”, se centró en medidas urgentes, como implementar una carrera docente y otorgar mayor liderazgo a los directivos escolares. En 2013 (y después del movimiento social de 2011), lanzó “La reforma educativa que Chile necesita”, que ahondó en la segregación y el abandono de la Educación Pública.

Este 2017, el documento se titula “Plan Nacional: la educación chilena de cara al 2030” y cuenta con distintos capítulos que analizan educación inicial, escolar, superior e institucionalidad y que se difundirán en los próximos meses. El primer capítulo del Plan denuncia los 10 absurdos de la educación chilena y dio bastante que hablar. Mario Waissbluth, fundador de Educación 2020, explica el origen y las proyecciones de este ambicioso análisis.

Lee acá: «Educación en fácil: los 10 absurdos de la educación chilena«. 

—¿Cómo nace la idea de este “Plan Nacional”?
—Es una tradición de E2020 presentar Hojas de Ruta de política educativa antes de las elecciones. Lo hicimos en 2009, en 2013 y ahora en 2017. La diferencia es que ahora es una propuesta de largo plazo: 2018-2030, por la convicción de que la educación requiere estos plazos de planificación y continuidad para obtener resultados.

—¿Y qué diferencia este documento de los anteriores?
—En este gobierno aprendimos que no basta con un documento que enumere propuestas. La implementación y el orden son cruciales. Por ejemplo, en 2014 se debió comenzar con el fortalecimiento de la educación pública en lugar de la Ley de Inclusión. Lo mismo en educación superior, se debió partir por una Ley de Acreditación y hoy tal vez no estaríamos tan complicados por haber abordado primero el financiamiento. En estos documentos entregaremos cronogramas, secuencias y presupuestos más detallados, porque el orden de los factores SÍ altera el producto.

—¿Cómo se integra el modelo de incidencia de Educación en este Plan?
—Nuestro modelo de incidencia ha sido destacado por instituciones internacionales como uno de los más potentes de América Latina. Utilizamos lo que podría llamarse “convergencia de canales”: un abordaje simultáneo en prensa, redes sociales, difusión de diagnósticos y propuestas, reuniones individuales y presentaciones formales en el Congreso y al ejecutivo, consultas ciudadanas y trabajo en terreno con escuelas, desde donde nos nutrimos y retroalimentamos el diseño de propuestas de políticas. Diversas ONG en otros países nos han solicitado que les transmitamos esta capacidad de incidencia, que es innegable.

—El principal llamado del Plan es que de una vez educación sea política de Estado y no de gobiernos. ¿Cómo se logra el consenso para eso?
—Por primera vez nos hemos puesto un desafío difícil: la generación de consenso entre distintos bloques ideológicos para concordar prioridades a largo plazo. Es complejo en un país todavía crispado y dividido por ideologías diferentes, desde los años 70. Pero somos pacientes y persistentes. Estoy seguro de que lo lograremos en ciertos temas críticos. Por ello hemos dialogado con actores de todas las inclinaciones políticas.

—¿Como cuáles?
—Con diversos especialistas y actores de la educación, tanto en los niveles inicial, escolar y superior, como de la institucionalidad del sistema, tema crucial que abordaremos por primera vez en esta ocasión.

—¿Por qué incluyeron este diagnóstico?
—Comenzamos a redactar nuestras propuestas en base a un diagnóstico de la situación actual y caímos en cuenta de que el país ha estado conviviendo con estas 10 “verdades inconvenientes”, es decir, temas de los que no conversamos pero que son verdades muy brutales, como el maltrato infantil, el analfabetismo funcional masivo o la insoportable lápida burocrática con que se aplasta a las escuelas. Queremos que ahora se hable de estos temas, para resolverlos, no para llorar. Si no, no habrá política educativa que dé resultados.

—¿Y aparecen los profes?
—Desde nuestra primera Hoja de Ruta, de 2009, señalamos que los profesores son la espina dorsal de cualquier sistema educativo y planteamos la necesidad de una Ley de Carrera Docente. Estamos felices de que se haya aprobado en 2015 y aunque tiene diversos temas que deberán perfeccionarse, es un salto que impactará la calidad en las escuelas de aquí a unos diez años más. Eso sí, falta mucho por hacer a nivel de las escuelas de pedagogía y la capacitación y apoyo a los actuales profes.

—¿Cómo pasamos del papel a la práctica? ¿Cómo materializamos la política pública en la sala de clases?
—Las políticas públicas impactan las aulas de maneras muy diversas. Por ejemplo, la ley SEP dotó de más recursos a los colegios más pobres y la Ley de Inclusión contribuye a integrar las aulas. La “asignatura pendiente” es la innovación pedagógica radical en las aulas.

—¿A qué se refieren con “innovación pedagógica”? Es un discurso fuerte de Educación 2020.
—Hay evidencia internacional contundente sobre la tremenda  importancia de la flexibilidad en el aprendizaje. Aun así, se insiste en mantener una escuela donde la hora pedagógica es siempre de estandarizados 45 minutos, donde el descanso es para todos al mismo tiempo y donde los temas son impuestos desde afuera, sin relación alguna con lo que pasa en la escuela. Los aprendizajes de un porcentaje relevante de estudiantes de octavo básico corresponden en realidad a segundo básico. Los niños y niñas siguen desmotivándose e incluso desertando, saben que no están aprendiendo nada cuando repiten “como loros” temas que no entienden.

—Ése es un diagnóstico, cómo se cambia en la práctica.
—Existe evidencia inspiradora y no necesitamos ir a Finlandia o Corea: América Latina puede enseñarnos mucho. Hace poco, Unicef publicó un estudio que muestra los casos de Colombia (Escuela Nueva) y México (Redes de Tutoría), países que, con restricciones mucho mayores, han desarrollado experiencias muy exitosas de innovación a gran escala. Con el apoyo de empresas, sostenedores y escuelas, Educación 2020 está desarrollando un piloto de innovación con Redes de Tutoría en 34 colegios, que esperamos se masifique a nivel nacional. Nuestra principal lección es que se puede enseñar a los niños y niñas a aprender de otro modo y con motivación, en cualquier escuela, con los mismos profes.

—¿Cuáles son los siguientes pasos de este Plan Nacional?
—Ya divulgamos un primer diagnóstico y bases conceptuales, donde también aparecen las “10 verdades inconvenientes”. Ahora vienen en camino cuatro documentos más, sobre Educación Inicial, Educación Escolar, Educación Superior e Institucionalidad. Ahí, “dentraremos a picar” con propuestas más detalladas. Este 2017 será un año muy activo para Educación 2020, dialogaremos con todos los actores sobre estas propuestas para procurar la generación de consensos.

Fuente: http://www.educacion2020.cl/noticia/mario-waissbluth-queremos-hablar-de-los-problemas-brutales-en-educacion-para-resolverlos-no

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