¿Tantos millones de hombres y mujeres hablaremos inglés?

Por: Albert Arnaut Salgado 

Nunca había visto tan rozagante a Aurelio Nuño, secretario de Educación Pública, como en la presentación su Estrategia para la enseñanza del inglés en la educación básica. Nuño no cabía de orgullo en el patio central de la SEP, sobre todo cuando la maestra de ceremonias, una joven estudiante, anunció en inglés el mensaje del secretario, algo así como: “Mexican Ministry of Public Education”.

Para convencer al público de la importancia de aprender inglés, Nuño dijo, lleno de emoción, que el inglés “es el idioma en el que se construye la ciencia, el idioma de las artes a nivel internacional, de la diplomacia, del comercio, de los negocios, de la política, de todo lo que ustedes quieren”. Sí, así lo dijo: el inglés es el idioma “de todo lo que ustedes quieren”.

¿Qué sabe Nuño de todo lo que queremos quienes lo estábamos escuchando?

No era necesario que dijera tal exceso para convencernos de lo importante que es aprender el idioma inglés. Hubiera bastado que nos recordara que el inglés es, de hecho, el idioma oficial de un mundo globalizado y nuestra cercanía geográfica y la intensificación del intercambio de personas, información, mercancías y servicios con los Estados Unidos, la capital del imperio global. Incluso hasta se le hubiera perdonado la pedantería de recordarnos que el inglés también es la lengua de Shakespeare, Whitman, Joyce y Faulkner, aunque no los hubiera leído.

Nadie, ni siquiera un monolingüe como yo, puede negar que quienes hablan, leen y escriben otras lenguas tienen la posibilidad de conocer o de asomarse a otras culturas, otros conocimientos, y de esa manera ensanchan y enriquecen su propia vida. Esto es cierto no sólo para las personas que, además de su lengua de origen, dominan el inglés; sino también para las personas que tienen el inglés como lengua de origen y, además, hablan, leen y escriben en español, náhuatl o cualquier otra lengua nacional u originaria.

Según Nuño, con la Estrategia que presentó, en veinte años México se transformará en un país bilingüe. ¿En qué consiste su estrategia? Esencialmente consiste en transformar a todas las escuelas normales en escuelas bilingües que, a su vez, van a formar a las y los docentes bilingües que, con el tiempo, van a transformar a todas las escuelas de la educación básica en escuelas bilingües y, con otro tiempito, todos los mexicanos seremos bilingües. Según Nuño, a partir de 2018 todos los estudiantes normalistas tendrán doce horas de inglés a la semana y, al término de sus estudios, recibirán, junto con el título de Licenciatura, un certificado de Cambridge.

Como que alguien le dijo al secretario que no bastaba saber inglés para saber enseñarlo y, para cubrir el expediente, añadió a su Estrategia otro componente: la fundación de dos nuevas licenciaturas para la enseñanza de inglés en preescolar y primaria, que se agregarán a las que ya ofrecen las Escuelas Normales Superiores, para la enseñanza del inglés en secundaria. Después, alguien más le ha de haber recordado las lenguas originarias de nuestro país y, en otro evento, introdujo como uno de los ejes de la reforma de la educación normal también la enseñanza de esas otras lenguas. Pero, para que quedara claro en dónde están sus prioridades, no prometió, como sí lo hizo con respecto al inglés, que la SEP iba a contratar nuevos docentes para la enseñanza de las lenguas originarias con mejores sueldos y condiciones de trabajo que el resto de los académicos de las escuelas normales, ni siquiera para las escuelas normales ubicadas en las regiones con población indígena. Tampoco se prevé que los nuevos planes y programas de estudio de la educación normal vayan a otorgar a las lenguas originarias un espacio curricular tan relevante como el que se le está abriendo a la enseñanza del inglés, ni siquiera en las normales ubicadas en las regiones con mayor población indígena.

Me atrevo a señalar que la Estrategia para la transformación de México en un país bilingüe no va a funcionar. Este escepticismo nace de la información que nos llega todos los días sobre los sueldos de miseria y las precarias condiciones de trabajo de las pocas maestras y maestros que se han incorporado como docentes de inglés en los últimos años. Muchos docentes de inglés están denunciando todos los días sus pésimas condiciones de trabajo y exigiendo el pago de sus sueldos que tienen retrasos hasta de más de un año. Estos reclamos los pudimos leer, incluso, en varios de los comentarios que hicieron docentes de distintas regiones del país, durante la trasmisión en vivo por internet del discurso de Nuño durante la presentación de la Estrategia para la enseñanza del inglés.

A pesar de la constante difusión en los medios de una retórica técnica y hasta científica para pretender justificar todo lo que se hace y se deshace en la educación, en la Estrategia de enseñanza del inglés predomina una especie de pensamiento mágico. Nuño piensa que basta contratar docentes de inglés y reformar los planes de estudio de la educación normal para que, en veinte años, se realice su sueño de transformar a México en un país bilingüe. Es un pensamiento tan mágico como aquél pensamiento que está detrás de la reforma “educativa” (la reforma laboral) que tiene como corazón la evaluación del magisterio, que soñó con que, para mejorar la calidad de la educación, bastaba someter a la evaluación a las maestras y los maestros mexicanos. Se inventaron un nuevo ídolo, un nuevo Dios, el de la calidad, que ni el INEE alcanza a definir, y al que solo se puede acceder y tener contento mediante el sacrificio del magisterio en la piedra de los sacrificios de la evaluación. Tan mágico como aquél que soñaba que con los resultados de las evaluaciones del magisterio se iban a confeccionar los “trajes a la medida” para la formación continua de las maestras y maestros. Tan mágico como el del mismo que sueña con que, con todas estas magias, va a ser candidato de su partido y va a ganar la presidencia de la república, y desde allí continuará transformando a México en un país bilingüe; un país que se sentirá orgulloso de tener un presidente certificado por Cambridge.

Pero, volviendo a la realidad, aún no alcanzo a entender bien a bien si el pleno dominio del inglés sólo se exigirá a los egresados de las escuelas normales o si también se exigirá los egresados de las instituciones universitarias y tecnológicas que aspiran a ingresar al servicio docente de la educación básica. ¿Estará pensando Nuño en transformar también al resto de las instituciones de educación superior en escuelas bilingües? ¿Estará pensando en lanzar otra convocatoria para contratar a las decenas de miles de docentes de inglés también para todas esas otras escuelas de los subsistemas de educación superior universitaria y tecnológica?.

Hay otro problema, en los últimos años la matrícula de las escuelas normales ha ido cayendo dramáticamente. Las aulas de las escuelas normales se han ido quedando vacías gracias a las políticas oficiales de contracción de la matrícula y, sobre todo, gracias a la retórica de Nuño y los empresarios que lo han acompañado en su cruzada contra el magisterio y el normalismo (remember que “cualquiera puede ser maestro”). Entonces, me pregunto, ¿dónde se van a formar los cientos de miles de docentes bilingües que se requieren para realizar la fantasía demagógica de Nuño?

Aún más, como según Nuño “cualquiera puede ser maestro”, si yo estuviera terminando mis estudios de bachillerato y aspirara a ser docente de educación básica, como siempre he tenido dificultades para aprender el inglés, no ingresaría a una escuela normal bilingüe, sino a alguna otra escuela que no sea bilingüe o que no exija tanto inglés, al fin y al cabo, después me preparo para pasar el examen de ingreso al servicio docente y, con suerte, resulto idóneo para la docencia en la educación básica. Como yo, hay tal vez decenas de miles de jóvenes que harían el mismo cálculo. Si esto llegara a suceder, las escuelas normales tendrán aún más dificultades para convencer a los jóvenes para que ingresen a sus aulas. De esta manera, no podrá realizarse la fantasía del México bilingüe por la ruta del de las escuelas normales, pero tal vez sí se podría realizar otra de las fantasías de Nuño, la que no se atreve a decir: la de un país sin escuelas normales. Poco a poco las escuelas normales se irían quedando sin estudiantes hasta extinguirse.

La Estrategia para la enseñanza del inglés no es una buena estrategia para transformar a México en un país bilingüe en veinte años. La Estrategia delineada por Nuño no es una estrategia para lograr ese objetivo, sino una táctica que, junto con otras tácticas, forma parte de otra estrategia para el logro de otros objetivos de carácter esencialmente político-electorales.

Tal vez no sea lo más pertinente incluir de la noche a la mañana el inglés como una asignatura obligatoria y con tanto peso en el nuevo Plan de Estudios de las Licenciaturas en Educación básica. Tal vez lo más prudente y razonable sea primero consolidar la enseñanza del inglés en todas las escuelas normales como una asignatura optativa. Después, una vez consolidada la enseñanza del inglés, se podría pensar convertir o no el inglés en una asignatura obligatoria y con los alcances que sean pertinentes. Pero esto no es posible, porque con lo más prudente y razonable no se pueden diseñar tantos spots.

Tal parece que el corazón de la estrategia para transformarnos en un país bilingüe es la transformación de todas las escuelas normales en escuelas bilingües. (Entre paréntesis, la SEP sigue sin difundir su Estrategia para transformar la educación normal y el diagnóstico en el que se apoya, hasta ahora sólo hemos podido conocer los discursos, entrevistas y spots mediáticos del secretario Nuño)

Parece que el corazón de la reforma de la educación normal también será la transformación de las escuelas normales en escuelas bilingües. Esto es muy grave, porque, tal vez, hay otros contenidos que requieren una mayor atención por parte de la SEP, como es la formación pedagógica, didáctica y práctica para la docencia en cada uno de los niveles y modalidades de educación básica. Este ha sido el toque de distinción de la educación normal desde sus orígenes.

No estoy seguro de que la enseñanza del inglés deba de ser la mayor prioridad de la educación y, en particular, de la educación normal de nuestro país. Una prioridad que, por cierto, realmente no es una prioridad. Pero que, en medio de la demagogia bilingüe, puede terminar deformando el curriculum de la educación normal.

Quiero terminar confesándoles que, mientras escuchaba por internet la fantasía bilingüe de Nuño, en los patios centrales la SEP, no podía dejar de recordar las últimas líneas de “Los Cisnes”, un hermoso poema que Rubén Darío escribió hace más de un siglo. El poema es una prueba fehaciente de que el español también es una lengua de las artes y de lo que ustedes quieran (para usar las mismas palabras de Nuño al exaltar al idioma inglés). Además, como verán, el poema de Darío viene al caso:

¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?
¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?
¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?
¿Callaremos ahora para llorar después?

He lanzado mi grito, Cisnes, entre vosotros
que habéis sido los fieles en la desilusión,
mientras siento una fuga de americanos potros
y el estertor postrero de un caduco león…

…Y un Cisne negro dijo: «La noche anuncia el día».
Y uno blanco: «¡La aurora es inmortal, la aurora
es inmortal!». ¡Oh, tierras de sol y armonía,
aún guarda la Esperanza la caja de Pandora!

PD: Perdón por usar tanto la palabra «corazón» pero he terminado por contagiarme después tanto leer y escuchar la retórica educativa cardiaca del sexenio actual, que afortunadamente está llegando a su fin. Además, hay que reconocer que durante este sexenio ha prevalecido una política educativa cardiaca desde el comienzo hasta sus postreros días, en los cuales se siguen anunciando Modelo, reformas, estrategias y programas que saben que ya no alcanzarán a realizar.

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Alberto Arnaut Salgado

Profesor jubilado del colegio de Mexico.