China: El trabajo educativo en la Gran Academia

China / 27 de agosto de 2017 / Autor: Alfonso Araujo / Fuente: Yuanfang Magazine

Cuando estudiamos la evolución del pensamiento convencionalmente llamado “occidental” y el pensamiento chino, quizá el contraste más dramático que hallamos es el de dinamismo vs. inamovilidad. Esto amerita mucha matización, pero en lo general podemos observar en Occidente una gran cantidad de procesos que a veces son de evolución orgánica y a veces son revolucionarios, en contra de un proceso chino que es mayormente de una lenta construcción y actualización de bases definidas hace milenios.

En el caso específico de la educación, podemos ver en Occidente la lenta evolución desde las academias y foros abiertos de las antiguas Grecia y Roma, pasando luego por la educación más bien estática del cristianismo primitivo y de la Edad Media; la creación de las universidades religiosas que luego fueron abarcando todo el saber de su tiempo; el redescubrimiento de los griegos vía los pensadores árabes y la explosión del Renacimiento; las nuevas ideas de educación personalizada de Rousseau y más tarde de Montessori; hasta llegar a las modernas tendencias de integración de tecnologías desde la educación temprana.

Por contraste, la base y el espíritu de la educación china fueron definidos hace milenios y a lo largo de su historia han evolucionado simplemente hacia la constante universalización; esto es, a hacer que la mayor cantidad de población tenga acceso a ella, pero con cambios de enfoque mucho menos drásticos que su contraparte occidental. Ya antes he hablado del problema del alto nivel de estructuración de la educación china, que por milenios ha hecho énfasis en la memorización y la comprensión de “respuestas adecuadas”. Este anquilosamiento de su sistema de hecho va en contra del espíritu de educación confuciano y de las escuelas de pensamiento antiguas (siglos VII-VI a.C.), que eras abiertos y críticos, muy en la vena de los presocráticos y la Grecia clásica. Pero con la tradicional tendencia china a estructurar todas las cosas y ajustarlas a moldes, este espíritu primitivo de indagación fue endureciéndose hasta desembocar en los famosos y temibles exámenes imperiales, que por siglos fueron la vara con la que se medía a todo aquel que aspirara a un puesto público.

Esta descripción de lo occidental y de lo chino, reitero, es solamente una generalización útil. Es cierto que Occidente ha sufrido de largos periodos de estancamiento cultural y también lo es que muchas dinastías chinas, como la Tang (618-907), Song del Sur (1127-1279) y Ming (1368-1644), así como los estertores de muerte de la dinastía Qing (1850-1911) presidieron espectaculares movimientos de efervescencia intelectual.

Continuando con el importantísimo Libro de los Ritos (礼记, Lǐ jì), que recoge ideas desde el siglo V a.C., veremos dos extractos importantes que ejemplifican a la perfección varios de los conceptos fundamentales en torno a los cuales ha girado la educación china por milenios. Ambos están contenidos en “El Libro de la Educación”, uno de los volúmenes más importantes y mas antiguos de esta obra. Veamos el capítulo “El trabajo educativo de la Gran Academia”, hablando de la escuela oficial:

En la ceremonia del inicio de la instrucción, los alumnos debían usar sus túnicas ceremoniales y ofrecer un sacrificio a los maestros antiguos, para mostrar respeto por sus virtudes y logros.

Después, debían estudiar y recitar las tres partes de Las Odas Menores para celebrar las buenas relaciones entre soberano y ministros, de modo que desde el principio, los alumnos vieran la forma apropiada de comportarse como un oficial.

Al entrar, los estudiantes eran llamados a asamblea por medio del tambor y abrían sus cajas para libros, para mostrar su disposición a llevar a cabo sus estudios con reverencia y empeño.

Los maestros a veces usaban un bastón o una caña para que los estudiantes se comportaran y no dejaran de lado la disciplina…

Durante los exámenes, el maestro vigilaba constantemente el progreso de sus alumnos, pero no les ofrecía consejo en ningún momento, para que pudieran hacer las cosas por sí mismos.

Los estudiantes más jóvenes que el promedio solamente escuchaban y no hacían demasiadas preguntas. Esto con el fin de no hacerlos demasiado ambiciosos y para que siguieran el orden natural de las cosas.

Estas siete reglas eran guías de instrucción y aprendizaje en la Gran Academia.

En la academia, la enseñanza seguía una disposición estricta de cursos regulares. Tras terminar las clases, era requerido que los estudiantes participaran en actividades no literarias:

Sin saber cómo ajustar y tocar las cuerdas de los instrumentos,
no se puede aprender la música;
sin saber las reglas de la analogía y la asociación,
no se puede aprender la poesía;
sin desempeñar los trabajos de barrer los salones y rociar el agua,
no se puede aprender el ritual;
sin saber de varias artes y de oficios,
el estudiante no puede deleitarse en el aprendizaje.

Por lo tanto, un joven estudiante debe aprender con el corazón, llevar a la práctica lo que aprende y aún en sus horas de ocio, debe recordar el principio de siempre seguir aprendiendo.

Con el paso del tiempo, la mencionada actitud de reverencia y disciplina fue enfatizada más y más. Las partes de “la enseñanza seguía una disposición estricta de cursos regulares” y de “solamente escuchaban y no hacían demasiadas preguntas” fueron tomando cada vez más preponderancia por sobre la actitud de “hacer las cosas por sí mismos”, lo que llevó con el tiempo a la rigidez de la enseñanza por memoria y a los exámenes imperiales. Sin embargo no todo fue negativo, ya que a lo largo de la historia, los dos puntos de requerir que “los estudiantes participaran en actividades no literarias” y sobre todo la idea de “recordar el principio de siempre seguir aprendiendo”, cara al confucianismo, lograron permear profundamente la cultura china. Esto se ha reflejado en todas las épocas —independientemente de la mayor o menor libertad de pensamiento crítico— en la importancia que se da hasta nuestros días en a las actividades artísticas; así como en el proverbial ahínco con el que todo niño sabe que hay que poner en su estudio.

Fuente del Artículo:

El trabajo educativo en la Gran Academia

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Alfonso Araujo

Teacher of economy and history, translator of Asian classics, contributor at @Naukas_com, @Chinalati, @Yuanfang_mgzine PhD en Iguanomascología