Se cumplen 248 años del natalicio de Simón Rodríguez, el gran Pensador y Maestro de El Libertador

Aporrea

Caracas, octubre 28 – Se cumplen 248 años del natalicio de Simón Rodríguez, el gran pensador y Maestro de El Libertador Simón Bolívar.

Simón Narciso de Jesús Carreño Rodríguez (Caracas, Venezuela, 28 de octubre de 1769 – Amotape, Paita, Perú, 28 de febrero de 1854), conocido en su exilio de la América española como Samuel Robinsón, fue un educador, escritor, ensayista y filósofo venezolano. Tutor y mentor del Libertador Simón Bolívar al igual que Andrés Bello, fue un visionario defensor de la educación pública.

Simón Rodríguez fue bautizado en la Iglesia de Nuestra Sra. de la Candelaria, Caracas, el día martes 14 de noviembre de 1769. Este párvulo expósito tuvo por nombres Simón Narciso de Jesús, de lo que se corrige su fecha de nacimiento, si se considera que el 28 de octubre es día de San Simón Apóstol y el 29 día de San Narciso de Jerusalén. Se asume, pues, que de acuerdo a la tradición de nombrar a los expósitos según el santoral, Simón Rodríguez nació la noche del 28 al 29 de octubre de 1769. Respecto de la parentela de Simón Rodríguez escribía el historiador chileno Miguel Luis Amunátegui en 1854:
Tuvo por padre a un clérigo nombrado Carreño, cuyo apellido llevó don Simón por algún tiempo; pero que cambió después por el de Rodríguez. […] Don Simón no fue hijo único; tuvo un hermano, llamado Cayetano, que de afición llegó a ser el mejor músico de Venezuela.

Probablemente se haya basado Amunátegui en el testimonio de Andrés Bello, a quien conoció en Santiago de Chile y de quien fuera su primer biógrafo. Es el caso que Andrés Bello y Simón Rodríguez fueron vecinos en Caracas, habitando ambos casas en el Callejón de la Merced, frente a la iglesia del mismo nombre. Andrés Bello se crió en la casa de su abuelo, el gran pintor Juan Pedro López; Simón y Cayetano vivieron en casa del sacerdote Alejandro Carreño.

La tradición ha dado por cierto que Simón Rodríguez y Cayetano Carreño fueron hijos naturales del sacerdote Alejandro Carreño y Rosalía Rodríguez, y así lo recogen tanto Arístides Rojas como Ramón de la Plaza. Rojas afirma que recibió sus datos del último hijo sobreviviente de Cayetano Carreño, también llamado Cayetano, sobrino de Simón Rodríguez. Arturo Uslar Pietri y más recientemente Rafael Fernández Heres han cuestionado esta filiación. Sea como fuere, el hecho es que Simón y Cayetano se criaron juntos, y fueron conocidos en Caracas como los “hermanos Carreño”.

Cotejando los censos de la Parroquia de Altagracia es posible arrojar luz sobre la crianza de Simón Rodríguez. En las matrículas de los años 1774, 1775 y 1776 aparecen los párvulos expósitos Simón y Cayetano registrados en casa de Rosalía Rodríguez, viuda, quien era hija de un propietario de haciendas y ganaderías en los llanos del Guárico, descendiente de canarios. No es descabellado suponer que, luego del segundo matrimonio de Rosalía Rodríguez hacia 1780 con Ignacio Abay, los niños Simón y Cayetano hayan pasado al cuidado de Alejandro Carreño. Y en efecto, la matrícula de la Parroquia de Altagracia de 1790 registra a los jóvenes en casa del sacerdote. Luego de la muerte de Alejandro Carreño en 1791, los hermanos quedaron bajo la tutela del clérigo Juan Rafael Rodríguez, Canónigo Doctoral de la Catedral y hermano de Rosalía Rodríguez. Simón y Cayetano ocuparon una casa en la “calle segunda de norte a sur … cuadra de Nuestra Señora de la Salud” (hoy esquinas de Ibarras a Madrices), casa en la que probablemente vivieron juntos hasta el casamiento de Cayetano en 1794.

En mayo de 1791 el Cabildo de Caracas le da un puesto como profesor en la Escuela de Lectura y Escritura para niños, en 1794 presentó un escrito crítico Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras en Caracas y medios de lograr su reforma por un nuevo establecimiento. En esta escuela tiene la oportunidad de ser el tutor del futuro Libertador Simón Bolívar. Fuertemente influenciado por el Emilio de Jean-Jacques Rousseau, Simón Rodríguez desarrolla una revolucionaria concepción de lo que debe ser el modelo educativo de las naciones americanas. El mismo Bolívar en carta al general Santander en 1824 decía que su maestro ‘enseñaba divirtiendo’. Este espíritu que intentaba romper con las rígidas costumbres educativas del colonialismo español se reflejaría en toda la obra y el pensamiento de Simón Rodríguez.

Su participación en la Conspiración de Gual y España en contra de la corona española en 1797 lo obliga a dejar el territorio venezolano.

Samuel Robinson

En Kingston, Jamaica, cambia su nombre a Samuel Robinsón, y después de permanecer algunos años en los Estados Unidos, viaja a Francia (1801). En 1804 se encuentra allí con Simón Bolívar, de quien había sido maestro cuando niño. Juntos realizan un largo viaje por gran parte de Europa. Son testigos presenciales de la coronación de Napoleón Bonaparte en Milán como Rey de Italia y de Roma. Es testigo del famoso juramento de Bolívar sobre el monte Sacro, en donde profetiza que liberaría a toda América de la corona española, y lo registra para la historia.

Entre 1806 y 1823, mientras se libraba gran parte de la Guerra de Independencia en su natal Venezuela, Rodríguez se hospeda en Italia, Alemania, Rusia, Prusia, y Holanda. Luego daría su opinión sobre este periodo de tiempo diciendo:

Permanecí en Europa por más de 20 años; trabajé en un laboratorio de química industrial […]; concurrí a juntas secretas de carácter socialista […]. Estudié un poco de literatura, aprendí lenguas y regenté una escuela de primeras letras en un pueblecito de Rusia.

Regresa a América en 1823, usando el nombre de Simón Rodríguez nuevamente. En Colombia establece la primera escuela-taller en 1824. Atiende al llamado hecho por Bolívar desde el Perú y es nombrado “Director de la educación Pública, Ciencias, Artes Físicas y Matemáticas” y “Director de Minas, Agricultura y Vías Públicas” de Bolivia.

En 1826, establece una segunda escuela-taller como parte del proyecto para toda Bolivia. Pero el Mariscal Antonio José de Sucre, presidente de Bolivia desde octubre de 1826, no tenía una buena relación con él, por lo que Rodríguez dimitió el mismo año, trabajando el resto de su vida como educador y escritor, viviendo alternadamente entre Perú, Chile y Ecuador. Muy importante es su trabajo titulado Sociedades Americanas, dividido en varias ediciones publicadas en Arequipa (1828), Concepción (1834), Valparaíso (1838), y Lima (1842). El texto insiste en la necesidad de buscar soluciones propias para los problemas de Hispanoamérica, idea que sintetiza su frase:

La América española es original, originales han de ser sus instituciones y su gobierno, y originales sus medios de fundar uno y otro. O inventamos, o erramos.

Otra obra importante fue El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de Armas (1830), un alegato sobre la lucha social que emprendía Bolívar en esa época.

Epílogo y restos

En los años finales de su vida dio clases en varios colegios de Quito y Guayaquil (Ecuador); debido a un incendio que azotó esta ciudad, gran parte de su obra quedó hecha cenizas.

En el año de 1853 emprende su último viaje rumbo a Perú al lado de su hijo José, y Camilo Gómez, un compañero de éste. Gómez lo asiste en su muerte en el año 1854, en el pueblo de Amotape. Sus restos son trasladados setenta años después al panteón de Perú, y luego a su Caracas natal en donde reposan hoy en día en el Panteón Nacional desde 1954.

Fuente del articulo: https://www.aporrea.org/actualidad/n316451.html

Fuente de la imagen: https://www.aporrea.org/imagenes/2016/10/simnrodrguez_maestro_de_bolvar.j

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