Una evaluación al servicio del conocimiento y del aprendizaje

06 de diciembre de 2017 / Fuente: http://blog.tiching.com

Por: Mario de Jesús González

La evaluación de los aprendizajes de los estudiantes es una pieza fundamental, ya que pone a prueba los principios, finalidades y propósitos del sistema educativo, al igual que los principios pedagógicos que dan sentido a la acción de los docentes. Se convierte así en un término polisémico, según cómo se constituya la relación sujeto – objeto en el proceso de producción de saberes.

Algunos autores han estudiado la evaluación a través de la Historia. Ésta se podría definir como un proceso sistemático y continuo que recoge, organiza y analiza información, mediante unas técnicas, instrumentos y criterios, frente a los cuales emite juicios de valor. Se entendería como la práctica que determina si lo que se está haciendo con el proceso está bien o no, luego de emitir juicios sobre los logros.

Uno de los retos de los docentes de hoy frente a la evaluación escolar tiene que ver con la transformación de los modelos tradicionales: se parte de unos procesos evaluativos centrados en examinar y calificar, y se va hacia el modelo de la evaluación formativa. O como lo refieren Dochy, Segers y Dierick (2002), pasar de la “cultura del examen” a la “cultura de la evaluación”, encaminados hacia el mejoramiento de la práctica docente, y por ende mejorando el aprendizaje de los estudiantes.

Al evaluar se busca valorar el desarrollo del estudiante durante el proceso de adquisición de saberes, a través de un seguimiento permanente que permita determinar los avances que ha obtenido con relación a diferentes elementos:

  • Los objetivos propuestos.
  • Los saberes que ha adquirido o construido.
  • El grado de apropiación que ha hecho de estos conocimientos.
  • Las habilidades y destrezas que ha desarrollado.
  • Las actitudes y valores que ha asumido hasta su consolidación.

Para ello es indispensable entender que evaluar y calificar son dos procesos completamente diferentes. Debemos tener claro que la evaluación no debe estar en función de una nota calificación, sino que debe actuar al servicio del conocimiento y el aprendizaje, aunque se requiera la sistematicidad de una notas como evidencia física de los desempeños de los estudiantes.

El principal propósito en el sistema de evaluación de los estudiantes es lograr una transformación en la calidad de la educación, por lo que se hace necesario establecer las condiciones legales para que cada institución educativa pueda mejorar la calidad del aprendizaje de los estudiantes, mediante el establecimiento de unas técnicas e instrumentos, con sus respectivos criterios de evaluación, para su posterior y acertada promoción.

La razón de ser de la evaluación en la escuela es servir a la acción, entendida como un punto de vista formativo en el proceso educativo, y que debe estar permeada por un diálogo permanente que involucre los procesos de enseñanza y evaluación. En estos se debe priorizar la retroalimentación formativa, en el sentido, no para decir si está bien o mal, sino para orientar al estudiante en el reconocimiento de los desempeños con dificultades, darle las herramientas que ayuden a superar estos obstáculos que impiden mejorar el aprendizaje. No podemos olvidar tampoco la metacognición, que brinda la capacidad para discriminar, valorar, criticar y decidir entre lo que considera que tiene un valor en sí y que carece de él, a fin de convertir la evaluación en una fuente de conocimiento y de aprendizaje.

Fuente artículo: http://blog.tiching.com/una-evaluacion-al-servicio-del-conocimiento-y-del-aprendizaje/

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Mario de Jesús González

Psicólogo y licenciado en educación básica y Magister en Educación. Preocupado por la transformación del quehacer escolar en la búsqueda de la interacción significativa