Inocentadas universitarias

Por: Ignacio Mantilla

La fecha del 28 de diciembre, consagrada a los santos inocentes, se conmemora en casi todos los países iberoamericanos con diferentes tipos de bromas y principalmente con graciosos engaños, acompañados de la recurrente exclamación: ¡pásela por inocente!

Las universidades son un espacio donde habitualmente también se realizan muchas bromas, aunque no precisamente en esta fecha. Las más famosas en diversos países son las que nosotros llamamos “primiparadas”.

En la Universidad Nacional era común, por ejemplo, que un estudiante con varios semestres cursados se hiciera pasar por profesor el primer día de clases y se presentara ante el grupo de “primíparos” para darles a conocer y exigirles una bibliografía inexistente, que debía adquirirse de forma obligatoria al día siguiente. Recuerdo con gracia que dicho listado estaba construido con nombres de futbolistas famosos como autores de textos de matemáticas, por ejemplo: El cálculo de Franz Beckenbauer, Álgebra lineal de Johan Cruyff, Teoría avanzada del dibujo técnico de Michel Platini, entre otros.

Después iniciaba una falsa clase con conceptos avanzadísimos y absurdos, pero expuestos con tal seriedad y velocidad que, cuando por fin aparecía el verdadero profesor, ya los angustiados estudiantes habían llenado unas cinco páginas tomando apuntes a toda carrera y el pánico estaba presente en todos ellos. Con una gran carcajada, el impostor abandonaba el salón y el verdadero profesor iniciaba su clase, dando tranquilidad a todos los asistentes.

Pero esta práctica se hizo tan común que ya los nuevos estudiantes eran advertidos de las primiparadas que les iban a hacer. Fue esta la razón por la cual, en una ocasión, se presentó una joven profesora ante el grupo de sus estudiantes y ellos creyeron que se trataba de una primiparada, así que no le prestaron atención. Ella tuvo que abandonar el aula y regresar acompañada del director del departamento para que los incrédulos estudiantes tuvieran confianza, la aceptaran y le dejaran iniciar el curso.

Otras bromas que han venido desapareciendo son las monedas pegadas al piso, que los estudiantes que recién ingresan tratan de levantar infructuosamente, o el intercambio de los letreros que guían hacia los edificios, con el propósito de hacer extraviar a los primíparos.

En la Universidad de Mainz (Alemania) era costumbre recibir a los nuevos estudiantes en la Facultad de Matemáticas alterando el orden de los botones en el ascensor, de tal manera que cuando se querían dirigir al cuarto piso, al oprimir el número 4 terminaban en el segundo piso, donde funcionaba el Departamento de Psicología.

Es común también la descripción caricaturizada de los profesores y estudiantes, de acuerdo con las áreas del conocimiento a las que pertenecen. Hay una sana rivalidad entre algunos grupos y tanto los unos como los otros hacen chistes sobre sus colegas o compañeros. Por ejemplo, es conocida la rivalidad entre arquitectos e ingenieros, entre físicos y matemáticos, o entre abogados y politólogos.

Para no herir susceptibilidades, siendo matemático, y con el perdón de mis colegas, comparto con ustedes un cuento que nos describe sin favorecernos y que me lo contó hace muchos años un amigo físico. Es la siguiente:

Dos físicos experimentales ensayaban un globo que construyeron con mucha dedicación. Se dice que el globo se elevó en forma exitosa a tal punto que superó el recorrido previsto y tomó una dirección desconocida debido al fuerte viento que lo desvió. De la alegría inicial de los físicos por la velocidad y altura que alcanzó su original invento, pronto pasaron a la angustia que les causaba no saber qué lugar estaban sobrevolando.

De repente vieron a un hombre trabajando en un enorme cultivo y uno de los físicos le gritó desde el globo: “Señor, señor, por favor dígame qué lugar es este. ¿En dónde estamos?”. El hombre soltó su azadón y se quedó contemplándolos en silencio.

El globo se alejaba y en su desesperación el otro físico insistió: “Señor, por favor, mire que necesitamos saber dónde vamos a descender. Díganos, ¿dónde estamos?”. Finalmente, cuando ya casi no podía oírse, el campesino levantó la mano, señaló el globo y les dijo: “Ustedes están en un globo”.

Con una inocultable desilusión le dijo uno de los físicos a su compañero de aventura: “Oye, ese tipo debe ser matemático, ¿cierto?”. El otro respondió: “¿Por qué lo dices?”. Y entonces su interlocutor sustentó: “Fíjate que pensó largo rato la respuesta y es absolutamente correcta, pero no nos sirve para nada”.

La rivalidad, la preferencia o el gusto por una u otra área han hecho famosas muchas anécdotas, fruto de la realidad o de la ficción, pero que muestran la realidad del mundo universitario con humor, propiciando el diálogo, eludiendo la violencia y construyendo puentes de tolerancia para que también quepan las bromas y la risa.

Así, por ejemplo, existe una historia que me parece excelente para entender la rivalidad de dos excelentes universidades que están ubicadas en Boston:

En un supermercado de la ciudad estaba un joven de cabello largo con su carrito de mercado completamente lleno, pues acababa de recibir la mesada de su beca y quería comprar de una vez lo necesario para todo el mes, pero hacía la fila para pagar en una caja con un gigantesco aviso que decía: “Caja rápida, máximo 10 artículos”. Cuando finalmente le llegó su turno, lo interrogó la cajera: “Joven, ¿es usted estudiante?”. Y él respondió: “Sí, señora, ¿por qué?”. Y entonces la cajera exclamó en un tono suficientemente alto como para que todos oyeran: “Pues estudia usted en Harvard y no sabe contar o estudia usted en MIT y no sabe leer”.

El humor debe seguir siendo parte de la vida universitaria y los santos inocentes nos invitan a reír. ¡Felices fiestas!

Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/inocentadas-universitarias-columna-731059

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Ignacio Mantilla

Rector de la Universidad Nacional de Colombia.