Memorias de la Nueva Canción

Por: Heriberto Rivera

La canción, como síntesis de la música y la letra con sentido social, conforma la expresión del sentir y el pensar y el hacer de los pueblos; esperanzas, luchas, desencantos, tristezas, evocan los momentos del transito que desde lo terrenal trasciende hacia lo celestial; cada canto, es un grito que relata alguna situación, algún recuerdo, algún epitafio, que con su musa se hace llamarada, se hace presencia y testigo de realidades y utopías. Esa nueva canción que con el pasar del evento de la existencia se convierte en emula del tiempo.

El nuevo canto, canción solidaria o canción necesaria, nace vinculada a la situación conflictiva y a la vez esperanzador que significó la década de los años sesenta; década ésta de gran significación y trascendencia para una juventud que asumió y quiso tomar el cielo por asalto, con compromiso con los cambios sociales, expresados en la música, el arte, las letras.

Si bien es cierto que el nuevo canto nació en claustros universitarios, en sótanos académicos, logrando saltar e instalándose en las actividades de masas convocadas a los mítines políticos de tarimas y murales revolucionarios y contestatarios, y en las actividades culturales extensivas a toda la población.

El mundo estaba convulsionado, las fresas de la amargura como expresión cinematográfica relataba la conflictividad social de las protestas y rebeliones universitarias que impactaron sacudiendo los estratos de EEUU; eran huelgas que exigían cambios dentro de las universidades, se oponían a la injusta e inusitada guerra de Vietnam y las atrocidades de la guerra fría, nacía, la nueva canción como expresión de la verdadera cultura, de nuestra cultura. Latinoamérica estaba plagada por gobiernos dictatoriales policiales, democracias abstractas y formales que engañaban al pueblo; hubo una esperanza en el surgimiento del socialismo en el Chile de Allende, proceso que fue abortado por la bota militar y el imperio norteamericano.

Finalizaba el año 1970, momento inolvidable, cuando el gobierno de entonces, acabo con la autonomía universitaria, al imponer a sangre y fuego la reforma a la ley de universidades, aunado al cierre y desvirtuación de las aguerridas escuelas técnicas.

Paralelamente, en diciembre de 1970, se realizo el Congreso Cultural de Cabimas, que sintetizaría ejemplarmente la atmosfera contracultural de la Venezuela del momento, siendo la época de la tan discutidas teorías de la dependencia de Theotonio Dos Santos, Ruy Mauro Marini y Vania Bambirra; por otro lado, el movimiento revolucionario se mostraba  atomizado, dividido y aislado producto de las contradicciones, delaciones y traiciones, debido al desenlace de la lucha armada.

En ese contexto, nace la nueva canción, que con fundamento y conocimiento refieren Martínez, M y Manso, E (2011) “renovó y amplió el ámbito melódico y armónico con un lenguaje más coloquial, directo y vital, con modulaciones rítmicas y nuevos recursos expresivos”. La nueva canción se caracterizó por la calidad de las letras y el valor artístico de los cantantes, demuestran que poeta no es solo el autor de poetas escritos, sino también el que crea la poesía para ser cantada.

Ante lo diverso y creativo de la nueva canción, comenzaron a organizarse gran variedad de festivales como escenarios propios que buscaba además del acercamiento y encuentro de los cantautores de la nueva canción, el objeto era promover la unión entre los pueblos latinoamericanos; precisamente una de las letras que se opone a la separación de los pueblos y aboga por su unidad, es la canción de Aníbal Nazoa, intitulada Punto Y Raya: “entre tu pueblo y el mío hay un punto y una raya. La raya dice no hay paso. El punto vía cerrada. Caminado por el mundo se ven ríos y montañas se ven selvas y desiertos, pero no puntos ni rayas. Porque esas cosas no existen, sino que fueron trazadas para que mi hambre y la tuya estén siempre separadas”.

Hoy, la diversidad económica, política y social se manifiesta en una nueva movilidad, buscando su identidad, al reclamar el hombre del pueblo sus derechos sobre esta geografía, y superar, con la lucha, las diferencias que lo hacían divergir, tanto en su expansión horizontal como en las escalas verticales que ha trazado en el pasado, el colonialismo y ahora el capitalismo.

A la par del surgimiento de las nuevas voces de la canción, también manaron otros criterios organizativos de los festivales, los cuales no eran restringidos, no eran para las elites, no eran festivales de tipo comercial, y sus organizadores en algunas oportunidades lo organizaban obreros, trabajadores, y estudiantes.

El canto, como nueva poética de la música popular, cobro amplia presencia, afincada en las propuestas de Ali Primera, Gloria Martin, que en Venezuela, comenzaría a tomar fuerza una modalidad inédita de los actos de masas, a que los en cuya convocatoria aparecían los nombres vinculados al nuevo canto.

La nueva canción, su letra y música, a pesar de responder a la lirica popular presentan una riqueza en el léxico y la semántica y se circunscribe dentro del movimiento que surgió como lo que fue el nuevo fenómeno musical de la época que se dio en llamar la nueva canción latinoamericana.

Vale afirmar, que este movimiento de la nueva canción estuvo integrado por una vasta de folkloristas y compositores, en su mayoría de origen de honda raíz popular, que enarbolaron con sus voces e instrumentos con su canto libertario los problemas y las realidades cada pueblo.

Son muchos compositores que abonarían el terreno para que tomara forma y legitimidad el nuevo canto, como Chabuca Granda, Atahualpa Yupanqui, Horacio Guaraní, Piero, Violeta Parra, Alfredo Zitarrosa, Alberto Cortez, Facundo Cabral, Mercedes Sosa, Nacha Guevara, Joan Báez.

La nueva canción, como expresión poética, refleja la lucha que durante siglos la historia del hombre ha sido la de su explotación. Una parte de la humanidad, desdoblada contra si misma, instituyo la opresión y la miseria, convirtiendo en algo cotidiano el hecho escandaloso según el cual los menos vivían del trabajo y los dolores de la inmensa mayoría.

Es la canción comprometida, que configura tomar el cielo por asalto, pues sobre las espaldas de los oprimidos pesaba, como una cadena añadida a las otras, la promesa de un cielo al cual arribarían después de purgar en la tierra la culpa de haber nacido miserable. Un día, un buen día que debemos imaginar claro y alegre, decidieron asaltar el cielo y establecerse en él. Tomarlo en sus manos y construirlo de nuevo, a imagen y semejanza del hombre. Como dice la canción, las preguntitas de Atahualpa Yupanqui “Un día yo pregunte: Abuelo donde esta Dios, mi abuelo bajó los hombros y nada me contestó…… Hay un asunto en la tierra más importante que Dios. Y es que nadie escupa sangre pa que otro viva mejor. ¿Que Dios vela por los pobres? Tal vez sí, y tal vez no. Pero es seguro que almuerza en la mesa del patrón”.

La nueva canción se convirtió en un hito, una relevante referencia que resulto más coherente, aglutinante, viviente, con sentido de lucha y unidad, nacida de la sensibilidad de nuestros pueblos, que son expresiones brotadas en las islas del caribe, en los andes cordilleranos, en el esplendor de la sabana, en las pampas bolivianas, en la sureña argentina, el guaraní del Uruguay, en el Chile de Violeta y Víctor, en la Venezuela Bolivariana del panita Ali y Gloria Martin, que no siempre contaron con una expresa difusión tanto en los medios masivos como en las grabaciones de tipo comercial, pues se quiso silenciar a los pueblos sonantes.

La nueva canción como expresión popular e instrumento de lucha, no escapo de “la política que es como una ardilla filosófica que se desliza insensiblemente por todos los intersticios” que tenga que ver con la vida de los pueblos; por ello la nueva canción, nació con la impronta de las revoluciones, que marcaron el camino para la transformación social; así la revolución cubana, fue el hecho mas trascedente ocurrido en América Latina al comienzo de los sesenta, colocando de manifiesto cómo, cuando se liberan todas las fuerzas productivas de una colectividad mediante transformaciones profundas y radicales, no solamente toda ella se hace sensible a mejoramientos materiales sino rápidamente comienza a experimentar notables cambios en su actitud intelectual y en su producción espiritual.

Es la entrega de artistas, compositores, músicos, cantantes impulsando la extraordinaria tarea de la creación al servicio de la gente que conforman la verdadera alma de los pueblos.

También, lleva implícita la huella de la frustrada y traicionada de la revolución mejicana, que con su genero de ranchera también le canto a sus lideres y penurias, como la canción icono carabina 30-30; Víctor Jara, también le dedica su canción con el corrido de Juan sin tierra, autoría de Juan Saldaña.

La nueva canción Latinoamérica, recoge, momentos significativos de tan largo combate, que incluye las voces de la Brigada Lincoln con El quinto regimiento -héroes en el mas estricto sentido de la palabra- hasta el regusto plebeyo y desafiante con que un soldado nos habla de su carabina. Abarca las canciones, que en forma de burla colérica el grupo Inti illimani se refiere al enemigo de todos los pueblos del mundo con la muy conocida “el Tío caimán”. En fin son voces e instrumentos que resumen el deseo de triunfar.

En el genero del joropo venezolano resalta la canción dialogo entre Juan y Pedro, de José Romero, que nos deja una larga y ruda queja contra el sistema capitalista. El canto no es neutro, así como así como no hay acción humana desprovista de intención de objetivos, de caminos, de búsqueda nada en el accionar del hombre lo es, nada ni nadie es ahistorico ni apolítico.

Con la palabra hecho verbo de Ali Primera, se puede afirmar que la canción necesaria, “tal vez no llegue a dirigir batallones pero ayudara a formarlos, ella anda en boca de todos nosotros, tiene tantas formas la canción necesaria como flores cubren la piel de los campos; dicen que la canción necesaria es jinete y cabalgadura. El jinete es el verso. Dicen que esta jinete tiene recias manos pero su corazón es como una rosa abierta cuando los gallos cantan su ultima canción para la noche. La cabalgadura es la semblanza sonora de nuestra identidad. En sus cascos resuenan todos los tambores de las fiestas de junio y que sus bridas se pulsan, como en mágicas cuerdas, todos los aires que mueven el árbol musical de nuestra tierra. Dicen que jinete y cabalgadura andan en busca de la canción de la victoria. La canción necesaria es lengua del pueblo”.

Las canciones reseñan las caídas, las frustraciones y las victorias, dejando constancia, de esa magnifica terquedad para sobrevivir y continuar peleando contra sus limitaciones e infortunios que quizás sea la mayor virtud de la especie. Más allá de la derrota y de la muerte, de las traiciones y de los obstáculos, de los arrepentidos y conversos, del horror y la desgracia, está y estará siempre, la voluntad de hacer de nuevo el mundo. Y hoy seguimos como la cigarra:

Tantas veces me mataron,

tantas veces me morí,

sin embargo estoy aquí,

resucitando.

Gracias doy a la desgracia

y a la mano con puñal

porque me mató tan mal,

y seguí cantando.

Cantando al sol como la cigarra

después de un año bajo la tierra,

igual que sobreviviente

que vuelve de la guerra.

Tantas veces me borraron,

tantas desaparecí,

a mi propio entierro fui

sola y llorando.

Hice un nudo en el pañuelo

pero me olvidé después

que no era la única vez,

y seguí cantando.

Tantas veces te mataron,

tantas resucitarás,

tantas noches pasarás

desesperando.

A la hora del naufragio

y la de la oscuridad

alguien te rescatará

para ir cantando.

hriverat1@hotmail.com

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Heriberto Rivera

Docente activo del MPPEducación, investigador.