Etiopía: La atención a las víctimas de desastres naturales y Guerras. Innovación filantrópica

Etiopía/17 de Marzo de 2018/La Vanguardia

Las Naciones Unidas hizo un llamamiento a finales del 2017 a la comunidad internacional para conseguir la cifra récord de 18.000 millones de euros destinados a atender durante este 2018 a los 91 millones de personas más vulnerables del mundo, las víctimas de guerras y de desastres naturales. Oenegés y agencias de la ONU se enfrentan al reto de explorar nuevos sistemas para captar fondos que algunos organismos y donantes ya supeditan a los resultados. En esta línea, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha sido pionero en lanzar los Bonos de Impacto Humanitario (BIH) por un valor de 22 millones de euros destinados a poner en marcha tres centros de ­rehabilitación física en zonas de conflicto de Mali, Nigeria y la República Democrática del Congo. Ignasi Carreras, director del ­Instituto de Innovación Social de Esade y miembro del consejo de Oxfam Internacional, pronostica que en un plazo de entre tres y ­cinco años, el canal digital será el más relevante a la hora de conseguir donantes. “Otra línea de trabajo es sumar activistas para las diferentes campañas a los que después se pide que se hagan socios. Asimismo, se está empoderando a los voluntarios y a la masa social para que también ellos consigan fondos. Un ejemplo es la caminata Trailwalker”, indica Carreras. Desde que en el 2011 se organizó este evento deportivo y hasta el 2017, Oxfam Intermón ha recaudado más de cinco millones de euros.

El sector privado ya ha aportado los 22 millones requeridos, que podrá recuperar con intereses si el proyecto cumple todos los objetivos, una vez esté a pleno rendimiento, en un plazo de cinco años. “Tenemos nueve inversores, el mayor de los cuales es Munich Reinsurance, mientras que los restantes cuentan con el apoyo de la banca suiza Lombard. Obtendrán unos beneficios del 7% anual si el programa funciona de manera excepcional, pero pueden perder el 40% de su capital si es un completo fracaso. Como en otras inversiones financieras los participantes han sopesado los riesgos y las potenciales recompensas”, explica Tobias Epprecht, jefe de esta iniciativa en el CICR, con base en Ginebra.

Los donantes pagarán por resultados en un proyecto de Cruz Roja para atender a heridos de guerra en África.

El tercer grupo de actores que entra en juego es el integrado por los donantes que, en este caso, son los gobiernos de Suiza, Bélgica, Italia y Reino Unido y la Fundació Bancària La Caixa, que ha comprometido un desembolso de un millón de euros en el 2020. Al finalizar el quinto año, los cuatro gobiernos pagarán al CICR en función de los resultados conseguidos.

Un equipo de auditores externos analizará la eficiencia del proyecto en base a “cuántas personas recuperan la movilidad, gracias a la implantación de prótesis, órtesis o sillas de ruedas, por cada trabajador”, detalla Epprecht. Los tres centros se prevé que empiecen a funcionar en el 2020 y cada uno atenderá a unos 2.000 pacientes.

El CICR es el principal proveedor de servicios de rehabilitación física en países en desarrollo o afectados por guerras. Los amputados por heridas de arma o por el impacto de minas antipersona son buena parte de las 330.000 personas que atendió esta oenegé en el 2016.

“Nosotros apostamos cada vez más por alianzas a medio plazo y no por programas puntuales, ir junto con otros actores que en esta ocasión son gobiernos. Y valoramos la idea de condicionar nuestra aportación a la eficiencia. Es necesario innovar”, opina Ariadna Bardolet, directora del departamento de Programas internacionales de la Fundació Bancària La Caixa.

Los precedentes de los BIH lanzados por el CICR son los bonos de impacto social (BIS) y al desarrollo (BID). La británica Children’s Investment Fund Foundation (CIFF), una de las principales organizaciones dedicadas a la infancia, está detrás de los primeros BID con un proyecto ejecutado por la oenegé india Educate Girls, encaminado a reducir la brecha educativa de género en un remoto distrito del estado de Rajastán. El inversor inicial es la fundación UBS Optimus, que aportó el capital necesario para implantar un plan a tres años para aumentar la escolarización de las niñas. Asimismo, otro de los retos es que tanto alumnos como alumnas de primaria obtengan mejores notas en las asignaturas de matemáticas, inglés y hindi.

A la espera del análisis final, que realizará a mediados de este 2018 un auditor externo, los resultados preliminares han sido positivos. Si se cumplen todos los objetivos, CIFF pagará la cantidad desembolsada por UBS Optimus con un plus del 15%. Cabe destacar que al gestarse este proyecto, en el 2014, en India había 3,7 millones de niñas sin escolarizar y en Rajastán el 40% de las estudiantes dejaba el colegio antes de llegar al quinto curso.

Poco a poco van aflorando alternativas a la filantropía clásica con el denominador común de condicionar los aportes económicos a la eficiencia de los programas de desarrollo o humanitarios. En definitiva, pagar si las cosas funcionan. Y premiar si se alcanza la excelencia. Si en Gran Bretaña y en Estados Unidos esta es una fórmula que se observa con interés, en España es un modelo todavía incipiente. “Hay proyectos a largo plazo, en los que donantes como la Unión Europa supeditan sus desembolsos al cumplimiento de una serie de objetivos. Pueden rescindir el contrato y pedir la restitución del dinero si se falla. Ahora estamos trabajando con otras dos oenegés en la escolarización de niños en Tanzania bajo esta fórmula”, explica David del Campo, director de cooperación internacional de Save the Children.

En España, uno de los principales sistemas para ganar socios sigue siendo el de captadores cara a cara.

La crisis económica, que ha restado año tras año las aportaciones de las administraciones a las oenegés, ha invitado a recorrer otros caminos y buscar fuentes de finan­ciación diversas. Actualmente, alrededor del 55% de los recursos de estas organizaciones proceden del sector privado, mayoritariamente de los socios y de donantes pun­tuales, y el resto del ámbito público, según datos facilitados por Fernando Morón, director de la Asociación Española de Fundrainsing (AEFr), entidad sin ánimo de lucro especializada en la filantropía y la captación de fondos en España. Las aportaciones de los socios han ido aumentando desde el 2011 y en el 2016 suponían el 37,8% de los ­ingresos de 16 oenegés analizadas por la AEFr.

El sector ha sufrido un duro revés tras hacerse público, el pasado febrero, el caso de los trabajadores de Oxfam Gran Bretaña que, en el 2011, contrataron a prostitutas en un Haití devastado por el terremoto. Oxfam y las grandes entidades que trabajan en acción humanitaria todavía están cuantificando el impacto del es­cándalo en la pérdida de confianza por parte de la ciudadanía. Poco a poco, las oenegés intentan recuperar la normalidad y los captadores de socios salen a las calles de las principales ciudades buscando apoyos. Morón confirma que el denominado “cara a cara” sigue siendo uno de los principales canales para sumar socios, mientras que en otros países ya se denota un cierto cansancio ante un método que puede resultar invasivo.

“Cada vez más se tiende a ver al socio no sólo como un donante sino también como un aliado, involucrándolo en las campañas y estableciendo vínculos. El tener una importante base social legitima a las oenegés en sus causas”, opina Fernando Morón.

En un sector en el que disponer de fondos y utilizarlos bien contribuye a salvar vidas es relevante apostar por sistemas en los que se pueda medir la eficacia. Y más en estos momentos en que confluyen numerosas crisis, desde la guerra en Siria, que ya suma siete años y 5,6 millones de personas refugiadas, hasta las amenazas de hambruna en zonas de Sudán del Sur, Nigeria, Etiopía, Yemen o Somalia. Sólo en este último, azotado por una grave sequía y un endémico conflicto armado, 6,2 millones de personas, la mitad de su población, precisan ayuda de emergencia, como alimentos y agua.

Micromecenazgo: De Sierra Leona a Liberia en bici

Street Child sugiere sumarse a una travesía en bici de 300 km entre Sierra Leona y Liberia para conocer de primera mano el trabajo de esta oenegé especializada en facilitar la escolarización de los niños más vulnerables. También a maratones en Sierra Leona y en Nepal. Además de pagar los gastos, los participantes deben organizar campañas de micromecenazgo (crowdfunding) para recaudar 1.200 euros en el caso del maratón y 1.500, en el de la ruta en bicicleta, destinados a apoyar los proyectos en estos países. Con estas iniciativas se ingresaron 540.000 euros en el 2017. Esta oenegé nació en el 2008 para apoyar a menores de la calle en Sierra Leona.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/vida/20180316/441551816071/financiacion-ong-resultados-objetivos-proyecto.html

 

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