Cuando los estudiantes tienen una estructura para el pensamiento, surge un mejor aprendizaje

Estados Unidos / Autor: Katrina Schwartz / Fuente: Compartir Palabra Maestra

Siempre ha sido un reto enseñar para que haya entendimiento, por lo cual el Proyecto Cero de Harvard ha intentado descubrir cómo lo hacen los mejores maestros.

En medio de las discusiones sobre estándares de contenido y currículos y estrategias de enseñanza, es fácil perder de vista las metas más importantes de la educación, como son el dar a los estudiantes herramientas para profundizar su entendimiento cuantitativo y cualitativo del mundo. Siempre ha sido un reto enseñar para que haya entendimiento, por lo cual el Proyecto Cero de Harvard ha intentado descubrir cómo lo hacen los mejores maestros.

Algunos maestros hablan de la metacognición con sus estudiantes, pero a menudo simplifican el concepto describiendo solo una de sus partes: pensar sobre el pensamiento. Los maestros buscan que los estudiantes hagan una pausa y se den cuenta cómo y por qué están pensando y vean el pensar como una acción que están realizando. Pero en estas discusiones a menudo se quedan por fuera otros dos componentes esenciales de la metacognición: monitorear el pensamiento y dirigir el pensamiento. Monitorear es cuando un estudiante está leyendo y se detiene al darse cuenta que realmente no está entendiendo el significado de las palabras. Más importante, dirigir el pensamiento es cuando un estudiante puede recurrir a estrategias de pensamiento específicas para reorientar o cuestionar su propio pensamiento.

“Tener una rica base metaestratégica para el pensamiento nos ayuda a aprender en forma más autónoma, dijo Ron Ritchhart, investigador asociado senior de Proyecto Cero, durante una conferencia de Learning and the Brain. «Si no tenemos esas estrategias, si no somos conscientes de ellas, estamos esperando que otra persona dirija nuestro pensamiento».

Ayudar a los estudiantes a ‘aprender a aprender’ o, en los términos de Ritchhart, a convertirse en ‘pensadores metaestratégicos’ es crucial para el entendimiento y para volverse estudiantes de por vida. Para descubrir qué tan conscientes son los estudiantes de su pensamiento a diferentes edades, Ritchhart ha trabajado con escuelas en el desarrollo de ‘culturas del pensamiento’. Su teoría es que si los educadores pueden hacer más visible el pensamiento y ayudar a los estudiantes a desarrollar rutinas sobre el pensamiento, entonces se profundizará lo que piensan sobre todas las cosas.

Su investigación demuestra que cuando a los estudiantes de cuarto grado se les pide desarrollar un mapa conceptual sobre el pensamiento, la mayor parte de su lluvia de ideas se centra en lo que piensan y dónde lo piensan. «Cuando los estudiantes no tienen estrategias para el pensamiento, así es como responden – qué piensan y dónde piensan», dice Ritchhart. Muchos estudiantes de quinto grado empiezan a incluir en sus mapas conceptuales categorías generales de pensamiento tales como ‘resolución de problemas’ o ‘entendimiento’. Son cosas asociadas con el pensamiento, pero muchos estudiantes de quinto aún no mencionan el proceso de pensar.

En sexto, algunos estudiantes empiezan a incluir en sus mapas estrategias de pensamiento tales como ‘concentrarse’ o ‘no dejarse enredar por cosas irrelevantes’. Pero en noveno, muchos estudiantes incluyen en sus mapas conceptuales estrategias específicas para el pensamiento tales como ‘hacer conexiones’, ‘comparar’ y ‘descomponer las cosas’.

Ritchhart analizó a 400 estudiantes de una escuela y se concentró en cultivar una cultura del pensamiento. El estudio no tenía grupo de control, pero Ritchhart logró registrar el desarrollo de la metacognición desde el grado cuarto al 11.

«En esencia, los estudiantes lograron un avance de dos años y medio respecto a lo que podría esperarse solo de maestros intentando crear esa cultura del pensamiento», afirma Ritchhart. Él admite que el estudio no es definitivo pero a su modo de ver, es una prueba de que cuando los maestros se concentran en estas ideas, observan mejoras.

¿CÓMO PUEDEN AYUDAR LOS EDUCADORES?

En una cultura del pensamiento, el estudiante reconoce que el pensamiento colectivo e individual es valorado, visible y activamente promovido como parte de la experiencia diaria habitual de todos los miembros del grupo. Este tipo de cultura puede existir en cualquier lugar en que aprender sea parte de la experiencia, como la escuela, las actividades después de clase o los programas de los museos.

Para ayudar a concretar más estas ideas, Ritchhart y sus colegas han estado trabajando en la creación de una lista corta de ‘jugadas del pensamiento’ relacionadas con el entendimiento. Para probar si estas jugadas eran realmente cruciales, los investigadores se preguntaron si un estudiante podría decir que realmente entendía algo si no se había involucrado en la actividad. Consideran que las ‘jugadas del pensamiento’ claves que llevan al entendimiento son:

  • Nombrar: ser capaz de identificar las partes y piezas de una cosa
  • Indagar: las preguntas deberían impulsar todo el proceso
  • Examinar diferentes perspectivas y puntos de vista
  • Razonar con base en evidencia
  • Hacer conexiones con el conocimiento previo a través de áreas temáticas, incluso con la vida personal
  • Destapar la complejidad
  • Captar el corazón y llegar a conclusiones sólidas
  • Desarrollar explicaciones, interpretaciones y teorías.

Todas estas jugadas del pensamiento permiten concluir que el aprendizaje no se da simplemente con la entrega de información. «El aprendizaje ocurre solo cuando quien aprende hace algo con la información», dice Ritchhart. «Por lo tanto, como maestros debemos pensar no solo en cómo transmitir el contenido, sino también en qué le pediremos a los estudiantes que hagan con dicho contenido».

Una forma sencilla de empezar a pedir a los estudiantes que sean más metacognitivos es reservar tiempo para reflexionar sobre el pensamiento. Pedirles que piensen sobre la clase e identifiquen los tipos de pensamiento que usaron a lo largo de ella. Así, no solo se desarrolla el vocabulario sobre el pensamiento, sino que a menudo se da a los estudiantes la confianza de nombrar estrategias de pensamiento específicas que usaron. Tomarse este tiempo para reflexionar también recuerda a los estudiantes que hicieron un trabajo real durante la clase.

RUTINAS DE PENSAMIENTO

Para entender cómo los maestros hacen visible el pensamiento, Ritchhart analizó a maestros que eran muy eficaces ayudando a los estudiantes a adentrarse más allá de la retención superficial de información, en la verdadera comprensión del material, en cuanto a la relación de este con sus demás estudios y con su vida. Se dio cuenta de que ninguno de ellos daba una clase sobre el pensamiento.

«Tenían rutinas y estructuras que sostenían y apoyaban el pensamiento de los estudiantes», dice Ritchhart. El hallazgo llevó a que él y a sus colegas de Proyecto Cero crearan «rutinas de pensamiento» que todos los maestros pueden usar para ayudar a los estudiantes a desarrollar hábitos de la mente que generen más entendimiento.

Una forma de desarrollar una cultura del pensamiento es tomar una de las rutinas de pensamiento diseñadas por Proyecto Cero y usarla repetidamente en diversos contextos. En lugar de probar cada rutina una vez, aplicar una rutina en numerosas formas ayudará a que se vuelva más habitual el pensar de cierta manera. Al igual que otras normas, se convierte casi en una expectativa en el aula.

Un ejemplo que va más allá del aula K-12 viene de la Escuela de Medicina de Harvard, donde los instructores tenían dificultades entrenando a los estudiantes para escuchar a los pacientes y hacer diagnósticos sólidos con base en los síntomas que escuchaban. La escuela de medicina hizo un experimento ofreciendo a los estudiantes un módulo electivo en el que participaban una vez a la semana en una clase de bellas artes y usaban la rutina de pensamiento de «ver, pensar y preguntarse» para contemplar el arte. Al cabo de 10 semanas, todos los estudiantes de medicina eran evaluados en diagnóstico clínico y los que habían practicado el «ver, pensar y preguntarse» habían mejorado mucho más que los que no habían participado.

«Una de las razones por las que las llamamos rutinas de pensamiento es que mediante su uso, pensar se vuelve rutinario», dice Ritchhart. El Proyecto Cero está trabajando con maestros en todo el país para que apliquen rutinas de pensamiento en el aula. Muchos han reportado que los estudiantes, después de hacer las rutinas en forma estructurada varias veces, empiezan a usar los protocolos en forma natural para todo.

Fuente del Artículo:

https://compartirpalabramaestra.org/columnas/cuando-los-estudiantes-tienen-una-estructura-para-el-pensamiento-surge-un-mejor-aprendizaje

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Katrina Schwartz

Is a journalist based in San Francisco. She's worked at KPCC public radio in LA and has reported on air and online for KQED since 2010. She's a staff writer for KQED's education blog MindShift.