La educación superior en un mundo globalizado

Por: Matías Caciabue

Con motivos del centenario del movimiento de la Reforma Universitaria, transcurrió hace unos dos meses la Tercer Conferencia Regional de Educación Superior (CRES 2018) en la ciudad argentina de Córdoba, un mega-evento promovido por el Instituto de Educación Superior de América Latina y el Caribe (IESALC), un organismo regional de la UNESCO que tiene el objetivo de reflexionar y discutir cada 10 años cuál es la visión de educación superior que rige en el continente.

Esta tercera edición ha servido, centralmente, para validar los consensos construidos en las Conferencias anteriores: La Habana (Cuba, 1996) y Cartagena (Colombia, 2008).En su documento de clausura, la CRES de Córdoba “reafirma el postulado de la Educación Superior como un bien público social, un derecho humano y universal, y un deber de los Estados”, al tiempo que “el acceso, el uso y la democratización del conocimiento es un bien social, colectivo y estratégico, esencial para poder garantizar los derechos humanos básicos e imprescindibles para el buen vivir de nuestros pueblos, la construcción de una ciudadanía plena, la emancipación social y la integración regional solidaria latinoamericana y caribeña”.

La CRES en Córdoba marcó una gran definición: la Universidad latinoamericana no está dispuesta a implementar los consensos neoliberales sobre la educación superior. Esto significó refrendar la posición tomada hace exactamente 10 años atrás, cuando el proceso de integración regional transitaba un momento de mayor fortaleza.

El neoliberalismo es la expresión cultural más acabada de una nueva fase del capitalismo, marcada por el dominio de una oligarquía financiera global. Para decirlo con números: en 2017 el 1 % de la población mundial se apropió del 82% de la riqueza socialmente producida a escala planetaria.

Este segmento poblacional, que constituye una clase capitalista de alcance transnacional, tiene como base principal de su acumulación la apropiación, control y despliegue del conocimiento estratégico. Sorprende, entonces, la mirada acrítica sobre la globalización que impera en los documentos de la CRES, un evento que supone centrales las reflexiones sobre la producción del conocimiento en las sociedades latinoamericanas.

En ese sentido, y de cara a una reflexión que debe trascender la CRES, nos planteamos enunciar una serie de puntos para la reflexión y el debate de lo que implica, en estos tiempos, la globalización para nuestros sistemas de educación superior en tanto nueva fase del sistema capitalista imperante a nivel mundial:

·       Pérdida de la soberanía estatal. Asistimos a un cambio en la configuración de territorialidad, vinculado al proceso de financiarización del sistema económico. Las grandes corporaciones determinan dónde y cómo invertir, lo que subordina a los poderes políticos estatales al lobby empresarial y a la presión de estas a la hora de determinar sus políticas educativas internas.

·       Sistemas educativos empujados a la obsolescencia. Las universidades públicas son desfinanciadas, o son financiadas a merced de las pautas de las grandes corporaciones o el “financiamiento internacional”. Sistemas de educación en plataformas virtuales que “forman sujetos a medida” de la necesidades puntuales del capital, que adoptan de manera a-critica la educación a distancia, pauperizan el trabajo docente, y transfieren la formación y la investigación científico-tecnológica desde lo público-estatal a lo privado-supranacional.

·       Desinstitucionalización y centralización educativa. Las empresas forman a sus propios trabajadores de forma directa sin necesidad de títulos universitarios, ni posgrados. Si necesitan posgrados, los únicos que valen son aquellos emitidos por sus “nodos centrales”, principalmente en el atlántico norte (Harvard, Chicago, Londres, etc.).

·       Virtualización de la vida cotidiana. Las redes virtuales y las plataformas digitales son la nueva forma de mediar y organizar las relaciones sociales, reconfigurando las formas de consumo, el reconocimiento social, los procesos de educación, y hasta las actuaciones políticas colectivas (militantes de causas, no de proyectos políticos). Esto da marco estructural a la evidente crisis en el sistema de representación político institucional, y el montaje de una ficcional “democracia global de mercado”. El capitalismo transnacionalizado empuja la construcción de una pequeña burguesía “ilustrada” cada vez más atomizada y desvinculada de sus realidades concretas (“clase media global”).

·       Los trabajadores del conocimiento. Tendencialmente empiezan a jugar un papel fundamental como creadores de riqueza. Las transformaciones en este ámbito están ligadas a la base material de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Cada vez son más los contratistas y empleados que trabajan de forma remota. La venta de nuestros conocimientos, de nuestros servicios, de nuestros datos, de nuestra fuerza de trabajo, es cada vez más internacional.

Sabemos que 2018 no es 2008. La validación en la CRES de los acuerdos sobre educación superior elaborados en otro momento político regional habla de la situación de “empate” que las fuerzas populares tienen en su disputa con las fortalecidas fuerzas de la reacción.

La disputa existe. El observatorio colombiano de universidades, de evidente sesgo pro-mercado, lamentaba la oportunidad perdida en la CRES 2018:“más silencios que aplausos y ninguna ovación tras la lectura de la Declaración de Córdoba que no presenta ningún desafío ni propuesta novedosa ni sustancialmente diferente de las planteadas en la Conferencia de 2008, en Cartagena. La situación política y fiscal de la universidad pública argentina opacó la realidad de otros países, incluido el colombiano, cuyos rectores asistentes concluyeron que si bien Colombia tiene dificultades, hace tiempo se superó la excesiva ideologización política y se han logrado desarrollos más técnicos y de calidad”.

Los ataques a la educación de parte de los gobiernos neoliberales empiezan por lo salarial y presupuestario, pero terminan en la construcción de un modelo de educación acorde a las nuevas necesidades y requerimientos del capitalismo globalizado. Este es el horizonte conceptual de la preocupante situación que atraviesa el sistema de educación superior público argentino.

Universalizar la lucha y el conocimiento son los objetivos centrales. En esa dirección, generalizar el debate y articular las fuerzas populares son las tareas urgentes que necesitamos realizar para transformar positivamente la educación superior si la entendemos como herramienta de liberación de nuestros pueblos.

*Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/194915

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Matías Caciabue

Columnista