Los niños parlamentarios de Congo

Redacción: La Vanguardia

Unos adolescentes gestionan un parlamento alternativo por los derechos de la infancia

Moïse Hangi les saluda uno a uno, estrechando sus manos sucias con la suavidad y la determinación de quien ha sido uno de ellos y sabe cómo escucharles. A su alrededor, en una callejuela del mercado de Katindo, en Goma, una de las principales ciudades en el este de República Democrática de Congo, se arremolina una decena de niños de la calle. La mayoría no lleva zapatos y tiene la ropa rota. Uno de los chicos oculta una botella de pegamento Patex en una bolsa de plástico y esnifa los vapores que emanan del envase. Moïse, de 16 años, ni se inmuta: “¿Qué necesitáis? ¿Por qué estáis así?”, les suelta a bocajarro.

Los niños contestan dubitativos al principio, desencadenados después. A Moïse no le mueve la curiosidad, quiere ayudarles. Va a ayudarles. Tras una infancia difícil, que le llevó a vivir en las calles de Bukavu con sólo 12 años, Moïse dio un vuelco a su vida cuando le tendieron una mano. “Una oenegé local y Unicef me encontraron tirado, me escucharon y me pagaron un año de escuela. Si no, yo estaría igual que ellos”, dice. Moïse se aferró a aquella oportunidad con desesperación de náufrago y se destapó como un estudiante brillante, un lector voraz y un líder juvenil.

Pocos meses después, se convirtió en miembro del Parlamento de los Niños de Congo. La organización, fundada por y para niños en el año 2001, es un organismo local gestionado exclusivamente por menores de edad congoleses con el objetivo de difundir y defender los derechos de la infancia. “Estamos hartos de la violencia. La guerra en Congo afecta mucho a los niños, que sufren abusos y ven cómo derechos como la educación o dormir bajo un techo son sistemáticamente violados. Intentamos cambiar eso”, explica Moïse. No son sólo buenas intenciones.

“La guerra en Congo afecta mucho a los niños, que sufren muchos abusos”, dice Moïse

El parlamento, formado por una asamblea de 16 representantes y un alto consejo con funciones de orientadores-consultores, constituido por antiguos niños parlamentarios que ya han cumplido los 18 años, se reúne cada miércoles en un edificio color crema de la ciudad para debatir problemáticas que afectan a la infancia congolesa. Cada trimestre, se suman cuatro comisiones de 50 niños cada una para tratar medidas concretas en campos como la educación, la sanidad, la conservación o la cultura. Antes de la reunión hay una má­xima inexcusable: todos los niños-parlamentarios han tenido que patear las calles para determinar las necesidades.

“Visitamos campos de refugiados, hablamos con los niños sin hogar, vamos a orfanatos u hospitales o hacemos de intermediarios con niños soldado que han escapado de sus grupos rebeldes”. En un país donde el gobierno es ineficaz y deja de lado a gran parte de la población, el parlamento infantil es un salvavidas para los más desfavorecidos.

El miércoles por la tarde, la casa donde se celebra el Parlamento parece un punto de reunión adolescente como cualquier otro. Chicos vestidos con el uniforme escolar charlan, y un poco más allá tres chicas miran divertidas un vídeo musical en la pantalla de un móvil. El parlamento está a punto de comenzar. Cuando dan la señal, entran en la sala Soweto y todos se disponen alrededor de una mesa en forma de U, en una sala con un viejo piano en el fondo.

Todos los parlamentarios se reúnen en su tiempo libre, sin recibir dinero por participar, y ponen pasión a sus intervenciones. Después de cada discurso, se aplaude a rabiar. Dirige la reunión una chica menuda, de voz aflautada, pero con maneras de líder. Es Vanessa Kilanaji, presidenta del parlamento desde el 2017. “Es una escuela de democracia. No sólo debatimos, trabajamos para que quienes tienen poder de decisión cumplan con sus obligaciones. Hasta donde se pueda”. Además de organizar campamentos para niños pobres, recoger ropa para quienes viven en la calle o vincular a niños soldado con organizaciones de apoyo como Save the Children o Unicef, han conseguido establecer un número de teléfono gratuito para reportar violencia contra la infancia. Kilanaji, que quiere ser juez y acaba de cumplir 18 años, también subraya el valor formativo del Parlamento. “Los niños que vienen aquí son los líderes del futuro, pero aquí no sólo trabajan su proyecto personal. Si estás aquí es porque quieres ayudar a los demás”.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/internacional/20190318/461083283153/congo-republica-democratica-del-congo-parlamento-de-los-ninos-del-congo.html

 

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