Educación + Cooperación = Cohesión

Por: Rafael Ernesto Góchez.

El principal problema es el quebranto de las unidades básicas de la sociedad salvadoreña. Eso se expresa en la desintegración familiar, el abandono de los niños, la pérdida de la escuela pública y la falta de organización en la base de la pirámide social.

Si a lo anterior se le suma la estrechez del mercado laboral, la debilidad del sistema de justicia y la penetración del crimen, se tiene como resultado una vertiginosa espiral de violencia y una masiva emigración. Esta dura realidad se expresa en la angustia en que viven incontables madres de familias por los peligros que rodean a sus hijos.

Ante semejante situación, existen diferentes opciones para sacar adelante el país, entre las cuales están las siguientes: (a) el triángulo virtuoso: mejorar la educación, aplicar la ley y crear empleos formales, (b) el binomio riguroso: represión e inversión, y (c) la fórmula clásica: seguridad pública, crecimiento económico y Estado de derecho.

Optar por una de estas tres vías o cualquier otra es una decisión de Estado y requiere del respaldo social para ser exitosa. Consiguientemente, la ciudadanía debería exigir la adopción de un abordaje integral para interrumpir la violencia. Es decir, acompañar el accionar policial y judicial, con mayor inversión social y generación de empleo a nivel local.

Además, la vida de los salvadoreños se ve afectada por dos corrientes desmedidas: (1) la militarización como medio para frenar el éxodo centroamericano hacia EUA, y (2) el uso de la fuerza bruta como modus vivendi en suelo cuscatleco. Esto último es demoledor porque la escuela está en medio de la disputa territorial entre el crimen y el Estado. Habría, entonces, que impulsar una Iniciativa de País con cuatro puntos cardinales.

1. Sanear y reforzar las finanzas del Ministerio de Educación (MINED) para facilitar el acceso a una educación de calidad y la permanencia de los niños en el sistema educativo. Aumentar el presupuesto cada año, entre 2020-2024, en el equivalente a 0.5 % del PIB y destinarlo a formación docente, primera infancia e infraestructura escolar.

2. Mejorar las actitudes y aptitudes de educadores, estudiantes, padres de familia y líderes comunitarios para prevenir el abuso y el maltrato infantil. Una acción estratégica es la promoción de valores y la educación para la sana convivencia. Lo esencial es construir relaciones de afecto y respeto entre los niños, la familia y la escuela.

3. Priorizar el rescate de la escuela pública. Este afán requiere que los salvadoreños se movilicen alrededor de un objetivo común: lograr que todos los niños tengan acceso a una educación de calidad. FEDISAL, FEPADE, FUSALMO y otros podrían asociarse con el MINED para mejorar el proceso de aprendizaje.

4. Propiciar la cooperación pública-privada para hacer de la innovación un motor del crecimiento económico y la transformación productiva. La cuestión es ayudar a que El Salvador se sume a la revolución industrial en marcha. FUSADES, UCA, UDB, UFG y otros podrían apoyar al MINED en este inaplazable cometido.

Conclusión: el MINED –con la cooperación de la sociedad civil, el círculo académico y la comunidad internacional– debería enfocarse en (1) lograr que la educación sea un tema de país, (2) rescatar la escuela pública, (3) mejorar el proceso de aprendizaje, y (4) prevenir la violencia en los centros escolares. Esto significa convertir a la comunidad educativa en la «columna vertebral» de la cohesión social.

Fuente del artículo: https://www.laprensagrafica.com/opinion/Educacion–Cooperacion–Cohesion-20190802-0492.html

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Rafael Ernesto Góchez

Director-Presidente de ADEPRO . Economista de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” y Maestro en Ciencias en Agronegocios de la Universidad del Sur de Illinois, E.U.A.