Leila Mohammadi: «Las mujeres iraníes hoy trabajan más que los hombres en la investigación y en la docencia universitaria»

Por Àngels Doñate

Leila Mohammadi es un torrente de vida. Alegre y cosmopolita, se graduó en Traducción y Literatura Inglesa en Irán. En 2012 llegó a Barcelona, con treinta años, para cursar un máster. Hoy habla un español sorprendentemente fluido. Defendió su tesis el pasado 16 de septiembre en la UOC y actualmente es investigadora del grupo GAME. Mohammadi, hija de matemáticos y con experiencia profesional en el mundo de la publicidad, es la graduada escogida para hacer el discurso de su promoción el 30 de noviembre en L’Auditori de Barcelona. Habla con pasión de su Irán, al que ama, aunque afirma que volver no es una opción; también de sus investigaciones sobre temas que afectan a las mujeres y de la fuerza de las nuevas generaciones, con las que se encuentra cada semana en el aula como profesora de Negocios Internacionales.

¿Qué estudios cursaste en la universidad en Irán?

Empecé estudios de negocios, pero descubrí que necesitaba dedicarme a algo más social. Entonces me pasé a Sociología, pero también duré un año, era demasiado estructurada para mí. Pensé que lo que quería era estudiar en el extranjero y que necesitaría el inglés, y finalmente cursé Traducción y Literatura Inglesa. Pero no emigré inmediatamente, antes trabajé en una agencia de publicidad como creativa. En 2012, con treinta años, vine a Barcelona.

¿Siempre quisiste salir de tu país?

La idea era estudiar en el extranjero. Salir y volver, no quedarme fuera a vivir. Estudiar fuera está muy de moda. Ya en la época de mi madre o de mis abuelos, los iraníes iban a Francia o a Estados Unidos por un tiempo. Más de la mitad de los profesores que enseñan en la universidad han estudiado en el extranjero. Desde pequeño lo piensas, porque tienes la familia que sale y al volver ves que tienen una situación laboral mejor. El año que salí empezó la sanción de Estados Unidos y ya no pude volver. Cuando vine a Barcelona, un euro equivalía a mil tumanes. En tres meses, subió cinco veces. Y más y más, hoy ya llevamos trece subidas. Los que pueden, emigran.

¿Por qué elegiste nuestra ciudad? ¿Qué querías estudiar aquí?

Mi novio era arquitecto y quería hacer un doctorado en la tierra de Gaudí. Me propuso venir, busqué Barcelona por internet y, solo por las fotos, me enamoré de la ciudad. El problema era el idioma, pero descubrí que aquí la gente sabía inglés. De hecho, hasta hace un año, que me fui a la Universidad de Chile para una estancia de doctorado, no conversaba en español. Estuve tres meses porque quería una mención internacional. En Barcelona primero cursé un máster de Administración de Empresas en la Universitat Autònoma de Barcelona y, posteriormente, un máster de Comunicación Social, enfocado a publicidad y marketing.

No paraste y empezaste un doctorado…

Sí, comencé en la Universidad Pompeu Fabra, pero en segundo curso me cambié a la UOC. El grupo GAME me dijo que el tema de mi tesis, Study of the Social Egg Freezing Applying Theories of Raming and Social Domains: From the Communicative Treatment to the Perception, entraba en su línea y podía hacerla con ellos. Analiza las estrategias de comunicación que utilizan las clínicas de fertilidad para convencer a las mujeres para que congelen sus óvulos por razones sociales. No explican las contraindicaciones ni los problemas, y cuando lo hacen, tratan de convencer a las mujeres de que apuesten por esta vía. ¡Si no lo hacen, casi las hacen sentir mal!

¿Cómo definirías tu experiencia en la UOC?

Ha sido increíble, desde el primer día he estado en contacto con profesionales que me podían ayudar, del grupo de investigación GAME o de otros grupos. Cada año la UOC da una beca a diez o quince estudiantes de doctorado de campos diferentes, los cuales, aunque no pueden darte una ayuda directa en tu campo, sí que se convierten en un apoyo imprescindible emocional y personalmente. En esta universidad, acceder a la gente es muy fácil. Escribes un correo electrónico o llamas por teléfono y te contestan. Así estableces otro tipo de relación con los profesores, más cercana.

Y hoy eres investigadora…

Leí mi tesis el 16 de septiembre y obtuve un cum laude. En la UOC, si tienes cum laude puedes solicitar un cuarto año. Estoy trabajando en dos proyectos grandes de GAME. Son muy interesantes, aunque no he entrado aún a fondo. Uno está relacionado con las mujeres, lo que me encanta, y trata de la asistencia a mujeres en situaciones peligrosas. El otro es sobre educación y medios para los jóvenes.

¿Te planteas volver a Irán?

Al final de este año tengo que buscar otras oportunidades. Volver a Irán no es una opción. Estoy pensando en solicitar la beca Juan de la Cierva para seguir investigando. O en ser profesora. Estoy dando un curso en la Universidad Pompeu Fabra, en la Escuela de Estudios Internacionales. Es genial estar con otra generación y aprender de ellos. Es una sensación muy buena cuando enseñas lo que sabes a los que vienen después. Es un intercambio fructífero.

¿Cómo es el nivel de educación en tu país?

Es muy alto, tanto en la escuela como en la universidad, pero centrado solo en la teoría. Se aprenden pocas cosas prácticas. Lo único que importa es estudiar todo el tiempo y muy intensamente. Si no tienes la habilidad de hacer eso, te quedas fuera, eres un fracasado o acabas con depresión. Pero no todo el mundo es así, hay gente a la que le cuesta más o quizás es más creativa o prefiere algo más práctico. Allí estudiar es algo muy serio. La gente no se ríe. Parece que estén haciendo un trabajo tan importante… Eso no me gusta. Lo más prestigioso es ser ingeniero o médico.

¿Es fácil acceder a la educación?

Sí. La escuela es gratis. Y en cuanto a la universidad, tenemos tres tipos: la pública, con un examen de entrada muy difícil y para el que te presionan mucho; es gratis y además te pagan todos tus gastos de manutención. Luego está la privada, en la que la competición no es por entrar pero sí por obtener plaza en lo que tú quieras; entrar, entra todo el mundo. Y luego existe un tercer tipo, de colaboración público-privada, tiene más prestigio y el certificado vale más que el de la privada.

¿Y para las mujeres?

Hoy pueden acceder a cualquier carrera. Antiguamente, en la época de mi madre, no podían hacer algunas, como la especialidad de mecánica o la de electricidad de ingeniería, porque luego no podían trabajar en ese campo. Ahora pueden trabajar en cualquiera. Pueden, pero puede ser que no quieran, la sociedad a veces… Así que algunas iraníes estudian ingeniería y se van a otro país a trabajar, lo hacen con amigos o montan su propio negocio. Trabajar en una gran empresa con cientos de hombres o en una empresa pública no resulta cómodo.

¿Cuál es su presencia en la universidad?

Las mujeres hoy trabajan más que los hombres en la investigación y en la docencia universitaria. También hay más mujeres estudiantes en estos campos. La situación económica es difícil y los hombres se van al mercado laboral. Piensa que, legalmente, el hombre es el que debe asumir los gastos. Aún hoy una mujer puede trabajar y ganar dinero, pero ese dinero es para ella. Si quiere se lo gasta en comer o en la familia, pero si no quiere, no. Es cierto que últimamente hay que sumar dos salarios para vivir.

¿Crees que tenemos cosas en común?

¡Sí! Al principio lo que pensé fue que como España tuvo tanta relación con la cultura árabe, que en Irán está también presente desde hace muchos siglos… pensé que encontraría una influencia común entre las dos culturas. Y así ha sido. La gente es más cálida y acogedora que en otros países. El pueblo iraní también lo es, aunque por cuestiones de religión y política ahora algunas cosas han cambiado. Muchas cosas están prohibidas o no están bien vistas culturalmente. Vivimos en una república islámica: una mujer no habla con un hombre al que no conoce, tienes que cubrir tu pelo y tu cuerpo, no puedes beber. Somos parecidos a la gente de aquí, aunque hoy en día en nuestra sociedad uno no se puede comportar de modo diferente a como dictan. Sin embargo, hay un grupo muy grande de personas que no quieren vivir así.

¿Se puede vivir al margen?

En Irán, como muchas cosas están prohibidas en público, todo sucede en privado. En casa vivimos igual que aquí. Al menos el grupo de gente con el que yo me muevo. Yo salgo a la calle, pero cubro mi pelo solo con un pañuelo y de colores, como otras amigas o familiares. Así mostramos que somos distintas, pero dentro del marco de derecho porque cumplimos lo mínimo estrictamente. Otras mujeres salen completamente cubiertas. Hay un grupo, de no pocas personas, que incluye gente diferente. ¡Y la comida me fascina! No la tenemos en común, excepto la paella sin cerdo, pero ¡qué rico es todo! ¿Sabías que el azafrán se cultiva en Irán?

Fuente: https://www.uoc.edu/portal/es/news/entrevistes/2019/043-leila-mohammadi.html

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