Los feminismos y la necesaria unidad de los oprimidos

Por: María del Carmen López Vásquez  y Miguel Erasmo Zaldívar Carrillo

Resumen

Hablar de feminismo es hacerlo de la lucha enconada de las mujeres por elevar su dignidad robada por sociedades de explotación. Ya los clásicos del marismo reconocieron que la mujer era la más explotada de todos los explotados. El ser que más penurias y calamidades cargaba sobre sus espaldas era precisamente ella. Esto es un hecho que debe movilizarnos a todos.

Es por ello que las divisiones que se dan entre algunos grupos de feminismos como el marxista y el liberal deben erradicarse en aras de la necesaria unidad. No debemos cometer el error de creer que la emancipación llegará de la mano de reformas y concesiones del capitalismo neoliberal. Solo seremos libres si nos unimos y derrocamos a este sistema de muerte. Luego de tomar el poder, entonces comenzará la más difícil de las batallas, la de construir nuevos simbolismos en los que no quede espacio para ninguna forma de discriminación o explotación.

 

Introducción

Cuando una persona se aproxima al tema del feminismo lo primero que impacta son los sufrimientos de vidas de mujeres que aparecieron ocultas a lo largo de la historia humana. Si se trata de esclavismo, es el dolor del negro  el que prevalece y no el de la negra. Si se habla de colonización son los hombres los que se llevan las palmas y no las mujeres. En México, por ejemplo, se utiliza la palabra malinchismo para denostar. Se responsabiliza a la Mujer, la malinche, por un acto de traición que ella no ideo; fue entregada por hombres, que pactaron con hombres, para el placer y la paz entre hombres. Ella solo se limitó a obedecer y habría que imaginar qué les habría ocurrido y a sus familias si hubiesen osado incumplir el mandato.

Es por ello que resulta muy difícil aproximarse a este tema sin generar sospechas. Existen en la actualidad tensiones hacia el interior de la lucha por la emancipación general de los oprimidos; toda vez que, según algunos, una parte del movimiento feminista y la sororidad pretenden unir en un mismo grupo a opresoras, obreras y desempleadas en una aparente unidad de objetivos. Es claro que, para que ello ocurriera esos objetivos deberían estar “desideologizados”.

Otros argumentan que el resultado más visible de las batallas actuales por los derechos de las minorías es que ellas, en su búsqueda necesaria de toda la justicia posible, se han separado peligrosamente de la masa general de desposeídos, elevando a rango de urgencia sus exigencias particulares. (KOHAN, 2007) Resulta muy claro que debemos luchar por los derechos de todes y que, sin justicia y dignidad por igual, toda revolución pierde necesariamente el norte. Sin embargo, y aún a riesgo de ser juzgado por absolutista creo que; si debe escogerse que hacer ahora y que podríamos atender más tarde se impone la lógica de la unidad por sobre todas las micro diferencias.

De antemano dejo claro que me interesan todas las justicias, pero priorizo primero la toma del poder para luego desmenuzar, poco a poco, las dominaciones del capital una por una. Igual podemos tomar el poder mientras nos ocupamos de otras cosas que, en definitiva, somos capaces; pero el gasto de energía y la perdida de la concentración en los objetivos inmediatos pueden hacer que perdamos la batalla. Ya nos ha pasado antes.

Palabras claves: feminismo, machismo, patriarcado, feminismo marxista, unidad.

 

Introduction

When a person approaches the subject of feminism the first thing that impacts is the sufferings of women’s lives that appeared hidden throughout human history. If it is slavery, it is the pain of the black that prevails and not that of the black. When it comes to colonization, it is the men who take the palms and not the women. In Mexico, for example, the word malinchismo is used to denote. Women, the malinche, are held responsible for an act of treason that she did not devise; It was delivered by men, who agreed with men, for the pleasure and peace between men. She only obeyed and one would have to imagine what would have happened to them and their families if they had dared to breach the mandate.

That is why it is very difficult to approach this topic without generating suspicion. There are currently tensions within the struggle for the general emancipation of the oppressed; since, according to some, a part of the feminist movement and sorority try to unite in the same group oppressors, workers and unemployed in an apparent unity of objectives. It is clear that, for this to happen, these objectives should be «de-ideologized».

Others argue that the most visible result of the current battles for minority rights is that they, in their necessary quest for all possible justice, have dangerously separated themselves from the general mass of the dispossessed, raising their particular demands to the level of urgency. . (KOHAN, 2007) It is very clear that we must fight for the rights of everyone and that, without justice and dignity alike, every revolution necessarily loses its north. However, and still at the risk of being tried for absolutism, I think; If we should choose what to do now and what we could attend to later, the logic of unity prevails over all the micro differences.

In advance I make it clear that I am interested in all the justices, but I prioritize first the seizure of power and then gradually crumble the dominance of capital one by one. We can still take power while dealing with other things that we are ultimately capable of; but the expenditure of energy and the loss of concentration in the immediate objectives can make us lose the battle. It has happened to us before.

Key words: feminism, machismo, patriarchy, Marxist feminism, unity.

 

Desarrollo

Haremos referencia a las posturas feministas de importantes pensadoras de izquierda para evidenciar que desde hace ya algún tiempo se venían denunciando por parte de ellas errores respecto a la unidad que se continúan reproduciendo en la actualidad y que debilitan la fuerza de los oprimidos[1] frente al bloque siempre unido de los opresores. Queremos partir de declarar que estamos a favor de la lucha de las mujeres en todos los espacios en los que sea necesario porque consideramos que la justicia a la que aspiramos debe alcanzar a todxs y, en especial, a las compañeras a las que tanto le debemos a lo largo de la historia de las luchas por la emancipación de los oprimidos.

La lucha de las mujeres por su emancipación estuvo presente durante todas las revoluciones proletarias del siglo XX. Cuando los obreros se alzaron contra los opresores las mujeres estaban junto a ellos en Rusia, en China, en Cuba, en Vietnam; en las epopeyas internacionalistas del Che y en las ayudas internacionalistas de la Revolución cubana. En todos estos espacios y momentos de la lucha por la emancipación humana el papel de la mujer ha sido fundamental hasta el punto que podría asegurarse que sin ellas las victorias de esas revoluciones hubiesen sido imposibles. Sin embargo, deberá reconocerse que sino todos los marxistas: “La mayoría de los análisis marxistas de la posición de la mujer parten de la relación de la mujer con el sistema económico, y no de la relación de la mujer con el hombre, suponiendo al parecer que esta última quedara explicada en su análisis de la primera.” (HARTMANN, 2020). No coincidimos con (Hartmann, 2020) porque desde sus inicios Marx y luego Lenin expresaron posturas muy radicales para la época respecto al problema de la mujer.  No obstante, la percepción que se ha construido en una parte de la gente, también gracias a la propaganda de mala fe, es que el marxismo es incongruente con el feminismo, o al menos, distante de sus aspectos más duros. Se le señala, por ejemplo: “El cuestionamiento principal (…) es que aquel analiza la relación de las mujeres con el sistema económico sin mirar la relación de las mujeres con los varones. A partir de tales análisis, los diagnósticos y propuestas a los que se arriba tienen que ver con problemáticas generales, pero no con la “cuestión de las mujeres” en particular. (DI TULLIO ARIAS, 2015, pág. 22)

Dejemos que sea el propio Lenin quien ponga en dudas esta afirmación: Lenin en el año 1921 se expresaba de esta manera respecto a la situación de la mujer:

(…), bajo el capitalismo, la mitad femenina del género humano esta doblemente oprimida. La obrera y la campesina son oprimidas por el capital, y además, incluso en las repúblicas burguesas más democráticas no tienen plenitud de derechos, ya que la ley les niega la igualdad con el hombre. Esto, en primer lugar, y en segundo lugar -lo que es más importante-, permanecen en la «esclavitud casera», son «esclavas del hogar», viven agobiadas por la labor más mezquina, más ingrata, más dura y más embrutecedora: la de la Cocina y, en general, la de la economía doméstica familiar individual. (LENIN, 2020)

Habiendo salido, la revolución bolchevique, de un país zarista y atrasadísimo, con un dominio casi absoluto de la religión, esta postura es extremadamente radical y revolucionaria para ese contexto. Esta cita, se adelanta en el tiempo histórico y alumbra de una manera formidable el porvenir de las luchas de las mujeres a todo lo largo del siglo XX.

Una de las mujeres marxistas que más ha marcado el desarrollo del feminismo de izquierda es la alemana Rosa L. No solo trabajó intensamente por consolidar la unidad de los oprimidos en la práctica y en la teoría, sino que, además, sufrió en carne propia ataques de sus compañeros que hoy bien podrían ser calificados de misóginos. Clara supo mantener su postura teórica a pesar de no contar con el reconocimiento de una parte importante de sus compañeros y de los virulentos ataques que se le hacían. En esa difícil situación pudo reconocer que dentro del movimiento feminista se colaban como prioridad objetivos no siempre congruentes con la lucha general por la emancipación del capital y hacer las alertas necesarias. Su pensamiento cobra hoy mucha relevancia cuando expresa que la mayoría de las mujeres que desde las clases opresoras se enfrentan a sus parejas y al sexo opuesto en general “como leonas” contra los privilegios masculinos se someterían de buena gana solo por obtener el derecho al sufragio. Es claro que para estas mujeres el objetivo no podía ser de modo alguno la eliminación de la explotación económica de las mujeres en general. (LUXEMBURG, 2004, pág. 240)

Resulta significativo que algunas posturas feministas en- la actualidad bogan por la unidad de las mujeres sin tomar en consideración las posiciones respecto a la distribución de las riquezas y la reproducción ampliada del capital.  Debemos estar muy claro en que Las mujeres burguesas y de las clases medias nunca sienten al patriarcado ni con la intensidad ni en la misma dirección que las oprimidas. En no pocas oportunidades, si luchan por el reconocimiento del aborto, solo es con fines electoreros porque en lo personal pueden abortar en el momento que lo deseen sin generar ninguna contradicción con las leyes de su país ya sea porque se desplazan a lugares en los que esta práctica no está sancionada o porque las realizan en clínicas privadas en las que el dinero ata las frágiles manos de la ley capitalista. Las mujeres de las clases pudientes y media, tampoco sufren un sobre trabajo por la carga doméstica, que agobia a las oprimidas luego de agotadoras jornadas laborales, porque ellas pueden pagar a otras mujeres para que desarrollen estas labores.

Incluso, (LUXEMBUG, 2004), cuando hacía referencia al derecho al sufragio universal de las mujeres, lo hacía con miras en logros de largo alcance y no en dadivas que la clase explotadora siempre estará en condiciones de dar a los oprimidos para aletargar su mirada crítica. Estaremos de acuerdo en que el derecho al voto de la mujer fue un gran logro de las luchas feministas que permitió otra mirada social al ejercicio de la decisión política porque los hombres, buscando apoyo, empezaron a pensar en ellas como nunca antes.  Este logro significó un inicio importante para el largo camino de alcanzar la igualdad política al que aún hoy no llegamos en la mayor parte del planeta.

Según Ankica (2020), Luxemburgo reconoce la enorme importancia táctica del voto femenino pues es una manifestación de la madures política de las proletarias y aumenta las posibilidades de llevar la lucha a otros campos de batalla. Sin embargo, recalca que no es la defensa al derecho al voto la mira sobre la que deben ponerse los ojos como una reivindicación aislada: “la cuestión es apoyar el sufragio universal a fin de que el movimiento de mujeres socialistas pueda llevar más allá una estrategia de lucha por la emancipación de las mujeres y de la clase obrera en general.” (ANKICA, 2020). Nótese que no se separa la lucha de la clase obrera de las luchas feministas, sino que se integran en objetivos comunes, aunque a largo plazo debamos comprender que ellas buscarán reivindicaciones más profundas que las de sus compañeros por ser históricamente objetos de la dominación en diferentes grados y espacios. (ENGELS, 2019)

No se trataba, entonces, del sufragio por el sufragio sino de la educación política de las compañeras y de cuanto ellas pueden aportar a la educación de los compañeros para que ese sufragio sea un arma de poder frente a la clase oligarca. Las victorias electorales en Venezuela y la última victoria electoral en México no podría llevarse a cabo sin la esencial participación de las compañeras. Es sabido que el papel desempeñado por la mujer cubana es primordial en la resistencia del pueblo frente a las agresiones permanente del imperialismo norteamericano. En este punto no debemos dejar de valorar que las mujeres de las clases opresoras también alcanzaron el derecho al voto con lo cual se tiene un logro histórico que beneficia al sexo femenino como género sin emanciparlas totalmente de su condición de oprimidas.

En nuestra apreciación, una parte del movimiento feminista actual debe reconsiderar nuevamente sus posicionamientos a favor de la mujer en general y al margen de la situación de explotadas de la enorme mayoría de las mexicanas.  El posicionamiento a favor de la mujer en general abstraídos de las diferencias notables entre oprimidas y opresoras; impide visualizar las vejaciones que la obreras y campesinas sufren bajo el yugo opresor de las mujeres de la oligarquía y las esposas de los magnates que nunca traicionarían su clase por defender a sus expoliadas. En las marchas contra AMLO se da un fenómeno muy singular e ilustrativo de esto que estamos explicando; las trabajadoras domésticas cargan los carteles de sus patronas con discursos contrarios a un gobierno de tendencia izquierdista.

Los feminicidios, por ejemplo; son una clara muestra de que más que un tema de sexos es un problema de pobreza, ya que, sino todas; la enorme mayoría de las mujeres desaparecidas o asesinadas pertenecen a la clase oprimida. Es muy raro que una millonaria sufra de estos eventos, y si ocurriera, es poco común que el caso quede impune. En cuanto a feminicidios la impunidad tiene rostro de oprimida. Ya Rosa había llamado la atención a la hipocresía de los derechos civiles, que incluían los derechos de la mujer, en el seno de la sociedad capitalista:

Para Luxemburgo, la metafísica de los derechos individuales en el marco de un proyecto político liberal sirve sobre todo para proteger la propiedad privada y la acumulación del capital. Los derechos liberales no reflexionan sobre las condiciones sociales materiales reales, se colocan simplemente por encima de ellas, como algo abstracto y nominal, haciendo imposible su puesta en práctica o un uso real de tales derechos. (ANKICA, 2020)

Podemos asegurar que para que los derechos de las mujeres y las minorías sean reconocidos en toda la extensión posible debemos estar dentro de la construcción de una sociedad no explotadora. El socialismo del siglo XXI, que sería un ejemplo,  no es la panacea de los derechos, pero si es una excelente condición histórica para argumentar a favor de ellos, irlos conquistando e implantar políticas congruentes que los protejan. Trabajar por una sociedad justa implica hacerlo paso a paso, y, como ha de entenderse, también cometer errores que a la larga podrían parecer imperdonables dado que la conciencia política no se mueve a la misma velocidad que los hechos de la historia. La solidaridad entre feministas de diferentes posiciones económicas, en lo general, se logra solo bajo la lupa de abstracciones peligrosas para la lucha general por la emancipación femenina que debería ser, en primerísimo lugar, económica.  Se reconoce que; “Las feministas que abogan por los cambios culturales en aras de una nueva contracultura no patriarcal, desdeñan la necesidad de esos cambios cuando adhieren sin cuestionamientos a los regímenes burocráticos que han expropiado la revolución a las masas” (D’Atri). Esto es claro porque la institucionalidad capitalista no cederá por que se desarrollen debates y coloquios porque su base real es objetiva, está en las relaciones de producción de explotación.

Por ejemplo, es conocido que en muchos lugares, incluyendo México la mujer trabaja en condiciones de diferencias respecto a los hombres:

El total de empresas maquiladoras en el país a fines de abril de 2005 era 2,820. Este número de fábricas emplean 1,164,050 empleados, de los cuales el 51% son hombres, y el 49% mujeres. Efectivamente, en México son más hombres que mujeres los que trabajan en maquiladoras.

 

Discriminación de género

Pero más mujeres que hombres están haciendo el trabajo más duro. Del total de obreros, el 54% son mujeres y el 46% hombres. Estos gozan de la ventaja de ser el 74% de los técnicos de producción, y el 64% de los empleados administrativos. En otras palabras, poco más de 5 de cada 10 personas en las líneas de producción son mujeres, pero sólo hay una mujer por cada 4 técnicos, y una por cada 3 administrativos. Las mujeres son menos de una tercera parte de todos los trabajadores técnicos y administrativos. (CFOmaquiladoras.org, 2020)

Estos datos muestran la enorme explotación a la que están siendo sujetas miles de mujeres en México. No obstante, esto no debe llevarnos a creer que la solución a esto estaría en equiparar los derechos de las mujeres a los hombres. Acá la solución solo es posible si se enfrenta el problema de la explotación capitalista y la defensa de todos los trabajadores. El neoliberalismo depauperó las condiciones de trabajo de los obreros, extrayendo al máximo grandes cuotas de plusvalía. Es claro que en estas condiciones las más afectadas son las mujeres. Los informes de la OXFAM denuncian la enorme concentración de riquezas de los últimos años y el retroceso en las condiciones de trabajo de millones de personas en el mundo. (OXFAM., 2018) (OXFAM, 2019)

Por otra parte las desposeídas que se incorporan a las luchas feministas suelen ser presa de ansiedades generadas por la enorme lentitud de los cambios de las violencias que viven hacia el interior de sus intimidades: “(…) son impacientes frente a la experiencia del poder obrero que transforma radicalmente la estructura económica y social y, por primera vez en la historia, permite a las masas lanzarse audazmente a la creación de nuevos valores y una nueva cultura. (D’Atri)

Luego de tomar el poder se abren caminos para la lucha por la defensa de los derechos de la mujer que de no ser así se mantienen cerrados pues el capitalismo solamente concederá aquello que no afecte sus ganancias y entorpezca la reproducción. El feminismo cubano, por ejemplo,  representado por la Federación de Mujeres Cubanas, que no ha estado exento de contradicciones, ha logrado, desde las posiciones del marxismo martiano y fidelista, instalar una consecuente protección de los derechos de la mujer y del niño; porque como se entenderá, uno y otro son inseparables. Aunque no todos los derechos llegaron al unísono ni con la radicalidad necesaria si reconocemos que no habría sido posible para la mujer cubana acceder a esos logros históricos fuera del seno de la Revolución socialista que con las limitaciones de todo proceso histórico las puso en el centro de su tención. Así lo expresa BELLUCI (2019):

La revolución cubana no sólo jugó un papel importante en el debate político de nuestra región sino que también exhibió logros y avances de las mujeres durante el proceso revolucionario: acceso a la educación gratuita y universal sin distinción de raza o clase social, igualdad de salarios, atención a la salud para toda la familia, creación de guarderías infantiles, ingreso de un alto porcentaje de campesinas al mercado laboral, métodos de planificación familiar, aborto legal, seguro y gratuito, programa de educación sexual, cargos directivos en distintas áreas e incluso su presencia institucional en la política; todos estos cambios representaron grandes mejoras e impulsos. (BELLUCI, 2019, pág. 42)

Fueron las condiciones del socialismo, el humanismo del socialismo y los objetivos socialistas los carriles sobre los que se logró poner a la mujer de la isla en el lugar que hoy ocupa. No significa que el machismo como rezago patriarcal esté totalmente aniquilado; la educación de todxs dentro de la sociedad socialista es un objetivo de largo aliento que como vemos se extiende más allá de medio siglo.  El machismo, el patriarcado y la necesidad de un feminismo dentro de la Revolución se desarrollaron, no sin contradicciones, desde sus mismos inicios: “Desde La Habana, a inicios de 1969 los intelectuales Isabel Larguía y John Dumoulin comenzaron a difundir su primer manuscrito titulado «Por un feminismo científico» el cual sería editado hacia 1971 por Casa de Las Américas. El esfuerzo intelectual que pergeñaron estuvo dirigido a comprender las modalidades de explotación que atañen a las mujeres, así como las posibles alternativas emancipatorias.” (BELLUCI, 2019, pág. 15)

La preocupación del compañero Fidel sobre el problema de la mujer estuvo presente desde los mismos comienzos de la lucha en la sierra Maestra en la que la mujer cubana estuvo representada en figuras como Celia Sánchez, Vilma Espín y otras.

Sin la mujer, la obra ingente de la Revolución no habría sido posible. A lo largo de estos años difíciles, no ha habido tarea económica, social y política, no ha habido logro científico, cultural y deportivo, no ha habido aporte a la defensa de nuestro suelo y de la soberanía de la Patria, que no haya contado con la presencia invariablemente entusiasta y patriótica de la mujer cubana. Nadie como ella ha hecho los mayores sacrificios en el periodo especial que estamos aun viviendo, ni se ha empinado tanto hasta convertir en hazaña el esfuerzo cotidiano. (GARCÍA, 2020)

La mujer cubana se incorporó a la tarea de la emancipación cultural durando todo este medio siglo de luchas. Su desarrollo social, político, cultural, científico, en todos los órdenes de la vida es innegable. No obstante, puede desatenderse la responsabilidad que los movimientos de izquierda latinoamericanos tienen del distanciamiento que por ratos tienen con los movimientos feministas. Es justo reconocer que el machismo latinoamericano, en la constante búsqueda de protagonismo histórico, pulula entre las grietas de las divisiones que históricamente la izquierda ha alimentado. En todo caso debemos aceptar errores mutuos y el hecho de que debemos encontrar la unidad entre izquierdas y feminismos no solo como una necesidad práctica sino porque, como he  argumentado, no hay razones de peso para distanciarnos ya que: (…) que el feminismo haya tenido que ubicar al marxismo como un interlocutor necesario (…) es un reconocimiento implícito a que la clase obrera, la lucha de clases y el socialismo son categorías que dan cuenta del modo de producción en el que vivimos, basado en la explotación de millones de seres humanos por parte de un puñado de capitalistas. (D’Atri, pág. 1)

En lo tocante a la búsqueda de la unidad, el ejemplo de Cuba resulta aleccionador porque ellos no han permitido, a pesar de las naturales diferencias teóricas internas, que se generen divisiones innecesarias hacia el interior de su unidad nacional. La unidad es la divisa más importante de la Revolución cubana frente a los EUA y debe cuidarla ante el riesgo de perder todo lo ganado.  El feminismo revolucionario marxista de las cubanas debe estar alerta pues no es casual que uno de los grupos pagados por el imperialismo norteamericanos para debilitar la unidad interior del pueblo y de las mujeres lleve el nombre de “Las damas de blanco”. La utilización del género con fines político para agredir a un pueblo que ha hecho muchísimo por proteger a sus mujeres y niños resulta de un cinismo espantoso. La utilización de la palabra “damas” busca granjearse el reconocimiento fuera de la sociedad cubana en la que ese término ha dejado de estar en uso para designar al sexo femenino. Es de suponer que por el hecho de ser “damas” la Revolución debe ser tolerante con todas sus acciones antigubernamentales como si los millones de mujeres que están con la Revolución no contaran. Esa es una vieja estrategia del capitalismo de divide para reinar; utiliza las minorías para desdibujar los objetivos comunes y parcializar las luchas. (KOHAN, 2007)  Algunas pensadoras feministas ya habían denunciado esta situación: “Siempre que el capitalismo está en crisis o necesita “aliados” para su restauración o para la acumulación del capital posterior, integra a los “otros” marginados en su forma política liberal legal, sean las mujeres, los niños, las razas no blancas, o las personas LGBTIQ -quienquiera que esté disponible o sea potencialmente útil para continuar con la mercantilización.” (ANKICA, 2020)

Las esposas de los explotadores nunca apoyarían una lucha que fuera contra sus intereses de clases y que, como es de comprender, limitaran sus ingresos. Creer que existe una hermandad entre mujeres más allá de los intereses de clases pudiera ser una ingenuidad pasmosa.  Un ejemplo de ello es el caso de la convocatoria del colectivo “Brujas de Mar” al paro internacional “Un día sin mujeres”. Los móviles de muchas de las participantes eran válidos y estaba alimentados por el horro vivido por mujeres en las últimas semanas antes de la manifestación.  Pero no puede negarse que se intentó utilizar todo esto como punta de lanza contra el gobierno de tendencia izquierdista de AMLO. Luego se descubrió una foto de la vocera de este colectivo, nada más y nada menos que, con el expresidente panista Felipe Calderón que se señala como uno de los responsables del aumento de los feminicidios en México durante su sexenio.

Debemos considerar con detenimiento que la creación de términos como “sororidad” pudiera ser utilizado para desnutrir la ideología anticapitalista y vender la falsa idea que las contradicciones de las clases es cosa del pasado y de ciertas maneras envejecidas de analizar la sociedad; cuando en realidad, estamos frente a la más drástica acumulación capitalista de toda la historia humana. En definitiva, los datos demuestran que entre mayor es la precarización de la vida de los oprimidos más es la violencia contra la mujer. No olvidemos que “Las mujeres burguesas desde principios del siglo XIX no han tenido la abolición del sistema de clases en mente; al contrario, lo apoyan. Por otra parte, el feminismo burgués defiende el capitalismo y ocupa una posición de clase y desatiende los derechos de las mujeres de la clase obrera.” (ANKICA, 2020) Nadie puede ofrecer pruebas de que esto que está defendiendo ANKICA 2020 no es completamente cierto. Si alguna prueba existiera, sería un caso aislado, una rareza sociológica más que una norma.

Además de todo lo anterior, debemos tener muy claro que una cosa son los derechos políticos y otra los derechos económicos. La lucha por los derechos políticos y sociales a lo largo de la historia, en algunos tipos de feminismos,  terminó distanciada de la lucha por los derechos económicos. El sistema capitalista no puede existir sin expoliar o excluir a una parte importante de la sociedad y en esa tarea cuenta con la solidaridad de las mujeres de las clases altas y medias. Rosa ya había denunciado esta situación para evitar engaño en las feministas de su época:

En un nivel formal, los derechos políticos de las mujeres se constituyen con notable armonía con el estado burgués. Los ejemplos de Finlandia, de los estados americanos, de algunos municipios, todos demuestran que ninguna política de igualdad de derechos para las mujeres ha tumbado el estado; no disputa la dominación del capital. (LUXEMBUG, 2004, pág. 244)

Las últimas seis palabras de la cita anterior resultan muy aleccionadoras; “no disputan la dominación del capital”. Los feminismos que se centran en la lucha de géneros ocultan dos elementos que resultan esenciales; primero no son los hombres en tanto género los que crearon esta situación de explotación, aunque, claro está, la propiedad privada tiene sesgos masculinos (ENGELS, 2019) y en segundo lugar; no es al hombre solamente al que debe cambiarse o someterse a otro tipo de educación; también debe incluirse a la mujer dado que ambas subjetividades emergen subsumidas por la sociedad de clases. Se habla del hombre nuevo, pero se ha utilizado este término en sentido genérico, bajo la lupa actual, habría que hablar del hombre y la mujer nuevos o de los otrxs nuevos. Kollontai, citada por Álvarez (1993) se refiere a esta situación en los términos siguientes: “No basta con la abolición de la propiedad privada y con que la mujer se incorpore a la producción; es necesaria una revolución de la vida cotidiana y de las costumbres, forjar una nueva concepción del mundo y, muy especialmente, una nueva relación entre los sexos.” (ÁLVÁREZ, 1993, pág. 20)

También habría que referirse a la construcción de otras izquierdas sensibles al severo problema por el que atraviesa la mujer, porque como ya dijimos, la lente machista nos asalta en cada recodo de la historia. No es posible luchar por la justicia social que promete el socialismo sin reconocer el derecho de aquellas almas que están a nuestro lado a un trato igualitario.  El eslogan de; “Con la mujer todo y sin la mujer nada” no basta, porque desde posturas patriarcales se las puede defender de la dominación capitalista. No ingenuamente se nos ha dicho que podemos estar comportándonos como marxistas machistas. Debemos visibilizar las combinaciones de sometimiento que junto a la económica laceran a las mujeres convirtiéndolas en las “obreras de los obreros”, en las “oprimidas de los oprimidos”. La izquierda tiene mucha responsabilidad en la situación de divisiones que actualmente nos aqueja porque no hemos encontrado un equilibrio entre los aspectos generales de la lucha y lo específico de la situación de la mujer; el enemigo trabaja incesantemente, eso se sabe, pero frente a esa realidad nos corresponde a nosotrxs evitar que, sus acciones y nuestras acciones, nos debiliten: “En efecto, a las militantes que comprobaban la discriminación que atravesaban dentro de las organizaciones mixtas comprometidas con la justicia social y el anticapitalismo, les urgía crear nuevas colectividades políticas compuestas solo por mujeres, ya que continuaban siendo el “segundo sexo”.” (BELLUCI, 2019, pág. 33)

La educación del otrxs nuevo implica la desconstrucción de la subjetividad capitalista y el desarrollo de la socialista cuya base sería la libertad de creación dentro de nuevas relaciones de producción no capitalistas. Las características de esta construcción subjetiva nueva estarían en una dirección opuesta a la educación cultural del capitalismo. Es necesario entender que el capitalismo vive en nuestras relaciones cotidianas y en las construcciones simbólicas que defendemos como el amor, la felicidad, la amistad, etcétera. En este sentido, y sin pretender agotar tan polémico tema, Kollontai (2000) afirma:

Tal es la mujer nueva. La disciplina, en vez de la afectividad exagerada; la apreciación de la libertad y de la independencia, en vez de la sumisión y de la impersonalidad; la afirmación de su individualidad, en vez de los esfuerzos ingenuos por llenarse de la forma de ser del hombre amado y reflejarlo; la afirmación de sus derechos a las dichas “terrestres”, en vez de la máscara hipócrita de la “pureza”. En suma, la relegación de los episodios amorosos a un lugar subordinado en la vida. Ya no tenemos delante a la hembra que se hace sombra del hombre, sino a la mujer nueva, individualidad en sí misma. (KOLLONTAI A. , 2000, pág. 249)

La Revolución nunca será auténtica sino incluye entre sus cambios fundamentales las demandas de las mujeres; como alguna vez afirmaba Fidel “La mujer es una revolución dentro de la revolución”.  Qué significa esta frase: entre otras cosas, que la Revolución debe ver a la mujer como un motor para su propia transformación, para su permanente mejoramiento. En otras palabras, se llega a la Revolución lleno de las imperfecciones que el capitalismo nos inocula y la mujer es uno de los primeros y principales problemas que alumbraran soluciones diferentes y cambios fundamentales en todos los órdenes y todos los géneros. Es inevitable que la revolución arrastre machismos nocivos para la lucha, es inevitable la confrontación en este campo y la necesidad de la permanente reeducación de todxs. “(…) la revolución feminista era la revolución más importante del siglo XX. Pero, como subrayaba, es también la revolución más larga.” (BELLUCI, 2019, pág. 10)

Educar a todxs es fundamental porque llegamos llenos de nocivas educaciones aburguesadas, de baja autoestima y apegos serviles: “Rechazar la hipocresía del pensamiento burgués, reconocer que el amor no es solo un poderoso factor de la Naturaleza, que no es solo una fuerza biológica sino también un factor social… hasta la burguesía sabe en realidad cómo encadenar el amor a sus normas morales para que sirva al logro y afirmación de sus intereses de clase.” (KOLLONTAI A. , 1922/ 3ra ed. 1978, pág. 126) Las categorías liberales propuestas en el contrato social quedan reducidas a determinaciones de obligatoriedad para una de las partes debido a su fragilidad dentro de la sociedad de mercado: “las profundas desigualdades sociales, ponen en cuestión la igualdad jurídica formal.” (DI TULLIO ARIAS, 2015, pág. 24)

Por otro lado, según Kollontai (2000), los dos ejes de lucha del feminismo en este hemisferio están organizados en el derecho a decidir sobre el propio cuerpo y el derecho a una vida libre de violencia patriarcal. En ambos casos estamos frente a fenómenos originados por la organización del capital en su contubernio con el dominio de las iglesias denunciados desde hace ya mucho tiempo. (Foucault, 2007).  Estos dos ejes de lucha embonan muy bien en las luchas de las feministas liberales que, como se sabe, nunca serían anticapitalistas. (D’Atri)

En consonancia con lo anteriormente dicho, el primero de esos ejes de demandas podrá ser conquistado en los parlamentos burgueses según las correlaciones de fuerza que sean capaces de generar sin peligro para el sistema. Pero el segundo, el tema de la violencia, es sustancial al capitalismo y no podrá resolverse efectivamente con temas educativos, mediáticos y protestas callejeras; aunque si se ha constituido en bandera de la derecha para ganar adeptos y votos. No se resuelve la violencia contra la mujer con movimientos feministas sino con movimientos anticapitalistas, antiimperialistas, antineoliberales. Para poder dar solución a la violencia del capitalismo hay que destruirlo. Es claro que uno de los retos del feminismo es que acumulan las cifras de las mujeres violentadas según ciertos criterios y esquemas sexistas; dejando fuera de esos análisis otras formas de violencia hacia la mujer, por ejemplo, las madres que pierden sus hijos, las hijas que pierden sus padres, las hermanas que pierden a sus hermanos. Las esposas de hombres sin trabajo, las madres de niños sin recursos para el médico. Si somos consecuentes todas las formas de violencia del capitalismo impactan de manera especial a las mujeres. No se escoge un género para garantizar la reproducción ampliada del capital aunque sobre uno de los dos, en este caso la mujer, recae el mayor peso de la carga por “haberse consagrado” históricamente al cuidado de la familia. “(…) el capitalismo es incompatible con la emancipación de las mujeres, por ello considera que las luchas feministas han de ser luchas anticapitalistas.” (KOLLONTAI A. , 2000, pág. 163)

Estamos defendiendo la unidad sin renunciar a las identidades de los movimientos propios de cada uno. No estamos abogando por la desaparición de los feminismos dado que ellos tienen mucho que aportar al marxismo porque las categorías de este último se desarrollaron, posteriormente al texto de (ENGELS, 2019) de espaldas al sexo. La unidad sin la diversidad es solidaria del fascismo. La unidad para no perder su fuerza y virilidad debe aceptar a todxs con sus especificidades y buscar, en la medida de lo posible para cada momento histórico concreto, la mayor cantidad de justicia posible.

También han existido muchas malas lecturas del marxismo que conllevan a valoraciones incorrectas que luego se convierten en lugar común de la crítica tanto de la derecha como de la izquierda mal informada. En definitiva, devaluar al marxismo como teoría de la clase oprimida es el objetivo fundamental de todo el aparato ideológico al servicio del capital. Por solo citar un ejemplo decir que: “En primer lugar, los primitivos marxistas, incluidos Marx, Engels, Kautsky y Lenin, pensaban que el capitalismo arrastraría a todas las mujeres hacia el trabajo asalariado y que este proceso destruiría la división sexual del trabajo.” Se contradice absolutamente con la postura de Lenin respecto al problema de la mujer.  Dejar de reconocer la postura radical del marxismo respecto al derecho de las mujeres a la igualdad es de una falta total de información o de mala fe.

Aunque la realidad histórica muestra que toda revolución porta fortalezas y limitaciones que deberá atacar en sus momentos y con todas sus energías; la tarea de emancipar a la mujer luego de conquistada su libertad económica, es una de las más difíciles dado que está viva en el hábitus de los hombres y las compañeras que hacen la revolución. Tomar el poder es cosa fácil, lo realmente difícil es cambiar la forma de pensar de las personas, sus tradiciones, por subalternas portan mucha discriminación y sometimiento hacia el sexo femenino. Lenin reconocía la dificultad enorme de esta tarea:

 “La igualdad ante la ley todavía no es igualdad frente a la vida. Nosotros esperamos que la obrera conquiste, no sólo la igualdad ante la ley, sino frente a la vida, frente al obrero. Para ello es necesario que las obreras tomen una participación mayor en la gestión de las empresas públicas y en la administración del Estado. […] El proletariado no podrá llegar a emanciparse completamente sin haber conquistado la libertad completa para las mujeres” (LENIN, 2020)

También León Trotski, enfrentado a las medidas anti feministas de estalinismo, planteó que sin el feminismo el socialismo no sería auténtico. Uno más de los errores graves de la construcción del socialismo en la extinta URSS estuvo precisamente en que retrocedió hacia prejuicios sexistas que ya habían sido superados por la revolución proletaria. El marxismo en su aplicación práctica no está exento de grandes errores respecto a la visión con la que asume el problema de la mujer, pero el feminismo, debe reconocer que el marxismo provee categorías que resultan imprescindibles para entender y vencer la dominación del capital.  “Así pues, una unión más progresiva entre marxismo y feminismo requiere no sólo una mejor comprensión intelectual de las relaciones de clase y sexo, sino también que la alianza reemplace al predominio y la subordinación en la política de la izquierda.” (HARTMANN, 2020)

En las conclusiones del 1er Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas, Fidel hablaba de la unidad de todas las mujeres del mundo en la lucha contra el capitalismo con estas palabras:

Por encima de los océanos, de las fronteras y de los idiomas, las representaciones de las mujeres progresistas de todo el mundo se han dado la mano en este Congreso. Y no se adapta uno a la terminología de extranjeras para calificar estas delegaciones, porque en todo instante hemos experimentado la sensación de que somos parte de una misma patria, de un mismo pueblo: la patria universal, la población humana. Lo que demuestra que nada separa a los pueblos sino la explotación y la injusticia, y nada une tanto a los pueblos como la comunidad de ideales y la aspiración de la justicia. (CASTRO, 2020)

Y es que la explotación capitalista, las injusticias que generan los asesinatos y la destrucción son las mejores razones que tenemos para unirnos en una misma lucha. Uno de los más graves errores que se podrían cometer es buscar una alianza en la que se desdibujaran las identidades. El feminismo se ha ganado un lugar importante en las luchas por la emancipación y llena un espacio difícil de asumir por otros grupos.

Conclusiones

Marxismo y feminismo han seguido caminos que en tiempos se unen para luego separarse. Esta ha sido una debilidad de ambas posturas dado que en la búsqueda de la emancipación humana sus visiones más que a excluirse se complementan. Lograr la unidad entre ambas posturas resultará en un fortalecimiento general de la propuesta contrahegemónica que hoy se construye desde las resistencias para alcanzar ese otro mundo posible.

En el contexto de la práctica revolucionaria todo tiene su momento y es tan nocivo adelantarse a los tiempos como llegar con retraso. Sin embargo, en el plano de la teoría, adelantarse es de sabios, el que ve más lejos comete en la práctica menos equivocaciones. Esta es la tarea actual de los feminismos y los marxismos, adelantar la vista para verse en una férrea unidad en la construcción de la emancipación de toda la humanidad. Tal vez, estamos ante la última gran crisis del capitalismo, lo que viene luego será el total exterminio de la vida, ello; si no tomamos antes las medidas para cambiar el rumbo a nuestro destino común en la tierra.

 

Referencias

 

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[1] No utilizaré el concepto de clase porque las opresiones van más allá de las clasificaciones tradicionales a las que estamos acostumbrados. En definitiva, luchar contra las opresiones es hacerlo contra el imperialismo neoliberal.

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María del Carmen López Vásquez y Miguel Erasmo Zaldívar Carrillo

Investigadores del Centro de Estudios RIUS, Zamora, Michoacán. CINPECER-CLASO