Brechas

Por: Elisabeth de Puig

En tiempo de pandemia crece la brecha entre quienes estudian en escuelas privadas de calidad y los de las escuelas públicas.

Son muchos los cambios sociales que se han producido como consecuencia del Covid-19. Uno de ellos es, sin lugar a dudas, para bien o para mal, el aumento de la presencia de Internet en nuestras vidas.

La tecnología digital está cambiando el mundo provocando la toma de conciencia de la brecha entre aquellos que tienen acceso a ella y los que no pueden integrarse según datos del informe de UNICEF The State of the World’s Children 2017: Children in a Digital World”.

A la brecha social se han añadido brechas adicionales: la brecha digital, que hemos constatado en toda su crudeza durante el confinamiento de las familias; la brecha económica que ahora, sencillamente, ha dejado sin ingresos a muchos, y la brecha educativa al quedarse niños, niñas y adolescentes descolgados de sus colegios.

Según datos de Unicef, el Covid-19 obligó al 95% de los niños y niñas de América Latina y el Caribe a suspender su asistencia a las aulas. Desde la primaria, hasta la universidad, las clases virtuales llegaron de manera forzada. Este fenómeno amplifica las oportunidades de los niños de entornos más favorecidos, mientras reduce las de los más desfavorecidos.

Centros educativos privados han desarrollado sus propias plataformas, muchas de ellas con bastante éxito; no obstante, al pasar el tiempo han dejado ver sus debilidades.

Al principio del confinamiento estos nuevos métodos han jugado un papel muy importante.La inclusión de la educación digital supone una mejora educativa por su novedad, que aumenta la motivación de los estudiantes.

Sin embargo, una vez pasada la novedad, ha sido comprobado por especialistas de la innovación educativa con medios digitales en varios países y por los mismos padres que la mejora disminuye.

Esta implementación ha permitido salvar el año escolar para muchos alumnos capaces de trabajar por sí mismos, pero paulatinamente se ha vuelto una carga pesada para los padres de los más chiquitos que han tenido que dedicar dos y más horas al día a las clases digitales y que a la hora de reincorporarse al trabajo virtualmente o presencialmente tienen dificultades para seguir asistiendo sus hijos e hijas por horas.

En nuestro sistema de enseñanza pública deficiente y atrasado tecnológicamente, el Ministerio de Educación ha habilitado un sistema virtual de enseñanza. En la mayoría de los casos los profesores envían las clases por WhatsApp o interactúan con sus alumnos a través de aplicaciones como zoom, sin la debida preparación ni las exigencias académicas necesarias, con padres sin preparación adecuada, dejando irremediablemente de lado un sector de la población infantil que no tiene acceso a estas herramientas, lo que pone a estos estudiantes en desventaja.

El abandono de un sector de la población infantil por las autoridades educativas confirma la idea que la defensa de los derechos de la niñez no ha sido todavía bien asimilada por las mismas instituciones públicas que deben velar por su cumplimiento. En esta pandemia los más vulnerables, los hijos de migrantes, los discapacitados han sido olvidados por el sistema escolar o de ayuda alimenticia.

Al concluir el año escolar de forma no presencial el confinamiento dejará grandes lagunas entre muchos alumnos y alumnas, que se acumularán con el déficit crónico en lectoescritura y matemática que arrastra la educación dominicana.

En tiempo de pandemia crece la brecha entre quienes estudian en escuelas privadas de calidad y los de las escuelas públicas. Crece la brecha en la enseñanza pública entre quienes están conectados y los que no en los barrios marginados, lo mismo que entre las zonas rurales y las urbanas.

Crece la vulnerabilidad del sistema educativo en general y de la revolución educativa enarbolada por el presidente Medina. Crece el temor a la desaparición de la tanda extendida para poder acomodar los alumnos a la nueva normalidad;se dice que se mantendrán las comidas, que se volverá al sistema de tandas matutinas y vespertinas para el año escolar 2020/2021.Crece el temor que el 4% para la educación quede relegado en las mazmorras de la historia con la crisis económica que se avecina.

¿Cómo prepararse para la reintegración de niños y niñas que habrán olvidado parte de las rutinas adquiridas y de los contenidos aprendidos?

¿Cómo evitar las deserciones masivas y reenganchar nuestros alumnos y alumnas al sistema luego de varios meses de vaganciaen escuelas que tienen menos espacios que nunca?

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/brechas-8834629.html

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Elisabeth de Puig

Soy dominicana por matrimonio, radicada en Santo Domingo desde el año 1972. Realicé estudios de derecho en Pantheon Assas- Paris1 y he trabajado en organismos internacionales y Relaciones Públicas. Desde hace 16 años me dedicó a la Fundación Abriendo Camino, que trabaja a favor de la niñez desfavorecida de Villas Agrícolas.