Descolonizar la ciencia: ¿qué es “parachute science”?

Por: Paola Estrada Villafuerte

 

Siglos después del dominio imperial, la academia no occidental continúa en la construcción de mecanismos para afianzar la investigación y el talento científico local. 

Durante el siglo XVII, tras las constantes invasiones occidentales a su territorio, los indígenas del Amazonas cayeron enfermos por padecimientos hasta entonces desconocidos por los médicos locales. Sus tratamientos ancestrales no resultaron eficaces y tuvieron que recurrir a la ciencia y hospitales de aquellos que introdujeron la enfermedad.

Las acciones realizadas por parte de los imperios europeos para el control de los contagios en estas comunidades llevaron al control de dietas, rutinas y movimientos de sus habitantes. David Arnold denominó este proceso político como la “Colonización del Cuerpo”, donde la medicina occidental se convirtió en un arma para asegurar el dominio imperial.

En estas circunstancias, la ciencia se utilizó para establecer una jerarquía definitiva en función del poder europeo, donde el pensamiento hegemónico se posicionó como verdad absoluta e indiscutible y terminó por monopolizar el conocimiento. Según Jorge Molero-Mesa, profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), la estrategia tras su “infalibilidad” residía en un menosprecio y descrédito constante de los métodos indígenas. Este discurso se diferenciaba de otros mecanismos de colonización, ya que, a diferencia de conceptos religiosos, de orden social y económicos, la medicina no admitía ninguna discusión de su validez universal.

Desde el punto de vista imperialista, el pueblo indígena, al desconocer las metodologías occidentales, se encontraba en un “atraso secular” significativo, por lo que colocaban al proceso colonizador como un medio moralmente justificado. Sophie Bessis lo explica de la siguiente manera: “La paradoja de la ciencia occidental reside en su facultad de producir universales, elevarlos al rango de lo absoluto, violar con un fascinante espíritu sistemático los principios que de ellos derivan y elaborar las justificaciones teóricas de estas violaciones”.

La subordinación epistemológica entonces generada, pretendió alargar la dependencia científica y tecnológica de los países colonizados el mayor tiempo posible. Estos conocimientos eran ofrecidos como un regalo divino de lo que significaba para las autoridades europeas, “el fin de la barbarie y el comienzo de la civilización”, relegando así la medicina nativa a un papel secundario en el desarrollo de investigaciones científicas.

El éxito científico europeo en este periodo se basó en el saqueo de pueblos colonizados, ya que los mismos procesos violentos que le otorgaron al imperialismo su poder, fueron utilizados para generar el conocimiento científico de la época. “La ciencia moderna se construyó efectivamente sobre un sistema que explotaba a millones de personas. Al mismo tiempo, ayudó a justificar y sostener esa explotación, en formas que influyeron enormemente en cómo los europeos veían a otras razas y países”, menciona Rohan Deb Roy para Smithsonian Magazine.

La medicina occidental es considerada como una de las herramientas más poderosas y penetrantes de todo el proceso de colonización, y este último, como uno de los legados más duraderos que prevalecen aún en las tendencias de la ciencia actual.

“Colonial Science” o “Parachute Science” en la academia moderna 

Asha de Vos, fundadora de Oceanswell, la primera organización de investigación y educación sobre conservación marina de Sri Lanka, explica para Scientific American, el término parachute science como “el modelo de conservación donde los investigadores del mundo desarrollado llegan a países subdesarrollados, investigan y se van sin ninguna inversión en capacidad humana o infraestructura.” Consecuentemente, esto “crea una dependencia de la experiencia externa y paraliza los esfuerzos locales de conservación. El trabajo es impulsado por motivos y necesidades personales, lo que lleva a un desequilibrio de poder desfavorable.”

Este método implica que distintas instituciones educativas poderosas y corporaciones privadas se benefician de investigaciones y cuerpos académicos que se encuentran bajo la dependencia financiera y disciplinaria de sus países originarios. E igualmente, da prioridad a las experiencias y descubrimientos de las primeras mencionadas.

A raíz, se ha tenido como resultado diversos llamados a “descolonizar la ciencia”. La revista científica Nature define esto último como un movimiento para eliminar, o al menos mitigar, el legado desproporcionado del pensamiento y la cultura europea en la educación; teniendo como objetivo principal la generación de fuentes de investigación equitativas, a la par de inversiones continuas en talento e infraestructuras científicas locales.

En distintos escenarios, la huella de la jerarquía científica puede observarse aún muy presente. La mayoría de las revistas, investigaciones académicas y rankings pertenecen a las instituciones de Estados Unidos y Europa Occidental. “La colaboración científica entre países puede ser una forma fructífera de compartir habilidades y conocimientos, y aprender de las ideas intelectuales de los demás. Pero cuando una parte económicamente más débil del mundo colabora casi exclusivamente con socios científicos muy fuertes, puede tomar la forma de dependencia, si no de subordinación”, menciona Deb Roy.

Un estudio de la Academia Húngara de Ciencias elaborado en el 2003, analizó las publicaciones revisadas por pares de más de 7000 revistas en todas las ciencias y encontró que las publicaciones de investigación realizadas en los países menos desarrollados, no tienen coautoría de institutos de investigación locales en el 70 % de los casos, y que la mayoría de los trabajos son publicados por institutos de investigación de los países más industrializados del mundo.

En el mismo estudio, se examinaron las posibles causas de estas tendencias entre las opiniones de los autores antes mencionados y muchas de ellas definen las tácticas utilizadas por investigadores de países desarrollados que avalan la importancia del reconocimiento en la contribución, pero excluyen deliberada y sistemáticamente la coautoría de instituciones más pequeñas, como una forma de neocolonialismo científico.

“Descolonizar y no solo diversificar los planes de estudio es reconocer que el conocimiento está inevitablemente marcado por las relaciones de poder”.

También se encontró que, en la mayoría de los estudios elaborados, los científicos locales eran mucho más propensos a realizar trabajo de campo en su propio país para investigadores extranjeros. Igualmente, la poca representación y discriminación hacia investigadores que pertenecen a minorías étnicas –aún más si son mujeres–, habla mucho acerca de los obstáculos que la ciencia todavía aloja para todos aquellos que no forman parte del prototipo científico occidental.

Pew Research Center encontró que las personas de etnias racializadas trabajando en las áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas por sus siglas en inglés) son cuatro veces más propensas que las personas caucásicas a decir que su lugar de trabajo no presta suficiente atención al aumento de la diversidad racial y étnica. Cerca de la mitad de ellos menciona que han llegado a experimentar discriminación laboral, y “aproximadamente uno de cada ocho (12 %) de este grupo dice que se han enfrentado a barreras específicas en la contratación, promociones y salarios en forma de salarios más bajos o menos oportunidades de promoción que sus compañeros blancos”. “El lugar de trabajo todavía está orientado a la promoción de los blancos sobre las minorías, independientemente de las leyes vigentes para promover la igualdad en la fuerza laboral”, explica uno de los encuestados.

En casos donde la subordinación sistémica racial se une con el sexismo, el escenario se torna menos alentador. La UNESCO afirma que en Sub Sahara, solo el 30 % de los investigadores en todas las ramas son mujeres. Muchas de las que se encuentran en los campos STEM, tienden a abandonar carreras de investigación científica en su segundo año, ya que el sistema en el que se encuentran no fue creado ni se ha adaptado para su protección e impulsión académica. Y para aquellas que ya se encuentran trabajando profesionalmente, las responsabilidades y el poder para tomar decisiones se encuentran bastante minimizadas.

Consecuencias en esta problemática tras la pandemia

Asha de Vos también explica cómo en áreas de conservación ambiental, las investigaciones en países extranjeros se vieron afectadas tras el confinamiento por el coronavirus. Muchos de los investigadores que no trabajaron en la capacitación continua de socios locales para el trabajo de campo, tendrían que afrontar un agujero de datos en recolecciones científicas que ya llevaban años trabajando.

Mientras las fronteras permanecen cerradas y el mundo en práctico aislamiento, Asha afirma que “este período resalta la necesidad de asociaciones sólidas en el terreno si queremos tener éxito en nuestros esfuerzos de conservación”.

Pasos en el proceso de descolonización científica

Rohan Deb Roy sugiere que se debe alentar a las instituciones, organizaciones y museos que cuentan con colecciones imperiales a reflexionar los procesos políticos violentos en los que estos objetos de conocimiento global fueron adquiridos. Esto con el propósito de proporcionar investigaciones mucho más éticas y democráticas.

En el mismo rubro, las colaboraciones científicas mencionadas con anterioridad deben sufrir cambios transversales en los métodos de reconocimiento para coautorías e investigaciones científicas fuera del mundo hegemónico. Comenzar la conversación sobre los limitantes que la academia no convencional ha tenido que sufrir también generaría un cambio significativo en la participación de estas dentro de la creación científica.

“Un currículum descolonizado traería al diálogo cuestiones de clase, casta, raza, género, habilidad y sexualidad, en lugar de pretender que existe algún tipo de identidad genérica que todos compartimos”.

La difusión de un aprendizaje con fuentes equitativas es crucial para la reflexión y memoria colectiva consciente acerca del camino no siempre ético que el descubrimiento científico recorrió durante la historia. Los alumnos deben tener la oportunidad de conocer el uso que la medicina occidental tuvo en el proceso colonizador y en la creación de prejuicios raciales y sexistas que aún persisten en el mundo moderno. Deb Roy también afirma que una reconstrucción en el conocimiento dominado por el hombre blanco europeo es necesaria, y aún más, que esta historia descolonizada del desarrollo de la ciencia llegue a las escuelas.

Priyamvada Gopal, profesora de la universidad de Cambridge señala que “descolonizar y no solo diversificar los planes de estudio es reconocer que el conocimiento está inevitablemente marcado por las relaciones de poder. Un currículum descolonizado traería al diálogo entre sí cuestiones de clase, casta, raza, género, habilidad y sexualidad, en lugar de pretender que existe algún tipo de identidad genérica que todos compartimos”. También apunta que aquellas minorías no acostumbradas a verse reflejadas en el desarrollo científico del mundo moderno tienen el mismo derecho que “los hombres blancos de élite para comprender cuál ha sido su propio papel en la forja de logros artísticos e intelectuales”.

Aunque la mayoría de las universidades que ha decidido realizar acciones al respecto, ha empezado por incrementar el número de investigadores provenientes de estos grupos, distintas fuentes aseveran que una evolución del conocimiento únicamente occidental deberá empezar a destacar la contribución histórica de comunidades marginalizadas en la historia y enfrentar ciertos aspectos desagradables de la historia en la ciencia.

El llamado hacia la eliminación del parachute science, es un tanto más complejo que sólo un aumento en el número de autorías de investigadores minoritarios en papeles científicos (aunque también muy necesario). Principalmente, es transformar la manera en la que se leen los textos convencionales y hacer preguntas incómodas acerca de los procesos científicos que se llevaron a cabo en siglos anteriores. “La descolonización va a suceder en la mente”, dice Siyanda Makaula para Nature.

Fuente e imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/ciencia-colonialismo

 

 

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Paola Estrada Villafuerte

Autora en el Club de Escritura Fuentetaja. Originaria de Tampico, México.