La educación en Chile y El Debido Proceso

Por: Andrea Kohen.

No tiene ninguna justificación recurrir a la violencia en un país como Chile

La educación en Chile tiene problemas. No son exclusivamente curriculares sino de cultura. Resulta que el adoctrinamiento estatal de años ha traído como resultado, la adhesión de miles de jovenzuelos a movimientos que entienden la democracia como un pase libre para la violencia y un derecho irresponsable de aplastar a quienes consideran indignos de respeto, entre ellos autoridades y compañeros que se atrevan a discrepar con sus puntos de vista.

Lo curricular se puede arreglar, pues cientos de países efectúan cambios constantemente para estar al corriente con las mejores técnicas de enseñanza aprendizaje y las habilidades necesarias para enfrentar el futuro. Por ese lado, se puede hacer mucho y ese es un debate serio que propende a la obtención de calidad. Sin embargo, el problema en Chile tiene otras características.

Resulta que el proyecto de ley “aula segura” fue rechazado por  la comisión de constitución del senado, por 3 votos contra 2. Obviamente los votos en contra fueron de oposición, declarando que la iniciativa les parece inconstitucional por la ausencia de debido proceso, ya que acorta  de 25 a 5 días el tiempo de expulsión de un estudiante sorprendido en conductas delictuales tales como destruir mobiliario escolar con violencia, rociar con combustible a profesores o lanzar molotovs.

Los parlamentarios insistieron en que falta especificar las instancias de defensa del alumno. Es como si ignoraran que ese privilegio que tienen los colegios privados de tener clases en un contexto de seguridad, es un mínimo del cual se debe partir para avanzar en educación y que la violencia escolar no amerita proceso sino expulsión. Sin embargo, bien por el gobierno que insistirá en su aprobación pese al bloqueo izquierdista.

Que no se desviste un santo para vestir a otro y que estos alumnos igual tendrán que ser recibidos por otro establecimiento fuera de la comuna afectada. El punto es que no necesariamente esa tiene por qué  ser la resolución.

También existe la posibilidad de dar exámenes libres, lo que implica una especie de home school, también se pueden abrir centros especiales para jóvenes con serios problemas de disciplina y esto no es estigmatizarlos, sino enseñarles a tiempo, que las acciones tienen consecuencias.  (a falta de padres sensatos que se lo enseñen) condenar al estudiante a tratamiento psicológico o psiquiátrico de ser necesario, añadir trabajo comunitario, para que salgan del enorme ego en el que viven y así, no negarles el derecho a la educación ni a la movilidad social tan necesaria para que ojalá, cuando maduren y tengan familia, sepan educarla mejor de lo que ellos lo fueron.

Es que el debido proceso no es perdonarles sus delitos indefinidamente o aplazar una decisión sensata como la expulsión, pues se trata de delitos flagrantes. No hay defensa posible para ello, pues no existe contexto que la pueda justificar.

Debido proceso es post expulsión y eso se puede perfectamente establecer en la misma normativa que le permite a los establecimientos expulsar a los estudiantes violentos por la seguridad no solo de su personal sino del resto del alumnado que sí necesita aprovechar su oportunidad de educarse para mejorar sus opciones en la vida.

La idea de que no existe contexto posible para establecer un “debido proceso” previo expulsión, es porque el debido proceso es la expulsión misma frente a un acto directo de violencia. No tiene ninguna justificación recurrir a la violencia en un país como Chile.

Chile es un país libre y democrático. Sí, libre, con una economía de mercado que nos permite tomar decisiones sin coerción, pero que también nos deja asumir las consecuencias. En este sentido, si alguien está descontento con la calidad de la educación, bien puede pedir vía carta, misiva colectiva, conferencia de prensa, cita en el congreso, etc. La consideración de mejoras educativas que se orienten a la movilidad social. No hay absolutamente ninguna excusa para recurrir a la violencia de ningún tipo.

En Chile los estudiantes no son oprimidos. Incluso muchos que no tienen gratuidad universitaria, entienden que la educación es una importante inversión que la vida laboral les devuelve con creces y que la calidad solo puede mejorar cuando el nivel ofrecido por ellos como estudiantes mejora al exigirse, al forzarse a ser mejores.

Es triste que todo este escenario de benevolencia legislativa hacia obvios infractores de la ley, no sea más que una extensión de una generación de padres complacientes que no educan ni dejan educar, que para contrarrestar su ausencia y desinterés, fuerzan al sistema a pintarles de color de rosas la vida a sus hijos.

Que ni se le ocurra al sistema enfrentar a los niños a cualquier tipo de fracaso, porque no tienen ganas de ser padres responsables y enseñarles que los fracasos son lecciones para mejorar, para auto exigirse y lograr objetivos. Abundan estos padres con la mentalidad de que hay que premiar por participar y no por ganar algo.

Quieren a sus hijos ricos y exitosos, pero sin enseñarles la disciplina necesaria para ello. Solo buscan atajos para los nenes pues no tienen tiempo ni ganas de realmente educarlos para la vida.

Simplemente les enseñan que tienen derecho a todo por existir, así en su ausencia, los “niños” podrán sortear sus obstáculos con berrinches infantiles obligando a los adultos a ceder solo porque el ruido es molesto.

Eso es más fácil que sentarse a explicarles que el amor implica dar el 100% de lo que los hijos necesitan y por su propio bien, solo el 20% de lo que quieren, haciendo que se esfuercen y trabajen por sus anhelos, pues esto les provee metas de corto, mediano y largo plazo y conseguirlas es constructivo para el carácter.

Muchos de los padres actuales, solo tienen hijos para chequear la lista de cosas por hacer en la vida, pero no para generar valor en la sociedad al heredar hijos que aporten y contribuyan al desarrollo.

La ley aula segura no es inconstitucional pues resguarda el contexto mínimo de paz necesario para el proceso de enseñanza aprendizaje y la obstrucción legislativa de la oposición solo revela su mezquindad con aquellos que dicen defender. Los más pobres son los más afectados por no poder estudiar en paz y esa santurronería dela izquierda buenista, con sus perdonazos y obstrucciones politiqueras, solo les disminuyes sus legítimas posibilidades de movilidad social.

Fuente del artículo: https://es.panampost.com/andrea-kohen/2018/10/13/educacion-en-chile/?cn-reloaded=1

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Progresismo impregnando la educación, receta para el desastre

Por: 

No importa si el gobierno es de izquierda o derecha, siempre el tema es delicado pues las visiones son muchas al respecto.

Uno de los temas más sensibles y más complejos de tratar en cualquier gobierno es la educación y el porvenir de la misma según las políticas de moda a implementar.

No importa si el gobierno es de izquierda o derecha, siempre el tema es delicado pues las visiones son muchas al respecto. Que la educación es un derecho, que es un bien de consumo, que es un servicio, etc.

El énfasis que se ha discutido en Chile los últimos años tiene que ver con la fuente de su financiamiento y no con la calidad, la cual año a año disminuye en la educación pública aumentando la brecha de rendimiento entre este sector y el privado.

Lo preocupante es que pese a ver con números y datos duros que la calidad no se mejora con un mal entendido empoderamiento del alumno, que se confunde con un mimo injustificado que lo releva de sus deberes, sino con la formación rigurosa que se da en cada una de las asignaturas y sus requerimientos, los cuales están diseñados por profesionales de la educación, competentes y que como cualquier otro trabajador desea ver los frutos de su trabajo.

Una señal de alerta de que la calidad ha estado disminuyendo es la cantidad de puntajes nacionales egresados del emblemático establecimiento llamado Instituto Nacional. Dichos puntajes solían ser abundantes y destacaban la eficiencia y eficacia de un buen establecimiento público que ponía a sus estudiantes en condiciones de competir de igual a igual con el mundo privado y los egresados de los mejores colegios.

Gracias al progresismo que propone que el ser humano es sujeto de derecho, pero escasamente de deberes, que concibe la educación como un adoctrinamiento que ha de ser impartido por el Estado y que la sola existencia del privado en el ámbito es una desgracia para el progreso porque genera diferencias entre el producto estudiantil que el Estado puede generar y ellos, se ha estado desmantelando la esencia misma de la educación, que es formar personas con habilidades que permitan la sana convivencia en sociedad y que además cuenten con un set de conocimientos apropiado como base para aportar en el lugar donde se encuentren.

Ya no es necesario el rigor de la formación que las asignaturas nos dan pues parece que el objetivo es simplemente conformar a una horda de padres ocupados que no quieren lidiar con la soledad de sus hijos ni los efectos que esta produce, tales como el mal rendimiento.

Tenemos una generación de padres que compraron el discurso victimista que les instala el progresismo en donde el mundo les debe algo y la escuela no es más que una gran guardería donde depositan a sus hijos sin sentirse culpables y donde esperan que se les enseñe lo que ellos no están dispuestos a hacer en casa.

Esperan que se les devuelva un buen hijo, con buenos modales, con conocimientos, con perspectivas de futuro y con madurez, pero el rigor necesario para obtener personas con esa disciplina, con esa disposición, no es aceptado por este grupo de padres y apoderados que quieren milagros sin pasar por el proceso.

Esta cultura, genera grupos de presión que van en desmedro de la educación misma y ha traspasado esa sensación de victimismo a quienes hoy se están educando, creyendo que el socialismo es aplicable a la educación y que la meritocracia es un lujo burgués que no debe ser impuesto al tan estimado “pueblo”.

Eso de que sea necesario esforzarse por alcanzar las metas propuestas es una herencia de la explotación capitalista que es impuesta por los abusadores de la sociedad y los estudiantes no deben someterse a tal disciplina porque podría traumarlos.

La última medida comunicada por el actual gobierno que ya casi termina, anuncia que aquellos estudiantes que no logren alcanzar los objetivos mínimos de promoción, no deben repetir año. Es decir, se promoverá de curso a personas que no han adquirido ni los conocimientos ni las competencias necesarias para pasar al siguiente nivel. La disposición reza así:

“De acuerdo a la evidencia, se indica que la repitencia suele tener más efectos negativos que positivos, tanto para el desarrollo como para el aprendizaje de los y las estudiantes, afectando aspectos socioemocionales y aumentando las probabilidades de ausentismo y deserción”, señaló el Mineduc en su sitio web.

“Al respecto, el nuevo decreto promueve el tránsito desde la repitencia automática —modelo actual en Chile, en que a partir del no cumplimiento de ciertas reglas fijas el o la estudiante repite directamente.—- a un modelo en el que el proceso de toma de decisión de promoción o repitencia es un análisis colectivo e integral de cada caso, en que la repitencia es entendida como medida excepcional y en que el centro está en proveer el mejor acompañamiento posible a los y las estudiantes que hayan tenido mayores dificultades”.

La libertad de enseñanza permite que existan distintos y diversos proyectos educativos entre los cuales elegir y que se adapten mejor a las expectativas de los padres, apoderados y estudiantes.

Por eso habrá establecimientos científico-humanistas, técnico profesionales, escuelas para personas con necesidades especiales, pero una mala entendida inclusión implica que la diversidad de personas se ven obligadas a coexistir a veces en ambientes menos que ideales para su avance en el aprendizaje y a esto le sumamos un disparo a la cabeza a la meritocracia como es la eliminación de la repitencia automática.

El trabajo que implica correr tantas millas extras por personas que muchas veces y en muchos casos simplemente carecen de la motivación y cuyo problema no ha de resolverse sino en casa, hará que los profesionales de la educación tomen el camino sencillo y promuevan a personas que nunca estarán preparadas para el mundo del futuro, para competir y ser los mejores pese a sus dificultades y para destacar en la creación de bienestar.

Parte del legado, no podía ser de otra manera, el socialismo versus la educación. Y así se despide Bachelet.

Fuente del Artículo:

Progresismo impregnando la educación, receta para el desastre

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