India: el país de los ‘bollygarcas’ que vive de espaldas a las mujeres

Por: Angel L. Martínez

El crecimiento sostenido depende del desarrollo de infraestructuras en las zonas rurales, donde vive el 65% de su población, y de la inserción laboral femenina

Se tardan 14 horas en viajar en tren desde la capital de la India, Nueva Delhi, a su centro financiero, Bombay. La misma distancia entre las principales ciudades chinas, Pekín y Shanghái, se hace en cuatro horas. Mientras el vecino asiático ha duplicado sus vías férreas desde 1990, las de la India han seguido igual y su inversión ha sido tres veces menor. La mejora de una red de ferrocarriles lenta y obsoleta condiciona el éxodo de cientos de millones de personas a las ciudades y el equilibrio del desarrollo de la India rural y urbana, también segregada en clases, castas, religiones y géneros. La mejora de las infraestructuras en las zonas más abandonadas y la inserción laboral de las mujeres son aspectos vitales para que el país goce de un crecimiento sostenido.

Nacido hace 165 años, Indian Railways es el mayor empleador del país —1,4 millones de trabajadores—, pero ha estado gestionado por el clientelismo político. El alto impuesto a las mercancías transportadas en tren —para subvencionar pasajes a viajeros— ha reducido al 30% los bienes distribuidos por esta red cuando el porcentaje era del 65% en 1970. La restricción afecta a la distribución del carbón; principal fuente de energía en la India, aunque tres veces más costoso y lento de transportar que en China, lo que frena el desarrollo industrial.

En 2018, el Gobierno invirtió 18.500 millones de euros para remodelar estaciones y vías férreas, medida que corrió en paralelo a la eliminación de las restricciones a la inversión extranjera, una decisión esta última no exenta de controversia por el temor a la privatización. “El ferrocarril es el medio de transporte para las clases bajas. Su privatización aumentará los pasajes de viajeros y el precio de los bienes de primera necesidad, lo que afectará a todos los bolsillos”, explica el profesor emérito del Centro de Observación e Investigación Abhijit Mukopadyay.

Geografía inabarcable

El mismo equilibrio exige el desarrollo sostenible de las poblaciones unidas por la red de ferrocarriles en la vasta y desigual geografía del séptimo país más extenso del planeta. Más del 65% de los 1.250 millones de indios viven en pueblos, pero se estima que 404 millones de personas emigrarán a las ya superpobladas megalópolis del país hacia 2050. Así, en 2015, el Gobierno creó la misión Smart City para mejorar 100 ciudades medias con una inversión de 6.700 millones de euros. Sin embargo, un informe de expertos concluye, tras analizar las condiciones de chabolas de las urbes o la falta de agua potable en pueblos, que el plan no satisface las necesidades de la población.

El desarrollo rural depende, en buena medida, del éxito de promesas como la construcción de 30 kilómetros de carreteras diarias, cientos de millones de retretes e infraestructuras que suministren a poblaciones remotas. “Hay una red muy limitada para que el gas natural llegue a los consumidores, independientemente de lo que se produce”, explica el experto de ORF, Aparajit Pandey, en referencia a una posible desregulación del gas natural para reducir la dependencia importadora. “Para hacer que el gas natural sea una opción viable en la India, la infraestructura para tuberías tiene que ser mejorada e incrementada”.

La abismal brecha entre las urbes de los bollygarcas —mezcla de Bollywood, industria del cine de Bombay, y oligarcas— y las aldeas que bordean la pobreza extrema pasa por solucionar la perenne crisis del campo. Alrededor del 18% del PIB de la sexta economía del planeta depende del sector agrícola, que reclama inversión pública y exención de deudas para unas cosechas condenadas a calamidades y a la fluctuación de precios. Ante el peso del voto de los 144 millones de labriegos indios (32% de la población), la medida de los Gobiernos ha sido subvencionar la agricultura; incluido el del reacio Modi, que asignó 7.380 millones en planes de empleo para el sector con vistas a las elecciones.

Si los esfuerzos se redoblan para el desarrollo rural, más velocidad aún debe tomar la inclusión de la mujer india en la economía, ya que solo el 27% participa en el mercado laboral. La violencia machista, —en proceso de erradicación de fenómenos culturales como la dote o los feticidios femeninos— ha truncado la educación de generaciones de mujeres, ahondando la discriminación y la brecha salarial. Pero la tendencia no augura cambios radicales. Según la encuesta del Estudio Nacional de Estadística (NSSO), más jóvenes de 15 a 19 años prefieren la educación al trabajo prematuro, pero los datos para las edades de entre 20 y 24 años muestran menos mujeres en el mercado laboral. Estos datos ratifican el estudio del Banco Mundial sobre empleo femenino, que subraya que la reducción de trabajo en el campo no se corresponde con un aumento similar en actividades productivas no agrícolas en las ciudades.

“No solo la participación laboral de la mujer es baja, también su proporción en trabajos de ingresos elevados, altamente productivos y seguros; mientras que la relación de mujeres es mayor en sectores agrícolas y en la producción informal”, explica Pallavi Choudhuri, investigadora del Consejo Nacional para el Estudio de la Economía Aplicada (NCAER).

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/economia/imagenes/2019/05/10/actualidad/1557482275_835617_1557482479_noticia_normal.jpg

Fuente: https://elpais.com/economia/2019/05/10/actualidad/1557482275_835617.html

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Andar 3.800 kilómetros por la independencia (de la mujer) en India

Por Ángel Martínez Cantera

 

En la primavera de 1930, Gandhi caminó 390 kilómetros hasta las orillas del Índico y de ella tomó un puñado de sal para «sacudir los cimientos del Raj Británico». La marcha a Dandi, o marcha de la sal, fue su ataque a la opresión extranjera basada en el expolio de los recursos locales. Medio millón de personas caminaron junto al Mahatma  —otros muchos le imitaron después— en la primera manifestación anticolonialista y germen de los movimientos de masas del siglo XX.

Despojada del yugo invasor, hoy India se enfrenta a una represión tan sangrante como el colonialismo. Pero el machismo, cuyas diferentes formas de violencia han hecho desaparecer a 63 millones de indias, no es un enemigo extraño, y sacudir las bases del patriarcado es un reto aun mayor. De ahí que la desconocida Srishtri Bakshi multiplicase los esfuerzos caminando 3.800 kilómetros para visibilizar el principal desafío de la india emancipada: la independencia de sus mujeres.

Srishtri Bakshi camina por las calles de Bombay. Su proyecto le llevó a recorrer India de punta a punta para hacer visible la inseguridad de la mujer en un país en el que se cometen una media de cuatro violaciones por hora.ampliar foto
Srishtri Bakshi camina por las calles de Bombay. Su proyecto le llevó a recorrer India de punta a punta para hacer visible la inseguridad de la mujer en un país en el que se cometen una media de cuatro violaciones por hora. ANGEL L. MARTÍNEZ CANTERA

“El problema es la falta de participación. Y caminar es la mejor forma de llegar al ciudadano de a pie”, explica Bakshi, de 30 años, quien reunió a mil personas en una marcha nocturna por las calles de Bombay en mayo de 2018, como ya hiciese en Delhi. Era la última de muchas realizadas por varias megalópolis indias y colofón de un viaje por todo el subcontinente. “Los recorridos de noche simbolizan que avanzamos hacia la meta de reconquistar las calles. Para que las mujeres vuelvan a casa sin miedo”, explica esta publicista afincada en Hong Kong desde hace un lustro. Hastiada de escuchar críticas por la falta de seguridad de la mujer en su país y, sobre todo, harta de la normalización de la violencia machista por sus paisanos —con una media de cuatro violaciones por hora entre 2007 y 2014— Srishtri Bakshi decidió dar el primer paso.

En septiembre del 2017 empezó el #BillónDePasosPorLaMujer desde Kanyakumari, en Tamil Nadul, estado al extremo sur, hasta Srinagar, capital de la región septentrional de Jammu y Cachemira. Ocho meses de recorridos de 25 kilómetros al día a través de 12 estados diferentes organizando más de cien talleres para 800 mujeres cada uno. Un trayecto en el que interactuó con 85.000 personas con el objetivo de mostrar las diferencias de género que afectan al país y empoderar a la mujer. “Hay que viajar para conocer la raíz de los problemas”, razona. Srishtri Bakshi se ayuda del ejemplo de un granjero que casaba a su hija de 12 años ante su incapacidad para protegerla de los jóvenes solteros de la aldea. “Este hombre reconocía que era un error. Pero no podía trabajar el campo para alimentar al resto de su familia por miedo a que su hija fuese asaltada”.

Muchas lacras que amenazan a la población femenina tienen su raíz en tradiciones enquistadas en la India rural

La sociedad india se conciencia de las diferentes formas de violencia contra la mujer poco a poco. Sin embargo, junto a los obstáculos que suponen el desbordamiento judicial y la falta de inversión social, muchas de las lacras que amenazan a la población femenina tienen su raíz en tradiciones enquistadas en la India rural. De esa mentalidad patriarcal nacen el aborto selectivo de fetos femeninos, el matrimonio infantil, los ataques con ácido, la violencia ligada a la dote matrimonial o la mutilación genital femenina. Males, todos ellos, vinculados a la extrema dependencia de la mujer en todos los ámbitos.

Para contribuir a su emancipación, el proyecto de Srishtri Bakshi apostó por la educación digital y financiera con el patrocinio de Empower Women. El programa de ayudas de la agencia de Naciones Unidas para la Mujer tiene como objetivo que las mujeres consigan su mayor potencial económico transformando a los propios ciudadanos en defensores, agentes de cambio y líderes dentro de sus comunidades. “El acceso a Internet en los pueblos es reducido. Pero no es tanto ese el problema, sino cómo dedican el tiempo”, explica Bakshi, que sienta su idea en un estudio que demuestra que la población rural de India pasa una media de cuatro horas en la Red, duplicando la media en las ciudades. “La mejor educación digital, unida a nociones financieras para que se conviertan en emprendedoras, es su camino a la independencia”, resume.

A Bakshi no le faltan ejemplos del beneficio económico de la educación digital tras ocho meses pateándose la geografía india e impartiendo talleres sobre salud, higiene, liderazgo, derechos de la mujer e igualdad. Cuenta el caso de Suchitra, quien consumía miles de vídeos de cocina por YouTube. Tras años de violencia doméstica, abandonó su Bengal Occidental natal para montar un exitoso restaurante en su nueva residencia, desde donde incluso envía dinero a su familia. O el de la joven que no podía salir de casa en Tamil Nadul. Aprovechando su aislamiento y algunas nociones de costura, Sheeba Rishi enviaba fotos de sus telas a sus amigas por WhatsApp. En pocos meses, el grupo llegó a tener unos 1.500 miembros y las ventas le han permitido abrir su propio negocio con un capital que alcanza hoy los 4.000 euros.

Srishtri comenzó su marcha hace ocho meses en Tamil Nadul, al sur de India, y completó un total de 3.800 kilómetros hasta llegar a Jammu y Cachemira, al norte del país.ampliar foto
Srishtri comenzó su marcha hace ocho meses en Tamil Nadul, al sur de India, y completó un total de 3.800 kilómetros hasta llegar a Jammu y Cachemira, al norte del país. EQUIPO DE CROSSBOW MILES

“Ante un centenar de mujeres en Cachemira, una joven musulmana dijo que ya no tenía miedo de que su padre la casase porque ahora sabía hacer negocios por Internet y quería ser independiente”, explica Bakshi sobre uno de los últimos talleres que hizo antes de acabar su viaje por el subcontinente. En cierta forma, nunca caminó sola. Además de los cientos de personas que la acompañaron en algunos trayectos, la publicista y su equipo crearon una aplicación móvil para fomentar la imprescindible participación. “Aunque sé que mucha gente quería contribuir, no podía esperar que dejasen sus rutinas de lado para caminar conmigo durante 230 días. Así que buscamos una solución millenial para involucrar a todos”.

CrossBow Miles ofrece acceso virtual a diferentes proyectos que ayudan a la emancipación de la mujer. La aplicación digital permite a los usuarios promocionarlos caminando para ellos. “Por ejemplo, cada 50.000 pasos ayudan a la educación de una niña. Es un apadrinamiento virtual orientado a la sensibilización. Cuando los particulares completan sus retos, les enviamos un resumen visualmente atractivo en vez de los tradicionales y largos informes anuales que, normalmente, nadie lee”, explica Srishtri Bakshi.

Acabado su periplo por el país en un viaje en el que, según ella, ha “aprendido más de lo que ha podido enseñar”, la publicista vuelve a su trabajo en Hong Kong, pero no da por terminada su andadura. Su organización ayudará a los proyectos y reforzará la participación gubernamental. “Vamos a presentar al Gobierno una propuesta de soluciones locales a los problemas existentes porque hay muchos funcionarios de las zonas rurales que quieren ayudar en la medida sus posibilidades. Aún queda mucho camino por recorrer”.

Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2018/08/06/planeta_futuro/1533551211_912842.html

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Misión: nacer niña en India

Por: Ángel L. Martínez Cantera

Se estima que hubo cuatro millones de abortos selectivos de fetos femeninos en la última década en India. Expertos hablan de ‘genocidio organizado’ por el uso de técnicas ilegales para determinar el sexo.

Si naciese niña, se llamaría Priya o Anjali; habían dicho sus padres días antes. Apenas hace 24 horas del milagro y sus frágiles dedos de hojas de sándalo agarran con vigor el corazón de su padre. A ciegas, pero con la vitalidad de sus cuatro portentosos kilos y sus 47 increíbles centímetros de existencia. Lo prodigioso del alumbramiento de esta bebé todavía sin nombre no sólo es que respire el aire plagado de microbios. Ni que el embrión sobreviviese antes al vertiginoso viaje celular hasta ser feto. Tan siquiera sorprende que lo que fue un huevo más pequeño que una alubia culminase la peligrosa migración al útero hace nueve meses. Lo extraordinario del nacimiento de esta bebé es que se haya producido aún siendo condenada desde su gestación. A pesar de ser una niña nacida en India; donde —según una investigación publicada en la revista médica The Lancet— cada año medio millón de fetos femeninos desaparecen antes de sujetar el corazón, índice o pulgar de sus padres.

Igualmente insólitas fueron las palabras de Vishal Ashok Mulay horas antes del parto. “Seremos muy felices si tenemos una hija porque sólo hay chicos en nuestra familia. Médicos como Ganesh ayudan a cambiar la mentalidad de nuestra sociedad”, había dicho el padre, de 26 años, en referencia al pediatra que ayudó a dar a luz a su bebé. Desde 2012, Ganesh Rakh ha traído a más de medio millar de niñas al mundo gratuitamente. En vez de cobrar hasta 870 euros, como en un hospital privado, o 130 euros, como en uno público; la pequeña clínica del doctor Rakh no ingresa dinero alguno por dar a luz a las hijas de sus pacientes. De esta forma, las familias que acuden a este centro privado de la ciudad de Pune –en el estado de Maharashtra– no tienen que costear el tratamiento durante y después del embarazo; una más de las cargas económicas que conlleva ser mujer en India.

“Antes, nuestras pacientes sólo querían tener hijos. Muchas acuden a los babas (curanderos) en busca de pociones con las que sólo concebir niños. Incluso doctores profesionales recetan falsos tratamientos de ese tipo”, cuenta Rakh. Su campaña Save the Baby Girl (salvar a las niñas bebé) no sólo ayuda a alumbrarlas sin costes en Pune gracias a los ingresos obtenidos con los nacimientos de varones, sino que también asesora a familias y embarazadas sobre las prácticas y tradiciones que discriminan a la mujer. “Estamos en contra de la dote matrimonial, incluidos los regalos hechos por la familia de la novia durante la boda. Porque ahí está la raíz del problema en todas las culturas indias”, explica. Lo que fue una modesta iniciativa a nivel local se ha transformado en una ambiciosa misión nacional con el objetivo de sensibilizar a la población. Desde el 24 de Agosto y hasta comienzos de 2017, la campaña recorrerá todos y cada uno de los estados del país para concienciar sobre una vileza enquistada en India: el feticidio femenino.

Un lento y silencioso genocidio médico

La dote matrimonial fue abolida en India en 1961, pero su práctica sigue ocurriendo en todos los estados. Bien en la forma más arcaica, o mediante abusivos regalos de boda de la familia de la novia. Estas y otras tradiciones similares de una sociedad marcadamente patriarcal perpetúan la discriminación de la mujer; que es vista como una carga económica y social para las familias. La consecuencia última de estas costumbres son los abortos selectivos de fetos femeninos. Los números hablan por sí solos de una lacra masiva y silenciosa. El último censo, de 2011, muestra un ratio artificialmente desequilibrado: 940 mujeres por cada 1.000 hombres. Los datos concernientes a los menores de seis años en el estado de Maharashtra son más preocupantes. En 1991, la proporción era de 946 chicas por cada mil chicos, pero ha descendido a 883 niñas. Un reciente estudio de la revista médica The Lancet estimó que 12 millones de fetos femeninos habían sido víctimas de abortos selectivos en India en las últimas tres décadas.

“El censo recoge 26 millones de nacimientos anuales. La mitad deberían ser niñas. Pero la realidad es que perdemos al 5% de nuestras hijas”, explica Varsha Deshpande, abogada defensora de los derechos de la mujer en Mumbai. Sólo en esta ciudad, los abortos registrados se han duplicado en cinco años. Sin embargo, el problema no es el número oficial., sino la mala praxis de los médicos que registran interrupciones de embarazos como masculinos cuando son de niñas, o los abortos no registrados. “Ni abortar ni la determinación del sexo del feto son delitos en India. Pero la revelación del sexo sí lo es. Ese es el origen de la eliminación de fetos femeninos”, argumenta Deshpande, miembro de la Comisión Nacional para la Supervisión de la Ley de Técnicas y Diagnósticos Prenatales (PCPNDT Act, en inglés); que castiga los exámenes de determinación del sexo de los fetos mediante sonografías y otras técnicas, así como el aborto selectivo. Deshpande organiza operaciones señuelo en clínicas que ofrecen estos servicios ilegales y ha presentado casos contra medio centenar de doctores acusados de quebrantar la ley.

La PCPNDT fue aprobada hace dos décadas, pero ni siquiera la mitad de los estados indios han registrado juicios por el incumplimiento de la misma pese a que la desproporción de niñas respecto a niños es clamorosa en casi todo el país. De hecho, la ley no se ejecuta en Bihar o Uttar Pradesh; dos de los estados más grandes del país, donde la práctica de la dote está muy extendida y donde sólo una de cada tres niñas concebidas acaban por nacer.

Por su parte, Maharashtra se ha convertido en adalid de la cruzada contra el feticidio femenino. El mayor cumplimento de la PCPNDT en este estado, movilizó a 450 radiólogos en contra de la norma el pasado junio. Diversas asociaciones médicas nacionales la critican por injusta y solicitan su revisión. Pero sus defensores sostienen que las quejas de los colectivos de la salud son una muestra de que algunos profesionales actúan ilegalmente. “La ley lleva vigente en Maharashtra desde 1988 y en India desde 1994, pero sólo ahora exigen su enmienda. ¿Por qué? Porque antes se saltaban la ley, cuando ahora muchos son enjuiciados gracias a nuestras operaciones”, razona Deshpande, también miembro de la comisión encargada de revisar la ley. “Estos organismos no quieren salvar a las hijas de India, sino a sus colegas los doctores. No estamos en el comité para cambiar la ley, sino para protegerla. Es la mejor norma que hemos tenido para prevenir una forma abyecta de violencia. La ley no se cambiará”.

A pesar de que las cifras de los abortos selectivos describen una aberración de dimensiones abominables, Varsha Deshpande insiste en no usar el término feticidio femenino. Según la experta, esto presupone el asesinato de un ser viviente, mientras que los fetos sólo se pueden abortar; reiterando que su misión no tiene que ver con los colectivos pro-vida: “El feticidio femenino también implica la responsabilidad de las embarazadas y no es cierto. Nuestro objetivo legal no son las cientos de miles de mujeres indias, sino los profesionales médicos, delincuentes de cuello blanco. Las embarazadas son nuestros iconos y las embajadoras de nuestra lucha contra el mal uso de la tecnología [sonografías y otras técnicas] y los doctores que violan la ley”.

la Ley de Técnicas y Diagnósticos Prenatales castiga los exámenes de determinación del sexo de los fetos mediante sonografías y otras técnicas, así como el aborto selectivo

Siguiendo este principio, Deshpande y otros colectivos de mujeres firmaron un manifiesto conjunto en contra de las declaraciones de sindicatos médicos y la propia Ministra de Desarrollo de la Mujer y la Infancia, Maneka S. Gandhi; quienes afirmaban que la ley tenía mecanismos para identificar a familias y doctores que consienten la revelación del sexo de los bebés. “No creemos en la vigilancia del embarazo de una mujer. Mi obligación es regular el uso de la tecnología. Supervisar la vida privada de alguien es violar los derechos humanos”, zanja la abogada quien alega que tales propuestas restringen el libre acceso a servicios seguros y legales de interrupción del embarazo.

La vigilancia y persecución de las embarazadas y sus familias fuerza a las encintas a acudir a curanderos y profesionales que les inducen abortos ilegales que ponen en riesgo sus vidas. “En los estados en los que la ley no se cumple, los tratamientos son baratos, 700 rupias (9,4 euros). Pero el pack de determinación del sexo más aborto se ha encarecido en Maharasthra, donde los doctores cobran hasta 70.000 rupias (940 euros) por considerar que toman más riesgos al estar más vigilados”, explica el doctor Sabu Matthew George, quien lleva décadas investigando acerca de los abortos selectivos. El experto señala, además, que aunque el número de embarazos interrumpidos se hayan podido reducir en los estados que persiguen a los médicos delincuentes, éstos no han dejado de ganar grandes sumas de dinero ya que ahora cobran por un sólo aborto lo que antes ganaban después de realizar decenas de ellos.

También ex miembro del Comité Nacional para la Inspección y Supervisión de la ley PCPNDT, George describe la situación actual como un genocidio organizado que no sólo beneficia a profesionales médicos, sino a grandes empresas multinacionales también. “Nos enfrentamos a crímenes médicos organizados, en los que compañías como Google o Microsoft violan nuestras leyes sólo por hacer dinero mientras contribuyen al genocidio. La ley condena taxativamente los anuncios de tecnologías modernas para la determinación del sexo de los fetos, pero estas empresas se creen en el derecho de publicitar lo que sea en cualquier sitio de la red”, clama en referencia a la acusación por parte del Tribunal Supremo indio a compañías como Google, Yahoo o Microsoft por la promoción online de técnicas de selección del sexo consideradas ilegales bajo la legislación india.

Pese a los avances conseguidos por la ley en Maharashtra y otros estados, los expertos prevén que la proporción nacional de chicas respecto a chicos continuará disminuyendo en futuros censos. Sabu M. George reconoce los esfuerzos de Rakh y su campaña Salvar a las niñas bebé, que ha conseguido el respaldo de otros 10.000 pediatras de todo el país, así como de medios de comunicación o celebridades. Pero piensa que el apoyo verbal no es suficiente y que los médicos deberían denunciar a sus compañeros de profesión ante el Tribunal de Ética Médica por un genocidio contra la mitad de la población del país.

Si naciese niña, se llamaría Priya o Anjali; habían dicho sus padres días antes. Apenas hace 24 horas del milagro y sus frágiles dedos de hojas de sándalo agarran con vigor el corazón de su padre. A ciegas, pero con la vitalidad de sus cuatro portentosos kilos y sus 47 increíbles centímetros de existencia. Lo prodigioso del alumbramiento de esta bebé todavía sin nombre no sólo es que respire el aire plagado de microbios. Ni que el embrión sobreviviese antes al vertiginoso viaje celular hasta ser feto. Tan siquiera sorprende que lo que fue un huevo más pequeño que una alubia culminase la peligrosa migración al útero hace nueve meses. Lo extraordinario del nacimiento de esta bebé es que se haya producido aún siendo condenada desde su gestación. A pesar de ser una niña nacida en India; donde —según una investigación publicada en la revista médica The Lancet— cada año medio millón de fetos femeninos desaparecen antes de sujetar el corazón, índice o pulgar de sus padres.

Igualmente insólitas fueron las palabras de Vishal Ashok Mulay horas antes del parto. “Seremos muy felices si tenemos una hija porque sólo hay chicos en nuestra familia. Médicos como Ganesh ayudan a cambiar la mentalidad de nuestra sociedad”, había dicho el padre, de 26 años, en referencia al pediatra que ayudó a dar a luz a su bebé. Desde 2012, Ganesh Rakh ha traído a más de medio millar de niñas al mundo gratuitamente. En vez de cobrar hasta 870 euros, como en un hospital privado, o 130 euros, como en uno público; la pequeña clínica del doctor Rakh no ingresa dinero alguno por dar a luz a las hijas de sus pacientes. De esta forma, las familias que acuden a este centro privado de la ciudad de Pune –en el estado de Maharashtra– no tienen que costear el tratamiento durante y después del embarazo; una más de las cargas económicas que conlleva ser mujer en India.

“Antes, nuestras pacientes sólo querían tener hijos. Muchas acuden a los babas (curanderos) en busca de pociones con las que sólo concebir niños. Incluso doctores profesionales recetan falsos tratamientos de ese tipo”, cuenta Rakh. Su campaña Save the Baby Girl (salvar a las niñas bebé) no sólo ayuda a alumbrarlas sin costes en Pune gracias a los ingresos obtenidos con los nacimientos de varones, sino que también asesora a familias y embarazadas sobre las prácticas y tradiciones que discriminan a la mujer. “Estamos en contra de la dote matrimonial, incluidos los regalos hechos por la familia de la novia durante la boda. Porque ahí está la raíz del problema en todas las culturas indias”, explica. Lo que fue una modesta iniciativa a nivel local se ha transformado en una ambiciosa misión nacional con el objetivo de sensibilizar a la población. Desde el 24 de Agosto y hasta comienzos de 2017, la campaña recorrerá todos y cada uno de los estados del país para concienciar sobre una vileza enquistada en India: el feticidio femenino.

Un lento y silencioso genocidio médico

La dote matrimonial fue abolida en India en 1961, pero su práctica sigue ocurriendo en todos los estados. Bien en la forma más arcaica, o mediante abusivos regalos de boda de la familia de la novia. Estas y otras tradiciones similares de una sociedad marcadamente patriarcal perpetúan la discriminación de la mujer; que es vista como una carga económica y social para las familias. La consecuencia última de estas costumbres son los abortos selectivos de fetos femeninos. Los números hablan por sí solos de una lacra masiva y silenciosa. El último censo, de 2011, muestra un ratio artificialmente desequilibrado: 940 mujeres por cada 1.000 hombres. Los datos concernientes a los menores de seis años en el estado de Maharashtra son más preocupantes. En 1991, la proporción era de 946 chicas por cada mil chicos, pero ha descendido a 883 niñas. Un reciente estudio de la revista médica The Lancet estimó que 12 millones de fetos femeninos habían sido víctimas de abortos selectivos en India en las últimas tres décadas.

“El censo recoge 26 millones de nacimientos anuales. La mitad deberían ser niñas. Pero la realidad es que perdemos al 5% de nuestras hijas”, explica Varsha Deshpande, abogada defensora de los derechos de la mujer en Mumbai. Sólo en esta ciudad, los abortos registrados se han duplicado en cinco años. Sin embargo, el problema no es el número oficial., sino la mala praxis de los médicos que registran interrupciones de embarazos como masculinos cuando son de niñas, o los abortos no registrados. “Ni abortar ni la determinación del sexo del feto son delitos en India. Pero la revelación del sexo sí lo es. Ese es el origen de la eliminación de fetos femeninos”, argumenta Deshpande, miembro de la Comisión Nacional para la Supervisión de la Ley de Técnicas y Diagnósticos Prenatales (PCPNDT Act, en inglés); que castiga los exámenes de determinación del sexo de los fetos mediante sonografías y otras técnicas, así como el aborto selectivo. Deshpande organiza operaciones señuelo en clínicas que ofrecen estos servicios ilegales y ha presentado casos contra medio centenar de doctores acusados de quebrantar la ley.

La PCPNDT fue aprobada hace dos décadas, pero ni siquiera la mitad de los estados indios han registrado juicios por el incumplimiento de la misma pese a que la desproporción de niñas respecto a niños es clamorosa en casi todo el país. De hecho, la ley no se ejecuta en Bihar o Uttar Pradesh; dos de los estados más grandes del país, donde la práctica de la dote está muy extendida y donde sólo una de cada tres niñas concebidas acaban por nacer.

Por su parte, Maharashtra se ha convertido en adalid de la cruzada contra el feticidio femenino. El mayor cumplimento de la PCPNDT en este estado, movilizó a 450 radiólogos en contra de la norma el pasado junio. Diversas asociaciones médicas nacionales la critican por injusta y solicitan su revisión. Pero sus defensores sostienen que las quejas de los colectivos de la salud son una muestra de que algunos profesionales actúan ilegalmente. “La ley lleva vigente en Maharashtra desde 1988 y en India desde 1994, pero sólo ahora exigen su enmienda. ¿Por qué? Porque antes se saltaban la ley, cuando ahora muchos son enjuiciados gracias a nuestras operaciones”, razona Deshpande, también miembro de la comisión encargada de revisar la ley. “Estos organismos no quieren salvar a las hijas de India, sino a sus colegas los doctores. No estamos en el comité para cambiar la ley, sino para protegerla. Es la mejor norma que hemos tenido para prevenir una forma abyecta de violencia. La ley no se cambiará”.

A pesar de que las cifras de los abortos selectivos describen una aberración de dimensiones abominables, Varsha Deshpande insiste en no usar el término feticidio femenino. Según la experta, esto presupone el asesinato de un ser viviente, mientras que los fetos sólo se pueden abortar; reiterando que su misión no tiene que ver con los colectivos pro-vida: “El feticidio femenino también implica la responsabilidad de las embarazadas y no es cierto. Nuestro objetivo legal no son las cientos de miles de mujeres indias, sino los profesionales médicos, delincuentes de cuello blanco. Las embarazadas son nuestros iconos y las embajadoras de nuestra lucha contra el mal uso de la tecnología [sonografías y otras técnicas] y los doctores que violan la ley”.

la Ley de Técnicas y Diagnósticos Prenatales castiga los exámenes de determinación del sexo de los fetos mediante sonografías y otras técnicas, así como el aborto selectivo.

Siguiendo este principio, Deshpande y otros colectivos de mujeres firmaron un manifiesto conjunto en contra de las declaraciones de sindicatos médicos y la propia Ministra de Desarrollo de la Mujer y la Infancia, Maneka S. Gandhi; quienes afirmaban que la ley tenía mecanismos para identificar a familias y doctores que consienten la revelación del sexo de los bebés. “No creemos en la vigilancia del embarazo de una mujer. Mi obligación es regular el uso de la tecnología. Supervisar la vida privada de alguien es violar los derechos humanos”, zanja la abogada quien alega que tales propuestas restringen el libre acceso a servicios seguros y legales de interrupción del embarazo.

La vigilancia y persecución de las embarazadas y sus familias fuerza a las encintas a acudir a curanderos y profesionales que les inducen abortos ilegales que ponen en riesgo sus vidas. “En los estados en los que la ley no se cumple, los tratamientos son baratos, 700 rupias (9,4 euros). Pero el pack de determinación del sexo más aborto se ha encarecido en Maharasthra, donde los doctores cobran hasta 70.000 rupias (940 euros) por considerar que toman más riesgos al estar más vigilados”, explica el doctor Sabu Matthew George, quien lleva décadas investigando acerca de los abortos selectivos. El experto señala, además, que aunque el número de embarazos interrumpidos se hayan podido reducir en los estados que persiguen a los médicos delincuentes, éstos no han dejado de ganar grandes sumas de dinero ya que ahora cobran por un sólo aborto lo que antes ganaban después de realizar decenas de ellos.

También ex miembro del Comité Nacional para la Inspección y Supervisión de la ley PCPNDT, George describe la situación actual como un genocidio organizado que no sólo beneficia a profesionales médicos, sino a grandes empresas multinacionales también. “Nos enfrentamos a crímenes médicos organizados, en los que compañías como Google o Microsoft violan nuestras leyes sólo por hacer dinero mientras contribuyen al genocidio. La ley condena taxativamente los anuncios de tecnologías modernas para la determinación del sexo de los fetos, pero estas empresas se creen en el derecho de publicitar lo que sea en cualquier sitio de la red”, clama en referencia a la acusación por parte del Tribunal Supremo indio a compañías como Google, Yahoo o Microsoft por la promoción online de técnicas de selección del sexo consideradas ilegales bajo la legislación india.

Pese a los avances conseguidos por la ley en Maharashtra y otros estados, los expertos prevén que la proporción nacional de chicas respecto a chicos continuará disminuyendo en futuros censos. Sabu M. George reconoce los esfuerzos de Rakh y su campaña Salvar a las niñas bebé, que ha conseguido el respaldo de otros 10.000 pediatras de todo el país, así como de medios de comunicación o celebridades. Pero piensa que el apoyo verbal no es suficiente y que los médicos deberían denunciar a sus compañeros de profesión ante el Tribunal de Ética Médica por un genocidio contra la mitad de la población del país.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/08/17/planeta_futuro/1471435190_492078.html?rel=lom

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