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Votaré Sí porque educación es vida, convivencia, democracia y paz

Por: Ángel Pérez Martínez

Votaré Sí, por lo mismo que vislumbró y lloró la señora Sandra Inés Henado, esposa del general Javier Alberto Flórez, quien declaró en entrevista para El Tiempo que una vez el médico del Hospital Militar le dijo que en todo el mes de enero del año 2015 no había llegado ningun soldado herido, “ese día se sentó a llorar y entendió que valía la pena, que una mano amputada menos, una viuda menos y un huérfano menos valían la pena”. La vida, dolores y traumas de soldados, guerrilleros y campesinos pobres que se evitaron durante el proceso de negociación en la Habana valen la pena y justifican mi voto por el Sí a los acuerdos. Acepto que los acuerdos no resuelven en el fondo ningún problema estructural de la sociedad, que por sí solos ellos no avalan la paz, pero les reconozco la intención de crear un camino para transitar hacia la paz.

Además, votaré sí porque existe evidencia en diversos países del mundo que una sociedad en guerra y violenta jamás podrá ser equitativa, democrática y de progreso para la mayoría de quienes la conforman.

Votaré Sí, porque necesitamos avanzar y no quedarnos en el pasado violento, dañino y cargado de odio, en el cual algunos quieren permanecer con diversas disculpas y engaños. La evidencia de nuestro desarrollo en los últimos 50 años muestra que la guerra y la violencia son un obstáculo para resolver los problemas de inequidad y de injusticia social entre los colombianos; al contrario, este país en la guerra profundizó y segmentó diferencias entre ricos y pobres, entre campo y ciudad, entre guerreros y pacifistas. Somos uno de los países más inequitativos del mundo, Gini de 56% y uno de los más divididos en América Latina.

Votaré Sí, porque aspiro a que tengamos cada vez menos disculpas para continuar con plebiscitos, elecciones presidenciales y de cuerpos colegiados donde el poder político y el voto lo define en esencia la guerra con frases tan certeras para atraer votantes como aquella pronunciada por la Congresista Cabal: “el Ejército no está para ser damas rosadas, el Ejército es una fuerza letal de combate que entra a matar”. No alcanzo a imaginar el lío que tendrá un docente para explicar a sus alumnos, en una aula de clase, el papel constitucional de las fuerzas armadas en Colombia.

Votaré Sí, porque de muchas maneras, algunas de ellas imperceptibles, la guerra termina imponiendo sus sin-razones y alrededor de ella se amamantan para subsistir y perdurar líderes, grupos y partidos políticos.

Votaré Sí, porque aspiro que se acaben los violentólogos; así como los analistas de la guerra, de las FARC, y de otros actores armados, quienes han gastado lo mejor de sus energías, de su capacidad investigativa y de su pensamiento crítico en interpretar y explicar la violencia política. Bienvenidos los educólogos, los estudiosos de la vida, los investigadores que ayuden a encontrar caminos para disminuir diferencias de todo tipo, los que se imaginen y ayuden a construir felicidad. Bienvenidos los plebiscitos para consultar decisiones educativas de interés nacional, bienvenidas campañas presidenciales donde votemos por propuestas de bienestar social y su financiación (quién paga impuestos y cómo se utilizan los recursos para mejorar equidad). Sin duda alguna, bienvenido el apoyo a los artistas con su inmenso poder para crear belleza, para reparar dolor humano y ayudar a una sociedad enferma con su sensibilidad y sentido crítico.

Votaré Sí, porque entiendo que la justicia transicional es un recurso que se establece de manera temporal para que los Estados puedan realizar acuerdos para recuperar la convivencia, la paz y la protección de derechos humanos, con dos objetivos a futuro: fortalecer el Estado de derecho y garantizar un sistema de justicia que funcione y cuente con el apoyo de la ciudadanía. No entiendo por qué se quiere vincular acuerdos con impunidad por el hecho de no garantizar que 8000 guerrilleros o sus jefes vayan a la cárcel, como si la cárcel en Colombia reparara o ayudara a crear mejores personas.

Votaré Sí, porque se respete la escuela como escenario de vida, de conocimiento y de formación humana. Porque 1084 maestros muertos por violencia política (cerca de 300 en el departamento del Caquetá) son la mayor prueba de la degradación del conflicto y los daños directos al sector educativo. En Colombia miles de maestros tienen miedo a hablar o a tener un sentido crítico de la sociedad, temen por su vida.

Votaré Sí a los acuerdos, porque el temor a las armas, a la violencia y a la denuncia son, en parte, el sustento de la corrupción y del mal uso de los recursos públicos en algunas regiones del país.

Votaré Sí, porque nada más alejado a los propósitos de la educación que el odio, la guerra, los heridos, los mutilados y la confrontación con intención de hacer daño a la vida humana.  La escuela existe para formar buenos seres humanos, capaces de proteger sus derechos y los de los otros, empezando por el más valioso de todos: la vida. Y la vida se protege con formación en convivencia, en democracia y en la consecución de una paz estable y duradera producto de una sociedad con mayores oportunidades y equidad: desarrollo de ciudadanía.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/votare-si-porque-educacion-es-vida-convivencia-democracia-y-paz-por-angel-perez-martinez/232480

Imagen: http://www.nydailynews.com/latino/marcha-por-la-paz-de-colombia-en-nueva-york-gallery-1.42798

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¿Por qué nos aterran las preguntas del Dane y no el sufrimiento que generó la guerra a los niños?

Por: Ángel Pérez Martínez

Al leer la muy buena columna de Vladdo “Un niño y tres familias”, publicada en el diario El Tiempo me pregunté: ¿cuánto daño hacemos los adultos a los niños con decisiones técnicas o de buena fe —política educativa—, por negligencia y corrupción —caso La Guajira—, y más grave, por acciones que se realizan con intención de hacerles daño a los niños y jóvenes que vienen la mayoría de veces desde la familia o su entorno más cercano —el escenario de la guerra, explotación, maltrato y violaciones—?

El país debe reconocer que para los daños socio-afectivos o emocionales de los niños no hay registro, así como que el subregistro para las acciones criminales es muy alto. En Colombia no conocemos con exactitud qué ha pasado y qué sigue sucediendo con los niños, de manera especial con los más vulnerables. No obstante, el DANE acaba de suspender por presión de algunos padres de familia uno de los pocos instrumentos que permitió conocer esos dolores de los niños con alguna exactitud: la Encuesta de Comportamientos y Actitudes sobre Sexualidad en Niñas, Niños y Adolescentes Escolarizados, ECAS, que se lleva a cabo desde el año 2006. Los resultados han sido tan duros que en cualquier sociedad sería todo un escándalo: según el DANE el 6,2 % del total de niños y adolescentes que han tenido relaciones sexuales, han sido forzados o intentaron forzarlos a tener relaciones sexuales y el 3,0 % manifestó haber recibido algo a cambio de tener relaciones sexuales, según los datos de dicha encuesta realizada en 2014, la ECAS se efectúa desde el año 2006”.

En una columna que escribí a mediados del mes pasado sobre el tema de la cartilla de educación sexual e identidad de género cité datos del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses que traigo de vuelta a colación: sólo en el año 2015 se registraron 26.985 casos de violencia intrafamiliar en Colombia, de los cuales 10.435 casos correspondieron a violencia contra niños, niñas y adolescentes (el presunto agresor correspondió a los padres 32,88% y madres 30,69%). Además, las víctimas de violencia interpersonal alcanzaron para niños (0 a 12 años) y adolescentes (12 a 18 años) 17.509 casos, mientras que los jóvenes son los más afectados, 46.751 casos.

Así mismo, según el Registro Único de Víctimas, se contabiliza 6.937.205 de desplazados por el conflicto interno desde el año 1985 a 2016, de los cuales 2.150.533 son menores de edad (31%). Además, según el documento de análisis de UNICEF Colombia sobre la situación de la infancia y la adolescencia en el país entre 2010 y 2014 unos de cada tres niños vivían en pobreza. Además, niños y adolescentes de “áreas rurales tenían entre 2,4 y 2,8 veces más probabilidades de vivir en pobreza multidimensional (privación del niño y su familia más allá de su medida monetaria) que aquellos que vivían en zonas urbanas. La situación es más crítica entre personas y hogares en situación de desplazamiento. Al menos el 63 por ciento de hogares que se consideran desplazados viven en pobreza y un tercio de ellos, en pobreza extrema. Aunque es imposible saber con certeza cuántos niños, niñas y adolescentes están vinculados actualmente a grupos armados, se sabe que entre 1999 y 2014 el ICBF asistió a 5,694 niños y adolescentes desvinculados de grupos armados ilegales, (28 por ciento niñas y 72 por ciento niños).”

La violencia y la guerra afecta los procesos educativos, la calidad de la educación y las tasas de aprobación y deserción escolar. Solicito a los lectores sólo imaginar más allá del dolor directo causado a miles de niños, el sufrimiento de aquellos niños o adolescentes que vieron o fueron informados del asesinato, herida o secuestro de uno de sus padres, o la tragedia que significó para los niños entre 5 y 12 años el tener que abandonar la escuela, el entorno donde vivía a sus compañeros de estudio y amigos, para llegar a un nuevo colegio con diferente cultura educativa y nuevos profesores y compañeros. Para no mencionar a los profesores que tenían que explicar por qué unos se iban y otros llegaban, además de mantener o lograr la normalidad en el trabajo de aula y académica con dichos niños. Y después pedimos que los colegios oficiales rindan igual que un privado estrato 5 o 6.

Sin embargo, los anteriores datos, que insisto conocemos a medias (hay subregistro), no han causado reacción alguna de los padres de familia y de manera escasa se menciona el sufrimiento de los niños por la violencia y la guerra en los medios de comunicación. En cambio, en la Encuesta de Comportamientos y Actitudes sobre Sexualidad en Niñas, Niños y Adolescentes Escolarizados del Dane, las preguntas causan estupor y todo tipo de reacciones. Estas preguntas no pueden ser ajenas a nuestra realidad social, a la experiencia de anteriores encuestas, así como a las circunstancias y la realidad de vida de los niños. Esperemos que el DANE ajuste el parafraseo de algunas preguntas y aplique dicha encuesta. No puede haber buena política pública si no conocemos con certeza que está pasando con los niños.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/aterran-las-preguntas-del-dane-y-no-el-sufrimiento-los-ninos-angel-perez/232159

Imagen: http://my2editorialyredesociales.esy.es/los-ninos-y-la-proteccion-de-sus-derechos-en-internet/

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En Cartagena bienvenida la paz, pero sus niños y jóvenes no son bilingües

Por: Ángel Pérez Martínez

El 26 de septiembre de 2016, en la bella Plaza de la Paz de Cartagena, se firmarán los acuerdos de la Habana con presencia de la comunidad internacional representada por países garantes y amigos, además de otras organizaciones internacionales. Y con seguridad los miembros de las delegaciones internacionales querrán comunicarse con los habitantes de la Ciudad Heroica; lo harán en español, inglés u otro idioma. Sin embargo, quienes utilicen una lengua diferente al español se encontrarán con un problema: la mayoría de los habitantes de la principal ciudad turística de Colombia no tienen la capacidad para hablar en otro idioma distinto al natal.

Cartagena y el resto de territorios potenciales de desarrollo turístico en una Colombia postconflicto han sido afectados por la debilidad del sistema educativo oficial, y esto no sólo en cuanto a la calidad, sino en la falta de una formación pertinente para el desarrollo económico. Por ello, es todo un contrasentido encontrar que los gobiernos locales de Cartagena y el Gobierno Nacional nunca han focalizado la enseñanza y el aprendizaje de una segunda lengua en los colegios oficiales, donde asisten los niños y los jóvenes más pobres.

Para que los lectores puedan dimensionar la magnitud del problema y las posibilidades de Cartagena sólo relacionadas con el sector turismo, señalo que en el año 2015 llegaron a Cartagena 232.015 pasajeros aéreos internacionales y 1.746.469 nacionales, con un crecimiento anual del 24% y del 13,6%, respectivamente, información suministrada por la Presidenta Ejecutiva de la Corporación Turismo Cartagena de Indias, Corpoturismo (periódico el Universal 1 de febrero 2016). Además, el año pasado a la Ciudad Heroica arribaron 173 cruceros con 259.084 pasajeros extranjeros, de acuerdo con el boletín mensual de diciembre del 2015 del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.

El caso de Cartagena en el fondo no es ninguna sorpresa, si se tiene en cuenta las cifras del Ministerio de Educación Nacional, MEN, que se presentaron en la Cumbre de Líderes por la Educación que organizó la Revista Semana. Según el Ministro encargado, en este gobierno a nivel nacional se ha logrado impactar con los programas de enseñanza de segunda lengua a 2.000 docentes y a cerca de 180.000 estudiantes; lo anterior equivale al 2% de la matrícula oficial (8,3 millones de estudiantes), para ello se trajeron al país a 600 formadores nativos extranjeros.

Quienes trabajamos en educación esperamos que la ruta de la paz se convierta en un escenario donde las discusiones de política educativa adquieran relevancia. En este sentido pregunto pensando en las potencialidades del sector turismo en tiempos de paz: ¿no será mejor apoyar y luego exigir a las normales y a las facultades de educación que dentro de 5 o 6 años todos los futuros maestros sean bilingües? ¿No será mejor fortalecer la formación de los actuales docentes que trabajan en la enseñanza de una segunda lengua y a los maestros de otras áreas, y de manera especial a los maestros de la educación inicial y primaria? ¿Por qué no empezar con una política integral de bilingüismo para los niños de la educación inicial y de primaria en aquellos municipios con potencial turístico como Cartagena, Santa Marta, la Macarena, Leticia, Villa de Leyva y algunos municipios de Chocó y el Eje Cafetero y otros a seleccionar? Así mismo, ¿por qué en estos municipios el programa del MEN de Jornada Única no se aprovecha como una oportunidad para fortalecer e incidir en la formación de una segunda lengua, en aquellos colegios donde se amplié la jornada escolar?

En los Estándares Básicos de Competencias en Lenguas Extranjeras en inglés, el MEN reconoce que aprender una lengua extranjera incide en la calidad de la educación ya que es “una oportunidad invaluable para el desarrollo social, cultural y cognitivo de los estudiantes”, además de favorecer el desarrollo de “un mayor grado de conciencia metalingüística y aumenta la habilidad para apreciar lo arbitrario y lo convencional de los símbolos lingüísticos”. Agrego que una educación pertinente al entorno económico y social de los jóvenes de Cartagena ayudará a que ellos deserten menos (tasa deserción 4,12% y de repitencia 9,4%) y a avanzar en la calidad de la Educación, donde los resultados señalan que Cartagena está por debajo de la media nacional.

Por último, la formación en inglés (más del 99% de los estudiantes de las pruebas SABER 11 optan por este idioma) debería empezar en la educación inicial y no en el grado 6º como ocurre en los colegios oficiales, así lo demostró un estudio elaborado por el Instituto Neurológico de Montreal y el Hospital de la Universidad McGill en colaboración con investigadores de la Universidad de Oxford (Inglaterra).

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/cartagena-bienvenida-paz-pero-ninos-no-son-bilingues-por-angel-perez/231984

Imagen: http://buenavibra.es/por-el-mundo/paz-entre-colombia-y-las-farc-los-guerrilleros-entregaran-sus-armas/

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Educación: lenguaje, odio y paz

Por: Ángel Pérez Martínez

En tiempos de paz reclamo del sector educativo repensar el uso y la importancia del lenguaje. Los docentes son ejemplo en el uso del lenguaje frente a la comunidad educativa, pero de manera especial frente a los más de 12 millones de niños y jóvenes que van a diario a las instituciones escolares.

No hay duda que ya es ganancia para este país que la paz sea un hecho social y político de magnitudes inimaginables. A pesar de vivir más de 60 años en guerra, a la mayoría de los habitantes de las grandes ciudades la guerra nunca los tocó. Luego, para el desarrollo de la democracia y el futuro del país es un éxito lograr que los colombianos se interesaran por la paz y que hoy estemos ad portas de un plebiscito en el cual tendremos la oportunidad de expresar el apoyo o no a los acuerdos, y sin duda, también a la paz.

Sin embargo, este gran hecho social y político nos desnuda como sociedad, en la discusión de la paz ha primado la guerra, la confrontación y el odio en sectores educados y dirigentes, basta con observar el lenguaje en redes sociales como Facebook o twitter para sorprenderse de la beligerancia verbal y las frases ofensivas de odio o amenaza, se llega hasta el maltrato al otro en la defensa o no del proceso de paz.

El profesor Abel Rodríguez, exsecretario de Educación de Bogotá, en reciente foro sobre la paz y la educación, expresó su preocupación sobre como el sector educativo en las escuelas y en las aulas reproduce este lenguaje de la guerra, el del ojo por ojo, el del diente por diente, el de la confrontación y la violencia verbal que proviene de las familias o de los entornos violentos, con los cuales conviven parte de los estudiantes y que exacerban algunos medios de comunicación: palabras como desertar, combatir, frentear, exterminar, aniquilar, mortandad académica y frases asociadas a irrespeto, grosería, odio y ofensas asociadas a descalificar al otro o ridiculizarlo por torpe o bruto (lo menos que se dice)  llegaron a la escuela y se quedaron.

Sin embargo, si los acuerdos de la Habana son un punto de partida para alcanzar una paz duradera y estable requerimos con urgencia lograr que la escuela establezca acciones educativas donde prime una cultura de la paz y la convivencia a partir de establecer Proyectos Educativos Institucionales, PEI, centrados en estos bienes superiores de la vida humana. En el PEI se debe reflejar la intención del uso del lenguaje como parte de una cultura formadora en paz y como eje ordenador de los diálogos y las expresiones entre maestros y estudiantes (de manera especial entre estos últimos) producto de una inteligencia razonada, y ojalá de sensibilidad humana, mediante la cual se escucha y se comunica en la escuela. Insisto, una de las pocas instituciones capaz de cambiar imaginarios colectivos es la educación.

La paz es un hecho social, la cual aceptamos de manera razonada en nuestra Constitución como un bien supremo, donde el uso del lenguaje es fundamental para su garantía y supremacía.  Rafael Echeverría en su libro Ontología del Lenguaje sostiene que el lenguaje nos constituye, en la medida que “el lenguaje nace de la interacción social entre los seres humanos y que todo fenómeno social es siempre un fenómeno lingüístico. El lenguaje no sólo nos permite hablar «sobre» las cosas: el lenguaje hace que sucedan cosas. Este postulado abandona la noción que reduce el lenguaje a un papel pasivo o descriptivo”. Lo anterior significa que el uso del Lenguaje puede ayudar a generar una cultura y una forma de ver y entender la paz, también una particular forma de ser, no desde la confrontación o la guerra, sino desde el respeto por el otro, por lo que piensa y dice (aceptación del otro como un ser diferente de mí), con la posibilidad de responder, pero sin agresión (Humberto Maturana llama a esto amor), en parte esta será una mejor paz.

Una sociedad donde la paz sea posible debe formar y ser ejemplo en un lenguaje que destaque las virtudes humanas (juicios e ideales que aseguran mejor paz y convivencia), o como sostiene la propuesta de la Red de Educadores por la Paz: “educar para potenciar los valores del diálogo, lo cual significa educar para la mediación; educar para la comprensión y el manejo positivo de los conflictos; educar para el desarrollo del espíritu crítico y; educar para el ejercicio de la responsabilidad individual y social (autolimitación). Por lo anterior, en un escenario de paz estable y duradera la educación tendrá enormes responsabilidades, no será fácil cambiar la actitud guerrera de nuestra sociedad.

Un buen ejemplo de virtud humana es la frase del músico carranguero Jorge Velosa: “Lo poco que cuesta un tiple y lo bonito que suena, lo mucho que cuesta un rifle y lo feroz que truena”

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/educacion-lenguaje-odio-y-paz-por-angel-perez/231536

Fuente de la imagen: http://contraluzcucuta.co/articulos/opinion-es-necesaria-una-educacion-para-la-paz/

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Retrasemos la escritura y las tareas para los niños

Por: Ángel Pérez Martínez

Esta semana el Ministerio de educación de Chile, a través de su portal web, pidió no apurar la lectura en el jardín infantil para los niños de 0 a 6 años. La subsecretaría de Educación Parvularia de dicho Ministerio expresó: “como Subsecretaría hemos detectado con preocupación que muchos establecimientos han dejado de lado la formación integral y las metodologías lúdicas, concentrando sus esfuerzos en lograr que los niños y niñas egresen del kínder leyendo, escribiendo y sumando, lo que genera un gran desgaste innecesario en los párvulos, las familias y las educadoras”.

También, el Ministerio de Educación de Perú, desde el año 2013, planteó que los niños de la educación inicial no deben llevar tareas al hogar y alertó a padres de familia o acudientes sobre “las implicancias que tiene en la formación de los niños menores de 6 años apresurar los aprendizajes y no garantizar uno de los pilares de su formación: el juego.” Vanetty Molinero, Directora de Educación Inicial de dicho Ministerio, sostuvo que en los últimos años la educación inicial se volvió “muy académica por la demanda del mercado, pues hay padres que matriculan a sus hijos donde les ofrecen enseñarle computación, karate, aritmética, inglés y hasta chino, entre otras materias”.

Además, la Revista Semana publicó un video del Cineasta estadounidense Michael Moore, el cual en 10 minutos muestra las características y virtudes del sistema educativo Finlandés, uno de los mejores del mundo según la Ocde. Allí, la educación es pública y los niños aprenden a leer a los 7 años, y no a los 5 o 6 años como sucede en Colombia. Así mismo, las tareas para la casa son casi inexistentes, aún para los jóvenes. Adicionalmente, en Finlandia se acepta que a los jardines infantiles, a las escuelas y a los docentes les interesa la felicidad de los estudiantes para aprender, por ello en este país priman en las actividades escolares la integración, el trabajo en equipo, el juego y la alegría.

He sostenido en anteriores artículos que los maestros y la escuela deben entender que cada niño y cada estudiante son diferentes, y que ellos cambian con la edad y el entorno en el cual se desarrollan. Además, el Ministerio de Educación Nacional y las Secretarías de Educación conocen que las características socioculturales y aún económicas de las regiones, inciden en las formas de educar, como también en los proyectos pedagógicos que los maestros realizan en el aula con los niños y los padres de familia. Por lo anterior, los juegos, las rondas, los deportes y las expresiones artísticas no se pueden estandarizar.

Los maestros me comentan que quienes más exigen que se enseñe a leer y a escribir, así como que se dejen tareas escolares para la casa a los niños entre 4 y 6 años, son los padres de familia o los responsables de los estudiantes. Más grave, muchos adultos, y aún docentes, están convencidos que cuando los niños entre 4 y 6 años aprenden a leer, a escribir y a hacer algo de matemáticas (sumas y restas), esto es sinónimo de buena educación, de buenos colegios y de buenos maestros.

Es necesario cambiar, los rectores y los docentes deben explicar a los padres de familia que, cuando nos comparamos con otros países, la educación colombiana es de buena calidad, que los jóvenes y adultos colombianos leen muy poco y que en las pruebas de lectura y escritura no nos va bien, aún a los estudiantes de colegios de élite. Recordemos que en Colombia se leen 2,2 libros en promedio por habitante/año, cifra muy baja cuando se compara con otros países: 2,9 México, 4 Brasil, 4,6 Argentina, 5,4 Chile, 10,3 España, para no mencionar países donde se leen más de 20 libros por año, además de la pobreza y el bajo nivel educativo de la mayoría de los adultos colombianos.  Tenemos que preguntarnos por qué no leemos.

Sostengo que la calidad de la educación es un asunto complejo de lograr que requiere reformas, recursos, apoyo a la profesión docente y el interés de la sociedad por la educación. Ojalá, a futuro, la educación se convierta en una prioridad de país. Sin embargo, la escuela y los maestros pueden incidir desde ya con pequeñas acciones pedagógicas, tales como priorizar el juego y la felicidad de los estudiantes para aprender; esto supone cambiar creencias y rituales establecidos con los niños de Colombia en las escuelas. La alegría de ver y oír a un niño escribir, leer, sumar y restar a los 5 años puede ser frustración a los 14 o 15 años cuando el joven deteste la lectura o las matemáticas.

La iniciación al lenguaje escrito y a la lectura para los niños 4 y los 6 años se puede realizar desde el juego, de manera natural. Mientras en el aula el niño juega, comparte y realiza acciones en grupo y con padres de familia, el maestro debe ayudar a lograr que el niño explore, se comunique y piense de manera creativa. Carolina Grellet, investigadora del Departamento de Educación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, sostiene que “el juego es una actividad irremplazable para desarrollar la capacidad de aprendizaje del niño, un medio de expresión y de maduración en el plano físico, cognitivo,psicológico y social” (UNESCO, El juego entre el nacimiento y los 7 años).

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/retrasemos-la-escritura-y-las-tareas-para-los-ninos-por-angel-perez/231683

Fuente de la imagen: http://www.guiainfantil.com/articulos/educacion/escritura/diferentes-metodos-para-que-los-ninos-aprendan-a-leer/

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¿En educación de cuál familia hablamos?

América del Sur/Colombia/02 de Septiembre de 2016/Autor: Ángel Pérez Martínez/Fuente: Dinero.com

Quienes promovieron las marchas y el debate contra el contenido de la cartilla de educación sexual e identidad de género justificaron, en parte, su acción como una defensa de la dignidad y los valores de la familia constituida por un hombre y una mujer, como lo determina el artículo 42 de la Constitución Política. Además, ellos sostuvieron que el Estado debe proteger el derecho de los padres a escoger el tipo de educación de sus hijos, ante lo cual no debería intervenir ninguna política pública y menos la Corte Constitucional, así lo señaló el Procurador en el debate sobre la educación sexual en el Congreso Nacional.

La Constitución sostiene que el Estado debe amparar a la familia como institución básica de la sociedad. Sin embargo, la familia biparental que se conforma a través de un matrimonio y con hijos que hemos idealizado a través de la tradición, la religión o la cultura, que a toda costa algunos quieren defender, está en crisis y muy pronto nos tocará redefinirla de acuerdo con las nuevas realidades sociales y económicas, así lo señalan los datos que disponemos.

Según el informe del Social Trends Institute sobre el Mapa Mundial de la Familia del año 2015 que presenta anualmente los cambios en la familia y las consecuencias en el bienestar infantil, en Colombia sólo el 20% de los adultos entre 18 y 49 años son casados (una de cada cinco parejas), mientras que el 35% de las parejas cohabitan (cerca del 15% de los adultos están separados).

Acorde con la anterior cifra, en este país el 84% de los niños nacen de madres solteras. El 11% de los niños viven sin ninguno de sus dos padres, mientras que el 27% de los infantes viven con sólo uno de los padres (tres de cada diez niños solo viven con su mamá o su papá). Otro dato revelador sobre la calidad y condiciones en las cuales viven los niños: el 55% de ellos viven en hogares compartidos con adultos distintos de sus padres, lo cual puede explicar hacinamiento, violencia y abusos, como se verá más adelante (esta información se elaboró con datos de los años 2009 y 2010 para Colombia)

De otra parte, la Encuesta de Calidad de Vida del DANE con datos más actualizados, año 2015, señala que el 35,3 % de los hogares en Colombia tiene jefatura femenina, y lo más grave, el 78,4% de estas mujeres jefes de hogar no tienen cónyuge y su salario ronda el mínimo, en el área urbana estas cifras se incrementan a 38,3% y 79% respectivamente. Además, el 36% de ellas tienen hijos menores de 18 años que deben mantener, cuidar y educar. También, esta Encuesta destaca que los hogares en el país conformado por una persona representan el 13% y los de 2 personas el 19% Vuelvo y pregunto: ¿de cuál familia hablamos?

Sobre el amor y cuidado de los hijos y en general de los niños en Colombia, que tanto interesó a quienes protestaron no se mencionó nada, pero las cifras no dejan dudas: El Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses informó que durante el año 2015 se “registraron 26.985 casos de violencia intrafamiliar en Colombia, de los cuales 10.435 casos correspondieron a violencia contra niños, niñas y adolescentes, con una tasa de 67,47 por cada 100.000 habitantes Para el caso de la violencia contra niños, niñas y adolescentes, el presunto agresor correspondió a los padres y madres en proporciones similares. En el total de los casos, el padre representó el 32,88% y la madre el 30,69%”. Además, las víctimas de violencia interpersonal alcanzaron para niños y adolescentes 17.509 casos, mientras que los jóvenes son los más afectados, 46.751 casos.

Tengo la oportunidad de interactuar de manera permanente con docentes, coordinadores y rectores de colegios oficiales y privados, ellos se quejan: los padres de familia o el adulto responsable de los niños y jóvenes ven los colegios como áreas de cuidado y protección y no como un espacio de formación en el cual ellos deben colaborar. La mayoría de los responsables matriculan a los niños y jóvenes y desaparecen, no van tan siquiera a la escuela a recibir los informes básicos.

Por último, tampoco es cierto que en Colombia los padres de familia o la familia pueda escoger el tipo de educación de sus hijos. Menos del 20% de las familias pueden pagar y seleccionar el colegio para sus hijos, la gran mayoría de los padres de familia o responsables de los niños van a colegios oficiales (82%), es decir, donde haya cupos y se los asignen las Secretarías de educación.

El MEN y el Gobierno no se deben amedrantar deben continuar lucha para eliminar la discriminación, las iniquidades y el maltrato a los niños en los colegios y fuera de ellos, ese es el camino de una paz segura y duradera. Ojalá el debate de la cartilla sirva para mejorar la participación de los padres de familia en las escuelas y para que la sociedad valore la educación y lo delicado del trabajo de los docentes y su enorme responsabilidad.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/en-educacion-de-cual-familia-hablamos-por-angel-perez-martinez/230059

Fuente de la imagen: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/en-educacion-de-cual-familia-hablamos-por-angel-perez-martinez/230059

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Quienes educamos tenemos la obligación ética y moral de apoyar la paz

América del Sur/Colombia/28 de Agosto de 2016/Autor: Ángel Pérez Martínez/Fuente: Dinero.com

La federación Colombiana de Educadores, FECODE, decidió esta semana apoyar la campaña por el sí en el plebiscito por la paz. Este es un hecho propio de quienes trabajamos en educación y entendemos que la búsqueda de la paz debe ser un acto razonado propio de la condición y el desarrollo humanos. La FECODE es un sindicato que representa a 327.000 docentes oficiales y del cual han hecho parte más de 137.000 docentes que están pensionados. Aclaro no soy miembro de FECODE, y no siempre comparto sus posiciones con respecto a la educación, aunque considero justas la mayoría de sus reivindicaciones.

La decisión de la FECODE con respecto al plebiscito es la esperada, nadie puede tan siquiera imaginar a un buen maestro promoviendo la guerra, el combate, el odio o el irrespeto al otro.  Por el contrario, es a través de la educación que se pueden producir o fortalecer valores, romper paradigmas y desvirtuar de manera razonada ideologías que hagan daño a lo humano y a la convivencia pacífica. Las armas naturales de la educación son el conocimiento y un sentido crítico razonado frente a la realidad social y las conductas humanas que es en esencia lo que nos ha permitido avanzar en los ideales de libertad, justicia, inclusión, equidad y cuidado del medio ambiente. La educación tiene entre sus deberes ayudar a construir una sociedad donde valga la pena vivir.

Sostiene Julián de Zubiría que la “educación básica debe estar concentrada en desarrollar tres esenciales competencias transversales: pensar, comunicarse y convivir”, es decir, crear la capacidad de razonar en el ser humano que se expresa mediante la argumentación y los juicios sobre la realidad (razón teórica) o sobre las conductas (razón práctica). En la medida que progresa la vida humana y el conocimiento avanza razonar será una acción cada vez más compleja, pero bella a la vez. Por ello, en la medida que el conocimiento prospera y profundiza sobre cualquier tema, la educación de calidad como derecho fundamental resulta vital para asegurar la participación de las personas de manera razonada en la vida social, policía, económica y cultural de los ciudadanos. Eso sí, acepto, como sostenía Kant, que no todo es razón, recordemos que junto a la razón él determinó además a la sensibilidad y el entendimiento para definir desde estos 3 pilares lo cognoscitivo.

Al respecto, el Filósofo Estanislao Zuleta sostenía que según Kant son 3 las exigencias racionales (los lectores podrán apreciar que están vinculadas de manera estrecha con la formación y la educación). La primera, pensar por sí mismo, o la exigencia de renunciar a una mentalidad pasiva que recibe verdades de alguna autoridad, tradición o prejuicio, sin someterlas a su propia elaboración (critica razonada); La segunda, ser capaz de ubicarse en el punto de vista del otro, es decir, ser capaz, aún manteniendo el propio punto de vista, de entrar en diálogo con otras opiniones y posturas.; y la tercera, llevar las verdades hasta sus últimas consecuencias, es decir, tener la capacidad de aceptar que nos hemos equivocados cuando los resultados de nuestra investigación nos hacen ver que no estamos en lo correcto.

Es en este sentido que la educación debe abordar y razonar sobre la paz. Luego, lo que hay que enseñar y aprender no es el resultado final de los acuerdos de la Habana, que son importantes pero no definitivos para la paz; lo que se requiere enseñar y aprender es ¿por qué y cómo llegamos a la guerra?, y  ¿cuáles han sido las consecuencias de la guerra?, así como plantear la discusión de cuáles son las posibilidades de superar esas consecuencias como sociedad a través de una vida personal y social que permita la convivencia y la construcción del mejor camino posible hacía la paz, como ideal, no hay paz perfecta.

También hay que enseñar y aprender cuál ha sido el desarrollo y las luchas de la humanidad para conquistar la libertad, la justicia, la paz, y otros valores en diferentes momentos y contextos históricos. Seguramente ninguno de esos procesos ha sido perfecto, pero existe evidencia que otras sociedades han logrado alcanzar estos valores en mayor medida. Colombia hoy requiere de sus maestros una educación que sea capaz de suscitar el deseo y la necesidad de aprender sobre la paz, no la de ahora, la de siempre.

La decisión con respecto al plebiscito de una persona debería ser razonada, basada en la capacidad de evaluar los pros y los contras que conllevan los acuerdos de la Habana. No hay que tener miedo; al final el uso de la razón humana nos conducirá a la paz. La educación debe ayudar a pensar con sentido crítico en la necesidad de encontrar el camino más idóneo para conseguir la paz, con menos muertes, menos daños colaterales y menos tragedia para la sociedad. La educación debe coadyuvar a que nosotros como pueblo aprendamos a valorar la paz. Entre mayor valor le demos, mayor será el deseo de obtenerla. A partir del documento de Kant sobre la Paz Perpetua pregunto: ¿si mantener más de un ejército es o no una incesante amenaza a la guerra y la confrontación?; así mismo, ¿cuántos hombres más debemos tener pagos cuyo destino ha sido morir o matar en esta guerra interna que ya cumplió más de 60 años?, razonemos.

Fuente: http://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/quienes-educamos-tenemos-la-obligacion-etica-de-apoyar-la-paz-angel-perez/231236

Fuente de la imagen: http://contraluzcucuta.co/articulos/opinion-es-necesaria-una-educacion-para-la-paz/

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