En la República Centroafricana, las expectativas son altísimas

Por. Banco Mundial.

BANGUI.- Lo primero que se observa al aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Bangui M’Poko son kilómetros y kilómetros de refugios improvisados, cubiertos con lonas de plástico, peligrosamente alineados a lo largo de la pista de aterrizaje. “Un desastre inminente, si un avión se desviara de la pista y se incendiara”, dice un oficial de bomberos del aeropuerto. Bienvenidos al campamento M’Poko, refugio de 30 000 desplazados internos que viven en los terrenos de un aeropuerto dilapidado.

En 2014, en la plenitud de la crisis política y sectaria que devastó a la República Centroafricana y desplazó a la cuarta parte de su población, el campamento llegó a albergar a unas 100 000 personas. La ciudad capital de la República Centroafricana, apodada antiguamente Bangui la Coquette (Bangui, ciudad de encanto), se ha ganado el triste apelativo de Bangui la Roquette (Bangui, ciudad de bombas). Aunque las recientes elecciones presidenciales y legislativas han puesto fin a tres años de conmoción y de transición, los cascos azules todavía están por doquier y los brotes de violencia son frecuentes.

Sin embargo, por primera vez en su historia, el país ha elegido democráticamente un presidente y una Asamblea Nacional. “La República Centroafricana está emergiendo de una de las crisis más duras y costosas de su historia, y las nuevas autoridades enfrentan enormes desafíos”, dice Jean-Christophe Carret, gerente del Banco Mundial a cargo de las operaciones en ese país. “Además de reconstruir la nación, el desafío primordial [del Gobierno] será asegurar el restablecimiento de la seguridad en todo el país, promover la reconciliación nacional y ocuparse de los desplazados internos”.

En un extremo del campamento M’Poko, bajo el ala de un avión derruido, encontramos sentado a Roger Arnold Tabassé, de 73 años, exinspector de la policía, un hombre que tuvo un pasado mejor pero que aún conserva su dignidad. “Mis hijos me obligaron a venir aquí por mi propia seguridad”, comenta. “Mi hogar, en el centro de Bangui, fue saqueado completamente —lo único que dejaron fue una cama metálica— y como estoy enfermo y debo usar una sonda, ellos pensaron que este campamento era la mejor opción. Ahora vivo aquí con mis cinco hijos, mis nietos y mi esposa, que tengo la suerte de que sea enfermera”. Pero Roger, como muchas personas que conocimos en el campamento, está optimista acerca del futuro de su país. “Espero de verdad que podamos salir adelante”.

Un alto precio que pagar

La República Centroafricana, famosa en otros tiempos por sus diamantes y su emperador autoproclamado, es hoy uno de los países más pobres del mundo y ha emprendido un largo camino hacia la recuperación con la ayuda del Banco Mundial y otros asociados del ámbito del desarrollo. Durante la crisis, el gasto en la estabilización del país alcanzó los USD 1350 millones anuales (cifra que equivale aproximadamente a todo el producto interno bruto del país), incluidos unos USD 800 millones para apoyar a la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana (MINUSCA) y USD 300 millones para las fuerzas francesas de mantenimiento de la paz en el marco de la Operación Sangaris. Durante esos tiempos difíciles, el país también recibió USD 250 millones anuales en asistencia humanitaria, monto sin precedentes en un país tan dependiente de la asistencia externa que a veces lo llaman la “República de las ONG”.

Se estima que a fines de 2015 había unos 450 000 desplazados internos, y cerca de 500 000 refugiados en países vecinos. Alrededor de 2,5 millones de personas —es decir, más de la mitad de la población del país— requieren asistencia humanitaria en forma urgente, y más del 60 % de los habitantes vive en condiciones de pobreza extrema. El Banco Mundial apoyó la respuesta frente a la crisis con una donación por un valor de USD 100 millones financiada por la Asociación Internacional de Fomento (AIF), (i) su fondo para los países más pobres, y actualmente colabora con las Naciones Unidas y la Unión Europea en la organización de una conferencia sobre la reconstrucción de la República Centroafricana. En dicho evento se definirán las prioridades y necesidades del país a fin de apoyar el proceso de recuperación y de paz en los próximos cinco años.

Una de las medidas más eficaces que adoptaron los donantes durante la crisis fue un programa de trabajo a cambio de dinero que dio empleo temporal a las personas más vulnerables, entre ellos excombatientes, en Bangui y sus alrededores. Fuera de Bangui, el Banco Mundial, a través de su proyecto Londo (“Levántate”), facilitó los esfuerzos de consolidación de la paz y estabilización dando ocupaciones temporales a 8500 hombres y mujeres de 17 distritos en una época en que aún prevalecía la falta de seguridad.

“Cuando se recibe ayuda en situaciones tan difíciles como esta, no es fácil medir el grado de alivio que se siente. El proyecto fue sumamente beneficioso para la población en términos de calidad de vida y empleo, lo cual resultó muy alentador para quienes habían quedado abandonados a su suerte tras la gravísima crisis que había atravesado el país”, dice Jeannette Teya, alcaldesa de Bimbo (la capital provincial de Ombella-M’Poko), situada a unos 24 kilómetros de Bangui

En la actualidad, lo primordial para Jean-Christophe Carret es facilitar la reinserción de los excombatientes y el retorno de los desplazados internos a sus lugares de origen. El Banco Mundial está preparando un programa orientado a respaldar las medidas de recuperación y reconstrucción. Como parte del proceso de estabilización y reconciliación nacional, se prestará especial atención a los jóvenes que han sido marginados por la sociedad o movilizados por grupos armados.

En el campamento Beal, en el corazón de Bangui, donde 1500 exrebeldes viven en precarias condiciones bajo la atenta mirada de las fuerzas de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas, las expectativas son altísimas. Tal como señala un excombatiente: “Primero vinimos a tomar el poder. Luego, dejamos nuestras armas y aceptamos que nos instalaran en este campamento. Ahora estamos a la espera del proceso de desarme, desmovilización y reinserción, para poder seguir adelante con nuestras vidas, porque ya llevamos tres años esperando. Si fuera posible, me gustaría terminar mis estudios, convertirme en un ciudadano libre y digno y, sobre todo, dejar todo esto atrás”.

Fuente: http://www.bancomundial.org/es/news/feature/2016/07/06/in-the-central-african-republic-expectations-are-sky-high

Imagen: http://www.bancomundial.org/content/dam/photos/780×439/2016/jul/avion-historia-africana.jpg

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España: Ideología y política educativo.

Beatriz Muños Gonzalez.

Europa/España/Junio 2016/Fuente:http://www.hoy.es/

Para la retórica clásica, los topos lugares comunes eran un método de argumentación empleado por los oradores con la finalidad de conseguir el consenso del auditorio en torno a su postura. Con el tiempo se gastaron, perdieron originalidad quedando reducidos a frases hechas, banales y manidas.

Pocos espacios son tan propensos para los lugares comunes como el de la política y pocos contextos tan propicios como las campañas electorales. Es entonces cuando asistimos a un auténtico festival del lugar común; se utilizan para argumentar, pero no se argumenta sobre ellos. Supongo que a cada uno le resultarán particularmente irritantes aquellos que tienen que ver con su ámbito profesional o de interés; a mí me cambia el humor cuando empiezo a escuchar los referidos a la educación.

Entre ellos, uno de los que me parece más incomprensible -por su falta de fundamento  es aquel que dice que hay que llegar a un «consenso educativo al margen de las ideologías», que «hay que sacar a la educación de la lucha partidista». Un mantra repetido hasta el hartazgo en el que, en el mejor de los casos, se sugiere un falso dilema entre ideología y conocimiento experto o científico y, en el peor, se plantea explícita y torpemente que las decisiones en materia educativa -la política educativa- debe ser neutra. Mucho me temo que esto último no es posible y que la contradicción entre política -ideología- y ciencia es, en buena parte, intencionadamente ficticia. En cualquier caso, la relación entre ambas nunca podrá analizarse dibujando un trazo grueso. Intentaré, en estas líneas, explicar mi posición que ya adelanto defiende la conveniencia del diálogo entre ambas. La ilustraré con un ejemplo.

Toda la investigación educativa confirma la correlación entre fracaso escolar y nivel socioeconómico de las familias y del entorno. Esta misma investigación enfatiza la importancia de la universalización de la Educación Infantil de 0 a 3 años. Se trata de una medida sin duda alguna progresista pues beneficia sobre todo a los estratos sociales más vulnerables; a esa edad se construyen las capacidades siendo más fácil prevenir el fracaso e intervenir en él. Desde la perspectiva de la igualdad/desigualdad de oportunidades y del gasto económico, sería el más redistributivo y eficiente; desde luego mucho más que cualquier otro que pueda hacerse en niveles educativos posteriores. Además, la medida también favorece la conciliación.

A tenor de lo anterior, la decisión de priorizar la reducción del fracaso y el abandono escolar con la mirada puesta en la reducción de la exclusión o en la ruptura de círculos de pobreza, es una decisión ideológica; de igual manera es una decisión ideológica no hacerlo o prestar más atención a otras cuestiones. Podría decirse que la descripción y explicación de los fenómenos y de las realidades sociales correspondería a la investigación -a la ciencia- mientras que la selección y priorización de los objetivos de las políticas públicas -que lleva implícita la problematización o no de esas realidades sociales, es un asunto ideológico ya que responde al tipo de sociedad, ciudadanía e incluso trabajadores y trabajadoras (que me perdone la RAE) que cada opción política defiende. Votamos a un partido u otro porque encontramos afinidad entre el modelo societario que propone y el que deseamos. Si atendiéramos al mantra de «la educación al margen de las ideologías» nos daría igual votar a uno o a otro y no parece que sea así.

Pero además, el ejemplo utilizado me permite avanzar en mi exposición: si la realidad social se problematiza o no y en grado diferente en función de planteamientos ideológicos que definirán, a su vez, objetivos políticos, la manera de conseguirlos tendría mucho que ver con ese diálogo entre conocimiento y política que propongo. No solo conocemos la importancia de la educación a edades muy tempranas, también tenemos evidencias de la influencia de la jornada escolar en las desigualdades, de cómo afecta el tipo de agrupamientos en el aula y la organización de los centros; sabemos que cuanto más adelantemos los itinerarios más favorecemos la desigualdad, mucho más si encima estos son de nivel curricular inferior. Sabemos tantas cosas y las ignoramos tantas veces. Por eso no se entiende que en educación con frecuencia utilicemos homeopatía para tratar un tumor. La mayoría de nosotros no aceptaría que su médico le propusiera «probar otras cosas a ver si mejoras» y le exigiríamos que nos tratase la dermatitis como hasta la fecha se ha demostrado que el tipo de dermatitis que tenemos debe tratarse. En medicina la innovación se traduce en aplicar los nuevos tratamientos demostrados, no en aplicar ocurrencias o terapias seudocientíficas. El lugar común de la innovación también tiene su espacio en el discurso político sobre educación.

En las ultimas elecciones generales y autonómicas leí con interés los programas en materia educativa. Analizados con detenimiento, poco «pacto al margen de ideologías» era posible; sí encontré muchos lugares comunes y mucha incoherencia. Las afectadas y grandilocuentes declaraciones de intenciones sobre arreglar el sistema entre todos, innovar y luchar contra el fracaso, o bien venían acompañadas de medidas que contribuían a todo lo contrario, o bien de otras que a todas luces solo eran analgésicos contra los dolores de la enfermedad o tiritas que tapaban la herida; en ocasiones medidas que «apuntaban maneras» pero que resultaban insuficientes. Incluso algunos estaban descubriendo América en 2015. A pesar de todo ello, las propuestas reflejaban la distancia ideológica entre unos y otros. Comprendo que haya quien, a sabiendas de que su proyecto resultará poco popular, quiera ocultarlo y lo intente disfrazar con clichés, palabrería o verdades a medias, pero me cuesta entender que algunos caigan en la trampa de la desideologización de la política educativa. Desearía una mayor franqueza en la definición de posturas ideológicas y más diálogo entre ciencia y política. Contribuirían a elevar el nivel del debate incorporando, además, propuestas eficaces; evitaría que pensemos que todo es lo mismo o que no hay soluciones para algunos problemas.

Fuente: 

http://www.hoy.es/extremadura/201606/12/ideologia-politica-educativa-20160612010820-v.html

Imagen: 

http://resizer.hoy.es/resizer/resizer.php?imagen=http://www.hoy.es/RC/201606/10/media/cortadas/colas-viajeros-renfe-ktHG-U20633046776yII-660×371@RC.jpg&nuevoalto=150&nuevoancho=235

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