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Reforma Educativa: factores que auguran fracaso

22 de febrero de 2017 / Fuente: http://www.excelsior.com.mx

Por: Carlos Ornelas

Aparte de los comentarios que suscriben lectores en el blog de Excélsior, recibo mensajes en mi buzón electrónico. Ya para denunciar irregularidades o para rebatir mis piezas. También llegan esquelas con preguntas provocadoras y lucubraciones. En unas asientan que la reforma ya feneció, en otras le ven posibilidades.

Con base en literatura internacional sobre educación comparada y en el seguimiento que he dado a la Reforma Educativa, voy a especular sobre los puntos que vaticinan su desmoronamiento.

Al estudiar las reformas educativas de Europa, el educador sueco Torsten Husén describe el primer ingrediente que prevé las dificultades: “Cuando las reformas se inician desde la cumbre del poder, con frecuencia mueren antes de llegar a la escala en que participan docentes, padres de familia y estudiantes”.

En efecto, a pesar de que la Reforma Educativa nació del Pacto por México, en un acuerdo cupular, pocos pusieron en duda su necesidad; otros de inmediato se opusieron, ya por principios (falta de consulta popular, imposición vertical), ya por interés (defensa de privilegios y territorios colonizados). Me refiero al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y sus diferentes camarillas. Los opositores ponen las aduanas que impiden que las consignas lleguen a la base; el gobierno tampoco tiene dispositivos que le permitan acercarse a maestros y familias con el fin de ganarse su confianza.

El segundo componente que puede incidir en el descalabro de la Reforma Educativa es la falta de cohesión de los órganos del aparato de Estado y la anemia de la tecnología del poder del presidente Peña Nieto. Ésta se evidencia en dos asuntos. Uno, la incapacidad de mantener la unidad de las fuerzas que signaron el Pacto. Cierto, no todo fue culpa del mandatario, los intereses del Partido Acción Nacional y del Partido de la Revolución Democrática fueron el caldo de cultivo de las fracturas. Pero el Presidente no se aplicó en mantener la alianza.

Dos, la tibieza de los gobernadores. Desde el principio previeron que no tenían nada que ganar; al contrario, el rompimiento de la tradición y componendas con las secciones locales del SNTE les acarrearía más querellas que beneficios. El espécimen más conspicuo en estos días es el gobernador de Oaxaca, que le regresa privilegios a la Sección 22.

La corrupción es el tercer elemento que quiebra el camino del logro. Ésta está en la médula del SNTE y, mediante la colonización del aparato escolar, contagió al sistema; lo que afecta a todos los educadores, aun en contra de su voluntad. Incluso, maestros competentes y comprometidos con sus alumnos tienen que ceder ante la inmoralidad del sindicalismo vertical.

Hans Weiler presagió el cuarto componente en su análisis de las reformas de los años 80 en Alemania y Francia. Señaló que cuando los grupos dirigentes no invierten capital político ni alinean sus acciones donde ponen sus discursos, a lo más que pueden aspirar es a conseguir legitimidad “compensatoria” y de corta duración. Allí están las negociaciones extralegales en la Secretaría de Gobernación que, en lugar de aminorar, parece que fortalecen las tradiciones corporativas y la colonización de la administración de la educación básica. Ésta era el blanco principal, sintetizado en la frase: “Recuperar la rectoría de la educación”.

Husén ofrece nociones para identificar el quinto factor. Él, al igual que casi todos los académicos que estudian las reformas en la educación, contempla a los docentes como los sujetos clave. Sin ellos, los cambios no se dan. Los gobernantes obtendrán frutos si logran convencerlos para que rompan la “cobertura de cemento” que sofoca el espíritu innovador. Pero —y allí el quid— si los reformistas no toman en cuenta las aspiraciones, saberes y prácticas de los docentes, ni escuchan sus inquietudes, es casi seguro que encaminarán a la bancarrota sus propuestas de transformación.

Habrá otros elementos que incidan en las contingencias para el fracaso. Mas no será absoluto. Tal vez el gobierno de Peña Nieto no verá coronados sus esfuerzos, en parte porque el Presidente mismo no se afanó con determinación, pero el acierto del Pacto por México es que fue al corazón. Asentó los propósitos —los valiosos y los inicuos— en la Constitución. Ya garantizó una base difícil de remover. Por ello, conjeturo que no caerá por completo.

El miércoles que viene consideraré el potencial de la Reforma Educativa en provecho del sistema escolar.

Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2017/02/15/1146409

Imagen: http://definicion.de/wp-content/uploads/2011/08/reformaeducativa.png

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Reforma educativa y aprendizaje

por: Carlos Ornelas

Es casi seguro que el siguiente paso de la Reforma Educativa que empuja este gobierno, la exposición del modelo educativo, explicite elementos que tienen que ver con currículo, organización escolar, formación y actualización de maestros y trabajo en aula.

Dadas las “ideas peregrinas” que flotan en el ambiente internacional y que empujan la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y otras instituciones intergubernamentales, la noción de aprendizaje —más aún, comunidades de aprendizaje— estarán presentes en el discurso del modelo. La idea de transitar del énfasis en la enseñanza a poner vigor en el aprendizaje está sembrada en las apuestas de política educativa de México, al menos desde el Programa para la modernización educativa 1989-1994. Se ha replicado en los proyectos de los gobiernos subsecuentes.

Asimismo, fue un asunto que surgió en los Foros de consulta del nuevo modelo educativo, tanto los que organizó el exsecretario Emilio Chuayffet, como los que condujo el secretario Aurelio Nuño. No obstante, tengo dudas acerca de la teoría o teorías que llevarán la delantera en esa postura. No es un asunto intrascendente, cada enfoque tiene disposiciones pedagógicas diferentes, aunque partan de principios similares.

Al mismo tiempo, la estructura institucional y sus reglas de funcionamiento imponen lo que, a comienzos de los 70, Basil Bernstein denominó pedagogías invisibles. Éstas conforman dispositivos para el aprendizaje de los alumnos que no son evidentes, pero sí reales, descansan más en la acción de los maestros que en las prescripciones curriculares.

Las pedagogías invisibles se sostienen en varias premisas; las dos más importantes: 1) se basan en principios universales y se orientan a la consideración evolutiva de los alumnos; 2) el aprendizaje es un proceso tácito, invisible, individual y cuya progresión no se ejercita mediante un proceso público manifiesto.

Tanto de enfoques funcionalistas, como de tendencias neomarxistas, englobaron la noción de pedagogías invisibles en un concepto más sofisticado: currículo oculto. Éste es incorpóreo, pero efectivo. Su aplicación descansa en teorías expresas, pero que no se cumplen por completo porque sus fines se confunden en las prácticas escolares, las institucionales y las de los docentes.

Tal vez el nuevo modelo educativo haga sugerencias concretas acerca de las pedagogías visibles —dudo que proponga una versión única— que ponen más énfasis en que los niños asimilen conceptos, ideas y métodos, como las del aprendizaje significativo o del aprendizaje situado. Además, tal vez se encuentren resonancias, si no es que referencias leales al constructivismo, la pedagogía activa, prácticas colaborativas y solución de problemas.

Sin embargo, aunque tal vez la oferta de la Secretaría de Educación Pública juzgue al memorismo y a la enseñanza tradicional, en la vida práctica de las escuelas sobrevivirán las corrientes dominantes basadas en el conductismo (gobernar el aprendizaje de los niños mediante objetivos de comportamientos esperados) y el enfoque por competencias (una versión sublime del conductismo). Las prácticas arraigadas, producto de la persistencia cultural, no se erradicarán por decreto.

Por lo tanto, conjeturo, habrá designios elaborados para la formación y actualización de los docentes que, además, es una demanda sentida de ellos.

El modelo que proponga la SEP tendrá críticas; no será del agrado de los opositores ni dejará contentos a quienes pretenden cambios más radicales. Sospecho que tendrá elementos valiosos y otros rebatibles; unos que evoquen el neoliberalismo, otros que pongan el acento en la democracia.

Estoy convencido de que, aunque no satisfaga todas mis expectativas, será mejor que lo que tenemos hoy.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/reforma-educativa-y-aprendizaje/

Imagen: www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2015/02/Pacto-por-mexico-reforma-educativa.jpg

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Sección 22 reloaded

15 de febrero de 2017 / Fuente: http://www.excelsior.com.mx

Por: Carlos Ornelas

Platicaba el otro día con un amigo y paisano, exfuncionario del sector educativo, priista de corazón, acerca de las desventuras de la Reforma Educativa y de cómo la maneja el presidente Enrique Peña Nieto. Una de las cosas que salió a flotación —y lo dijo con cierto pesar— es que sus compadres y sus amigos le hacen más daño a la política educativa que sus rivales.

Dando y dando, pajarito volando. Refrán popular.

Se refería a las negociaciones que el entonces subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda, condujo con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y cómo, con base en subvenciones, hizo crecer a las fuerzas disidentes. El hoy secretario de Desarrollo Social es compadre del Presidente.

Además, platicamos sobre la reunión que Alejandro Murat, el nuevo gobernador de Oaxaca, sostuvo con la dirigencia de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, y les reconoció una promesa de la Secretaría de Gobernación al otorgarles tres mil 699 plazas, en diciembre de 2016. Una vergüenza, me dijo. Coincidí con él. Según apuntes de comentaristas, el mérito de Alejandro Murat para haber sido postulado por el PRI, fue ser amigo del Presidente. También es hijo de un exgobernador, pero eso no abona a su temple; quizás al revés.

El jueves pasado, el joven gobernador Murat recibió en sus oficinas a la nueva dirigencia de la S-22. El hecho en sí no tiene nada de raro. Los gobernadores deben estar atentos a las fuerzas políticas y sociales de sus estados. Pero lo que percibí en la prensa, en especial en el reportaje de nuestra corresponsal en ese estado, Patricia Briseño, me dice que el gobernador ya capituló ante la tecnología del poder de la S-22.

Murat ofreció a los líderes cogobernar en la educación: “Estamos listos para encabezar una cruzada y una gran transformación a favor de la educación, de la mano de las maestras y maestros de Oaxaca” (Excélsior, 3 de febrero).

La S-22 regresó a la palestra con más ánimos y energía recargada, lo que le brinda posibilidades de crecer de nuevo. La fotografía que acompaña a la nota de Paty Briseño es elocuente. El gobernador flanqueado por dos funcionarios y luego una multitud con el brazo izquierdo en alto y el puño cerrado. Las palabras de diálogo respetuoso que pronunciaron Murat y Eloy López Hernández, el nuevo dirigente de la S-22, sonaron más huecas que una jícara oaxaqueña.

La oferta contundente fue cuando el gobernador suscribió: “Estamos listos para abrir la mesa laboral, para atender cada uno de los planteamientos que se han señalado aquí; para abrir la mesa de justicia para ir atendiendo cada una de las demandas en relación a los presos políticos; la mesa para reincorporar la bilateralidad y acabar con esa unilateralidad que no abona a la construcción de la transformación educativa que requiere nuestro estado (Sonia del Valle, Reforma, 3 de febrero; énfasis agregado). La mesa está puesta.

En términos prácticos, le entrega de nuevo la dirección del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca a la S-22. Los disidentes recolonizarán el territorio perdido el 20 de julio de 2015. Esta vez no mediante conquista, sino por un pacto en el que la autoridad abandona el poder.

De allí la S-22 escalará las posiciones de control. Si el gobernador piensa que con eso logrará paz y podrá trabajar es una ingenuidad o, si se quiere pensar mal, una acción perversa. Al rato aceptará cada una de las demandas planteadas en el pliego de la S-22: abrogar la Ley Estatal de Educación (factible), derogar la Reforma Educativa (imposible); contratar a los egresados de las normales del estado en automático; dar seguimiento a demandas de justicia social (más recursos); cancelar órdenes de aprehensión contra dirigentes sindicales; reconocer nada más a la S-22 (es decir, eliminar a la 59, que reúne a los docentes que no hacen huelga) y liberar de inmediato a sus presos.

Poco a poco caerán, como las fichas de un dominó, las parcelas que el gobierno había recuperado en julio de 2015. No habrá un quid pro quo, la máxima de los tratos políticos; no ocurrirá un dando y dando. El gobierno concederá, los líderes de la disidencia cosecharán. El pajarito no volará.

Dijo mi amigo: con ese compadre y ese amigo, el Presidente no necesita adversarios.

La S-22 cargó arrestos. Las secciones de Chiapas, Guerrero y Michoacán, sus cófrades de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, seguirán su ejemplo y recuperarán terreno. ¡Pésima jugada!

Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2017/02/08/1144962

Foto: https://www.google.co.ve/url?sa=i&rct=j&q=&esrc=s&source=images&cd=&cad=rja&uact=8&ved=0ahUKEwjh9ZiHtY3SAhUG7iYKHWefB2UQjRwIBw&url=http%3A%2F%2Fwww.laotraopinion.com.mx%2Ftags%2Foaxaca&psig=AFQjCNGdAGLVSvhY0mNCfYYhkq2dFIObRQ&ust=1487087009548818

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Migrantes y desburocratización educativa

Por: Carlos Ornelas

¿Quién lo fuera a pensar? Las bravuconadas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sembraron un incentivo para reducir —y de forma drástica— un montón de trámites que catalogaban como ciudadanos de segunda clase a niños y jóvenes que por diversas causas regresaban al país; tal clasificación sigue vigente. Por razones obvias, a quienes retornaban de Estados Unidos.

¡Vaya paradoja! Discriminados allá por no ser estadunidenses y segregados aquí por no ser mexicanos completos. Para niños, jóvenes y adultos repatriarse era tanto o más complicado que irse por el desierto. Se les exigían papeles notariados, que hablaran a la perfección el español, que demostraran conocimientos de la historia patria y la correspondiente mordida.

Tenemos un sistema educativo regulado en exceso, cargado de papeles y rutinas innecesarios que nada más complican la práctica educativa y la vida de los docentes. Se basa en la desconfianza, en la presunción de que todo el mundo miente o es propenso a hacer chapuza.

Aunque me arriesgo a la inquina de quienes ven mal todo lo que haga el gobierno, voy a ser claro. Me parece bien y oportuna la iniciativa del presidente Peña Nieto para reformar la Ley General de Educación y brindar algunas facilidades a quienes volverán a México en condiciones difíciles, quizá no por su voluntad. Las ventajas que les ofrecerá la nueva normativa no les resolverán la vida, pero se la harán menos espinosa.

Aplaudo que se reduzcan los requisitos y se simplifique la revalidación de estudios para quienes llegarán; además, con un voto de confianza de que dirán la verdad. Es más, conmino a los legisladores a que se apliquen y, una vez entrada la iniciativa, que además es preferente, hagan más para aflojar el embalaje burocrático del sistema educativo mexicano.

La reducción de trámites se puede extender para los migrantes internos. ¿Cuántos niños y jóvenes que vienen de Oaxaca u otras partes del país al área metropolitana sufren de las mismas calamidades? Muchos. ¿Cuántos jóvenes que siguen a sus padres de una ciudad a otra no pueden revalidar las materias del bachillerato del lugar original al de la nueva residencia? No muchos, pero igual sufren, a veces tienen que comenzar el ciclo completo, aunque hayan cursado dos o más años.

Y ya entrados en legislar, ¿por qué no revisar con lupa aquellas disposiciones que impliquen papeleo inútil, que signifiquen cargas de trabajo para los maestros que no abonan al aprendizaje de los estudiantes? Entiendo que es peliagudo. Es mucho pedir a legisladores que no se identifican por sus buenos hábitos parlamentarios, que se preocupan más por moches y bonos que por confeccionar buenas leyes. Pero no está mal hacerse ilusiones de vez en cuando.

Por lo pronto, la iniciativa presidencial tiene potencial para mover un poco la inercia burocrática y abre perspectivas para cambios que no estaban previstas en la Reforma Educativa. Contradice tradiciones “nacionalistas” cultivadas por décadas y muestra un propósito noble. La Secretaría de Educación Pública anunció acciones concretas que puso en marcha en coordinación con los gobiernos de los estados, aunque dudo que éstos se apliquen.

Intuyo que poner en práctica las medidas concretas no será un asunto de trámite. Habrá resistencias. La legítima, de docentes que verán incrementadas sus tareas y la complejidad de las mismas. La gandalla, de líderes de las facciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación que tratarán de sacar tajada.

En educación no abundan las buenas noticias. Y, si las hay, no sirven para la diatriba de los eternos descontentos. Concedo que la débil agresión a la burocratización del sector educativo fue motivada por el efecto Trump. A pesar de ello, le doy la bienvenida.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/migrantes-y-desburocratizacion-educativa/

Imagen: www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/11/trump-768×576.jpg

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Gasto, desconfianza y transparencia en educación

08 de febrero de 2017 / Fuente: http://www.excelsior.com.mx/

En su artículo en Milenio (18 de octubre), el subsecretario de Planeación, Coordinación y Evaluación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Otto Granados Roldán, llegó a la conclusión de que el gasto en educación es ineficiente. Por eso aboga por cambiar la visión e invertir (no gastar) mejor.

Si uno ve el uso de los fondos del gobierno federal destinados a educación desde la lógica de la teoría del capital humano, el argumento del subsecretario es correcto. ¿Cómo no pensar que hay ineficiencia cuando 97% del presupuesto va para gasto corriente y, de ése, 91% para salarios y prestaciones? Además, el dispendio es incalculable.

Lo que no esclarece el subsecretario es cómo el gasto se comió la inversión. Aunque reconozco el valor de las herramientas de análisis de esa teoría, apuesto más al análisis político para entender las causas de ese desbarajuste. Y no se trata de encontrar culpables concretos, que sí los hay, pero el fenómeno es histórico.

El subsecretario Granados Roldán señala, además del malgasto en educación, otras fuentes causantes del embrollo presupuestal: 1) desequilibrios entre la asignación a los diferentes tipos y niveles. Más a educación superior y menos a básica; 2) disparidad entre gasto en general y por alumno; el primero crece, el segundo se estanca; y, 3) el descontrol que causó la descentralización educativa que, en lugar de transparencia y orden, trajo corrupción que el Fondo de Aportaciones a la Nómina Educativa, con todo y su centralización, no corrige todavía.

Estoy convencido —aunque el subsecretario no mencionó a un actor en particular— que pensaba en rectores de universidades y líderes sindicales. Los jefes de las universidades públicas estatales exigen más recursos, abogan por salvar a sus instituciones de la bancarrota (no hay quiebra técnica, pues no son empresas mercantiles), pero no hacen esfuerzos por limpiar sus finanzas ni arreglar el asunto de las pensiones. Claro, la culpa es del pasado, pero no se atreven a tocar ese punto.

Es más, no quieren disminuir sus ingresos como rectores. Un reportaje de Teresa Moreno (El Universal, 24 de octubre) pone en perspectiva el asunto. Nada más un ejemplo: Rogelio Garza Rivera, rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León, percibe ingresos brutos por 193 mil 210 pesos, 46% más que el gobernador del estado. Esto incluye: “Sueldo de profesor titular ‘B’ de tiempo completo por 43 mil 415 pesos; por profesor de asignatura “B”, nueve mil 500 pesos; la percepción como rector, 82 mil 947 pesos; monto de previsión social, mil 80 pesos; impuestos por 39 mil 597, y deducciones por contrato colectivo de trabajo de 16 mil 671 pesos”.

El caso del jefe nato de la UANL es paradigmático, pero no único: es rector y cobra como profesor de tiempo completo y de asignatura; además, el pago de impuestos (que, se supone, son sobre sus ingresos) y otros descuentos los carga a la nómina.

En educación básica el asunto no es menos turbio. No sólo más de 90% se va en salarios, los líderes del SNTE —aunque en menores proporciones que en el pasado reciente— siguen medrando, la SEP les proporciona medios para ello. Lilián Hernández (Excélsior, 23 de octubre) reporta que el SNTE recibió 290 millones de pesos del gobierno federal para difundir la Reforma Educativa y asuntos de fomento cultural. No hay informes sobre cómo utilizó esos fondos.

Mientras que todavía hay maestros interinos (o temporales en las universidades) mal pagados, hay altos funcionarios con ingresos abultados, sin contar rentas ocultas y dispendio en actos insustanciales. Eso genera desconfianza en las instituciones y sus jefes. Y, como señala el educador chileno Ricardo Hevia, la desconfianza carcome a la sociedad: “Hoy vivimos una crisis que no está asociada exclusivamente a la relación entre dinero y política; es más profunda y extendida. La credibilidad de las instituciones está en entredicho. Se sospecha de los empresarios, las autoridades de gobierno, los partidos políticos, los medios de comunicación, las iglesias…” y las escuelas, se pudiera agregar.

La falta de transparencia, la rendición de cuentas falseada y declaraciones altisonantes de actores políticos pidiendo más dinero, agrandan la falta de credibilidad en las instituciones; la desconfianza resta legitimidad a la acción política.

En esas estamos y ningún presupuesto podrá solventar los aprietos en credibilidad en el corto plazo, aunque se invierta mejor y se gaste menos.

Fuente artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2016/10/26/1124482

Imagen: http://www.legalchile.cl/beneficios-tributarios-por-gastos-en-educacion/

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Mochilas, violencia y cohesión social

Por: Carlos Ornelas

Después de la desgracia en el Colegio Americano del Noreste, volvió a la palestra el programa “Mochila segura”, que la exsecretaria de Educación Pública Josefina Vázquez Mota diseñó en respuesta a la creciente rudeza de la violencia criminal que invadía al sistema escolar.

Al renacer este dispositivo, que nunca tuvo un sustento institucional sólido, el gobierno enfrenta una crítica por dos flancos. La primera, por ser reactiva, por actuar hasta después de que se dio un percance que mostró que la violencia había llegado a santuarios de las clases medias. El reproche por la banda del otro lado es porque la revisión de las mochilas es un atentado contra los derechos humanos de los infantes y, tal vez, de sus familias.

El asunto no es sencillo, depende de quién lo diga y de su experiencia. Si no recuerdo mal, en sus primeros meses, la mochila segura fue bienvenida en las zonas de alto conflicto social; era un respiro —un paliativo, si se quiere— para las familias que vivían en zonas donde la violencia criminal se había instalado. Y, supongo que, en ciertas áreas, seguirá siendo acogida, si no con beneplácito, sí como una necesidad.

El asunto es que la violencia criminal se metió de lleno en los vasos comunicantes de la sociedad, no sólo está en las calles, en el secuestro, la extorsión y en las guerras entre cárteles. Allí es una experiencia cotidiana. Pero al mismo tiempo está en varios territorios simbólicos, en los medios, el entretenimiento, las redes sociales y el lenguaje ordinario de vastos segmentos sociales.

Las escuelas no son islotes aislados del resto de la sociedad, tampoco son réplicas exactas de ella. En muchas partes, los centros de estudio son espacios de remanso relativo, lo mejor de ciertas comunidades. Pero siempre bajo el asecho de la violencia circundante.

La violencia criminal y sus derivados prácticos y alegóricos abonan a la descomposición del tejido social.  Durante un largo periodo del régimen de la Revolución Mexicana, digamos de comienzos de los 40 a mediados de los 70, México tuvo crecimiento económico sostenido, estabilidad política y, sí, cohesión social, pero a cambio de restricciones a las libertades cívicas. Era una cohesión autoritaria, aunque generaba cierto consenso.

El régimen era fuerte, su legitimidad no provenía de la acción democrática, sino de la eficacia del Estado para mantener la dialéctica del control. El gobierno juzgaba subversiva cualquier reprobación a su quehacer político, fuera de los segmentos conservadores o de la fragmentada izquierda. Eran los tiempos de la república imperial.

¡Qué bueno que perdimos esa cohesión social integrista! El problema es que no le encontramos una salida que al mismo tiempo que fortaleciera la libertad política, implantara las virtudes de la democracia. Los partidos políticos se desbordaron, la corrupción creció y la violencia nos invadió.

No sabemos cómo eliminar esa brutalidad, pero queremos mantener a los niños y las escuelas a salvo. Mas no tenemos los instrumentos adecuados. Me parece sensata la receta que propuso un defensor de los derechos humanos: en lugar de la mochila segura, que haya programas de educación que faciliten la prevención de actos violentos. Pero no dice cómo ni ofrece una estimación del tiempo que tomaría poner en práctica esos métodos ni el periodo que tardaría en ofrecer resultados.

Hoy tenemos un analgésico, mochila segura, que no curará los males que se derivan de la violencia criminal que aquejan a las escuelas, pero a fe mía que no es un placebo. En lo inmediato y en amplias franjas del territorio nacional es un apremio. Pero sí necesitamos reconstruir el tejido social en el plazo medio. No es fácil, pero intuyo que ni el gobierno ni las escuelas lo podrán hacer por sí mismos.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/mochilas-violencia-y-cohesion-social/

Imagen: www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2017/01/5-operacion-mochila-cobachito-1024×666.jpg

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Inclusión y exclusión: variantes de la política educativa

Por:

Las buenas noticias no son noticias, reza un adagio que no sé si se lo crean los periódicos y los periodistas. Este lunes, Excélsior publicó, justo bajo el rubro de “Buenas noticias”, un reportaje edificante que nutre el optimismo. En breve. Rigoberto Javier Vargas Calderón, Javi, de 33 años de edad, es un joven adulto que tiene parálisis cerebral desde los 20 días de nacido y quien concluyó la educación primaria con un promedio de 9.5. Lo hizo en el Instituto Chihuahuense de Educación para los Adultos. Pero el apoyo de su madre y cuatro hermanos fue fundamental.

Hay al menos tres factores que ayudan a explicar cómo Javi pudo romper las barreras que por lustros lo mantuvieron fuera de la escolaridad debido a su condición física. El personal y familiar, el institucional y la computadora.

Primero. Javi fue un excluido, tenía dificultades para expresarse, no podía mover sus manos con facilidad, así que no aprendió a escribir, tampoco podía estar en ninguna escuela. En Guadalupe y Calvo, Chihuahua, me imagino, no hay centros de educación especial que pudieran auxiliar a Javi. Las escuelas regulares no estaban equipadas para ello. Pero el ambiente familiar suplió muchas de las faltas del contexto.

Supongo que, en el hogar, Javi vivió rodeado de amor, sin dejar de representar una carga material y emocional. Es sabido que las afecciones de un miembro del clan lo afectan a él, pero también a los otros integrantes. No obstante, fue el cariño lo que tal vez le brindó los primeros motivos para superar su condición. Eso le ayudó a forjar, paso a paso, su carácter.

El reportaje dice que Javi es instructor en un club ecuestre, donde también se ofrece equinoterapia a niños y jóvenes que sufren de discapacidades. Eso indica que, además de concluir la primaria, Javi tenía empeño en rebasar los impedimentos y ser una persona productiva. No era nada más una carga para la familia. La parálisis cerebral no inhibió su afán de superación.

Segundo. El caso de Javi no sería una noticia si el Instituto Chihuahuense de Educación para los Adultos no lo publicita. Claro, dirán los hipercríticos, fue un garbanzo de a libra, un acto para la foto, propaganda pura. Y tal vez no les falte razón. Pero el otro plato de la balanza también cuenta. Un asesor del Instituto apoyó a Javi en su trayectoria; conjeturo que él —o ella, la nota no apunta su nombre— fue quien le enseñó a usar la máquina, los asuntos básicos del procesador de textos y a poner en blanco y negro sus ideas. Fue una tarea compleja y meritoria de un asesor esforzado. Hay más como él.

Veo bien que el Instituto divulgue el caso de Javi, es estimulante y puede motivar a otros jóvenes adultos en condiciones similares —o excluidos de la escolaridad por otra causa— a enrolarse en la educación formal.

La Unesco define la educación inclusiva como un proceso orientado a responder a la diversidad de los estudiantes incrementando su participación y reduciendo la exclusión en y desde la educación. Está relacionada con la presencia, la participación y los logros de los alumnos, con énfasis en aquellos que, por diferentes razones, están excluidos o en riesgo de ser marginados. Por dondequiera que observo este asunto, Javi me parece un caso de inclusión.

Tercero. Si no existieran las computadoras, es posible que Javi nunca hubiera aprendido a escribir —tal vez sí a leer— y desarrollar habilidades para comunicarse. No es un alfabetizado, obtuvo el certificado de primaria. Lo que implica que no nada más asimiló los fundamentos de la lengua, también de matemáticas, de cultura cívica, nociones de historia y ciencias.

Y, si tiene conexión a la red y sabe navegar, adquirirá nuevos conocimientos y encontrará vías de entretenimiento. Las tecnologías de la información y la comunicación no son la panacea, pero sí herramientas que, bien utilizadas, pueden ser mecanismos de inclusión educativa y social.

Colofón. El caso de Javi es excepcional. ¡Pero qué bueno que tuvo ánimos para crecer! No soy de los que profesan que una golondrina hace verano. Mas estoy convencido de que en el amplio espectro del sistema educativo mexicano, hay muchos otros casos de buenos ejemplos y prácticas virtuosas. No todo está podrido, como piensan algunos.

Atención. No me hago ilusiones de que, con casos aislados de buenas prácticas, la educación mexicana va a florecer. Pero tampoco pierdo la esperanza de encontrar avenidas para mejorar. Me gustaría leer más buenas noticias. Necesitamos levantar el ánimo.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/inclusion-y-exclusion-variantes-de-la-politica-educativa/

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