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CNTE – Oaxaca; en la mira analítica

25 de enero de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org/

Por: Carlos Ornelas

A los analistas oriundos consolidados, como Carlos Javier Sorroza Polo, Concepción S. Núñez Miranda, Francisco José Ruiz Cervantes, Gloria Zafra, Héctor Pineda Santiago, Isidoro Yescas Martínez, Javier Sánchez Pereyra, Joel Vicente Cortés, Olga J. Montes García, Porfirio Santibáñez Orozco, Rigoberto León Monterrubio, Samael Hernández Ruiz, Víctor Raúl Martínez Vásquez, se une una voz joven, la de Óscar Hugo Faustino Zacarías.

Óscar Hugo es un oaxaqueño, hijo de maestros, que decidió hacer objeto de estudio a la S-22. La desmenuza con la óptica de las políticas públicas, con seriedad, rigor lógico, coherencia teórica y una prosa clara. En noviembre pasado presentó su tesis de maestría en la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, Diseño de la evaluación del desempeño docente: implicaciones en Oaxaca.

Óscar Hugo escogió el aspecto más rebatido de la Reforma Educativa de 2013: la Evaluación del Desempeño Docente (EDD). Examina cómo entró en la agenda nacional y afectó el proceso de toma de decisiones políticas. Observa cómo el convenio del gobierno de Felipe Calderón con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos se extendió a un acuerdo de colaboración entre esa organización y el presidente electo, Enrique Peña Nieto, para llegar al Pacto por México. Allí se hicieron patentes quiénes eran los aliados del gobierno —los dirigentes de los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática— y los adversarios, el SNTE y la CNTE.

Óscar Hugo se hace cargo de explicar el diseño de la EDD, desde la reingeniería constitucional a los aspectos de mayor detalle, como la falta de infraestructura escolar. Examina cómo el problema público, la baja calidad de la educación, derivó a asuntos concretos como la organización de las escuelas, el currículo y la falta de maestros “idóneos”.

Y, para cada problema, el gobierno de EPN diseñó respuestas precisas que se manifestaron primero en leyes y luego en programas como Escuelas al 100, la Escuela al centro, el Nuevo modelo educativo 2016 y, su foco, el servicio profesional docente. Después desmenuza el Sistema Nacional de Evaluación Educativa, las instituciones e instrumentos que lo comprenden para arribar al meollo, la ejecución práctica, que en su enfoque teórico se denomina implementación.

Estudia la implementación de la EDD en las escalas macro, nacional y micro, Oaxaca. Aquí es donde entra la S-22. Óscar Hugo despliega cómo la dirigencia se opuso a una política gubernamental que define como regulatoria, racional y descendente. Califica esa oposición como una variable exógena que condicionó la aplicación de la reforma en la entidad.

Disgrega la protesta política y social de la CNTE motivada por la pérdida de control sobre las plazas y el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca. Dilucida lo que la reforma sí reformó en Oaxaca y las trabas que persisten.

El jurado calificador de su tesis felicitó a Óscar Hugo por la calidad de su trabajo, la diligencia que mostró para —en meses— hacerse cargo de un asunto que cambia a cada momento. Él sorteó bien las dificultades que implica analizar una cuestión de la que no se sabe cuál será su desenlace.

Ese escrito es una prueba consistente del uso de nociones teóricas sofisticadas para el análisis concreto. La revisión de la literatura que presentó de las corrientes teóricas en el campo de las políticas públicas fue exhaustiva. Le sirvió para construir conceptos y luego aplicarlos con lógica y congruencia.

Diseño de la evaluación del desempeño docente: implicaciones en Oaxaca no es recomendable para quienes esperan un manifiesto político, la defensa de una causa o la condena del gobierno. Pero es indispensable que la lean quienes busquen encontrar explicaciones sensatas y quieran ampliar su conocimiento sobre la S-22, la CNTE y la Reforma Educativa del gobierno de Peña Nieto.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/cnte-oaxaca-en-la-mira-analitica/

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Límites de la Reforma Educativa

18 de enero de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org/

Por: Carlos Ornelas

Cuando leí los puntos acerca de la Reforma Educativa que expuso el Pacto por México, me pregunté hasta dónde llegaría el gobierno en su intento por retomar la rectoría de la educación. Malicié que detrás de ese objetivo expreso, se asentaban tres propósitos implícitos: recentralizar el poder en la institución presidencial, lindar —no extinguir— al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y acrecentar la legitimidad del Estado, no sólo del gobierno y los partidos firmantes.

El 2013 fue un año de beneplácito entre los reformistas: ya se habían procesado las enmiendas a la Constitución y a la Ley General de Educación, promulgado dos leyes nuevas, levantado el Censo Nacional de Maestros y Elba Esther Gordillo estaba en la cárcel. Sin embargo, se vislumbraban nubarrones en el panorama por el rango de interlocutor que la Secretaría de Gobernación le daba a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Hoy puedo confirmar que me quedé corto al pensar en los límites de la reforma.

Rumié que el SNTE, con todo y la señora Gordillo fuera de circulación, seguiría siendo un hueso duro de roer; gracias a la colonización, continúa gobernando en la educación básica. Sus tradiciones le permitieron imponer frenos a los intentos descolonizadores, con disimulo, no como la CNTE, con la protesta callejera y violenta. También juzgué que la CNTE iba a librar todas las batallas para permanecer como fuerza beligerante (aunque no imaginé que fuera a lograr tanto) y que no sería derrotada en toda la línea.

También me parecía patente que, aun sin vociferar, los gobernadores se oponían a la reforma o, al menos, no la apoyarían con entusiasmo. El gobierno federal concentraba las decisiones, les arrebataba parcelas de mando y poco después el control de la nómina.

Con todo y el descontrol que causaba la CNTE, en aquel año parecía que el gobierno avanzaba en sus designios centralistas y en restringir al SNTE, ganaba en legitimidad, la plaza pública concedía credibilidad a las acciones reformistas.

Sin embargo, llegó 2014, un año de gracia que el SNTE consiguió para “conciliar” las nóminas y que sus secciones negociaran con los gobiernos estatales. Y, si la Segob hacía concesiones a la CNTE, ¿por qué los gobernadores no podrían hacer lo mismo con la parte institucional del SNTE? Permitieron la continuidad de la colonización y, desde la administración, los funcionarios fieles al SNTE dragaron la ejecución de la reforma. Aplicaron sus mañas. Lo comenté en varios artículos y ponencias. En resumen, juzgué que el SNTE es el freno y mal hace el gobierno en buscarlo de aliado.

A pesar de los avances en el terreno de la legislación, sobreviven fallas institucionales. La burocracia, en particular la de origen sindical, castiga a quienes ingresaron a la docencia mediante el concurso. Presto la voz a dos de mis corresponsales que creyeron en la promesa meritocrática y hoy resisten injusticias (por razones de espacio resumo sus denuncias).

En una respuesta a mi artículo del 4 de enero, don Ramón Díaz arguye: “Las plazas se siguen vendiendo, heredando, negociando. Pero no sólo las plazas, también las permutas y los cambios… Mientras los maestros que entraron limpiamente son relegados por sindicatos y autoridades magisteriales, se les niegan los cambios, se les manda a los peores lugares”.

Don Justo Arenas, el 8 de enero, me critica porque, según él, no denuncio: “El incumplimiento constante de las instituciones por basificar a los profesores de nuevo ingreso (por concurso)”; ni documento “los salarios miserables que se les ofrecen”; ni “sobre la casi imposibilidad de aumentar las horas de trabajo”. Pienso que se equivoca. Quizá con otras palabras, pero en decenas de piezas he criticado al gobierno y a funcionarios con nombre y apellido por permitir esas desviaciones. Incluyendo al presidente Peña Nieto. Pero tiene razón, no lo hago todos los días.

Los límites que no puede rebasar la Reforma Educativa son los que el mismo gobierno se impone: ya por miedo a la CNTE, ya por complicidad con el resto del SNTE. Hasta hoy, la centralización del poder en la Presidencia ha traído más penas al Presidente que eficacia al poder de mando. Ha circunscrito poco el papel del SNTE, le ha dado más potestad a la CNTE y, por los yerros institucionales, pierde legitimidad. En consecuencia, el gobierno no redimirá la rectoría de la educación.

RETAZOS

El único límite que tengo para mis artículos es el número de caracteres por pieza.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/limites-de-la-reforma-educativa/

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INEE, federalismo y evaluación

Por: Carlos Ornelas

En el ámbito de la educación mexicana seguimos discutiendo asuntos que nunca existieron más allá de la Constitución. El artículo 40 establece: “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica, federal, compuesta de estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental”.

A lo largo de la historia, el cuarto adjetivo, federal, ha sido una ficción; en realidad, la unión, no fue con base en principios —aunque la Constitución es centralista en sí misma— sino en la institución de un Ejecutivo federal fuerte y —casi— omnipotente. Pero nos empeñamos en vivir en la fábula y continuamos hablando de federalismo; y, además, con apellido: real, auténtico, nuevo, como integración horizontal y simétrica y, el que está de moda, colaborativo.

El número 6 de la Gaceta del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, conjunta —de manera creativa, lo reconozco— nociones de federalismo con la evaluación; el vehículo: las capacidades locales. Aunque en la mayoría de las piezas predomina cierto tono prescriptivo, contiene elaboraciones de valía conceptual.

En las entrevistas a dos integrantes de la Junta de Gobierno del INEE, Teresa Bracho y Margarita Zorrilla, y en la pieza de Francisco Miranda, alto funcionario del Instituto y director de la gaceta, se nota más ese enlace entre federalismo —que cada uno entiende de manera distinta— con evaluación, donde sí tienen coincidencias en su noción.

El propósito de los autores de los artículos, que incluye a investigadores de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, entre ellos al exsubsecretario de Educación Básica, Lorenzo Gómez Morín, es anunciar que algo novedoso se construye bajo el manto de la reforma de 2013: la política nacional de evaluación educativa. Ellos concuerdan en que la base de ese federalismo —nuevo o colaborativo— se encuentra en el Sistema Nacional de Evaluación Educativa. El propósito: fortalecer las capacidades locales para que cada estado cuente con un programa propio, a imagen y semejanza del nacional, digo yo.

No pongo en tela de juicio las intenciones de los escritores. No parten de visiones ingenuas. Francisco Miranda sintetiza la crítica a lo existente en diez puntos, todos pertinentes para la estructura de su argumento. Entresaco el asunto 6: “la división perversa del trabajo entre la capacidad local de resolver conflictos y la (in)capacidad federal de darle racionalidad técnica e institucional al sistema educativo” (p.29).

Los autores de los ensayos no lo dicen en forma abierta, pero dan a entender que, si siguen sus recomendaciones respecto de la creación de programas estatales de política educativa y se instituyen relaciones intergubernamentales eficaces, será posible avanzar en la mejora de la educación.

No obstante, salvo Teresa Bracho, que hace referencia a la oposición que acomodó el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación a la descentralización de 1992, parece que los ensayistas no toman en cuenta a este “poder fáctico” que impera en la educación básica de los estados. El SNTE hizo de la descentralización un “feudoralismo”, mientras el gobierno federal instauró el centralismo burocrático.

La Reforma Educativa de 2013 se propuso romper con esa lógica: “retomar la rectoría de la educación”, pero el Presidente ya no es todopoderoso. Además, la tecnología del poder que edificó el gobierno de Peña Nieto, en lugar de aumentar las capacidades del Estado, las disminuyó.

Si es cierto que México desde tiempos inmemoriales ha tenido una vocación centralista (Octavio Paz dixit), pienso que valdría la pena discutir con seriedad las ventajas de un régimen unitario.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/inee-federalismo-y-evaluacion/

Imagen: www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/02/inee-conferencia-2016-e1454446183933.jpg

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Evaluación del desempeño docente: miradas de maestros

Por:

En las reformas educativas los gobernantes que las inician tienen ciertos propósitos en mente y saben qué tradiciones quieren suprimir. Aunque definan rutas críticas y “escenarios” posibles, nunca saben si el contexto les será favorable. Pero lanzan sus consignas con el ánimo de cambiar usanzas y, aunque no sea una finalidad explícita, dejar huella.

En todas las reformas, los maestros son los sujetos más importantes; de ellos depende si las ofertas de cambio arriban a los salones de clase y deciden las formas de ejecución. Los gobernantes, pues, proponen alteraciones en la educación en medio de incertidumbre, aunque diseñen tecnologías de poder para tratar de que las aristas más importantes alcancen los mayores grados de ejecución.

Los receptores de las iniciativas de reforma también son presas de incertidumbre, aunque en algunas partes se realicen consultas y se incluya a dirigentes de maestros en el diseño de estrategias. La perplejidad es mayor cuando, como en el gobierno de Peña Nieto, la reforma les brotó de sorpresa; además, con instrumentos para evaluar docentes que modifican de raíz la tradición laboral heredada del corporativismo.

Ningún examen causó más zozobra en el gremio que la evaluación del desempeño docente. Los gobernantes no sabían qué reacciones despertaría la aplicación de la Ley General del Servicio Profesional Docente, qué imágenes se formarían los maestros de ella ni qué información ni de dónde les llegaría, menos preveían cuáles serían sus actitudes frente a los exámenes.

Un buen número de intuiciones e información para mis investigaciones proviene de mis alumnos, en especial de los de posgrado. Muchos de ellos aportan conocimiento para mis proyectos. Por ejemplo, en noviembre del año que acaba de fenecer, Carolina Crowley Rabatté presentó su tesis de doctorado en ciencias sociales, en mi Casa Abierta al Tiempo. Ella exploró cuáles son las representaciones sociales de los maestros de primaria acerca de la evaluación del desempeño docente. Su investigación fue de primera magnitud.

Carolina escogió estudiar un fenómeno en marcha y un asunto del cual había pocos datos más allá de los documentos oficiales y declaraciones aisladas de los responsables; además, hizo sus pesquisas antes de que se realizara el primer ejercicio de evaluación —para la permanencia, no de su desempeño, imaginaban muchos docentes— de 2015, le causó graves conflictos.

Carolina trabajó en tres escuelas de la Ciudad de México; una de turno matutino, otra de vespertino y la tercera de jornada completa. Treinta y siete maestros fueron informantes para su investigación. Ella los clasificó en novatos, experimentados y veteranos. Su experiencia docente era de uno a 46 años.

También muestra que la incertidumbre de los maestros tenía razón de ser. Primero, se imaginaban que la Reforma Educativa era una estrategia política, cuyo fin primordial era despedir a docentes; enfrentar un mundo sin empleo les inculcaba nerviosismo y temor. Luego, comprobó algo que ya conocíamos, aunque no sabíamos de sus efectos: la información que les proporcionaban la Secretaría de Educación Pública y el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación era confusa e insuficiente. En contrapartida, por las redes sociales, más que por otra vía, se enteraban de rumores.

Después desgrana las actitudes de los maestros en emociones y valoraciones; sus hallazgos ilustran el miedo y la sensación de que la evaluación es injusta y provoca angustia.

Los docentes no se oponen a la evaluación. Unos piensan en la superación, mientras otros no muestran gran interés, pero se forman expectativas que implican al gobierno: recibir ayuda de las autoridades educativas; que sea una evaluación transparente y promueva valores; que den los resultados para conocer los errores y aciertos; que se cumplan los objetivos de la evaluación y que la Reforma Educativa sea para mejorar.

El jurado calificador felicitó a Carolina por el rigor lógico de su trabajo, la profundidad de su análisis, la claridad en el lenguaje (hasta refinado en unas partes) y, lo que es de agradecer, economía de palabras. El sínodo recomendó la tesis para publicación por ser un producto de calidad académica notable.

Carolina ya trabaja para convertir su tesis en libro. Bien harían los responsables de la política educativa en leer el producto de esta investigación. En cierta forma, es una evaluación de la tecnología del poder que diseñaron.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/evaluacion-del-desempeno-docente-miradas-de-maestros/

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Política educativa: convicción y responsabilidad.

Tenemos un sistema educativo con hendiduras profundas,Tenemos frente a nosotros algo que no es alborada del estío, antes bien noche polar de oscuridad dura y helada.

Por: Carlos Ornelas.

Permítaseme poner esta pieza en tono personal, pero apegada a la profesión. Aproveché los días de asueto para revisar el borrador de los capítulos de un libro que escribo sobre las reformas educativas de México, a partir de los 90. El peso mayor lo lleva la reforma del gobierno de Peña Nieto. También me apliqué a preparar mi syllabus para el seminario que conduciré en el doctorado en Ciencias Sociales en mi Casa abierta al tiempo. El tema central versará sobre política y teorías de la educación.

Para esta segunda tarea repasé textos clásicos, como la Educación moral, deDurkheim, y El político y científico, de Weber. En ambos encontré nociones que, aunque se hayan escrito hace muchos años, resultan de actualidad y útiles para interpretar ciertos hechos.

Por ejemplo, Durkheim estipula la obligación del Estado de ofrecer educación a sus ciudadanos. Primero, como método de supervivencia del mismo Estado al contar con una población educada. Segundo, pensó la educación como un derecho. Aunque no usó la palabra derecho, se adelantó a su tiempo.

Cuando reflexiona sobre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad,Weber es acucioso al señalar las consecuencias del actuar de los políticos con respecto a una y otra.

Cuando los altos funcionarios del Estado digamos, los secretarios de Educación Pública ejercen conforme a su convicción personal, sin tomar en cuenta las condiciones institucionales ni las relaciones del entorno, lo más seguro es que fracasarán en sus intentos. Los políticos, por definición, no pueden conducirse bajo una ética absoluta. Tienen la obligación moral (el imperativo categórico, diría Kant) de medir las consecuencias de sus actos, de ser responsables.

Estoy pensando en situaciones ideales. En la práctica, como el mismo Weberdispuso: “… la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción no son términos opuestos entre sí; son elementos complementarios que deben concurrir a la formación del hombre auténtico, a la formación del hombre que pueda tener vocación política”.

Él recomendaba hacer política con la cabeza, pero no nada más con la cabeza. Un político auténtico también debe poner ánimos para convencer, comunicar sus propósitos, hacer explícitas las tradiciones que hay que defender y las que habrá que desterrar y, además, pulsar el tiempo de poner en marcha sus proyectos. “Puede decirse que son tres las cualidades decisivamente importantes para el político: pasión, sentido de la responsabilidad y mesura”.

Un político con convicciones, pero sin prudencia, es tan perjudicial como el político que nada más mide las consecuencias que puedan tener sus actos y por eso no se arriesga a promover cambios.

Hoy ya consagramos en la Constitución que la educación es un derecho humano; y, desde hace un siglo, el Estado tiene la obligación de ofrecerla a sus ciudadanos.Durkheim ya obtuvo un triunfo en México.

Me pregunto cuántos secretarios de Educación Pública —que son políticos profesionales— han conjugado la ética de la convicción con la de la responsabilidad y llevado a puerto sus propósitos. No muchos, pero tampoco pocos.

Al final de cuentas tenemos un sistema educativo con hendiduras profundas, pero —razono con la ética de optimista crítico— capaz de renovarse. Por eso estudio las reformas educativas; y también propongo a mis estudiantes lecturas provocadoras; autores que engendren dudas, no certidumbres, que ofrezcan pistas, no soluciones.

En educación no tenemos una alborada del estío, pero tampoco una noche polar.

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/opinion/opinion-del-experto-nacional/2017/01/01/1137237

Imagen: http://4.bp.blogspot.com/-RScuYH_ZIuw/VYjNKJ7rXaI/AAAAAAAABfs/fKWhvvsXOf8/s1600/politica.png

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Oaxaca: una vuelta a la tuerca más

por: Carlos Ornelas

Las relaciones entre la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y los gobernadores de Oaxaca parecen surgir de un cuento tenebroso. Algunos aplauden la “visión” del novel gobernador, Alejandro Murat, por haberse reunido, a escasos días de iniciar su gobierno, con la Comisión Política de la Sección 22 y lograr acuerdos con los maestros disidentes. Éstos se comprometieron, según el boletín del gobierno local, a respetar el calendario escolar, normalizar la prestación de los servicios de educación y que los egresados de las normales participen en la evaluación para el ingreso.

A cambio de ello, el gobernador se comprometió a regularizar la situación de tres mil 699 trabajadores que comprobaron estar laborando, incluyendo salarios “devengados”, que, según esto, personal del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca revisó en cada escuela.

A otros observadores, como Jorge Fernández Menéndez, no les extrañó que se llegara a ese pacto, aunque sea ominoso. José Murat, padre del actual gobernador, acostumbraba otorgar canonjías a grupos de la S22 con el fin de controlarlos. Hecho que nunca logró, pues los docentes recibían las mercedes y luego seguían con sus prácticas. Aunque en los tiempos del gobernador Ulises Ruiz, en particular en 2006, José Murat contribuyó a encender los ánimos en contra de su examigo.

Peor aún, José Murat fue el “asesor” de la Secretaría de Gobernación para lidiar con la CNTE entre 2013 y 2014, justo cuando el subsecretario Luis Enrique Miranda firmaba minutas entregándoles puestos y dinero a cambio de que regresaran a Oaxaca y rompieran las huelgas. Los líderes de la S22 se burlaban de los altos funcionarios. Aceptaban los frutos de sus chantajes, pero continuaban con la movilización. Si algo los distingue es no cumplir con los pactos. ¡Y les va muy bien!

Parecía que el gobierno había tomado la medida a los disidentes cuando dejó de prestar atención a sus amenazas y, en una sacudida, se aventuró a reconquistar el IEEPO. Asunto que granjeó credibilidad al presidente Peña Nieto y al exgobernador Gabino Cué.

Ya sin recursos, con las cuentas congeladas, con sus dirigentes en la cárcel, la CNTE iba en retirada, el escenario político sugería que el gobierno afinaba su tecnología del poder y limitaba a los aguerridos disidentes. Pero llegó Nochixtlán. El descontrol del gobierno central mostró la fragilidad de sus estrategias. La CNTE se reanimó. Sus movilizaciones en Oaxaca y Chiapas le rindieron dividendos.

Al final de cuentas, Nochixtlán reconvino al secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, y —paradoja— premió a Enrique Miranda, hoy secretario de Desarrollo Social, dador de bienes a la disidencia y vapuleador de diputadas.

Aurelio Nuño, el abanderado de la reforma, el que empujaba con ardor por “recuperar la rectoría de la educación”, le bajó a su discurso contra “los malos docentes”. Además, declaró: “No es un acuerdo sindical, esto es un acto de justicia con un grupo de maestros que están trabajando frente a grupo y otro grupo de trabajadores administrativos que estaban en una cuestión laboral que no tenían por qué estar”. ¡Órale!

Además, Nuño aseguró que la regularización de esos trabajadores “es un proceso que lleva varios meses haciéndose, en donde se hicieron las inspecciones para saber que los maestros efectivamente estaban frente a grupo…” (El Universal, 8 de diciembre).

Sin embargo, Samael Hernández, en su blog, documenta que la S22 giró instrucciones a sus bases de no permitir la entrada a las escuelas de los funcionarios del IEEPO. Éstos no verificaron la situación del personal ni el expediente de los trabajadores “regularizables”. Las autoridades recibieron información de directores de los planteles, fieles de la S22.

La reunión del 7 de diciembre de Alejandro Murat con los maestros encabezados por Rubén Núñez pasará a la historia como un acto de ingenuidad —o perversidad— política. Ese pacto es un ejercicio en optimismo. La Comisión Política de la S22 firmó —si es que lo hubo— el convenio. La Asamblea Estatal aceptará la regularización de las plazas, pero va por más. Pronto, los maestros disidentes regresarán a los paros.

Aunque lo parezca, no es un cuento macabro. El gobierno cumple con los acuerdos que firmó el exsubsecretario Luis Enrique Miranda en 2013.

Los maestros de Chiapas insistirán en que también les cumplan a ellos. Siguen la huella de sus camaradas de Oaxaca, tan pronto como llegue enero darán otra vuelta de tuerca

Fuente: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2016/12/14/1134147

 

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Oaxaca, CNTE y Murat: panorama embrollado

Por Carlos Ornelas

Alejandro Murat Hinojosa tomó posesión del cargo de gobernador de Oaxaca en un contexto que presagia borrascas. En el ámbito nacional, la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos nos trae de cabeza; en la trama local, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación mostró sus garras.

Destaco dos elementos del discurso del nuevo gobernante: 1) recibe un estado colapsado, 2) convoca a la CNTE a un diálogo por Oaxaca. Del primer punto no hay mucho que decir, excepto que el mandatario saliente, Gabino Cué, podría expresar que él lo recibió en la misma situación que el gobernador José Murat, padre del actual. El colapso parece ser el síndrome oaxaqueño desde los años 90.

El segundo punto causa espanto, aunque la CNTE pueda estar contenta, le dio al gobernador una “caladita” de su tecnología del poder. Ya le tomó ventaja, es un augurio de que los maestros disidentes obtendrán, como en el pasado, beneficios concretos.

Las rutinas, reglas y símbolos de la tecnología del poder de la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la cabeza de la CNTE, conjugan dos elementos. El primero de naturaleza política (negociación) y, el segundo, de orden instrumental, con el fin de fortalecer su estrategia de componenda con cualquier gobierno.

La S22 siempre declara estar dispuesta a negociar, litiga que tiene propuestas para la educación de Oaxaca. Tiene dos instrumentos, uno práctico, el otro alegórico. El primero es la presión vía movilizaciones, paros en escuelas y bloqueo de instalaciones. Hoy, del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca desde hace cinco meses o el cerco que impuso a la sede del Congreso local. La S22 quería impedir —y lo logró— la toma de protesta del gobernador conforme a la norma, lo hizo en un sitial ajeno.

La herramienta simbólica de los líderes de la S22 encierra en una retórica que apela a la corrección política. Se declaran protectores de la escuela pública, atacan al gobierno “neoliberal” y, en sus alusiones, se ponen en un estrado de superioridad moral. Dicen representar la esencia de los atributos del magisterio: dedicación, honradez, diligencia y amor por los niños y su trabajo.

Esa oratoria es para consumo externo. Una vez que logran sentar a alguna autoridad a negociar, se manifiestan los dispositivos más eficaces de su tecnología del poder: amenaza, chantaje y extorsión. Éstos son los elementos que configuran las prácticas clientelares que encarna la CNTE.

La S22 amagó al nuevo titular del ejecutivo estatal: levantó el paro de 48 horas, pero advirtió que puede ir a la huelga si no se efectúa pronto el diálogo al que se refirió el gobernador. La amenaza es patente. Vamos, primero, por la regularización de seis mil docentes que ingresaron por encima de la norma; después, por la abrogación de la enmienda constitucional.

La segunda postura es una balandronada. Los líderes saben que no pueden echar abajo las reformas a la constitución ni derogar las nuevas leyes. No obstante, con ella —y su retruécano de proteger a la escuela pública del designio privatizador— chantajean a las autoridades porque, aunque parezca increíble, hay quien todavía confía en esa oratoria.

La mecánica de la movilización, la amenaza y el chantaje asegura un punto de apoyo a los líderes de la S22 para comenzar cualquier negociación desde una posición de fuerza. Por lo pronto, parece que desafiar a Alejandro Murat les rindió frutos. Están listos para la extorsión.

RETAZOS

No es que fuera santo de mi devoción, mas estoy convencido de que Ulises Lara López es quien ha realizado una mejor —o menos desastrosa— labor al frente del Instituto de Educación Media Superior de la Ciudad de México. Lo corrieron de fea manera. Moraleja: sigue en la mediocridad y la harás.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/oaxaca-cnte-y-murat-panorama-embrollado/

Imagen: www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2016/12/jorge1-768×513.jpg

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