Abracadabra

Por: David Brooks.

 

Las cúpulas de ambos partidos son cómplices en llevar a esta república a una crisis existencial con graves consecuencias para el planeta. Sólo en estos últimos días, los legisladores suspendieron labores sin aprobar asistencia básica para decenas de millones que están enfrentando a la crisis económica en medio de la peste, pero sí avanzaron en aprobar un presupuesto militar de 740 mil millones de dólares.

Nerón juega golf (no tiene el talento musical como el romano original) mientras su imperio está en llamas, entre la pandemia descontrolada que insiste en que está mejorando mientras mata a más de mil personas por día en su país, y declara que “ America será grandiosa otra vez”, mientras más de 30 millones están no sólo desempleados, sino que ahora enfrentan el desalojo de sus hogares por no poder pagar rentas e hipotecas; durante la pandemia más de la mitad de los hogares han perdido ingresos, mientras unos 490 multimillonarios han incrementado su riqueza por más de 700 mil millones de dólares. Todo, mientras cuestiona el proceso electoral democrático y juega con anularlo.

Todo eso mientras agrega combustible al fuego nutriendo el odio, ingrediente secreto de su proyecto, con la agenda antimigrante en el centro. Vale subrayar que este lunes marca el aniversario de la masacre en El Paso, donde un joven blanco en Texas fue a matar a 22 personas (ocho de ellos nacionales mexicanos) para frenar, dijo, la invasión hispana. Aunque no fue un acto oficial, sus órdenes habían sido giradas en ese contexto desde la Casa Blanca.

Pero Nerón no está actuando solo: las cúpulas de ambos partidos (o sea, el equivalente tal vez del Senado romano) son cómplices en llevar a esta república a una crisis existencial con graves consecuencias para el planeta. Sólo en estos últimos días, los legisladores suspendieron labores sin aprobar asistencia básica para decenas de millones que están enfrentando a la crisis económica en medio de la peste, pero sí avanzaron en aprobar un presupuesto militar de 740 mil millones de dólares. Ah, y también, según nos cuenta un colaborador de este periódico, que en la cámara (bajo control demócrata) no sólo ignoraron a la mayoría de la opinión pública que favorece una reforma policiaca, sino tampoco anularon programas para trasladar equipo militar a departamentos de policía, incluyendo vehículos blindados y bayonetas (sí, leyeron bien, bayonetas).

Para intentar hacer uno de esos análisis dizque sesudos sobre este panorama político primero uno tendría que resistir la primera reacción obvia de que todo esto es un manicomio para después proceder a explicar todo esto con gran sofisticación, pero a veces es imposible ser más elegante.

Pero en medio de todo esto se abre un secreto, como si millones lograron encontrarse en pleno caos y a pesar de los cubrebocas, susurraron y después gritaron: ¡abracadabra!

Las claves para entender esta coyuntura estadounidense no se pueden detectar sólo mirando a las cúpulas, sino en el hecho de que esta estallando una rebelión expresada en el movimiento de protesta social más grande en la historia de este país.

Y esa expresión, como hemos repetido, no se ve sólo en enfrentamientos con fuerzas de seguridad, sino en acciones como una en Nueva Orleans, donde a caseros llegando a las oficinas de las autoridades para solicitar ordenes de desalojo de sus inquilinos un muro de activistas en las puertas no les permitió ingresar; como en las bandas de jazz y de funk que invitan a músicos a dar ritmo a las movilizaciones; como en los círculos de estudio y lectura que rescatan la historia de y desde abajo.

Todo esto son partes de un tejido de redes rebeldes que se han estado organizando en años recientes en varias partes del país, desde el profundo sur –cuna de resistencia histórica y su cultura– como en la construcción más reciente de iniciativas de asistencia mutua en incontables colonias de ciudades por todo el territorio. De ahí nacen diálogos con nuevos discursos donde se aborda el objetivo de la democracia radical, el anticapitalismo, el rescate de la historia para crear visiones del futuro; también la alegría como ingrediente vital de la resistencia y la rebeldía. Se abre algo nuevo, y el futuro de este país depende de su luz.

Eduardo Galeano, en la introducción del libro de las obras de Chomsky publicado por La Jornada, recuerda que abracadabra, “la mágica fórmula que se usa en el mundo entero, proviene de la lengua hebrea… y significa ‘envía tu fuego hasta el final’”.

Foto de portada: Luego de un acuerdo entre la gobernadora demócrata de Oregon, Kate Brown, y la administración de Donald Trump para reducir a los agentes federales en Portland, las protestas del movimiento Black Lives Matter continúan y se desarrollan sin grandes enfrentamientos entre manifestantes y uniformados. Foto AP.

Fuente del artículo: https://rebelion.org/abracadabra-2/

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Black Lives Matter está democratizando las instituciones de EE.UU.

Por: David Brooks. 

 

Por todo el país los movimientos exigen mejoras sociales. «Urge prepararse para la represión neofascista», alerta el activista y académico Cornel West.

Nueva York – Una banda de jazz estilo Nueva Orleans tocaba St. James Infirmary, un blues sobre la muerte de la novia del que lo canta, en el centro de Washington Square, poco antes de que cientos caminaran detrás de ese conjunto unas 30 o más cuadras para ser recibidos en Ocupa Alcaldía, un plantón de manifestantes bajo el lema de las Black Lives Matter (Vidas Negras Valen), parte de un movimiento nacional sin precedente en medio siglo que, por quinta semana, sigue sacudiendo a las cúpulas del país.

El campamento de cientos de personas que se estableció sobre una placita al lado de la alcaldía tiene una “bodega comunitaria, (toma lo que necesites, ofrece lo que puedas), una biblioteca popular que solicita libros radicales para compartir, una carpa de atención médica y mesas para alimentar a todos. De repente hay foros sobre historia, raza y género, y sobre la violencia oficial. Una mujer lee un libro sobre Angela Davis, mientras a unos metros, un DJ pone música hiphopera y algunos bailan, mientras otros tejen. No hay policías, su paso está prohibido (por ahora). Hay líneas pintadas con gis que decoran no policía más allá de este punto. Se solicita que todos usen cubrebocas.

El plantón tiene una serie de demandas, pero la central para esta acción es la del traslado de mil millones de los 6 mil millones de dólares anuales en el presupuesto de la policía de Nueva York a programas sociales, y por ahora se ha logrado un triunfo parcial, algo casi impensable hace un mes. Esto o escenas parecidas se repiten por cientos de ciudades y pueblos a lo largo del país

Por quinta semana, estas expresiones –marchas, plantones, mítines, brigadas de ciclistas y otras de muralistas, conciertos, conmemoraciones de las víctimas (https://bit.ly/2YRKiwG)– que se detonaron con el asesinato de George Floyd por la policía en Minneapolis, el 25 de mayo, siguen sin cesar. Son menos numerosas y los enfrentamientos con la policía son menos dramáticos (aunque la represión sigue), pero persiste cada día en múltiples ciudades.

Este movimiento que estalló dentro del silencio de la pandemia ha obligado a cúpulas políticas a enfocarse y responder a sus demandas, logrando que se promuevan decenas de iniciativas de reforma policiaca y obligado a políticos nacionales y locales a proclamar de qué lado están sobre el racismo sistémico y su historia desde los inicios de este país. Mientras un presidente asustado ha optado por responder con amenazas de represión militar, denuncias de que todo es un complot de la izquierda radical calificando lo que ha visto frente a la Casa Blanca como un movimiento de odio. Uno de sus legisladores favoritos, Matt Gaetz, de Florida, declaró por tuit que “Black Lives Matter es un movimiento marxista”.

El movimiento multirracial e intergeneracional incluye desde los jóvenes (sobre todo mujeres) que lo encabezan, a veteranos del movimiento de derechos civiles de los 60, a sindicalistas, religiosos, académicos, músicos y otros artistas, como también indígenas e inmigrantes. El legendario comediante Carl Reiner, quien acaba de fallecer a sus 98 años, se tomó una foto con su hija y su gran amigo Mel Brooks, todos con camisetas de Black Lives Matter (https://bit.ly/31GvBhI).

De pronto, políticos y directores de instituciones ofrecen retirar monumentos y símbolos de la historia racista, desde el de algunos ex presidentes como Woodrow Wilson a la casi increíble decisión del gobierno estatal de Mississippi de retirar el símbolo de la Confederación de su bandera oficial después de 126 años, entre otras. En Nueva York, la famosa estatua de Teddy Roosevelt, montado sobre su caballo y a su lado dos figuras caminado, un indígena y un afroestadunidense, que da la bienvenida a la entrada del Museo de Historia Natural, será retirada por decisión de la institución. Este movimiento ha obligado un rendimiento de cuentas históricas.

Todos saben que este tipo de movilizaciones tiene que evolucionar en otras expresiones políticas, algo que ya ocurre a un paso relámpago incluso en lo electoral.

“Cualquier momento en que ves a seres humanos enderezar sus espaldas y estar dispuestos a caminar juntos, luchar juntos, cantar juntos –sean del color que sean– hay una majestad moral y una belleza espiritual que no puede ser negada. Pero tenemos que prepararnos para la respuesta represiva neofascista, sobre todo cuando el imperio está débil y desesperado”, afirma el filosofo, y profesor en Harvard y Princeton, Cornel West, en una entrevista reciente con Salon. Tenemos que democratizar plenamente a EU para rescatarlo sin miedo ni a medias.

Fuente del artículo: https://rebelion.org/black-lives-matter-esta-democratizando-las-instituciones-de-ee-uu/

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Foto: Camiones de refrigeración que se utilizan como depósito temporal de cadáveres quedaron estacionados ayer afuera del hospital Bellevue, en Nueva York.Foto Afp

Pandemia neoliberal

Por: David Brooks 

Ya sabemos que no tenía que ser así, que este desastre no tenía que tener estas dimensiones, que la ciudad de todos en el mundo, Nueva York, no tenía que estar sobre las rodillas gravemente herida, con lágrimas y llanto en sus más de 200 idiomas, que todo Estados Unidos no tenía que estar bajo sitio, con los más pobres y desprotegidos sufriendo las peores consecuencias, como siempre. No tenía que ser así.

Trump tiene sangre en sus manos, concluyó el Boston Globe en su editorial la semana pasada, argumentando –al igual que un coro cada vez más amplio de expertos, investigadores, doctores y líderes sociales– que gran parte del impacto de la pandemia en este país era prevenible y que vale recordar que el alcance del virus aquí no es atribuible a un acto de Dios o una invasión extranjera, sino un fracaso colosal de liderazgo. (https://www.bostonglobe.com/2020/ 03/30/opinion/president-unfit-pandemic/).

Pero la culpa no es sólo de Trump. Se sabía en lo más alto desde hace años que este y otros países estaban en riesgo de exactamente algo así (las agencias de salud pública desde la previa amenaza de un coronavirus en 2004, el Pentágono había pronosticado precisamente algo así desde 2017, entre otras) y no se hizo lo necesario. El fracaso es bipartidista; no son sólo los Reagan y los Bush, sino los Clinton y los Obama quienes prepararon el camino para llegar a esto hoy día.

Y aunque se contaba desde hace años con el conocimiento y los pronósticos científicos sobre lo que ahora está sucediendo, la patología del orden socioeconómico contemporáneo impidió que se hiciera algo, por la sencilla razón de que no hay ganancias en prevenir una catástrofe en el futuro, comentó Noam Chomsky hace unos días. En entrevista con Truthout subrayó que para superar esta crisis primero se tiene que entender que Trump llegó al poder en una sociedad enferma, afligida por 40 años de neoliberalismo, el cual incluye un sistema de salud privatizado.

Ahora todos estamos amenazados, con amigos y familiares enfermos o que han fallecido, con colegas en el sector de salud agotados y devastados por lo que están viviendo bajo condiciones injustificables en el país más rico del mundo, resultado del desmantelamiento del sistema de salud y su subordinación al libre mercado. Ni hablar de la clausura de la economía más grande del mundo con millones de desempleados y la anulación de la vida cotidiana, incluyendo escuelas y centros de trabajo, toda la cultura y el deporte. Y no tenía que ser así.

Con las consecuencias del Covid-19 queda claro que lo que existe no es sustentable, casi de la misma manera en que con el cambio climático. Guste o no, como resultado de esta pandemia empezó un cambio, tal vez estructural. Qué tipo de cambio será depende, como siempre, de una lucha entre los que desean regresar a otra versión de más de lo mismo y los que argumentan que ya no se debe restablecer lo que antes se definía como normal, porque ese normal era justo el problema.

Es un virus, pero al mismo tiempo es una enfermedad que podría llamarse la pandemia neoliberal. Además de su feroz y temible expresión física de salud, tal vez esta crisis social, económica y política también está produciendo los anticuerpos requeridos para salvarnos de la infección neoliberal.

“Los habitantes, finalmente liberados, nunca olvidarán el periodo difícil que los hizo enfrentar lo absurdo de su existencia y la precariedad de la condición humana… Lo que es verdad de todos los males del mundo es también verdad de la peste. Ayuda a los hombres elevarse sobre sí mismos”, escribió Albert Camus. En su obra La peste, el protagonista, el Dr. Rieux, comenta que podría parecer una idea ridícula, pero la única manera de luchar contra la peste es con la decencia.

Es un virus, pero al mismo tiempo, es una pandemia neoliberal. Además de su expresión como tragedia de salud, tal vez la crisis social, económica y política que está desatando producirá los anticuerpos requeridos para poder hacer lo más decente: salvarnos a todos de la infección neoliberal.

Fuente e imagen: https://www.jornada.com.mx/2020/04/06/opinion/028o1mun

 

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Students Learn From People They Love

By: David Brooks.

 

A few years ago, when I was teaching at Yale, I made an announcement to my class. I said that I was going to have to cancel office hours that day because I was dealing with some personal issues and a friend was coming up to help me sort through them.

I was no more specific than that, but that evening 10 or 15 students emailed me to say they were thinking of me or praying for me. For the rest of the term the tenor of that seminar was different. We were closer. That one tiny whiff of vulnerability meant that I wasn’t aloof Professor Brooks, I was just another schmo trying to get through life.

That unplanned moment illustrated for me the connection between emotional relationships and learning. We used to have this top-down notion that reason was on a teeter-totter with emotion. If you wanted to be rational and think well, you had to suppress those primitive gremlins, the emotions. Teaching consisted of dispassionately downloading knowledge into students’ brains.

Then work by cognitive scientists like Antonio Damasio showed us that emotion is not the opposite of reason; it’s essential to reason. Emotions assign value to things. If you don’t know what you want, you can’t make good decisions.

Furthermore, emotions tell you what to pay attention to, care about and remember. It’s hard to work through difficulty if your emotions aren’t engaged. Information is plentiful, but motivation is scarce.

That early neuroscience breakthrough reminded us that a key job of a school is to give students new things to love — an exciting field of study, new friends. It reminded us that what teachers really teach is themselves — their contagious passion for their subjects and students. It reminded us that children learn from people they love, and that love in this context means willing the good of another, and offering active care for the whole person.

Over the last several years our understanding of the relationship between emotion and learning has taken off. My impression is that neuroscientists today spend less time trying to locate exactly where in the brain things happen and more time trying to understand the different neural networks and what activates them.

Everything is integrated. Mary Helen Immordino-Yang of the University of Southern California shows that even “sophisticated” emotions like moral admiration are experienced partly by the same “primitive” parts of the brain that monitor internal organs and the viscera. Our emotions literally affect us in the gut.

Patricia Kuhl of the University of Washington has shown that the social brain pervades every learning process. She gave infants Chinese lessons. Some infants took face-to-face lessons with a tutor. Their social brain was activated through direct eye contact and such, and they learned Chinese sounds at an amazing clip. Others watched the same lessons through a video screen. They paid rapt attention, but learned nothing.

Extreme negative emotions, like fear, can have a devastating effect on a student’s ability to learn. Fear amps up threat perception and aggression. It can also subsequently make it hard for children to understand causal relationships, or to change their mind as context changes.

Even when conditions are ideal, think of all the emotions that are involved in mastering a hard subject like algebra: curiosity, excitement, frustration, confusion, dread, delight, worry and, hopefully, perseverance and joy. You’ve got to have an educated emotional vocabulary to maneuver through all those stages.

And students have got to have a good relationship with teachers. Suzanne Dikker of New York University has shown that when classes are going well, the student brain activity synchronizes with the teacher’s brain activity. In good times and bad, good teachers and good students co-regulate each other.

The bottom line is this, a defining question for any school or company is: What is the quality of the emotional relationships here?

And yet think about your own school or organization. Do you have a metric for measuring relationship quality? Do you have teams reviewing relationship quality? Do you know where relationships are good and where they are bad? How many recent ed reform trends have been about relationship-building?

We focus on all the wrong things because we have an outmoded conception of how thinking really works.

The good news is the social and emotional learning movement has been steadily gaining strength. This week the Aspen Institute (where I lead a program) published a national commission report called “From a Nation at Risk to a Nation at Hope.” Social and emotional learning is not an add-on curriculum; one educator said at the report’s launch, “It’s the way we do school.” Some schools, for example, do no academic instruction the first week. To start, everybody just gets to know one another. Other schools replaced the cops at the door with security officers who could also serve as student coaches.

When you start thinking this way it opens up the wide possibilities for change. How would you design a school if you wanted to put relationship quality at the core? Come to think of it, how would you design a Congress?

Source of the article: https://www.nytimes.com/2019/01/17/opinion/learning-emotion-education.html

 

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Estados Unidos: La guerra contra la educación pública

 Por: David Brooks

educacion

En este país de guerras hay una que sí -más allá de la retórica oficial- determinará el futuro de esta democracia: la gran disputa nacional en torno a la educación pública.

La ofensiva de los auto proclamados reformadores de la educación está compuesta por algunas de las fuerzas más poderosas del país, entre ellos los hombres más ricos de Estados Unidos, el gobierno federal, el sector financiero, los grandes medios y cabilderos, quienes afirman que el problema central de un sistema de enseñanza público en descomposición son los maestros de baja calidad y sus sindicatos que defienden el statu quo.

La solución que proponen, financiada por miles de millones en fondos privados, es sujetar el sistema de educación a un modelo empresarial guiado por ejecutivos, donde se evalúa a los docentes exclusivamente en torno a exámenes estandarizados y se mide todo por esquemas de datos bajo normas que se aplican al sector privado. A la vez, se busca aplicar el “libre mercado” al sector educativo, con esfuerzos para privatizar algunos segmentos y contratar cada vez más servicios del sector privado en la enseñanza pública.

En esta “guerra”, el enemigo son los maestros y sus sindicatos, a quienes culpan de resistir el cambio, proteger sus intereses mezquinos, que ponen encima de los de sus estudiantes, y de culpar a factores socioeconómicos por sus deficiencias.

Tal vez la expresión mejor conocida de este argumento fue la película documental Esperando a Superman, de 2010, que presentó un sistema educativo compuesto de maestros mediocres y complacientes, casi como burócratas, padres de familia frustrados y sindicatos del magisterio con el solo interés de proteger a sus agremiados. Según la película, la única y mejor solución son las llamadas escuelas chárter, que reciben fodos públicos, pero son administradas de manera privada, exentas de varias regulaciones, entre ellas, la obligación de contratar sólo profesores sindicalizados, y algunas pueden ser operadas con fines de lucro (hay más de 4 mil chárters en 40 estados del país, y ahora suman 5 por ciento de las escuelas públicas). Los críticos acusan que son la punta de lanza de la privatización.

Ineficiencia y mediocridad

El argumento sobre la mediocridad e ineficiencia de la educación pública ha sido nutrido por informes de instituciones y personalidades muy destacadas, desde el secretario del rubro, Arne Duncan, a algunos de los medios más influyentes del país. Bill Gates se ha obsesionado con el hecho de que el sistema de enseñanza pública ya no produce la calidad de trabajadores de alta capacitación técnica que requiere el país para competir a nivel mundial, algo que Barack Obama ha reiterado al insistir en que los estudiantes estadunidenses no pueden competir con los coreanos. Un grupo de trabajo del prestigioso Consejo de Relaciones Exteriores, encabezado por la ex secretaria de Estado Condoleezza Rice y el ex jefe de educación pública de la ciudad de Nueva York Joel Klein, dio la alarma de que el pobre desempeño educacional estadunidense en el contexto global representaba “una grave amenaza a la seguridad nacional”.

Noventa por ciento de los alumnos estadunidenses están en planteles públicos, alrededor de 50 millones actualmente. El gasto federal, estatal y municipal en enseñanza supera 600 mil millones dólares al año. Como afirma David Denby en The New Yorker, “el debate sobre el futuro de la educación es en parte sobre empleo, poder y dinero, y ahora es parte de la lucha ideológica entre el gobierno, como garante del bien comunitario, y la competencia del mercado como un creador potencial de excelencia”.

Por lo menos desde hace una década -algunos dicen que esta guerra empezó hace 20 años- este movimiento reformista ha sido financiado en gran parte por empresarios y sus fundaciones, la más sobresaliente la de Bill Gates (Microsoft), la familia Walton (de Walmart), Mark Zuckerberg (Facebook) y Eli Broad (su fortuna es de la aseguradora Sun Life) y Michael Bloomberg (de Bloomberg y actual alcalde de Nueva York). Estos han invertido miles de millones en programas de privatización de escuelas públicas (las llamadas escuelas chárter), en financiar think tanks, agrupaciones de cabildeo, centros de expertos, medios y periodistas, y en el apoyo y cabildeo de autoridades locales, estatales y federales, logrando imponer su agenda a escala nacional.

Ellos ya definen y determinan en gran medida el debate sobre las políticas en el sector en este país, y tienen entre sus filas a los jefes de educación de casi todas las principales ciudades del país, hasta el propio secretario del rubro, Arne Duncan, y su jefe, Barack Obama (como también a su antecesor, George W. Bush).

Privatización o escuelas chárter

Junto con ellos se ha integrado a este movimiento reformista un sector de nula experiencia y, anteriormente, ningún interés en la enseñanza pública: el financiero, que ahora también financia escuelas chárter, promueve reformas para establecer el modelo empresarial y condiciona sus contribuciones sustantivas a políticos en torno al apoyo a iniciativas favorecidas por los “reformadores”.

Desde 2002, la pieza central del movimiento reformista ha imperado sobre el panorama de la enseñanza pública, cuando el entonces presidente George W. Bush promulgó la ley No child left behind o NCLB (ningún niño dejado atrás), donde se establece el uso de los resultados de exámenes estandarizados estatales a estudiantes para medir el desempeño de maestros y escuelas, que en algunos casos puede llevar al despido de docentes y hasta la clausura de planteles. Por tanto, con cada año se obliga a que los maestros y administradores dediquen cada vez más tiempo, esfuerzo y atención a estos exámenes, ya que determinan, cada vez más, su futuro.

Al llegar Obama a la Casa Blanca, su secretario de educación formuló un programa, Race to the top o RTTT (Carrera a la cima), que promueve una competencia entre estados para ampliar el uso de estos exámenes, la elaboración de más medidas y programas para la evaluación estadística de estudiantes y maestros con base en los exámenes, y la creación de más escuelas chárter a cambio de fondos federales.

NCLB y RTTT son las coronas del movimiento reformista empresarial, y sus consecuencias se sienten a lo largo y ancho del país. Su argumento fundamental es que, con base en estas reformas, los maestros por fin serán evaluados objetividad, y con ello hay un proceso de rendición de cuentas en el sistema.

Mero negocio: antirreformistas

El problema, según los críticos de estas “reformas”, es que ni el diagnóstico de los reformadores, ni sus recetas están basadas en los hechos, lo cual ha llevado a críticos a considerar que las reformas tienen más que ver con negocios y una visión neoliberal que con la función y propósito de la educación pública. Citan numerosos estudios, investigaciones y datos que demuestran que las reformas no han generado los resultados prometidos, que el diagnóstico está viciado por graves errores en evaluación. Subrayan que el eje del modelo de reforma, los exámenes estandarizados, no puede ser usado para medir el desempeño de maestros y escuelas, según expertos nacionales y hasta directores de algunas de las empresas que se dedican a eso, incluyendo la Rand Corporation y la agencia de investigaciones sobre métodos de evaluación escolar de la Academia Nacional de Ciencias.

Por otro lado, en años recientes se ha revelado que en Nueva York, Houston, Chicago, Washington y otros lugares los políticos han inflado y manipulado los resultados de los exámenes que tanto señalan como pruebas del éxito de sus reformas.

“La educación pública está bajo ataque de las fuerzas de la privatización, por gente que hace promesas falsas”, declaró Diane Ravitch, profesora en la Universidad de Nueva York, quien hace una década fue una de las reformadoras más prominentes del país, ex secretaria asistente de educación en la presidencia de Bush padre, autora de 10 libros sobre políticas e historia de educación, entre otros logros destacados, quien ahora es tal vez la voz nacional más eminente en contra de los reformistas.

En un discurso el año pasado, agregó que “la profesión magisterial está bajo ataque de aquellos que culpan a los maestros por condiciones más allá de su control. Desean quitarles su profesionalismo y convertirlos en técnicos de exámenes”. También advirtió que “si logran quitar a los maestros el derecho de negociar el contrato colectivo, silencian sus voces.

Con ello eliminan la única fuerza que puede detenerlos. Eso deja el camino abierto para recortar fondos; para entregar más escuelas públicas a las cadenas de escuelas chárter… y para implementar políticas que dañan a los niños y reducen la calidad educativa. No permitan que lo hagan”.

Ravitch, en un artículo en The Daily Beast, pronosticó que “en los próximos años, los alumnos estadunidenses serán sometidos a más y más exámenes, la industria de los exámenes engordará, y la calidad de educación sufriría.

Para rescatarse, los maestros enseñarán sólo en torno a los exámenes malos, los distritos escolares abandonarán las artes y reducirán el tiempo en materias como historia, geografía, civismo, ciencias e idiomas para tener más tiempo para los exámenes. Habrá más escándalos de trampas con las calificaciones de las evaluaciones, que determinarán las vidas y carreras de maestros y directores, y la sobrevivencia de sus escuelas”.

Más recientemente, señaló que las empresas con fines de lucro tienen el objetivo de “lograr ganancias, no buena educación. La manera en que generan ganancias es cortar costos, y lo hacen sustituyendo maestros con experiencia con maestros sin experiencia, y con tecnología. No preguntan si es bueno para los niños o si mejora la educación, sino si incrementa las ganancias sobre la inversión”.

La fuerza del mercado

De hecho, para algunos, las reformas han sido parte de un esfuerzo impulsado por fuerzas conservadoras y empresariales, que argumentan que la única manera de mejorar todo es aplicar las “fuerzas del mercado” al sector público. En 2008, la revista Time citó que Susan Neuman, profesora de educación quien había sido subsecretaria del sector del presidente George W. Bush y promotora de la ley NCLB, señaló que algunos de sus colegas en el gobierno veían esa ley como “un caballo de Troya” para promover su agenda de privatización, demostrar el “fracaso” de la educación pública y así “hacerla estallar un poco”.

Richard Rothstein, experto en políticas educativas del Instituto de Política Económica y autor de varias obras sobre el tema, ha sido un crítico feroz de las reformas implementadas, y recientemente comentó al New Yorker que “el movimiento de reforma está destruyendo el sistema de la enseñanza pública”.

Los reformistas acusan a sus críticos de usar la pobreza y otras condiciones socioeconómicas como justificación para detener las reformas, las cuales, dicen, son la mejor manera de ofrecer oportunidades a los sectores más vulnerables. Pero según investigaciones de varias universidades y expertos como Jonathan Kozol, son los reformistas los que niegan el impacto de la pobreza sobre los estudiantes. De hecho, la brecha en desempeño académico entre pobres y ricos se ha ampliado hasta un 50 por ciento desde 1980.

Rebelión

Hay cada vez más avisos de rebelión contra la visión tecnócrata y empresarial de la educación. En Texas, casi 80 por ciento de las juntas escolares del estado han aprobado una resolución rechazan los exámenes estandarizados como base de evaluación de maestros y escuelas. En la ciudad de Nueva York, encuestas registran que las mayorías reprueban las reformas educativas del alcalde Bloomberg.

El 10 de septiembre del año pasado, por primera vez en 25 años, el sindicato de maestros de Chicago estalló una huelga y no fue por la disputa sobre salarios, sino contra la demanda del alcalde Rahm Emanuel, ex jefe de equipo del presidente Barack Obama, de abrir más escuelas chárter, mayor evaluación y bonos de maestros con base en los resultados de estudiantes en exámenes estandarizados. Ocho días después, la huelga concluyó tras concesiones por ambos lados, pero para muchos maestros esta acción logró detener, por ahora, la imposición de la agenda empresarial, una batalla en una guerra que continúa.

Rothstein escribió que la huelga “fue la primera rebelión abierta de maestros a escala nacional por esfuerzos para evaluar, castigar y recompensarlos basados en las calificaciones de sus estudiantes en los exámenes estandarizados… El descontento de los maestros ha estado burbujeando ahora durante una década, pero se necesitó un sindicato bien organizado para dar expresión práctica a ese descontento”.

Chicago, dicen unos, sólo es una primera llamada.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2013/01/03/estados-unidos-la-guerra-contra-la-educacion-publica/#.VyQjYdThDIU

Imagen: https://www.google.com/search?q=La+guerra+contra+la+educaci%C3%B3n+p%C3%BAblica&espv=2&biw=1366&bih=667&site=webhp&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwiWuYmLvLXMAhUKlR4KHdTlC-cQ_AUIBigB#imgrc=4qt2zsHr-SqtpM%3A

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