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La SEP Atrapada

Por: Eduardo Andere M.

La SEP está atrapada en su política educativa. La pedagogía está atrapada por la política. Todo es política, porque los políticos tienen una moral de grupo que no es la de los valores universales, pero, de vez en cuando, cuando al poder llegan personas cuyas ideologías coinciden con esos valores universales y los hallazgos de la ciencia, las cosas mejoran para todos.

Más grande que el rezago educativo de México es el rezago de su política educativa. La historia de la política educativa de México está llena de retórica, pero no de resultados; de acuerdos cupulares, pero no de acciones acertadas. La pandemia del COVID ha exhibido los enormes rezagos en política educativa, educación y aprendizaje. Estamos a un paso de una tragedia educativa, con mayores niveles de rezago, desigualdad y segregación.

 Y no hay solución óptima. Trabajar con lo que se tiene que es la televisión, la radio, libros de texto y fotocopias sin maestro es un tratamiento cuya medicina debilitará más al enfermo, pero con la falaz esperanza de que el enfermo se aliviará solito. 

Se suponía que el aprendizaje del siglo 21 tenía que ser interactivo, divertido, movido, motivado, creativo e inspirado. Con la televisión y la radio forzadas, los niños y jóvenes acabarán más aburridos que antes y, además, más desmotivados, desorientados y desinteresados en todo lo que tiene que ver con educación, aprendizaje, escuela, estudio y lectura. La solución solo funcionaría para los niños y las familias altamente motivados, pero lo más probable es que ellos encuentren la solución interactiva. 

Hay muchas preguntas en el aire, entre otras: ¿qué harán los maestros? ¿Cómo se evaluará a los estudiantes? ¿Cómo asegurar que efectivamente los estudiantes se sienten por horas frente a las pantallas y que los papás lo favorezcan? ¿Cómo atender a los niños cuyos papás tienen trabajar todo el día? ¿Cómo sabrán los maestros que las tareas, proyectos, trabajos, pruebas y evaluaciones las hicieron los niños y no otras personas en el hogar? 

Qué bueno que se pospuso la prueba PISA. Aún así, si se lleva a cabo en 2021, los resultados serán desalentadores, pero al menos tendremos un año para diluir la frustración con agua resignada.

 ¿Qué puede hacer la SEP? Bueno, no todo es su culpa sino del Estado y sus gobiernos, que no han tenido visión de largo plazo. Pero, tomando análogamente el consejo de Aristóteles, qué podemos hacer con las circunstancias reales, no ideales.

Antes la SEP tenía un enorme problema: ¿cómo resolver desde un solo escritorio el aprendizaje y la enseñanza de 40 millones de estudiantes? No es posible avanzar con un sistema tan centralizado para un país tan complejo y con enormes barreras estructurales. Ahora la SEP tiene otro problema: La pandemia en un sistema agotado y asfixiado.

No necesitamos una nueva escuela o un nuevo currículo. Necesitamos un nuevo sistema, descentralizado, y un nuevo modelo, donde la máxima autoridad pedagógica sea el maestro y no el escritorio de Vasconcelos. Entonces, el Estado, con el liderazgo del gobierno, podría hacer cuatro cosas: 1) descentralizar la política y práctica educativas para que las decisiones del día al día sean tomadas por las localidades; 2) invertir grandes sumas en la digitalización interactiva y confiable; 3) exigir a la planta docente una preparación para el siglo XXI: aprendizaje, interacción humana, crianza, enseñanza en la era del cambio y fusión de pedagogía y digitalización; 4) atomizar las relaciones laborales para acercarlas a la realidad de las localidades y las familias. Nunca los intereses políticos deben estar por encima de los intereses de los niños. 

Al final nos dirán, “no se puede”. ¿Por qué? “Por razones políticas”. Ahí está el detalle.


[1]Investigador visitante del Colegio de Boston; @EduardoAndere Autor de: “¡Aprender! Emociones, inteligencia y creatividad” y “The future of schools and teacher education: How far ahead is Finland”, ambos publicados en 2020.
Fuente: http://www.educacionfutura.org/la-sep-atrapada/
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Papás, maestros, escuelas y normales: Lo que falta en las reformas educativas

Por: Eduardo Andere

El Congreso va a la escuela. Los legisladores revisarán pronto las iniciativas de leyes y definirán el futuro educativo para los siguientes cinco años, porque ya vimos que las cosas cambian cada seis. No está por demás recordarles lo que sirve y no sirve.

Mucho del rezago educativo no proviene de la escuela sino de la cultura. Por tanto, lo que sucede en casa es más importante que lo que sucede en la escuela. Los hábitos que los niños traen a la escuela, que tienen arraigo cerebral, son los que permitirán, o no, que la pedagogía funcione. Si los niños llegan a la escuela desnutridos, golpeados, con tensión tóxica y desinteresados, la pedagogía no puede hacer mucho. Por tanto, la nueva escuela mexicana no será exitosa por decreto, antes necesita una cultura de aprendizaje en el hogar. Por el lado de los maestros, el tema no es menos complejo.

El docente es el factor escolar que más puede impactar el desempeño de niños y jóvenes. Al igual que con los hogares, donde no necesitamos padres de familia con doctorado para que los niños aprendan, en la escuela no necesitamos a maestros finlandeses. En el primer caso se necesitan padres interesados y preocupados porque sus hijos vayan a la escuela y hagan sus tareas. En el segundo caso, se necesitan maestros que amen su carrera, reciban una buena formación y quieran actualizarse. Las normales son instituciones con arraigo histórico, político y cultural.

Cuando en 1983-84 Reyes Heroles les concedió el grado universitario lo hizo como reacción a la ola de cambios que se formó a raíz de la Conferencia Internacional sobre la Crisis Mundial en Educación, en Williamsburg, Virginia, en 1967, donde se urgieron recomendaciones tanto en la formación docente como en los currículos escolares.

En la década de los setenta la educación mundial empezó a cambiar. Las normales dejaron de ser escuelas vocacionales y se transformaron en instituciones de educación superior con tres tendencias: se transformaron en universidades como en el caso de Finlandia, se fusionaron a universidades como departamentos de educación y pedagogía como sucedió en Nueva Zelanda, o desaparecieron y, en su lugar, se crearon institutos de educación superior dentro de las universidades en las 32 academias en Francia, país al que se le atribuye el origen lejano de las normales.

Para mejorar la calidad de las normales es necesario darles el poder de una universidad, ya sea convirtiéndolas en universidades o fusionándolas. Como en el caso de Francia uno podría pensar que perderían autonomía, así sucedió con la reforma de los noventa, pero poco a poco las universidades reconocieron su importancia. Una escuela normal, per se, difícilmente podría competir con la riqueza del conocimiento universal que provee una universidad de calidad. Finalmente, debemos dejar atrás el concepto de un solo currículo para un país tan multicultural.

No es lo mismo educar a un niño en Las Lomas de la Ciudad de México que en la Perla, Veracruz. En lugar de pensar en currículos estandarizados para un mundo global, debemos transformar de tajo ese criterio por el de currículos locales, contextuales, indígenas o ecológicos, que respondan a la realidad de los niños y a partir de ahí llevarlos al mundo. Un currículo ecológico respondería no solo a las características del ambiente biológico donde viven los niños sino del ambiente cultural, económico y social en el que crecen.

De esta manera el currículo hablaría un “lenguaje” familiar, cercano y amable a los niños y jóvenes. Cuando estandarizamos a los niños y jóvenes los forzamos a perder su riqueza biológica y cultural indispensables para entender el mundo global. Es al revés: no es forzar la globalidad a la escuela, sino partir de la localidad hacia la globalidad.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/papas-maestros-escuelas-y-normales-lo-que-falta-en-las-reformas-educativas/

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Los niños digitales

Por: Eduardo Andere

Hace unos siete años la Academia Americana de Pediatría (AAP) recomendaba “cero tiempo” frente a las pantallas digitales para bebés de dos años o menos de edad. En octubre de 2016 la AAP modificó su posición, no tanto porque ahora piense que el uso de los artilugios electrónicos sea sano, sino porque la realidad es que los niños del siglo XXI crecen en un entorno digital. Dada esa realidad, ¿qué es lo recomendable? Según la AAP “los pequeños menores de dos años aprenden y crecen mejor cuando interactúan y juegan con sus padres, hermanos, cuidadores y otros niños y adultos”.

De ahí se deriva que es mejor, si hay opción, no usar los artilugios. Si de plano se utilizan los artilugios, en ese rango de edad, el uso “debería ser muy limitado y solamente cuando un adulto está cerca para co-ver, hablar y enseñar”. Para bebés entre 18 y 24 meses de edad, y dado que los papás “quieran introducir los medios digitales” debe seleccionarse programación de alta calidad y usar los medios junto con los padres; nunca solos.

Finalmente, la AAP sugiere para pequeños entre dos y cinco años, no más de una hora por día de exposición con medios interactivos, no violentos, educacionales y prosociales, y siempre que los papás encuentren otras actividades para sus pequeños. La AAP está en lo correcto. De manera creciente surgen noticias que listan a ejecutivos y desarrolladores de programas y videojuegos que son más estrictos que la AAP y de plano prohíben el uso de los teléfonos para sus pequeños. El NYT publicó, en octubre pasado, una columna con un fuerte título: “Un consenso oscuro acerca de las pantallas y los niños empieza a surgir en Silicon Valley”. ¿Qué sucede? ¿Por qué algo tan revolucionario, como el iPhone (y artilugios similares) está tan cuestionado por las ciencias del aprendizaje y de las emociones?

La oposición no es contra los artilugios per se. La oposición se finca en su uso. ¿Cómo y cuánto tiempo se usa? ¿Qué otras actividades se dejan de hacer por el uso de los artilugios? Son las preguntas adecuadas. Hoy sabemos gracias a dichas ciencias que los niños aprenden mejor, el mismo contenido, cuando es enseñado por un ser humano presencial que por una pantalla. Sabemos que los niños han dejado de realizar actividades esenciales para su desarrollo mental y físico por estar más tiempo pegados a la pantalla. Ahora juegan, exploran e interactúan menos con otros seres humanos. Entre menos jugamos, exploramos e interactuamos, menos permitimos el crecimiento de redes neuronales intrínsecas que nos harán más estables emocionalmente, más sociales, más lectores y más creativos.

El tiempo que los niños, y sobre todo los jóvenes, dedican a las pantallas es mucho mayor que el que duermen. Además, debemos recordar que los artilugios y sus programas están diseñados para explotar la ansiedad de todos nosotros –porque cada notificación del teléfono equivale a un ruido extraño en la selva–. El cerebro automáticamente responde a la distracción y deja de concentrarse en la actividad profunda que implica la lectura, el estudio, el pensamiento crítico o la creatividad.

También sabemos que los jóvenes que están menos tiempo frente a las pantallas reportan ser más felices. Dichas ciencias, junto con la de los hábitos (lo que hacemos con frecuencia se incrusta en el cerebro como patrón o red neuronal), cambiarán, por completo, las formas en las que criamos y educamos a los niños, en las que resolvemos los problemas de depresión, soledad, angustia, rencor y tristeza y las formas en la que enseñamos valores y formamos a los líderes del mañana. Una manera de resolver el dilema entre la marcha tecnológica y el aprendizaje es que los medios y artilugios digitales deben ser vistos como complemento a la interacción humana real, presencial, de carne y hueso, pero nunca como sustituto.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-ninos-digitales/

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Desarrollo infantil: del gen a la creatividad

Por: Eduardo Andere

No siempre tenemos una respuesta para todo. Quizá en educación nunca sepamos con certeza las causas concretas y ubicuas relacionadas con el aprendizaje. Quizá la naturaleza humana y su cerebro sean tan complejos y aleatorios que nunca descifremos su funcionamiento causal. Además, si el cerebro es complejo, la mente, y sobre todo la consciencia, son complicadas. ¿Son la incertidumbre, el caos y el azar donde navega el cerebro humano negativos? No, en absoluto.

      El ser humano es producto de una intrincada y persistente evolución que le ha dado características muy específicas para sobrevivir y crecer. Existe evidencia de que a través de los años la inteligencia media, medida como Coeficiente Intelectual, ha aumentado. También es un hecho que los avances en la ciencia y la tecnología han permitido al ser humano eliminar o superar muchas enfermedades, comunicarse más eficientemente y aumentar la esperanza de vida promedio de la humanidad. Al mismo tiempo el avance en las ciencias sociales le ha permitido a la humanidad superar hábitos negativos, dañinos o antitéticos en diversas civilizaciones. Mal que bien, ahora existen instituciones en todas partes del mundo, tanto nacionales como globales, que defienden los derechos humanos, promueven la justicia, la generosidad, la colaboración; luchan contra la pobreza, apoyan el desarrollo ecológico, etc.

Sin embargo, el mismo ser humano que es capaz de descifrar su genoma y de hurgar el universo, de observar el funcionamiento de las neuronas, de crear obras de arte como las de Da Vinci, Miguel Angel, Van Gogh, Cézanne, Monet, Kandinsky, Pollock, Hockney, Gallen-Kallela, Rivera, etc., y producir fascinaciones clásicas como Bach, Beethoven, Mozart, Mahler, Sibelius, etc., es el mismo que oprime, mata, destruye, tiraniza, abusa.

¿Qué hace al ser humano maravilloso? Su capacidad de ser creativo. De producir cosas nuevas, de ser diferente, de crecer sin límite. Y ¿cómo se logra eso? Esa es la gran pregunta de los filósofos de la educación, de los pedagogos, de los psicólogos del desarrollo y, ahora, más recientemente, de los neuroeducadores.

¿Cómo se fomenta la creatividad? Bueno, la creatividad es, como otros rasgos humanos, una capacidad. Está ahí en los genes, pero para convertirse en realidad necesita transformarse en habilidad. Y esta habilidad se aprende. Entonces, ¿en qué consiste la habilidad de la creatividad? ¿Cómo se hace uno creativo? Bueno, es fácil de contestar, difícil de practicar. Primero, siguiendo los pasos naturales del desarrollo de los niños y jóvenes, un poco al estilo Jean Piaget (desarrollo biológico) pero mejor aún, Lev Vygotsky, (desarrollo asistido). Siempre sin apresurar al bebé y sin convertir a los hijos en un proyecto de los padres.

Más bien, como sostiene la psicóloga del desarrollo infantil, Alison Gopnik, y en parafraseo, mediante la procuración de las condiciones (contexto, situaciones e interacciones) para que los bebés, niños y jóvenes, crezcan y florezcan con la diversidad, la imprevisibilidad y la belleza de un jardín y, no tanto, para que crezcan con la predeterminación de un mueble, que por más útil y bello que parezca, es diseñado, construido y mantenido con precisión por su carpintero.

Finalmente, ¿cómo, además de hacerse uno creativo, se hace uno también decente, civilizado, generoso y sabio? Con buena crianza y buena escuela.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/desarrollo-infantil-del-gen-a-la-creatividad/

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De la educación de Peña a la educación de AMLO

Por: Eduardo Andere

Terminadas las campañas, el lenguaje político de los contendientes es sustituido por el lenguaje de los gobernantes. Una cosa es ofrecer que se eliminará o derogará la reforma educativa y otra es lograrlo y en qué condiciones. En el detalle está el diablo. Cualquier cosa que se intente llevará tiempo.

Si dividimos a la reforma educativa de Peña en dos grandes conjuntos, administrativo y pedagógico, el primero se ha implementado desde el 2013; el segundo, en su parte esencial, lo que se ha denominado, nuevo modelo educativo, empezará a aplicarse en agosto de 2018 con nuevos currículos y libros de texto. Es decir, casi tres meses y medio antes de que López Obrador tome posesión.

La sola voluntad del presidente no será suficiente para llevar a cabo una nueva reforma educativa.  López Obrador y Esteban Moctezuma, por lo menos durante 2018-2019, irán a la escuela de Peña, y aplicarán, en el inicio, la reforma educativa de Peña inscrita en la Constitución y al menos tres leyes federales.

La parte más criticada en la educación de Peña es la relación de la evaluación docente con el trato laboral a los maestros. Esteban Moctezuma declaró el 7 de julio pasado que no se suspenderá la evaluación de maestros y esbozó un deslinde entre ésta y la relación laboral de la SEP con los maestros. Aún así, si se hace el cambio deberá hacerse, como el mismo Moctezuma lo dijo “en cuanto se tenga un nuevo marco jurídico”. Moctezuma tiene razón cuando dice que la evaluación magisterial precede a la educación de Peña, pero lo que no existía era el intento centralizador, por un lado, y unificador, por el otro, en criterios, premios y “castigos” (la ausencia de premios) con la bendición Constitucional.

Existen dos puntos criticados en la evaluación: la permanencia en el trabajo y la capacitación. Aún y cuando en la “nueva” evaluación se asegure la permanencia en el trabajo, así nada más, permanecer cuando otros avanzan es una especie de castigo. Entonces los nuevos reformadores tendrán con tejer con filigrana. Además, capacitar a los maestros no es suficiente, se requiere que el maestro quiera ser capacitado y que la capacitación sea la que el maestro necesite. No todos los maestros, sino cada maestro. Capacitaciones a destajo, para miles de maestros tienen poca o nula efectividad.

Entonces la evaluación continuará, lo que no sabemos es cómo. Quizá, y ojalá así sea, más atada al contexto escolar, menos centralizada y aún menos estandarizada. Está por verse. Lo que está menos claro es lo que sucederá con el INEE y con el Servicio Profesional Docente. La respuesta quizá sea darles menos poder de decisión, o reducir su campo de acción, u otorgarles un funcionamiento como órganos técnicos expertos, pero sin autoridad. Está por verse.

Cualquiera que sea el cambio, dos pasos deben cumplirse antes: el primero, la consulta nacional a los maestros, padres de familia, autoridades locales, expertos y sociedad civil, la cual podría llevarse meses, quizá un año; y las modificaciones a la Constitución y leyes secundarias, las cuales podrían llevarse quizá otro año. Después vendría la entrada en vigor y el aprendizaje del nuevo esquema. Entonces, la educación de AMLO empezaría a funcionar dentro de dos o quizá tres ciclos escolares. Más difícil aún será cambiar el nuevo modelo educativo. Las escuelas de todo el país arrancan en agosto con nuevos programas y libros de texto. Los niños de preescolar y de los primeros grados de primaria y secundaria tendrán al menos dos ciclos escolares con el nuevo modelo. Cuando entre en vigor la educación de AMLO, los niños de primaria andarán por tercero o cuarto de primaria, cambiarles el modelo pedagógico a la mitad no creo que sea muy buena idea, ni para ellos ni para sus maestros. Y los de secundaria, estarán por terminar su nivel, por lo cual no hace mucho sentido modificarlo para un año escolar nada más. Así que lo más probable es que el modelo pedagógico se quede por algún tiempo, más o menos como está.

En este sentido los niños de México en los próximos seis años tendrán dos maestros en el aula: Peña y AMLO. Un verdadero y curioso oxímoron.

El lenguaje de la cancelación o derogación de la reforma educativa es político, propio de campaña. Esteban Moctezuma tendrá que hacer malabarismos para tratar de explicar cómo se cancela o deroga cuando en realidad lo que sucederá es que se reforma la reforma.

Otra parte constantemente mencionada en el discurso de campaña fue el de llevar a todos los jóvenes a la escuela y a la universidad. Cierto, y a pesar del aumento de la matrícula en educación media superior de 2005 a 2015, México tiene la tasa más baja de matriculación para los grupos de edad entre 15 y 19 años (57% México, 85% la OCDE) y una de las más bajas para el grupo de edad entre 20 y 24 años (22% México, 42% OCDE)[1] entre los países de la OCDE y algunos más. También tiene una de las tasas más altas de NINI (Ni en educación ni empleados) entre los miembros de la OCDE (México 23.3%, OCDE 15.3%)[2] para el rango de edad 18-24 en 2016.

La educación de AMLO pretende llevar a todos los jóvenes a las escuelas y que las universidades acepten a todos los aspirantes a sus programas. La educación de AMLO piensa que el obstáculo es económico y que se arreglaría con una beca. Ciertamente, en muchos casos el estímulo económico ayudará, pero no en todos. Falta que los jóvenes realmente quieran estudiar, y eso no se resuelve con una beca, a menos que la beca crezca de manera exponencial, lo cual es insostenible para las finanzas públicas.

Por cuanto a que todo mundo que aspire a la universidad sea aceptado por la universidad, no es una idea nueva. Es algo común en algunos países de Europa Central y Occidental. Tomemos el caso de Bélgica. No hay filtros para los jóvenes que quieran ingresar a programas universitarios. Sin embargo, después de un año de estudios un porcentaje muy alto de ellos se da de baja voluntariamente cuando descubre que lo académico no es su vocación. No es una mala solución, pero cuesta dinero, mucho dinero. Si existen los recursos, esta es una medida que posterga por un año la realidad.

Planteado así, AMLO y Moctezuma están medio atrapados por la educación de Peña. Sin embargo, la educación de AMLO podría ser mucho más ambiciosa que la evaluación de maestros, las becas, o los currículos escolares. AMLO tiene en sus manos la enorme oportunidad de cambiar, no el modelo educativo, sino el sistema educativo. Repensar, desde la raíz, una nueva educación para México, con nuevos arreglos, nuevas instituciones, nuevas reglas: más aprendizaje y menos estandarización; más contexto y menos centralización; más educación y menos evaluación. Eso sería hacer historia en la educación.

En realidad, no ha empezado el trabajo de análisis profundo sobre la reforma y sobre la educación; y lo único que sabemos es lo que se filtra en los medios, declaraciones o entrevistas. Hasta ahora, según mi leal saber y entender, el tema de rispidez es la evaluación de los maestros. Y como bien sostiene Esteban Moctezuma hay muchas cosas de la Educación de Peña que permanecerán, suena contradictorio con la expresión “derogar” y más aún “cancelar” pero al menos así aparece en los reportajes de prensa que dicen que Esteban Moctezuma dijo: “En el sistema educativo se han venido recogiendo muchas experiencias y prácticas muy valiosas que no son exclusivas de la Reforma y no por eso van a dejar de existir (…)[3].

Quizá el camino para Esteban Moctezuma sea un manejo orientado en cuatro puntos: 1) derogar, (enhorabuena que no han utilizado la palabra “abrogar”), ciertos puntos de la Reforma educativa de Peña; 2) cancelar los aspectos punitivos de la reforma educativa en la evaluación de maestros; 3) revisar el nuevo modelo educativo (pedagógico); y el más aventurado, 4) revisar el sistema educativo a profundidad, para entender mejor, porqué, a pesar de tantas reformas y transformaciones educativas, desde la ANMEB de 1992-1993, y luego la de Zedillo, la de Fox, la de Calderón y ahora la de Peña, no salimos del fracaso monumental de la política educativa.

La reforma educativa tiene muchas cosas que modificar, unas para mejorar y otras de plano, para sustituir o eliminar. En otra ocasión y con más espacio presentaré con más detalles los temas de cambio. Pero sí, es menester, mencionar que la educación de Peña tuvo aciertos y errores. Entre los aciertos, está la idea de hacer todo el proceso de selección y promoción docente de manera más transparente. El error es que trató de hacerlo de manera estandarizada y sin considerar las diferencias contextuales, históricas y culturales entre las distintas regiones y comunidades del país. A la educación de Peña le faltó realidad.

Por el lado del nuevo modelo educativo (los currículos y libros de texto), el gran acierto es la inclusión del tema del aprendizaje como piedra angular; y al menos en la retórica muchas propuestas son reales, acertadas y similares a lo que ocurre en la arena internacional de las grandes potencias educativas. El error monumental es pensar que de un año para otro y con un cuerpo docente formado para otra época y pedagogía se puede adoptar a bote pronto la pedagogía del aprendizaje y el constructivismo social.

Dicho eso, aunque las variables educativas las determinarán legisladores y ejecutivos, el aprendizaje es dominio de la pedagogía a nivel de padres de familia y maestros, no de los administradores públicos y mucho menos de los políticos. La educación de AMLO podrá cambiar lo que quiera en el largo plazo, digamos uno o dos años; podrá influir sobre las variables educativas como gasto, currículos, escuelas dignas, bibliotecas, evaluación, capacitación, etc., pero no podrá influir la función de aprendizaje propia del cerebro de los niños y jóvenes. Por más que se evalúe o no a los maestros, se capacite o no; se gaste más o menos; se les pague más o menos a los maestros, por más que la educación de Peña o ALMO quieran cambiar el aprendizaje se enfrentan con un poder más fuerte que la fuerza de la norma, y ese es el poder de aprendizaje del cerebro el cual depende fundamentalmente de factores naturales y ambientales en los primeros años de vida, inclusive durante la gestación. Y después, dependerá más de la cultura en el hogar (la familia) y la cultura en la escuela (relación de niños y maestros) que en las buenas intenciones de las autoridades y legisladores.

Estos serán los temas que trataré en el próximo seminario “De la educación de Peña a la educación de López Obrador” en la ciudad de México el 24 y 25 agosto de 2018.

[1] OCDE, 2017. Education at a glance 2017. P. 256 Tabla C1.1).

[2] OCDE, 2017. Education at a glance 2017. P. 312 Tabla C5.1).

[3] Alejandra Canchola y Horacio Jiménez, El Universal, Julio 7, 18.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/de-la-educacion-de-pena-a-la-educacion-de-amlo/

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Los candidatos y el futuro de la reforma educativa

Por: Eduardo Andere

¿Qué pasará con la educación, con la SEP, con el INEE, con la evaluación de maestros? ¿Continuará la reforma educativa?

Viviremos algunos meses de incertidumbre. Recordemos que el lenguaje de los políticos en campaña es diferente al lenguaje de los gobernantes y legisladores. En campaña nada importa más que ganar las elecciones. Así que las verdaderas intenciones se sabrán en algunas semanas más, una vez que tengamos gobernantes y legisladores electos. Sabemos lo que ellos han dicho en sus plataformas y en los debates. La información más reciente es la del debate del martes 12 de junio pasado. La ventaja de lo dicho en el debate sobre lo dicho en las plataformas es que todos nosotros escuchamos de las bocas de cada uno de los candidatos lo que ellos harían. En cambio, lo que está escrito en sus plataformas pasa por muchas plumas que enfatizan o suavizan, pero que no necesariamente refleja el pensamiento exclusivo de los candidatos.

Con base en dicho debate, los tres candidatos punteros dijeron, entre muchas otras cosas, lo siguiente:

López Obrador (LO) que “cancelará la mal llamada reforma educativa” principalmente en lo que toca a la evaluación de maestros y su rendición de cuentas. Si la reforma educativa tiene en grandes rasgos dos componentes: 1) la evaluación, idoneidad, ingreso y promoción de docentes y directivos; y, 2) el nuevo modelo educativo (es decir los nuevos currículos y libros de texto), hasta ahorita lo único que sabemos es que LO está más preocupado por el primer tema que por el segundo. Lo que dijo claramente es que preparará una nueva reforma educativa con los maestros y los especialistas y que mandará iniciativas al Congreso. Preparar una reforma toma tiempo. Mientras tanto hay normas que cumplir y ejecutar. El nuevo ciclo escolar comienza en agosto de 2018, más de tres meses antes del cambio de gobierno. Cualquiera que sean las intenciones, la reforma continuará para el próximo ciclo escolar. Si viene algún cambio será para los siguientes ciclos escolares. ¿Por dónde vendrán las ideas y los puntos finos de la nueva y “auténtica reforma educativa” de LO? Tenemos que esperar para ver. Hasta que su equipo de transición, en su caso, empiece a consultar, analizar y ventilar propuestas sabremos por dónde irá. Por lo pronto, el enorme transatlántico de “la educación” zarpará en agosto de 2018. Cambiar su inercia llevará tiempo y será costoso. Así le sucedió al Titanic.

Ricardo Anaya (RA) fue menos preciso por cuanto a la Reforma Educativo, dijo, palabras más o palabras menos, que no permitirá que las plazas se vendan o hereden. Y luego se enfocó al tema de la tecnología, de las brechas digitales y de la capacitación de maestros más que la evaluación. Pero, en esencia, dijo que sostendría lo fundamental de la reforma educativa. Como RA a diferencia de LO sí mencionó una medida que no requiere aprobación del Congreso, sí es posible observar, analizar y criticar. Dijo, si no me equivoco, que le entregaría un teléfono inteligente a toda la población y que a todos los estudiantes de educación media superior y superior les entregaría una tableta. Bueno, estas son medidas completamente populistas y rechazadas por la literatura seria en la materia. No es regalando artilugios tecnológicos como se mejorará la educación de los niños y jóvenes, o reducirá la desigualdad tecnológica y socioeducativa del país. Puede ser inclusive hasta contraproducente. Este punto sí es claramente negativo. Sí mencionó algo importante respecto al gasto reducido dedicado a la capacitación de los maestros por debajo del gasto destinado a la evaluación. Este es un punto positivo de reflexión para reorientar la política de evaluación educativa junto con las acciones de capacitación y profesionalización docente. Cuando Leonardo Curzio le hizo la pregunta “qué era mejor, si evaluaciones con base en muestras aleatorias o censales”, RA, notablemente se confundió sin saber técnicamente a lo que Curzio se refería.

Finalmente, el más moderado de todos, que en general sostuvo en casi todas las áreas que la solución era seguir haciendo, más o menos, lo que se ha hecho, es José Antonio Meade. Con él la Reforma Educativa continuaría prácticamente sin ninguna modificación, se consolidaría.

Lo realmente preocupante, en el fondo, para México y los mexicanos, es que los tres candidatos punteros, en mi humilde opinión, lucieron por el desconocimiento de las causas del problema educativo y las formas de resolverlo; prefirieron las acusaciones mutuas que las ideas novedosas y apropiadas. Además, se puede entrever en su lenguaje de política educativa, que no han estudiado a fondo la forma en la que los gobernantes y legisladores pueden ayudar a mejorar la educación. La retórica no ayuda.

Hay una buena noticia. No importa qué hagan, no importa por dónde se vaya el enfoque personalísimo de su política educativa, existe algo que ellos no pueden afectar. ¿Qué es eso? El aprendizaje. El aprendizaje es, en realidad, una función de la intimidad pedagógica que ocurre en el hogar y en el aula. En el nivel del aprendizaje de los cerebros de cada uno y de todos nosotros, lo que realmente importa, no es tanto el recurso o el discurso, sino la interacción humana entre los maestros y sus alumnos, entre los padres de familia y sus hijos.

Con o sin reforma educativa, la función de aprendizaje, es un debate entre el cerebro y la mente, una interacción humana entre los líderes pedagógicos y los aprendientes. Es la decisión personal de tomar un libro, hacer ejercicio, comer sanamente, tocar un instrumento, crecer, en lugar de ver televisión, usar los artilugios tecnológicos sin fines pedagógicos o productivos, estancarse en el diván o comer sin control cognitivo cualquier cantidad de azúcar y comida chatarra. Hasta donde yo percibo, eso no depende de ninguna política o reforma educativa, depende sí, de la interacción humana; de una decisión no de ser los mejores sino de ser mejores. No importa qué hagan los candidatos, si lo que hacen las escuelas y los maestros, lo que hacen los padres de familia, es fomentar una cultura de aprendizaje. En el póker de la educación, la cultura de aprendizaje mata a la política educativa.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-candidatos-y-el-futuro-de-la-reforma-educativa/

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El niño perfecto en la mejor escuela del mundo

México / 15 de octubre de 2017 / Autor: Eduardo Andere / Fuente: Educación Futura

Los padres de familia siempre queremos lo mejor para nuestros hijos. En la canasta de las mejores cosas está la educación. Entonces, por qué no hacemos un ejercicio hipotético en el que papás mexicanos (o de cualquier país) obsesionados por encontrar la mejor escuela para sus hijos, tuvieran la libertad de diseñar dicha escuela con base en las estadísticas publicadas por la OCDE el pasado 12 de septiembre. Veamos.

Si los papás quieren a la escuela con maestros felices por estar bien pagados, tanto desde preescolar hasta media superior, la escuela es la de Luxemburgo, seguida por la de Suiza y la de Corea del Sur. Los maestros de Luxemburgo en cualquier nivel educativo perciben, en el tope de la escala, más de 120 mil dólares ajustados por el poder adquisitivo. Los maestros mexicanos de preescolar perciben, en el nivel tope, 36,682 dólares anuales. Aunque dramático el contraste, la diferencia se tamiza cuando observamos que los maestros de Finlandia perciben en este nivel y al tope, 31,492 dólares y los maestros de la República Eslovaca, 14,126 dólares ajustados.

En primaria, la historia es similar. El maestro mexicano percibe en el nivel tope 36,682 dólares, contra 31,492 del maestro finlandés y 19,336 del eslovaco. En secundaria, el maestro mexicano percibe 46,898 dólares, contra 55,122 del promedio de la OCDE, 46,400 del finlandés y 19,336 del eslovaco.  Así las cosas, pues una buena alternativa es llevarlos a Finlandia, porque más o menos perciben igual que en México, pero obtienen muy altos resultados. El único problema es que tienen primero que aprender finlandés.

Además, no solo quisiéramos maestros felices por el alto salario sino por la baja carga de trabajo, la combinación ideal. Los maestros con la mínima carga de trabajo en preescolar son los mexicanos con un total de 772 horas al año, comparados con un promedio de la OCDE de 1230 horas y una enorme carga de trabajo para los chilenos con 1883 horas. En primaria, los maestros de México trabajan al año en la escuela 800 horas comparadas de cerca con las de los maestros letones que ganan muy poco, pero nada más trabajan 735 horas. Tampoco queremos llevarlos con los chilenos en este nivel pues trabajan 1883 horas. En secundaria el paraíso está en Finlandia con 706 de trabajo al año, contra las abultadas 1167 horas de los maestros mexicanos o abultadísimas 1883 de los chilenos.

Además de maestros bien pagados, con pocas horas de trabajo, la escuela ideal es la que tiene menos estudiantes por clase o grupo. En México en primaria el número es 22 contra el promedio de la OCDE de 21 y el bajísimo número de 16 en Letonia o Luxemburgo. No queremos llevarlos a Chile donde los salones de clase están ocupados por 30 alumnos, el máximo del mundo OCDE. Quizá una alternativa más económica sería llevarlos a Costa Rica que, aunque no es un país de la OCDE, aloja solo a 15 estudiantes por grupo, aunque sus resultados tampoco son muy altos que digamos. En secundaria la historia es un poco diferente. En México el número de alumnos por grupo es 28, comparado con 23 del promedio de la OCDE y 15 de Letonia. Aquí los papás mexicanos quizá quisieran evitar las escuelas de Turquía con 34 estudiantes por grupo, o las de Japón con 32, o las de Corea con 30.

Ahora bien, si a los hijos o a sus papás les gustan las matemáticas, la escuela ideal sería donde enseñen muchas matemáticas. ¡Eureka! Esa escuela es la mexicana, donde del total del tiempo obligatorio de instrucción en primaria el 27% se dedica a las matemáticas contra el 17% en el promedio de la OCDE, o tan solo 12% del total en Dinamarca. ¡Qué horror! Pobres daneses, no han de aprender nada de matemáticas.

En secundaria del tiempo total obligatorio de instrucción, el 14% se dedica a las matemáticas en México, contra un 12% de la OCDE. Por supuesto que no queremos ir a países donde estudian muy pocas matemáticas en secundaria como serían Hungría y Corea Sur, con solo 11% del tiempo, aunque sus resultados, sobre todo los de Corea, son muy altos.

El consuelo es que los mexicanos estudian muchas matemáticas en la escuela. La desdicha es que les va muy mal. Papás, por favor aseguren que a sus pequeños no les guste ni el arte ni la educación física, si es que deciden llevarlos a la escuela mexicana donde enseñan muchas matemáticas. Resulta que el tiempo dedicado al arte y a la educación física en la escuela primaria mexicana es solo del 5% para cada una de las dos áreas o materias. Por supuesto que nadie quisiera llevar a los niños de primaria a la escuela húngara que le dedican 20% de la instrucción obligatoria a la educación física y salud o a Islandia, donde le dedican 19% al arte. ¡¿Pero a quién se le ocurre, hacer tanto deporte y experimentar con tanta arte, cuando existen las matemáticas, las lenguas y las ciencias sociales, la tecnología y otras ciencias?! Lástima que a los estudiantes mexicanos les va tan mal precisamente en lo que más estudian, es decir, español, matemáticas y ciencias. Pero eso es peccata minuta.

Fuente del Artículo:

El niño perfecto en la mejor escuela del mundo

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