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América Latina amenazada con retroceder

Por: Frei Betto.

En ningún otro continente hay, en las últimas tres décadas, cambios tan significativos como en América Latina y el Caribe.  Son grandes los desafíos que se presentan en los 33 países, con 600 millones de habitantes.

Después del fracaso del TLCAN (Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México, y Chile como asociado), y el rechazo de la propuesta del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) por la mayoría de los países del Continente, éste inició su recorrido por un camino propio.  América Latina y el Caribe alcanzaron, al fin, su mayoría de edad.

Muchos factores contribuyeron a este avance.  Primero, la resistencia de la Revolución Cubana, que no sucumbió frente a las agresiones de EEUU ni como consecuencia de la caída del Muro de Berlín y del fracaso de la Unión Soviética.

Vino luego el rechazo electoral a los candidatos que encarnaban la propuesta neoliberal y la victoria de aquellos identificados con las demandas populares, en especial de los más pobres: Chávez, Daniel Ortega, Lula, Bachelet, Kirchner, Mujica, Correa, Morales, etc.  Varios organismos fueron creados para fortalecer la integración continental: Alba, Celac, Telesur, Unasur, Caricom, Aladi, Parlatino, Sica, etc.

Muchas dificultades, sin embargo, se configuran en el horizonte.  En esta economía globalizada y hegemonizada por el capitalismo neoliberal, la crisis de monedas fuertes, como el dólar y el euro, afecta negativamente a los países del continente.  Aunque hay avances en el combate a la pobreza extrema, aún hoy la región alberga millones de miserables; los salarios pagados a los trabajadores son bajos frente a los costos inflacionarios de las necesidades vitales; la desigualdad social crece vertiginosamente (de los 15 países más desiguales del mundo, 10 se encuentran en el Continente).

En Europa, donde la crisis económica desempleó a más de 30 millones de personas, la mayoría jóvenes, ya no hay una izquierda capaz de proponer alternativas.  El Muro de Berlín se derrumbó sobre la cabeza de partidos y militantes de izquierda, casi todos cooptados por el neoliberalismo.  Y ahora, los atentados terroristas refuerzan la xenofobia, la política de puertas cerradas a los refugiados, y los partidos de derecha que defienden una “Europa para los europeos” y un Estado policial.

En los países de Celac, la histórica dependencia de sus economías al mercado externo da indicios de una crisis que tiende a agravarse.  Los índices de crecimiento del PIB caen; la inflación resurge; y se agravan la desindustrialización y el éxodo rural con la consiguiente expansión del latifundio.

El ‘pobretariado’

No basta con tener discursos y políticas progresistas si no encuentran correspondencia y adecuación en los programas económicos.  Y nuestras economías siguen bajo presión de países metropolitanos; de organismos completamente controlados por los dueños del sistema (FMI, Banco Mundial, OCDE, etc.); de un sistema de tarifas, en particular del precio de los alimentos, intrínsecamente injusto, y según el cual los beneficios privados del mercado tienen más importancia que la vida de las personas.

El Banco Mundial (BM) alerta que 241 millones de latinoamericanos pueden caer en la pobreza.  Es lo que Bauman llamó precarización y yo, ‘pobretariado’.  Estos 241 millones ni son pobres, ni pueden ser considerados de clase media.  Y constituyen el 38% de la población del continente, en la que se consideran pobres todos los que se ven obligados a sobrevivir con menos de 4 dólares al día.

Hoy, la mitad de la población adulta de América Latina vive del trabajo informal, debido a la crisis económica que afecta a países emergentes como Brasil, México, Argentina y Venezuela.

Desde que los españoles y los portugueses llegaron a nuestra tierra natal, la economía continental depende de la exportación de productos primarios, hoy conocidos como materias primas.  Sin embargo, los grandes importadores, como China y Europa Occidental, dan señales de declive.

Hoy, se consideran pobres, en América Latina, 167 millones de personas, y 71 millones son miserables (sobreviven con un máximo de US $ 1 por día).  En Brasil, la miseria ya alcanza el 12% de la población, y se agrava por el ajuste fiscal del gobierno golpista de Temer, que afecta a las políticas sociales e inhibe el crecimiento del PIB.

Todos los gobiernos progresistas que hoy se congregan en la Celac, saben que fueron elegidos por los movimientos sociales y por los segmentos más pobres que constituyen la mayoría de la población.  Sin embargo, ¿hay un efectivo trabajo de organizar los segmentos populares? ¿Los movimientos sociales son protagonistas de políticas de gobiernos o meros beneficiarios de programas de carácter asistencialista y no emancipatorio de combate a la pobreza?

¿Cómo los gobiernos democráticos populares de América Latina tratan a los segmentos de la población beneficiados por las políticas sociales? ¿Hay un empeño de intensa alfabetización política de la población o se disemina una mentalidad consumista?

Individualismo y el conservadurismo

Es innegable que el nivel de exclusión y miseria causado por el neoliberalismo exige medidas urgentes que no escapan al mero asistencialismo.  Sin embargo, tal asistencialismo se restringe al acceso a beneficios personales (bono financiero, escuela, atención médica, crédito facilitado, dotación de productos básicos, etc.), sin que haya complementación con procesos pedagógicos de formación y organización políticas.

Se crean, así, reductos electorales, sin adhesión a un proyecto político alternativo al capitalismo.  Se dan beneficios sin suscitar esperanza.  Se promueve el acceso al consumo, sin propiciar el surgimiento de nuevos protagonistas sociales y políticos.  Y lo que es más grave: sin percibir que, en el seno del actual sistema consumista, cuyas mercancías reciclables están impregnadas de fetiche que valoran al consumidor y no al ciudadano.  El capitalismo post neoliberal introduce “valores” – como la competitividad y la mercantilización de todos los aspectos de la vida y de la naturaleza, reforzando el individualismo y el conservadurismo.

Nuestros gobiernos progresistas, en sus múltiples contradicciones, critican al capitalismo financiero y al mismo tiempo promueven la bancarización de los segmentos más pobres, a través de tarjetas de acceso a beneficios monetarios, a pensiones y salarios, y de la facilidad de crédito, a pesar de la dificultad de pagar los intereses y la liquidación de las deudas.

El peligro es fortalecer, en el imaginario social, la idea de que el capitalismo es perenne (“La historia acabó”, proclamó Francis Fukuyama), y que sin él no puede haber proceso verdaderamente democrático y civilizatorio.  Lo que significa demonizar y excluir, aunque por la fuerza, todos los que no aceptan esa “obviedad” son considerados terroristas, enemigos de la democracia, subversivos o fundamentalistas.

Esta lógica se refuerza cuando, en campañas electorales, los candidatos de izquierda acentúan, enfáticamente, con la confianza en el mercado, la atracción de inversiones extranjeras, la garantía de que los empresarios y banqueros traerán mayores ganancias, etc.

¿Hacia reformas estructurales?

Por un siglo la lógica de la izquierda latinoamericana jamás se enfrentó a la idea de superar el capitalismo por etapas.  Este es un dato nuevo, que exige mucho análisis para implementar políticas que impidan que los actuales procesos democráticos populares sean revertidos por el gran capital y por sus representantes políticos de derecha.

Este desafío no puede depender sólo de los gobiernos.  Se extiende a los movimientos sociales y a los partidos progresistas que, cuanto antes, necesitan actuar como “intelectuales orgánicos”, socializando el debate sobre avances y contradicciones, dificultades y propuestas, para ensanchar siempre más el imaginario centrado en la liberación del pueblo y en la conquista de un modelo de sociedad post-capitalista, verdaderamente emancipatorio.

La cabeza piensa donde pisan los pies.  Nuestros gobiernos progresistas corren el serio riesgo de verse sucumbidos por la contradicción entre política de izquierda y economía de derecha, si no movilizan al pueblo para implementar reformas estructurales.  Y el principio del violín, que se aferra con la izquierda y se toca con la derecha…

Como decía Onelio Cardozo, las personas tienen “hambre de pan y de belleza”.  La primera es saciable; la segunda, inagotable.  Eso significa que el deseo humano, que es infinito, sólo dejará de ser rehén del consumismo y del hedonismo –tentáculos del neoliberalismo– si ha saciado su hambre de belleza, o sea, de sentido de existencia.

Esto no se alcanza apenas con más frijoles en el plato y más dinero en el bolsillo.  Será un sí, si existe una formación capaz de imprimir en cada ciudadano y ciudadana, la convicción de que vale la pena vivir y morir para que todos tengan vida, y vida en abundancia, como dijo Jesús (Juan 10, 10).  (Traducción CEAAL).

Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/193879

Fotografía: Alai

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Navidad, nacer de nuevo

Por: Frei Betto

“No hay duda de que la Navidad papanoélica es la única festividad en que la resaca se anticipa a la conmemoración”, dice Frei Betto. 

La Navidad es un tiempo de desazón. Apremiados por la publicidad que cambia a Jesucristo por Papá Noel, se nos desdeña como ciudadanos y se nos seduce como consumidores.

Aunque tengamos dinero en el bolsillo, se instala un hueco en nuestro corazón. Aumenta la temperatura de nuestra fiebre consumista y, discípulos fundamentalistas de una secta extravagante, nos adentramos mediante una procesión motorizada en las catedrales de Mamón: los shopping centers.

En esas construcciones imponentes, brillantes falsos de la escenografía cosmopolita, nos aguardan las ofrendas de la salvación, premisas y promesas de felicidad. Exhibidas en elegantes anaqueles y vitrinas relucientes, escoltadas por bellas ninfas, las mercancías son como imágenes sagradas dotadas del milagroso poder de hacernos ingresar en el reino celestial de quienes hacen de todo para morir ricos.

Libres de las figuras profanas que contaminan el exterior, como los niños que transforman las ventanillas de nuestros carros en cuadros de pavor, recorremos silenciosos las naves góticas, elevados por la música aséptica y el aroma achocolatado de exquisitas golosinas.

Con ojos ávidos, inclinamos el espíritu de capilla en capilla, atendidos por solícitas sacerdotisas que, si bien no pueden ofrecer gratis el manjar de los dioses, al menos nos lo brindan con sus trajes de vestales romanas condenadas a la belleza obligatoria.

Es el altar de nuestros sueños, el Cielo anticipado en la Tierra en forma de joyas, aparatos electrónicos, ropas y productos importados que nos redimen del pecado de vivir en este país cuya miseria arruina el paisaje.

No hay duda de que la Navidad papanoélica es la única festividad en que la resaca se anticipa a la conmemoración. Tómense vinos y castañas, panetelas y pavos, y un puñado de regalos: he ahí la receta para disfrazar una fecha. Y ahogar emociones y sentimientos. Pero no es Navidad.

La mercancía se convierte en la "diosa" de la Navidad moderna. Foto: ValenciaBonita.

La mercancía se convierte en la “diosa” de la Navidad moderna. Foto: ValenciaBonita.

Para festejar la Navidad se necesita avivar los afectos y servir a la mesa corazones y solidaridad, destapando el alma y convirtiendo el espíritu en pesebre donde renazca el Amor. Darse en vez de dar, estrechando lazos de familia y vínculos de amistad.

Urge abrir el diccionario impreso en los dobleces de nuestra subjetividad y sustituir competencia por comunidad, envidia por reconocimiento, resentimiento por humildad, yo por nosotros.

En estos trópicos calientes, mejor que con nueces conviene gratificar la lengua con prudencia, privándose de hablar mal de la vida ajena.

Un poco de silencio, una oración, la retracción del ego favorecen el encuentro con uno mismo, sobre todo de quien se reconoce alienado de Dios, de los otros y de la naturaleza. Nada cuesta pisar el freno en la atropellada carrera de quien, en el afán de superar el ritmo del tiempo, corre el riesgo de abreviar la vida por el agotamiento del cuerpo y la confusión de la mente.

Antes de los brindis, se recomienda llenar el corazón de ternura hasta que se desborde por los ojos y se derrame en caricias y besos.

Porque ¿de qué vale la Navidad si no tenemos el valor de regalarnos la decisión de nacer de nuevo?

 

Imagen: Folhox.

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Navidad, nacer de nuevo

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Frei Betto: Reclamar menos, atuar mais

Quando me perguntam sobre o Brasil, respondo que não vejo luz no fim do túnel porque nem mesmo enxergo o túnel…

Por Frei Betto

Não lembro de ter vivido conjuntura tão incerta. Na ditadura os atores, de um lado e outro, eram definidos. Agora não. Há um assombroso retrocesso no país, e é praticamente insignificante a reação de quem se lhe opõe.

A reforma trabalhista jogou por terra mais de 70 anos de conquistas laborais. A terceirização passou ao primeiro lugar. A reforma da Previdência condena os brasileiros mais pobres a uma vida toda de trabalho forçado, pois dificilmente terão sobrevida após 49 anos de aluguel de sua força de trabalho aos patrões, a preço salarial irrisório.

O Brasil está atolado no retrocesso econômico, no esgarçamento das políticas sociais, na precarização da saúde e da educação, e na corrupção. Os dados são alarmantes: 13 milhões de desempregados; surtos de febre amarela, dengue, zika e chikungunya, violência urbana crescente.

Para se contrapor a essa conjuntura, não basta abastecer as redes sociais de ofensas, ironias, ressentimentos e piadas. É preciso organizar a esperança. Ter clareza de como proceder nas eleições de 2018 e qual o projeto de Brasil dos nossos sonhos.

O voto em 2018 deverá estar pautado pelo Brasil que queremos. Essa visão estratégica deve nortear a escolha de partidos e candidatos.

Eleições, contudo, não mudam um país. O que muda é o fortalecimento dos movimentos sociais, o aprofundamento ideológico à luz do marxismo, o resgate da utopia e a militância junto aos segmentos empobrecidos da população. Buscar a alternativa socialista brasileira com visão crítica das experiências socialistas historicamente existentes.

Há que resistir a essa avassaladora cooptação feita pelo neoliberalismo. A direita avança no mundo todo. A desigualdade se acentua: oito indivíduos, segundo a Oxfam, possuem a mesma renda de 3,6 bilhões de pessoas, metade da humanidade.

Temos apenas duas escolhas: cuidar de nossa vida biológica, como estudar para obter emprego e, graças ao salário, sustentar a família, esperando que a sorte não nos empurre para a pobreza; ou imprimir à vida um sentido biográfico, histórico, ao assumir a militância da luta por justiça, liberdade e defesa intransigente dos direitos humanos.

Não nos basta informação. É preciso investir em formação, de modo a construir uma alternativa de sociedade que, a meu ver, deve consistir no ecossocialismo.+

Fora Temer? E o que colocar dentro?

http://port.pravda.ru/news/cplp/04-11-2017/44335-frei_betto-0/

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Si ya no espera un futuro mejor, le robaron la esperanza.

Por: Frei Betto

Si ya no avista perspectivas de futuro, desprecia a los políticos y la política, se retira a su esfera privada, es señal de que le robaron la esperanza. Si ya no soporta el noticiero, cree que la especie humana fue un proyecto fallido y que todas las liberaciones terminan en opresiones, sepa que le robaron la esperanza. Si destila odio en las redes digitales, desconfía de todos los que pronuncian discursos sobre la ética y la preservación del medio ambiente y solo confía en su cuenta bancaria, no le quepa duda, le robaron la esperanza.

Si ya no alberga sueños de un futuro mejor, no se inyecta utopía en vena y no asume su protagonismo como ciudadano, sino que prefiere aislarse en su redoma de cristal, es señal de que le robaron la esperanza. Los amigos de Job utilizaron todos los argumentos para que abandonara la esperanza. ¿Cómo se obstinaba en mantenerla si había perdido tierras, riquezas y familia? Job no introyectó la culpa, no arrojó sobre hombros ajenos los males que lo afligían, no abominó de los reveses que le ocurrían.

Reza el poema de Franz Wright, inspirado en la plegaria del poeta persa Rabi’a al-Adawiyya: “Dios, si proclamo mi amor por ti por miedo al infierno, incinérame en él; / si proclamo mi amor porque ansío el paraíso, ciérramelo ante la cara. / Pero si hablo contigo porque existes, deja / de ocultar de mí tu / infinita belleza”.

Fue en esa gratuidad de la fe, la esperanza y el amor que Job se sintió recompensado al contemplar la infinita belleza: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven” (42, 5).

Como escribió Spinoza en su Tratado teológico-político: “Un pueblo libre se guía por la esperanza más que por el miedo; el que está oprimido se guía más por el miedo que por la esperanza. El uno ansía cultivar su vida. El otro, soportar al opresor. Al primero le llamo libre. Al segundo le llamo siervo”.

Usted, como yo, es víctima de promesas que se transformaron en espejismos y desembocaron en frustraciones. Ni aun así admito que me roben la esperanza. ¿El secreto? Sencillo. No me aferro al aquí y ahora. Miro las contradicciones del pasado, marcado por retrocesos y avances. ¿Cuántas batallas perdidas no terminaron en guerras victoriosas? ¿Y cuántos emperadores, señores de la vida y de la muerte, desde los césares hasta Atila el huno, desde Napoleón hasta Hitler, no acabaron deshonrados por la historia?

Encaro el futuro a largo plazo. Sé que no participaré de la cosecha, pero me empeño en morir semilla. No creo en discursos ni ato mi esperanza al paracaídas de algún ser superior que promete salvación a corto plazo. Exijo programas y proyectos, y juzgo a sus portadores según criterios rígidos. Trato de conocer su vida pasada, su compromiso con los movimientos sociales, su ética y sus valores. Sé que el futuro será lo que hagamos en el presente. No espero milagros. Me arremango la camisa, convencido de que “quien sabe hace ahora, no espera lo que acontezca”.

Me gusta el verbo esperanzar: desenrollar el hilo de Ariadna que nos conduce a todos hacia afuera del laberinto.

Como dice Mario Quintana en ‘Das utopias’: “Si las cosas son inalcanzables… ¡caramba! /No es motivo para no quererlas… / ¡Qué tristes los caminos, si no fuera / Por la mágica presencia de las estrellas!”. (O)

Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/si-ya-no-espera-un-futuro-mejor-le-robaron-la-esperanza
Si va a hacer uso de la misma, por favor, cite nuestra fuente y coloque un enlace hacia la nota original. www.eltelegrafo.com.ec

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Buda y Jesús tienen mucho en común

Por. Frei Betto

«Ambos propusieron una vía espiritual centrada en el amor, la compasión y la justicia»

Buda, a quien Herman Hesse le dedicó la novela Sidarta, se llamaba Sidarta Gautama y vivió en la India 500 años antes de Cristo. El siglo VI a. C. fue pródigo en sabios e iluminados: Tales de Mileto, Lao-Tsé, Confucio y los profetas Jeremías y Ezequiel.

Buda y Jesús tienen mucho en común. Según reza la tradición, ambos nacieron de una virgen. En el caso de Buda, su madre, Maya, habría sido fecundada por un pequeño elefante que se introdujo en su costado izquierdo. Buda y Jesús no dejaron nada escrito y formaron a sus discípulos mediante sentencias y parábolas emblemáticas. Ninguno de los dos fundó una religión; ambos propusieron una vía espiritual centrada en el amor, la compasión y la justicia, capaz de conducirnos a lo que más anhela todo ser humano: la felicidad.

Aprendí mucho del budismo. En especial su principal lección: el modo de evitar, o, al menos, aplacar el sufrimiento. No el dolor, que pueden paliar los medicamentos, sino el sufrimiento que lacera el alma, trastorna la mente, tritura el corazón, suscita sentimientos y actitudes negativos.

Buda descubrió que todo sufrimiento se deriva de un único factor: el apego. A bienes materiales, recuerdos nocivos, ambiciones desmedidas, y también a cargos o funciones, como bien demuestra el actual escenario político brasileño. Jesús diría lo mismo siglos después, con otras palabras.

¿Cómo librarse del apego y así evitar el sufrimiento y disfrutar de la felicidad? Buda enseñó que, para eso, es preciso vaciar la mente, y el método para hacerlo se llama meditación. Al mirar hacia afuera, soñamos; al mirar hacia adentro, despertamos.

Considero que la meditación es la forma más apropiada de oración personal. Porque induce a vaciarse de sí y a dejarse ocupar por Dios, como apunta la genial canción de Gilberto Gil «Se eu quiser falar com Deus».

El término meditación es recurrente en la tradición mística cristiana, pero no aparece en los evangelios. Sin embargo, Lucas registra con acuciosidad los momentos de oración de Jesús: «Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba» (5,16); «En aquellos días, él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios» (6,12); «… mientras Jesús oraba aparte… (9,18); «… subió al monte a orar» (9,28).

Ahora bien, si Jesús «pasó la noche orando a Dios», él que nos enseñó a no multiplicar las palabras al hablar con Dios, sin dudas meditaba, o sea, abría la mente y el corazón para que el Padre lo habitara por entero. Muchas veces los cristianos hablamos de Dios, le hablamos a Dios, hablamos sobre Dios, pero no dejamos que Dios hable en nosotros. Y la meditación es un ejercicio de acogida del Misterio.

Soy un católico que reza todos los días para que Dios haga de mí un cristiano. Mi amigo, el periodista Heródoto Barbeiro, es budista desde hace 40 años. Su nombre de monje es Gento Ryotetsu. Decidimos encerrarnos durante tres días en el convento de los frailes dominicos de São Paulo para debatir sobre las convergencias y las diferencias entre el budismo y el cristianismo. En realidad no encontramos divergencias. El resultado se recoge en el libro O budista e o cristão – um diálogo pertinente.

En tiempos de fundamentalismos teológicos e intolerancias religiosas, el diálogo entre personas y grupos de concepciones distintas es, sin dudas, el camino más corto para evitar prejuicios y discriminaciones, ofensas y persecuciones. Entre otras cosas, porque Dios no tiene religión.

Aunque crea que Jesús es «el camino, la verdad y la vida», nunca estaré seguro de que mi visión religiosa coincide con La Verdad. Siempre recuerdo al misionero que, en China, a inicios del siglo XX, le predicaba la doctrina cristiana a una multitud y concluyó diciéndoles: «¡Acabo de anunciarles la verdad!» Un chino levantó la mano y le dieron la palabra: «Padre, hay tres verdades: la suya, la mía y la verdad verdadera. Usted y yo juntos debemos buscar la verdad verdadera».

Fuente del Artículo:

http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2017/08/01/frei-betto-buda-y-jesus-tienen-mucho-en-comun-religion-iglesia.shtml

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«Los cambios sociales no son producto solo del entusiasmo sino, sobre todo, de convicciones arraigadas»

Por: Frei Betto.

«Cuando se corre detrás del dinero y el aumento del patrimonio personal, se cede a la corrupción»

(Frei Betto).- Hay quien se mueve, se activa y se moviliza en función de causas políticas. En los últimos tiempos, los estudiantes ocuparon escuelas y, ahora, los manifestantes gritan en las calles ¡FUERA TEMER!

El entusiasmo es bueno en la actividad política, pero no forma militantes. Pasado el apasionamiento, las aguas vuelven a coger su nivel. Lo que forma militantes revolucionarios para toda la vida es la articulación entre práctica y teoría.

La práctica se da en movimientos sociales, sindicatos, partidos o instancias pastorales como las comunidades eclesiales de base. La formación teórica exige herramientas adecuadas para comprender la realidad y saber cómo transformarla.

Durante los años de la dictadura se trabajó fuerte en esas dos caras de la moneda: la práctica y la teoría. Se multiplicaron en el país los movimientos sociales y proliferaron por todo Brasil equipos de educación popular que se encargaban de la parte teórica. El movimiento sindical y el PT llegaron a dirigir, en Cajamar (SP), una escuela-albergue a la que afluían militantes de todos los estados. Hoy, el MST mantiene en Guararema (SP) la Escuela Florestan Fernandes para perfeccionar la formación de sus militantes.

Me pregunto qué ha sido de los jóvenes que ocuparon las escuelas a inicios de año. ¿Terminado el movimiento se acabó el entusiasmo? ¿Quién les ofreció herramientas teóricas para que comprendieran que la lucha de un sector de la sociedad es la lucha de un pueblo, y que el antagonismo entre la libertad y la opresión es la búsqueda de una sociedad en la que el capital deje de prevalecer sobre los derechos humanos?

Las herramientas teóricas están disponibles y son de fácil acceso: las obras clásicas del marxismo, los libros de Paulo Freire, la historia de las revoluciones sociales, la historia de América Latina y Brasil.

Los cambios sociales no son producto solo del entusiasmo, sino, sobre todo, de convicciones arraigadas, capaces de tornar inmunes a los y las militantes a las tres tentaciones principales que aparecen en la lucha política: el poder, el dinero y el sexo.

Cuando la lucha se centra en alcanzar el poder y/o mantenerse en él, se troca un proyecto de nación por una feria de cargos y salarios. Cuando se corre detrás del dinero y el aumento del patrimonio personal, se cede a la corrupción. Cuando se cae en la promiscuidad, hiriendo los sentimientos de compañeras y compañeros, se mina la base ética de la construcción de hombres y mujeres nuevos.

En la historia de Brasil hay suficientes ejemplos de militantes que se destacaron por sus firmes convicciones ideológicas y prácticas revolucionarias: Tiradentes, Prestes, Olga Benario, Mauricio Grabois, Mariguella, Apolonio de Carvalho, Fray Tito, Chico Mendes, Margarida Alves, la hermana Dorothy Stang, el padre Josimo, etc.

Basta estudiar sus historias para saber cómo se formaron y fueron capaces de enfrentar todo tipo de adversidades para mantenerse fieles a la causa de la liberación de nuestro pueblo.

Fuente del Artículo:

http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2017/07/19/frei-betto-los-cambios-sociales-no-son-producto-solo-del-entusiasmo-sino-sobre-todo-de-convicciones-arraigadas-religion-iglesia-brasil.shtml

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Cuba cuenta con una modalidad universitaria que no tiene paralelo en el mundo

Por: Frei Betto

En agosto de 1945, dos ciudades japonesas fueron barridas del mapa: Hiroshima y Nagasaki. Más de 200 mil personas, simples ciudadanos civiles, perdieron la vida al ser alcanzadas por las bombas atómicas lanzadas por aviones estadounidenses. Esos han sido, sin sombra de duda, los más graves atentados terroristas ocurridos en toda la historia de la humanidad.

Detrás de las mortíferas bombas había hombres graduados en las mejores universidades del mundo. Robert Oppenheimer, quien dirigió el Proyecto Manhattan, que culminó con la fabricación de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, era un físico teórico, graduado de la Universidad de Harvard en 1925. Tuvo varios hijos, y era conocido por su gentileza, su incapacidad de golpear a una mujer ni siquiera con una flor. Después de la catástrofe japonesa Oppenheimer sufrió una crisis de conciencia. Solía repetir una frase del Bhagavad-Gita, el libro de la espiritualidad hindú: “Me convertí en la muerte, destructora de mundos”. Más tarde se manifestó a favor de un mayor control sobre la proliferación de las armas nucleares, lo que le costó que lo acusaran de ser un espía de los soviéticos.

Edward Teller era colega de Oppenheimer en el Proyecto Manhattan. Nacido en Hungría de padre abogado y madre pianista, se graduó de ingeniero químico en Alemania. Fue profesor en las más prestigiosas universidades del mundo, como la de Londres y la de Berkeley, en California. Utilizó su inteligencia para inventar la bomba de hidrógeno, 750 veces más potente que la de Hiroshima. Fue él quien acusó a Oppenheimer de ser espía de los soviéticos. En la década de 1980 se destacó por ser el gran mentor del Programa de Defensa Estratégica, más conocido como “guerra de las galaxias”, patrocinado por el presidente Reagan. Su enajenación científica inspiró el filme Doctor Strangelove, dirigido por Stanley Kubrick en 1964.

Todos los científicos del Proyecto Manhattan tuvieron el respaldo de dos presidentes de los Estados Unidos: Franklin Delano Roosevelt y su sucesor, Harry S. Truman. Roosevelt ostentaba dos diplomas de Derecho, expedidos por las universidades de Harvard y Columbia. Truman, quien lo sucedió en abril de 1945, también había estudiado Derecho, pero no llegó a obtener el diploma.

Si Oppenheimer hubiera tenido, como Albert Einstein, una formación humanista basada sobre valores morales, ¿habría dirigido el Proyecto Manhattan? Si Edward Teller hubiera tenido una formación humanista fundada sobre la ética, ¿habría creado la bomba de hidrógeno? ¿Y Roosevelt y Truman habrían autorizado el Proyecto Manhattan y el genocidio nuclear en Hiroshima y Nagasaki?

No basta con una formación humanista. Heidegger tuvo una formación humanista y, sin embargo, apoyó el nazismo. Werner Heisenberg también recibió una formación humanista y, no obstante, colaboró con el proyecto atómico de la Alemania nazi. Una verdadera formación humanista supone encarnar valores como la solidaridad, la cooperación, la lucha por la justicia, la defensa de la dignidad de todos los seres humanos y la preservación ambiental.

Universidad y pluridiversidad

Las universidades nacieron a la sombra de la Iglesia como instituciones humanistas. Y toda universidad es, curiosamente, una multidiversidad, dado que reúne distintas disciplinas y métodos de aprendizaje. ¿Por qué, entonces, se les llama universidades y no pluridiversidades?

La realidad es que en el seno de una universidad, toda la diversidad de disciplinas, desde la Filosofía hasta la Medicina, sigue el mismo objetivo estratégico pedagógico: es una institución volcada a la formación de mano de obra calificada para el mercado, en el caso de las universidades capitalistas, o de profesionales en condiciones de responder a las demandas de la población, que debería ser el propósito de las universidades en los países socialistas.

Por eso resulta necesario que la universidad se someta siempre a un proceso permanente de autocrítica. Que se pregunte si es una isla del saber indiferente a las necesidades reales del país o una fábrica capaz de dotar a la nación de herramientas teóricas y prácticas para solucionar los problemas que la afectan.

Cuando Napoleón entró a Berlín en 1806, los prusianos tuvieron que abandonar sus posturas inflexibles y permitir que en los países de lengua alemana las universidades se liberaran de la tutela de la teología. Los pioneros de esa conquista emancipadora del saber fueron Johann Fichte, Christian Wolff e Immanuel Kant. Y gracias a la autonomía de la razón, las universidades alemanas nos dieron a Carlos Marx, Federico Engels, Max Planck, Max Weber, Sigmund Freud y Albert Einstein. La geología, la física y la química comenzaron a merecer la misma importancia que la filosofía, la historia y la sociología.

Los Estados Unidos copiaron el modelo alemán, sobre todo porque necesitaban profesionales calificados para ampliar su parque industrial. Se estableció un vínculo estrecho entre las empresas y las universidades. Yale concedió el primero título de doctorado en 1861, y en 1900 más de 300 alumnos ya ostentaban el título de doctores.

La universidad yanqui se transformó en una fábrica elitista de pragmatismo y liberalismo. Lo que le interesa, hasta el día de hoy, es el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Y el principio estratégico pedagógico que rige ese pragmatismo es obvio: fortalecer el mercado y la apropiación privada de la riqueza.

El fundador del pragmatismo estadounidense fue Charles Sanders Pierce, un filósofo destacado en la década de 1870. Pero le cupo a William James el mérito de popularizarlo gracias a la serie de conferencias que pronunció en Boston en 1907, con el título de “Pragmatismo: un nuevo nombre para viejas formas de pensar”. James enseñaba que un profesional no debe estar movido por principios, sino por hechos empíricos… ¡Aunque sus enseñanzas eran contradictorias, porque se basaban sobre un nuevo principio!

La tercera figura importante del pragmatismo yanqui es John Dewey, un catedrático de la Universidad de Chicago. Su lema era “Democracia (entiéndase, capitalismo), ciencia e industrialismo”.

En 1908, Harvard inauguró su Escuela Superior de Empresas de Graduados. O sea, una vía para formar mejor a los hombres de negocios. Los alumnos eran enviados a hacer pasantías en las empresas. Esa pedagogía desarrolló dos aspectos: les permitió a los alumnos vincular la teoría y la práctica y, a la vez, les propició a las empresas la posibilidad de perfeccionar la calidad de sus nóminas de profesionales.

El carácter de ese proyecto estratégico pedagógico de las universidades de los Estados Unidos ya estaba definido en las palabras de Marx y Engels en el Manifiesto comunista: “Todos los complejos y variados lazos que ataban al hombre feudal a sus ‘superiores naturales’, [la burguesía] los despedazó sin piedad y solo dejó subsistir, entre hombre y hombre, el lazo frío del interés, las duras exigencias del ‘pago a la vista’. Apagó los fervores sagrados del éxtasis religioso, del entusiasmo caballeresco, del sentimentalismo pequeño burgués, en las aguas heladas del cálculo egoísta. Hizo de la dignidad personal un simple valor de cambio. Sustituyó las numerosas libertades conquistadas con tanto esfuerzo por la única e implacable libertad del comercio”.

Como bien señala el educador y filósofo brasileño Maurício Abdalla, en nuestras universidades, lamentablemente, casi no hay espacio para la filosofía de las ciencias. Si bien se rechaza teóricamente el positivismo, en la práctica está vigente, aunque criticado por los cultivadores de la Nueva Filosofía de las Ciencias como Popper, Kuhn, Lakatos, Feyerabend y Laudan. Muchos profesores universitarios, en especial de las áreas científicas y tecnológicas, permanecen ajenos a los debates epistemológicos, y son tributarios de una visión positivista ingenua de las ciencias. Creen que hay una ciencia neutra, exenta de influencias ideológicas y subjetividades, mero fruto de indagaciones e investigaciones desinteresadas, de observaciones empíricas ajenas a toda metafísica. El resultado de esa postura es que teorías científicas plagadas de subjetivismo y condicionamientos culturales son abrazadas como dogmas, sin conexión con la realidad cambiante y el proceso histórico dinámico.

Se crea así una escisión entre ciencias naturales y ciencias humanas, ética e investigación científica, lo que favorece aberraciones como la de querer impedir todo sistema axiológico en las investigaciones de la biogenética, o la de pregonar que los productos transgénicos en nada afectan el equilibrio ambiental y el organismo humano, o que el uso excesivo de combustibles fósiles no influye en el calentamiento global. Es la “cientocracia”, la dictadura de la ciencia, que debe decidir lo que comemos, de qué modo nos vestimos, qué tipo de sociedad es mejor, etc. Es el neoplatonismo posmoderno, que elige científicos-reyes en lugar de filósofos-reyes, como quería Platón.

Cooperación o competencia

Si el capitalismo es un sistema monetario en el que los derechos humanos están sujetos a los caprichos del mercado, el socialismo es un sistema humanitario en el que los derechos humanos son la prioridad por excelencia. Es en el marco de esos parámetros que la universidad debe enrumbar su objetivo estratégico pedagógico en un país como Cuba. Impedir que la universidad sea una torre de marfil y crear vínculos efectivos entre alumnos y profesores y entre los diversos sectores de la nación, que reflejen las demandas más urgentes de la población. Buscar respuestas a las siguientes preguntas: ¿cómo se relaciona la universidad con los sindicatos, las cooperativas, los movimientos sociales, los nuevos emprendimientos? ¿Cómo se prepara la universidad para las reformas económicas y sociales que se llevan a cabo en Cuba, sobre todo teniendo en cuenta la inauguración del puerto de Mariel y la reanudación de las relaciones con los Estados Unidos?

Sin duda, Cuba cuenta con una modalidad de extensión universitaria que, por su alcance, no tiene paralelo en el mundo: la solidaridad internacional de sus profesionales, en especial sus médicos y maestros, presentes entre la población más pobre de más de 100 países. Ese internacionalismo logra su consistencia gracias al capital simbólico acumulado por la heroica historia de este país y enriquecido, de modo ejemplar, por la Revolución. Capital simbólico encarnado en la vida y el testimonio de hombres como Félix Varela, José Martí, Ernesto Che Guevara, Raúl y Fidel Castro.

Tanto en el mundo capitalista como en el socialista, las universidades transitaron del humanismo regado con agua bendita al racionalismo cientificista abrazado al mito positivista de la neutralidad de la ciencia. Pero la brújula de la ciencia es la ética, como bien demostró Aristóteles. Y la ética es el conjunto de valores que incorporamos para hacer más digno y feliz nuestro breve período de vida a bordo de esta nave espacial llamada Planeta Tierra. He ahí la cuestión central de un proyecto estratégico pedagógico verdaderamente revolucionario, capaz de superar las contradicciones de la razón instrumental, que en nombre de acelerados avances científicos y tecnológicos provoca la devastación ambiental, hasta el punto de que la naturaleza de nuestro planeta perderá su capacidad de autorregeneración, a menos que se produzca una intervención humana.

En tiempos de posmodernidad, que amenazan tener como paradigma no la religión del período medieval ni la razón del período moderno, sino el mercado, la mercantilización de todos los aspectos de la vida humana y la naturaleza, tan acertadamente denunciada por el papa Francisco en su encíclica socioambiental Laudato Si – sobre el cuidado de la casa común, la universidad se ve interpelada por una pregunta ontológica: ¿cómo lidiar con la experiencia subjetiva del mundo de sus profesores y alumnos? La experiencia subjetiva del mundo de cada ser humano es una cuestión que la ciencia jamás podrá resolver. Ni siquiera el lenguaje es capaz de traducirla, aunque haya formas de expresión que intentan aprender el alfabeto de los ángeles, como la filosofía, la religión y el arte. En una fase de transición civilizatoria, como la actual, precisamos de una nueva ontología ecosocialista.

Es ahí que se ubica el desafío ideológico para el proyecto estratégico pedagógico de la universidad en un país como Cuba. ¿Los profesionales que ella forma construyen una experiencia subjetiva del mundo centrada en valores ajenos a la universidad? ¿Esos valores están enraizados en la solidaridad, el altruismo, la cooperación, o en la ambición egocéntrica, el individualismo, la competitividad?

En un país como Cuba no es suficiente responder: ¡somos socialistas! ¡Somos marxistas! Basta repasar la historia para saber cuántas atrocidades se cometieron en nombre del marxismo y del socialismo, al igual que en nombre del cristianismo hubo Inquisición y se realizó la empresa colonialista genocida en la América Latina. Pero no hay que tirar al niño con el agua sucia. Tanto el cristianismo como el socialismo han escrito bellas páginas en la historia. Y los dos se nutren de la misma raíz: la ética bíblica, que proclama que todo ser humano está dotado de sacralidad ontológica y que el don de la vida nos fue dado para que podamos disfrutarlo en un paraíso aquí en la Tierra, a lo que el mensaje evangélico llama “reino de Dios” y el marxismo, sociedad comunista, en la que todo será común entre todos, se le dará a cada cual según sus necesidades y se exigirá de cada uno según su capacidad.

Ese humanismo debería ser la estrella polar de nuestras universidades, capaz de señalar el rumbo de todas las investigaciones científicas, los inventos tecnológicos, la formación de profesionales y de hombres y mujeres dedicados a la política y a la administración pública.

Termino con dos citas que reflejan bien lo que he pretendido decir aquí. La primera es del filósofo Gaston Bachelard, que instaba a los científicos a revelar el carácter humano de sus investigaciones. En su obra La filosofía del no (1978), señala: “Preguntémosles, pues, a los científicos: ¿cómo piensan, cuáles son sus intentos, sus ensayo, sus errores? ¿Cuáles son las motivaciones que los llevan a cambiar de opinión? ¿Por qué razón se expresan tan sucintamente cuando hablan de las condiciones psicológicas de una nueva investigación? Transmítannos, sobre todos, sus ideas vagas, sus contradicciones, sus ideas fijas, sus convicciones no confirmadas.”

La otra cita, con la cual termino, es del genio profético de Martí, quien en Nuestra América ya nos interpelaba en ese sentido:

“¿Cómo han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay universidad en América donde se enseñe lo rudimentario del arte de gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los pueblos de América? A adivinar salen los jóvenes al mundo, con antiparras yanquis o francesas, y aspiran a dirigir un pueblo que no conocen. En la carrera de la política habría de negarse la entrada a los que desconocen los rudimentos de la política. El premio de los certámenes no ha de ser para la mejor oda, sino para el mejor estudio de los factores del país en que se vive. En el periódico, en la cátedra, en la academia, debe llevarse adelante el estudio de los factores reales del país. Conocerlos basta, sin vendas ni ambages; porque el que pone de lado, por voluntad u olvido, una parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la negligencia, y derriba lo que se levanta sin ella. Resolver el problema después de conocer sus elementos es más fácil que resolver el problema sin conocerlos. Viene el hombre natural, indignado y fuerte, y derriba la justicia acumulada de los libros, porque no se la administra en acuerdo con las necesidades patentes del país. Conocer es resolver. Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es el único modo de librarlo de tiranías. La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y cállese el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas.”

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=209203

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