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El Decreto 2450 de 2015: Un atentado del gobierno Santos contra el carácter científico de la formación docente

Uno de los aspectos más críticos del decreto 2450 de 2015 es el enfoque de competencias que le imprime a la Formación Inicial Docente, estableciendo un perfil del educador y una dirección del currículo hacia las mejores prácticas de la enseñanza y no a los más altos y refinados conocimientos de la ciencia y la tecnología.

 

En el Sistema Colombiano de Formación de Educadores y Lineamientos de Política, publicado por el Ministerio de Educación Nacional en el año 2013, se señala que los docentes colombianos deben practicar los mejores métodos educativos, ser innovadores en el campo de la enseñanza, en el diseño y desarrollo de currículos flexibles; también se establece que las facultades de educación deben formar en el marco de las competencias y revisar sus currículos en consonancia a las necesidades de los estudiantes y estrategias de enseñanza (Ministerio de Educación Nacional & Teaching and Tutoring T&T College de Colombia S.A.S., 2013).

 

En el mismo documento se establecen tres ejes en el Subsistema de Formación Inicial: Pedagogía, Investigación y Evaluación. El primer eje señala que el aspecto primordial del docente es la enseñanza; en cuanto a la investigación, la concibe como un ejercicio de indagación, y la evaluación la orienta a la acreditación, revisión de los procesos para su mejora y valoración de los programas de formación (Ministerio de Educación Nacional &

 

Teaching and Tutoring T&T

College de Colombia S.A.S., 2013).

 

El ICFES en el año 2010 ajustó tres competencias genéricas para los estudiantes de las facultades de educación en las pruebas Saber Pro: Enseñar, Formar y Evaluar. La política del gobierno frente a la formación docente limita la labor del profesor a aspectos funcionales de transmisión de contenidos, en la cual la pedagogía y la didáctica son el eje central de la formación, dejando de lado la formación científica en la educación. Esto se evidencia a los largo de los enunciados planteados en los documentos de política del Ministerio de Educación Nacional, cuando se centra el interés en los mejores métodos educativos, en la idea de que los currículos deben responder a las necesidades de los estudiantes y al concebir la investigación como actividad de indagación.

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La innovación para una educación integral

Si Colombia copia al pie de la letra todas las recomendaciones de la OCDE, la innovación pedagógica desaparecería del currículo. Otra de las inconveniencias de copiar modelos educativos arbitrariamente.

¿Qué se necesita para innovar en el aula? Esta pregunta es más trascendental de lo que parece, teniendo en cuenta que las  escuelas son trasformadoras pero a nivel mundial la política le apuesta al capital monetario, desconociendo el humano.

En la escuela cada vez el concepto de innovación  se impone, exigiendo de los maestros y su práctica pedagógica  al máximo para  afianzar conocimientos, valores y destrezas con creatividad, novedad y cambio. Sin embargo, es bueno analizar qué se entiende por innovación pedagógica en el aula.

Jorge Orlando Castro, Asesor del Idep, responde: “Cuando se habla de innovación se debe comenzar por preguntarse qué sentido de escuela se tiene. Por cuanto se entiende que esta es sólo una reproductora del Estado o de un aparato ideológico, es decir, una dimensión pasiva. Por ello, si se tiene en cuenta que hay muchas perspectivas en torno a la escuela y se piensa que hay otro tipo o sentido de esta, que se construye desde los colectivos de maestros, entonces la pregunta sobre innovación viene muy bien”.

La innovación en la escuela debe primero ser una novedad, una idea nueva no renovada que construya saberes. Debe surgir de una actitud investigativa resuelta en la práctica pedagógica y debe marcar una ruptura en la educación tradicional en cuanto al manejo de tiempo, espacio y forma.

“Toda innovación debe marcar una discontinuidad, porque la escuela usualmente tiene una inercia. Esto por ser una máquina de disciplinamiento muy fuerte, invento de la modernidad, lo que implica que tienda a la tradición y al anquilosamiento”, explica Castro.

La innovación no está ligada necesariamente al tema financiero, aunque ayuda a afianzar ideas y proyectos en el aula. Requiere más bien de acompañamiento, seguimiento y  socialización de procesos de colectivos de maestros que marquen el nuevo camino de la escuela. La contextualizada que responde a necesidades y preguntas y deja de imponer y homogenizar, cuestiona pode en duda el saber para construir conocimiento.

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Bogotá, déficit de cupos para educación superior

www.fecode.edu.co

La administración de Enrique Peñalosa demuestra un desinterés por la educación pública en todos sus niveles, además, sus políticas podrían desfinanciar a la Universidad Distrital.

Estudiantes de las zonas rurales de Bogotá  tienen garantizado su acceso a la educación superior gracias a un convenio con la Universidad Distrital. Sin embargo, mientras esto pasa, en el Plan Distrital de Desarrollo se recortan 10 mil cupos para los estudiantes de la capital.

El eslogan de la educación se ha convertido en un caballito electoral muy eficiente que a la hora de poner en práctica raja a muchos. En Bogotá, por ejemplo el alcalde Peñalosa prometió 35 mil cupos en educación técnica y universitaria y en el anteproyecto del plan de desarrollo solamente se están anunciando 25 mil, es decir, 10 mil jóvenes verán cómo sus oportunidades de ingresar a la universidad se cierran  por falta de presupuesto.

“Bogotá gradúa anualmente aproximadamente, entre la educación pública y la educación privada, 70 mil bachilleres, es decir, en campaña ya había un déficit de 35 mil cupos y en el plan de desarrollo va a haber un déficit de 45 mil”, expone el concejal Celio Nieves.

Se crearán 25 mil cupos priorizando estratos 1 y 2  egresados de colegios distritales y en condición de vulnerabilidad. En la ciudad se invierten anualmente 2.8 billones de pesos en este rubro. Se buscan ingresos para el metro y para viviendas de interés prioritario y ¿la educación donde queda? Además de cemento hay que invertir en conocimiento.

Pero mientras por un lado se recorta, por otro se garantiza en la Universidad Distrital cupos para los estudiantes rurales de la ciudad, a quienes la calidad educativa en sus regiones los pone en desventaja para acceder a este derecho. No por ellos sino por falta de compromiso de la Secretaría de Educación y el Ministerio  en el mejoramiento continuo de los procesos en el sector rural.

“La universidad tiene que diseñar estrategias de acompañamiento y garantizar la permanencia de los estudiantes, y para ello debe utilizar recursos pedagógicos”, planteó Francisco Cajiao, analista.

Las 5 áreas rurales de la ciudad accederán a estos cupos. Sin embargo aún no se ha hablado del transporte y la manutención, porque son jóvenes que viven muy, muy distantes a la universidad. No será otra vez la Distrital la que deba asumir esta deuda del gobierno con esta población para garantizar el derecho.

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¿Pedagogía o mercado? La supervivencia de las licenciaturas en Colombia

 

Art05Abr1Muchas de las personas encargadas de diseñar las políticas educativas, dirigir y asesorar los ministerios de educación, escribir los textos escolares que usan los docentes, programar las evaluaciones censales escolares, organizan los planes de estudio de las licenciaturas e incluso dirigen y enseñan en las facultades de educación, no conocen el oficio de ser maestro, tampoco saben que la pedagogía es un campo de saber con una amplia producción teórica.

Con títulos universitarios en todas las demás disciplinas, pero con un limitado conocimiento de lo que es la enseñanza, muchas de estas personas no conocen la escuela por dentro ni su funcionamiento, por eso cometen tantos errores de cálculo y de táctica, que se costean con los impuestos que pagamos todas y todos.

Los maestros y las maestras son las únicas personas que nunca se van de la escuela, por esta razón conocen las limitaciones de las reformas producidas desde Bogotá, y profetizan los puntos de quiebre de indicadores y variables que no pueden maniobrar con tanta pobreza y marginalidad en las zonas más apartadas de los grandes centros urbanos. Este es uno de los graves problemas que tenemos en Colombia, la desigual relación entre política y pedagogía, entre tecnócratas y docentes. Para la muestra un botón: nuestras tres últimas ministras de educación han sido economistas, sobra decir que aquí en Colombia hizo carrera la idea según la cual la pedagogía no hace falta para dirigir la educación pública en el segundo país más inequitativo de América Latina.

En el año 2014 la Fundación Compartir, esa misma que entrega anualmente los premios a los mejores maestros en  Colombia, realizó un estudio titulado “Tras la excelencia docente ¿Cómo mejorar la calidad de la educación de todos los colombianos? sustentado en una serie de comparaciones y mediciones entre calidad de la educación (resultados de las pruebas Saber y Pisa) y el perfil de formación de los docentes colombianos. Alejandro Álvarez (2014) advierte sobre el reduccionismo economicista del estudio y el riesgo de las “recomendaciones” que sugiere al Ministerio de Educación Nacional. Quiero citar algunos planteamientos que considero esenciales para ponernos en antecedentes de la expedición del decreto 2450 de 2015.

Una verdad de puño, es que en la mayoría de las universidades colombianas las facultades de educación no son consideradas las de mayor importancia, o al menos no tanto como aquellas donde se forman ingenieros, abogados o médicos. Tampoco los resultados de las pruebas ECAES obtenidos en sus programas de licenciatura son determinantes en la definición de las mejores universidades. Desde finales de los años noventa el asunto de la formación pedagógica como ya lo mencioné, quedó al garete, y en algunas universidades poco importó el decaimiento del decreto 272, y la crisis resultante de concursos en los cuales los licenciados quedaban por fuera y los profesionales de otros campos accedían al empleo oficial en el magisterio.

El debilitamiento no es culpa solamente de los reformistas neoliberales, también de quienes sin contar con autoridad académica “usurparon” los lugares del saber pedagógico y redujeron el ámbito de la educación al sentido común. Incluyo aquí a profesores que confundieron por décadas didáctica y pedagogía, y pedagogía con metodología, o quienes llegaron en paracaídas a estos programas universitarios para luego declararlos “cabeza de ratón” en el ranking académico.

Fuente del articulo: http://fecode.edu.co/revistavirtual/index.php/noticias-4

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Colombia: Educación, clave para combatir la inequidad de género.

www.fecode.edu.co

Gobierno y empresarios no pueden desconocer que la mujer merece trabajar en igualdad de condiciones. A pesar de ello, son muy pocos las medidas que se han tomado en esa dirección.

Durante la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, las centrales obreras discutieron sobre la remuneración en igualdad de condiciones para hombres y mujeres trabajadoras del país.

El mercado laboral colombiano actualmente registra un menor ingreso salarial en las mujeres. Así lo hizo saber la abogada de la Escuela Nacional Sindical Viviana Osorio, durante la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, celebrado el pasado 8 de marzo.   “En Colombia, la brecha salarial entre hombres y mujeres cada año se amplía; tanto así que en el mundo en este momento la brecha que existe es del 24%, y en Colombia se evidencia que las mujeres ganan un 27.8% menos que los hombres, situación que se da en todos los niveles educativos”.

La inequidad salarial se presenta en el trabajo formal, informal y la tercerización laboral. Luz Mary González, del Departamento de la Mujer de la CTC, expresó: “Hoy día aún se ven mujeres profesionales ocupando los mismos cargos que los hombres y ganando un menor salario; situación que evidencia una discriminación salarial contra el género femenino. Esto como consecuencia de que no existan unas políticas claras que eliminen tal realidad”.

Actualmente en el Congreso de la República cursa el proyecto 165 de 2015, que busca modificar la Ley 1496 de 2011. De esta manera, se busca eliminar la inequidad salarial que se registra entre el hombre y la mujer trabajadora en Colombia.

Es claro que para reducir los altos índices de desequilibrio monetario la educación es trascendente. Ángela Herrera, estudiante de la Universidad Nacional, argumentó: “para superar la inequidad de género se hace necesario que se garantice la educación pública y de calidad en Colombia. De esta manera, contribuir a mejorar las condiciones de todos los colombianos por igual”.

Las mujeres también son propensas a desempeñar “empleos vulnerables”, trabajando por cuenta propia o en contextos informales, donde sus ingresos son frágiles y no ofrecen ninguna protección o seguridad social. En Colombia, la tasa de informalidad femenina alcanza el 52%. Xiomara García, activista por los derechos de la mujer, da su posición: “nosotras estamos saliendo a la luz y demostrando que tenemos el potencial, el talento y la capacidad para merecernos estar al mismo nivel salarial y laboral de los hombres”.

Hoy, la mujer exige dinámicas que permitan reducir la brecha salarial en Colombia, también abren el debate frente a la regulación del principio de igualdad y se enfrentan a los desafíos en las relaciones laborales y las políticas públicas.

Fuente de la imagen destacada: https://palabrademujer.wordpress.com/category/genero/page/60/

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Jornada escolar única en Colombia ¿Qué hay detrás?

Educación y Cultura/ FECODE/ ¿Será pertinente, de acuerdo con las dinámicas del contexto colombiano, profundizar en las áreas de  matemáticas, lenguaje y ciencias? Cuando los sujetos del país, a causa del  desplazamiento y la violencia, se enfrentan a una continua discriminación, al no ser reconocidas sus culturas de procedencia, cuando sus intereses, cada vez, se distancian más de los contenidos que se enseñan en la escuela. Hoy más que nunca es urgente cuestionarnos:

 

¿Qué tipo de educación necesitamos? ¿Qué propósito y valores es necesario priorizar que orienten la educación actual? ¿Qué posibilidades de cambio se proponen desde la pedagogía al instaurarse la jornada única escolar? ¿Quiénes son idóneos para hablar de la educación y aportar para que esta no se conciba como un sistema de reproducción de la inequidad y la injusticia, sino como un espacio de reflexión y acción que favorezca la construcción de alternativas viables que permitan observar las realidades desde otras perspectivas?

 

Preguntas que demandan un debate y consenso pedagógico. Como se puede evidenciar en el desarrollo de este artículo, no nos proponemos cuestionar si es pertinente o no instaurar la jornada única escolar, lo que nos convoca es que al llevarse a cabo este cambio sea en beneficio de estudiantes, familias y maestros. De acuerdo con Bonilla (2011) quien presenta la experiencia de Chile, que en el año 1997 llevó a cabo dicha reforma de manera gradual, hoy se reconocen los aspectos positivos que esta produjo como la disminución de la deserción escolar, la delincuencia juvenil y los embarazos en adolescentes. Pero consideramos que sus efectos pueden ser aún mayores encaminando los propósitos de la educación más allá de la instrucción, de la mejora de resultados en pruebas estandarizadas, de la seguridad alimentaria o la reducción del tiempo ante factores de riesgo.

 

Sin embargo, pareciera que nuestros líderes solo resaltan los puntos positivos que han tenido los países que ya han desarrollado este tipo de jornadas, pero estamos ignorando sus déficits y aspectos a mejorar, que nos podrían servir para hacer una adecuada y asertiva implementación. En este punto encontramos que en Chile: …No se ha producido una reestructuración del tiempo pedagógico tal como lo plantea la hipótesis central del Programa. El tiempo se sigue organizando de un modo rígido; el tiempo adicional es “extra” curricular y no se constata una mayor flexibilidad o integración del tiempo “normal” con las actividades del  tiempo “extra”. Se amplían materias básicas (refuerzos) y los talleres se definen como actividad adicional sin mayor relación con las materias básicas… (p. 128).

 

Adicionalmente, los impactos en el aprendizaje están lejos de las expectativas, lo que se atribuye a que la base teórica de la relación tiempo-aprendizaje fue pobre y que tampoco se tuvieron en cuenta los  factores sociales y culturales tanto de los docentes como de los estudiantes y de la propia escuela, por lo que se ha encontrado que no hay una relación directa entre aumento de horas y aprendizaje. Por lo que, si no se actúa sobre el conjunto del sistema de variables que inciden en el aprendizaje, el  efecto de los cambios en el tiempo de la jornada escolar es prácticamente nulo.

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Colombia: Un precio demasiado alto para pertenecer a la OCDE

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La Confederación Sindical Internacional analizó el panorama laboral en el mundo, encontró muchas irregularidades, pero también dio una serie de recomendaciones a Colombia con el embeleco de pertenecer al club de los 34 países más ricos del mundo, considera las recomendaciones que ha hecho la OCDE en su más reciente informe en materia de reducción del salario, igualar la edad de jubilación en hombres y mujeres, y acabar con la negociación colectiva.

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“La Ocde plantea que el salario mínimo en Colombia es muy alto y, por lo tanto, recomienda que éste se revise. Sin embargo, la CUT considera que este es un salario muy bajo, pues solo equivale a 210 dólares, cuando la canasta familiar está en un promedio de 450 dólares, lo que refleja que con este solo se cubre la mitad de la canasta familiar de los colombianos. Por ende, la Ocde está equivocada, más aún cuando el salario juega un papel fundamental en la redistribución del ingreso”.

Además, la Ocde recomienda  al  país una reforma pensional que iguale la edad de jubilación, aumente las semanas de cotización que hoy son 1.500. Desconoce que el 85% de los colombianos empleados está en la informalidad y no tiene derechos laborales. Con esta recomendación realmente se busca acabar con el derecho a la pensión por la forma inestable de contratación. Como si esto ya no desconociera las precariedad de los pensionados y sus expectativas de vida.

Incluso, se mete con las negociaciones colectivas. “La Ocde sugiere revisar el tema de los pactos colectivos, pese a que la CUT ha manifestado que estos se deben acabar en aquellas empresas donde exista un sindicato, al igual que cualquier forma de intermediación. ”, expuso Maltés.

Colombia está empeñada literalmente en pertenecer al grupo de 34 países de estrato 6 que conforman la Ocde. Será una nación estrato 1 que pagará arriendo estrato 6, a punta de sacrificios económicos endilgados a los ciudadanos.

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