México: ¡Para qué sirve la escuela?

Para qué sirve la escuela?

Francisco Lemus

Es un lugar común considerar que la escuela ha fracasado en su misión, sobre todo si es vista como un espacio hecho para la generación de capital humano, o mejor dicho: mano de obra calificada y barata. Desde ese punto de vista muchas cosas están fracasando en la economía mundial y la escuela tiene una función mucho más relevante.

Inicio la reflexión aclarando que, aunque no soy especialista en la materia, cerca de 20 años de experiencia docente, tampoco me vuelven ajeno. Así mismo desde hace seis años he tenido la oportunidad de impartir la cátedra de Cultura Política en México, dentro de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UNAM, un tema muy relacionado con lo que pretendo exponer.

Es común que se considere que la historia de bronce (en referencia a las estatuas y monumentos), es una historia que suele estar llena de imprecisiones, exageraciones y manipulaciones. Como consecuencia de ello, hoy muchos pensadores de derecha se aprovechan de dicha situación para promover una visión conservadora que pareciera ser rebelde y desafiante del statu quo.

Sí, es probable que los “niños héroes” como los hemos conocido en libros de texto no hayan existido, pero son la expresión de un hecho que sí existió: el sacrificio de jóvenes, casi niños, para defender la soberanía de una patria tan joven como ellos.

Así también encontramos vulgares simplificaciones de procesos históricos como las pugnas entre liberales y conservadores que privaron en buena parte del siglo XIX. El fenómeno se repite con las facciones revolucionarias, que se meten muy a fuerza en los mismos monumentos, billetes y celebraciones.

Desde esa perspectiva, la escuela en su carácter de catecismo secular trata de enseñar antes que nada a los niños a ser mexicanos. Y así como en la vida de los santos nos enseñaron que son personajes intachables, o que si alguna vez fueron presa del pecado, llegaron a través de la epifanía a una nueva vida de virtud la cual ya nunca abandonaron.

Así mismo, la nación no puede enseñar que su santoral está integrado por personas llenas de contradicciones, de errores y aciertos, como cualquier ser humano.

Juárez, por ejemplo, pudo no haber llegado a la presidencia por un proceso democrático-electoral, pero eso no significó que utilizara el puesto como patrimonio personal, por el contrario, entregó su vida a la patria, a veces sobreviviendo a la peor de las precariedades, como funcionario o como un civil más.

Y así se pueden señalar múltiples casos. Dimensionar el grado de sacrificio que hicieron nuestros contradictorios héroes nacionales puede ser difícil en una educación básica, que más allá de buscar exactitud en el conocimiento histórico-social, busca poner ejemplos y explicar de manera sencilla a los más jóvenes, cuál es la directriz para seguir en esta vida.

Hoy que México vive crisis económicas y hasta civilizatorias, cuando parece que todo vale en aras de lograr el éxito individual, que en los medios masivos de comunicación se celebra la narcocultura, el gandallismo, la violencia exacerbada como modelo de masculinidad, tal vez esas enseñanzas escolares, por deficientes y propagandísticas que puedan ser, son un asidero o una brújula.

Sí, definitivamente vivimos -desde hace varios años- un momento en que la educación no es garantía de éxito económico, en una era en la que ese parece ser el único éxito válido. Pero el éxito económico individual a costa de lo que sea, está convirtiéndose en la ruina de la nación.

Si bien el neoliberalismo como doctrina del individualismo salvaje, hoy está siendo ampliamente cuestionado por personas de todas las generaciones. Su marca ideológica sigue estando presente en el inconsciente de la mayoría, sino es que en todos.

La escuela debe seguir teniendo un papel determinante en la posibilidad de forjar nuevas generaciones que sean capaces de imaginar un mundo mejor y encontrar -primero de forma muy básica y después con mayor profundidad- inspiración en quienes nos han precedido para reconocer que es posible. Para eso debe servir la escuela en este momento.

Twitter: @PacoJLemus

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

 

Fuente de la Información: https://rebelion.org/para-que-sirve-la-escuela/

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Los normalistas, la educación pública y México

Por: Francisco Lemus 

Una de las muy escasas oportunidades para salir de la marginación la representan las escuelas Normales rurales, que para muchas familias campesinas son la posibilidad de que sus hijos puedan aspirar a una vida mejor. Primero despojados de oportunidades en la marginación del campo, ahora en las aulas de clase gracias a las contrarreformas neoliberales.

La historia de las Normales rurales en México ha estado marcada por la lucha social, desde su nacimiento, con el proyecto de educación socialista, hasta el auge de las acciones guerrilleras en la década de los 70.

Esto las convierte en una amenaza viviente para el Estado que preferiría que los Normalistas se integraran a la apatía que caracteriza en este momento a la mayor parte de los estudiantes.

Pero aún en los momentos en que los estudiantes han buscado hacerse escuchar hay algo que distingue a los normalistas. El ejemplo más notable es el del movimiento #YoSoy132, al que bastó una acción represiva por parte del gobierno federal el 1º de diciembre de 2012 para desmovilizarlo y sumarlo a las luchas del pasado.

Una historia de lucha no se puede subestimar tan fácilmente, y a pesar de sus errores tácticos y estratégicos, hay que reconocer que los normalistas han tenido el temple de salir una y otra vez después de las acciones represivas del Estado, ya sea mediante el gobierno federal, estatal y a veces hasta municipal.

El gobierno federal sabe que tiene en ellos y en los profesores sindicalizados a sus adversarios más fuertes en su plan de llevar a cabo una contrarreforma que le ponga fin de una vez por todas a la idea de educación pública que México ha tenido hasta ahora, para entonces poder seguir con otros contrincantes menores en número y en organización: los estudiantes y profesores universitarios.

La educación pública y gratuita tenía un fin en la era del modelo de sustitución de importaciones, generar mano de obra capacitada para inversionistas nacionales o extranjeros, ahora que es más negocio vender servicios, se ha decretado que la educación, aún esa que genera obreros, debe ser un bien de mercado, y quien “se esfuerce” debe ser quien acceda a ella.

El normalista asume, hoy más que nunca, que para poder sobrevivir tendrá que enfrentarse al Estado para el que es un estorbo. No sólo reconoce que es el heredero de una lucha de casi 100 años, también reconoce que para el Estado sus padres y abuelos fueron instrumentos y ahora son estorbos, que si no luchan van a desaparecer no sólo figurativamente, también físicamente.

El problema es que el resto de la sociedad se niega a aceptar que si los normalistas desaparecen, y con ellos el modelo de educación pública, las repercusiones en el aumento del costo de la vida y los retrocesos en la vida democrática del país no se harán esperar, afectando a los sectores más precarios que, vale aclarar, son ya más del 60 por ciento de los mexicanos.

La retirada del Estado mexicano de sus obligaciones sociales sólo puede dar pie a pensar que prefiere tener un país cada vez más desfragmentado, con altos índices de pobreza y delincuencia, que empezar a reconstruir condiciones para un verdadero desarrollo nacional.

Fuente:  http://www.cambiodemichoacan.com.mx/columna-nc25390

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Los normalistas, la educación pública y México

Por: Francisco Lemus

Una de las muy escasas oportunidades para salir de la marginación la representan las escuelas Normales rurales, que para muchas familias campesinas son la posibilidad de que sus hijos puedan aspirar a una vida mejor. Primero despojados de oportunidades en la marginación del campo, ahora en las aulas de clase gracias a las contrarreformas neoliberales. La historia de las Normales rurales en México ha estado marcada por la lucha social, desde su nacimiento, con el proyecto de educación socialista, hasta el auge de las acciones guerrilleras en la década de los 70. Esto las convierte en una amenaza viviente para el Estado que preferiría que los Normalistas se integraran a la apatía que caracteriza en este momento a la mayor parte de los estudiantes.

Pero aún en los momentos en que los estudiantes han buscado hacerse escuchar hay algo que distingue a los normalistas. El ejemplo más notable es el del movimiento #YoSoy132, al que bastó una acción represiva por parte del gobierno federal el 1º de diciembre de 2012 para desmovilizarlo y sumarlo a las luchas del pasado.

Una historia de lucha no se puede subestimar tan fácilmente, y a pesar de sus errores tácticos y estratégicos, hay que reconocer que los normalistas han tenido el temple de salir una y otra vez después de las acciones represivas del Estado, ya sea mediante el gobierno federal, estatal y a veces hasta municipal.

El gobierno federal sabe que tiene en ellos y en los profesores sindicalizados a sus adversarios más fuertes en su plan de llevar a cabo una contrarreforma que le ponga fin de una vez por todas a la idea de educación pública que México ha tenido hasta ahora, para entonces poder seguir con otros contrincantes menores en número y en organización: los estudiantes y profesores universitarios.

La educación pública y gratuita tenía un fin en la era del modelo de sustitución de importaciones, generar mano de obra capacitada para inversionistas nacionales o extranjeros, ahora que es más negocio vender servicios, se ha decretado que la educación, aún esa que genera obreros, debe ser un bien de mercado, y quien “se esfuerce” debe ser quien acceda a ella.

El normalista asume, hoy más que nunca, que para poder sobrevivir tendrá que enfrentarse al Estado para el que es un estorbo. No sólo reconoce que es el heredero de una lucha de casi 100 años, también reconoce que para el Estado sus padres y abuelos fueron instrumentos y ahora son estorbos, que si no luchan van a desaparecer no sólo figurativamente, también físicamente.

El problema es que el resto de la sociedad se niega a aceptar que si los normalistas desaparecen, y con ellos el modelo de educación pública, las repercusiones en el aumento del costo de la vida y los retrocesos en la vida democrática del país no se harán esperar, afectando a los sectores más precarios que, vale aclarar, son ya más del 60 por ciento de los mexicanos.
La retirada del Estado mexicano de sus obligaciones sociales sólo puede dar pie a pensar que prefiere tener un país cada vez más desfragmentado, con altos índices de pobreza y delincuencia, que empezar a reconstruir condiciones para un verdadero desarrollo nacional.

Fuente noticia: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=228543

Fuente imagen: http://amqueretaro.com/wp-content/uploads/2013/07/educación.jp

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Los museos en la noche larga del patriarcado

Por: Francisco Lemus

Hace poco, en esta misma revista, leí un artículo sobre la retrospectiva de Ernesto de la Cárcova curada por Laura Malosetti Costa en el Museo Nacionalde Bellas Artes. Allí se criticaba la selección de obras contemporáneas querevisitan al artista y el dudoso gusto de un recurso, bastante extendido en losmuseos, como la gigantografía. Si bien no es de mi interés hacer una valoraciónde la exposición, y si la hiciera tampoco iría por ese camino, la omnipresencia del pintor varón en la programación del museo me llevó a preguntarme:¿cuándo tendrán lugar las mujeres? Sé que mi inquietud no es nada original, pero sí insistente, al igual que el impulso historiográfico que han tenido lacrítica e historia del arte feministas a lo largo del tiempo.
 
Según los listados del MNBA, en la distribución de muestras temporariastuvieron lugar dos exhibiciones de mujeres en los últimos diez años: MaríaHelguera (2007) y Adriana Lestido (2013). Obviamente, vale incluir unaexposición que problematizó las relaciones de género y el erotismo del sigloXIX como La seducción fatal (2014-2015), también curada por Malosetti. Eneste período, se pudo ver una excesiva cantidad de exposiciones monográficas de artistas hombres, locales y de otras regiones, entre ellas dos veces Botero ¡sí, dos! y las típicas que conservan ese tic moderno de llamar a los hombres “maestros”. A continuación, algunos ejemplos argentinos: Aurelio Macchi(2005); Ricardo Garabito (2007); Retratos y lugares. Obras de RómuloMacció (2007); Curatella Manes y Sibellino (2008); Ernesto Deira (2008);Jacques Bedel. Aproximaciones (2008-2009), Tomás Maldonado (2009); LuisFelipe Noé (2009-2010), Berni: narrativas argentinas (2010), Collivadino(2013), Enrique de Larrañaga (2013-2014); Pérez Celis (2015); Eugenio Cuttica(2015) y Roberto Plate. Buenos Aires-París-Buenos Aires (2016). Una presencia masculina que se vio alternada con muestras tesis de distintos temascomo Los primeros modernos (2007); Mirar, saber, dominar, imágenes deviajeros (2007); Real/Virtual. Arte cinético argentino en los años sesenta (2012);Memoria de la escultura. 1895-1914 (2013) y La hora americana (2014), esta última inscripta dentro de cierto revisionismo nacionalista. A esta altura ¿puedeser exhibida La chola (1924) de Alfredo Guido sin un llamado a la reflexiónque traspase los límites históricos de un programa cultural como el americanismo? Un cuerpo sexualizado bajo los códigos de la biopolíticamoderna, capturado por el ojo del pintor voyeurista, retratado desnudo y repletode atributos comestibles, casi para comérselo. Si bien esta imagen es una de las miles que circulan tanto por los museos como por los libros, mi énfasis en los primeros es porque encuentro en ellos un fuerte carácter pedagógico a escala masiva, la chance ideal para combatir el machismo. La pregunta temprana que abrieron las Guerrilla Girls, “Do women have to be naked to get into the Met Museum?”, sigue teniendo una potencia arrolladora. Nada de mujeres en el museo, salvo como modelos o integrantes minoritarias en exposiciones colectivas situación que mejoró en un ciclo interrumpido como los Bellos Jueves y ni que hablar de la falta de curadurías que intenten poner en relievelas hipótesis del feminismo para desmantelar un sistema de significación que produce hegemonía en el medio artístico resistiendo, por motivos que desconozco, indicadores históricos, políticos, económicos, geográficos, etcétera.
 
Las imágenes, dentro y fuera de una organización específica propia de lahistoria del arte, son símbolos del poder, maximizan la vida. Su opacidad dependiendo del dispositivo en el que estén inmersas es un contrapunto que puede devenir aplanador o, todo lo contrario, emancipador. Es decir, asumen elcarácter ilustrativo de los saberes de una comunidad de sentido y al mismo tiempo los contradicen, nos revelan las claves para ponerlos en discusión y demostrarnos que toda representación es de antemano una traición. Claro quesiempre se necesitan palabras para acompañar este proceso. Sin adentrarnos completamente en la vida de las instituciones, podemos sostener que un relatocuratorial, una pintura, incluso los planteos de un movimiento artístico, también funcionan como tecnologías del género. Como bien nos enseñó Teresa deLauretis estas tecnologías son prácticas que trabajan sobre la cultura dominante para nombrar, definir y representar el género, asignan significado (identidad,valor, prestigio, jerarquía social, etcétera.) y al mismo tiempo que lo hacen,también lo crean. La programación de un museo tiene la capacidad de actuarcomo interferencia en este desarrollo o, como podemos ver, lo puede naturalizary volver a fijar. Algo similar sucede en las exposiciones de Pablo Picasso y Antonio Berni en el Museo de Arte Moderno, donde Cristina Pérez Cochrane  véase en esta revista su artículo “Muestras de verano de cerdos machistas”  publicado el 14 de diciembre de 2016  localiza un gesto retrógrado que evadela reescritura crítica de la historia y contribuye a la objetualización sexual de lamujer, gesto que se vuelve más conservador si pensamos en un Berni auratizado hasta en su papel higiénico. Una vez colgada la nota de Pérez Cochrane,Facebook se llenó de comentarios reaccionarios y de miradas que tienden arelativizar el peso de las formas históricas que tomó la sociedad patriarcal, en lacual, como dijo la historiadora del arte Joan Kelly a finales de los años setenta,el sistema sexo-género y las relaciones productivas trabajan en simultáneo.
 En un contexto como el nuestro, violento y empoderador, las agendas de los museos, en especial la del MNBA, no han hecho demasiado el Malba pareciera llevar la posta en sus curadurías, programas públicos y adquisiciones.Resulta llamativo pensar por qué no se articularon líneas de trabajo conjuntoque pongan en relieve las distintas investigaciones en arte de los últimos años.Ahí encontramos tesis, papers, ensayos y proyectos de trabajo colectivo, portodo el país, que proponen un conjunto de miradas alternativas a los relatos quesiempre protagonizan los hombres blancos, heterosexuales y metropolitanos.(Las actuales muestras de Norberto Gómez y Gyula Kosice, más la mencionadaretrospectiva sobre de la Cárcova y las próximas de Xul Solar, Luis Felipe Noéy Joan Miró me llevan a pensar que nada ha cambiado con la actual gestión delMNBA, que no mantiene tampoco una coherencia historiográfica como laanterior.) Desde ya, no se trata de reconstruir un panteón de artistas mujeres bajo las mismas coordenadas consagratorias que involucraron a los artistas delsiglo XIX y las primeras décadas del XX, tampoco de recrear biografías románticas que exalten nuestros sentimentalismos, sino de agrietar los relatos totalizantes, señalar y activar sus marcas sexo-genéricas y recuperar aquellastrayectorias invisibilizadas que por supuesto también incluyen a muchos hombres. Para esto, es necesario desmarcar las escrituras del arte de categoríasque fetichizan los nombres propios y los artefactos culturales únicos, regular lamanía por la representatividad nacional que vuelve escarapela hasta lo marginaly también desandar los modos de construcción del saber enciclopédico que, si bien genera efectos sorprendentes cuando es divulgado, poco hace por el pensamiento crítico. Otra línea de salida, entre las varias que podemos seguir mencionando, es comenzar a torcer el historicismo desde proyectos artísticos y políticos que nada han tenido que ver con el imperativo modernista de la innovación trazado por los hombres en un tiempo teleológico y por sobre todo repensar algunas prácticas artísticas por fuera de las narrativas canónicas deléxito.
Fuente: https://www.academia.edu/31357837/Los_museos_en_la_noche_larga_del_patriarcado
Imagen: https://es.wikipedia.org/wiki/Escultura_del_Museo_del_Prado
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México: La crisis de la educación superior

Por: Francisco Lemus

La mitad de los desempleados en México (46.5 por ciento) son personas con escolaridad de nivel medio superior y superior; la tendencia es clara, mientras mayor escolaridad se posea, menos oportunidades de empleo se tienen. Además de problemas financieros, la educación superior en México enfrenta una crisis como paradigma de movilidad social. Si en el régimen posrevolucionario las centrales campesinas y obreras eran garante de integración para una parte importante de los trabajadores mexicanos, la educación era la principal promesa para que las clases medias pudieran aspirar a mejores condiciones de vida, sobre todo para sus descendientes.

La ciencia y la cultura se han modificado considerablemente en México gracias al aporte de las universidades, además, efectivamente la educación superior tuvo un impacto real en las condiciones de vida de la clase media mexicana. Pero con la modificación del modelo de desarrollo nacional también se ha modificado la participación de las universidades. En tanto que México ha renunciado a generar sus propias condiciones de desarrollo y depender del mercado exterior, las universidades también han dejado de ser una prioridad, igual que los estudiantes universitarios. En diversas ocasiones se ha afirmado que México lo que necesita son trabajadores técnicos con menores niveles de capacitación. Esto porque a nivel internacional sólo se pretende competir con países maquiladores, por lo que debe ofrecer mano de obra muy barata y con una capacitación muy elemental. Además, la tercerización de la economía hace que los servicios se presenten como la mejor opción de trabajo para la mayoría de las personas, generando que el desinterés en la educación superior sea también compartido por las nuevas generaciones, que ya son testigos de las pocas oportunidades que estudiar una carrera universitaria otorga. Y no es que todos los mexicanos deban ser universitarios, pero vale la pena preguntarse cuáles serán los impactos sociales y económicos de empezar a cerrar esa opción a más personas. No es que en México abunden los egresados de universidades, en realidad este sector de la población sigue siendo una minoría, y a pesar de ello las opciones laborales también son pocas. La crisis de la UMSNH En el caso concreto de la crisis que enfrenta la Universidad Michoacana, es preocupante que se le trate como si fuese estrictamente un problema financiero, dando la espalda a los beneficios que esta Universidad ha representado no sólo para Michoacán, sino para estados vecinos y no tan vecinos, gracias a que ésta siempre ha tenido sus puertas abiertas. Hoy en Michoacán es imposible encontrar una comunidad donde no haya egresados universitarios, con los beneficios que ello represente. Hay comunidades en otros estados donde sólo hay un egresado de la universidad y es gracias a la Universidad Michoacana, desafortunadamente esos beneficios poco valen para quienes administran el dinero. Además de los beneficios sociales, también ha habido ventajas económicas importantes, y ciudades como Querétaro o Toluca, con mayor industrialización, se han beneficiado de los cuadros formados por esta Universidad ante la falta de opciones productivas en Michoacán.

Fuente: http://www.cambiodemichoacan.com.mx/columna-nc20522

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