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El gobierno del sistema educativo

Por: Gilberto Guevara Niebla

El sistema de educación pública de México se desarrolló a partir del Estado y hasta el presente se conserva como una entidad bajo control eminentemente burocrático. El gobierno de la educación no está en manos de funcionarios electos (como ocurre en Estado Unidos con los Boards of Education) sino en las de funcionarios designados.

La fuerte presencia del estado en el gobierno educativo ha desdibujado la participación de la sociedad. Es importante destacar que la sociedad no tiene papel significativo en el gobierno educativo pues, aunque existen los consejos de participación social, concebidos en 1992 como contrapeso al estatismo, lamentablemente esos consejos han tenido una existencia meramente virtual debido, en gran parte, al hecho de que nunca se les dotó de ningún poder de decisión sobre las escuelas o sobre los procesos educativos. El SNTE se opuso categóricamente a esto y dado que las comisiones de educación tanto del Senado como de la Cámara de Diputados siempre fueron controladas por miembros del sindicato, a la hora de incorporar a la LGE la creación de los consejos, en 1973, se decidió dejarlos como cajas vacías.

Como consecuencia, tanto los padres de familia como la comunidad, metafóricamente hablando, no han logrado entrar a la escuela. Pero tampoco otras entidades de la sociedad intervienen en el gobierno educativo. Me refiero no sólo a asociaciones de empresarios o a colegios profesionales, sino a asociaciones con interés directo en la educación como las asociaciones de padres de familia o colegios profesionales de docentes. Es lamentable que en México no existan, por ejemplo, asociaciones de directores de escuela o de supervisores, academias nacionales o estatales de docentes y que los colegios de profesiones cuya cercanía con la práctica educativa es indiscutible, como son la psicología y la pedagogía, no tengan ninguna participación directa en las decisiones educativas. Por otro lado, numerosas organizaciones de la sociedad civil despliegan desde hace años un intenso activismo por todo el país, pero no han logrado romper la camisa de fuerza burocrática en la que está encerrada la educación mexicana.

La participación de la sociedad en las decisiones educativas se ha inhibido, pero no como producto de la espontaneidad sino como resultado de la oposición activa y sistemática para que esto ocurra tanto de las burocracias educativas, como del SNTE –organización que siempre ha mostrado gran sensibilidad cuando se trata de cualquier cambio que amenace su poder y su hegemonía sobre las escuelas.

El gobierno burocrático es un universo complejo en el que hay que distinguir, al menos, dos estratos: la alta burocracia y la burocracia media. La alta burocracia la integran los secretarios de educación (tanto el federal como los estatales) y sus respectivos equipos dirigentes y es siempre un estrato transitorio. Casi por regla, cambian cada seis años ¿Quiénes la integran? En general, personas calificadas. Lo secretarios de educación y los miembros de sus equipos cuentan, al menos, con formación universitaria y algunos han realizado estudios de posgrado, aunque sólo excepcionalmente los miembros de esta capa de funcionarios han realizado estudios en educación. En realidad, las motivaciones e intereses de los funcionarios de este grupo son diversas, aunque a simple vista se puede percibir que no siempre se dedican, con compromiso y ahínco al tema educativo y frecuentemente prima en ellos, sobre el interés educativo, el interés político.

La burocracia media o meso-burocracia la forman los burócratas educativos que permanecen en sus puestos y no están sujetos al calendario sexenal. Es un universo muy complejo y diverso cuyo conocimiento exigiría una investigación escrupulosa. Sin embargo, sí se puede decir que no se trata de una burocracia que  pueda ajustarse al modelo de administración racional, eficiente, jerárquica y reglamentada que concibió Max Weber, en realidad en este estrato de empleados públicos (como en el resto de la burocracia nacional) no se cuenta con un servicio profesional de carrera (como el que se creó para los docentes) y su desempeño no siempre se ordena dentro de planes de gestión racionales y claros. Esa burocracia es la fuerza de inercia con la que se enfrentan, día con día, las escuelas y los docentes.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-gobierno-del-sistema-educativo-2/

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Rasgos de la crisis educativa

México / 22 de octubre de 2017 / Autor: Gilberto Guevara Niebla / Fuente: Campus Milenio

Los tres rasgos que identifican la crisis de la educación mexicana son: 1) los bajos apren-dizajes, 2) la inequidad en la prestación de servicios educativos y en la operación del sistema educativo y 3) la invasión recurrente de la esfera educativa por intereses políticos y político-sindicales.
Desde hace casi dos décadas se viene documentando la caída en los aprendizajes. La reciente información sobre los resultados de Planea en educación media superior confirma esta tendencia negativa. En Lengua un 33.9  por ciento de los estudiantes obtuvo calificaciones insuficientes y un 62.2  por ciento quedó en la misma categoría en la prueba de matemáticas. Estas calificaciones muestran gran coherencia con las obtenidas en años anteriores por alumnos de sexto de primaria y de tercero de secundaria.

Es bien conocido el hecho de que los servicios educativos no son homogéneos y que los se ofrecen a poblaciones en desventaja (indígenas, zonas rurales pobres, población migrante) son de más baja calidad que los que se ofrecen en zonas urbanas medias. El caso más dramático lo representan las escuelas que operan en comunidades indígenas, que son atendidas en un 50 por ciento por docentes que no hablan la lengua propia de la comunidad en que enseñan y en donde existen escuelas con carencias de todo tipo (es ofensivo que a esas escuelas con frecuencia incomprensible llegan materiales educativos que están impresos en lengua indígena, pero no en la correspondiente al lugar).
En el nivel de primaria, casi un 40 por ciento de las escuelas son multigrado, es decir, son escuelas que no llegan a tener un docente por cada grado y, como consecuencia, un profesor se ve obligado a atender dos o más grados. Estas escuelas, desde luego, se localizan en su mayoría en las áreas rurales pobres y en los estados que sufren más abandono, como Oaxaca y Chiapas (en este último estado el porcentaje de multigrado es mayor de 60 por ciento).
Otro ejemplo de servicios para atención a poblaciones desfavorecidas cuya calidad ha sido cuestionada son las escuelas comunitarias de CONAFE que en un 95 por ciento se encuentran en comunidades rurales de menos de 500 habitantes. El problema de la inequidad, sin embargo, no se localiza solo en la oferta educativa, sino que se descubre en los mismos mecanismos de operación del sistema educativo: en las brechas de acceso a la educación, en las relaciones de discriminación y segregación dentro del aula, en la diversa calidad de las escuelas, etc.
En conclusión: el sistema educativo, con su misma forma de operar, contribuye a reproducir las inequidades sociales. El tercer gran problema es la intromisión de la política en el campo educativo. Cuando hablo de política quiero decir política dura, es decir, política partidaria porque, lamentablemente, en México, el sistema escolar ha sido visto por los políticos como un aparato capaz de movilizar votantes y de ganar votos en elecciones.
Un gobernador que quiere promover a su amigo Juanito para la gubernatura, lo que hace es nombrarlo secretario de educación y cuando Juanito llega a la secretaría lo primero que hace es negociar con el sindicato y prometerle la viña y la vendimia y todo lo que los líderes le piden. Después, el secretario se dedica a promoverse en las escuelas por todo el estado y, desde luego, jamás se preocupa por desarrollar un proyecto propios dirigido a mejorar la educación.
El sindicato, por su parte, está constantemente yendo más allá de lo laboral. Los delegados sindicales en las escuelas frecuentemente confrontan y disminuyen la autoridad de los directores y el problema se complica porque, por razones oscuras, los directores son miembros “de base” del sindicato y no, trabajadores de confianza, como se debería. En fin, estas son las fallas en el hardware del sistema educativo que, si no se resuelven, jamás se podrá avanzar.

Fuente del Artículo:

http://campusmilenio.mx/index.php?option=com_k2&view=item&id=8827:rasgos-de-la-crisis-educativa&Itemid=140

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Apostar en serio por la educación

04 de octubre de 2017 / Fuente: Obligaciones-de-las-escuelas-particulares

Por: Gilberto Guevara Niebla

El indicador principal de la crisis que sufre la educación es que los alumnos no aprenden en la escuela lo que deberían aprender. Analicemos matemáticas. En la prueba Planea 2015, 60.5  por ciento de los alumnos de sexto de primaria y 65.4  por ciento de los alumnos de tercero de secundaria obtuvieron calificaciones insuficientes en matemáticas. Los resultados de la prueba Planea para educación media superior, que acaban de darse a conocer por el INEE, fueron igualmente desastrosos: el 66. 2 por ciento obtuvo calificaciones insuficientes en esa misma materia.

Estos datos son —o deberían ser— demoledores para nuestra ética compartida. Decir esto no es hacer catastrofismo, no se hace patria engañando o auto-engañándonos, en cambio, se cumple con el propio deber cívico cuando se dicen con franqueza y objetividad los problemas que enfrenta México.

¿Qué se puede colegir del hecho de que los alumnos no aprendan lo que deben? Muchas cosas. Es verdad que las explicaciones técnicas nos dicen que los resultados de aprendizaje son consecuencia de innumerables factores, pero el simple estudio de la expansión del sistema educativo —que fue enorme entre 1960 y 2017— correlacionado con los datos de aprendizaje nos dicen que a lo largo de este tiempo se proporcionó escuela a los niños, pero no se atendió la calidad de la educación que la escuela impartía.
Escolarizamos al país de manera acelerada, pero en el proceso sacrificamos factores determinantes de la calidad educativa como son: la formación inicial y continua de los docentes; la modernización y el fortalecimiento de las escuelas, la claridad de los objetivos educativos, la simplificación de los planes de estudio, los sistemas de evaluación, etc.

Los bajos resultados de aprendizaje expresan el efecto acumulado de años de gestión opaca y errática del sistema educativo. En 1960 se lanzó una cruzada para construir escuelas (Plan de Once Años) pero este fue el último esfuerzo político mayúsculo en la materia: en las décadas que siguieron se pusieron en práctica políticas curriculares audaces (como el plan de estudios por áreas, de 1973) o cambios en la gestión (como la descentralización de 1992), innovaciones que, sin embargo, no modificaron en nada la estructura básica de poder del sistema y las relaciones viciadas entre autoridades educativas y sindicato.

Esa inercia reproductiva se rompió con el lanzamiento del Servicio Profesional Docente en 2013, una política que cambió la regulación de las plazas docentes y con ello rompió un mecanismo básico de control y poder del viejo gremialismo sindical (SNTE). Por lo mismo, esa reforma encontró —y sigue encontrando— una enorme resistencia entre los grupos sindicales.

Hoy se tiene mayor claridad sobre los problemas del sistema educativo, pero se necesita que sociedad y estado, siguiendo el ejemplo de Corea, Singapur y Finlandia, tomen la decisión de apostar en serio por la educación. Apostar en serio por la educación significaría movilizar de manera permanente al país entero (a la sociedad) en torno a la educación; acabar con la recurrente invasión de la política —y de los intereses sindicales—sobre las decisiones educativas; crear una política fiscal dirigida explícitamente a aumentar de forma exponencial la inversión educativa; dignificar la profesión docente con salarios altos y ofrecerle medios técnicos para su desarrollo; consolidar en las escuelas una ética de trabajo y de excelencia en la enseñanza; hacer de las escuelas normales verdaderos centros universitarios; impulsar una organización magisterial que apoye la superación académica de los maestros; asegurar una participación activa y constante de los padres de familia en la tarea educativa; desarrollar un estrategia vigorosa de investigación educativa; afirmar en la escuela la cultura de la evaluación; lanzar una política de amplio alcance para fomentar en el país una cultura pedagógica; rediseñar a fondo la arquitectura institucional del sistema educativo para dotarla de unidad y flexibilidad; etc. He aquí, en parte, lo que significa apostar en serio por la educación.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/apostar-en-serio-por-la-educacion/

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Reforma educativa: un balance

13 de septiembre de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org/

Por: Gilberto Guevara Niebla

La idea motriz es la convicción de que la educación no debe estar en bancarrota, que hay que pugnar por levantarla de su postración.

¿Qué posibilidades tiene México para remontar su crisis educativa? ¿Qué alcances han tenido los cambios que se aplicaron en educación obligatoria durante este sexenio? ¿Qué dificultades enfrentaron los cambios? ¿Qué se ha logrado? ¿Qué fallas se observan en el sistema educativo? ¿Qué escenarios serían deseables para el próximo sexenio?

En busca de respuestas a interrogantes como estas, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) ha convocado a la realización del seminario La Reforma Educativa: avances y desafíos. El evento comprenderá siete conferencias que tendrán lugar los días miércoles de cada semana, comenzando el día 13 de septiembre y concluyendo el 25 de octubre. El seminario estará abierto a los medios y, además, será video-grabado y trasmitido directamente al público (se podrá seguir en www.inee.edu.mx).

Los temas a tratar son: 1) La evaluación docente; 2) Desafíos de la formación de docentes; 3) La escuela al centro y el SATE; 4) La atención educativa a poblaciones desfavorecidas; 5) El nuevo modelo educativo; 6) El INEE dentro de la reforma educativa y 7) Dilemas en la gobernanza del sistema educativo.

¿Quiénes serán los conferenciantes? Se ha pedido que sean los funcionarios de la SEP responsables de cada área temática quienes ocien como ponentes y que sus expresiones sean comentadas por dos académicos destacados (uno del INEE y otro independiente). Ponentes y comentaristas debatirán entre ellos y enseguida se ofrecerá la palabra al público —integrado por profesores, directores de escuela, normalistas, académicos universitarios y otros expertos. ¿Qué se busca? El propósito es múltiple.

Se quiere promover una reflexión colectiva sobre los cambios que ha habido en educación básica y media superior en los últimos cuatro años y medio, hacer una reflexión crítica de la reforma educativa, conocer las realizaciones, los errores, los problemas y los desafíos dentro de cada campo para perfilar hacia el futuro un conjunto de ideas que pueden, sobre un base racional y objetiva, orientar el debate educativo de los próximos meses y años. En el horizonte cercano está la campaña electoral y el cambio de autoridades educativas de 2018.

Lo que se pretende es ofrecer un material que sea insumo para la discusión pública y para la reflexión de los propios candidatos y de sus equipos técnicos y que también sirva como punto de apoyo para su plataforma y sus programas. Esta es la aspiración. En síntesis: se busca enriquecer con información y conocimientos rigurosos la deliberación pública y conjurar el peligro, siempre latente, de que, tras el cambio gubernamental, se incurra en el conocido error de Sísifo:comenzar todo desde cero y no dar continuidad lógica a las realizaciones precedentes.

Todos conocemos los términos de la crisis educativa: las pruebas demuestran que en la escuela los aprendizajes que adquieren los alumnos son muy bajos; entendemos también el significado profundo que esto tiene para México, para la economía, para la política y para la realización de la justicia social. Nuestro país no podrá salir del estancamiento en que se encuentra si no mejora su educación. Esta consideración mueve al INEE cuando convoca a este seminario.

La idea motriz es la convicción de que la educación no debe estar en bancarrota, que hay que pugnar por levantarla de su postración y que para ello hay que reunir los esfuerzos de profesores, padres de familia, ciudadanos y académicos comprometidos con el futuro de México.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/reforma-educativa-un-balance/

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Las normales rurales

Por: Gilberto Guevara Niebla

A lo largo de la historia, las escuelas norma-les rurales (ENR) han generado en su entorno una mitología según la cual ellas tienen una orientación ideológica socialista, popular, crítica, de lucha por la emancipación del pueblo. Pero me pregunto: ¿Tienen las ENR una orientación ideológica distinta a la que postula la Constitución?

El carácter distintivo de las ENR puede surgir de otra idea, dado que nacieron al calor de la educación socialista y dado que la Federación de Estudiantes Campesinos y Socialistas (1935) fue creada durante el sexenio de Cárdenas, es posible que esas escuelas se identifiquen primeramente con la ideología educativa del contexto de su nacimiento.

Lo real es que las ENR ofrecen estudios para hijos de campesinos pobres y constituyen una palanca real de movilidad social para las comunidades donde se encuentran. Según escuché decir a un maestro, las ENR ofrecen cinco tipos de estudios: 1) Académico; 2) Productivo, 3) Cultural, 4) Deportivo y 5) Político.

En abstracto, estas categorías son inobjetables. Pero me vuelvo a preguntar: ¿Las ENR no se sujetan al currículum oficial? Maestros y alumnos confiesan, que en esas escuelas se estudia marxismo, además de los “problemas de la realidad nacional”.  El estudio de estos dos campos se justifica, dicen ellos, porqué las ENR tienen una misión que consiste en “abrir la mente de las personas”.

Este postulado supone que la mente de las personas está cerrada, lo cual, en muchos aspectos, es cierto. ¿Pero qué revelación pueden alumnos y maestros de las ENR aportar a la inteligencia de las personas? Esta teoría del despertar de la conciencia, creo, responde a la sugerencia que hace un marxismo-leninismo rudimentario en el sentido de que el pueblo, en el capitalismo, vive alienado e inconsciente de la explotación que sufre y que sólo romperá con su alienación cuando la vanguardia revolucionaria lo incite a hacerlo.

En tal caso surge otra interrogante crucial: ¿Es que las ENR se proponen hacer una revolución? En esa dirección apuntan algunas acusaciones torpes hechas por políticos locales prepotentes que las han acusado de ser “semilleros de guerrilleros”. Los estudiantes de la FECySM niegan categóricamente esta acusación, sin embargo, la propia federación estudiantil dice actuar en la “semiclandestinidad” y en los edificios de algunas ENR (por ejemplo, Ayotzinapa) se encuentra murales glorificando a guerrilleros que fueron maestros como Lucio Cabañas y Genaro Vásquez y al ícono de la violencia guerrillera, Ernesto “Ché” Guevara. Esto, por lo menos, crea confusión.

Los líderes de la FECySM sostienen que su lucha es para defenderse del afán del gobierno (o los gobiernos) para suprimir las ENR. ¿Es esto cierto? ¿Existe algún plan oficial para consumar eso? No hay ninguna evidencia —en los últimos años, por lo menos que así lo demuestre. Es verdad que hace 50 años, el presidente Díaz Ordaz ordenó la supresión de 16 de estas escuelas, y también es cierto que muchos años después (2003), la escuela Luis Villarreal de El Mexe (Hgo) fue clausurada y substituida por una universidad politécnica, pero decir que existe una política dirigida a desaparecer las ENR es, sinceramente, un falso.

Cuando se les interroga, ni estudiantes ni maestros de las ENR admiten que se propongan destruir al poder público, lo que es cierto, en cambio, es que la FECySM tiene enfrentamientos frecuentes contra las autoridades locales y federales, enfrentamientos que se suscitan por motivos diversos, algunos muy justificados (sobre todo cuando sufren atropellos de la autoridad local). Lo que es difícil de entender es que casi sin excepción estos enfrentamientos desembocan en hechos de violencia y que se producen, en muchos casos, por iniciativa de los mismos estudiantes. Los líderes de las ENR piensan que su lucha es correcta y sienten —sinceramente— que cargan sobre sus espaldas la responsabilidad inmensa de lograr la justicia social en el país.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/las-normales-rurales/

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Faltan expertos en educación

23 de agosto de 2017 / Fuente: http://www.educacionfutura.org

Por: Gilberto Guevara Niebla

Un hueco alarmante en la gestión del sistema educativo (autén-tico problema nacional) es la carencia de cuadros técnicos calificados para desempeñar las funciones que entraña la dirección de la educación básica a escala nacional y estatal. Esta es una llamada de atención para las escuelas normales, desde luego, pero también para las demás instituciones de educación superior.

Las normales necesitan convertirse en verdaderas entidades universitarias, lo cual significa crecer y renovarse conceptual y operativamente, pero también las universidades necesitan reaccionar. Hay un abismo entre las universidades y el mundo del trabajo educativo. Muchas universidades tienen carreras de pedagogía, educación y psicología, pero los planes de estudio de esas carreras lamentablemente fueron concebidos como “carreras generales” y carecen de orientaciones específicas hacia campos de aplicación definidos. En la UNAM, por ejemplo, la carrera de pedagogía ofrece una formación académica completa, pero sin un perfil de aplicación que prepare a los alumnos hacia desempeños profesionales determinados y que dirija a los estudiantes hacia esferas de trabajo concretas.

La deficiencia de expertos en planeación y dirección de la educación básica se relaciona con la oferta y con la demanda. Por la oferta, hay que decir que en México cristalizó una modelo de universidad conceptualmente desarticulado de la producción y asociado a antiguas inercias clasistas y elitistas —esto se refleja en la renuencia de las universidades a inclinarse sobre los problemas de la educación básica. Por la demanda, hay fallas que se relacionan con la estructura de la gestión educativa, su fragmentación (en entidades federales y estatales), su diversidad administrativa (ausencia de un sistema único de gestión) y su alta inestabilidad política (sexenal), todo esto ha impedido que la demanda de cuadros expertos se convierta en un mercado de trabajo estable, diáfano y con reglas explícitas, de modo que la desarticulación oferta-demanda es perfecta.

Los campos donde no tenemos suficientes cuadros intelectuales expertos son muchos: planeación educativa, diseño y desarrollo curricular, gestión del sistema escolar, sistemas de información educativa, diseño y evaluación de políticas, elaboración de programas educativos, evaluación docente, organización escolar, modelos eficaces de enseñanza-aprendizaje, evaluación de aprendizajes, evaluación de escuelas, diseño y producción de materiales educativos, elaboración de libros de texto, diseño y operación de sistemas digitales para educación (TICs aplicadas a educación), investigación educativa orientada a la solución de problemas de la educación básica, etc., etc.

Llenar estos vacíos es una urgencia nacional. Cada vez que cambia una administración (en la federación y en los estados), surge el problema de encontrar expertos que se encarguen de cada uno de estos campos y se comprueba una y otra vez que no existen esos expertos o que hay muy pocos.
¿Qué se puede hacer al respecto? Es obvio que las escuelas normales y demás instituciones de educación superior deben tomar nota de estas necesidades y aplicarse al respecto. ANUIES podría lanzar un llamado a sus miembros. Las escuelas y facultades proponerse cambiar para generar una respuesta. Claro, no es fácil cambiar a las instituciones de educación superior, pero lo que debe pesar a favor del cambio, es la urgencia que tiene el país en resolver este hueco, sobre todo ante el imperativo, insoslayable, de que la  educación nacional debe mejorarse.

Fuente artículo: http://www.educacionfutura.org/faltan-expertos-en-educacion/

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Escuelas normales: lo que les falta

Por: Gilberto Guevara Niebla

Muchas veces he escuchado esta pregunta: ¿Por qué un maestro normalista no dirige la SEP? En efecto, han sido muy pocos maestros normalistas los que han logrado ocupar la silla de José Vasconcelos —quien, por cierto, no era maestro. Los dos maestros de profesión que han tenido el privilegio de ser secretarios fueron José Ángel Ceniceros (1952-1958) y José Ángel Pescador (1994), aunque ambos completaron su formación con estudios universitarios.

Hay molestia cuando el magisterio advierte que algunos puestos de dirección educativa —tanto federales como estatales—son ocupados por personas que provienen de fuera del sistema educativo. Esto sucede porque los gobernantes —presidentes o gobernadores—suelen conceder las posiciones directivas de la educación a sus amigos o a sus compañeros de partido, pero siempre siguiendo criterios políticos y no criterios de experiencia académica o educativa.

Esto ocurre frecuentemente, pero no hay que perder de vista otro motivo que actúa en esas circunstancias: el hecho cierto de que no hay maestros normalistas técnicamente preparados para dirigir la educación nacional. Esta afirmación seguramente indignará a algunos docentes, pero es incuestionable. Los maestros están preparados para enseñar y cumplen muy bien con su trabajo en la escuela, pero casi ninguno ha adquirido las competencias para dirigir la empresa social más grande del país (2 millones de empleados, 25 millones de clientes). Para ser secretario (me refiero, claro, a un buen secretario) se necesita tener, no solo habilidad política, la cual es indispensable, sino también verdadera vocación por la educación, estar empapado en la cultura (o las culturas) de México, conocer en sus pormenores el sistema educativo, dominar en su intimidad la materia educativa, saber la historia de la educación nacional, tener excelentes habilidades para el liderazgo y para la gestión pública, etc., etc.

Tomar el timón de este barco no es cualquier cosa. Cabe, sin embargo, preguntarse: ¿qué institución de México está formando cuadros técnico-políticos con el conjunto de virtudes que se requieren para tomar el mando de la educación nacional? En mi opinión, ninguna. Deberían ser las escuelas normales, pero ellas fueron pensadas por los políticos del siglo XX para entrenar a maestros de banquillo, pero no para capacitar a las personas que habrían de dirigir la empresa educativa: por añadidura, las normales han vivido durante mucho tiempo tanto abandono y descuido, que algunas se encuentran en franca declinación. Ha faltado en nuestro escenario, una visión mayor, más ambiciosa, más grande, de la escuela normal y han faltado autoridades educativas —federales y estatales— con voluntad para impulsar el crecimiento de estas instituciones.

Lamentablemente en las escuelas normales se ha instalado el academicismo formal como ideología dominante. ¿Qué es el academicismo formal? Es la visión que propone hacer crecer a las normales a través de la mera creación de posgrados, sin importar muchas veces el contenido y la utilidad práctica que esos posgrados puedan tener. Antes de pensar en posgrados, hay que pensar en funciones. Y las grandes funciones que las escuelas normales no cumplen satisfactoriamente son: 1) Formar cuadros expertos de alto nivel para dirigir la educación; 2) Impulsar la investigación educativa con orientación pragmática y utilitaria (a saber, una investigación que produzca conocimientos que retroalimenten la práctica educativa) y 3) Desarrollar políticas en materia de formación continua para involucrarlas directamente con el quehacer de las escuelas (después del entrenamiento profesional, debe venir la formación continua, tal y como como lo hacen las mejores universidades).

He aquí, resumido, todo un programa de acción que debería ponerse en práctica lo más pronto posible, aunque sabemos muy bien de la negligencia, de la dispersión, y de los pequeños intereses que, frecuentemente, mueven a las personas que toman las decisiones en este país.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/escuelas-normales-lo-que-les-falta/

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