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Pasos seguros contra la violencia de género

Por: Ignacio Mantilla

En el año de 1960 fueron asesinadas las hermanas dominicanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal —conocidas como las mariposas Mirabal— por oponerse a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Con anterioridad, habían sido encarceladas, torturadas y violadas. Para rechazar estos hechos, cada 25 de noviembre, día de su asesinato, en Colombia se conmemora el Día de la No Violencia contra la Mujer. Esto fue propuesto en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Bogotá en 1981. Y a nivel internacional, acogiendo esta iniciativa, se instituyó en 1999 el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer por las Naciones Unidas, invitando a los gobernantes a mantener una férrea defensa de los derechos de las mujeres.

La violencia contra la mujer es una problemática mundial que en Colombia tiene dimensiones preocupantes y de la cual no se escapan las universidades. Reconocerla no es fácil porque nos hemos acostumbrado a vivirla cotidianamente, pero está presente en el ambiente universitario cuando, por ejemplo, se descalifica a la mujer que se interesa en estudiar carreras tradicionalmente masculinas o se ejerce chantaje o presión sobre ella para lograr acercamientos o favores sexuales a cambio de buenas calificaciones, reconocimientos académicos o laborales. También cuando a brillantes estudiantes y profesoras se les demeritan sus logros académicos tendiendo mantos de dudas sobre su capacidad o la calidad y transparencia de su trabajo; esto se acentúa aún más cuando son hijas o esposas de algún hombre influyente.

Ocultar que las mujeres en las universidades sufren violencias por el simple hecho de ser mujeres sería como tratar de tapar el sol con un dedo; pero también es injusto desconocer los esfuerzos que se hacen desde la academia por erradicar la violencia de género y la exclusión. Por ejemplo, algunos lectores habrán observado en la televisión un bello video institucional de la Universidad Nacional en el que se evidencia el ambiente hostil en que debían desenvolverse las primeras mujeres que, en las primeras décadas del siglo pasado, querían realizar estudios superiores. A pesar de ese ambiente, en 1945, Inés Ochoa se graduó, siendo la primera mujer colombiana en obtener el título de médica en el país.

Otra violencia tiene relación con la discriminación a las madres en el trabajo: hasta 1990, la ley laboral colombiana les negaba a las mujeres adoptantes el derecho a tener licencia de maternidad. Sin embargo, la Universidad Nacional, en aras de la equidad y en uso de su autonomía, una década antes de la promulgación de la ley que reconoció ese derecho, les otorgaba la licencia a sus profesoras y funcionarias administrativas, sin distinguir entre madres adoptantes y biológicas, convirtiéndose así en la primera institución pública en dar ese paso.

Hoy quiero presentar a los lectores los tres más recientes aportes de la Universidad Nacional para mitigar el flagelo de la violencia de género, que han coincidido con la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

El pasado 24 de noviembre, un año después de la firma del Acuerdo de Paz, tuvimos la satisfacción de culminar el diplomado “Formación de formadores para la prevención de violencia basada en género” y otorgar a cerca de 230 personas en tránsito a la vida civil la respectiva certificación. Este diplomado es el resultado de nuestra alianza con la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación del Acuerdo Final; la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer; la Embajada de Suecia y la Organización Internacional para las Migraciones.

Fue muy valioso el testimonio de una de las nuevas formadoras: “Con los conocimientos aprendidos regresaré a mi región a promover los derechos de las mujeres y no sufrir lo que vivimos durante el conflicto armado”.

Por otro lado, en días pasados se presentó ante la comunidad universitaria el Observatorio de Asuntos de Género, con el cual se busca hacer seguimiento a la política institucional de equidad de género e igualdad de oportunidades para mujeres y hombres, y verificar el cumplimiento de sus objetivos: adelantar procesos de formación desde la perspectiva de género, fomentar y consolidar la producción de conocimiento e investigación en las áreas relacionadas con la educación superior y la equidad de género, e implementar estrategias de comunicación y divulgación que transformen las nociones, imaginarios y prácticas de género en la cultura universitaria.

Y el tercer aporte que les comparto me produjo una gran satisfacción, pues pude firmar, justo a tiempo para la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la resolución 1215 de Rectoría, del 16 de noviembre de 2017, que establece el “Protocolo para la prevención y atención de casos de violencias basadas en género y violencias sexuales”.

Ese protocolo fue elaborado con el concurso de las diferentes áreas de la U. Nacional que conocen y atienden casos de violencia de género y está diseñado especialmente para que la comunidad comprenda, se sensibilice y sepa cómo actuar en situaciones de violencia de género. Define acciones y mecanismos para la prevención de esos hechos y establece la ruta que debe seguirse cuando se presenten. Se busca responder adecuada y oportunamente, ofrecer apoyo y orientación jurídica, dar herramientas para la denuncia y surtir con diligencia los procesos disciplinarios correspondientes. Se trata de la primera herramienta de esta índole que se implementa en una universidad y queremos compartirla y ofrecerla a todas las instituciones que deseen sumarse y adoptar esta norma.

Estos tres aportes, una muestra de nuestro trabajo, están a disposición de toda la sociedad y quiero invitar particularmente a las universidades, públicas y privadas, a unirse para erradicar las violencias de género de los campus. Reconocemos que el trabajo que tenemos por delante es enorme y la situación actual está lejos de ser la deseable. Pero la Universidad Nacional de Colombia, patrimonio de todos los colombianos, estará siempre dispuesta a liderar la construcción de un país más equitativo y seguro para todas y todos.

Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/pasos-seguros-contra-la-violencia-de-genero-columna-726286

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Apuntes maestros

Por: Ignacio Mantilla

Muchos de ustedes habrán tenido profesores excepcionales, que en el salón de clases dan muestras de una excelente elocuencia y dominio del tema, pero que, inexplicablemente, pocas veces dejan una obra escrita como huella de esa cautivadora exposición magistral que se les reconoce. En la Universidad Nacional pasa en todos los campos del conocimiento y en cada facultad es posible identificar personajes que desde su extraordinaria docencia ponen una importante impronta en algunas generaciones de profesionales, pero que, en cambio, su obra escrita es corta y desconocida, aun para sus exalumnos.

Si bien esto ha venido cambiando con el tiempo, por las exigencias de producción académica que hacen las universidades de hoy, perviven entre nosotros aquellos maestros que utilizan únicamente la palabra hablada para la transmisión de sus conocimientos, sus enseñanzas y sus experiencias. Sin lugar a dudas, la historia oral, la palabra hecha sonido, es una poderosa vía de comunicación, pero necesita de mucho esfuerzo y disciplina para que el mensaje que se transmite sea conservado.

Debemos entender el libro como una tecnología que nos permite transmitir conocimientos, valores y la cultura. Por eso es importante ofrecer un espacio para estimular la publicación de algunos trabajos cuyos autores no han considerado difundir, pero que bien vale la pena dar a conocer.

Hace cinco años, pensando en una estrategia para divulgar los trabajos de algunas personas que han tenido una estrecha vinculación con la universidad, desde la rectoría ideamos las colecciones editoriales “Apuntes Maestros” y “Obras Escogidas”, que rescatan trabajos de académicos que han influenciado a cientos de estudiantes e integrantes de la comunidad universitaria.

Como lo expreso en la presentación de las obras que conforman la colección Apuntes Maestros, los autores son representantes excepcionales de distintas áreas del conocimiento: las artes, las ciencias, las humanidades. En la mayoría de los casos hemos tenido que recurrir a la insistencia para derrotar la modestia de los autores y editores que aún se encuentran entre nosotros, hacerles ver que nuestra colección es un reconocimiento justo a obras que se originan en el pensamiento maduro de quienes conforman la comunidad universitaria.

También debemos señalar que nuestras colecciones no se componen únicamente de autores colombianos, y desafortunadamente no todos se encuentran vivos. Existió un proceso de búsqueda de archivos, de rescate de la memoria, toda una labor tras escena que incluyó hablar una y otra vez con quienes conservaban sus archivos y memorias. Fue un intenso trabajo que nos permitió traer de vuelta a verdaderos clásicos del pensamiento social y científico.

En retrospectiva, uno de los más destacados es sin duda Marta Traba en facsímil, un compendio de material inédito y algunos textos poco conocidos de la filósofa y crítica de arte argentina que sacudió el campo artístico en las décadas del 60 y 70 del siglo XX. La extensa obra de Traba continúa siendo de interés y actualidad para los investigadores del arte y de la estética.

En el 2016, como un compromiso por la divulgación de la ciencia, decidimos publicar el libro de Juan Diego Vélez, Antonio Vélez y Ana Cristina Vélez, Neuróbicos. Los caminos del razonamiento.

La joya de la corona es sin duda la obra recopilada en dos tomos El Dorado. Estampas de viajes y cultura de la Colombia suramericana, de Ernst Rothlisberger, que fue incluido en la lista de los libros más importantes del 2016 por la revista Arcadia y El Espectador.

En 2016 también se publicaron en la colección Obras Escogidas dos tomos con la obra completa de Camilo Torres Restrepo, y este año el libro Campesinos de los Andes, de Orlando Fals Borda, en la misma colección, fue uno de los más vendidos durante la Feria del Libro de Bogotá.

El pasado jueves, además, se lanzaron los libros Las formas cambiantes de la criminalidad. Colombia a finales del siglo XX, de Pablo Cáceres Corrales; Notas históricas. Reflexiones sobre la Universidad Nacional de Colombia, de Fernando Sánchez Torres, y, en el marco del año Colombia-Francia, como la apuesta cultural para estrechar lazos entre los dos países se publicaron los libros El sentimiento de sí. Historia de la percepción del cuerpo, de Georges Vigarello, y La construcción social del cuerpo, de la socióloga Christine Détrez. En especial el libro de la socióloga francesa resulta clave porque reflexiona sobre cómo la idea del cuerpo ha venido cambiando a través de la historia, una apuesta investigativa que toma fuerza hoy con las exploraciones artísticas y los debates sobre tecnología y corporalidad.

Con motivo del cumpleaños 150 de la Universidad Nacional, además, ideamos una apuesta independiente de Apuntes Maestros y Obras Escogidas. Hablamos de la colección Sesquicentenario, que a través de 12 tomos y 167 autores pretende ser un relato claro y riguroso sobre la historia de la institución que ha formado a miles de colombianos.

Para el próximo año estamos preparando dos libros: la reedición de La Universidad Nacional de Colombia en sus pasillos, del profesor Ciro Quiroz, y Supervivencia del embrión bovino, de Aureliano Hernández. La nueva edición del libro de Quiroz, que se ha convertido de culto por su estilo de narración, estará acompañada de algunas caricaturas e imágenes de archivo de la Universidad Nacional desconocidas por el público lector.

Y para resaltar aún más el papel de las mujeres en la ciencia, tenemos como proyecto la publicación del libro Estructura, función y cambio de la familia en Colombia, de la antropóloga Virginia Gutiérrez de Pineda, quien fue pionera en el análisis de la configuración histórica de la forma en que conviven los colombianos.

Desde la rectoría de la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, hemos venido apostándoles a todos los medios de difusión para lograr que los productos académicos y los aportes que se hacen a la comprensión de la intrincada realidad social y ambiental del país tengan mayor difusión y traspasen nuestra casa en común.

Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/apuntes-maestros-columna-725098

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La paradoja del mentiroso

Por: Ignacio Mantilla

Entre nosotros hay una palabra de moda: “posverdad”. Este término ingresará en diciembre de este año al diccionario de la Real Academia Española como neologismo. Debería también aprovecharse para definir concretamente una nueva palabra que, de forma similar y desde hace algunos meses, de manera frecuente nos hace falta. Me refiero a la “posmentira”. Este otro neologismo haría referencia a todas las consecuencias que se derivan de las falsas noticias (también muy de moda), las acusaciones infundadas y los señalamientos sin sustento, que con especial dominio se trinan haciendo uso de muy pocos caracteres para calumniar sin reparo.

¿Qué recursos tenemos para desmentir? Sin lugar a dudas, la lógica es una de las más poderosas herramientas que pueden ser usadas para descubrir la mentira y, por lo tanto, también la verdad. Pero existe una categoría especial de expresiones que fácilmente conducen a contradicciones lógicas, que superan nuestro sentido común porque aparentemente son falsas y pueden ser verdaderas o de apariencia verdadera, o porque resultan falsas aun cuando son de apariencia verdadera. Expresiones que nos hacen cuestionar nuestras propias conclusiones cuando descubrimos que éstas son absurdas y que hemos llegado a ellas conducidos a partir de algunos pocos supuestos razonables. Estoy hablando de las paradojas.

No quiero entrar a profundizar en las diferentes categorías de paradojas, sólo quiero compartir con los lectores una muy famosa y simple, que para el tema resulta pertinente: se trata de la paradoja del mentiroso. Su origen es muy antiguo y se debe a Eubulides de Mileto, quien vivió en el siglo IV a.C. Su versión es: “Un hombre dice que está mintiendo”. ¿Es lo que él dice verdad o mentira? Veamos:

Si lo que dice es falso, entonces entramos en una contradicción, pues si él afirma que está mintiendo y lo que dice es falso, entonces no miente, así que dice la verdad. Contradice lo supuesto.

Si el hombre dice la verdad, entonces su afirmación es verdadera, pero él dice que está mintiendo, y como dice la verdad, la afirmación confirma que él miente, por lo tanto no dice la verdad, en contradicción con lo supuesto inicialmente.

Por consiguiente, ambas suposiciones conducen a contradicciones lógicas y no puede afirmarse que el hombre miente o dice la verdad.

Este ejemplo es similar a la conocida paradoja de Epiménides, quien afirmaba: “Todos los cretenses son mentirosos”. Aparentemente, eso no es ninguna paradoja, pero si tenemos en cuenta que Epiménides era cretense, aparece la paradoja, pues entonces debe estar mintiendo y entramos en contradicciones como las expuestas arriba.

En realidad, me divierto escuchando a un político cuando afirma que todos los políticos son mentirosos, porque me recuerda a Epiménides.

La paradoja del mentiroso tiene múltiples variantes que hábilmente se utilizan en los debates, pero que a veces no se alcanzan a identificar. Hace un tiempo escuché un debate en el Congreso en el que un senador X afirmó: “Presidente, lo que va a decir el senador Y es falso”. Cuando tomó la palabra el senador Y, dijo: “Presidente, lo que ha dicho el senador X es verdad”. Cada frase independiente no es una paradoja, pero juntas conforman un fascinante círculo paradójico. ¿Cuál senador miente?

Una muy bonita variante de la paradoja del mentiroso es la que se conoce como la tarjeta de Jourdain, formulada en 1913 por el matemático inglés Philip Jourdain. Este matemático concibió una tarjeta con un mensaje en cada cara de la tarjeta. En una cara decía: “La oración del otro lado de la tarjeta es verdadera”, y en la otra cara estaba escrito: “La oración del otro lado de la tarjeta es falsa”.

La paradoja de Pinocho es otra de las populares versiones y resulta muy aleccionadora. Si la nariz de Pinocho crece solamente cada vez que él miente, ¿qué pasa si Pinocho afirma: “Ahora me crecerá la nariz”? Veamos:

Si le crece la nariz, dijo la verdad, luego no debió crecer su nariz.

Si no le crece la nariz, Pinocho mintió, luego su nariz ha debido crecer.

Un ejemplo clásico es también el del libro en cuya nota final afirma: “Todo lo escrito en este libro es falso”. Como esta frase está incluida en el libro, forma entonces parte de él y aparece la paradoja nuevamente.

Pero la más simple de las formas de la paradoja del mentiroso es: “Esta oración es falsa”.

He encontrado algunas variantes de esta antigua paradoja revisando los trinos de ciertos personajes que sigo en Twitter. Algunos de ellos son irremediablemente mentirosos y calumniosos, pero al afirmar que son portadores de la verdad aparece la paradoja que los delata porque, aun cuando seguramente no tenían la intención de mentir, descuidan la lógica y el sentido común.

En todo caso, creo que la palabra posmentira, al igual que posverdad, debería también incluirse en el diccionario de la Real Academia Española para describir fácilmente este paradójico mundo actual de las falsas verdades.

Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/la-paradoja-del-mentiroso-columna-723736

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El herbario de los 600.000 tesoros

Por: Ignacio Mantilla

La semana pasada tuve la oportunidad de asistir a una sobria ceremonia que, además de conmemorar los 81 años de creación del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, tenía como propósito central presentar dos nuevas especies de plantas de la familia Araliaceae, del género Schefflera, que fueron encontradas en Santander, más específicamente en el municipio de Onzaga, por el profesor Orlando Rivera, investigador del instituto, las cuales, como sus estudios señalaron, son visibles en zonas de transición entre subpáramos y bosques altoandinos de roble. Aún no conocemos todas las propiedades de estas plantas, pero tal tarea es parte de la investigación y seguramente escucharemos de estos ejemplares en los próximos días.

Uno de estos nuevos ejemplares de nuestra rica flora colombiana fue entregado al Herbario Nacional Colombiano, a cargo del Instituto de Ciencias Naturales, como su ejemplar número 600.000.

En el ambiente del evento se hizo más visible la petición que connotados científicos han hecho a la sociedad para dejar de ver la naturaleza como un vehículo o como una vía mediante la cual nos abastecemos de algunas necesidades básicas o creadas. Nos han insistido en la urgencia de comprender la importancia de dejar de depredar a los demás seres vivos, pues de no hacerlo, advierten, no nos quedará mucho tiempo de existencia como especie.

A los científicos no los mueven intereses mezquinos y materialistas; la curiosidad es principalmente el verdadero motor de su actuar. En Colombia tenemos el excelente ejemplo de científicos y naturalistas como Francisco José de Caldas y Julio Garavito, pero no podría dejar de hacer mención del sacerdote jesuita Enrique Pérez Arbeláez, a quien los biólogos colombianos conocen muy bien. Luego de una rigurosa formación en Europa, Pérez Arbeláez regresó interesado en estudiar la flora de nuestro país.

En la década del 30 del siglo pasado fundó y fue el primer director del Herbario Nacional Colombiano y en 1935 impulsó el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional. A lo largo de su vida, este científico continuó tejiendo una red de conocimiento y trató de recuperar los esfuerzos de sus pares en el pasado, y con ese fin viajó constantemente al Real Jardín Botánico de Madrid.

Pérez Arbeláez fue, además, uno de los miembros fundadores de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. En realidad, hasta su muerte fue un extraordinario divulgador científico y dejó un gran legado para los estudiosos de hoy.

La labor de Pérez Arbeláez es heredera a su vez de la Real Expedición Botánica de José Celestino Mutis y de los esfuerzos investigativos que en el campo de la botánica y el estudio de la naturaleza realizó la Comisión Corográfica encabezada por el primer rector de la Universidad Nacional de Colombia, Manuel Ancízar.

Hoy más que nunca son conocidas las diversas aplicaciones, no sólo médicas e industriales, sino también culturales y populares, que se les da a las plantas en el país. Desde aliviar los dolores en los casos más contingentes, hasta connotaciones mágicas para “conocer el amor de la vida”.

Probablemente, la Araliaceae, de la familia de las mano de oso, no pueda “ligar” al ser querido, pero su verdadero potencial aún está por comprenderse a plenitud a través de pruebas científicas que nos permitan entender su complejidad y su función social, porque un importante papel de la ciencia es buscar la solución a los problemas prácticos y dar a conocer al público sus resultados para que sean puestos a beneficio de la sociedad en general, y las directivas del Herbario Nacional Colombiano lo han entendido muy bien, permitiendo que cientos de investigadores puedan acceder de forma controlada y responsable a las muestras que allí se albergan.

Aliento a quienes trabajan en esta importante apuesta científica para seguir trabajando activamente por el bienestar ambiental del país, que es al mismo tiempo el bienestar social. Sin el conocimiento de nuestra riqueza natural y ambiental, nuestra nación está condenada a la dependencia y a un lugar rezagado entre las economías del mundo. Pero este conocimiento, esta relación con la naturaleza y con las plantas, no pueden ser depredadores ni utilitaristas, sino que deben velar por la prolongación de los recursos de forma sostenida.

Conservar y fortalecer la labor del Herbario Nacional Colombiano es una tarea apremiante, no sólo por su legado cultural, sino porque además contiene un saber crucial para el conocimiento de nuestra riqueza ambiental, el aprovechamiento médico de las propiedades de las plantas y su relación con el resto del mundo físico. Pensemos que el fin del conflicto armado con las Farc ha traído la posibilidad de explorar diversas zonas del país que antes estaban vedadas para la ciencia. Seguramente encontraremos nuevas especies que contribuirán al bienestar de los colombianos. La paz es la hora de la ciencia; esperemos que el Gobierno Nacional lo pueda comprender.

Hoy, el legado del padre Pérez Arbeláez es cuidado con esmero en el Instituto de Ciencias Naturales de la Facultad de Ciencias de Bogotá. El Herbario Nacional Colombiano, preservado durante ocho décadas en el instituto, alberga, sin lugar a dudas, una de las colecciones más valiosas que tiene nuestra sesquicentenaria institución. Este herbario es el más grande e importante del país. Lo sigue en número de ejemplares el herbario de la Universidad de Antioquia, que cuenta con cerca de 200.000 muestras.

Poner el sello 600.000 al más reciente ejemplar incorporado, que indica el número de plantas perfectamente clasificadas en este emblemático lugar, fue una de esas experiencias que harán parte de mis más valiosos y gratos recuerdos de la celebración de los 150 años de la Universidad Nacional de Colombia, patrimonio de todos los colombianos.

Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/el-herbario-de-los-600000-tesoros-columna-722586

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El computador en nuestra vida

Por: Ignacio Mantilla

Pertenezco a una generación que tuvo que empezar a usar el computador como herramienta de trabajo para calcular, antes que como reemplazo de la máquina de escribir.

Para quienes estudiamos la carrera de Matemáticas, antes de la masificación de las herramientas informáticas, el acceso y la adaptación al computador fueron enormes retos, pues con él se superaba al fin esa dificultad que servía de excusa para no tener que completar la solución a los problemas realizando los aburridos cálculos que siempre se dejaban planteados con algo de desprecio por ese trabajo mecánico final. También, porque a partir de esta nueva y poderosa máquina calculadora, la aproximación numérica, como respuesta a muchos problemas sin solución exacta, que no pueden resolverse con herramientas exclusivas del análisis matemático, se convertía en una importante nueva alternativa.

Esta herramienta nos cambió las preguntas cuando creíamos que sabíamos todas las respuestas. Para los matemáticos se volvió importante ya no sólo la demostración del teorema, sino también el método y la implementación de muchas de las tareas frecuentes del cálculo diferencial e integral, las ecuaciones diferenciales o el álgebra matricial. Asimismo se acentuó el interés por el balance entre la precisión y la velocidad del cálculo.

Mucho antes de la aparición de la internet, el computador se metió poco a poco en las empresas y en los hogares, y con el tiempo dejó de ser de uso exclusivo para tareas de cómputo, hasta convertirse en herramienta imprescindible para prácticamente todas las actividades.

Fui uno de los primeros profesores de matemáticas que se maravillaron con ese fantástico y enorme computador IBM 360 que despertaba nuestra curiosidad por comprender la aritmética de máquina y el manejo automático del redondeo con 11 cifras de precisión. Fui también uno de los primeros docentes que para sus clases hicieron uso de la recién adecuada sala de cómputo del Departamento de Matemáticas y Estadística de la Universidad Nacional, con un solo computador que ocupaba buena parte del espacio y 20 pantallas disponibles para los estudiantes.

Mi primer computador “casero”, como se llamó inicialmente al computador personal, fue un TRS-80 Radio Shack modelo 2, de 16 K de memoria. Funcionaba con lenguaje Basic y venía provisto de una grabadora para poder guardar los trabajos en los casetes de música. Por aquella época (1982) tuve que ahorrar muchísimo para adquirirlo, si se tiene en cuenta que ganaba unos $24.000 mensuales y el computador costó $80.000. No era común tener computador en casa y recibía frecuentemente visitas que sólo querían conocer el computador.

Aquel primer aparato no tenía mouse y su pantalla en blanco y negro ofrecía 64 caracteres por fila y 16 líneas para trabajar. Recuerdo que si al escribir se cometía un error, por ejemplo, escribir con la letra c una palabra que debía llevar la s, para corregirlo había que dar la instrucción de ir a la línea X y reemplazar en la columna Y la c por la s.

Después vinieron el Commodore 64 y el Amiga 500, de extraordinarios avances con la inclusión de disquetes para almacenar información hasta de 360 KB. En Alemania fue muy popular y económico el computador Atari 65, con disquetera de 3.5 para almacenar hasta 1.44 megas de información, pero carente de disco duro.

Hay que decir que la ausencia de discos duros en los computadores obligaba al desarrollo de algoritmos de gran eficiencia y economía. La memoria era un bien muy apetecido a la hora de programar. Recuerdo, por ejemplo, el gran esfuerzo que hacíamos para que los resultados parciales de procesos iterativos pudieran almacenarse en un disquete 3.5 que habría de usarse luego con esos datos, como si fueran iniciales, en las siguientes iteraciones.

De la misma forma, quienes usábamos el computador principalmente para hacer cálculos teníamos que aprender diversos lenguajes de programación que eran, como hoy, herramientas indispensables: Cobol, Algol, Pascal, Modula 2, Fortran 77, C, entre otros.

El lenguaje Fortran, por ejemplo, preferido por los físicos, era fantástico, pues incluía la aritmética de números complejos, y el Pascal, mi favorito, permitía una programación ordenada de rutinas y funciones que se podían usar en diversos programas.

Las limitaciones iniciales que tenían los computadores y la necesidad de mejorar la rapidez de convergencia de las soluciones han contribuido al desarrollo de métodos matemáticos que se han implementado con algoritmos eficientes que hoy son de uso común y universal. Naturalmente, aun cuando actualmente se dispone de mucha memoria y procesadores muy rápidos, hay infinidad de problemas que requieren de nuestro ingenio para que las máquinas puedan ayudarnos. A manera de ejemplo, si intentásemos calcular por el método directo tradicional el determinante de una matriz —no singular— de 20×20 con un computador tipo Cray 2, capaz de realizar mil millones de operaciones aritméticas por segundo, se necesitaría de un poco más de 77 años para obtener la respuesta.

Mediante el método de factorización LR, propuesto por Gauss hace cerca de 200 años, el resultado puede obtenerse en tan sólo un segundo con ese mismo computador. En esa magnitud es que puede optimizarse un cálculo gracias al mejoramiento del método para calcular.

Con lo anterior espero reflejar la inmensa satisfacción que siento de poder celebrar la apertura en la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, del primer programa de Ciencias de la Computación.

La generación que ingresa el próximo semestre a esta carrera, la primera abierta en 50 años en la Facultad de Ciencias en Bogotá, ya no tendrá que lidiar con todas las limitaciones de antes, pero deberá responder a los retos de los cambios tecnológicos que plantea el mundo contemporáneo para incorporarlos en las abundantes aplicaciones de las matemáticas computacionales.

Cada sociedad y cada tiempo traen su propio reto, y nuestro propósito como profesores es formar a las personas que puedan responder a los permanentes desafíos de la innovación.

Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/el-computador-en-nuestra-vida-columna-721494

Imagen: http://esdiario.com.mx/puestos-de-trabajo-son-en-computacion-afirma-academico-de-upaep/

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La sede vallenata de la Universidad Nacional

Por: Ignacio Mantilla

El pasado 24 de octubre, el Consejo Superior Universitario (CSU), máximo órgano rector de la Universidad Nacional, se manifestó positivamente, de forma unánime, frente a la creación de la Sede de La Paz de la universidad, nombre alusivo a su ubicación geográfica entre Valledupar y La Paz, en el departamento de Cesar, y al momento histórico que vive el país al culminar el conflicto armado con las Farc.

La sesión extraordinaria realizada en Valledupar finalizó con una sobria celebración en el nuevo campus y con la firma protocolaria de la ministra de Educación, Yaneth Giha, del acuerdo 250 del CSU, mediante el cual se crea formalmente la Sede de La Paz. Todos los asistentes tuvimos la alegre sensación de haber comenzado una sesión por fuera de la universidad y haberla concluido en su interior.

Este respaldo del CSU era previsible, si se tiene en cuenta que ya el trámite previo requerido ante el Consejo Académico, realizado unas semanas antes en Bogotá, había generado un intenso debate que se prolongó por seis horas y que terminó con la decisión de avalar el proyecto con un respaldo contundente de 28 votos a favor, uno en contra y un salvamento de voto.

La decisión del CSU va mucho más allá de un acto administrativo o una pura formalidad. Es un visto bueno al compromiso de ofrecer educación superior de calidad a cientos de jóvenes para que no estén en manos de la pobreza, el ocio o la violencia. Este es un sí para responder a las necesidades de la región, aportando un capital esencial para formar personas de gran talento y capacidad académica, que comúnmente se desperdician por la falta de oportunidades.

Este es un sí que reafirma el interés de dejar atrás el pasado colonial, perpetuado con ideas arraigadas de quienes afirman que las zonas andinas del país son las que dirigen la vida política, social y científica del país.

Ha sido muy grato para mí, como rector de la Universidad Nacional, contar con el impulso de las tres últimas administraciones locales de la Gobernación, la Alcaldía de Valledupar y la Alcaldía del municipio de La Paz, para esta apuesta educativa tan esperada por los habitantes de la región.

La firma del acuerdo estuvo marcada por gratos sucesos, como la presencia en el Cesar de un grupo de egresados de la Universidad Nacional que pertenecen a un amplio colectivo de ciudadanos que portaban camisetas con la consigna “Amigos de la Universidad Nacional de Colombia” y que nos manifestaron su enorme satisfacción por este hecho histórico, que, en palabras del ilustre egresado Alfonso Araújo Cotes, es, después de la creación del departamento del Cesar, hace 50 años, el hecho más importante para la comunidad vallenata.

Por donde caminábamos, las personas se acercaban a manifestar su apoyo a la creación de la nueva sede y a expresar su satisfacción de ver ese sueño cumplido. Es imposible no sentir la empatía y el llamado de los habitantes de la región que quieren formarse profesionalmente en la Universidad Nacional de Colombia, patrimonio de todos los colombianos.

Por supuesto, sabemos que esta apuesta representa un gran reto que aún debe superar dificultades, pero lo asumimos con seriedad, responsabilidad y el apoyo financiero del Gobierno Nacional.

La creación de la sede por parte del CSU no es el paso final en este proceso académico-administrativo. Aún hace falta la definición de los programas académicos que se ofrecerán y poner en marcha una nueva estructura académico-administrativa. Tal como lo hemos preparado, la sede se podrá impulsar inicialmente con dos grandes escuelas: una de pregrados y otra de posgrados, que permitan la concurrencia de diferentes áreas del conocimiento con una mínima carga administrativa que la blinde contra la burocracia.

Es mi sueño, y la Universidad Nacional tiene las capacidades, llevar en un futuro cercano la carrera de Medicina y fortalecer la sede hasta tener una gran facultad de Ciencias de la Salud, complementada con las ciencias exactas, las humanidades, las artes, las ciencias agropecuarias y las ingenierías. Sería la primera vez en 150 años que la Universidad Nacional ofrezca la carrera de Medicina fuera de la Sede Bogotá.

También se tiene previsto que buena parte de la oferta educativa se cubra mediante la implementación del programa Peama, que ha dado excelentes resultados en los territorios fronterizos del país. Su dinamismo y flexibilidad permiten una amplia oferta y una alta movilidad.

La Sede de La Paz ofrecerá programas de posgrado de acuerdo con la demanda, así como cursos libres de refuerzo en ciencias básicas para la admisión de los jóvenes bachilleres, con el fin de ofrecerles una oportunidad para que se preparen mejor, puedan ingresar y tener éxito en la universidad.

Las actividades en la sede se iniciarán tan pronto la Universidad Nacional reciba a satisfacción de las autoridades locales el campus que está terminando de construirse y que desafortunadamente ha sufrido retrasos en el cronograma previsto.

Con esta apuesta, la universidad del Estado demuestra una vez más su compromiso con la educación de todos los colombianos en el amplio territorio nacional.

Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/la-sede-vallenata-de-la-universidad-nacional-columna-720215

Imagen: http://www.radiosantafe.com/2013/12/15/universidad-nacional-tendra-nueva-sede-en-el-cesar/

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Los cinco cambios que haría a Ser Pilo Paga

Por: Ignacio Mantilla

Mucho se ha discutido en los últimos meses sobre las bondades y deficiencias del programa Ser Pilo Paga (SPP). Rectores de universidades públicas y privadas estamos de acuerdo en que es una apuesta costosa y que la fuente de su financiación no debe ser la misma que la de las universidades públicas.

No quiero ahondar en las abundantes críticas, conocidas públicamente y que tienen de fondo el modelo de subsidio a la demanda de educación, contrario o en desequilibrio con el subsidio a la oferta de la educación superior de las universidades públicas.

Naturalmente, la cifra del costo es cuestionable, y por tal razón el debate se ha centrado en este punto, ya que con un tercio de lo que reciben las universidades públicas, que forman a 600.000 estudiantes, se financiará a sólo 40.000 estudiantes de SPP.

Pero supongamos que se ha superado esa discusión y que los recursos para financiar el programa SPP están garantizados sin afectar los dineros que deben ir a las universidades públicas. Bajo este supuesto (condición necesaria e inamovible), mi propuesta es introducir los siguientes cambios:

Primero

Los “pilos” son seleccionados anualmente, cuando las universidades públicas ya han finalizado sus procesos de admisión para el primer semestre del año siguiente. Algunos de estos pilos, que han presentado el examen de admisión a la Universidad Nacional sin haber sido notificados de que son beneficiarios, no alcanzan los puntajes exigidos para ser admitidos, por lo tanto, deben escoger una universidad privada. Sólo un tercio de ellos logra la admisión a la U. Nacional.

También hay un grupo de pilos admitidos que finalmente no hacen uso del cupo y prefieren ir a una universidad privada. Pero encontramos un grupo de jóvenes que ni siquiera habían contemplado estudiar en una universidad y que, al conocer que son pilos, deciden matricularse en una privada, pues ya en las públicas es demasiado tarde.

Estos hechos, sumados a la creencia de que lo más costoso es mejor, son los principales motivos por los que, en su mayoría, los pilos eligen universidades privadas.

No pretendo que todos vayan a las públicas, pues no creo que tengamos exclusividad sobre los talentos jóvenes, pero mi propuesta es que los pilos puedan elegir la universidad, y no únicamente para iniciar en el primer semestre del año siguiente, sino también en el segundo.

Esto permitiría que se presenten a las universidades públicas habiendo conocido que son beneficiarios de SPP o que puedan aplazar un semestre el inicio de sus estudios universitarios para elegir entre unas y otras. Al fin y al cabo, prácticamente todas las carreras en las universidades públicas y privadas tienen admisión semestral y no anual.

Segundo

El programa SPP no otorga becas, sino créditos que pueden ser condonables cuando el pilo tiene éxito. Una característica de los estudiantes de las universidades públicas es que en la mayoría de los casos no necesitan de créditos para su matrícula. En la Universidad Nacional, por ejemplo, sólo el 4,5 % de los estudiantes de pregrado tienen crédito con el Icetex. Esta es una de las razones por las que también existe un grupo de jóvenes que han rechazado el crédito beca.

Parafraseando la sabiduría popular: “Si quieres empobrecer, endéudate de lo que no es menester”.

Por otra parte, las universidades reciben el dinero de las matrículas de los pilos, pero son ellos los “deudores” responsables de esos dineros, y si desertan, están obligados a devolverlos.

Mi propuesta es que se invierta el esquema y sea la universidad, no el estudiante, la responsable de devolver el dinero de las matrículas cuando el pilo fracase. Es decir, que el costo de la deserción se le cargue a la universidad y no al pilo. Con ello además logramos que la universidad se preocupe mucho más por el bienestar de los estudiantes.

Tercero

Del programa SPP se benefician principalmente los jóvenes egresados de los colegios de las capitales y ciudades intermedias, que es donde se encuentran los de mejor calidad. Así, por ejemplo, los pilos de Nariño en 2015 fueron 426, pero sólo dos eran del Pacífico nariñense, lo que amplía la brecha regional, debido a que la selección se hace con base en el puntaje nacional de las pruebas Saber 11.

Es natural que, si un joven ha tenido una educación deficiente y también ha sido víctima del conflicto armado, el resultado de su examen Icfes no sea satisfactorio y, por lo tanto, no pueda competir con jóvenes que han tenido mejores oportunidades de formación.

Mi propuesta consiste en que se reserven cupos para las regiones y que los bachilleres compitan por estos cupos, pero entre ellos únicamente, es decir, en igualdad de condiciones.

Cuarto

Actualmente, el programa SPP adjudica los montos para las matrículas de acuerdo con el costo de cada carrera y universidad. Es así como, en total, la formación profesional de un pilo puede llegar a costar $200 millones, mientras que la de otro tan sólo $10 millones.

Mi propuesta es cambiar este mecanismo y entregar a cada pilo —no a la universidad— la misma suma semestral, de tal manera que el estudiante pueda decidir si usa la mayor parte de su dinero para su sostenimiento o lo invierte todo en la matrícula, o si mejor ahorra una buena suma para su futuro posgrado. Es decir, que a cada pilo se la asigne el mismo monto, independientemente de la carrera y la universidad elegidas, y que él mismo administre los giros semestrales durante sus estudios.

Quinto

Propongo que se permita la movilidad de los pilos entre universidades, de tal manera que podamos hacer uso de los convenios de cooperación para que un pilo pueda cursar, por ejemplo, un ciclo básico en la universidad más cercana a su lugar de residencia y después trasladarse a terminar sus estudios en una universidad de mayor complejidad.

Estos cinco cambios en el programa SPP darían mayor equidad y los pilos obtendrían una verdadera beca. Naturalmente, este costoso programa de becas no resolvería los principales problemas de la educación superior, pero plantea un nuevo rumbo para el SPP.

Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/los-cinco-cambios-que-haria-ser-pilo-paga-columna-719103

Imagen: http://juventudpatriotica.com/portada/programa-ser-pilo-paga

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