AMLO y el regreso a clases presenciales

 José Antonio Martínez Gutiérrez

El Presidente Andrés Manuel López Obrador ha enviado sendas señales de que ya urge el regreso a clases presenciales.

“Ahora poco a poco se va a ir regresando a la normalidad y vamos a regresar a clases presenciales, porque se necesita, urge que los niños ya vayan a la escuela a estar con sus compañeros, con sus compañeras, esa socialización tan importante que se da en las escuelas del país”, aseguró el pasado 28 de febrero desde el Estado de Zacatecas (1).

En tanto que este 12 de marzo desde el Estado de Sinaloa, fue más enfático y atrevido. Dijo palabras más palabras menos que se regresará a clases presenciales en todo el País antes de que termine el presente ciclo escolar 2020-2021. Para ello insistió en vacunar a todo el personal educativo del País (2).

Celebro las intenciones del Presidente López Obrador de pensar en la apertura de las escuelas y la intención de vacunar a los trabajadores del sector educativo, sin embargo, la evidencia apunta que es limitado el margen de maniobra.

Primero. Pese a que las vacunas están llegando al País con más frecuencia y cantidad,  lo cierto es que el tamaño del reto de vacunar a los adultos mayores y personal educativo en el corto plazo que queda para concluir el ciclo 20-21 es monumental.

Campeche por ejemplo, es un Estado que gracias a la disciplina de sus ciudadanos ha permanecido en semáforo epidemiológico verde por muchos meses.  Ahí los maestros ya fueron vacunados pero aún no se regresa a clases presenciales.

De hecho, fue el propio Presidente López Obrador quien lanzó un llamado a ese Estado para que ya abra las escuelas una vez que terminen las vacaciones de semana santa. Sin embargo, ojo, hay señales de que los padres de familia no quieren volver a clases presenciales en esa entidad (3).  Esto es importante porque, ¿qué hace suponer al Presidente que se podrá volver a clases en lo que resta del ciclo escolar sólo porque ya fueron vacunados los adultos mayores y maestros?

Segundo. Hace falta estrategia. Si bien la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la Secretaría de Salud (SA) han generado las nueve intervenciones que un Estado debe aplicar en el protocolo de regreso a clases cuando se encuentre en semáforo verde, lo cierto es que muy pocos creen en lo que escrito está en el papel.

Y es que las carencias de infraestructura escolar justifican el temor que tienen las comunidades escolares de que el Gobierno no cumplirá con requerimientos básico como agua, jabón o por lo menos un bote de gel antibacterial.

Es más, la intervención de uso obligatorio del cubrebocas en las escuelas no se resuelve con un paliacate como una vez sugirió Esteban Moctezuma en su aventura por la SEP. Se requiere de estrategia sólida para garantizar que las comunidades escolares cuenten con cubrebocas que cumplan con estándares requeridos.

Todavía más. La SEP pensó en los Centros Comunitarios de Aprendizaje (CCA) como una alternativa que se puede implementar en los Estados en semáforo epidemiológoco amarillo. Pero ¡oh, sorpresa!: ¿cuál es la cifra de CCA operando en el País? ¿dónde están? ¿qué experiencia hay por parte de las comunidades escolares que los han puesto en marcha?

Y tercero. Se requieren puentes de entendimiento. Pienso que volver a clases presenciales se puede y debe en algunas regiones del País. Advierto, en algunas, principalmente en contextos rurales.

Para eso se requiere mucha voluntad y diálogo incluyente, no arrebatos ni del Presidente ni de Gobiernos estatales.

Porque no se vuelve a clases presenciales por decreto presidencial ni porque soy Estado libre y soberano y yo decido lo que se hace o no en mi territorio.

Pero más que ideas y opiniones de las estructuras del poder, hace falta convocar y escuchar a quienes participan en las comunidades escolares: maestras y maestros, especialistas, padres de familia, estudiantes, sindicatos, organizaciones magisteriales, organizaciones de la sociedad civil.  Hace falta además contar con cifras y datos que ayuden a entender el tamaño del desafío llamado regreso a clases presenciales.

Porque hasta ahora, sólo contamos con las cifras alegres que ayudan sí a la imagen y papel de la SEP en tiempos de pandemia, pero son inútiles cuando se aterrizan en la realidad social y escolar.

Es más, pienso que la clase política ha dejado mucho qué desear para enfrentar esta pandemia.

Desde un subsecretario encargado de dirigir la estrategia de lucha contra el virus como Hugo López-Gatell que ha socavado el propio semáforo epidemiológico (4) y la estrategia de ‘Quédate en Casa’ vacacionando en plena intensidad decembrina de la pandemia (5), hasta Gobernadores de oposición como Enrique Alfaro, cerebro principal de una alianza claramente política que no federalista, quien desde el inicio de la lucha contra el COVID-19 ha mantenido ánimo de confrontación con el Gobierno Federal desoyendo instrucciones de la autoridad sanitaria y la propia SEP, a grado tal que por irse por la libre, llamó a los jaliscienses a guardar los míticos “cinco días decisivos” en casa para evitar meses de confinamiento, lo que claro está, nunca sucedió y hoy Jalisco, como todo el País y el mundo, siguen luchando contra el COVID-19.

En fin, que sean estos llamados del Presidente López Obrador a abrir las escuelas la oportunidad para mejor abrir espacios de debate sobre cómo sí volver a clases presenciales de manera ordenada.


Referencias

1. Ya “urge” el regreso a clases presenciales: AMLO. https://profelandia.com/ya-urge-el-regreso-a-clases-presenciales-amlo/

2. Habrá clases presenciales antes de que termine el ciclo escolar 20-21: AMLO. https://profelandia.com/habra-clases-presenciales-antes-de-que-termine-el-ciclo-escolar-20-21-amlo/

3. Padres de familia de Campeche rechazan el regreso a clases presenciales. https://www.proceso.com.mx/nacional/estados/2021/3/10/padres-de-familia-de-campeche-rechazan-el-regreso-clases-presenciales-259834.html

4. El color del semáforo en la CDMX “es intrascendente”, dice López-Gatell. https://politica.expansion.mx/mexico/2020/12/11/el-color-del-semaforo-en-la-cdmx-es-intrascendente-dice-lopez-gatell

5. Captan a López-Gatell de vacaciones en playas de Oaxaca en plena pandemia. https://aristeguinoticias.com/0301/mexico/captan-a-lopez-gatell-de-vacaciones-en-playas-de-oaxaca-en-plena-pandemia/

6. Gobernador de Jalisco pide aislamiento total por 5 días para evitar contagios de COVID-19. https://www.animalpolitico.com/2020/03/gobernador-jalisco-aislamiento-5-dias-covid-19/

Fuente e imagen: https://profelandia.com/amlo-y-el-regreso-a-clases-presenciales/

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Los vividores de la paz

Por: José Antonio Gutiérrez

Durante muchos años se dijo que quienes se oponían a la paz, y específicamente las fuerzas detrás del uribismo, eran los sectores que “vivían de la guerra”. Bien se sabe que la guerra ha significado miles de millones de dólares, que se han canalizado en contratos, sueldos y viajes que han beneficiado a un sector de la población que jamás tuvo que poner una gota de sangre en el enfrentamiento armado, pero que recogió esos millones a manos llenas. Hoy tenemos un nuevo fenómeno: los vividores de la paz. En realidad el fenómeno no es tan nuevo: desde hace décadas que existe un sector de profesionales, tanto de derecha como de izquierda, que han hecho carrera como mediadores y asesores en un conflicto en el cual no han tenido parte directa. Ahora se re-enc0802auchan ya no como mediadores en el conflicto, sino que como gestores de paz, asesores del post-conflicto, pedagogos de la paz, etc. Al parecer, gran parte de los recursos que la comunidad internacional ha destinado para el post-conflicto, se quedará enmarañada en esa telaraña de asesores, gestores, pedagogos, mediadores profesionales; irá, como siempre, a las ONGs y fundaciones que se inventen, y muy poco es lo que llegará a las comunidades que verdaderamente padecieron el rigor del conflicto armado en carne propia. Es la historia del país y es la historia de la cooperación internacional. Como dice un proverbio haitiano, la plata va a donde ya hay plata.

Un ejemplo de esto se puede ver, a pequeña escala, en la zona rural del municipio de Pradera en el Valle del Cauca. Un dirigente del sindicato campesino ASTRACAVA, adherido a Fensuagro, nos explica que “hasta ahora, a las administraciones no se les ve voluntad política de ayudar a que el proceso sea más efectivo acá en el municipio. Sigue implementando el gobierno sus políticas de limosnas, programitas que toda la vida ha utilizado para mantener el pueblo adormecido… antes peor, porque la politiquería está cogiendo es fuerza, porque como ya no hay FARC, están volviendo los politiqueros a los pueblos más alborotados que antes y creando grupitos para llegar a la comunidad. El post-acuerdo le está abriendo las puertas a los politiqueros y los corruptos para que sigan haciendo de las suyas. Esto no está nada fácil”.

Sobre la aparición de organizaciones con el único fin de captar recursos por parte de oportunistas, nos explica este dirigente que esto no es un problema que se viva sólo en Bogotá y las grandes ciudades, sino que de la mano de estos politiqueros, es un problema que ya se está viviendo en las mismas comunidades. “Por ahí andan hablando de crear un Consejo Comunitario allá en Bolo Blanco, Retiro, La Feria, El Nogal, donde nunca ha habido afros. Dentro de ellos hay unos educadores rurales. Esto no es algo tan inocente, porque estamos buscando la figura de una Zona de Reserva Campesina para la parte alta de Pradera, y esto enredaría todas las cosas. Bolo Blanco está complejo, porque también están hablando individualmente con campesinos para que firmen para declarar el territorio zona protegida, que sería otro complique. Y andan también los soldados del Batallón Codazzi haciendo dizque desminado humanitario, pero eso debería ser con las FARC-EP, y ellos andan solos… pensamos que andan haciendo inteligencia, viendo los recursos del territorio y estudiando a la comunidad, quizás tienen contratos en mente para empresas extranjeras, no sabemos, pero hay mucha desconfianza que se hagan las cosas así”.

“También los politiqueros andan creando asociaciones en San Isidro… acá inventaron una que se llama ASCASP. Primero le habían colocado Comité Cívico y Social de San Isidro, y nosotros les dijimos que ese nombre era prácticamente suplantar la Junta de Acción Comunal legítima y entonces se inventaron ese otro nombre. Ahí hay unos funcionarios públicos de la actual administración [ed. del Partido de la U], una educadora, algunos pensionados que llegaron a vivir comprando fincas de veraneo y alguna población flotante, que de pronto vienen de vez en cuando a la comunidad. De todo menos campesinos, si hay habrá tres, como mucho, creo que uno, pero poquiticos, que se han dejado influenciar por los politiqueros. ” Se está hablando de mucha plata, y eso, para los oportunistas, es como miel para las abejas.

Hay muchas expectativas”, nos dice una compañera de la Junta de Acción Comunal de San Isidro, “hablan de plata por todas partes, de muchos recursos, pero no se ve plata ni para la gasolina de las maquinarias. Ahora el alcalde dice incluso que están quebrados”. Pradera es una de las zonas priorizadas para el post-acuerdo mediante los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, los PDET. “Pero en el PDET está claro que deben participar es organizaciones consolidadas, los que hemos frenteado todo el proceso y no unos advenedizos que andan politiqueando”, dice el dirigente de ASTRACAVA. La compañera de la Junta agrega que “el PNUD está apareciendo a hacer acompañamiento con las comunidades, dizque para construcción de paz, implementación de los acuerdos y los PDET. Se les ve mucho afán de penetrar a los territorios, como para darse reconocimiento, llegar a ser contratantes en el tema de implementación, como para posicionarse. Lo mismo el Instituto Mayor Campesino, cuando ellos nunca hicieron presencia en los territorios y menos con los temas que andan ahora, de diplomados. Nunca los llegamos a ver en el territorio cuando la vaina estaba pesada, cuando fue tan fuerte el paro que se hizo agrario, porque ellos en una presentación dijeron que acompañaban el tema de derechos humanos. Pero el PNUD nunca se apareció entonces, a pesar que tuvimos muertos, heridos y detenidos. Y ahora con la implementación aparecen como un gran apoyo según ellos. Vienen trabajando muy de la mano con la gobernadora”.

El dirigente campesino termina con una reflexión sobre el rol que todo este negocio del tema de la paz está teniendo frente a los procesos organizativos que tanto sudor y sangre les han costado. “Eso ayuda a que la comunidad se fragmente porque hasta ahora el gobierno no invierte nada para el desarrollo de las comunidades, y los politiqueros aprovechando cualquier migaja que llega, desde la administración, la captan para ellos utilizarla diciendo que eso es gestión de ellos, y que le traen ayuda a la gente. Utilizan la poca inversión del municipio para engañar a la gente, diciendo que es gestión de ellos, cuando eso es deber de la alcaldía. Los programas asistencialistas los utilizan es para hacer politiquería”.

El gobierno no tiene un presupuesto para la construcción de paz y el cumplimiento de los acuerdos adquiridos con los insurgentes de las FARC-EP. Antes bien sigue aumentando el presupuesto militar; en temas como la sustitución de cultivos ilícitos, se muestra incapaz de comprometer una cifra cercana como la que ha invertido en la guerra contra las drogas. Así las cosas, las perspectivas para el acuerdo ya no se ven sólo difíciles por la falta de voluntad política, sino que también por mera incapacidad fiscal. Incapacidad fiscal que, hay que decirlo, también se deriva de falta de voluntad política. Así que lo que se logre implementar, pasará fundamentalmente por la asistencia internacional, que a través de múltiples agencias, ya viene llegando. Todos alistan los colmillos y las chequeras. Cada uno ve qué saca con la industria de la paz. Ya hay los que están formando sus nuevas ONGs como gestores, promotores o pedagogos de paz. Alguno habrá que acumule ganancias. Las comunidades, sin embargo, seguirán acumulando, con toda seguridad, carencias, violencias e incumplimientos.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=229732

 

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El no se impuso, ¿Qué sigue?

05 de octubre de 2016 / Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/

Por: José Antonio Gutiérrez

Con una participación de apenas el 37% del electorado, el NO se impuso, con un 50% de los votos, por un breve margen de menos de un 1%. En circunstancias normales, este resultado se vería como un empate técnico[1]. Sin embargo, la derrota política sufrida por los sectores políticos que han respaldado el acuerdo de paz entre el gobierno de Santos y las FARC-EP no puede ser minimizada. La campaña del NO, en estricto rigor, no tenía que ganar para ganar: le hubiera bastado tener un margen de votos lo suficiente amplio como para poner un signo de interrogación y quitar piso de legitimidad a lo acordado en La Habana. En cambio, lograron mucho más que eso, imponiéndose en el conteo final en una jornada electoral cuyos altos niveles de abstención tampoco pueden atribuirse exclusivamente a la lluvia. La falta de entusiasmo en torno a este acuerdo de paz ha sido más que evidente, pese a que todos los medios de comunicación, la llamada “comunidad internacional” y las principales personalidades de la política y la cultura se posicionaron a favor del SI. No es de sorprenderse que el SI haya tendido a imponerse en las zonas de presencia guerrillera o de fuerte intensidad del conflicto, mientras que el NO se tendió a imponer en las zonas alejadas del conflicto[2]. Pero estas son tendencias, no realidades absolutas: en zonas del Caribe, claramente ajenas al conflicto, se impuso el SI y el NO se impuso en municipios fundacionales de las FARC-EP, como ser Chaparral, Rioblanco y Planadas en Tolima.

Ya habíamos dicho, a contravía del triunfalismo reinante entre los partidarios del SI, que resultaba insensato despreciar la fuerza que el NO podía tener entre los votantes[3]. Pese a que en un principio el espectro del NO era feudo exclusivo de los uribistas, sería un error asumir que pertenecen al expresidente todos los votos en contra al acuerdo, o que todos estos votos representen al “guerrerismo”: aunque esos sean los sectores más visibles, hubo sectores que con argumentos jurídicos también se posicionaron en el campo del NO[4]. No creo que muchos de los votantes contra el acuerdo quieran, genuinamente, volver a la guerra o quieran más derramamiento de sangre. Esto es algo que no debe ser obviado. Acá no se debatió la paz y la guerra, aunque así lo quiera ver obstinadamente un determinado sector –se sabía que, fuera cual fuera el resultado del plebiscito, la decisión de las FARC-EP de abandonar la lucha armada no tiene reversa y en ese sentido se habían ya expresado algunos comandantes de esa guerrilla[5]. Quienes rechazaron el acuerdo tal cual fue negociado en La Habana esperan una renegociación.

Desde luego, no ayudó la pobre pedagogía de paz durante el proceso de negociación, en el cual hubo más interés en aislar y desacreditar a la insurgencia que en dar capital político a lo que se venía negociando. Ni tampoco ayudó la campaña de Santos, que invitó al pueblo a tragarse sapos. Al pueblo no le gusta tragarse sapos , aunque a veces tenga que hacerlo contra su voluntad. Pero si se le da la opción, dirá que no. Así de sencillo. Podrá decirse que el mensaje de Santos fue tibio o confuso, pero no podía ser de otra manera: en realidad, tanto él como Uribe son representantes de la oligarquía y sus contradicciones, magnificadas por la prensa, son más de forma que de fondo[6]. En la narrativa post-conflicto que están construyendo –antes de que estemos en el post-conflicto-, el Estado aparece como un padre benevolente que perdona a su hijo rebelde sus desafueros pasados. La cuestión es cuanto están dispuestos a ceder o a perdonar. Un acuerdo que no tocaba el modelo y que no tenía, de manera evidente, capacidad transformadora para la mayoría, no tuvo mayor eco y el debate terminó limitándose a la supuesta impunidad para las FARC-EP.

Pero más allá de las limitaciones obvias de la campaña oficialista, el triunfo del NO refleja la debilidad de las partes negociadoras de cara a la población . Santos es uno de los presidentes más impopulares de la historia colombiana[7], y dudo mucho que la colección de politiqueros, vividores y oportunistas encabezando el SI –entre ellos personajes como Samper o Gaviria- hayan contribuido a generar confianza en torno al proceso. Esto, sin considerar la profunda crisis institucional que vive el país. Por otra parte, aunque las FARC-EP cuentan con un respaldo profundo y arraigado en ciertas zonas rurales donde han tenido presencia, el rechazo a ellas por parte de las mayorías urbanas es indiscutible. El repudio a las FARC-EP tiende a aumentar mientras más lejos se esté de ellas –resulta curioso, por decir lo menos, que algunas de las personas más viscerales en contra de la guerrilla sea gente que jamás en su vida han conocido a un guerrillero, lo cual demuestra la fuerza de la construcción que mediante la propaganda oficial se ha hecho. Pero sea cual sea el origen de esta percepción, ella es una realidad que no puede ser ignorada. Resultaba clave, para ganar apoyos al proceso de paz, conectar con la población que vive fuera de las zonas rurales de influencia tradicional y llegar una población mayoritariamente urbana o incluso no urbana pero que está inmersa en otras problemáticas y otros procesos , que son afectados indirectamente por la guerra de maneras diferenciadas. ¿Qué significaba el proceso de paz para ellos, en concreto? La izquierda que rodeó al proceso, dividida como está, débil, marginal, desconectada del sentir y pensar de las mayorías populares, más hábil para alienar y señalar a los que piensan diferente que para generar procesos incluyentes, sin suficiente imaginación, con prácticas añejas, acostumbrada a consignas que han tapado su falta de proyecto para ofrecer al conjunto del pueblo, fue incapaz de hacer esta tarea.

El triunfo del NO vuelve a demostrar que el proceso fue visto como un asunto distante para la mayoría de la población, como algo ajeno. De hecho, el proceso de paz fue “vendido” mucho mejor a la comunidad internacional que al propio pueblo colombiano. Santos parecía más interesado en una agenda externa (buscar fondos internacionales para “Paz Colombia”, su anhelado premio Nobel de la paz) que en los resultados de la misma negociación. La alta abstención indica esa falta de conexión con el acuerdo de La Habana, pero es difícil creer que una mayor participación hubiera revertido la tendencia. Tal vez, en este sentido, no resulta tan descabellado, como se ha querido hacer creer, la posición del ELN de convocar un amplio diálogo nacional para superar el conflicto social y armado –recordemos que las negociaciones con esta otra insurgencia están empantanadas, entre otras cosas, por los mecanismos de participación popular, que demandan sean mucho más fuertes que los que existieron en el proceso de La Habana.

Si bien el triunfo del SI no significaba el triunfo del “castro-chavismo”, tampoco el triunfo del NO significa el retorno a la guerra total. Quedan dos caminos por delante frente a este impase: una renegociación de los acuerdos, que implicaría a las dos partes tragarse sus palabras previas de que nada era re-negociable e incluir una participación más amplia incluyendo, entre muchos otros, a sectores del uribismo[8], o la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, propuesta inicial tanto de las FARC-EP como del uribismo, propuesta que en el actual contexto político podría resultar desastrosa para las fuerzas progresistas . Nada asegura que la nueva Constitución sea más progresista que la del ’91, y todo pareciera indicar que se impondrían fuerzas reaccionarias que dejarían su impronta en la Carta Magna por décadas. Así las cosas, lo más probable es que termine renegociándose condiciones más draconianas para los insurgentes, mientras el ELN toma nota de los acontecimientos.

Después de esta dura derrota, volvemos entonces a la pregunta del millón ¿qué hacer? Responder esta pregunta requiere de un ejercicio de autocrítica profunda por parte de la izquierda: no es suficiente criticar a terceros, sea la lluvia, sea la oligarquía, sean los medios, sea el imperio. Como para variar, los principales medios, sectores oligárquicos y las principales potencias del mundo (incluido EEUU) estuvieron de acuerdo con el SI al plebiscito. Hay también que abandonar la arrogancia de esa izquierda que presupone que cuando los sectores populares no están de acuerdo con ella, es porque son brutos, tienen la cabeza lavada, son irracionales, son guerreristas, pasionales, etc. En vez de vociferar “caverna” o “guerrerismo” hay que aceptar con humildad estos resultados y tratar de entender el mensaje de fondo que se entrega a quienes creen en la posibilidad de construir una sociedad más libre, más justa y más igualitaria.

Hay que dar un paso atrás y tratar de pensar nuevamente el proyecto de sociedad que se ofrece al conjunto del pueblo, pero también hay que entender que ese proyecto no puede ser sencillamente ofrecido a las masas con la benevolencia paternalista del despotismo ilustrado: todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Se requiere que el pueblo, sus mil luchas, organizaciones, expresiones, deseos, ocupen el centro del quehacer político. No se trata solamente de ofrecer una alternativa al pueblo o “venderle” un acuerdo, se trata de construir esa alternativa junto a él. La paz, por sí sola, ya no es el máximo convocante para la sociedad colombiana, así haya quienes la hayan utilizado para re-elegirse o para candidatearse en las próximas elecciones[9]. Toca enfatizar ese componente de “justicia social” que siempre se insistió que era un aspecto crucial de la paz, el cual estuvo apenas tímidamente representado en la paz ofrecida por los acuerdos de La Habana. Es necesario conectar la paz con las condiciones de vida de la mayoría de la población, mayorías que tienen interés en una Colombia mejor, en una Colombia más humana, más participativa, más igualitaria, pero que no se ve reflejada en lo acordado en La Habana o que lo desconocen porque es un proceso distante. Para lograr ser relevantes, toca abandonar la arrogancia y los vicios autoritarios de cierta izquierda, y encontrar la manera de contribuir a que las masas se conviertan en protagonistas de su propia historia y no verlas solamente como un rebaño que se acarrea para implementar decisiones tomadas por las “mentes superiores”. Una tarea formidable pero que requiere un cambio de mentalidad en quienes apuestan por una nueva sociedad. Más allá del plebiscito, el sol volverá a salir, el mundo seguirá girando y los problemas sociales de las mayorías seguirán ahí –mientras esto sea así, hay esperanza para un proyecto transformador que realmente convoque al conjunto del pueblo.

Notas:

[1] Puede consultarse el resultado electoral pormenorizado en la página de la Registraduría http://plebiscito.registraduria.gov.co/99PL/DPLZZZZZZZZ…1.htm

[2] Se pueden revisar los datos en la página de la Registraduría ya mencionada. Mientras el NO se impuso en Caquetá, municipios como Solano, Cartagena de Chairá y San Vicente del Caguán, votaron mayoritariamente por el SI (aunque con un margen estrecho). Lo mismo ocurre en Norte de Santander (donde el NO se impuso en prácticamente todas partes menos el Catatumbo) o en Arauca.

[3] http://anarkismo.net/article/29580

[4] Ver, por ejemplo, el artículo de José Gregorio Hernández Galindo http://www.razonpublica.com/index.php/conflicto-drogas-….html

[5] Ver las declaraciones del comandante fariano Carlos Antonio Lozada http://www.elespectador.com/noticias/paz/farc-sostienen…40303

[6] Sobre este asunto, recomiendo la lectura de Jaime Jiménez entre las similitudes de la campaña oficialista del SI y la del uribismo por el NO http://www.rebelion.org/noticia.php?id=217480&titular=a…-del-

[7] Curiosamente, la falta de legitimidad y popularidad de Samper fue una de las razones por la cual la insurgencia no negoció con él. Hoy se negocia con el igualmente impopular Santos, mientras Samper ha utilizado el proceso de paz y sus contactos con sectores de la izquierda liberal para intentar rehabilitarse.

[8] Como anécdota, el nunca bien ponderado pero casi siempre lúcido William Ospina decía en una polémica columna en las pasadas elecciones presidenciales que, en su infinita capacidad de equivocarse, la izquierda creía que el mal menor era Santos debido a la negociación de paz. En cambio, de manera preclara, Ospina afirmaba: “Yo he abogado 20 años por la paz negociada, pero, con el perdón de las Farc, nada me parece más inverosímil que la paz de Santos. La paz, para que sea verdadera, tiene que ser otra cosa, y ya muchos han advertido que si la paz sólo puede hacerse con el enemigo, una paz sin Uribe es como una mesa de dos patas”. Creo que el resultado del plebiscito y la perspectiva de renegociar con el uribismo, de alguna manera, reivindica la posición de Ospina que en ese momento provocó un voladero de plumas e hizo que se le descalificara con toda clase de epítetos abusivos. Ver su columna http://www.elespectador.com/opinion/de-dos-males-column…95794

[9] Humberto de la Calle ha recibido una dura paliza en sus intentos de ser el candidato de la paz.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=217516

Fotografía: news.vice

Fuente artículo: http://insurgenciamagisterial.com/el-no-se-impuso-que-sigue/

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