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El PIN parental: un ataque a la escuela pública, al pluralismo democrático y a los derechos de la infancia

El profesorado, y la comunidad educativa en su conjunto, han de estar muy alerta para desentrañar todas las maniobras de quienes en nombre de la libertad quieren cargársela imponiendo sus particulares puntos de vista; o de quienes apelando a la democracia resucitan viejos y nuevos autoritarismos.

Vox -el partido donde se funde el franquismo histórico con los postulados de la nueva extrema derecha- cabalga a galope en la educación. Su primera iniciativa es la del Pin parental, mecanismo que permite a las familias vetar actividades y contenidos que se opongan a sus creencias morales e ideológicas. Esta iniciativa trata de arrastrar a los otros partidos de la derecha -Partido Popular y Ciudadanos- que gobiernan en las comunidades autónomas de Madrid, Andalucía y Murcia. El Ministerio de Educación ha ha enviado una interpelación para que no se aplique al entender que vulnera la legalidad democrática y los derechos de la infancia. Los contenidos que se cuestionan por parte de Vox son, de momento, los relacionados con la diversidad afectivo-sexual y la igualdad de género. Por eso también se han pronunciado en su contra diversos colectivos educativos y sociales, entre ellos los feministas y LGTBI.

Lo del veto parental no puede leerse como una propuesta aislada sino que forma parte de una ofensiva que las fuerzas conservadoras y reaccionarias van fraguando desde hace tiempo y que, a buen seguro, con el nuevo gobierno de izquierdas, emergerán con más virulencia al menos en tres direcciones y contextos.

La primera ofensiva, es la de la privatización, concretada en la libre elección de centro, un proceso que poco tiene que ver con la libertad educativa real, con un derecho democrático y mucho menos con la igualdad de oportunidades, pues genera un alto grado de segregación y marginación (véase artículo de Julio Rogero). Su discurso es claro: primero elegimos el centro que más nos conviene por nuestra posición social y luego hacemos un uso extensivo y abusivo de la libertad para imponer lo que nuestros hijos deben aprender en función de nuestros intereses particulares, de nuestras convicciones ideológicas y de nuestras creencias religiosas.

La segunda ofensiva, expresada de forma encubierta, trata de deteriorar la imagen de la escuela pública, atribuyéndole, mediante una burda manipulación, la falta de libertad y el adoctrinamiento ideológico. Para lograr tal propósito no es necesario demostrar nada con datos y evidencias. Basta con generar ruido mediático, confusión entre las familias, miedo entre el profesorado y dudas e incertidumbres sobre el funcionamiento presente y futuro de la escuela pública, en un momento en que este modelo escolar goza de tanta o más calidad que la escuela concertada. El futuro sí les preocupa y mucho: porque la pugna por la captación de más alumnado -clientes, les llaman- se acrecienta en un momento de progresivo descenso demográfico. Una batalla de enorme calado por la hegemonía educativa y cultural.

La tercera ofensiva se sitúa en el ámbito internacional y es compartida por todos aquellos países gobernados o con una influencia poderosa de la extrema derecha, y alentada por grupos evangélicos extremistas o ultracatólicos. La lista es larga y viene de lejos. Basta recordar, a modo de ejemplo, las negativas de bastantes centros estadounidenses a enseñar la teoría darwinista de la evolución o, más recientemente, las tentativas del activismo de los derechos de los hombres blancos -que no humanos- que “se sienten discriminados”; la caza de brujas emprendida contra la presencia de Paulo Freire en las aulas por parte del gobierno brasileño de Bolsonaro, o las presiones de padres y madres para que no se pasen ciertos vídeos sobre cuestiones consideradas controvertidas y que han terminado con expulsiones docentes; y en distintas comunidades autónomas del Estado español ya se han dado casos de denuncias familiares que han terminado en el juzgado por defender en las aulas el legítimo derecho de huelga, por comentar conflictos sociales y políticos, por cuestiones relativas a la diferencia sexual o por la enseñanza de otras lenguas cooficiales junto al castellano. Y mañana, el foco de la denuncia y la censura puede trasladarse a la inmigración, las personas refugiadas, el cambio climático o la memoria histórica. Tampoco ayuda demasiado el hecho de que el cordón sanitario que se mantenía en Italia contra el fascismo o en Alemania contra el nazismo se haya relajado y hasta desactivado en algunos aspectos.

La iniciativa del veto parental u otras de carácter similar atentan contra derechos básicos, el pluralismo en una sociedad democrática y contra la función de una escuela abierta a la realidad. Vayamos por partes.

En primer lugar, el veto parental contradice algunos artículos básicos de la Constitución, el espíritu y la letra la LOMCE -la actual ley educativa- que reconoce la educación integral, así como a la normativa que desarrolla el currículo en las comunidades autónomas, donde se incluyen contenidos y actividades como los que se pretenden impugnar. También contradice los diversos tratados internacionales como los Derechos Humanos y la Convención de los Derechos de la Infancia que reconoce que esta es sujeto de derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, entre los cuales cabe mencionar el respeto a la diversidad de género, sexual y racial; el de la libertad de expresión, pensamiento, conciencia y religión; y el derecho a la información y a no ser objeto de intromisiones. El Estado y los poderes públicos, al igual que cuida de la protección física y psíquica de la infancia, también ha de velar por la protección de sus derechos éticos y democráticos. Estos están por encima de las creencias de las familias. La libertad no se impone sino que se ejercita de forma autónoma. Nadie puede atribuirse su monopolio.

En segundo lugar, la escuela pública en una sociedad democrática garantiza el pluralismo, con la inclusión, el intercambio y el aprendizaje de las diversas ideas, visiones y valores. Asimismo, protege el más escrupuloso respeto hacia las distintas maneras de ser, definirse y relacionarse de los seres humanos, en razón de su sexo, cultura u otras, siempre y cuando no atenten a los derechos anteriormente señalados; pero el respeto a la diversidad no puede desligarse de la igualdad, porque los seres humanos somos o deberíamos ser más iguales -en derechos- que diferentes. La escuela democrática no adoctrina, no impone una determinada manera de pensar -el qué pensar- sino que abre caminos al pensamiento y a la reflexión: al cómo pensar, una distinción que no es baladí. Por eso destierra adoctrinamientos, dogmatismos, sectarismos y fundamentalismos. Por otro lado, no hay democracia sin participación ni control. De ahí que en la actualidad se contemplen diversos mecanismos de participación y control democrático de los diversos actores educativos y, entre ellos, la familia: asociaciones de padres y padres, consejos escolares, representantes de clases, etc. Y si es necesario se crean otros con tal de mejorar la fluidez informativa y comunicativa. Y es en este contexto que, a principios de curso y cuando haga falta, se explican los proyectos educativos de centro, los contenidos del currículo y la programación de las diversas actividades. Y, obviamente, en el ámbito familiar, hay un amplio campo para desarrollar libremente otro tipo de intervenciones educativas que pueden superar mucho o poco con las contempladas en el currículo. Pero las reglas que regulan el espacio privado son distintas de las que conforman el ámbito público.

Y en tercer lugar, existen razones pedagógicas de peso. ¿Quién puede negar a estas alturas que la escuela ha de abrirse a la realidad y a la vida o que, al propio tiempo, la riqueza de la vida cotidiana no entre en las aulas? ¿Acaso una de las funciones de la escuela no es la de mostrar el mundo y el de comprenderlo a tenor de los cambios acaecidos en el campo tecnológico, económico, social y cultural? ¿Qué movimientos de innovación o renovación pedagógica, desde la más amplia pluralidad, no han tratado de responder afirmativamente a estos interrogantes? La educación escolar educa para la formación de un pensamiento libre y para la adquisición de un criterio propio. Para ello cabe ensanchar la mirada y no cerrarla, así como aprender a leer una realidad cada vez más compleja y cambiante con todos sus colores y no reduciendo la paleta al blanco y negro. Hannah Arendt lo dice muy bien: “Cuantos más puntos de vista tengamos presentes cuando estemos valorando un asunto determinado, y como mejor me pueda imaginar cómo sentiría y pensaría si estuviera en el lugar de otros, más fuerte será mi capacidad de pensamiento representativo y más válidas serán mis conclusiones, mi opinión”.

El profesorado, y la comunidad educativa en su conjunto, han de estar muy alerta para desentrañar todas las maniobras de quienes en nombre de la libertad quieren cargársela imponiendo sus particulares puntos de vista; o de quienes apelando a la democracia resucitan viejos y nuevos autoritarismos.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2020/01/21/el-pin-parental-un-ataque-a-la-escuela-publica-al-pluralismo-democratico-y-a-los-derechos-de-la-infancia/

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La diversidad intergeneracional también enriquece los ecosistemas educativos

Por Jaume Carbonell

Los centros educativos pueden aprovechar el enorme capital cultural y social del territorio. Y en este acercamiento los vínculos entre personas de diversas edades contribuyen a mejorar el aprendizaje y la cohesión social.

Aulas con niños y niñas de seis años. Parques infantiles. Asociaciones de jubiladas y jubilados. Residencias para las personas mayores. Carreras juveniles. Corales infantiles. Clubes juveniles. Ateneos para personas adultas, etc. Históricamente casi siempre las personas de diferentes edades han convivido en espacios comunes, donde las relaciones sociales y los aprendizajes mutuos fluían de modo natural. Pero con la modernidad parece que todo eso se ha roto y se han ido organizando guetos en función de la edad. Todo se especializa y se encierra en el grupo de iguales. Los guetos pueden ser sociales, lingüísticos y culturales. También generacionales. Las razones del por qué se busca está homogeneidad son comprensibles. Ahora bien, ¿sería conveniente girar el foco y preguntarse no sólo qué se gana con estas agrupaciones sino también qué pierde? Porque la cohesión entre la población de un municipio se establece a partir de diversas variables.

En los albores del municipalismo democrático los déficits eran de tal magnitud que lo primero que hubo que hacer fue dotar el territorio de los servicios públicos básicos. En el campo de la educación, el gran reto era hacer efectivo el derecho de la escolarización para toda la población: desde la escuela infantil hasta la enseñanza secundaria. Los esfuerzos fueron ingentes, pero aún hoy es necesario luchar para lograr la extensión de la educación infantil y para cubrir otras necesidades escolares debido a los flujos inmigratorios y a la movilidad social.

Paralelamente, o en una segunda fase según los casos, los ayuntamientos fueron creando una amplia oferta de servicios, programas, recursos y actividades para conocer, vivir y aprender de la ciudad y del entorno natural, tratando de implicar a todos los agentes educativos y sociales del territorio. De aquí nacieron las ciudades educadoras que siguen conectadas en numerosas ciudades del mundo.

Actualmente, a partir del programa Educació 360 –que se está aplicando en Catalunya–, se ha dado un paso significativo, abriendo nuevas ventanas de oportunidades, articulando lo que se aprende en la escuela con lo que puede aprenderse fuera de ella. Ello supone integrar la educación formal y no formal en un solo proyecto, fortaleciendo los aprendizajes personalizados y empoderando las redes territoriales. De esta manera, el derecho a la escolarización se convierte en el derecho a la educación; y el conjunto de ofertas y experiencias formativas, con frecuencia demasiado aisladas, se van trenzando en un ecosistema educativo.

El éxito de este programa, que se fundamenta en la proximidad, la flexibilidad y la corresponsabilidad, depende en buena medida de tres variables: equidad, diversidad y calidad: en cualquier intervención, así como en su conjunto. En cada ecosistema educativo. Y en este punto podemos volver al principio del texto, retomando el hilo por la apuesta por la diversidad interedades e intergeneracional.

Disponemos de suficientes estudios y evidencias que ponen de relieve las ventajas de compartir las diversas visiones, intereses, formaciones recibidas y experiencias vividas. Se ha visto en la escuela a la hora de agrupar el alumnado de diversos grados en un mismo espacio, de manera ocasional o permanente, o en el momento de compartir actividades con personas mayores; y se ha visto también con las iniciativas de aprendizaje-servicio donde se han establecido diversas colaboraciones intergeneracionales; o en escuelas de música donde se organizan conciertos con la participación de gente de todas las edades. Los vínculos que se logran en todos estos casos son de una fuerza extraordinaria, con vivencias emocionales y culturales de gran calado. ¡Llegan a aprender tanto unos de otros!

¿Por qué la escuela no rompe definitivamente con estos espacios tan encorsetados y segregados? ¿Por qué no se construyen una escuela infantil y una residencia de gente mayor, una al lado de la otra, para compartir momentos como la hora del desayuno o del cuentacuentos? ¿Por qué no se crean empresas de economía solidaria colaborativa adheridas a centros educativos, donde estos las aprovechan como espacios de aprendizaje, de orientación vocacional e, incluso, de prácticas en el caso de estudiantes de Formación Profesional? ¿Por qué no se acuerdan alianzas permanentes entre museos o centros de creación artística y escuelas con el objeto de generar nuevos espacios de intercambio y aprendizaje más reales y provechosos? ¿O, por qué, dentro del municipio, no se organizan clubes de lectura, talleres de cocina o sesiones de cine fórum con todo tipo de públicos?

En síntesis: una mayor y mejor convivencia intergeneracional puede contribuir a enriquecer los ecosistemas educativos y a reforzar la cohesión social del territorio.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2020/01/15/la-diversidad-intergeneracional-tambien-enriquece-los-ecosistemas-educativos/

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Dieciséis libros sobre educación: cosecha 2019

Por: Jaume Carbonell

Se termina 2019 y con él un buen año para la edición de libros sobre educación, desde muy diferentes perspectivas. Dejamos aquí una selección de algunos, no son todos los que podrían estar, pero sí los suficientes como para hacerse una buena panorámica.

Más allá de la escuela

Beard, A. (2019) Otras formas de aprender. Barcelona: Plataforma Editorial.

“¿Por qué metemos a los niños en un aula y les hacemos permanecer en ella durante doce años hablando con una persona cuando eso no volverá a sucederles en toda su vida? No tiene ningún sentido”. Este es uno de los muchos testimonios que recoge el autor que, tras una experiencia docente no muy satisfactoria, emprendió un viaje por medio mundo para explorar qué funciona en educación y qué no -este es el subtítulo del libro- hablando con gente vinculada al mundo de la ciencia, la empresa, la economía, la tecnología, la medicina y, por supuesto, la educación, constatando el divorcio que existe entre los progresos del mundo y el enquistamiento de la escuela en modelos tradicionales obsoletos. También bucea en la historia, destacando aquellas aportaciones como la inteligencia o la neurociencia, entre otras, que apuntan hacia otras vías de signo innovador, subrayando el valor de la creatividad como elemento de ruptura y haciendo acopio de una información ingente, a veces poco estructurada. Con este propósito visita los mejores centros tecnológicos y escuelas del Silicon Valley californiano o las de Finlandia y Corea del Sur que, con orientaciones contrapuestas, obtienen las mejores evaluaciones de PISA, un instrumento de medición y comparación controvertido que merece sus elogios.

La obra se estructura en tres partes: pensar de nuevo, hacerlo mejor y ejercer el cuidado, y la cierra con un decálogo sobre lo que Beard considera una revolución del aprendizaje que, en líneas generales, coincide con otras propuestas alternativas: aprender constantemente; piensa críticamente; desarrolla tu creatividad; desarrolla el carácter; empieza pronto; fomenta la cooperación; practica la enseñanza; utiliza sabiamente la tecnología; construye el futuro, y nosotros somos el sistema: “El sistema no está ahí afuera. El sistema somos nosotros y está compuesto por las relaciones entre las personas. Todos tenemos una función que desempeñar dentro de él y la capacidad de influir en su funcionamiento, para mejor o para peor”. Beard respira optimismo y hace una apuesta por el desarrollo de nuestro rendimiento, nuestro intelecto y nuestra ética en clave solidaria y no competitiva; algo que se consigue con diferentes formas de aprender en función de las finalidades educativas. Y se despide con este mensaje: “Hasta los economistas coinciden en señalar que el aprendizaje garantiza la rentabilidad de las inversiones. ¿Qué es lo que nos detiene?”.


Viajar y soñar, porque Ítaca existe

Echeita, G. (2019). Educación inclusiva. Barcelona: Octaedro.

Este autor, que subtitula la obra como ‘El sueño de una noche de verano’, se ha dedicado media vida en cuerpo y alma a trabajar por lo que estima uno de los sueños posibles: el de la inclusión educativa. Tras su larga y sólida trayectoria como profesor universitario en los campos de la docencia, la investigación y el asesoramiento, hace un alto en el camino para escribir una obra de madurez, donde se deslizan ideas, emociones, narrativas y unas cuantas metáforas, entre otros recursos literarios, aderezados con la colaboración poética de Gemma Serrano. Y. sobre todo, muchos aprendizajes. Por eso, el libro se organiza como un viaje que guarda cierta analogía con el poema Educar de Gabriel Celaya y con otras metáforas marineras. Habla de vientos favorables, de cartas de navegación, de guías para la travesía o de turbulencias hasta llegar a Ítaca. Y este viaje lo hace arropado por colegas, docentes, equipos directivos y padres y madres -sobre todo madres-, porque Gerardo se ha perdido con frecuencia entre aulas y pasillos y ha atendido un montón de demandas familiares.

Para él existe un referente especialmente emblemático: la Declaración de Salamanca y su marco de Acción, producto de la Conferencia Mundial promovida por la UNESCO. Su tesis nuclear es que toda la infancia, independientemente de sus condiciones físicas, intelectuales, sociales, lingüísticas u otras debe ser acogida en la escuela ordinaria, mediante una educación común, garantizando, por tanto, el acceso en términos de equidad y calidad del llamado alumnado con necesidades educativas especiales: un largo camino trufado de dificultades. Uno de los principales retos es el de transformar todo tipo de barreras excluyentes en oportunidades, mediante un enfoque sistémico que significa un cambio radical de las políticas, culturas y prácticas educativas. Un proceso que requiere entornos acogedores y participativos para la atención a la diversidad, reflexiones compartidas, formación docente, un marco inequívoco de valores, escuchar la voz del alumnado, apoyos dentro y fuera de la escuela, variedad de recursos para el aprendizaje, estrategias de presión para vencer resistencias y una revisión y análisis constante de cuanto ocurre dentro del centro. Otro referente citado en este punto es la Guía para la Educación Inclusiva. Desarrollando el aprendizaje y la participación de Tony Booth y Mel Ainscow, uno de los expertos más reconocidos en este campo.
Echeita presenta un discurso esperanzador, por aquello del optimismo de la voluntad, pero también tiene muy claro que “la educación inclusiva solo avanzará significativamente si, y solo si, se pone en marcha una transformación profunda de los sistemas educativos excluyentes que ahora tenemos”.


Aprendizaje profundo

Fullan, M. (2019) El matiz. Por qué unos líderes triunfan y otros fracasan. Madrid: Morata.

Desde que la literatura educativa anglosajona empezó a traducirse al español, allá por los años 80, el nombre de Fullan se convirtió pronto en un referente para analizar los procesos de reforma, cambio e innovación, iluminándonos en sus críticas y alternativas. Esta es la tesis del libro: en un mundo en el que la toma de decisiones es cada vez más veloz, estratégica y determinante, se requieren liderazgos sólidos donde los matices y las sutilezas son muy importantes. Pero conviene señalar qué modelo educativo hay detrás. El autor rehúye recetas de la aborrecida escuela convencional y de las píldoras tecnocráticas y neoliberales, y apuesta por una educación pública igualitaria y transformadora que promueva el aprendizaje profundo: un aprendizaje de calidad “que queda anclado en la persona durante toda su vida, incrementa la implicación del alumno mediante la personalización y la apropiación y le pone en contacto con el mundo real”, donde se generan valores, destrezas, conocimiento, y nuevas relaciones de cercanía y confianza entre los diversos miembros de la comunidad educativa. Para Fullan esta innovación se condensa en lo que llama las competencias globales o las cuatro C: el carácter, la ciudadanía, la colaboración, la comunicación, la creatividad y el pensamiento crítico.

¿Qué liderazgo se requiere para este aprendizaje? Sobre todo uno que sepa profundizar y pueda ayudar a entender el cambio y a optimizarlo, tanto en el ámbito micro como en el macro. El matiz escapa a la superficialidad y está atento al detalle para que, a través de un proceso de inmersión y reflexión, pueda captar la imagen completa del sistema con toda su compleja red de conexiones, más o menos visibles: para que pueda ver los árboles pero también el bosque. El liderazgo atento al matiz siente curiosidad por lo que es posible, es sensible al contexto y abierto hacia otras personas, trabajando no solo para el grupo sino con el grupo, con una actitud integradora. Este es una de sus primeros atributos: el cambio requiere una determinación conjunta, con un propósito común y una interacción continua: el “juntos lo conseguiremos”. El segundo atributo es la adaptabilidad, y el tercero la cultura basada en la responsabilidad, individual y colectiva. En todos los casos se documenta con ejemplos de casos en los que se pone de relieve el liderazgo atento al matiz y al mundo en los procesos de cambio y mejora.


La pobreza en España tiene rostro infantil

Marí-Klose, P. (2019) La infancia que queremos. Madrid: Catarata.

Los niveles de pobreza infantil son una anomalía y solo se afrontan luchando contra la desigualdad y la vulnerabilidad. Este es el diagnóstico de partida del autor, profesor de Sociología de la Educación y diputado socialista, y exdirigente del Alto Comisionado para la lucha contra la pobreza infantil. En este ensayo desgrana, con rigor, estudios, datos y argumentos que, amén de las privaciones materiales que comporta, muestran diversas situaciones de un fenómeno que se rejuvenece y que provoca frustración, vergüenza, humillación y baja autoestima en quien lo padece. Porque, dentro de las políticas de bienestar que, con la crisis han ido a menos, las ayudas específicas para pobres suelen ser ayudas pobres.

En la primera parte, se destaca el carácter acumulativo de los problemas relacionados con la pobreza y el carácter multidimensional de la exclusión social: vulnerabilidad económica, vulnerabilidad laboral, falta de acceso a los bienes y servicios públicos y déficits de interacción social. Las evidencias educativas más llamativas tienen que ver con la segregación: el alumnado más desfavorecido se concentra en los mismos centros y entonces el rendimiento educativo baja en picado; con el fracaso escolar y con el abandono prematuro; con un acusado déficit de escolarización en el primer tramo de la educación infantil; o con el menor disfrute de actividades extraescolares y culturales, así como de apoyo y acompañamiento familiar. Todo ello repercute, en suma, en la formación básica y en la falta de credenciales para lograr una cierta mejora y movilidad social. El ascensor cada día permanece más tiempo averiado.

El autor da cuenta de algunos modelos exitosos en las políticas de bienestar infantil como los escandinavos, sin duda, de merecido reconocimiento. Más cuestionables resultan, por el contrario, las políticas que destaca del laborismo durante el gobierno de Tony Blair. Y, aunque es cierto que las políticas de infancia han entrado en la agenda de la Unión Europea, los pronósticos no son tan optimistas como se pintan. En la última parte, se presenta “Una agenda para erradicar la pobreza infantil” -éste es el subtítulo del libro- trufada de debates y propuestas: uno de ellos es el de la renta básica y su posible idoneidad o no. Las medidas tienen como horizonte la corrección de la privación material -como desfamiliarizar costes de crianza- y de la exclusión social, con intervenciones centradas en la propia infancia, la familia y la escuela y la comunidad: más escuelas infantiles, evitar las repeticiones que no conducen a ninguna parte, incidir en la equidad del ocio o hacer frente a la segregación.

Habrá que ver hasta qué punto los ambiciosos Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, de modo general y respecto a la infancia en particular, superan las dificultades institucionales y financieras, además de las resistencias ideológicas, que también las hay. Al tiempo.


Las enmiendas educativas de un profesor de secundaria

Navarra, A. (2019). Devaluación continua. Tusquets: Barcelona.

Desde la publicación de Panfleto antipedagógico, de Moreno Castillo (2006), no han cesado de aparecer textos escritos por profesores de secundaria -casi siempre hombres- que, a partir de sus vivencias han puesto a caldo la situación de la enseñanza en este tramo educativo, sobre todo tras la aplicación de la reforma educativa de la LOGSE, a la que se le atribuye la causa de todos los males. ¿Qué tiene de común y de específico el libro de Navarra, construido a partir de historias vividas u observadas durante su media docena de años de docencia, un campo de estudio bastante reducido? Las coincidencias abundan en dos primeros capítulos de este ‘Informe urgente sobre alumnos y profesores de secundaria’ -así reza el subtítulo-, repletos de escenarios y situaciones que, a veces de forma irónica y corrosiva, y siempre con una prosa muy rica y fluida, habla de lo que califica de fenómenos paranormales y del profesor sobrehumano: del imparable descenso del nivel educativo; del síndrome del examen en blanco; de la pérdida del hábito lector y de las dificultades en la comprensión lectora; del abandono de los contenidos y su sustitución por las competencias; de la miseria cultural del entorno; de la indisciplina y desorientación del alumnado; de la angustia y del malestar del profesorado que tiene que dimitir de su función instructiva para convertirse en un mero animador.

Lo específico se mueve en un mar de contradicciones. Cuando se limita a contar su experiencia se percibe un entusiasmo y un compromiso inequívoco por explorar nuevas vías de enseñanza y aprendizaje y de conexión con el alumnado, en términos de ensayo y error, evitando la deriva hacia el catastrofismo del blanco y negro y fijándose también en lo que funciona o podría funcionar. También denuncia con brillantez los efectos de las prisas, la inútil sobrecarga burocrática, las visiones economicistas, los brotes de racismo, la pobreza y la desigualdad. Y es sensible a las dificultades familiares y a las carencias emocionales de su alumnado. Pero en el momento que pasa de la anécdota a la categoría, con ánimo de teorizar y generalizar, el matiz deja paso a la contundencia de un discurso reduccionista y simplificador: “La nueva educación degrada nuestra democracia”; “La nueva pedagogía es profundamente clasista”; “El constructivismo genera analfabetismo funcional”. U otras afirmaciones sobre el nivel educativo y la memorización.

Por otro lado, conviene resaltar su devoción por Gregori Luri, al que considera el mejor pedagogo y a quien cita una buena cantidad de veces. Lo mismo que hace con Inger Enkvist, profesora y pensadora sueca, su otro gran referente, defensora acérrima de la educación tradicional -donde primen la disciplina, el esfuerzo y la autoridad del maestro-, porque entiende que toda nueva educación ha fracasado. Ni Enkvist ni Navarra hacen distingos entre las diversas versiones de la innovación o renovación educativa, como si se tratara de un relato único.

Este profesor apuesta por un proyecto educativo neutral, más allá de derechas e izquierdas, y por otro tipo de centros públicos que “tienen que rediseñar los profesores, no los sistemas anónimos, a partir de iniciativas libres”.


Una apuesta por el éxito escolar

Uruñuela, P. (2019) La gestión del aula, Madrid: Narcea.

El autor, profesor de secundaria, inspector y formador, ahora ya jubilado, sigue siendo un todo terreno muy luminoso de la convivencia. ¡Qué cantidad de talleres, seminarios, cursos y conferencias ha impartido estos últimos años en las diversas comunidades autónomas! Su conocimiento experto en este campo dejó su huella en su paso por el Ministerio de Educación, durante el gobierno socialista de Zapatero, con la elaboración del Observatorio de la Convivencia, un referente que debería tener continuidad anual. Con otras personas creó la asociación CONVIVES para la mejora de la convivencia -dispone de una publicación digital- y en El Diario de la Educación es el responsable, junto con Josep Maria Puig, del blog en torno a la convivencia y el aprendizaje servicio.

“Yo empecé a dar clase sin que nadie me hubiera hablado nunca de cómo es un adolescente y, mucho menos, de cómo son los adolescentes de treinta en treinta”. Consciente de la necesidad y de las dificultades de conducir hoy una clase con adolescentes, se propone contar -así reza el subtítulo- “Todo lo que me hubiera gustado saber cuando empecé a dar clase”. Se trata de un libro que combina el diagnóstico y la reflexión con las propuestas concretas de intervención, como un cuaderno de bitácora para orientar al profesorado para lograr un buen clima y gestión del aula, identificando y corrigiendo las conductas disruptivas; e introduciendo los necesarios cambios metodológicos y organizativos y trabajando la motivación y el bienestar emocional del alumnado. Su tesis es que un aprendizaje exitoso requiere una buena convivencia. En este proceso intervienen varios factores y actores: proyecto educativo, alumnado, familia,… Y profesorado: su actitud y formación; y a esto último se ha entregado Pedro Uruñuela con horas y horas de compromiso. Una obra madura, clara y bien organizada que incluye en cada capítulo un breve ensayo, unas conclusiones y un amplio y útil repertorio de propuestas prácticas, con pertinente bibliografía, siempre con una mirada positiva y lejos del clásico modelo disciplinario sancionador.


Entre dudas, preguntas, escuchas y ayudas

Funes, J. (2018) Quiéreme cuando menos me lo merezca… Porque es cuando más lo necesito. Barcelona: Paidós.

Este psicólogo, educador y periodista lleva toda la vida en medio de jóvenes y adolescentes: observándolos, escuchándoles, hablando con ellos y, sobre todo, tratando de comprenderlos, más allá de lo que dicen y hacen, rehuyendo discursos fáciles, etiquetas y estereotipos. Se trata, sin duda, de una de las voces más autorizadas para hablar de estos colectivos: porque ha trabajado a pie de aula, desde los equipos psico-sociopedagógicos; en la calle para dar respuesta a los diversos rostros de la marginación en aras a lograr transiciones hacia la vida activa y la inclusión; en diversos ámbitos institucionales; y en la formación de educadores y educadoras. Una larga trayectoria que le ha permitido conocer las adolescencias desde distintas miradas.

Tras varias publicaciones, llega este libro, un auténtico best seller del cual, desde que salió a finales de 2018, se han vendido 20.000 copias -en catalán y castellano- llegando a estar entre los libros de ensayo en catalán más vendidos: algo insólito en un texto educativo. Además, no hay semana que no tenga una nueva presentación. Un día me lo encontré y le pregunté cuál era la razón de tan buena acogida. “Las familias andan cada día más preocupadas y con más dudas, y piden respuestas”. El propósito del libro de Funes se encuentra en el subtítulo: ‘Una guía para padres y maestros de adolescentes’. Ahora bien, comprometido como está con la renovación pedagógica transformadora, no siempre se lo pone fácil a quienes le escuchan: porque huye de los discursos oficiales al uso y de las recetas cómodas, tratando de devolverles las preguntas e invitándolos a pensar. Su saber experiencial lo condensa en dos agrandes apartados: el trabajo de convivir con adolescentes y propuestas para gestionar algunas preocupaciones. Y en el epílogo desvela una de sus prioridades: “Nuestra tarea debería consistir en descubrir sus malestares, reducir las contradicciones que las provocan y buscar formas de ayudas sensatas”.


¡Qué poco se conocen y respetan los Derechos de la Infancia!

Tonucci, F. (2018) Manual de guerrilla urbana. Barcelona: Graó.

Este psicólogo italiano que, con un gran poder de seducción, consigue llenos espectaculares en sus intervenciones en España -dicen que más que en su propio país- es tan conocido como Tonucci como por Frato, su alter ego, que pone en tela de juicio las miserias del sistema educativo y de la pedagogía convencional a través de sus viñetas. Desde su primera obra, Con ojos de niño, no han cesado sus miradas a la infancia en sus diversos espacios educativos: la escuela, la familia y la ciudad, porque entiende que su bienestar se encuentra en esos y en otros lugares y artefactos que contribuyen a su socialización. Observador agudo e irónico, sabe reflejar en un dibujo un pensamiento profundo. Esto le permite ser muy prolijo en sus publicaciones: quizás no hace nuevas aportaciones pero aporta detalles y matices muy eficientes. Ahora, ya jubilado, ha dejado la investigación psicológica, pero como abuelo encuentra un rico campo de observación y creatividad.

Este manual de guerrilla tiene un destinatario: las niñas y niños que quieren conocer y defender sus derechos. En este caso el texto escrito pesa más que su ilustración, aunque nunca faltan las viñetas de Frato para resaltar con oficio y humor las ideas clave. La primera parte es una breve historia de la Convención sobre los Derechos del Niño, que se abre con esta pregunta: ¿Sabías que el art.3 de la Convención dice que el interés de las niñas y niños es siempre superior? Bastaría con que lo supieran el presidente, los ministros, los empresarios, los sindicatos, los alcaldes, los guardias, los maestros y los padres….”. Y la segunda se centra en las propuestas de rebelión, donde se habla del interés superior del niño; del derecho a expresar su propia opinión y a participar; el derecho al tiempo libre; y de derechos y deberes. El libro lo dedica a una niña de Rosario de 10 años, que dice: “La culpa de todo la tienen los mayores; debemos limitar el poder a los mayores”; y a un niño italiano de 5 años: “Si los adultos no escuchan a los niños, tendrán serios problemas”. Aviso para navegantes.


Contra mentiras y tópicos

Trilla, J, (2019) La moda reaccionaría en educación, Barcelona: Laertes.

El autor cuenta con una amplia y diversificada trayectoria en el campo de la práctica educativa -maestro de primaria, monitor de colonias y, desde hace muchos años, profesor en la Universidad de Barcelona- y en la investigación y producción teórica: pedagogía del ocio, educación moral, el análisis de diversas pedagogías y de cuestiones socialmente controvertidas. Este es un libro que se mueve en esta dirección, porque desmonta las falacias, tópicos, simplificaciones e invenciones que, con tanta contundencia como ligereza, difunden prestigiosos opinadores mediáticos -que cuando no hablan de educación son bastante progresistas- y un buen puñado de profesores, sobre todo de secundaria.

¿Cuál es la piedra de toque de su discurso, de las pedagogías que Trilla califica de reaccionarias? La reivindicación nostálgica de hace unas décadas en las que sostienen que el nivel educativo era más alto, se valoraban los contenidos, la autoridad docente no era cuestionada y se imponía la disciplina en las aulas. Tiempo en que los rituales de la escuela tradicional, sostienen, aún no habían sido sustituidos por las nuevas pedagogías renovadoras, causantes de todos los males y desgracias del actual sistema educativo. Trilla parte del análisis de algunos libros de esta órbita, sobre todo del pionero más influyente: El panfleto antipedagógico, de Moreno Castillo, y de piezas periodísticas, y con una argunentación sólida y minuciosa refleja buena parte de los mitos reaccionarios que se venden como la salvación de las mejores esencias educativas. Y esto se hace magnificando, de forma catastrófista, algunos problemas educativos actuales, en contraste con una idealización del pasado al que se le atribuyen todo tipo de virtudes. Quizás sí que la escuela de otros tiempos fue diferente para unas minorías socialmente y/o culturalmente privilegiadas pero no, ni mucho menos, para la mayoría de la población.

En el catálogo de las modas reaccionarias, donde se mezclan los discursos de la antipedagogía con algunas rémoras del pasado -que habría que diferenciar más nítidamente-, Trilla incluye cuestiones de signo bien distinto: la disciplina y los castigos corporales; autoridad del profesorado y de la atención a los contenidos; la condena indiscriminada a los pedagogos; la segregación por sexos y por niveles; el adoctrinamiento, muy centrado en la enseñanza de la Religión etc. Al final, aunque de forma breve, tampoco ahorra críticas a las pedagogías progresistas donde «tampoco es oro todo lo que reluce». Supongo que el autor podría extender la crítica a otros libros que han aparecido últimamente, algunos de ellos muy mediáticos.


Resistir al neoliberalismo desde la escuela pública

Rodríguez Martínez, C. (2019). Políticas educativas en un mundo global. Barcelona: Octaedro.

La autora es una de las caras más visibles del Foro de Sevilla, un colectivo que nace en esta ciudad a finales del 2012, conformado por profesores y profesoras, sobre todo del ámbito universitario, preocupados por la evolución y la deriva conservadora del sistema educativo y comprometidos por su mejora y transformación. A partir de su manifiesto fundacional: “Por otra política educativa”, han promovido encuentros y debates con otras redes que se mueven en la misma dirección, y han elaborado gran cantidad de textos para promover el debate, muchos de ellos publicados en el Diario de la Educación. Carmen atesora una triple mirada y experiencia: como profesora e investigadora universitaria: como responsable de la renovación pedagógica de la Junta de Andalucía hace ya algunos años, y como activista social en el campo de la educación y del feminismo.

Este libro, se inspira en la filosofía del Foro de Sevilla, aunque aporta su particular punto de vista y ahonda en cuestiones educativas y pedagógicas de enorme calado. De manera clara y ordenada arremete contra sistema educativo español, inscrito en el relato europeo neoliberal del capital humano, la competitividad, la gestión empresarial, la rentabilidad y la progresiva privatización, pero con un acento específico más conservador tras la aprobación de la LOMCE, con sus itinerarios segregadores y la homogenización y centralización del currículo, entre otros puntos negros. Asimismo, critica los sistemas de evaluación y las condiciones de precarización de la profesión docente, con una formación inicial desvinculada de la práctica y con una formación permanente a la baja, basada en el cursillismo y la mera certificación. Todo ello, sostiene, obstruye la autonomía personal y el empoderamiento docente.

En contraposición, Carmen Rodríguez apuesta por el modelo de escuela pública que garantiza los derechos de toda la ciudadanía, la laicidad y la justicia social; y por una educación para una ciudadanía crítica y democrática, sin olvidar la naturaleza política y ética del currículo: “Un conocimiento participativo, con sentido y transformador para construir una escuela democrática, deliberadora y reflexiva que evolucione desde la estrechez cultural hasta una verdadera ciudadanía universal conocedora de su legado”.


Miradas y propuestas críticas y solidarias

Moliné, B; Planes, Ll; Bonals, J. (2019) Educando para otro mundo posible: por una escuela comprometida. Barcelona: Graó.

Los tres autores, aparte de su actividad docente y educativa, han trabajado en el campo de la cooperación interescolar, la renovación pedagógica, la animación sociocultural y el asesoramiento psicopedagógico. Y los tres han formado parte de la Xarxa d’Escoles Compromeses, estrechamente vinculada a la Educación para el Desarrollo, cuyo propósito es generar conciencia crítica para la transformación social y política para avanzar hacia la justicia global en todas las comunidades del planeta. Esta modalidad educativa ha evolucionado desde un modelo asistencial y proteccionista hasta un desarrollo humano sostenible.

La obra, de una gran solidez, se estructura en dos bloques claramente diferenciados: el marco conceptual y las propuestas y experiencias. En el primero, dentro de un planteamiento que apuesta por la educación en valores y para la ciudadanía, se compaginan las dimensiones personales y relacionales, lo global y lo local, la teoría y la práctica, la mirada larga hacia horizontes utópicos y la pegada a las condiciones de la realidad cotidiana. Cabe destacar, entre otras valiosas aportaciones, los atributos derivados de la competencia social con las otras personas, sistematizada en estos puntos: la buena disposición hacia los demás, la hospitalidad, la generosidad, el cuidado, la equidad, el reconocimiento y la dignificación, y la capacidad de dejar ser. En los distintas temáticas que parten de dos premisas -conocer para tener criterio y tener criterio para actuar- se aprecia una cierta similitud con los ejes transversales contemplados en la LOGSE –la reforma impulsada por los primeros gobiernos socialistas-, tales como el medio ambiente, la cultura de la paz o el interculturalismo, que ahora han queda diluidos sino desaparecidos del currículo oficial.

En segundo bloque contiene siete experiencias que ilustran las conceptualizaciones, donde se ponen de relieve el compromiso social, el poder de la conversación, el intercambio entre comunidades y culturas mediante la correspondencia al estilo freinetiano, el trabajo en torno a los refugiados o la ciudad educadora. Un abanico de posibilidades para una comprensión e intervención crítica sobre la realidad.

Larrosa, J. (2019). Esperando no se sabe qué sobre el oficio de profesor. Avinyonet del Penedès (Barcelona): Candaya.

Este profesor de Filosofía de la Educación en la Universidad de Barcelona muestra en sus ensayos, con ciertas pretensiones literarias, un amplio bagaje lector. Así, más allá de la pedagogía, son frecuentes sus incursiones y referencias a la filosofía, al cine, a la literatura y a otros campos culturales. En sus anteriores producciones ha dado cuenta de ello. En este libro se incluye el género epistolar, la descripción de cursos y conferencias con sus correspondientes comentarios y otro tipo de intercambios con amigos, colegas y congresistas que enriquecen el núcleo de un relato amenizado por el fuerte protagonismo del autor.

Hay cuatro viejos conceptos recurrentes que vertebran la obra con los que Jorge Larrosa va conversando: la materia de estudio, el aula, la escuela y el profesorado. Los elogia, cuida y homenajea, defendiéndolos con pasión y sin fisuras, porque entiende que es la única manera de dignificar una escuela pública equitativa y de calidad que pueda sortear los nuevos vientos neoliberales.

“Es en la materia donde está la nobleza y, sobre todo, la magia, y lo único que el profesor debe tratar de hacer es que la magia de la materia llene la sala de clase”. En este sentido, se muestra muy crítico con las propuestas que tratan de diluir su esencia, con propuestas más modernas y rompedoras como los estudios culturales y de otro tipo de innovaciones. El aula, con un tratamiento excesivamente reiterativo, la concibe como el epicentro del aprendizaje, un lugar para el encuentro, la celebración y el goce. Se sitúa en las antípodas de los planteamientos que reivindican la hiperaula o más escuela y menos aula, como así titula M.Fernández Enguita uno de sus últimos libros. La función de la escuela la asocia a la lectura atenta, a la conversación rigurosa -no al mero parloteo- y a los objetivos básicos de la instrucción. Y al profesorado -dice que sólo debe ejercer de profesor para dignificar su oficio, prescindiendo de otros roles y atributos- le compete, sobre todo, conocer el mundo y ponerlo en el centro del aula, tratando de renovarlo y de impedir que no se desmorone, así como llamar la atención sobre las cosas importantes. No obstante, parece que Larrosa esté pensando más en el espacio universitario y en los niveles superiores del sistema educativo que en los inferiores.

Se agradece que el autor trate de dignificar aspectos tales como la materia, el silencio, la atención o la perseverancia, fruto de la mejor tradición, con frecuencia demasiado olvidados o asociados únicamente a un modelo pedagógico conservador; ahora bien, no acaba de entenderse que, cuando afirma que “tal vez ahora la tarea no sea tanto renovar la escuela como defenderla”, solo cite como amenazas la escuela de Disney, de los bancos y de las empresas tecnológicas, del shoping, de la emprendeduría, del coaching y del aprendizaje cognitivo, y se olvide de otros muchos relatos e intervenciones renovadoras y transformadoras en el seno de la educación pública.


Conversaciones para gozar y pensar

Nomen, J. (2019). El niño filósofo y el arte. Barcelona: Arpa.

El año pasado este profesor de la escuela Sadako, un centro innovador de reconocido prestigio, publicaba El niño filósofo, en torno al pensamiento crítico, mientras que el que nos ocupa versa sobre el pensamiento creativo en la infancia, que se desarrolla a partir de múltiples y ricas relaciones que discurren entre el arte y la filosofía, y que abren apasionantes vías de indagación. La huella de Lipman y su propuesta para el desarrollo de habilidades de razonamiento es una de sus fuentes de inspiración más notorias. “Debemos trabaja la creatividad para que los niños y las niñas se abran al mundo para recrearlo, para superar sus dificultades y bloqueos, para ir más allá en el difícil ejercicio de la libertad humana que exige la autonomía del pensamiento crítico, el coraje del pensamiento creativo y el amor del pensamiento cuidadoso”.

Se trata de un texto sumamente original y bien trabado que combina el ensayo con una propuesta de trabajo que rehúye el utilitarismo que con tanta lucidez denuncia Nuccio Ordine en la Utilidad de lo inútil, quien estima que hay actividades que no sirven para nada y son imprescindibles. Razón y emoción se hermanan para poder leer y comprender la realidad. La mencionada propuesta la conforman doce conversaciones entre filósofos y artistas que, desde un enfoque interdisciplinar, incluye pautas y actividades para el diálogo, la creación plástica, literaria, fotográfica y musical.

En cada conversación, donde se asocia la obra de un pensador con la de un artista, existe un tópico que, a modo de interrogante, actúa como hilo conductor: ¿Podemos ser libres?, ¿Es siempre incorrecto mentir?, ¿Podemos prever el futuro?, ¿Hay que saber vivir en la incertidumbre?, ¿Vivimos en una sociedad cansada?, o ¿Qué se puede entender por belleza? Por ahí circulan Beauvoir, Aristóteles, los hermanos Grimm, Freud, la Mafalda de Quino, la danza de los pequeños cisnes de Tchaikovsky o los poemas de Gloria Fuertes.


¿Innovación al servicio de quién y de qué?

Martínez, M / Jolonch, A (coord.) (2019). Las paradojas de la innovación educativa. Barcelona: Horsori.

Libro coral con una docena de aportaciones autóctonas y foráneas de diversos autores y autoras, interés desigual, la mayoría de ellos con una amplia y sólida producción teórica detrás. Aunque no hay un hilo conductor que dé continuidad -Vaya, que los textos se pueden leer sin orden ni concierto-, sí que existen unos tópicos que circulan por todos ellos: las diversas lecturas, significados y ámbitos de aplicación de la innovación educativa y, sobre todo, su relación con la calidad y equidad, tanto en cuanto a los procesos de aprendizaje del alumnado como a las dinámicas de cambio en el centro y en la comunidad. Una reflexión necesaria en un momento en que el término innovación se ha convertido en un mantra al que todo el mundo hace referencia para pensar y hacer cosas muy diferentes.

En el primer capítulo introductorio «¿Qué hemos de innovar y qué debemos conservar en educación?», Miguel Martínez presenta una visión panorámica sobre los retos pendientes a partir de la premisa de que la innovación por sí sola no es garantía de mayor calidad en educación , y de que nunca es neutral. Así, plantea los cambios que genera la necesidad de renovación pedagógica, en un momento en que cada vez hay más educación fuera de la escuela; la compleja relación entre contenidos y capacidades; o la formación integral y la creación de espacios de aprendizaje y convivencia para una educación democrática en valores. Lástima que las paradojas que plantea, muy adecuadas, no siempre tengan respuesta en los otros textos.

La aportación de José Manuel Escudero, «Innovación y calidad en educación», es muy clarificadora al presentar una cartografía alrededor del triángulo innovación-calidad-igualdad, y al diferenciar la innovación en clave de justicia y equidad de la innovación neoconservadora y neoliberal. Antoni Tort en «Escuelas, territorio, trabajo en red e innovación en educación», avanza en el discurso sobre las dinámicas de cambio en la escuela con respecto a los procesos de reinstucionalització y regulación, destacando el potencial que tienen las redes educativas horizontales.

Anna Jolonch pone el foco en «Las comunidades profesionales de aprendizaje», a partir de diversas investigaciones internacionales. No faltan aterrizajes más concretos, como el de Begoña Gros en «La innovación en los entornos y materiales aprendizaje» donde presenta una selección de materiales y recursos con criterios innovadores muy afinados para que, como dice ella, innovar no sea digitalizar contenidos.

También se incluyen otros textos generales sobre la innovación o más específicos sobre liderazgo, evaluación o formación del profesorado. Se echa en falta, sin embargo, una valoración más amplia y profunda sobre la avalancha de prácticas que forman parte de lo que se llama la nueva primavera pedagógica. Aunque, bien mirado, tal vez esto sería otro libro.


La grandeza de una escuela justa

Perrenaud, P. (2019). La organización del trabajo, clave de toda pedagogía diferenciada. Barcelona, Graó.

Desde la publicación de La construcción del éxito y del fracaso escolar, un libro que abrió un nuevo horizonte analítico, Perrenaud no ha cesado de ocuparse de las desigualdades: de cómo siguen reproduciéndose, en sintonía con el ya clásico discurso de Bourdieu, y de cómo pueden afrontarse con cierta eficacia, en clave de discriminación positiva, fijando diferentes estrategias orientadas a objetivos comunes. Esta es la clave de la pedagogía diferenciada: aunar la exigencia de igualdad con el derecho a la diferencia. Huye, por tanto, de visiones uniformistas y convencionales, apostando por concepciones renovadoras donde se perciben las resonancias de Freinet y Meirieu, por citar dos maestros más próximos. Una diferenciación que atiende a cada sujeto individualmente pero no olvida su pertenencia a una colectividad que conviene democratizar y cohesionar.

Perrenaud arranca con una pregunta obvia pero a la que, en la mayoría de los casos, sigue sin obtener una respuesta: “¿Por qué hay alumnos que pasan años y años en la escuela sin aprender todo lo que la escuela les promete? Sostiene el autor que ello es debido a que raramente el alumnado se ve enfrentado a situaciones susceptibles de hacerle aprender. A partir de ahí elabora una propuesta de intervención que ofrezca el máximo de situaciones de aprendizaje sólido y fecundo, articulada a partir de una organización del trabajo radicalmente distinta. No se trata de hacer más actividades ni aumentar el tiempo de atención para quien lo necesite sino de hacerlo mejor en el mismo tiempo. Ello supone cambios en el currículo, rompiendo los compartimientos disciplinarios e introduciendo proyectos multidisciplinares; en los tiempos y espacios; en la gestión de ciclos plurianuales de aprendizaje, más allá del aula, o en la configuración de nuevos agrupamientos.

Una nueva organización del trabajo, que aterriza en propuestas muy detalladas, que se propone dotar al alumnado de un capital cultural escolarmente rentable; un deseo de apropiarse de los conocimientos escolares, y un entorno que puede apoyarlos en su trabajo escolar y en su orientación. Esta es la escuela justa por la que lucha Perrenaud: la que cumple con sus promesas para todo el alumnado, independientemente de su origen, sexo o condición social.


El qué y, sobre todo, el cómo.

Williamsom, B. (2019). El furo del currículum. La educación y el conocimiento en la era digital. Madrid: Morata.

¿Qué visiones sobre el currículo del futuro se imaginan, ensayan o promueven, y qué conocimientos debería incluir? Estos son algunos de los interrogantes nucleares que se plantea este libro-informe, que se nutre de diversos estudios y grupos de trabajo sobre innovaciones digitales promovidos y financiados por la Fundación John D. y Catherine T. MacCarthur, en cuyas conclusiones se pone de relieve cómo aprenden, juegan, socializan y participan en la vida la infancia y la juventud actual.

Una de las tendencias más emblemáticas es el tránsito de una visión centralizada, controladora y canalizadora, por otra cada vez más descentralizada, distribuida y dispersa, a través de multitud de redes y conexiones. Se argumenta que la arquitectura y desarrollo del currículo ha dejado de estar exclusivamente en manos del Estado y pasa a depender de una mezcla confusa de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, empresas comerciales y del sector privado, organizaciones filantrópicas, laboratorios de ideas y programas sociales. En cierto modo, se experimenta un proceso de desinstitucionalización en la línea que apuntara Iván Illich hace ya medio siglo en torno a las mallas de aprendizaje. El énfasis se pone en la adquisición de destrezas y en competencias como el razonamiento: “Es la consecuencia de la tesis de que hoy es más importante ‘saber cómo’ que ‘saber qué’, pues es probable que la mayor parte de conocimientos que se aprenden en la escuela queden rápidamente desfasados en un mundo tan hiperconectado como el actual”.

Todo ello se ilustra con algunos estudios de caso como el Opening Minds, un currículo por competencias implantado en 200 escuelas británicas; el Quest to Learn, una “escuela para niños digitales” en la ciudad de Nueva York; o la red de escuelas concertadas de San Diego High Tech High, que integra la educación técnica y académica en un aprendizaje basado en proyectos, y que el pasado mes de noviembre recibió el premio al mejor proyecto educativo del mundo en la Cumbre Mundial para la Innovación en Educación 2019 (WISE). En las diversas experiencias planea la economía del conocimiento y el aprendizaje supeditado al mundo laboral -reforzada por la presencia de las grandes multinacionales informáticas- aunque también se visualiza un enfoque crítico y progresista que coloca, por ejemplo, al alumnado y al profesorado en pie de igualdad como creadores activos de contenidos, procesos y productos curriculares a través de un aprendizaje conjunto.

Este es otro de los grandes interrogantes: “¿El currículo del futuro se orientará más hacia prácticas comunitarias y cooperativas o, por el contrario, se dejará arrastrar por los patrones individualistas y economicistas de carácter neoliberal?».

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/12/11/dieciseis-libros-sobre-educacion-cosecha-2019/

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Decálogo para el bienestar docentes: entre el compromiso y la imaginación

Por: Jaume Carbonell

¿Cuáles son hoy los roles y funciones del profesorado que trata de renovar y transformar la educación? Aquí se sintetizan en forma de diez mandamientos laicos.

1. Llenarás de conocimiento, de vida y de experiencia humana este lugar llamado aula, convirtiéndolo en un espacio de conversación, experimentación e investigación, donde las preguntas se convierten en el motor del aprendizaje. Y, de tanto en tanto, saldrás del aula para enriquecer el conocimiento en otros escenarios de aprendizaje tan o más provechosos.

2. Acompañarás al alumnado en la compleja y apasionante aventura del saber, despertando su curiosidad y deseo de aprender, con exigencia y afecto, pero evitando el tedio, la disciplina férrea y las evaluaciones competitivas y absurdas. Y en este acompañamiento, dentro de un clima de confianza y libertad, les enseñarás a qué deben prestar atención, discriminando el grano de la paja, así como los comportamientos éticos reprobables.

3. No olvidarás, ante la avalancha de nuevos y viejos contenidos que engrosan cada día más el currículo, que uno de los objetivos básicos es la formación integral, donde el desarrollo cognitivo corre a la par de las dimensiones emocional, ética y social; donde se compaginan los saberes científicos con los humanísticos, y los contenidos se mezclan con las competencias. El reto es asentar en el alumnado un conocimiento profundo, situado y con sentido Y tampoco olvidarás que, con frecuencia, menos es más.

4. Vencerás el aislamiento del aula para implicarte en el proyecto educativo de centro que está en reconstrucción continua, para trabajar cooperativamente con otros compañeros y compañeras, intercambiando experiencias y dudas, compartiendo iniciativas, tejiendo complicidades, forjando una cultura pedagógica común y respetando el pluralismo metodológico: los modos de enseñar y aprender. Y te arriesgarás a emprender nuevas aventuras y sueños, porque también esto forma parte del compromiso con la renovación pedagógica.

5. Tratarás de acoger y atender al máximo la más amplia diversidad de alumnado, respetando su singularidad y con el foco puesto en la educación equitativa e inclusiva. Pero, además de este tratamiento personalizado, procurarás también que el grupo-clase crezca como colectividad democrática, aprendiendo a ejercer derechos y responsabilidades, y a tomar decisiones.

6. Tendrás presente, en todo momento, la importancia que tiene aprender a leer y a comprender el mundo, desde la realidad más cercana a la más global, desde el pasado hasta los tiempos presentes: a partir de la trasmisión de tu experiencia humana y de la vinculación de su experiencia cotidiana con el aprendizaje. Un compromiso docente que apela a la transformación educativa y social, muy sensible a cuestiones de tanto calado como el cambio climático, las migraciones, el racismo o la violencia de género.

7. Para ello les enseñarás a pensar: no a qué pensar -para no caer en dogmatismos ni sectarismos- sino a cómo pensar. Para que, desde la educación infantil, empiecen a hacerse preguntas, a analizar críticamente la realidad, a escuchar y respetar diversos puntos de vista, a hacer uso de la palabra libre y a convivir pacíficamente. A conformar no una mano de obra súbdita sino una ciudadanía crítica y democrática.

8. Evitarás perder tiempo en tareas burocráticas que te restan atención a tu alumnado, a la reflexión compartida o a la relación con las familias y otros agentes educativos del territorio. El tiempo es un bien escaso y hay que aprender a gestionarlo, discriminando las prioridades. Y, llegado el caso, ante exigencias y tareas inútiles, injustas e injustificables, quizá sea necesaria la insumisión o desobediencia pacífica, como arma de contestación colectiva.

9. Te detendrás continuamente para observar, con mirada atenta y escucha profunda, la vida cotidiana de tu alumnado, para dialogar con tu entorno y reflexionar sobre el sentido de lo que estás haciendo. No sirve el activismo sin ton ni son, apuntarse a todas las modas y tener que atender con prisa todas las urgencias. Porque, con frecuencia, lo urgente no es lo más importante: se requiere reflexión y sosiego. Hay que valorar los tiempos de formación y cuidarse. Se puede hacer de muchas maneras, pero es recomendable hacerlo a partir de la práctica, con otras personas y mediante el trabajo en red, virtual y presencial. Sin parar, pero sin correr.

10. Defenderás con entusiasmo y orgullo esta profesión tan vieja como bella, luchando para mejorar tus condiciones de trabajo y las de tu centro, con el objeto de lograr un mejor reconocimiento social del magisterio y una mayor dignificación de la escuela pública. Porque sabes que la educación es un arma poderosa que influye en los cambios de la sociedad y despierta las conciencias. Y es sabido que muchas maestras y maestros dejan huellas profundas en el alumnado e incluso cambian vidas para siempre.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/11/27/decalogo-para-el-bienestar-docentes-entre-el-compromiso-y-la-imaginacion/

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Siete películas para conmemorar los derechos de la infancia dentro y fuera del aula

Este miércoles hace 30 años que Naciones Unidas aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño. Para celebrar esta efeméride recuperamos siete films que muestran situaciones donde se vulneran y reivindican derechos, en especial el de una vida digna acogedora y en libertad.

Jaume Carbonell

La infancia ha sido representada, con mayor o menor acierto, por las cinematografías de medio mundo, mediante historias individuales y colectivas, con miradas variopintas y en los más diversos escenarios de socialización. En muchos casos el incumplimiento sistemático de derechos reproduce la situación de olvido, abandono y maltrato infantil, mientras en otros se abren rayos de esperanza hacia algún tipo de inclusión y bienestar. A la hora de la selección, se han tenido en cuenta estos criterios, aunque con muchas dudas debido a las amplias posibilidades de elección. ¡Hay tantas y tan buenas películas!

Billy Elliot

Stephen Warbeck. Reino Unido, 2000, 111 min. La historia de un niño que tiene que luchar contra los prejuicios y estereotipos sexistas de una comunidad que vive un ambiente de dureza laboral debido a la larga huela minera que mantienen contra la política neoliberal de Margaret Thatcher, con enfrentamientos diarios con la policía. Billy, con tesón y persistencia, abandona el boxeo -actividad considerada genuinamente masculina-, por el ballet, etiquetada de femenina. La película es un alegato a favor del derecho a la diferencia y a la libertad, que muestra con todo lujo de detalles el proceso de autoafirmación personal y la manera de afrontar las dificultades y superarlas. Una película que tiene el mérito de explicar de forma diáfana los condicionantes y convencionalismos sociales pero también la evolución de los personajes -el caso del padre es el más emblemático- que viven la situación de Elliot de forma contradictoria.

El Bola

Achero Mañas. España, 2000, 84 min. Un barrio obrero. Una familia afectada por la muerte de su hijo mayor, cuya consecuencia es la descarga en forma de malos tratos físicos y psíquicos por parte del padre sobre ‘el Bola’. Así se le conoce a este niño de 12 años, porque lleva siempre encima una bola metálica que dice que le trae suerte. La atmósfera familiar sórdida y violenta de la familia, la vive el adolescente de forma avergonzada y le incapacita para relacionarse con sus compañeros. La situación da un vuelco con la llegada de un nuevo compañero a clase que le permite trabar una sólida amistad y conocer a una familia muy distinta. Esta circunstancia le da fuerzas para enfrentarse a la suya en el tramo final del film. Un relato preciso y emotivo sobre el placer de vivir y la necesidad de sobrevivir, sobre el maltrato infantil, los prejuicios familiares, la vida y la muerte, el fracaso de la respuesta institucional -llámese escuela o servicios sociales- y sobre las oportunidades que surgen de manera imprevista.

El milagro de Ana Sullivan

Arthur Penn. Estados Unidos, 1952 107 min. Película basada en hechos reales que muestra el complicado proceso que sigue Helen Keller, una niña sordo-ciega, para comunicarse. En este cometido le ayuda la maestra-institutriz Ana Sullivan, parcialmente ciega, quien utiliza el lenguaje de signos para lograrlo. En este relato se muestran las dificultades pero también las posibilidades de integración, con algunas escenas memorables como la última en que Helen descubre el agua que sale de la fuente e intenta nombrarla mientras Ana se lo enseña mediante signos. Es interesante analizar cómo lo vive la familia de Helen, que llega al borde de tirar la toalla, con una madre con actitudes excesivamente consentidas y un padre que se la quiere sacar de encima para aparcarla en una institución. Y, por encima de todo, cabe destacar el tesón humano y profesional de la educadora para ponerse en la piel de Helen y, con métodos que en algunos casos podrán considerarse poco ortodoxos -ahí hay mucho juego para el debate- logra lo que inicialmente parecía imposible.

En el mundo a cada rato

Dirección compartida. España, 2004, 116 min. El propósito de este documental es sensibilizar sobre las situaciones problemáticas de la infancia y sobre el trabajo de UNICEF en torno a la protección de los derechos de la infancia en el mundo. Se abordan las prioridades de este organismo: la educación de las niñas; el desarrollo integrado en la primera infancia; la inmunización; la lucha contra el VIH/SIDA, y la lucha contra la violencia, la explotación y la discriminación. Son cinco historias protagonizadas por niños y niñas y rodadas en distintos países: en la India, El secreto mejor guardado, dirigida por Patricia Ferreira; en Guinea Ecuatorial, La vida efímera, a cargo de Pere Joan Ventura; en Argentina, Las siete alcantarillas, dirigida por Chus Gutiérrez; en Perú, Hijas de Belén, de Javier Corcuera, y en Senegal, Binta y la gran idea, a cargo de Javier Fresser. Geografías y espacios de socialización de la pobreza infantil, en medio de la explotación laboral y la carencia de derechos básicos como los de escolarización, salud, acogida, protección y afectividad.

La vida es bella

Roberno Benigni. Italia, 1997, 117 min. La historia está inspirada en parte en la experiencia real de uno de los pocos judíos que pudo sobrevivir al Holocausto. La primera parte del film narra el cambio que experimenta Italia tras la invasión nazi con alguna parodia sobre los ocupantes y las teorías racistas. Pero el núcleo sustantivo discurre cuando el padre, enviado al campo de concentración con su hijo, le oculta a este la terrible situación que están viviendo, haciéndole creer que es sólo un juego en el que deben ganar puntos, y el primero que gane 1.000 puntos conseguirá un tanque auténtico. También le dice que si llora, pide comida y quiere ver a su madre, perderá puntos, mientras que si se esconde de los guardias del campo obtendrá puntos extra. Una cinta muy polémica, con tantos adeptos entusiastas como detractares que acusaron al director de banalizar el Holocausto. También plantea la espinosa cuestión de hasta qué punto la infancia debe ser protegida y el mundo real debe ser sustituido por la fantasía. En otros conflictos bélicos subyacen ambas posiciones.

Los 400 golpes

François Truffaut. Francia, 1961, 100 min. Uno de los films míticos sobre la infancia. Una historia de sufrimiento y de rebeldía contada con una sensibilidad exquisita. Antoine Doinel, en su tránsito de la infancia a la adolescencia es víctima del abandono físico y la falta de afecto. Su maestro no lo tolera, su madre lo aborrece y su padre termina por sentir lo mismo. No encaja en la familia, ni en la escuela ni en el correccional donde lo acaban enviando. Las instituciones familiar, escolar y carcelaria son cuestionadas abiertamente por Truffaut, siguiendo la estela de Foucault; y, frente a una educación basada en la obediencia, propone la satisfacción del deseo de vivir y gozar del tiempo. De ahí las correrías de Antoine por la ciudad, su descubrimiento de la literatura o su pasión por conocer el mar, que simboliza la búsqueda de un camino propio desde la autonomía y la libertad, en una secuencia final memorable caminando en la playa, que se abre a un futuro incierto pero necesario. Porque en su presente, ruin y miserable, no hay salida.

Planta 4ª

Antonio Mercero. España, 2003, 101 min. Un grupo de quinceañeros enfermos de cáncer conviven en una unidad de traumatología de un hospital y logran, con su alegría y sus relaciones empáticas, hacer soportable su estancia. En este microcosmos la ternura, el buen rollo y el humor sustituyen el drama y la tragedia. Una vida cotidiana repleta de conversaciones, carreras en sillas de ruedas por los pasillos, con algún partido de baloncesto o un concierto de Estopa como fin de fiesta. Un film donde se cruzan, al propio tiempo, la construcción de las identidades individuales -envueltas de miedos, recuerdos, deseos y soledades- con los vínculos de pertenencia al colectivo. Un canto a la solidaridad, al amor, a la amistad y al optimismo de la voluntad. La historia se inspira en la autobiografía del guionista Albert Espinosa, hospitalizado durante cinco años: “Fue una de las mejores épocas de mi vida, en la que luchábamos y vivíamos día a día”. Primero llevó sus vivencias al teatro con la obra Los pelones, y más adelante la plasmó en el cine, en una serie televisiva de gran audiencia, (Pulseras rojas) y en un libro.

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/11/19/siete-peliculas-para-conmemorar-los-derechos-de-la-infanciadentro-y-fuera-del-aula/

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Xamfrà: un espacio socioeducativo para la inclusión social con música, danza y teatro

Por: Jaume Carbonell

Experiencia pionera que acoge la más amplia variedad de personas de todas las edades; muy pegada al barrio barcelonés del Raval, con altos índices de pobreza y riesgo de exclusión social; y donde todo se aprende de forma cooperativa.

“Cuando canta el gallo negro
es que se acaba el día.
Si cantara el gallo rojo
Otro gallo cantaría”.

Una docena de chicos y chicas, sentados en semicírculo, junto a la directora del Xamfrà, Ester Bonal, cantan y marcan el ritmo de esta conocida canción de Chicho Sánchez Ferlosio, golpeando con manos y puños encima de las mesas. Frente al grupo, la profesora de canto Ana Rossi, gesticula con energía y precisión los cambios de ritmo, sobre todo en la exclamación con que se inicia la segunda estrofa.

“Ay, si es que yo miento,
Que el cantar que yo canto
Lo borre el viento»

Repiten una y otra vez, con fuerza y mucha concentración. Se relajan. Intercambian algunas sonrisas. Se producen momentos de intensidad emotiva a juzgar por sus rostros de asombro y el brillo de sus ojos. De tanto en tanto, Ana y Ester cruzan algún comentario o le dan a la tecla del piano para subrayar una nota. “Es muy emocionante”, interviene una chica. “¿Cuál es el mensaje?”, pregunta otra. Ester contesta de inmediato: “El gallo rojo, si algún día llega al poder, se convertirá en gallo negro, porque el poder corrompe”. Exploran diversas voces, comentando a quien le puede ir mejor los graves o los bajos. Este taller de canto joven dura una hora.

Extraescolares inclusivas al servicio de toda la comunidad

A continuación, entra un grupo de seis y siete años que trabajan a la vez diversas artes: desde la percusión hasta la música en movimiento. Solo a partir de los ocho años se apuntan a una actividad diferenciada de música, danza o teatro. Los talleres son de lo más variopinto: canto coral, coral infantil, de mujeres, y de madres y padres; conjunto instrumental, violín, guitarra o acordeón diatónico; break dance y canto moderno para jóvenes, etc. Todos los talleres son semanales, duran una hora y tienen lugar entre las cuatro y las nueve de la noche, excepto el de las madres con bebés que se programa para los jueves por la mañana o algún otro. Actualmente asisten 300 personas de todas las edades y condiciones sociales, mayoritariamente del Raval y barrios colindantes, pero también llegan de otros lugares.

Existe una tarifa plana de 60 euros al trimestre que da opción a asistir a todos los talleres -hay quien asiste a más de uno-, pero hay familias que pagan menos o nada. También las hay solidarias que cubren la cuota de otras. Estos magros ingresos se complementan con los procedentes de la Fundació l’Arc que les da cobijo, de otras entidades privadas, del convenio con el distrito municipal o de la plataforma de micromecenazgo Teaming, donde personas amigas y socias aportan un euro al mes. Y están atentos a todo tipo de convocatorias de subvenciones y ayudas. Hay que tener en cuenta que Xamfrà cuenta con un equipo de veintidós personas: una que se encarga de la administración y de la coordinación con familias y el resto, siempre profesionales cualificados, que imparte talleres: cinco con dedicación plena y las otras a tiempo parcial, percibiendo una remuneración digna. Además, se cuenta con voluntariado permanente o puntual, con cierto bagaje profesional en diversos campos.

Este espacio socioeducativo está muy vinculado al territorio: es uno de los nudos de la red educativa y social que se impulsa desde la Fundació Tot Raval. Desde el principio, trabaja para encontrar complicidades y sinergias con otros agentes educativos, culturales y sociales del barrio, y está atento a sus necesidades y demandas para incorporarlas a su oferta formativa, siempre en clave de inclusión. Así, colabora, entre otras entidades y equipamientos, con el Casal dels Infants, con el Parc Sanitari de Sant Joan de Deu, (con infancia de diversidad funcional), o con la Fundació Escó, que atiende a mujeres en situación de riesgo, ofreciéndoles un espacio de socialización afectuoso y no estresante con talleres de juegos de falda. Y ahora se inician dos nuevos proyectos: un grupo de percusión para jóvenes del barrio extutelados, y otro para mujeres que han padecido procesos de violencia de género.

Pero la acción del Xamfrà se extiente también a unos 700 alumnos y alumnas de tres centros escolares. En el Pere Vila se organizan las tardes artísticas; en la Mediterrània se promueve una orquesta y en el Verdaguer se trabaja la música tradicional. Sólo se atienden las demandas de centros considerados de alta complejidad y que padecen situaciones de segregación o de inequidad educativa. Otra iniciativa de Xamfrà y de la Fundació l’Arc es el Centro de Recursos Musicales y de Educación en Valores, creado en el 2012 y que funciona como una plataforma online donde los centros educativos y el profesorado puede suscribirse. Allí se cuelgan recursos y propuestas didácticas mensuales dirigidas a educación infantil, primaria y secundaria. También se celebran tres formaciones presenciales al año.

Una directora que lo tiene muy claro: la música está al servicio de la educación y la sociedad, y no al revés

Ester Bonal (1956) lleva toda su vida disfrutando de la música: enseñando y aprendiendo de manera colectiva, “haciéndolo todos juntos”. La cosa empezó a los 5 años cuando entró en la coral L’Esquitx de la mano de su tía Maria Dolors Bonal, un referente emblemático en la educación musical de Catalunya que siempre le ha acompañado en sus proyectos. Más adelante, al salir de la escuela, su hermana mayor -que por aquel entonces pertenecía a la coral Sant Jordi- les distribuía partituras y las cuatro hermanas y un hermano cantaban durante una hora. Una familia muy musical. Estudió Farmacia -¿error de juventud?- pero no llegó a ejercer, y siguió con su pasión musical durante el tiempo de ocio. Más adelante, se apuntó al CAP (Certificado de Aptitud Pedagógica), sacó las oposiciones e impartió clases en secundaria como especialista de educación musical, actividad que, entre otras, compaginaba con la dirección de coros infantiles. Hasta que en el curso 2004-2005 llegó Xamfrà, una iniciativa de la Fundació L’Arc Música, dirigida por la mencionada Dolors Bonal. Primero se ubicaron en aulas y espacios cedidos por el IES Miquel Tarradell y, al cabo de siete años, ya disponían de un local propio de 300 m², debidamente equipado, cedido por el Ayuntamiento. Como directora se le reconoce un liderazgo imaginativo, democrático y muy profesional, porque en todos los grandes proyectos se precisan fuertes liderazgos. Aún le queda tiempo para dar algunas clases en la Escola Superior de Mùsica de Catalunya (ESMUC) y coordinar un posgrado de Artes Escénicas y Acción Social en el Institut del Teatre.

Xamfrà es un fiel reflejo del pensamiento de Ester Bonal y de las otras personas que le acompañan en esta apasionante aventura que se sostiene en tres pilares estrechamente interrelacionados: educación, música y compromiso social con el entorno, siempre en clave inclusiva. “La música es un patrimonio común de la comunidad que genera bienestar a todas las personas. La llevamos en el estómago, forma parte de nuestra cotidianidad y a través de ella se generan diversas emociones y valores. La música abre la posibilidad de maravillarte, de hacerte vibrar, independientemente de la cultura y de la situación social. Porque esta vibración es transversal”. Su discurso se aleja, por tanto, de quienes entienden la música como un lujo, reservado a las élites y solo como un proceso de suma especialización.

Para Bonal la música desarrolla dos cualidades básicas del acto educativo: despierta la curiosidad y fija la atención. Sostiene que hay que ser muy exigentes: “Sin disciplina no vas a ninguna parte”. Por otro lado, sostiene que en el proceso musical se conjuga la atención a la diversidad individual con los vínculos de pertenencia a una comunidad. Lo expresa de manera muy gráfica: “La música te permite que personas diferentes, haciendo cosas diferentes puedan hacer un acto colectivo armónico. Y todas y cada una de las personas son imprescindibles para que ello funcione”. Se trabajan actitudes, se aprende a compartir y a participar de manera cooperativa, a construir comunidad. Por eso en Xamfrà no hay clases individuales: todo se hace en grupo.

La directora subraya el valor de los lenguajes musicales y escénicos para trabajar emociones y espacios compartidos, “pero la cuestión está en el cómo se hace, desde qué mirada. Aquí partimos de cuatro valores básicos: la confianza, la generosidad, el compromiso y la permeabilidad: “Si alguien se va del centro sabe que siempre puede volver; y en bastantes casos lo hacen”. Ester Bonal atesora una sólida formación musical pero también pedagógica. Confía en la infancia y en sus enormes posibilidades, sabe que la educación se contagia más que se enseña, y está muy convencida de que lo más importante es el crecimiento personal de las personas, respetando sus ritmos, sin agobiarlas, como ocurre en tiempos tan convulsos, acelerados y estresantes como los actuales: “La música ha de estar al servicio de las personas y no al revés”.

Otra singularidad de esta experiencia, no cansan de repetirlo, es la inclusión social. “No trabajamos solo para la población desfavorecida sino para todo el mundo”; y uno de sus logros ha sido integrar en un espacio común de encuentro a colectivos que hasta ahora vivían de forma muy impermeable, incorporando a una amplia diversidad de familias: desde las que habitan en el Raval de toda la vida hasta las procedentes de todas las culturas y oleadas migratorias, pues se trata posiblemente del barrio más multicultural de la ciudad. “Xamfrà no es una escuela de música, danza y teatro, sino un espacio socioeducativo que trabaja a través de las artes de manera cooperativa para garantizar el acceso de todas las personas a la práctica artística, en un espacio no segregado”.

A lo largo de estos años han recibido un montón de premios, entre ellos el Marta Mata (2014), otorgado por Rosa Sensat, en reconocimiento de los diez años de trayectoria educativa en el barrio del Raval y, justo este año, el premio Alicia como proyecto social, otorgado por la Academia Catalana de la Música. Cuando le pregunto a Ester que me defina en una sola palabra este proyecto, se lo piensa un rato: “Te responderé por lo que dicen muchas de las personas que asisten: una familia”. Y su sueño es que se crean otros Xamfràs, porque es el único espacio de estas características.

Foto: Xamfrà

Una obra feminista muy coral

Cada año Xamfrà, en colaboración con otras entidades del barrio, organizan un espectáculo final de curso donde incorporar parte de lo aprendido en las distintas áreas artísticas. Este año estrenaron Indòmites el 17 de julio en la Sala Bars. Hoy asisto al ensayo general que realizan en el CCCB (Centre de Cultura Contemporània de Barcelona), coincidiendo con la exposición en torno a los feminismos. La obra la representan en colaboración con el colectivo las Anónimas.

El texto, de marcado contenido feminista, transcurre en la Barcelona de los años 30, en el corazón del Raval, con personajes reales de la época y otros inventados, y que muestra el contraste entre la explotación de la mujer en la fábrica y la vida de una familia burguesa, con algunos saltos y referencias a la situación actual. Las escenas se introducen con vídeos de denuncia y reivindicativos, y las actuaciones de actores y actrices se mezclan con cantos y danzas corales, acompañados de una amplia orquesta con diversos instrumentos y registros musicales. En total intervienen unas 120 personas de diversas edades.

Yola. “No se’n parla de nosaltres” (No se habla de nosotras).
Todos. Nosaltres! (¡Nosotras!)
Edith: Les que penquen 14 hores (Las que trabajamos 14 horas).
Todas: On el soroll et talla l’ànima (Donde el ruido te corta el alma).

Le sigue un vals de Shostakovitch. Tras la escena de la fábrica, aparece otra familiar, con algunas pinceladas sobre el cuerpo y la mujer: “¿El cuerpo de las mujeres es respetado?; ¿Tenemos derecho a gozar del placer?; ¿El amor es libre?”. Le sigue otra sobre la taberna donde aparece la reina del Pay Pay.

Hay escenas que se repiten hasta tres veces. Tanto Ester Bonal, que hace de regidora pegada al escenario, como Cristina Gàmiz, autora del texto y también directora, desde una posición más distanciada, moviéndose con su pequeño Aran atado a su cuerpo, van dando órdenes para corregir entradas y salidas, tonos de voz y todo tipo de gestos y movimientos: “¡Más voz, con más fuerza!”; “¡Callad, chicos!”; “Venga, la banda”; “Esta luz la sacaría”; “Vocalizar más, no corráis, más despacio”. Saltan algunos nervios porque el tiempo apremia: ”Vamos a saltarnos algunas escenas que ya controlamos”; “La orquesta, adelante”.

Hacia el final se entona el rap del patriarcado:

“No debería de existir este sistema autoritario,
Que por diferencia de género no sea igualitario,
… Somos personas ante todo
Juntas nos levantamos del todo
Nadie es superior de ningún modo,
La igualdad; el feminismo es el método X2”.

La obra termina con un himno y una manifestación. Y en la familia burguesa la mujer inicia un proceso de liberación, poniendo en su sitio al Sr. Ramón, al que se le dedica una canción homónima muy popular.

Al término del ensayo converso brevemente con cuatro de los actores y actrices para recabar su opinión sobre este proyecto. Arnau, 17 años, cursa 2ºde Bachillerato y vive en el Raval. Ha estudiado teatro y lleva seis años en el Xamfrà. “Para mí es un espacio donde las personas aprenden a vivir una experiencia artística de manera colectiva e inclusiva, porque el arte es muy elitista y no es accesible a la mayoría de la población; y aquí sí lo es. No se plantea como una competición entre los artistas sino como un trabajo en equipo”. Yola, 20 años, estudia en el Taller de Músicos, ha cursado el Bachillerato Artístico y lleva aquí cinco años.:“El Xamfrà me aporta mucho porque lo que quiero es dedicarme a enseñar música”. Joan, 18 años, sigue Estudios Literarios en la Universidad de Barcelona, vive en Poble Sec y lleva ocho años: “Xamfrà es una experiencia de formación y aprendizaje que te permite vivir una experiencia viva de las artes escénicas de forma comunitaria y compartida, sin protagonismos ni rivalidades. Es como una gran familia”. Y Simbiat, 18 años, es el segundo año que asiste. “Iba al Casal de Santa Coloma, me hablaron de Xamfrà y vine inmediatamente. Estaba en una crisis fuerte y me ayudó a situarme en la vida y a darme cuenta de que las cosas hay que trabajarlas. Xamfrà me hizo sentir en familia, encontrar un sentido a la vida, hacer algo útil que me guste y me haga feliz. No lo dejaría para nada”.

Se sienten como en una familia, como nos decía Ester. ¿Cuántas otras vidas habrá salvado este espacio educativo aparte de la de Simbiat? Lo que es seguro es que deja marcas profundas en quienes comparten este proyecto que va más allá, mucho más allá de la música. La historia de la educación muestra que la institución escolar ha aprendido y ha cambiado merced al buen hacer de diversas experiencias extraescolares, más libres, menos burocratizadas y también menos segregadoras. Xamfrà es una de ellas, de la que los centros educativos tienen mucho que aprender.

Fuente imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/11/06/xamfra-un-espacio-socioeducativo-para-la-inclusion-social-con-musica-danza-y-teatro/

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