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Educación, Covid-19 y la vida

 Juan Carlos Miranda Arroyo

I

Hace unas semanas, una empleada de una empresa que repara laptops, en Querétaro, me dijo: “Esto de la pandemia es como la ruleta rusa”. Ella lo decía al mismo tiempo en que colocaba una hoja trasparente sobre el teclado de mi lap, como protección, poco antes de revisar el equipo. La mujer portaba tapabocas, mascarilla, guantes y se aplicaba constantemente alcohol en gel. Le pregunté por qué tantas medidas de seguridad e higiene. Esto me explicó: “Hemos tenido experiencias cercanas tanto leves como graves. Personas de la familia que se han ido y otras que no, algunas por fortuna se han recuperado…”

El panorama de salud pública, hoy, nos lleva a plantear muchas preguntas: ¿La epidemia-pandemia nos ha enseñado a valorar la vida, al medio ambiente, al planeta en su totalidad? ¿Nos ha invitado a valorar a la naturaleza y su complejidad, pero sobre todo nos ha conducido a revalorar la convivencia social y a aquilatar eso que llamamos, en términos amplios, “lo social”? ¿Hasta qué punto esta enfermedad del Covid-19 es un fenómeno natural? ¿Las dinámicas sociales la han convertido en un fenómeno natural-social? ¿Cuáles son las regularidades que permiten hacer predicciones acerca del comportamiento de la enfermedad? Las ciencias médicas, hoy, indican que hay incertidumbre y escasa información tanto en los procesos de prevención como en el tratamiento de la misma, en vista de los casos que se han presentado, mismos que no obedecen a un patrón único o definido sobre el curso de la enfermedad. Parece ser que el abordaje clínico y hospitalario es más del tipo “estudios de casos” que de manera estandarizada.

De cualquier modo, la crisis sanitaria de los años 2020 y 2021, cuyos efectos serán prolongados sin duda, nos lleva a reflexionar acerca de la vulnerabilidad humana frente a las nuevas condiciones naturales y sobre los riesgos que traen consigo las mutaciones de los virus y demás patógenos. Nos plantea también, quizá, más dudas que respuestas certeras. ¿Somos seres biológicamente estructurados, pero vulnerables, y socialmente limitados? ¿Se han puesto al desnudo las capacidades científicas y tecnológicas, en el mundo entero, para combatir estos fenómenos naturales-sociales del tiempo actual? ¿Cuáles son los alcances de las capacidades institucionales, públicas y privadas, para contender esta epidemia- pandemia?

En fin, me pregunto: si los sistemas de salud (sobre todo la capacidad hospitalaria) están a punto de colapsar, en México y en el mundo ¿cuáles son los escenarios inmediatos y de futuro que se proyectan y qué medidas tomaremos, como sociedad, para evitar que la peligrosa enfermedad se generalice? ¿Tendríamos que esperar a la solución que han planteado los epidemiólogos y médic@s en las mesas de expert@s? En el sentido de que se tendría que dar la “inmunidad de rebaño” para ver el fin de esta crisis (ello significa que se tendría que enfermar entre el 70 y el 80 por ciento de la población). ¿Así será esto?

II

La probabilidad de que las personas, aparentemente sanas, contraigan la enfermedad del Covid-19 es baja, si se toman las medidas indicadas por el sector salud. Ese hecho, quizá, ha llevado a mucha gente a excederse en confianza; a no creer en los altos riesgos de la enfermedad. En México, un país con más de 120 millones de habitantes, se ha reportado, según cifras oficiales, a más de un millón 500 mil personas o casos confirmados con esta enfermedad, de los cuales entre el 80 y el 85 por ciento se ha recuperado; sin embargo, el resto la cursan o la han enfrentado con cuadros de gravedad. Lamentablemente, se han registrado más de 133 mil fallecimientos en todo el país.

La probabilidad de contagio o transmisión depende de diversos factores: Índice de movilidad de las personas en las ciudades grandes y pequeñas; participación de los gobiernos y la sociedad en las campañas del sector salud para prevenir o contener la epidemia-pandemia; qué tanto se multiplican, o no, los cuidados de las personas, de las familiares, de los grupos cercanos y se aplican las medidas que establecen a nivel de la organización social en general.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS o WHO, por sus siglas en inglés), “La mayoría de las personas (alrededor del 80%) se recuperan de la enfermedad sin necesidad de tratamiento hospitalario. Alrededor de 1 de cada 5 personas que contraen la Covid-19 acaba presentando un cuadro grave y experimenta dificultades para respirar. Las personas mayores y las que padecen afecciones médicas previas como hipertensión arterial, problemas cardiacos o pulmonares, diabetes o cáncer tienen más probabilidades de presentar cuadros graves. Sin embargo, cualquier persona puede contraer la Covid-19 y caer gravemente enferma…” (1)

Cómo se ha podido observar durante los casi 10 meses en que se ha desarrollado la epidemia-pandemia, la sociedad ha sido notablemente repelente a los llamados de las autoridades federales y locales. Le llamamos coloquialmente “el llamado a misa”. A pesar de que cada uno de nosotros hemos tenido la triste noticia de personas fallecidas, que pertenecían a nuestro círculo social más cercano. Eso significa que no se ha aprendido suficientemente, en “lo social”, de qué trata esta enfermedad: No se han suspendido reuniones multitudinarias, eventos sociales, etc., y en ellos no se han usado, de manera estricta, los accesorios de prevención y protección adecuados.

¿Hay una baja valoración de la salud y de la vida por parte de quienes trasgreden las indicaciones sanitarias de las autoridades federales y locales? Como sucede con diversos fenómenos sociales, me parece que la respuesta tiene que ver con las creencias vagas, como lo señalé antes, pero también con la educación informal que se lleva a cabo en los hogares. Sin embargo, el fenómeno de la “rebeldía social” ante los llamados de los gobiernos a “quedarse en casa”, obedecen a factores educativos y socio culturales, cuyos procesos son complejos. Además del factor económico, claramente objetivable: la necesidad, evidente, en la mayoría de la población, de obtener un ingreso en el día a día. Se ha hecho popular la frase callejera que dice: “Prefiero morir de Covid que de hambre”. De ese tamaño es la tragedia social, hoy.

III

Una de las preguntas y respuestas básicas que aborda la OMS señalan lo siguiente: “¿Pueden los niños o los adolescentes contraer la Covid-19? Las investigaciones indican que los niños y los adolescentes tienen las mismas probabilidades de infectarse que cualquier otro grupo de edad y pueden propagar la enfermedad. Las pruebas hasta la fecha sugieren que los niños y los adultos jóvenes tienen menos probabilidades de desarrollar una enfermedad grave, pero con todo se pueden dar casos graves en estos grupos de edad. Los niños y los adultos deben seguir las mismas pautas de cuarentena y aislamiento si existe el riesgo de que hayan estado expuestos o si presentan síntomas. Es particularmente importante que los niños eviten el contacto con personas mayores y con otras personas que corran el riesgo de contraer una enfermedad más grave.”

La apertura de escuelas y el regreso a las condiciones de enseñanza presenciales, sin duda, aumentarían la probabilidad de que niños, jóvenes y adultos sean potenciales enfermos y transmisores del virus. Pero al mantenerse los recintos escolares cerrados, los riesgos de aumentar los índices de rezago educativo aumentan. Gran dilema. ¿Los factores económicos y socio culturales terminarán por imponerse a las recomendaciones de especialistas de la medicina y de los y las profesionales de la salud?

Dejo hasta aquí sólo algunas reflexiones y cuestionamientos breves en torno a las valoraciones que observo acerca del Covid-19 y la vida. Cuídense. Salud.

Fuente consultada:

(1) https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/advice-for-public/q-a-coronaviruses

jcmqro3@yahoo.com


Publicado en SDPnoticias

Fuente: https://profelandia.com/educacion-covid-19-y-la-vida/

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Delfina Gómez: Las clases de la “Clase Política”

 Juan Carlos Miranda Arroyo

Una de las preguntas que me planteo con frecuencia, para no caer en el pesimismo ni en el determinismo social durante los análisis de coyuntura, es: ¿Cuál es el papel que juegan las y los docentes, sobre todo de la escuela pública, en la definición de las decisiones que se toman en materia de políticas pública educativas?

Me parece que la respuesta a esa pregunta tiene que ver con las dinámicas que se generan durante los procesos de formación y constitución estructural, institucional, de las élites dirigentes, así como con la organización de los colegiados magisteriales que se crean y se recrean en las comunidades educativas. Por ello, y si vamos por partes, en esta oportunidad haré una breve caracterización sobre las élites que gobiernan en México, y describiré algunas de las lecciones que éstas nos dejan y que son recuperables para entender las dinámicas complejas de la formación y ejercicio del poder público.

Observo, de entrada, que las dirigencias políticas y económicas son élites proclives al “mimetismo” (1). Más que una “clase política” con una cierta unicidad, hay personajes y grupos de las élites políticas y económicas -en plural- que se acomodan para mantener el poder y privilegios… Observo que no hay, en contraparte, un empoderamiento ciudadano, ni una construcción ciudadana del poder político, sino élites políticas que buscan cíclicamente la legitimación social. Para el caso de la caracterización del empoderamiento de las y los docentes de la escuela pública en México, se da una negación o una anulación sistemática de estos actores sociales y sus proyectos alternativos.

Vamos a un caso específico: Delfina Gómez. Sin desacreditar de antemano el trabajo que pueda realizar en su paso por la Secretaría de Educación Pública (SEP), al ocupar próximamente el más alto cargo en la cima de la burocracia educativa, observo que la trayectoria de la Maestra Delfina da pistas acerca de su ubicación como miembro de la élite política emergente del régimen de la “4T”.

Como se sabe, Delfina “se desempeñó como maestra de educación primaria durante la mayor parte de su carrera profesional, desde 1982 hasta 1999; de 1998 a 2012 fue además Subdirectora Auxiliar de Proyectos en la Secretaría de Educación del estado de México.” (WP) Ha sido dirigente sindical del magisterio mexiquense; ha formado parte de una agrupación política con intencionalidades partidistas electorales (el GAP de Higinio Martínez); se ha desarrollado también como política de carrera, pues ha sido presidenta municipal de Texcoco, diputada federal y senadora; fue candidata de Morena a la gubernatura de su estado natal; enlace del gobierno federal actual para coordinar los programas sociales en el Estado de México, y hoy es claramente un personaje cercano al presidente López Obrador.

Pero no solamente con nombramientos en altos cargos del gobierno federal o de las entidades se podría hacer la reconstrucción histórica de las élites, sino también con la movilidad de personajes y grupos que forman parte de la llamada “clase política”, -o dicho en términos más amplios: del “establishment” político nacional o local-, se podría también mirar cómo estas élites dirigentes operan, (lo digo como fenómeno de estudio sociológico o politológico), en diferentes naciones y sistemas políticos.

En México, se podría dar seguimiento a las trayectorias políticas de personajes como Elba Esther Gordillo, del mismo Esteban Moctezuma; o de Marcelo Ebrard, de Ricardo Monreal, Manuel Barttlet y un largo etcétera, que se han beneficiado de su condición de miembros privilegiados de la élite política nacional, tanto con el anterior régimen político hegemónico priista como con el actual, de la “4T”. Queda claro que algunas y algunos de ellos han cerrado filas o han establecido acuerdos cupulares con el presidente López Obrador, como parte de los impulsos políticos de la “4T” y su movimiento social, pero queda pendiente analizar de qué manera estos personajes se vinculan con la ciudadanía y sus demandas sociales, o no, pues sólo servirían al poder o se servirían de él.

Sin duda alguna, podríamos estudiar a personajes que han construido una trayectoria, individual y social, es decir, que han participado en la lucha de las élites dirigentes para ocupar espacios de poder público, los cuales provienen de distintas tradiciones ideológicas o movimientos sociales diversos, lo mismo desde el Partido de Acción Nacional (PAN) que en organizaciones que intentaron romper la alternancia bipartidista, como en su momento lo hizo el Partido de la Revolución Democrática (PRD), junto con otras agrupaciones menores como el PT, MC y Partido Verde. Ahí hay mucha tela de dónde cortar para realizar una sociología de las élites políticas en México.

¿Hasta qué punto estas élites dirigentes son representativas se conectan con y atienden efectivamente a las demandas sociales? El sociólogo estadounidense, Alvin Gouldner, que se ha referido en sus obras a la dinámica de las élites burocráticas, tanto en su base como sus liderazgos, ha sugerido algunas ideas interesantes al respecto: “…analiza -por ejemplo- el conflicto que se genera en la burocracia a partir de la resistencia, la falta de consenso e incluso oposición a los lineamientos generados por las autoridades superiores de la organización.”… “muestra que la burocracia puede tener elementos positivos a condición de que se la aplique en un universo técnico-económico estable.” (2) En esta misma línea, sugiero analizar, como escenario inminente o de futuro, las resistencias que opondrá el magisterio de base, (con esto me refiero a las maestras y los maestros, así como a las y los directivos escolares que integran cotidianamente las comunidades educativas), frente a las decisiones que tome la nueva autoridad educativa nacional, el Congreso y los gobiernos de los estados.

Con todo esto, lo que quiero decir es que una de las lecciones que nos deja el nombramiento de la maestra Delfina Gómez, como titular de la SEP, es que importa su trayectoria y no solamente su origen social. Interesan las formas y los contenidos acerca de la carrera política que se ha generado y le han abierto, para convertirla en lo que es hoy: un personaje importante de la nueva élite gobernante. Y si me permiten el atrevimiento, la Maestra Delfina se encuentra, en los hechos, en la antesala de la lucha por la candidatura presidencial del 2024.

Las clases que nos da la “clase política” local pasan por los caminos del devenir histórico, sociológico y político, sin duda. Por los mimetismos, las concesiones y las anulaciones.

Con el nombramiento de la maestra Delfina Gómez al frente de la SEP, se ratifica así, una vez más, la dinámica política compleja del empoderamiento de las élites dirigentes en México.

Notas o fuentes consultadas:

(1) Se entiende por mimetismo al fenómeno que consiste en una “habilidad que ciertos seres vivos poseen para asemejarse a otros organismos y a su propio entorno para obtener alguna ventaja funcional. El objetivo del mimetismo es engañar a los sentidos de los otros animales que conviven en el mismo hábitat, induciendo en ellos una determinada conducta” (WP). Obviamente al escribirlo entre comillas, (“mimetismo”), hago alusión a una metáfora aplicable, libre o arbitrariamente, al ámbito social.

(2) Según Alvin Gouldner: “En la burocracia representativa las normas y reglas son promulgadas por expertos cuya autoridad es en general aceptada por todos los participantes organizacionales. En esta situación se obtiene cumplimiento organizacional con algún tipo de conflicto, pero poco conflicto manifiesto. Bajo este tipo de burocracia existe una razonable compatibilidad entre los valores de la organización y los del personal. El conflicto se diluye para fortalecer el consenso, aunque no está ausente totalmente el conflicto (Gaynor, 2009).” En: José Manuel Juárez Núñez y Sonia Comboni Salinas. Introducción al pensamiento sociológico de Alvin Gouldner. Veredas especial. UAM-Xochimilco. México, 2010, páginas 87-114.

jcmqro3@yahoo.com


Fuente e imagen:  SDPnoticias

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Educación: Adiós al 2020

 Juan Carlos Miranda Arroyo

Este año que concluye, hoy, se llevará el recuerdo de los días difíciles de la Epidemia-Pandemia del Coronavirus que generó la enfermedad Covid-19. El periodo en que la cuarentena se volvió cincuentena. Los días, las semanas y los meses, poco más de nueve, se han vuelto interminables. Los ritmos de la vida social se han alterado a grado tal que se han multiplicado las pérdidas de empleo, los cierres de empresas, de todos los tamaños y trayectorias. Año en que la vida se ha sacudido como producto de una crisis sanitaria prolongada.

Pero quizá lo que más llama la atención de este 2020 que se extingue, es la manera en que nuestras instituciones nacionales y locales fueron rebasadas por dicha crisis. La Pandemia de este 2020, nos dejó aprendizajes, pero también un sentimiento de tristeza por los más de 122 mil muertes que ha traído consigo, hasta el momento. La versión optimista de nuestra realidad tendería a decir que también se han registrado más de 990 mil personas recuperadas, después de cursar la nefasta enfermedad. Unas con el apoyo de las instituciones de salud. Otras con el apoyo solidario y cercano de las familias. Como quiera que sea, más de 122 mil personas fallecidas son muchas y cada una de ellas ha dejado una huella significativa para cada una de las familias que han sufrido su pérdida.

2020 ha sido el año en que las escuelas se detuvieron, en su formato presencial, y cuando han intentado continuar la marcha mediante un formato extraordinario, improvisado, a distancia (con y sin apoyo de las nuevas tecnologías de la información), en México y en el mundo, a causa de la Pandemia.

La relación escuela-familia se ha tensado hasta su máximo nivel o su máxima expresión, ello se ha dado en la medida en que el propio sistema educativo no contaba con dispositivos de emergencia para hacer frente a la crisis, ni tenía los protocolos pertinentes, que le dieran la flexibilidad (o la plasticidad, dirían los tecnicistas), que le permitiera adaptarse rápida y organizadamente a las condiciones impuestas por la crisis sanitaria.

Sin duda, la Pandemia puso al descubierto nuestras limitaciones institucionales. Sobre la marcha, el conjunto de instituciones, programas y proyectos que soportan al sistema educativo, por ejemplo, se tuvo que redefinir a través de un primer eje de conexión y operación: “Aprende en Casa I”, para concluir el último tercio del ciclo escolar 2019-2020. Luego vino el programa “Aprende en Casa II” para iniciar y dar continuidad al actual ciclo escolar 2020-2021. Ambos programas fueron montados sobre medios tecnológicos improvisados y a través de alianzas que terminaron por fortalecer a las corporaciones, nacionales y trasnacionales, de las comunicaciones y la información, pero que no fueron poderosamente atractivas ni efectivas para las y los estudiantes.

Las limitaciones institucionales, constituyen un hecho reconocido por las autoridades responsables de los sistemas de salud y de educación, tanto en el plano del gobierno federal como de los gobiernos de los estados. Sin embargo, aún no se hace un ejercicio profundo, amplio e integrado de autocrítica sobre los efectos de las estrategias puestas en marcha. ¿La sociedad debía ir atada a una cuerda, unida a los programas que sobre la marcha delimitaban las autoridades?

Al no contar con estrategias de participación y de respeto a las reglas mínimas de organización frente a la pandemia, por parte de las autoridades educativas, a la postre el resultado ha sido desastroso. Mientras los gobiernos hacen sus llamados a misa, en términos de procurar el confinamiento para controlar la transmisión de la enfermedad, la población desata las cuerdas que les habían sido impuestas sin su consulta ni su consentimiento. ¿La sociedad optó por romper filas? ¿La sociedad es desobediente y sus actos se deben leer sin ninguna responsabilidad de las autoridades civiles?

La estrategia oficial nuevamente tendió a circular “de arriba hacia abajo”, en forma vertical, sin matices de intermediación. La SEP de EMB, por ejemplo, perdió la oportunidad de convertir a los Consejos Técnicos Escolares (CTE) en Consejos de Emergencia y Atención Escolar, orientados a dar apoyos básicos (de salud, socioemocionales o para tender redes de distribución de materiales didácticos), así como para estrechar los vínculos entre la Escuela y la Familia.

El 2020 nos enseñó también que las autoridades educativas, federales y estatales, fueron incapaces de impulsar una cruzada nacional por la educación en situación de crisis sanitaria. Le apostaron más a la pasividad, pues pusieron a las niñas y los niños, así como a los y las jóvenes, frente a un aparato de televisión, como prioridad; o a sesionar de manera virtual a través de las plataformas electrónicas. ¿Acaso no era factible y más significativo, entregar miles o millones de libros a las familias y a sus integrantes? ¿No fue posible establecer un programa nacional de fomento a la lectura en los hogares, en vez de condicionarlos a usar diariamente un control remoto? ¿Dónde quedó la creatividad de las y los docentes durante el duro confinamiento? ¿Por qué no fueron consultad@s las maestras y los maestros para echar a andar un programa más amigable y de carácter cultural-educativo para apoyar de manera más sustantiva a nuestras jóvenes generaciones?

En fin, el año 2020 se convirtió, así, en el año en que las instituciones educativas nacionales perdieron la oportunidad, lamentablemente, de generar cambios significativos, “desde abajo”, es decir, desde las comunidades educativas, para innovar y para crear opciones pedagógicas propias, singulares, por zonas escolares, por escuelas, por materias o por asignaturas. No, nada de eso. Por el contrario, el lineamiento burocrático y “desde arriba” consistió en colocar a las y los estudiantes a jugar papeles pasivos, y al magisterio a esperar indicaciones centrales y, en el peor de los casos, a reportar las incidencias sobre las actividades a distancia (importan más las formas que los contenidos), y a dar mantenimiento acrítico a los sistemas de controles escolares. Lo administrativo por encima de lo académico. Ese fue el sello de la casa de la Nueva Fundación Escuela Azteca Mexicana.

Adiós al 2020 que nos trajo la mal llamada “nueva normalidad”, como si de lo que se tratara fuera salir de una “normalidad” para entrar a otra, igualmente estandarizada e impersonal. “Nueva normalidad” fue una expresión desafortunada que no pudo evadir la “nueva realidad”.

En un contexto de desnudos institucionales; con una carencia manifiesta y elocuente de creatividad por parte de las autoridades, así como por excesos en las prácticas burocráticas (centralismo y trayectorias verticales en el actuar) durante el ejercicio de las políticas públicas educativas durante la pandemia, le decimos adiós al 2020. Espero que los cambios anunciados, en la cima de la burocracia educativa, para el 2021 venidero, sean propicios para pensar y hacer las cosas de manera diferente.

jcmqro3@yahoo.com

Fuente: https://profelandia.com/educacion-adios-al-2020/

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Delfina Gómez y los desafíos del cambio educativo

Por:  Juan Carlos Miranda

Sobre la designación de la Profesora Delfina Gómez como nueva titular de la SEP.

Algunas líneas que escribí esta mañana en las redes sociales digitales, sobre el nombramiento anunciado, hoy, por el presidente López Obrador, en el sentido de que la Profesora Delfina Gómez Álvarez se convertirá en la nueva titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), son las siguientes:

Sobre la designación de la Secretaria de la SEP @delfinagomeza habría que observar sus acciones, sus intenciones, sus recursos, sus vínculos políticos y sus discursos. Prefiero hacer un análisis sobre los hechos, no pronósticos.

Dos puntos a favor de @delfinagomeza en la SEP, son: Es mujer (y no es Elba Esther); y es profesora de base. Conoce a la escuela pública a ras de tierra. Cabe recordar que una parte muy importante del magisterio mexicano (y quizá en el mundo) se integra por mujeres profesionales de la educación. Así que el nombramiento de la Profesora Delfina representa, también, un toque de doble simbolismo como reivindicaciones gremial y de género.

La designación de la Profesora @delfinagomeza es una oportunidad para que la voz de las maestras y los maestros se escuche en serio; hace falta un movimiento educativo desde abajo en este país. Ojalá que su gestión esté por encima de los discursos vacíos y la retórica del “reformismo educativo” (tan deslegitimado), que ha surgido “desde arriba”, y que no sólo ha derivado en un verdadero fracaso, sino que también, por demagógico, ha terminado en el diseño y ejecución de políticas públicas educativas de simulación.

Son lamentables, por misóginos y clasistas, los comentarios atropellados y prematuros que he leído sobre el nombramiento de la Profesora @delfinagomeza, quien estará al frente de la SEP.

La Profesora Delfina @delfinagomeza es egresada de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN). No recuerdo un nombramiento de una profesora de escuela pública, y de la UPN, al frente de altos cargos en el gobierno federal, como lo es éste. No sólo en la SEP. Interesante apuesta, y posibilidad de cambio de fondo, hace el presidente López Obrador.

Veo, de bote pronto, a las élites empresariales; de especialistas (sobre todo académicos que han vivido del poder público); funcionarios de la burocracia dorada y de la aristocracia tecnocrática (dentro y fuera de la SEP); de mujeres y hombres dedicados profesionalmente a la política; de la cúpula sindical burocratizada; y voceros de los medios de comunicación asociados con el “establishment” PRIPANPRDista, entre otros, que levantan la ceja luego de haber escuchado el anuncio del nombramiento de @delfinagomeza

Más allá de las reacciones o los comentarios, expresados durante la mañana, de forma un tanto improvisada, me parece que hay diez puntos, de entrada, que la futura funcionaria pública, integrante del gabinete legal y del equipo de trabajo más cercano al presidente de la república, podría considerar en el corto y mediano plazos.

1. La SEP es la dependencia del gobierno federal con el presupuesto más grande del presupuesto anual que se ejerce. Como sabemos, la mayor parte se destina a salarios del magisterio. Y probablemente es la proporción más grande del presupuesto que aplican las entidades federativas. Ello significa que se habrán de multiplicar las acciones para que esos recursos no se dilapiden ni se desvíen, sino que se apliquen correctamente a favor de la educación de las niñas, los niños, las y los jóvenes y adultos de México.

2. La cantidad de docentes, directivos, escolares, personal de apoyo a la educación y demás personal que labora, directa o indirectamente, para el sistema educativo nacional, rebasa los más de un millón 200 mil trabajadoras y trabajadores. Ello implica poner en marcha un sistema de atención federal y estatal, efectivo, que dé respuesta rápida y desburocratizada al magisterio, y que favorezca las condiciones laborales, generalmente adversas, en que trabaja el magisterio mexicano.

3. Es urgente crear una o varias mesas para atender a los casos específicos y prioritarios que tienen que ver con pagos retrasados o incumplidos sobre trabajos realizados por docentes y directivos escolares. Me refiero a las y los docentes de la Prepa en línea; a los profesores y las profesoras del Programa Nacional de Inglés (PRONI); así como a las maestras y los maestros que han participado en el programa de Escuelas de Tiempo Completo (PETC), a quienes se les adeudan ingresos complementarios o incentivos adicionales por trabajar en jornadas ampliadas.

4. He recibido comentarios en el sentido de que la Profesora Delfina pertenece al grupo político de Higinio (Martínez). Considero que tendrá que cortar cables o reestructurar sus vínculos políticos, en el contexto del cargo que, de ahora en adelante, le confía el presidente AMLO. Aunque, como lo escribí esta mañana, prefiero a ese grupo que al “elbismo” o al grupo “Atlacomulco”, que gobierna el EDOMEX.

5. Por otra parte, una compañera que trabaja en el sector educativo, en programas compensatorios, nos escribió lo siguiente, con respecto al nombramiento: “Será un aparador para la contienda del 2023 e irá por la gubernatura del Edo. de México.”. Mi respuesta fue: Habría que ver el trabajo que realice la Profesora Delfina al frente de la SEP, de ahora en adelante, y hasta ese entonces se podrá valorar qué tan adecuada sería su candidatura para que, por primera vez, gobierne una mujer no priista en Toluca, previa elección constitucional, claro.

6. Otro de los grandes retos de la futura titular de la SEP, será resolver los más añejos y complejos problemas generados por el burocratismo y el centralismo inoperantes que han padecido tanto la SEP como las secretarías de educación en las entidades federativas, así como en los organismos desconcentrados que se encargan de la administración de la educación básica en el país. En especial, sería conveniente emprender cambios en la Unidad del Sistema para Maestras y Maestros, que se creó y que mandata la ley aprobada en septiembre de 2019.

7. Un reto o desafío no menor, será la interlocución que habrá de realizar la Profesora Gómez Álvarez, de manera directa, asertiva y basada en la ley, con las dirigencias del oficialista SNTE y de las fuerzas magisteriales disidentes, agrupadas en la CNTE.

8. Lograr una ruptura ante el discurso hegemónico que se ha distribuido en la escuela pública, sobre todo me refiero al “gerencialismo”, que ha permeado o que ha llegado a ocupar eventualmente el lenguaje y las acciones de docentes y directivos escolares. Menos gerencialismo y más pensamiento pedagógico sería quizá la premisa. Ese será también uno de los más grandes y profundos desafíos que enfrentará, como obstáculo, la futura responsable de la educación nacional.

9. Combatir el rezago educativo, que cada año aumenta en el país (hace dos años se tenía un registro de alrededor de 32 millones de compatriotas en esa condición, fenómeno que incluye al analfabetismo). Obviamente en época de crisis sanitaria y económica, ese será uno de los principales desafíos de la gestión de la Profesora como titular de la SEP.

10. Retomar la discusión, desde abajo, acerca de los contenidos, los métodos, los enfoques y las prácticas educativas-pedagógicas, que habrán de movilizar a la escuela pública en México de ahora en adelante, es quizá otro de las principales prioridades del siguiente tramo de la gestión de la SEP a partir de 2021.

Fuente: https://www.sdpnoticias.com/amp/columnas/delfina-gomez-y-los-desafios-del-cambio-educativo.html?__twitter_impression=true

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El currículo oculto de “Aprende en Casa II”

 Juan Carlos Miranda Arroyo

¿Dónde aprenden las niñas y los niños a levantar la mano para hacer uso de la palabra? ¿Dónde aprenden a decir “presente” al momento en que la maestra, desde preescolar, pasa lista? ¿En qué contexto social se aprende, por primera vez, a formarse o a hacer fila y a esperar a que un adulto dé indicaciones? Esos y muchos otros episodios de vida cotidiana, se generan en la escuela, no en la familia ni en ninguna otra institución social. Ahí (la escuela) es donde se desarrolla el conjunto de aprendizajes que se requieren para sobrevivir en la vida, tanto en la escuela como fuera de ella. Son los aprendizajes que forman parte del currículo paralelo u “oculto”.

Relacionado con ello, en el año 2019 escribí un artículo sobre la aplicabilidad del concepto de currículo paralelo u “oculto”, en las prácticas docentes, hoy. (1) Ello en el contexto social de la escuela pública en época de no pandemia. ¿Qué aspectos podrían recuperarse cuando hablamos del currículo “oculto” en época de pandemia, y cómo se da su aplicación en la base del sistema educativo?

Uno de los primeros exponentes del concepto de currículo paralelo u “oculto”, P. W. Jackson (2) señala que “…el currículo oculto sirve como mecanismo de adaptación a la sociedad y consiste en una introducción a las exigencias de las relaciones sociales del trabajo… la multitud, el elogio y el poder se combinan para dar un sabor específico a la vida en el aula, y generan colectivamente un currículum oculto o paralelo al currículo formal (académico o explícito), que cada alumno y cada profesor debe dominar para desenvolverse satisfactoriamente” en el medio escolar.

Esto nos lleva a analizar al currículo escolar en dos dimensiones claramente diferenciadas: Lo académico o explícito y lo “oculto” o implícito. Si la escuela es, por definición, una institución binaria, es decir, conservadora e innovadora a la vez, los actores de los procesos educativos que entran en acción en las escuelas (sobre todo los docentes, estudiantes, directivos, personal de apoyo y responsables de las familias), tienden a preservar no sólo las tradiciones sociales y culturales, sino también las relaciones sociales escolares dominantes, que dan soporte a la vida en las instituciones educativas (los llamados patrones de la “cultura escolar”), mismos que se producen, se reproducen e invariablemente se aprenden, se “interiorizan”, se asumen o se subjetivan por parte de dichos actores.

Por esa razón, (debido a la inercia conservadora y a la reproducción de patrones culturales), la realidad de la escuela pública, al menos lo que se observa en México, muestra que no han existido cambios profundos o sustantivos en ella a lo largo de los últimos 40 años, sino que se preservan ciertas rutinas escolares que no cambian al paso del tiempo, en todos los niveles de la educación escolar.

En época de pandemia, los patrones socio culturales se crean y se recrean

Hoy, en tiempos de pandemia, la expresión ampliamente divulgada y conocida –por patética y cotidiana-, de una madre que envía un texto a la maestra de Primaria, por medio del teléfono celular, con un mensaje como el siguiente: ”Cuando tenga dinero para comprar tiempo aire, con mucho gusto le enviaré la tarea de mi niño”. Expresión que da cuenta de los aprendizajes de la vida cotidiana que están vinculados de manera orgánica con las “relaciones escolares extraordinarias” que se desarrollan con la puesta en operación, en México, del esquema “Aprende en Casa II” (AEC-II de la SEP), como dispositivo que lanzaron las autoridades educativas federales para dar continuidad a las actividades educativas del ciclo escolar 2020-2021, en curso.

Lo interesante de este desarrollo de las prácticas escolares “sin escuelas abiertas”, es que el currículo paralelo u “oculto” se crea y al mismo tiempo se recrea, en vista de los contextos, las circunstancias sociales, económicas y culturales que se viven en las comunidades educativas, cuyo avance pende sobre un hilo en un contexto de crisis sanitaria y económica prolongada (estamos en el último día del mes de noviembre de 2020 y los reportes de las autoridades de salud, indican que la pandemia no tiene fecha clara de terminación o de control).

Por otra parte, si en cada una de las escuelas del esquema AEC-II, los propios actores educativos hicieran un ejercicio de autocrítica acerca de los patrones que se reproducen o se ponen en movimiento y en contradicción en el ámbito de las actividades de aprendizaje a distancia, como parte de sus culturas escolares idiosincráticas o diversas, singulares, se obtendrían hallazgos interesantes que darían pie a alternativas o ideas para la acción, las cuales generarían cambios significativos, concretos, a fin de sustituir las prácticas educativas caducas o ajenas a las necesidades planteadas por los estudiantes y sus familias, hoy, en las actividades escolares, a distancia, dentro del esquema AEC-II.

Un eje de gestión educativa y escolar orientado hacia el cambio, por ejemplo, (que deslegitime y desmonte la lógica del “control de grupo” por parte del docente, y del “control del docente”, por parte del directivo escolar), consiste en revisar las actitudes y los valores que son asumidos como “inamovibles” o “irremplazables” en la práctica docente y directiva, los cuales se viven a través de las prácticas educativas cotidianas, que podrían de ser tomadas en cuenta para abonar a favor de dichas aspiraciones de cambio educativo (antes desde el aula; hoy desde las interacciones a distancia).

Precisamente, un caso concreto que se repite como “irreductible”, hoy, es la aplicación de exámenes de conocimientos a distancia (en la lógica de evaluar a los aprendizajes de los estudiantes como acciones ligadas a un producto y no como a un proceso complejo y multifactorial); exámenes que se complementan con la colección de “evidencias de aprendizaje” (tareas a realizar en casa, mapas de conceptos, presentaciones digitales, llenado de cuadernillos o manuales, etc.), por parte de las y los docentes en estas condiciones adversas. ¿Dónde entra aquí la noción o concepto del currículo paralelo u “oculto”? Precisamente en las prácticas paralelas, informales, que acompañan a las actividades formales del currículo académico explícito u oficialmente prescito.

En la experiencia de la educación superior y en el ámbito de la formación de profesionales de la educación, una de las rutinas que más se registran como aprendizajes paralelos que regulan y marcan el paso de las interacciones escolares a distancia, son las ausencias discontinuas o intermitentes de las y los estudiantes en las sesiones virtuales (en tiempo real o asincrónico), y por lo tanto, para participar y realizar las actividades de aprendizaje sugeridas. Esto sucede con frecuencia a pesar de que las y los estudiantes universitarios son relativamente independientes en cuanto al uso de las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento. ¿Cómo se darán las intermitencias o ausencias discontinuas en la educación básica, donde las y los estudiantes son, en su mayoría, tecnológicamente dependientes?

Por ello, considero que las innovaciones educativas tendrían que pasar, primero, por la crítica a los esquemas autoritarios que prevalecen (centrados en el control de las y los estudiantes), que cambian de manera gradual o que se trasforman discretamente, esto sobre todo en la escuela pública; sin descartar la idea, como alternativa, de la autogestión, del sentido de responsabilidad social, de la fraternidad y la solidaridad entre los miembros de la comunidad educativa; una educación como espacio social y cultural que establezca los equilibrios necesarios en sus relaciones con el entorno natural y social.

Pero también, y en segundo lugar, la dinámica del cambio educativo implica el extensionismo, es decir, que no solamente se queda en el ejercicio del cambio por parte de los actores educativos principales (docentes y directivos), sino que también habrá de abarcar a los estudiantes y a los familiares de éstos, puesto que sus propias dinámicas están orientadas hacia el “no cambio” o hacia la conservación del “estado de cosas”. Y en ello también está concentrada la inmovilidad educativa.

Así, dicho esto como una primera conclusión, tanto el currículo académico como el currículo paralelo, “social” (u “oculto”), demandan de un ejercicio de autocrítica y de revisión por parte de los diferentes actores o miembros de la comunidad escolar, en un sentido amplio y profundo. Y ahora, con la pandemia, de una manera más generalizada y continua.

Sin duda existen muchos otros temas en la agenda de discusiones sobre lo que podríamos cambiar en las escuelas “desde abajo”, y no como movimientos que vienen “desde arriba”, y atender a las necesidades esenciales de las comunidades educativas. Por ello pienso que el modelo verticalista del cambio educativo, “desde arriba”, está agotado y en franca crisis o decadencia. Como alternativa, el debate que habrá de desplegarse es el que nace desde la escuela pública, como entidad social y cultural de base. Así, los actores principales de ésta habrán de discutir acerca del qué, el cómo y el por qué generar cambios en la vida cotidiana escolar; más allá incluso de las iniciativas “reformistas”, generalmente impuestas a la escuela por parte de las cúpulas políticas, económicas, culturales y sindicales, que han demostrado ser, una y otra vez (por decir lo menos), un verdadero fracaso.

Fuentes consultadas:

(1) Aprendizajes curriculares explícitos y “ocultos”, SDP Noticias.com, 23 de octubre, 2019.

(2) El término en inglés del currículo “oculto” es hidden curriculum, y se escribe entre comillas porque no hay nada oculto o escondido en él. Jackson, en 1968, decía que ese currículo había estado oculto de la investigación educativa hegemónica de los años 60´s del siglo XX. Algunas de las notas tuvieron como referencia al siguiente sitio: http://abhb.blogspot.com/p/philip-w-jackson.html

Fuente:  https://profelandia.com/el-curriculo-oculto-de-aprende-en-casa-ii/

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La extraviada Reforma Educativa de la 4T

Por: Juan Carlos Miranda Arroyo

El próximo 12 de diciembre, se cumplirán dos años de que el presidente López Obrador envió la iniciativa de reforma al texto constitucional en materia educativa, específicamente de los artículos 3, 31 y 73 de la Carta Magna, con la finalidad de cancelar y modificar los términos, contenidos y leyes secundarias que formaban parte de la anterior reforma educativa del período 2012-2018. Con ese acto de 2018, oficialmente, se inició el proceso de la “Reforma Educativa de la 4T”.

Independientemente de los factores asociados durante el presente año, como son la crisis sanitaria y la crisis económica, la Reforma Educativa de la “4T” se encuentra extraviada. A dos años de su lanzamiento, como iniciativa de cambio gradual, moderado, y planteada desde las nuevas élites gobernantes, dicha iniciativa e impulso reformistas se han tornado desangelados, sin fuerza, cada día más debilitados a la vista de las evidencias.

El mismo Esteban Moctezuma, secretario de educación pública federal, con frecuencia omite hablar o escribir acerca de la “Reforma Educativa del 2018-2019”, como tal, sino que más bien se refiere, en su lugar, al Acuerdo Educativo Nacional o a la creación de la “Nueva Escuela Mexicana” (esta última, inspirada en los proyectos de la “Fundación Azteca”, donde él trabajó y manejó el concepto de “excelencia musical”, entre otros términos y valores empresariales). Me pregunto ¿Acuerdo con quién, cómo, para qué?

Si uno busca las fuentes documentales de la nueva “Reforma Educativa de la 4T”, no se encuentra ningún texto unificado. El gobierno del presidente López Obrador, a través de la Secretaría de Educación Pública (SEP), no ha elaborado un documento integrador en ese sentido. La Cámara de Diputados federal, donde el partido Morena y aliados son mayoría, ni el organismo creado en lugar del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), esto es, la Comisión para la “Mejora Continua” de la Educación, nadie ha elaborado un documento que dé sustento, precisión y consistencia al más reciente proceso reformista. Y no sólo eso, tampoco se percibe una solidez discursiva por parte de las autoridades, sino más bien un abandono del lenguaje “reformista” en los registros y en el accionar de las políticas públicas educativas aplicadas durante los dos años recientes.

Algunas preguntas generadoras para motivar el análisis

¿Cuáles son los contenidos de la Reforma Educativa (RE) impulsada por el gobierno de la «4T»? ¿Qué cambios o transformaciones se han proyectado durante este sexenio de la “4T” en el campo educativo? Hasta ahora, ¿qué se ha logrado? Tiempo, por cierto, del cual ya ha trascurrido el primer tercio ¿Qué cambios de fondo se han producido o se proyectan en aprendizajes escolares (y su evaluación formativa); en las prácticas docentes (y su evaluación formativa, no punitiva ni para controlar)?

¿Qué hay en cuanto a cambios al currículo escolar; en nuevos métodos y enfoques de enseñanza; en nuevos modelos de gestión educativa y escolar? ¿Qué en la atención integral e institucional a la inequidad educativa como parte de la inequidad social? ¿Qué se ha hecho en cobertura; en organización escolar (con la intención de que sea menos burocratizada); en materiales didácticos (para fomentar la lectura, más allá de las TIC); en formación continua para docentes y directivos escolares en servicio; en procesos de formación Inicial y preparación profesional para las y los estudiantes de las escuelas normales, los CAM y la UPN? ¿Qué cambios sustantivos en infraestructura educativa? ¿Qué hay con respecto al financiamiento público hacia la educación? ¿Qué avances se puede anotar el gobierno de la “4T” para abatir el rezago educativo?

Así describía, en 2019, EMB los puntos contenidos en la Reforma Educativa de la “4T”: “Queda abrogado el texto constitucional previo. Con la aprobación de la iniciativa, se eliminarían también la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación y la Ley del Servicio Profesional Docente. No habrá evaluaciones punitivas ni obligatorias. Los maestros tendrán derecho a un sistema de formación y actualización gratuito. No existirá ninguna relación entre evaluación y permanencia en la plaza de los educadores. Se reinstalarán a los profesores que fueron cesados a raíz de la aplicación de la reforma educativa (de 2013) y se eliminarán las sanciones contrarias a los derechos laborales. En la iniciativa se establece que la enseñanza es el centro del sistema educativo, por lo que se suprimirán las cargas administrativas. La promoción de los maestros estará asociada con sus conocimientos, aptitudes y experiencia y no a exámenes estandarizados. En la iniciativa, los derechos laborales del magisterio quedan debidamente protegidos. En búsqueda de una educación de excelencia, se propone el mejoramiento integral para lograr el máximo aprendizaje en el aula. Por primera vez, el concepto ‘joven’ aparece junto con el de niños, niñas y adolescentes como el centro de la educación. El curso del nivel de educación superior es obligatorio y se recupera la educación inicial. Se fomentará un nuevo pensamiento crítico y valores. El civismo regresa como materia. Se promueve el Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación, pero tendrá un énfasis en las autoridades educativas. Por primera vez las familias se vuelven corresponsables de la educación, porque se requiere también la participación de los padres. La educación se define como equitativa. Por ello se impulsarán acciones que reviertan carencias alimentarias, de infraestructura y su mantenimiento en zonas de alta marginación. También se considera como inclusiva, multicultural y plurilingüe, con respeto a los derechos de todos. Se fortalece en la educación la convivencia y el cuidado del medio ambiente. Se habla de una educación para las diferentes realidades de México. Por ello, se invitarán a actores sociales para las tareas, para que cada región tenga expresada su cultura. Los adultos mayores contarán con acceso y garantías al sistema educativo. Los planes y programas de estudio van a tener perspectiva de género. Además, tendrán como materias: ciencias y humanidades, historia, geografía, filosofía, civismo, lenguas indígenas y extranjeras, artes, tecnología, deporte, promoción de estilos de vida saludables, cuidado del medio ambiente y cultura de paz. Habrá un énfasis en los derechos humanos, para que todas las personas sepan defenderlos. Se garantiza la educación especial para personas con discapacidad. El respeto y la promoción de la autonomía universitaria. Más oportunidades de acceso a la educación superior hasta lograr el cero por ciento de rechazo.” (1)

Hasta el momento, (ubico al período 2018-2020), no ha habido tal “transformación”. Este intento de “Reforma” se ha quedado corto. En la búsqueda de nuevos consensos políticos durante la gestión legislativa, el gobierno de la “4T” sólo ha “descafeinado” los términos de la reforma educativa prometida en campaña electoral (que sería supuesta y paradójicamente “radical”). El decreto (2), por ejemplo, que se publicó el 15 de mayo de 2019, donde se concentran los productos de las negociaciones legislativas en torno a la iniciativa del presidente López Obrador, muestra más continuismo discursivo y de conceptos educativos y pedagógicos, que ruptura con respecto a la reforma educativa pasada (la palabra “reforma” sólo aparece ahí cuatro veces y se refiere al cambio del texto constitucional, no a un proyecto educativo de largo alcance).

Por otra parte, aprecio que la actual reforma educativa (de la “4T”) es «reactiva», porque se inspiró en la abrogación de las leyes secundarias que derivaron de los cambios al texto constitucional de 2013, pero en sí misma, la actual, no es una reforma que haya surgido ni se haya desarrollado de una matriz original, ni de un auténtico proyecto educativo nacional alternativo. La modificación inmediata y precipitada (recordemos el “detalle” de la autonomía universitaria, eliminada en borrador) del texto constitucional, en la iniciativa de diciembre de 2018, pareció ser más un acto reformista reflejo que un resultado tangible de un movimiento nacional (“desde abajo”) que abanderara a la reforma en sentido progresista, a partir de las demandas sociales y de la voz del magisterio. Y aunque a las y los docentes se les invitó a participar en consultas públicas, entre julio y noviembre de 2018, el resultado de las modificaciones constitucionales de 2019, y la operación gubernamental que se ha dado desde entonces, están lejos de empatarse con lo manifestado por López Obrador durante la campaña de ese mismo año, cuando habló de un “cambio de raíz”.

Al caracterizar al reformismo educativo en México, como una especie de afiliación obsesiva por emprender “reformas educativas” en automático, que ha intentado pasar del reformismo conservador-tecnocrático (2013) al reformismo progresista, moderado (2018-2019), ni siquiera ve reflejados dichos impulsos “gradualistas”; mucho menos se podría hablar de un “reformismo educativo radical», lo cual, en sí mismo y por sentido lógico, sería una contradicción.

¿Cuál transformación de la cosa pública en materia de educación hemos tenido? La RE, hoy, es retórica, es discurso vacío, es demagogia, es contradicción sin proyecto propio. Por todas estas razones y cuestionamientos, me parece más bien que estamos frente al umbral de una crisis del reformismo educativo en México.

Fuentes consultadas:

(1) “Esteban Moctezuma explica, punto por punto, la iniciativa para la reforma educativa”, El Financiero, 21 de marzo, 2019.

(2) Decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de los artículos 3o., 31 y 73 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia educativa. DOF, 15 de mayo, 2019.

Fuente e imagen: https://www.sdpnoticias.com/amp/columnas/la-extraviada-reforma-educativa-de-la-4t.html?__twitter_impression=true

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Aprendizajes, Evaluación Formativa y Pandemia

 Juan Carlos Miranda Arroyo

A raíz de la publicación del documento oficial: “Orientaciones pedagógicas para la evaluación del aprendizaje para la educación preescolar, primaria y secundaria en el periodo de contingencia sanitaria generada por el virus SARS-CoV2 (Covid-19) para el ciclo escolar 2020-2021”, (circular de la SEP, del 6 de nov., 2020), la semana pasada, algunos medios de comunicación “cabecearon” algo así como “No habrá reprobados”. Esa expresión, que puede ser un tanto escandalosa o exagerada, además es inexacta e imprecisa. (1)

La circular referida más bien representa un conjunto de recomendaciones para que las y los docentes y, en su caso, las y los directivos escolares (en caso de ausencia de los anteriores) tomen las medidas adecuadas durante los procesos de cierre parcial (trimestral o semestral) de actividades de aprendizajes escolares y de evaluación formativa establecidos en el plan y los programas de estudios vigentes.

El debate sobre la evaluación formativa en el ámbito de la educación obligatoria (Básica y Media Superior), es uno de los campos de más alto interés (sin dejar de ser polémico) por parte de los responsables y actores centrales de los procesos educativos que se llevan a cabo en la escuela (ahora “a distancia” sana): maestros, maestras y directivos escolares.

Además de estos actores principales, también participan otros personajes en la trama (que a veces se torna en “drama”): Las madres y los padres de familia, así como los adultos encargados o responsables, en casa, de las y los estudiantes niñas, niños y jóvenes. Claro, también, los aprendizajes escolares y la evaluación formativa son temas o fenómenos de interés para pedagogos y pedagogas, las y los especialistas en evaluación educativa y estudiosos de las políticas públicas educativas, ello como parte de las actividades orientadas a la indagación y comprensión de los procesos macro, meso y micro educativos, y particularmente para entender por qué continúan los problemas de los aprendizajes significativos de quienes ejercen el derecho pleno a la educación: las y los estudiantes.

A propósito de estos procesos educativos, esta semana el profesor Abelardo Carro se refiere a los retos que tienen los aprendizajes escolares y la evaluación formativa para las y los docentes, y directivos escolares, debido a la participación u omisión en acciones de acompañamiento de los padres, madres o adultos encargados de los estudiantes niños, las niñas, adolescentes y jóvenes, sobre todo de la escuela pública (2). ¿Cuáles son los problemas relacionados con los aprendizajes escolares y la evaluación formativa en tiempos de crisis sanitaria? Uno de ellos, sin duda, es el de los procedimientos específicos de apoyo a la enseñanza y de evaluación con sentido y criterios pedagógicos, donde madres, padres o tutores de las y los estudiantes participan de manera directa o indirecta; comprometida o desinteresada. En ello influyen diversos factores.

Esto afirma Carro, al respecto: “…así como la planteó la Secretaría de Educación Pública (SEP), para la evaluación de los aprendizajes esperados de los alumnos durante este primer semestre, en el momento en que el maestro o maestra no cuente con información suficiente sobre la participación de un estudiante desde que inició el ciclo escolar, tendría que anotarse en la boleta de evaluación la leyenda: “información insuficiente”, cuando la participación del estudiante haya sido intermitente” o “sin información”, cuando no se haya tenido comunicación con el educando, (SEP, 2020). Esto, desde mi punto de vista, tiene dos aristas a considerar: 1. Que colocar esa leyenda no significa que el chico haya reprobado porque el documento de “Orientaciones pedagógicas para la evaluación…” en ningún momento lo señala; 2. Que esta situación, propicie que los padres de familia que tienen todos los medios para apoyar a sus hijos en su proceso formativo, pero que obviamente no lo han hecho, sigan de la misma manera durante el siguiente trimestre; al fin de cuentas, éstos podrían pensar que en su momento el profesor y/o la escuela, tendrían que buscar la forma de “regularizar” a estos alumnos y, por lo tanto, de evaluarlos.”

Uno de los grandes retos en el avance o retroceso educativo, hoy, en época de pandemia, por lo tanto, tiene que ver no sólo con el tema de los avances, o no, de los aprendizajes escolares (cómo se llevan a cabo a distancia; con o sin apoyos de las nuevas tecnologías informáticas y de conocimiento; cuáles son los roles de las madres, padres y tutores, etc.); sino también tiene que ver la concepción y aplicación de la evaluación formativa.

En los casos en donde se encuentran lagunas tanto en el sustento teórico-conceptual como en los procedimientos a seguir, coincido con Carro en la idea de que la autoridad educativa, federal o estatal, habría de “…emitir un protocolo con la intención de que los docentes y directivos, puedan dar un puntual seguimiento a cada uno de los casos que sean registrados con la leyenda “información suficiente” o “sin información…”, y que ciertamente no se trata de “reprobar” (término cada vez más en desuso en los círculos pedagógicos y educativos), sino de proporcionar la orientación y el apoyo necesarios para que nuestros niños, niñas y jóvenes permanezcan en la escuela para que aprendan lo correspondiente y se desarrollen como ciudadanos, aún en esta situación adversa de la pandemia.

Por otra parte, sería conveniente que las propias autoridades educativas y las-los directivos escolares y educativos (directores escolares, supervisores y jefes-jefas de sector), se den a la tarea de actualizarse y gestionar los eventos o acciones de formación continua que sean pertinentes, a efecto de que los avances pedagógicos más recientes en materia de aprendizajes escolares y evaluación formativa, así como los términos de la normatividad respectiva, se pongan al alcance de docentes, madres, padres y cuidadores o tutores. Esto con los debidos matices, en términos de las necesidades regionales y locales de cada una de las comunidades educativas. En una de esas, incluso, sería interesante que las y los comunicadores o representantes de los medios de comunicación se pongan al día en relación con los términos pedagógicos de la última generación.

¿Habrá presupuesto en lo inmediato, señor secretario Esteban Moctezuma Barragán, para que se lleven a cabo estas iniciativas y acciones concretas, necesarias, que están establecidas en las leyes?

Fuentes consultadas:

(1) Excélsior, por ejemplo, publicó esta nota: “Calificaciones quedan en segundo término; SEP emite orientación a maestros”.

https://www.excelsior.com.mx/nacional/calificaciones-quedan-en-segundo-termino-sep-emite-orientacion-a-maestros/1415685

El diario se refiere a la Circular DGCD/DGAIR/001/2020. Orientaciones pedagógicas para la evaluación del aprendizaje para la educación preescolar, primaria y secundaria en el periodo de contingencia sanitaria generada por el virus SARS-CoV2 (Covid-19) para el ciclo escolar 2020-2021”, SEP, 6 de nov., 2020.

(2) Abelardo Carro. La difícil tarea de educar a los padres para la evaluación del primer trimestre. Profelandia, 16 de nov., 2020.

Fuente: https://profelandia.com/aprendizajes-evaluacion-formativa-y-pandemia/

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