Neoliberales contra la Escuela Pública

 

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Trampas neoliberales contra la enseñanza pública

Jesús Cuadrado *

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Hace unos días, oía a un periodista de TVE comenzar su entrevista a Iñigo Méndez de Vigo, ministro de Educación, con el habitual “España sale mal parada en el informe PISA”. Es falso, pero se repite. Poco antes, el pasado febrero, el diario El Mundo editorializaba sobre lo mismo: “los deficientes resultados que año tras año cosechan nuestros alumnos en los informes PISA”, solemnizaban, sin aportar, por supuesto, una sola referencia concreta a esta evaluación internacional de la OCDE. Lo que importa es el objetivo central de los neoliberales, el ataque a las joyas del Estado del Bienestar, de las que la Educación es la más débil de la manada. Van a por ella, a saco.

Para hacer creer que la enseñanza pública es un desastre, no les importa falsear los resultados de estas evaluaciones internacionales. De hecho, España, en comparación con los países europeos de nuestro entorno, consigue unos resultados similares a los de Francia, Suecia o EEUU. Resumiendo, si traducimos las puntuaciones a notas escolares, donde Finlandia obtendría un 10, el sistema educativo español conseguiría un 9,3 en esas pruebas. Pero lo que importa, mezclando maliciosamente fracaso escolar, porcentaje de repetidores o abandono, con datos manipulados de PISA, es debilitar la imagen de la enseñanza pública.

Hace tres años, en mayo de 2013, en la Fundación Areces, en Madrid, el gurú internacional de la doctrina neoliberal sobre Educación, Eric Hanushek, como en un acto religioso, impartió a los feligreses españoles la doctrina básica: “la Educación funciona como cualquier mercado, por incentivos”. Carlos Sebastián, del grupo de FEDEA, financiado por los principales bancos y empresas del país, traduce el catecismo en su libro España estancada. Cita, por supuesto, el evangelio PISA, haciendo una exhibición de desconocimiento. Su gran aportación: el problema son los profesores, que son malos y cobran mucho. Y son funcionarios, dice (como los de Finlandia, por cierto). La solución serían los incentivos por resultados académicos. ¿Alguna evidencia que aportar? No, sólo les importa su modelo subyacente, su doctrina ultraliberal. Por eso, aunque citen a Dinamarca, siempre se refieren a fórmulas fracasadas en EEUU o Chile.

Pero, mienten. Como demuestra con evidencias Julio Carabaña en su libro La inutilidad de PISA para las escuelas, la relación que establecen entre los resultados por países y la calidad de centros y profesores es un simple fraude. Pero, los datos no importan, el objetivo es otro. Así, el diario El Mundo publicaba el pasado marzo, como cada año, la traducción práctica de la doctrina: el rankingde los “100 mejores colegios de España”, privados y concertados. Quien tenga curiosidad puede leer lo 27 criterios de calidad para comprobar qué entienden los ultras del mercado por buena Educación: marketing y marketing. Por cierto, una anécdota. Uno de los colegios privados del ranking, el Peñacorada de León, se publicitaba este curso por haber conseguido uno de sus alumnos una beca Amancio Ortega, a la vez que pasaba desapercibido que, en un centro público de la ciudad, el Instituto Lancia, dos alumnos conseguían la misma beca. Ninguna sorpresa.

¿Los centros privados son mejores que los públicos? Lo que sentencian los de la OCDE, en el tomo IV de PISA 2012, es que, excluido el sesgo sociocultural de las familias, no hay diferencias entre centros públicos y privados en los resultados de las pruebas. Son más caros, pero, según sus propios criterios, no más eficientes. Entonces, ¿por qué están tan interesados en segregar centros e imponer una tramposa “libertad de elección”? Por intereses doctrinarios. Las escuelas, como las fábricas de coches, estarían sometidas a la exigencia de eficiencia de los mercados. Pero sus centros, en los que pueden experimentar sus teorías sobre incentivos, son más caros, pero no más eficientes. Como dice el profesor Carabaña, sólo son buenos a la hora de seleccionar alumnos. Y, por supuesto, para hacer “pilarismo”, para establecer útiles relaciones personales de futuro, pero, para lo que debe servir la escuela, un desastre. Según su PISA.

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Tengo un gran respeto por los conocimientos demostrados por Luis Garicano, el economista de Ciudadanos, pero, los sistemas educativos no son su especialidad. Él, como todos los neoliberales cuando se acercan a la Educación, también concluye en los sospechosos habituales: los malos profesores, las evaluaciones y los incentivos por resultados de los alumnos. Es decir, digan lo que digan los datos de los tomos II y IV de PISA, no les van a estropear su titular: la eficiencia de los mercados como sistemas de rendición de cuentas aplicada a la enseñanza. ¿Evidencias? Ninguna, tampoco en sus admirados estudios de EEUU, que ha tenido que cambiar su ley de Educación ante los evidentes fracasos de la aplicación de incentivos.

A Garicano hay que agradecerle una aportación concreta, recogida en su libro Recuperar el futuro. Dice: “En otras asignaturas, los estudiantes pueden leer un texto (preferentemente una fuente primaria, no un libro de texto) y discutir en clase bajo la dirección del profesor. Una discusión bien preparada sobre Karl Marx y su influencia en los nuevos partidos (¿qué diría Marx de la “casta”?), por ejemplo, tendrá muchísimo más impacto en los estudiantes que una aburrida lección sobre el materialismo histórico”. Como profesor de historia, le doy las gracias por el consejo, pero a él, como economista, no le vendría mal seguir el que da el reconocido Dani Rodrik en Las Leyes de la Economía a los economistas que tienen tendencia a aplicar sus modelos sobre economía a todas las disciplinas y “se arriesgan a ser criticados por salirse del campo de acción de su profesión y por hacer pasar sus propios juicios de valor por ciencia”. Incluso se puede llegar a hacer el ridículo.

Un mérito inapelable habrá que reconocerle a Garicano. Consigue que, en las cuatro ideas genéricas que el pacto Ciudadanos-PSOE dedica a Educación, las claves neoliberales sobre evaluación e incentivos protagonicen el texto. De paso, impuso una aritmética fiscal en el acuerdo que hace inviable cualquier mejora seria de nuestro sistema educativo público. Y esa es otra. Sabemos bien qué modelo quieren implantar los de “todo es mercado”, pero, conocemos poco sobre qué quieren quienes, en la izquierda, deberían saber que “no hay eficiencia en Educación sin igualdad de oportunidades”.

Cuidado que si estas corrientes neoliberales tienen éxito el 26J, sabrán qué hacer. Primero, desprestigiar la enseñanza pública, para, después, imponer su sistema de enseñanza excluyente, de redes segregadas de centros escolares. No sorprenderán. Hace tiempo que buenos conocedores del paño, como Joseph Stiglitz, les cogieron la matrícula. Por eso, el Nobel de Economía propone que los países cuenten con un mandato constitucional sobre la igualdad de oportunidades educativas. Cierto, hay que hacer cambios profundos en la Educación, pero para conseguir corregir el mayor fracaso del sistema: la falta de avances en la igualdad real de oportunidades. Y ahí tampoco hay mestizaje que valga. O por aquí o por allí, compañeros.

Fuente: http://www.cuartopoder.es/tribuna/2016/04/28/trampas-neoliberales-contra-la-ensenanza-publica/8498

Imagen: https://www.google.com/search?q=educacion+neoliberal&espv=2&biw=1366&bih=667&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwi15P_kjrPMAhVCLB4KHdH7CTUQ_AUIBigB#imgrc=ztcXXf6qwv3k3M%3A

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