Rectores/coordinadores y la calidad educativa.

Por: Jose Darwin Lenis Mejía.

Los directivos docentes son una ficha fundamental en el rompecabezas de la calidad del sistema escolar. Porque sobre su gestión directiva, administrativa,  pedagógica, humana y académica se soporta la misión y el impacto de la gestión social de las instituciones educativas.

En pleno siglo XXI, movilizar con solvencia las competencias de Liderazgo (capacidad de realización efectiva y motivacional para hacer en favor de un bien común) Diseño (modelación  y proyección de metas) y de Seguimiento Escolar (acompañamiento a compromisos o realizaciones institucionales) son fundamentales para garantizar el éxito integral de las instituciones escolares. Es probable que, una institución avance poco en su modelo educativo si los directivos les falta dimensionar planes pertinentes de articulación y desarrollo de la escuela en la comunidad. Soñar con una mejor escuela es un compromiso  posible, si quienes dirigen u orientan las instituciones tienen las metas claras y una ruta diseñada para recorrer el camino que los integrantes  primarios (estudiantes y profesores) demandan. Liderar una institución escolar va mucho más de simplemente dirigir unas personas para que cumplan un “trabajo educativo”. Implica motivar, diseñar, comprender, potenciar, acompañar y evaluar lo que se hace, ¿cómo se hace?  ¿Por qué se hace? y ¿Para quién(es) se hace? aquí las consignas que interrogan el hacer en un sentido amplio establecen y evidencian las percepciones e imaginarios  del concepto  calidad  que en su integralidad tienen los directivos. La calidad educativa, se relaciona con las formas de hacer las cosas bien desde la planeación, en la ejecución y en la verificación de las actuaciones que se proyectan para bienestar de toda la comunidad.  Para Joseph Juran, la calidad como principio de acción del equipo directivo es disponer buenas formas para relacionar de manera eficiente la planeación, la actuación, el control y el mejoramiento. Esto no depende de un direccionamiento del MEN, es por el contrario la capacidad de hacer lo mayormente posible con lo que se tiene con miras al éxito de  estudiantes y de la comunidad en general. La calidad no se supedita a medir resultados, hay una falsa concepción desde el MEN, donde calidad es igual a lo cuantificable en concreción numérica.  La calidad también se puede medir en el bienestar, la gestión y aporte que una institución hace al desarrollo del entorno y la comunidad, no solo en el educar niños y jóvenes para apropiar conocimiento. Calidad es pensar en la armonización de convivencia, impulsar  las capacidades de la población y educar en diferentes contextos de bienestar común para la comunidad.

En las últimas décadas hemos entrado en una contradicción entre las competencias del mercado económico vs la educación como formación humana,  porque por un lado se disminuyen los resultados académicos y del otro aumentan los conflictos escolares de todo tipo. Como ejemplo las escuelas viven hoy un conflicto misional, como factor de mejoramiento el MEN solicita a las instituciones altos resultados en las pruebas saber, éstas a su vez a través de los rectores o coordinadores exigen a sus profesores y estudiantes elevar desempeños, pero algunos padres de familia increíblemente reclaman  dejar cero tareas o actividades complementarias por considerarlas inadecuadas e impertinentes para las ocupaciones de sus hijos y de ellos mismos. En este sentido, la educación va en retroceso, sin exigencias mínimas reclamamos calidad total o queremos ser los mejor educados de Latinoamérica.

Aunque en términos institucionales la calidad escolar es una responsabilidad compartida y además transversal a todos los participantes de la comunidad educativa, insisto en que los rectores y coordinadores son pilares en los que se soporta ésta como proceso de mejoramiento integral e institucional. No solo son fundamentales por su investidura del cargo, sino también por la experiencia, impulso y gestión que asumen en sus espacios escolares y comunitarios. Factores como la motivación, los ambientes de aprendizaje, la infraestructura y los materiales de apoyo aportan, pero no definen la calidad. En sí misma, la calidad tiene componentes humanos que armonizan las visiones compartidas entre directivos, docentes, estudiantes, administrativos, padres y agentes comunitarios.

Algunos principios como la comunicación asertiva, la empatía, la organización, el gerenciamiento o los protocolos, determinan la armonía laboral e institucional. También, los planes de mejoramiento, la autoevaluación y la planificación colectiva aportan valores agregados al trabajo diario escolar. Todos ellos,  en acción en micro, mediano y macro contexto (aula, institución y comunidad). En otras palabras, calidad no es necesariamente saber más.

Desde esta óptica estandarizar la noción calidad es una equivocación, se requiere pensar otras formas para medirla por ejemplo en términos de valores aprehendidos por lo sujetos, formas de convivencia, aportes institucionales al desarrollo de las comunidades o en el uso de inteligencias para vivir armónicamente en el planeta.

Finalmente, rectores, coordinadores, estudiantes, profesores, padres y comunidad ¿Cómo comprender o dimensionar la calidad? si en la actualidad se presenta como paradigma único de resultados en un mercado comercial que desconoce la unidad de la condición humana.

Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/rectorescoordinadores-y-la-calidad-educativa-columna-724140

Imagen: http://www.pasto.edu.co/images/proyecto2017/Portada21212.jpg

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Educación, una fábrica de destilación social

Por Jose Darwin Lenis Mejía 

Históricamente el sistema educativo colombiano ha operado de forma similar a como funciona un sistema industrial de destilación por goteo, donde  gota a gota un producto líquido pasa por una serie de etapas o filtros de diferentes características hasta lograr la calidad requerida por el fabricante. En Colombia, el proceso educativo tiene el mismo propósito, actúa como destilador del conocimiento y por consiguiente margina principalmente a los estudiantes más vulnerables, aquellos que no cuentan con las condiciones mínimas para estudiar y que terminan por distintas situaciones en fracaso escolar al desertar de la escuela o no lograr adquirir las competencias académicas exigidas en el estándar internacional orientado por la banca mundial a través de la OCDE.

Desde la misma oferta en, programas, costos, pruebas, horarios y otras condiciones el sistema depura y excluye a los más pobres. Separando continuamente competentes, de incompetentes, hasta dejar para el final, los más refinados, cualificados y eficientes. Dicho de otra forma, el sistema escolar colombiano dispone intencionalmente los mejores ambientes, contextos y circunstancias solo para quienes tienen el medio socio económico de acceso a una educación de calidad previamente determinada. Hacer parte de esta calidad educativa, es un exclusivo privilegio de un poco más del 4% de la población que en Colombia llega según DANE a casi 49,5 millones de habitantes.

Al revisar críticamente la organización y las realidades educativas en el país, se ve claramente como en los primeros años de estudios el número de estudiantes matriculados es alto, mientras al entrar al bachillerato la permanencia disminuye drásticamente. Cifras de Mineducación reportan un porcentaje de retención en primaria del 96%, mientras que en secundaria apenas alcanza el 67%. Es decir,  en la primaria el filtro es generoso, opera en forma de zaranda con agujeros grandes donde todo pasa y poco se queda. Ya en la educación básica secundaria y la media se instalan una serie de dispositivos “purificantes” que poco a poco como coladores más sensibles seleccionan mejor las competencias de estudiantes que van a estudios superiores, van a trabajar, o simplemente ni trabajaran, ni estudiaran. Peor aún es en la educación superior, la situación de deserción universitaria y postgradual es aterradora.

En este nivel el colador o tamiz es mucho más refinado, selectivo y desagregador porque filtra hasta los más finos detalles educativos, intensificándose la exclusión basada en los conceptos “excelencia y calidad educativa” entendidos desde las competencias específicas de saber hacer, saber conocer, saber expresar y saber ser con las cuales el grupo seleccionado puede acceder a un mayor capital cultural en bienes y servicios. Según el SPADIES 2016, la tasa de deserción universitaria es de 46,1%  cuyo factor principal radica en las bajas competencias académicas, en aspectos tales como leer comprensivamente, argumentar, escribir, inferir, analizar, interpretar, estimar, proponer o pensar críticamente. Criterios que, para quienes los apropian  definen a posteriori un mayor estatus en calidad de vida, empleabilidad, recreación o garantías en derechos humanos y sociales.

Comparativamente la tasa de desempleo de egresados universitario esta cerca del 20%, mientras para toda la población según DANE, hoy el desempleo llega a 9,1%. Claro está, que aquí se incluyen como empleados los trabajadores de sectores informales o todos aquellos que generen un ingreso que le permita la subsistencia básica.

Contrastando estos datos estadísticos con el refinado sistema colombiano de destilación académica, los estudiantes educados para asumir las altas gerencias se fabrican principalmente en exclusivos colegios y universidades privadas según lo indican los resultados de las pruebas Saber 11°, Saber Pro y los análisis de empleabilidad de egresados. Por lo general los egresados de la Universidad de los Andes en Bogotá, EAFIT en Medellín, del Norte en Barranquilla o ICESI en Cali, se emplean en grandes empresas nacionales, multinacionales o cargos públicos de alta responsabilidad; mientras los egresados de las universidades públicas tienen menos posibilidades de liderar estos mismos espacios.

Es totalmente cierto, que las condiciones en ambientes escolares, materiales de apoyo, calidad de profesores, alimentación o acceso a bienes culturales influyen muchísimo en potenciar las capacidades, talentos e inteligencia de los estudiantes e igualmente marcan la tendencia de su posicionamiento exitoso y de futuro social.

A pesar de que la Ministra de Educación, Yaneth Giha, diga lo contrario, desde el mismo diseño estructural y de funcionamiento, el sistema educativo es inequitativo y excluyente con los más pobres. Las primeras marcas de lo que será el futuro en condiciones de vida las determinan el lugar de nacimiento y la situación sociales de la familia a la que se pertenece. Por ello, tiene gran valor el programa nacional Ser Pilo Paga que hoy atiende a 31940 estudiantes de estratos 1,2 o 3 cuyos destacados desempeños en la prueba saber 11° les han permitido obtener estas becas créditos condonables. Programa que finalmente, requiere ampliarse o generar estrategias complementarias para fortalecer su cobertura o por qué no pensar en ofrecer gratuidad en el nivel técnico profesional para todos los jóvenes que egresan de los colegios públicos y privados de estratos populares.

Congresistas y ministra Giha, invocar la realización de una gran constituyente educativa, es una vía para decidir la educación como derecho fundamental para todos-as. Es equivocado seguir construyendo planes decenales como el actual 2016-2026 “El camino hacia la calidad y equidad” porque ya se sabe que su aplicación en el territorio nacional es discrecional y su complimiento un mero lineamiento de política educativa. No más educación destilada/segregada o planes simplemente indicativos, Colombia necesita  iniciar la gratuidad gradual en la educación superior y definir el derecho a la educación como bien común y principio fundamental en el mejoramiento de la calidad de vida de la población.

Fuente: https://www.elespectador.com/opinion/educacion-una-fabrica-de-destilacion-social-columna-720701

Imagen tomada de: https://rikowski.files.wordpress.com/2014/02/education-system.gif

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Educación colombiana: más privada que pública

Por: José Darwin Lenis Mejía

“Invertir en educación si paga, si se comprende que una sociedad educada es menos conflictiva, más democrática y más dispuesta al progreso”

La educación en Colombia constitucionalmente es un servicio público, así reza en el artículo 67 “La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social; con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, y a los demás bienes y  valores de la cultura.” esto significa que siendo un derecho fundamental, de forma amplia debe estar en todo momento y lugar al alcance de cualquier ciudadano. Sea porque la persona tiene como pagar o “comprar” educación o porque el Estado la provee por ser inherente a su finalidad social. Para el caso colombiano, aún las condiciones para su ofrecimiento completo están entre dicho, porque en el país entre tantas dificultades educativas se incumplen cuatro (4) obligaciones básicas para  garantizar su  efectividad y desarrollo.

  1. Obligación Asequibilidad: es de obligatoriedad que gobierno nacional disponga y asegure hayan instituciones y programas educativos en calidad y cantidad suficientes por vías públicas o privadas con el fin de asegurar que para todos-as la educación sea asequible.
  2. Obligación Accesibilidad: se comprende como la necesidad que la educación sea accesible para todos-as, sin ningún tipo de discriminación, sin menoscabo de marginación por situaciones económicas, étnicas, de seguridad y/o físicas entre otras.
  3. Obligación Adaptabilidad: referida a que la educación sea flexible y responda a las requerimientos, particularidades y ritmos de aprendizajes de los niños, niñas y jóvenes de manera que sea pertinente y llena de sentidos para los estudiantes, de manera que impulse la permanencia y el éxito escolar.
  4. Obligación Aceptabilidad: tipificada como contar con las condiciones efectivas para asegurar que la educación sea de buena calidad, por lo que es importante hacer inspección y vigilancia, acompañamiento, seguimiento, apoyo y control en los momentos requeridos para que las instituciones cumplan sus misiones y proyectos educativos.

Estas cuatros A, como conceptos son fundamentales para hacer real el derecho a la educación en un país que tiene como apuesta prioritaria alcanzar la meta “mejor educado en el año 2025” cuya política educativa además de ambiciosa, es al mismo tiempo desproporcionada, ya que al planificar un asunto de tal envergadura se requiere conjugar en acción elementos básicos que todo proyecto serio medianamente se plantea en términos de ser realizable, alcanzable, costeable y medible en su pertinencia política, social e histórica.

Educación “superior” en contexto

Para hablar de este nivel educativo, cabe preguntarnos ¿por qué es  importante intervenir y transformar la educación superior? Un gran número de la población sabemos que las 32 universidades públicas están en crisis de existencia por sus bajos ingresos por matrícula y sostenibilidad, a pesar de la sobrepoblación estudiantil.

El Estado gira un ingreso per cápita al año por estudiante de 2.600 dólares en un presupuesto promedio de 500.000 millones de pesos para las universidades más grandes, a excepción de la Uninacional que pasa de un (1) billón de pesos; dineros con destinación a funcionamiento, gastos administrativos, actualización docente, investigación o procesos de extensión a comunidad. Estos presupuestos tan integralmente pírricos  hacen que proyectos de desarrollo universitario, sentidos y acciones de transformación en entornos, población y conocimientos quedan a la suerte. Por ello, las universidades públicas se ven obligadas a vender servicios e incrementar costos de matrícula como forma de subsistir a sus altos gastos de funcionamiento, aunado a una burocracia sindical que ayuda poco y pone en riesgo su viabilidad y/o pertinencia social  convirtiendo las universidades públicas en altamente costosas para que los más pobres  accedan a las mismas.

Según cifras del Ministerio de Educación, con corte al mes de agosto del 2015, solo el 41,2 % de los estudiantes de colegios oficiales y el 56,4 % de no oficiales ingresan a la educación superior, lo que equivale a una tasa de absorción 48,5%. Esto quiere decir que de 100 estudiantes que finalizaron grado 11, solo 48 ingresaron a la educación superior el año inmediatamente siguiente a culminación de la media. Lo anterior,  que urgente necesidad de construir en el país mínimo 40 universidades para satisfacer a más de 923.076 estudiantes que actualmente se encuentran sin atención. Situación que el país mitiga a través del SENA, algunas instituciones universitarias e institutos con programas por competencias laborales. Por ello, propuestas como la de “ser pilo paga” requiere sostenerse y ampliarse, inclusive pensar ya en un proyecto de gratuidad nacional del nivel técnico profesional, como primer peldaño de ciclo propedéutico superior. Recordemos que la última universidad pública creada en Colombia, hace casi 30 años, es la Universidad del pacífico, fundada en 1988.

 TASA DE CRECIMIENTO UNIVERSITARIO POR SECTOR
Sector 2011* 2012* 2013* 2014* 2015*
Pública   7,4% 2,1% 7,2% 4,8% 2,3%
Privada 15,7% 5,6% 9,9% 7,5% 4,4%
Fuente, MEN-SNIES, Corte a mayo de 2016. 

El crecimiento de las universidades no oficiales es casi el doble de la pública, según cifras Ministerio de Educación Nacional-MEN, 2016.

Los datos del Sistema de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior-SACES, indica con claridad que las 50 universidades no oficiales son aliadas estratégicas en el cumplimiento de las distintas  grandes metas para el país, competitividad, paz-posconflicto, equidad, desarrollo social y educación. Aquí lo que hay que revisar es el efectivo aseguramiento de la calidad, si las universidades acreditan calidad como principio de mejorar la matrícula, porque es indudable e incuestionable el bien que hacen a lo largo y ancho de la nación en acceso a este derecho como bien público, por lo que la regulación, el seguimiento y acompañamiento son importantes para determinar una verdadera inclusión y equidad educativa, y no una privación de un derecho que es pilar fundamental para el desarrollo de otros derechos humanos.

CANDIDAD DE INSTITUCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR 2015
Carácter Oficial No Oficial Régimen Especial Total
Universidad 31 50 1 82
Institución universitaria/Escuela tecnológica 16 92 12 120
Institución tecnológica 6 39 6 51
Institución técnica profesional 9 25 34
Total general 62 206 19 287
Fuente: SACES Fecha de corte: Diciembre 2015

Realmente, el análisis de la educación superior muestra que el acceso en su concreción efectiva, es un beneficio de unos pocos, una exclusividad y un privilegio que determina en el futuro cercano mejores posibilidades de calidad de vida para una “élite” que puede alcanzar mejor empleabilidad, acceso a bienes y servicios o capitales socio-culturales. Aunque no se garantice en un 100% todos los beneficios directos e indirectos de recibir buena educación, al estar más educado es más probable conseguir un empleo mejor remunerado o disfrutar de más bienes. Económicamente esto se refleja en la estructura de valoración laboral, por ejemplo un técnico gana en promedio máximo 1.5 SMLV, mientras un profesional obtiene en promedio de 3 a 3,5 SMLV. Finalmente, invertir en educación si paga, si se comprende que una sociedad educada es menos conflictiva, más democrática y más dispuesta al progreso. En ello, la educación como bien público-común, cumple una finalidad vital para comprender mejor ¿Qué país tenemos y cuál queremos? allí reposa la relevancia de apostarle a la innovación, al aseguramiento y mejoramiento de la calidad y hacerla más alcanzable para la población, en especial para los jóvenes que se encuentran por diferentes condiciones sin continuidad educativa universitaria, pero sobre todo porque no hay universidades públicas en cantidad/calidad suficientes y alcanzables para todos-as.

Fuente: https://www.las2orillas.co/educacion-colombiana-mas-privada-publica/

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¿Artilugios o profecías educativas?

Por:  José Darwin Lenis M.

Los recientes discursos educativos dan por sentados varios anuncios a modo de certezas escolares, para develar su estructura falaz y perturbadora de las libertades sociales intentaremos quitar alguna máscaras que se presentan en el sistema educativo y social como solidarias, generosas e incluyentes pero que en realidad vulneran los derechos y desheredan de la cultura universal a la gran mayoría de la población. Todo bajo la manipulación de las maquinarias económicas que terminan clasificando y fragmentando a la población en categorías como pobres, marginados, vulnerables, miserables entre otros más. Para la muestra el señor Simón Gaviria, director del Departamento Nacional de Planeación estableció que quien gane más de 500 mil pesos ya no es pobre. Bajo esta sombrilla, no se es pobre si, pagas arriendo, comes dos veces al día, compras una bicicleta o disfrutas de un helado diario. Aquí lo que se muestra claramente es como las economías de las desigualdades establecen quien gobierna y quien será gobernado, que empleo puedes tener, quien es “inteligente” y merece avanzar y quien debe quedarse y soportar toda serie de precariedades en la vida. Ser pobre es el determinante de la mayoría de la gente que no puede humanamente ganarse más de 2 mil pesos diarios para su sustento, ahora tratan de vendarnos los ojos para decir que hay menos pobres, porque hay más empleo, que no se ve por ningún lado y que además somos más felices y con mayores proyecciones de vida.

Veamos entonces, las mentiras o artilugios que se presentan como verdaderas profecías educativas, pero que todos sabemos son rotundas y profundas falsedades para todos los colombianos y la sociedad en general.

Primera falsa profecía: La escuela moderna salvara a todos de la pobreza y la miseria. Hay que decirlo claramente que si una escuela trabaja con los mínimos de saberes, de recursos, de potencialidades humanas y administrativas difícilmente producirá máximos sociales. Es decir, poder transformar las condiciones de la población para mejorar su calidad y sus historias de vida. Lamentablemente hoy la procedencia social determina para la mayoría de la población el lugar que se ocupará en el presente cercano, la equidad educativa y social no aparece, por lo que las fuerzas académicas de la escuela se centran más hoy en contener o mitigar las dificultades de convivencia, porque respecto al saber conocer poco se hace, niños de 8° o 9° se les dificulta responder una operación básica multiplicativa de saber cuántos es 8×4 o de distribuir 32 objetos entre 4 sujetos, ubicar una ciudad en el mapa de Colombia, de América del Sur o peor aún del mundo.

Problematizar asuntos como poder expresarse, saber decir las cosas, saber hacer, saber pensar determina que tan pobre se es en una sociedad que se autoproclama como “educada”. A partir de estos enunciados y/o la insuficiencia para desarrollar competencias comunicativas, de pensamiento inferencial y crítico se acumulan con el tiempo una serie de pobrezas que se reflejan en asuntos cotidianos, ciudadanos, laborales, económicos y educativos que ocultan el débil lugar de poder y de saber de los más desprotegidos.

Segunda falsa profecía: La “inclusión escolar” oculta la exclusión del conocimiento. Contradictoriamente el conocimiento como capital cultural (riqueza que produce riqueza) determina quien es incluido y dominará y quien es excluido y obedecerá, quien posee bajo capital cultual queda excluido de otros bienes sociales estratégicos como la integración social, disfrute de la tranquilidad, la capacidad expresiva y productiva, las riquezas y el poder, de este modo el circulo vicioso de dominación se perpetua entre dominadores y dominados, en palabras del sociólogo francés Pierre Bourdieu, la desigualdad y la exclusión social son al mismo tiempo causa y consecuencia de la exclusión cultural. Para utilizar términos futbolísticos la cancha esta inclinada y el árbitro (Estado colombiano) amañado, los pobres están abajo y los ricos en la parte alta, así será muy difícil empatar el partido o tan solo hacer un gol a los que siempre han dominado. Seguir con las faltas, generar la guerra y pitar los injustos penales seguirán ampliando las brechas de desigualdad y exclusión del conocimiento. Hay que pensar nuevos modelos, porque no se puede esperar que la generosidad llegué de quienes siempre han gobernado y naturalizaron la exclusión mostrándola inversamente como inclusión de bienes y servicios en nombre de la nación. Acá lo humano cuenta si produces y aportas como trabajador provechoso para un “bien común” de pocos. Una sociedad es equitativa si dispone mejor la distribución de sus recursos educativos, culturales, económicos, de vida, de salud y de riquezas de todo tipo para toda su población.

Tercer falsa profecía: seremos la sociedad más educada en el año 2025. Desconocer que se carece de políticas y planes educativos serios, coherentes, organizados y prospectivos es una de las mayores mentiras que se acuñaron desde el Ministerio de Educación Nacional, para generar ilusorias expectativas que se evidencian por sí solas. La polarización política, las pobrezas culturales, la corrupción, los bajos niveles de lectura y la violencia son muestras claras de que el camino durará muchas décadas para alcanzar semejante meta, porque como lo expresó Pepe Mojica, es más fácil hacer la guerra que construir la paz, se normalizado un lenguaje, unas prácticas y una forma de vida donde todo vale y reina el poder del más fuerte, incluso se ha incubado un canibalismo salvaje entre los mismos vulnerados por ocupar una mejor posición y ejercer un micro poder en los espacios laborales, educativos y sociales. La crisis es abismal, dificultades en la escuela, cero políticas culturales, crisis éticas institucionales, manipulación de los medios de comunicación y escaso autoreconocimiento nos ponen en el horizonte de estar planteando lo inalcanzable en el corto o mediano plazo.

Reformular desde lo local, proponer nuevos modelos de la tierra, de la economía y de la escuela son perentorios, creo que no es descabellado pensar una pedagogía de y para la diversidad, pues algo de lo que nos identifica y es hilo conector es que somos un sincretismo de lo diverso, de lo bello y por tanto en parte desorganizados. Habrá que decirlo como lo escribió Zuleta, que precisamente la grandeza nuestra está en hacer un elogio a la dificultad y romper con la apacible tranquilidad que se muestra superficialmente como verdad, pero que internamente nos carcome en las angustias del individualismo, la pasividad y la queja permanente.

Cuarta falsa profecía: somos libres en un mundo postmoglobaeconomizado (postmoderno, globalizado y economizado al mismo tiempo). Aparentemente somos la concreción de la libertad, nos engañamos creando pastiches con sensación de innovación y aires de renovación, pero en realidad hay una Matrix, de dinámica económica que somete y coacciona de forma eficiente, somos empresarios de sí mismos, creemos que el fracaso laboral y las enfermedades contemporáneas como el estrés son productos de nuestra incapacidad, pero en un análisis crítico encontramos que el sistema nos ha construido una verdades para que entremos en una zona de confort y para ello la escuela ha reconfigurado su actuación, se ha mercantilizo por la estrecha mirada sobre las competencias laborales y académicas que se promueven y que agudizan la explotación y la depresión de todos sus agentes. A decir del filósofo coreano Byung-Chul Han, hoy se construye sujeto del rendimiento que aparentan ser libres, pero que en realidad son esclavos absolutos que se explota así mismos y se exponen de forma voluntaria cada vez buscamos más empleos, más actividad laboral y mayores ingresos, porque requerimos más dinero, más préstamos y mayores “disfrutes” pero a cambio entramos a ser más controlados, estamos más angustiado y deseamos ser gobernados aunque hacia afuera nos mostremos relativamente independientes, sin jefes y libres. Con toda claridad por ejemplo somos más sujetados y nos exhibimos en las redes sociales, a través de los dispositivos móviles o las famosas “cámaras de seguridad” que obran como los nuevos panópticos que enunciaba Foucault, quienes ahora son los que nos vigilan y castigan, hoy es también muy frecuente escuchar que la gente dice que tiene trabajo independiente, porque ese es uno de sus propósitos separarnos e individualizarnos, para que poco o nada nos pueda unir en la realidad, a pesar de haber tanto asunto común.

Finalmente, pensar por sí mismo, pensar en la forma de escapar, es la permanente utopía que nos impulsa a soñar y concretar una verdadera libertad, porque es posible que nos hayan vendido y construido un mundo con falsos profetas. Toca desaprender para develar las simuladas profecías educativas que ha creado la escuela artificial.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/practicar-hygge-la-felicidad-en-las-pequenas-cosas-columna-689125

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Los desposeídos

Por:  José Darwin Lenis

Una familia que gana un salario mínimo hoy tiene muchísimas dificultades para fortalecer una educación de “calidad integral” que el Ministerio de Educación Nacional (MEN) pretende sea de mayores y mejores resultados. Olvida el MEN las prioridades humanas, primero alimentación que educación.

Es ineficaz por tanto la famosa gratuidad escolar y las campañas “todos a estudiar” o “ni uno menos por fuera de la escuela” si no se logra ser incluyente con la población más necesitada, pobre y vulnerable.

Hay en Colombia, más 320.000 jóvenes en edad escolar por fuera del sistema educativo y un 5,7 % de tasa de analfabetismo. Una remesa escolar de solo útiles cuesta en promedio por lo menos $300.000, que es lo que muchas familias de estratos altos invierten mensualmente en apropiación de capital cultural (ir a cine, a teatro, o comprar literatura). La ausencia de estos componentes en los niños influye directamente en los desempeños y competencias sociales que, por cierto, cada vez son más preocupantes; por ejemplo, leer y no comprender tiene relación estrecha con la convivencia ciudadana. Una persona que no comprende está más dispuesta al conflicto y difícilmente acepta el dialogo como herramienta para solucionar contrariedades.

En tal sentido, la reforma tributaria estructural es directamente antípoda a la política de incentivos educativos promovidos por Mincultura y Mineducación. A menor ingreso económico familiar, disminuye la posibilidad de éxito escolar porque se dificulta cumplir con las exigencias de material escolar, o a mayor incremento en impuestos a la canasta familiar, aumenta el fracaso escolar (deserción y/o débil apropiación de conocimientos/saberes) ya que los estudiantes abandonan la escuela buscando aportar recursos económicos para la sobrevivencia familiar. Por ello, gravar los libros atenta contra el mejoramiento social y diluye las metas del gobierno nacional de elevar los índices de lectura o alcanzar en el 2025 Colombia la mejor educada.

Es una pena que las ministras de Educación y de Cultura, Yaneth Giha y Mariana Garcés, no digan nada, estén calladas, no se pronuncien frente a esta violencia estructural arremetida por el Senado y que claramente afecta transformar el país en un país más lector, educado y pacífico. Solo al analizar los datos de cobertura educativa, de inclusión escolar y de competencias lectoras de interpretación y comprensión de textos, Colombia se raja. Según MEN 2016, seis de cada diez estudiantes de primaria tienen dificultad para entender e interpretar textos complejos, leemos 1,9 libros por año y existe una biblioteca por cada 34.259 habitantes. Todo esto evidencia un fracaso social rotundo, que de seguro se va a agudizar en este año escolar por el apretón tributario.

Pareciera que al Ejecutivo, al Legislativo y a los ministerios sociales se les olvidara que Colombia es uno de los países de América más desigual e inequitativo, al que le exigen las agendas internacionales priorizar la disminución de pobrezas y el mejoramiento de indicadores de necesidades básicas satisfechas. Urge presentar una contrapolítica o contrareforma educativa que en verdad ayude a incluir al sistema cultural y educativo a los más desposeídos, ofreciéndole mayores oportunidades de converger en una sociedad menos discriminadora, más digna y justa.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/los-desposeidos

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