Argentina: Pobreza en aumento en la Argentina y como superarla

Pobreza en aumento en la Argentina y como superarla
Julio C. Gambina
La información a fines de junio 2019 indica que en la Argentina existen 16 millones de pobres para una población de menos de 45 millones de habitantes; entre ellos, unos 3,4 millones de indigentes. Dice el INDEC que el 35,4% de las personas son pobres y los indigentes llegan al 7,7% de las personas. Son datos alarmantes y en ascenso, ya que luego de estas mediciones se produjo la devaluación monetaria en agosto, la que llevó la moneda de 45 a 60 pesos por dólar. Con ello podemos afirmar que el año 2019 terminará con un guarismo mucho más elevado.Entre los menores de 14 años la pobreza alcanza al 52,6%, hipotecando el futuro de esa parte de la población y afectando el desarrollo posible del conjunto de la sociedad. En el ámbito geográfico también se observa el desigual impacto de la pobreza, ya que en el noreste del país (Corrientes, Formosa, Gran Resistencia y Posadas), aparece como territorio de mayor empobrecimiento de todo el país. Según la Encuesta Permanente de Hogares, esa zona tiene un registro del 42,4% de pobreza, y dentro de ello, el Gran Resistencia alcanza al 46,9%.

Vale mencionar que el máximo registro histórico corresponde al 2002 con el 57% de la población bajo la pobreza, reducido al 29% en el 2015, según la propia estadística oficial. La pobreza por ingreso se ha transformado en un fenómeno estructural y se acarrea como tal desde los profundos cambios operados desde la dictadura genocida en 1976, desde donde se vienen afectando las relaciones sociales con algunos periodos de intento de freno al proceso de regresión generalizada que involucra a la expansión de la indigencia y la pobreza.

El objetivo de “pobreza cero” solo fue una consigna electoral para acceder al gobierno en 2015, y las políticas aplicadas contribuyeron al empobrecimiento de la mayoría de la sociedad, retomando los procesos de la dictadura y la década del 90 del siglo pasado. La contracara es la concentración del ingreso y la riqueza en una parte menor de la población, aquellos que están asociados a la lógica dominante de la acumulación de ganancias, capitales y poder. Entre estos, grandes productores y exportadores del agro negocio, la mega minería, los hidrocarburos, la gran industria asociada al mercado mundial y la especulación, la banca, seguros y otros sectores vinculados a la circulación de capitales, incluido la cuantiosa fuga.

Son datos relativos a la pobreza por ingresos, que consolida el fenómeno de la pobreza en términos de necesidades básicas insatisfechas (NBI), medidas oportunamente en las consultas censales.

Disputa por el excedente

Muchos observadores externos se sorprenden sobre los alcances de la pobreza en un país que se presume ser rico en potencialidad, sin asumir la realidad de una desigual estructura económica y social que arrastra una antigua disputa del poder por la apropiación del excedente económico.

En efecto, las disputas remiten al fin de la dominación del bloque en el poder construido en tiempos de la inserción internacional subordinada entre 1870/80 y 1930. Con el golpe de Estado de 1930 se intentó continuar el poder oligárquico asociado al capital externo, principalmente de origen británico, que había surgido en la constitución de la Argentina según la conocemos en la actualidad: integración territorial y capitalización de la Ciudad de Buenos Aires hacia 1880. El Golpe del 30 fue un movimiento preventivo que se sostuvo reiterada y continuamente con golpes protagonizados por las Fuerzas Armadas, siempre con apoyo y trastienda civil, entre ese momento fundacional y el golpe de 1976. La realidad es que no pudieron lograr su objetivo, que apuntaba a una lógica política de dominación coincidente con el poder económico asociado de la burguesía con origen en el monopolio de la propiedad territorial y el capital externo.

¿Cuál fue el problema? La emergencia de una burguesía local, con asiento en la producción industrial por sustitución de importaciones, la que disputó su propio lugar en el bloque en el poder, al tiempo que favoreció un proceso de distribución del ingreso y acceso a diversos derechos económicos sociales de la clase trabajadora. Hubo desarrollo del mercado interno y habilitó el objetivo por un “capitalismo nacional” nunca efectivizado por la ausencia e imposibilidad histórica del sujeto burgués nacional en condiciones de liderar un proyecto de liberación del capital hegemónico, como señalamos, asentado en el poder territorial y el capital externo. Quien sostuvo el proyecto de disputa del excedente fue el “Estado Nacional”. Hay que recordar en ese sentido el papel del Estado capitalista en la Argentina con el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio, IAPI, un mecanismo de trasferencia vía política de Estado, para transferir renta agraria para la construcción de la política industrial en la década entre 1946 y 1955. Pero también la construcción del Banco Central en 1935 y luego las nacionalizaciones de los depósitos en los años 1946 y 1973, mecanismos de orientación del crédito vía redescuentos estatales para una estrategia de desarrollo. Aludimos al Estado como espacio de disputa del poder, por ende, del excedente económico.

Un dato socio político remite a la expansión de la clase trabajadora, su lucha y su organización en ese tiempo, poniendo límites al bloque de clases en el poder, incluso animando procesos de lucha más allá del capitalismo. Se destaca en ese sentido la fuerte acumulación de poder popular, anticapitalista y antiimperialista entre 1969 y 1975, lo que motiva la reacción de 1975/6 con terrorismo para militar y para-policial, y luego el golpe genocida en 1976.

Por eso, los golpes de Estado intentaron ser mecanismos de restauración del orden tradicional previamente existente a la emergencia de la burguesía local surgida a principios del Siglo XX.

Desde un enfoque estructural, con el gobierno Macri (2015-2019) se intentó recuperar un proceso de dominación de ese bloque en el poder de viejo cuño, antes de los cambios políticos que supuso el ascenso al gobierno del radicalismo (1916) y más aún, luego del peronismo (1945). El Partido Militar tuvo como función histórica restaurar el tradicional “orden normal”, y por eso con Macri se generalizó que el problema de la Argentina remite a los últimos 70 años, es decir, el tiempo que media entre el primer peronismo (1945) y el acceso al gobierno del PRO-Cambiemos (2015). Por primera vez se restauraba el orden con consenso social electoral. Vale mencionar que la resistencia popular en estos años generó las condiciones de la acumulación política para el masivo voto de rechazo el 11/08/2019 en las PASO al gobierno macrista.

El experimento de restauración del orden liberal histórico por vía electoral fracasó, pero deja un saldo lamentable en las condiciones socio económicas de la mayoría de la población. La inflación y la recesión empujan a más personas a la pobreza, al desempleo y a peores condiciones de vida. Si se quiere buscar el objetivo buscado, la respuesta está en la pretensión de subordinar y disciplinar al movimiento obrero y popular. Se trata de un objetivo que buscaron los golpes de Estado y que ahora pretendieron por vía electoral, como en los años 90 del siglo pasado. La organización y lucha del pueblo argentino, aun con debilidades y fragmentaciones resulta un escollo infranqueable para las clases dominantes en el poder. Lo que se sostiene es la disputa del excedente y renovadas búsquedas políticas de entronización en el gobierno del poder económico, un proceso que habilita una nueva etapa desde diciembre próximo.

El problema es el capitalismo

Se trata de un problema irresoluble en el marco del capitalismo. Mientras el objetivo siga siendo la búsqueda del imposible aliento al “capitalismo nacional”, la disputa por el excedente tendrá por un lado a los restauradores del “orden tradicional”, que ya no acuden a los tradicionales golpes, sino a mecanismos de manipulación de la conciencia social, medios de comunicación y redes sociales como instrumentos privilegiados, pero sobre todo a una cultura neoliberal sustentada en el individualismo y el consumismo. Lo que existe es una disputa en el poder, entre quienes disputan la dominación del bloque en el poder, tarea mediatizada en la política por los instrumentos que otorguen estabilidad al régimen económico y político. En estos tiempos, sin viabilidad del Partido Militar, lo que se disputa es cual partido se transforma en el instrumento adecuado del orden capitalista, que coloque en coincidencia al poder económico con el político y por eso, recrean el discurso del ajuste y las reformas estructurales contenidas en el acuerdo con el FMI.

Resulta imprescindible para el bloque socio político popular disputar el orden del capital y transitar con otra perspectiva, como señalan en Bolivia: “un tránsito desde el capitalismo a la sociedad del vivir bien”, o como intentan en Cuba hacia el socialismo, incluso con sus formulaciones especificas desde Venezuela por el “socialismo del Siglo XXI” y que la dominación capitalista desde Washington intenta ahogar con bloqueos muy agresivos y genocidas contra ambos procesos.

La pobreza argentina solo podrá ser superada si el rumbo económico, social, político y cultural trasciende la crítica al neoliberalismo explícito del macrismo y sus acuerdos con el FMI y se propone ir más allá y en contra del capitalismo. De lo contrario asistiremos a políticas compensatorias, tal como viene ocurriendo desde el Plan Jefes y Jefas de Hogar desde 2002, siempre en expansión, sin resolver la cuestión de fondo, al tiempo que intentan contener la conflictividad.

El gobierno no logra la reelección porque las protestas sociales generaron la masa social suficiente para la derrota electoral, lograda sobre la base de una recomposición de la hegemonía lograda desde la unidad del peronismo en una alianza más amplia, que ahora intenta trasladarse a unidades orgánicas del movimiento de trabajadores, entre quienes protagonizaron la unidad de acción contra las políticas de ajuste y el sindicalismo tradicional. No resulta mecánico que la unidad política para vencer electoralmente a Macri resulte ejemplo de unidad sindical o social detrás de la CGT, que fue desafiada desde los comienzos de los 90 por la experiencia de la CTA, que más allá de sus divisiones en el presente, sus postulados por un nuevo sindicalismo siguen en pie. Se sustenta la propuesta junto a una dinámica política de pacto social, luego de años de retroceso relativo entre los ingresos de las trabajadoras y los trabajadores con relación a los ingresos del capital concentrado. El punto de partida consolida las diferencias acumuladas en este periodo de transferencias regresivas desde la mayoría de la población a una minoría altamente concentrada y extranjerizada.

Sin afectar intereses de la dominación estructural del funcionamiento del capitalismo en la Argentina no hay solución en la coyuntura al tema de la pobreza, ni se resuelven las contradicciones históricamente acumuladas en el capitalismo local y que se manifiestan en la disputa del excedente. La inflación, además de otros fenómenos, como el monetario, es una manifestación de la disputa del poder económico entre los pocos en capacidad de establecer precios, mediados por el Estado y su política, claro está; y entre ellos y el conjunto de la sociedad. Las soluciones no ocurrirán mientras el límite sea la gobernabilidad del orden del capital y resulta imprescindible apuntar a una unidad popular que pueda disputar el excedente y el poder, en contra y más allá del capitalismo.

Autor: Julio C. Gambina

 

Comparte este contenido:

La guerra comercial entre EEUU y China expresa los problemas del capitalismo mundial

Por: Julio C. Gambina 

El viernes 6/7/2018 EEUU impuso aranceles a las importaciones provenientes de China por 34.000 millones de dólares. La inmediata respuesta china fue de réplica y por el mismo importe.

La escalada proteccionista amenaza a multiplicar ese monto por varias veces, trascendiendo la relación bilateral y afectando al propio capitalismo como sistema mundial.

Es EEUU contra China, pero también EEUU contra Europa, o Canadá y México, o sea, contra todos los países del sistema mundial en aras de recomponer a favor de Washington las relaciones económicas bi o multilaterales.

Desde las relaciones internacionales se teme porque nadie tiene el poder de confrontación de EEUU, o de éste y de China.

EEUU tiene el poder del dólar, con capacidad de emitir a voluntad, aun siendo ello relativo, del mismo modo que suma poder bélico y cultural e intenta la supremacía tecnológica en tiempos contemporáneos.

China se sostiene en un gigantesco superávit comercial y financiero, especialmente en bonos del Tesoro de EEUU, junto a su ampliada capacidad de gasto bélico y de desarrollo tecnológico de última generación.

La batalla por el dominio tecnológico está en el centro de la discusión comercial, monetaria y productiva, a lo que debe sumarse la capacidad de disuasión bélica y la influencia mediático cultural.

Esta situación de confrontación descoloca la lógica aperturista y liberalizadora inspirada desde el mentiroso ideario neoliberal, que supone la no intervención estatal, desmentida desde una gigantesca participación de cada Estado Nación en el sustento de los intereses de los capitales de origen en sus territorios.

La realidad es que esos intereses privados se negocian en los organismos internacionales, gestionados por funcionarios de los Estados Nacionales en favor de los capitales privados. El Estado es el mecanismo de lobby del capital privado. En el ámbito nacional el Estado regula los intereses del capital contra el conjunto social y en el ámbito mundial cada Estado defiende a los capitales nacionales en función de su capacidad negociadora en el sistema mundial.

Sin el Estado Nación, los capitales privados no pueden imponer sus necesidades como reglas del sistema mundial.

Trump y su proteccionismo descoloca a los organismos internacionales y a sus mentores ideológicos, contraponiendo sus propuestas contra el sentido común neoliberal construido por cuatro décadas luego de la crisis de los setenta.

Quedan descolocados organismos, funcionarios e intelectuales de la lógica “globalizadora”, sea el FMI, la OMC, o aquellos que remiten a la corriente principal del pensamiento económico “liberal” (o neo-liberal), los que influyen en la Academia, los Medios de Comunicación y muy especialmente en los gobiernos de derecha, en expansión en varios territorios del planeta.

Existe entonces incertidumbre tras décadas de un discurso “aperturista y liberalizador”, que con el cuantioso déficit comercial estadounidense, principalmente con China, desnudó sus límites.

¿No era que la apertura resulta beneficiosa para todos los países?

El triunfo de Trump se explica por los votos del descontento con la globalización, por el efecto del cierre de empresas y su impacto en el empleo y la crisis urbana de territorios antiguamente progresistas, sea Detroit como capital del automóvil, u otras ciudades fantasmas y/o desaparecidas, o disminuidas rutas que explicaron el progreso de antaño, caso de la Ruta 66 en EEUU.

Por eso, Trump hizo campaña y asumió bajo la presidencia de EEUU sustentando la consigna “America First”, lo que suponía una crítica a la liberalización operada e impulsada por casi cuatro décadas desde EEUU, entre Reagan (1981-1989) y Obama (2009-2017). En la lectura de Trump y sus votantes, EEUU perdió con la globalización, en la desindustrialización y pérdidas de empleo.

Pero atención que en ese mismo tiempo histórico operó la modernización de China, iniciada en 1978 por Deng Xia Ping, para transformar al país ya hace unos años en la “fábrica” del mundo, adueñándose del primer lugar en la producción y exportación de bienes materiales del sistema mundial. Aquí la lectura es de ganancia con la globalización.

Es curioso observar como los promotores de la globalización hacen un balance negativo sobre las consecuencias en su territorio, y a la inversa, la emergencia china se presenta como sostén de la continuidad de la globalización.

La liberalización de la economía mundial bajo discurso hegemónico “neoliberal”, ensayado bajo dictaduras genocidas en el sur de América desde 1973, facilitó la libre circulación de capitales que transitoriamente resolvió el problema de rentabilidad del capital estadounidense, europeo y japonés ante las fuertes caídas de fines de los sesenta y comienzos de los setenta, recolocando sus inversiones en otros territorios “emergentes”, especialmente China.

Un nuevo orden emergió ante los problemas del capitalismo mundial en los 60/70, que era aún un mundo bipolar que proyectaba en el imaginario social global la posibilidad de ir más allá del capitalismo y por ende se imponía cultural e ideológicamente demostrar las ventajas del libre cambio en el nuevo tiempo de transnacionalización de la economía mundial, contra cualquier propuesta de orden anticapitalista.

Esos flujos de inversión se orientaron principalmente hacia Asia y el Medio Oriente, petróleo mediante para este caso.

China fue el gran receptor de inversiones externas, bajo la soberanía del Estado gobernado por el Partido Comunista, lo que suponía la gestión soberana del orden económico bajo la dirección del Estado Nación. Entre otras cuestiones, los gobernantes de China no enajenaron la propiedad del suelo y establecieron normas restrictivas a la lógica universal del capital.

El flujo de capitales hacia China se constituyó en un gigantesco stock para la acumulación y reproducción ampliada del capital, no solo en China, sino en el ámbito mundial. El capital del Estado chino se agigantó en ese periodo y con esa lógica.

Pero en ese proceso, China creció en la producción material y por ende en la oferta comercial global, con capital estatal y privado, muy especialmente en contra del papel de EEUU, al tiempo que se constituía en el principal financista con su excedente económico, del déficit fiscal y comercial de EEUU. China es el mayor tenedor de bonos del tesoro de EEUU.

Con esa acumulación material, China se presenta últimamente en la disputa monetaria. Su moneda actúa contra la antigua hegemonía del dólar lograda desde Bretton Woods en 1944. Son cuantiosos los convenios comerciales bilaterales acordados en los últimos años con moneda China, el yuan.

Orden y desorden en el capitalismo

El interrogante es si EEUU bajo gobierno Trump o sucesivos con la misma orientación, si la política interna estadounidense así lo indicara (crecimiento económico mediante o baja del desempleo), podrá revertir la situación estructural gestada por décadas de liberalización, a contramano del origen “proteccionista” que llevó a las colonias independizadas en 1776 a crecer y transformarse hacia 1945 en la potencia hegemónica del orden imperialista.

Vale la mención histórica ya que Inglaterra se había constituido en potencia hegemónica baja la consigna liberal del libre comercio, la libre competencia y el libre cambio. Es una concepción ideológica sustentada en pensamiento clásico de la nueva ciencia emergente: la Economía Política, con Adam Smith y su “Acerca de la Riqueza de las Naciones” hacia 1776, o David Ricardo y su magna obra de 1817 “Principio de Economía Política y Tributación”.

La traducción de ese ideario en el nuevo país fue a contramano del libre comercio y se sustentó en un renovado proteccionismo para la industrialización y las finanzas desde un nacionalismo propio (algo similar ocurrió en Alemania). El ideólogo de ese accionar fue Alexander Hamilton, uno de los padres fundadores y el primer Secretario del Tesoro del gobierno de George Washington.

El proteccionismo originario de Hamilton es el antecedente histórico de una política económica que colocó a EEUU en la línea de sucesión de la hegemonía imperialista, único caso de esa evolución desde su inicio colonial. EEUU como Gran Bretaña, luego de su consolidación como potencia industrial y financiera promovió junto al proteccionismo para su territorio y capitales, la más amplia apertura del resto del mundo.

Así se construyó el mundo capitalista desde 1945, inundando de dólares el sistema mundial para declarar la inconvertibilidad del dólar en 1971 rompiendo todos los acuerdos sustentados al fin de la segunda guerra mundial. El mundo capitalista se desbarató entonces, pero EEUU consolidó su poder económico, militar y cultural.

¿Podrá consolidarse ahora desbaratando las relaciones internacionales construidas por décadas?

La impunidad de la política exterior del imperialismo estadounidense es una constante desde su histórica hegemonía, incluso desde antes (expansión territorial histórica contra México, por ejemplo).

Con la caída de la URSS se validó el imaginario para la libre circulación del capital bajo hegemonía estadounidense, lo que encontró límites en varios procesos en curso, donde China es uno de los más destacados, no el único.

Entre otros puede registrarse la re-emergencia de Rusia en el sistema mundial, especialmente por razones militares y diplomáticas.

Puede también considerarse en otro plano el proceso de cambio político en Nuestra América a comienzos del Siglo XXI, lo que provocó la contraofensiva de las clases dominantes en curso, vía golpes blandos y fuerte batalla ideológica cultural para recomponer la agenda de la restauración liberalizadora.

Más allá del capitalismo

Se escuchan voces críticas a la guerra comercial desatada por EEUU, que pareciera defienden el orden capitalista vigente desde los setenta y ochenta bajo el discurso neoliberal.

Como si el accionar actual del EEUU gobernado por Trump fuera contrario a un bienestar deseado gobernado por la experiencia previa.

No se comprende que el accionar previo, de Reagan a Obama era la forma asumida de la supremacía estadounidense (neoliberal) y que ahora con Trump se asume una nueva etapa (¿proteccionista?) para renovar y recrear la dominación estadounidense.

El efecto social negativo en materia de mayor explotación y depredación de bienes comunes operó con la propuesta de liberalización de la economía en tiempos aperturistas y tratados de libre comercio y bilaterales en defensa de las inversiones, como ahora con el proteccionismo de Trump.

Por eso Nuestra América debe recomponer una estrategia de integración regional alternativa a las demandas e intereses de las transnacionales y las principales potencias de la dominación contemporánea.

Ni aquel orden liberal fue favorable a los explotados y empobrecido, ni esta búsqueda proteccionista lo será para la amplia mayoría de la sociedad.

La guerra comercial y monetaria es por la dominación y la aspiración debiera ser por constituir la lucha por la emancipación social.

Por eso, la discusión debe ir más allá y pensar en la crítica del orden contemporáneo, incluido el desorden generado desde la guerra comercial o monetaria, parte de procesos de confrontación ideológica o bélica que el panorama mundial devuelve.

Ni el pensamiento hegemónico ni el poder real imaginan ese horizonte más allá del capitalismo, que solo puede estar en la capacidad social de criticar nuestro tiempo para transformar la realidad en favor de las necesidades sociales insatisfechas. Todo un desafío social e intelectual.


Julio C. Gambina, Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP

visitá mi blog www.juliogambina.blogspot.com

Comparte este contenido:

Para pensar en el 1° de Mayo, día internacional de las trabajadoras y los trabajadores

Se viene el Día Internacional de las trabajadoras y los trabajadores y conviene recuperar algunas cuestiones, entre ellas, de carácter cuantitativo, para reconocer la extensión de lo que se califica como trabajadores y trabajadoras según las estadísticas oficiales, locales y globales, pero también, otras consideraciones conceptuales o relativas a la situación, a la vida cotidiana y a la organización y sus límites y dificultades en el marco de la sociedad contemporánea.

En el ámbito mundial, la OIT [1] informa que la economía mundial mantiene un bajo nivel de crecimiento, del 3,1% para el 2016 y apenas imagina un 3,4% para el 2017, lejos de los guarismos necesarios para contener en el empleo el crecimiento vegetativo de la población. Por ello, esperan 3,4 millones de nuevos desempleados en 2017 y una suba del desempleo del 5,7% al 5,8% entre 2016 y 2017. Los desempleados del mundo totalizan así 201 millones de trabajadores. El pronóstico para el 2018 sumaría 2,7 millones de nuevos desempleados. En América Latina y el Caribe el desempleo sube del 8,1% en 2016 a 8,4% en 2017 y es Brasil uno de los países de mayor incidencia en la referencia, afectando la situación en toda la región, especialmente en Sudamérica.

Resulta interesante considerar la huelga general convocada por todas las centrales sindicales del Brasil para el 28/4/17, anticipando la protesta en conmemoración del 1° de Mayo contra los proyectos regresivos de reforma laboral y previsional. Será una lucha emblemática que suma a la protesta chilena contra las Administradoras de Fondos de Pensión (AFP) en el país que inició la secuela de privatizaciones de las jubilaciones. América Latina y el Caribe asisten a una nueva oleada regresiva en la distribución del ingreso y de la riqueza como forma de solventar una salida pro ganancias de la crisis mundial capitalista.

La vulnerabilidad del empleo mundial es un dato relevante y la OIT confirma que el 42% de la fuerza de trabajo se encuentra en esa situación. Se trata nada menos que de 1.400 millones de trabajadoras y trabajadores. El problema se agudiza con cada año y se espera que en 2017 sean nuevos 11 millones de trabajadoras y trabajadores los que adquieran el carácter de vulnerables o carentes de seguridad social. No debe sorprender en ese plano la identidad entre trabajadores empobrecidos y pobres con ingresos menores a 3,10 dólares diarios, que para los países en desarrollo alcanza la cifra del 30% promedio. El empobrecimiento de los trabajadores y su vulnerabilidad es una constante en el capitalismo contemporáneo.

Todas las estadísticas de la OIT muestran resultados más negativos para mujeres y jóvenes, alentando un clima de malestar social que entre otras cuestiones explica el fenómeno recurrente de las migraciones, que tiene especial impacto en la región latinoamericana y caribeña, agudizado con las políticas anti migrantes que impulsa Donald Trump en EEUU y que pueden copiar gobernantes de países receptores de migración en nuestros territorios. Con relación a las expectativas de la economía mundial, la OIT señala que desde el 2012 existe un fenómeno de desaceleración, especialmente en aquellos países que explicaban el crecimiento de la economía mundial luego de la gran crisis recesiva del 2009. China bajó sus tasas de crecimiento del 9/10% a 6/6,5% privilegiando su mercado interno más que la expansión de su comercio mundial.

Según la OIT existe una menor participación del salario sobre la renta generada socialmente, lo que expresa la agravada ofensiva del capital sobre el trabajo en esta etapa del desarrollo capitalista.

Argentina

Los datos del Ministerio de Trabajo a Febrero del 2017 [2] señalan la existencia de 12.105.500 trabajadores, entre los cuales:

a) 8.624.800 pertenecen al sector privado (6.224.300 asalariados + 461.900 asalariados de casas particulares + 406.100 independientes autónomos + 1.532.600 independientes monotributistas),

b) 3.100.000 pertenecen como asalariados al sector público y

c) 380.700 son independientes monotributistas sociales.

Una realidad es el crecimiento de la conflictividad derivada del malestar que genera entre las trabajadoras y trabajadores la situación económica. Los datos de conflictividad oficial del Ministerio de Trabajo solo llegan al tercer trimestre del 2016 y destacan el incremento de las protestas, los paros y la cantidad de personas involucradas. Es una situación agudizada recientemente, entre marzo y abril, especialmente con el paro general con adhesión de las tres centrales sindicales, la CGT y ambas CTA.

El Primero de Mayo, día internacional de lucha de los trabajadores será un momento de expresión del descontento por varias razones.

· Por un lado se registran salarios afectados en la capacidad de compra por efecto de la inflación y la pérdida de poder de compra por actualizaciones salariales por debajo de la evolución de precios. Es algo que acompaña al conjunto de los ingresos populares, especialmente a los millones de jubilados y pensionados y perceptores de planes sociales. Situación extensiva al sector de pequeños empresarios que venden su producción o comercializan bienes y servicios demandados por perceptores de ingresos fijos.

· Por el desempleo y subempleo, que no registra mayor aumento por el efecto desaliento en la búsqueda de trabajo (según informa el propio estudio del INDEC).

· Por la precariedad, manifestada en el 33% de trabajo irregular y por ende sin seguridad social.

· Por las tendencias crecientes a la flexibilización salarial, laboral y a la tercerización que promueven las empresas, disminuyendo el salario de los contratados tercerizados (una práctica de contratación en expansión).

· Por la afectación de jubilaciones y pensiones, más allá del restringido ingreso previsional y especialmente por las condiciones de vida y seguridad social del régimen previsional para las personas mayores.

No solo se trata de cuestionamientos económicos, sino también políticos y sociales ante la ofensiva del capital sobre el trabajo, la naturaleza y la sociedad.

· Es evidente que la renta se distribuye a favor de la ganancia y a costa del salario, un tema agravado con el ajuste en proceso y políticas deliberadas para favorecer inversiones y rentabilidad empresarial, con intencionalidad de modificar convenios colectivos e insistir en reformas laborales y previsionales reaccionarias.

· Crece el reconocimiento que la súper explotación de los recursos naturales afecta las vidas y los territorios donde habitan los trabajadores, no solo de la actividad específica (la soja, la mega minería o la energía con el petróleo o el gas). Crece el conflicto en defensa del medio ambiente, los recursos estratégicos, el agua, el aire y la tierra.

· Un dato relevante en la cotidianeidad deviene del aliento a un consumo que fortalece el poder de dominación de la producción monopolizada, además, estimulado con un sistema de crédito que hipoteca a las familias en aras del consumismo estimulado desde el marketing y la publicidad.

Todo esto ocurre asentado en una lógica de deslegitimación de las formas asociativas y colectivas en defensa de la mayoría social trabajadora, tal el caso de los sindicatos, las cooperativas y/o mutuales u otros emprendimientos desplegados por trabajadoras y trabajadores ante la imposibilidad de resolver sus ingresos regulares en el mercado laboral tradicional.

No solo no se estimulan estas formas de organización sino que se las combate, ejemplificado en las dificultades jurídicas, económicas y políticas para el crecimiento y expansión de las empresas recuperadas y toda forma de auto organización social y productiva. La autogestión no es motivo de política deliberada, salvo en sentido asistencialista para contener el conflicto social. La represión de estas formas de organización son crecientes y con búsqueda de apoyo social.

Claro que a la estrategia de las clases dominantes contra las formas organizativas de las trabajadoras y trabajadores, se debe adicionar la práctica burocrática, corrupta y mafiosa de varias de las organizaciones sindicales tradicionales, hegemónicas en cantidad de afiliación y asociadas política y económicamente a la lógica del poder.

El desprestigio sindical en la sociedad está trabajado desde las clases dominantes y asociado a una práctica sindical de enriquecimiento personal de la cúpula en desmedro de los derechos e intereses de las trabajadoras y los trabajadores. Contra esa realidad y ese argumento se formuló la perspectiva de un nuevo modelo sindical sustentado en la libertad y democracia sindical con articulaciones diversas del movimiento social y territorial a comienzos de los 90 con el surgimiento de la CTA y es aún una asignatura pendiente y un proyecto que se desafía en estas horas de unidad de acción con acto compartido el 1/5/17, que no supone reunificación orgánica. El proyecto de autonomía de la CTA está en disputa.

Mapa sindical y debates estratégicos

Resulta imprescindible realizar un mapa del sindicalismo y la organización obrera en la Argentina, la región y el mundo. No alcanza con la institucionalización de Centrales Mundiales o nacionales que dejan afuera a la mayoría de las trabajadoras y trabajadores del mundo, la región y del país.

Hacer el mapa es una asignatura pendiente, que debe recoger la multiplicidad de formas de auto organización obrera, en las tomas de tierra para la producción del abastecimiento y la distribución mercantil del excedente mientras no se integre a una lógica productiva alternativa. Vale para la consideración de emprendimientos asociativos entre los que cuentan las empresas recuperadas, las cooperativas y mutuales, tentadas a subordinarse a la lógica del mercado o su contrario, integrarse en un circuito de cooperación y en la producción de valores de uso y no de cambio.

En el plano sindical debe superarse el reconocimiento institucional, con tendencia a restringir las opciones de representación de los trabajadores, con un Ministerio de Trabajo orientado a limitar el avance del clasismo y el sindicalismo comprometido con sus bases, ahora es el caso de los Judiciales de Mendoza, en una actitud ilegal que se anticipa al proceso judicial y desoye la realidad del pronunciamiento de las propias trabajadoras y los trabajadores mendocinos del poder judicial, nada menos con una mujer encabezando la lista ganadora. La violación a los derechos laborales se extiende a las violaciones recurrentes de la cotidianeidad de la explotación y el patriarcalismo.

Más allá del mapa del movimiento obrero, lo que está en discusión es la estrategia, en una perspectiva emancipadora y de poder. En realidad, muy pocas dirigencias discuten una estrategia más allá del conflicto presente y bueno sería reconocer que no alcanza con la táctica de la lucha y que además, se requiere proyecto estratégico, de unidad obrera y popular contra el capitalismo, que no ofrece soluciones a la mayoría de la sociedad, por ende, a las trabajadoras y trabajadores.

Notas:

[1] OIT. Perspectivas sociales y del empleo en el mundo – Tendencias 2017

http://www.ilo.org/global/research/global-reports/weso/2017/lang–es/index.htm (consultado el 28/4/17) fsm

[2] Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. SITUACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL TOTAL DE TRABAJADORES REGISTRADOS. SISTEMA INTEGRADO PREVISIONAL ARGENTINO SIPA

http://www.trabajo.gov.ar/left/estadisticas/novedades/novedad_trabajadores.asp (consultado el 28/04/17)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Imagen tomada de: http://www.elpatagonico.com/adjuntos/193/imagenes/010/534/0010534094.jpg

Comparte este contenido:

Debates en el movimiento popular de la Argentina

Por: Julio C. Gambina

Hay que reconocer una nueva situación en la lucha de clases derivada del triunfo electoral de Cambiemos y Macri a fines del 2015.

La ofensiva de las clases dominantes, aun con contradicciones, pretende consolidar el primer gobierno constitucional no peronista ni radical, aun cuando existen y probablemente sumen nuevas apoyaturas de ambas expresiones.

Uno de esos desafíos pasa por la coyuntura electoral del 2017 y muy especialmente por transformar el consenso electoral del 2015 en consenso político más duradero, lo que requiere cierta organicidad social funcional al objetivo de la fuerza política en el gobierno.

Es decir, conformar cierta base social de masas con pretensión de constituir sustento de apoyo más allá del voto. El privilegio en este sentido pasa por la capacidad de negociación y cooptación de dirigentes y organizaciones al proyecto del gobierno. La unidad orgánica de una parte de la CGT apunta en esa dirección.

Desde lo estructural, el gobierno busca adecuar las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales al contexto mundial de ofensiva del capital y las derechas.

Se trata de una concepción política de la “anti-política”, cuyo emblema son las/os “gerentes” o “yuppies” en el gobierno, de apariencia como “técnicos eficientes” más allá de cualquier ideología. Serían “modernos” artífices de un nuevo tiempo aggiornado a los tiempos del capitalismo contemporáneo.

Existe consenso previo de buena parte de la sociedad para legitimar este “nuevo” sentido común, como resultado de la despolitización y desideologización operada desde 1975/6.

Macri y su equipo pretenden afianzar un sentido común favorable a su modo de ver la coyuntura.

La cultura individualista forjada desde 1975/76 abona este objetivo, incluso entre “bien pensantes” críticos del neoliberalismo y del propio Macri, una cuestión exacerbada con la crítica al kirchnerismo y sus gobiernos por 12 años entre 2003 y 2015.

Alternativa política como problema

Más allá de los objetivos de las clases dominantes y del gobierno Macri, el problema central desde la crítica es la capacidad de construir alternativa, superando el límite de quienes disputan la gestión del capitalismo en Argentina.

No es un dato menor, ya que muchos potenciales aliados optan por el mal menor dentro de la gestión del capitalismo y aparecen opciones electorales de “impresentables”.

El argumento es que no está al día la revolución y entonces hay que optar por el límite de lo posible.

Un dato relevante pasa por reconocer la emergencia del kirchnerismo en la disputa del movimiento popular entre 2003 y 2015.

El kirchnerismo no solo fue gestión del orden capitalista, sino un proyecto que impulsó base social de masas con capacidad de atracción de organizaciones y sectores sociales diversos.

No alcanza con caracterizar al kirchnerismo y a sus alianzas para ser hegemónicos en la política local por tres periodos, desde el 22% captado en 2003 al 54% de 2011.

El kirchnerismo fue la forma de gestión del capitalismo tal y como es en el país, con sojización, mega minería a cielo abierto, fracking y dependencia de capitales externos,

Se trata de un modelo productivo gestado desde la dictadura genocida, profundizado en los 90´ bajo la hegemonía menemista peronista y no modificado sustancialmente en estos años, aun con distribución del ingreso (planes sociales extendidos) y avances en el empleo y las negociaciones colectivas.

El modelo productivo para la dependencia del capitalismo local, con los matices de cada gestión constitucional desde 1983, es una construcción consolidada desde la ofensiva capitalista de 1975/76.

Construir alternativa política fue un desafío durante la dictadura genocida y sigue siendo una asignatura pendiente, especialmente en un horizonte que cuestione al orden capitalista y su efecto regresivo en la distribución del ingreso y de la riqueza.

La tendencia histórica en el capitalismo, no solo en la Argentina, es el crecimiento de la desigualdad, más allá de cualquier cambio por cortos periodos, que no modifica la tendencia.

Insistamos, no solo en el país. Solo alcanza con citar el estudio de Pikety sobre el tema, o los informes OXFAM difundidos en los cónclaves de Davos cada enero.

¿Cómo y de dónde construir lo nuevo?

Interrogante complejo a responder, pero que consciente o inconscientemente atraviesa las prácticas e iniciativas de diversas organizaciones y colectivos militantes.

Aspirar a la articulación de esas iniciativas, a veces contradictorias, es parte del desafío de la época.

Ello incluye la crítica y la autocrítica de todo lo realizado en aras de cambios transformadores y si se quiere, revolucionarios.

Nadie está exento de la crítica y la autocrítica. Entre las estrategias que me involucran reconozco especialmente dos ámbitos y articulaciones para pensar.

Una es la creación del nuevo modelo sindical de la CTA, hoy en debate profundo con su historia de expansión, división (2010) y cuestionamientos actuales, especialmente en la conducción nacional de ATE, ante cambios en la hegemonía interna y rumbos concretos en la acumulación de poder popular.

Otra remite a la estrategia electoral desde las experiencias de unidad de la izquierda, en el Frente del Pueblo (comunistas, trostkistas, peronistas) y más aún en la Izquierda Unida de 1989 y sus secuelas diversas desde entonces.

Cada uno incluyó debates y disputas por la hegemonía, con procesos específicos que merecen ser estudiados y utilizados para pensar nuevas estrategias para la acumulación de poder popular. La democratización y pluralidad en esos ámbitos son claves para pensar y

Existen otras experiencias a considerar, sin embargo, el desafío por un nuevo modelo sindical y la unidad de los proyectos anti capitalistas sigue siendo un rumbo esencial para pensar en el nuevo tiempo.

Resulta necesario discutir cómo se construye el bloque popular para la transformación, con quiénes y cómo se transitan los debates desde la humildad, abandonando soberbias que no reconocen prácticas y pensamientos disimiles.

No hay solución simple a los problemas aludidos, solo se resuelven desde el protagonismo en la lucha social y el conflicto cotidiano por defender derechos adquiridos y ampliarlos, al tiempo que se despliega la lucha por construir subjetividad social consciente en la perspectiva de un presente y futuro más allá del capitalismo.

Lo más difícil y concreto en esa lucha y devenir es la construcción de fuerza social y política, procesos inescindibles, ya que no sirve contraponer lo social a lo político.

En la dinámica política integral de la sociedad se manifiesta la cotidiana lucha reivindicativa y la construcción de ámbitos con capacidad de disputar hegemonía y sentido común en todos los terrenos de la vida.

Fuente:http://www.alainet.org/es/articulo/183248

Comparte este contenido:

Estancamiento e inflación

Los datos de la economía argentina son preocupantes y combinan el estancamiento con la elevación de los precios, un combo destructivo para la mayoría de la población con ingresos fijos y bajos.

Con el estancamiento derivado del enfriamiento deliberado de la actividad económica, producido por el Gobierno Macri, la consecuencia directa es pérdida de empleos, y por ende suspensiones y despidos, o chantaje empresario para bajar sueldos a cambios de empleo.

La respuesta empresaria, de los que pueden establecer precios, apunta a cambiar volumen de ventas por precios, asegurando rentabilidad. No importa que el gobierno les solicite mesura, y mientras pueden, aumentan precios en resguardo de su tasa de ganancia.

Queda claro que los perjudicados son la mayoría de la población argentina, con bajos ingresos y evolucionando por debajo de la inflación. En una estimación reciente realizada con informes del Instituto de Estudios y Formación de la CTA Autónoma, la inflación del último año transcurrido, a abril del 2016, supera el 40%. Las proyecciones para todo el 2016 apuntan en ese sentido.

La política económica de Macri empuja el enfriamiento económico para bajar la tendencia inflacionaria. Es lo que sugiere en Ministro de Energía cuando dice que si el combustible es caro, los consumidores deben abstenerse de comprar. Pura lógica ortodoxa del monetarismo tradicional, que acompaña el Presidente del Banco Central con su aspiradora de fondos y tasas del 37,5% para captar inversiones de compañías de seguro, Fondos de Inversiones, Bancos y especuladores de todo tipo.

Aranguren y Sturzenegger son las caras visibles de la ortodoxia monetarista que impera en el gobierno Macri. No les importa las consecuencias sociales si al final logran bajar a cualquier costo la inflación. Sin éxito por ahora, aunque auguran una merma inflacionario desde Julio, a costa, claro está, del nivel de consumo.

Unidad de acción contra la lógica de la ganancia

Las respuestas no se hacen esperar y con la movilización masiva del 29/4, de la unidad de acción, se hacen visibles y estimulan muchas otras protestas, ocultadas por la prensa en general. No solo contra los despidos y la carestía, sino contra la impunidad de los re-marcadores de precios, tal como se sustenta en la campaña “super vacíos”, en la segunda versión del 10/5.

Es interesante la multiplicación de protestas en unidad de acción, algo que no muchos entienden, pero que la realidad impone. Resulta interesante como se buscan lógicas para la protesta, cuando estas se imponen por la fuerza de la movilización y la organización popular.

Algunos sostienen que la ley anti despidos es ineficaz para asegurar el fin de los despidos. Quizá tengan razón, pero en la agenda de discusión política se impuso un consenso contrario a los despidos y eso es lo que importa.

Vale recordar que las centrales sindicales fueron convocadas al Parlamento a discutir por el impuesto a las ganancias y desde la CTA Autónoma se orientó el debate y la demanda hacia la “emergencia ocupacional”.

La primera batalla es por las ideas, más allá del éxito de una legislación, que igual no quieren los empresarios y el gobierno. Por algo será, aunque la impunidad les permita desoír el mandato legal, la sola existencia del instrumento y el consenso social y político a no despedir los desarma en la disputa de consenso para el poder.

También es cierto que algunos critican las visitas a un Parlamento poco amigable con las organizaciones populares, y otros agregan el carácter de impresentables de los dirigentes de algunas de las centrales sindicales. Todo eso es verdad, sin embargo, el accionar conjunto de las centrales y la presencia en el Parlamento expandió la voz de los afectados por los despidos, sean los que sean según las distintas fuentes de información.

El enunciado de razones de principios que sustentan algunos, en el marco de la crisis política vigente afecta la capacidad de movilización y organización popular, por lo que el desafío pasa por más iniciativa política popular para disputar el consenso masivo para construir una subjetividad consciente para un orden que afecte la lógica capitalista de ordenamiento social.

La lógica capitalista es por la maximización de la ganancia. La lógica de política económica es por bajar la inflación a costa de la mayoría de la sociedad. La realidad es que el capitalismo para funcionar necesita de la inversión, esquiva en estos momentos de crisis mundial del capitalismo.

El anticapitalismo como respuesta

En todo caso, el gobierno, mientras espera el ilusorio arribo de inversores o prestamistas externos, apurará la inversión pública a costa de contradecirse y emitir moneda, toda una sinrazón que agrava las respuestas contractivas del Banco Central con tasas de estímulo a la especulación financiera y negadora de cualquier reactivación del crédito productivo.

Seamos claros, el inversor capitalista busca la valorización de su inversión, es decir, no se invierte si no es atractivo para asegurar la ganancia. Por ello, el problema no es la falta de inversión, sino el capitalismo. No es sencillo confrontar al capitalismo y menos transformarlo, pero es ilusorio imaginar respuestas favorables a los pueblos diagnosticando la falta de inversión. Incluso, pensando en el inversor público, vale mencionar que se trata del Estado capitalista y por ende, actúa en beneficio de recuperar la lógica capitalista.

Lo dicho no quiere decir que nada puede hacerse hasta no terminar con el orden capitalista, claro, pero al mismo tiempo resulta imprescindible la crítica y la denuncia al capitalismo real para no abrigar expectativas en apuestas al capitalismo nacional, serio o normal, o a una burguesía nacional, incluida la sustitución con el papel del Estado.

Con estas lógicas neo-desarrollistas o neo-keynesianas se alimentan ilusiones de soluciones en el marco del capitalismo, con reformas paliativas que auguran posibilidades de cambios profundos más adelante. La realidad en América Latina en estas horas es que la demora en mutaciones económicas profundas, que desarmen la lógica capitalista, aborta experiencias de cambios políticos y abren las puertas a respuestas más acordes con las corrientes principales, hegemónicas del orden capitalista mundial.

La realidad exige aumentar la iniciativa política en unidad de acción para confrontar con políticas antipopulares sustentadas por el gobierno Macri y construir amplia subjetividad consciente por una sociedad no capitalista, que construya en simultáneo a la protesta un programa alternativo de otro modelo productivo sustentado en la soberanía alimentaria, energética, financiera, popular, en articulación con procesos similares en la región y en el mundo.

Buenos Aires, 9 de mayo de 2016

Comparte este contenido:

Obama visita la Argentina en sintonía con el gobierno Macri

Julio C. Gambina

El presidente de EEUU estará en Argentina para el 24 de marzo, en momentos en que se recupera para la memoria popular el oprobio del golpe genocida hace 40 años.

Muchos se preguntan el porqué de la visita y son variados los argumentos, aunque concentrados en el sustento de los intereses estratégicos de la potencia imperialista.

Sostienen algunos que se trata de compensar el encuentro con el gobierno de izquierda y revolucionario en Cuba, muy criticado por sectores de la ultra derecha de EEUU, y por eso, la visita a Macri, a quien imaginan la punta de lanza para contrarrestar el cambio político regional en curso en este comienzo del Siglo XXI.

También existen argumentos de lavada de cara de EEUU en su responsabilidad en el golpe y el acompañamiento a la Dictadura (1976-1983),
los que se apoyan en las actitudes del gobierno Carter (1977-1981), omitiendo el papel de los gobiernos previos de Richard Nixon y Gerald Ford, especialmente el papel del Secretario de Estado, Henry Kissinger, Nobel de la Paz en 1973.

Este personaje fue clave en la promoción del golpe chileno de septiembre del 73, inaugurando el ensayo neoliberal extendido por las dictaduras del terrorismo de Estado en el Cono Sur y para la ejecución del Plan Cóndor. Fue una experiencia necesaria para instalar luego, con Thatcher y Reagan, ya en los ochenta del siglo pasado, esas políticas liberalizadoras en el capitalismo desarrollado y promoverlo en el ámbito mundial.

La pretensión apunta a diferenciar demócratas respecto de republicanos como si pudiera abstraerse el carácter de la Jefatura política de la principal potencia capitalista y su capacidad de intervención militar en todo el planeta. Vale recordar que la invasión a Cuba en Playa Girón en 1961 ocurrió bajo la presidencia demócrata de John Kennedy, responsable también por el envío de tropas militares a Vietnam y la autorización del uso de armas químicas. Resulta necesario destacar, más allá de la alternancia entre demócratas o republicanos, los intereses permanentes de EEUU para afirmar la dominación estadounidense en el desarrollo del sistema capitalista mundial.

¿Cuáles son esos intereses en la Argentina actual?

Se trata de intereses comerciales, económicos y financieros muy concretos, sea las relaciones de intercambio (exportaciones e importaciones) crecientemente deficitarias para la Argentina desde el 2005; como el papel de las inversiones estadounidenses, una constante en expansión desde hace un siglo, y muy especialmente la proyección de la explotación de hidrocarburos no convencionales vía fracking con la punta de lanza del acuerdo secreto entre YPF y Chevron; pero también la negociación con los holdouts a instancias de la sentencia de la Justicia de Nueva York.

El déficit comercial de la Argentina para el 2015 alcanzó los 4.272,7 millones de dólares, con exportaciones desde nuestro país por 3.382,3 millones de dólares e importaciones provenientes desde EEUU por 7.655 millones de dólares. La tendencia de la década pasada fue la expansión del saldo favorable para EEUU, sobre la base de la disminución de las exportaciones argentinas y el crecimiento de las importaciones provenientes del país del norte. Este déficit exacerba la necesidad de divisas de la Argentina para cancelar saldos negativos del balance comercial.

Desde las inversiones externas hoy destaca el carácter estratégico de Monsanto y la inserción subordinada del complejo sojero local derivado del paquete tecnológico de la producción de transgénicos; y claro, sobresale el conflicto asociado al acuerdo secreto de YPF con Chevron. Este trato secreto responde a una política estratégica de EEUU, ya que bajo la administración Obama y en 2015, EEUU se convirtió nuevamente en el primer productor mundial de petróleo, superando a Arabia Saudita. La base de esa situación se explica en el fracking y la explotación de hidrocarburos no convencionales, por lo que resulta de interés de la política exterior estadounidense la evolución de las inversiones petroleras y su expansión desde Argentina al resto de Latinoamérica.

El conflicto con Fondos buitre y su tratamiento parlamentario en estos días está asociado a los ritmos impuestos por la Justicia de Nueva York al intento de acordar con holdouts y habilitar la reinserción de la Argentina en nuevas rondas de endeudamiento externo. El peso de Wall Street y la banca transnacional en la afirmación de la dependencia local al sistema mundial es clave para entender la lógica de amistad económica y política que busca el gobierno Macri con la gestión Obama.

Visitas y símbolos

En 100 días de gobierno Macri son constantes las señales de acercamiento al poder mundial del capitalismo contemporáneo. Resalta la presencia del Jefe del gobierno argentino en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, cónclave del poder mundial del orden capitalista, como la presencia de visitantes de organismos internacionales y especialmente de Jefes de Estado de los principales países del capitalismo desarrollado. Ya pasaron por Buenos Aires el jefe del gobierno italiano, el francés y ahora el de EEUU.

Obama en la Argentina para el 40° aniversario del golpe de 1976 pretende disputar el sentido de una fecha emblemática en materia de derechos humanos, donde el papel de esa potencia está asociado a poderosos intereses económicos y a una estrategia de subordinación de la región a la política exterior definida en Washington.

La evidencia más concreta es la búsqueda del gobierno Macri en lograr acuerdos de libre comercio con EEUU y un papel más activo para llevar al país y la región al Tratado Transpacífico (TPP) en el que participan Chile, Perú, México, Canadá y EEUU por el continente, más Australia, Nueva Zelanda, Brunei, Japón, Malasia y Vietnam. El TPP es una estrategia de EEUU para aislar a China en su proyecto global y complementario del acuerdo comercial entre Europa y EEUU.

La operación “visita de Obama” supone una versión más prolija de las “relaciones carnales”, en una versión moderna de sometimiento que supone la continua prórroga de jurisdicción para contratos con inversores (nueva ley para el endeudamiento) y un programa acelerado de liberalización de la economía local vía suscripción de tratados de libre comercio, especialmente con EEUU y con los que éste país impulsa, caso del TPP.

En el marco de lo simbólico no es menor constatar que Obama asume en enero del 2009, momentos de auge del cambio político en la región (2005-2010) y despliegue recesivo de la crisis mundial originada en EEUU en 2007/08. Entre 2005 y 2010 se procesa el triunfo del No al ALCA y variadas novedades en los procesos de integración que involucran instancias de debate regional sin incluir a Norteamérica (base de lo que luego sería CELAC), e incluso formulaciones por una nueva arquitectura financiera (aun constituye una asignatura pendiente). A posteriori se desplegó una fuerte iniciativa política para contrarrestar el proceso de cambio en una lógica de pretendida reversión y reinstalación de la hegemonía imperante en los 90, por la liberalización económica y la subordinación regional a la estrategia exterior de EEUU.

Las situaciones del cambio de gobierno en Argentina, la modificación de la hegemonía parlamentaria en Venezuela y el resultado en el plebiscito boliviano, ocurridos entre diciembre y febrero pasado, anima a las clases dominantes en la región para reinstalar la ofensiva liberalizadora y pro capitalista. Nada mejor que la bendición de Obama, que en enero del 2015 consideró a Venezuela como una amenaza para la seguridad nacional de EEUU y privilegia en su paso por Argentina la lucha contra el narcotráfico y el papel de sus agencias especializadas, caso de la DEA.

Puede afirmarse que la continuidad de la crisis mundial y de la propia situación de EEUU requiere del reordenamiento político y la subordinación de los gobiernos en la región. Los desafíos a la dominación mundial demandan para la política exterior desde Washington cerrar filas en las adhesiones en nuestros países, por eso los elogios al nuevo gobierno y de éste para con los dirigentes de los principales países capitalistas, especialmente Obama.

Comparte este contenido: