Del pensamiento crítico al equilibrio social

Por: Julio Raudales

Está claro que en Honduras es cada vez más difícil debatir. Es una lástima porque nada es tan saludable para una sociedad abierta y encaminada al desarrollo como la batalla de las ideas, la confrontación de posiciones y los acuerdos consensuados. Ello nos lleva al equilibrio social, tan necesario para caminar con éxito en este siglo plagado de retos.

Pero el equilibrio hay que construirlo. Para hacerlo es menester abandonar el pensamiento absoluto, que supone la existencia de un “determinismo indeterminado”, llámese Economía, Estado, Ciencia, Dinero, Mercado, etc. el cual, opera como la instancia que define todas las demás.

Si nos dejamos regir por el pensamiento absoluto no hay nada que equilibrar, porque esa instancia absoluta será la única “genuina”. Esto nos conduce a una forma de pensar y concebir la realidad de forma autista, distanciada de cualquier otro tipo de pensamiento a la cual por defecto se considera un anatema.

 El pensamiento absoluto apuesta todo a una sola herramienta. Piensa que el Estado lo hará todo, o que la Ciencia es la única vía al desarrollo, o que el Mercado es la panacea de la convivencia, etc. El pensamiento absoluto juega una mala pasada a sus apologistas, porque al adoptarlo se asume que los problemas son mono-causales.

Tomemos por ejemplo la Pobreza. Si nos dejamos llevar por el pensamiento absoluto, asumiremos que sus causas son exclusivamente económicas y, por tanto, su única salida pasa por los medios materiales. De ese modo le restamos importancia a otros aspectos y dimensiones que influyen, tanto o más que lo económico en la pobreza.

Cuando se adopta este paradigma, es común acusar de cínico o ingenuo a quién diga que la fragmentación social contribuye a reproducir el ciclo de la pobreza o que la ausencia de democracia, o de educación, causan tanta o más pobreza que la economía. El pensamiento absoluto no acepta una propuesta distinta a aquella instancia que todo lo explica.

Este paradigma hace inconcebible el equilibrio social, pues como reza el dicho: “Si tu única herramienta es un martillo, tratarás todas las cosas como si fueran clavos”. Entender que la realidad es compleja permite abandonar el pensamiento absoluto y recuperar el pensamiento crítico. Éste permite a su vez liberar las fuerzas que yacen dormidas en el resto de las instancias y que el absolutismo ha decidido anular.

El punto de vista absoluto es un exceso, un vicio del pensamiento. No se trata de Smith, Marx, Comte, Keynes, Hayek, Friedman y tantos otros. Los problemas no aparecen con sus teorías sino cuando se les otorga a éstas un carácter inmutable.

Debemos abandonar este paradigma, rescatar lo más valioso de cada escuela y dejar lo que no funciona.

¿Qué es lo más valioso del Liberalismo económico de Smith? La Libertad, el respeto al ser humano como individuo y la igualdad ante la ley. ¿Qué es lo que ya no funciona de ese Liberalismo? La mano invisible; la idea de que lo económico y lo social se auto-regulan y nos conducen por sí mismos al equilibrio y por tanto que la política está de más.

¿Qué es lo más valioso del Marxismo? La lucha contra las inequidades, el fetichismo, los peligros de la alienación ¿Qué es lo que ya no funciona del Marxismo? El mito historicista y la idea de que el modo de producción determina el comportamiento social y todas las manifestaciones del espíritu humano.

¿Qué es lo valioso del Positivismo de Comte? La Ciencia. ¿Qué es lo que ya no funciona de ese Positivismo? El Cientismo; la idea de que la Ciencia es la única capaz de liquidar y resolver para siempre nuestros problemas y por lo tanto que la cultura sobra.

¿Qué es lo valioso de Keynes? El Estado, la importancia de las políticas públicas ¿Qué es lo que ya no funciona del Keynesianismo? El Estatismo. Y no solo porque conduce al déficit y a la inflación sino porque desconsidera el Mercado y el papel valioso que juega la iniciativa privada.

Einstein nos demostró, decía Ortega y Gasset, que lo que los antiguos llamaban “sensorium dei” (el ojo de Dios), no existe. Nadie puede pretender observarlo todo desde ningún lugar. El que mira, lo hace siempre desde un lugar y por lo tanto tiene necesariamente una perspectiva de las cosas.

La teoría de la relatividad demuestra que los puntos de vista se multiplican y se legitiman, pero, sobre todo, y esto es lo que importa, ya nadie debería imponerlos a otros. Einstein no nos deja otra alternativa que dialogar y confrontar democráticamente nuestras miradas. Hacerlo significa abandonar el pensamiento absoluto y abrir por fin la posibilidad de un Equilibrio, ese que tanto estamos necesitando en Honduras.

Fuente: https://criterio.hn/2019/08/01/del-pensamiento-critico-al-equilibrio-social/

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La mala educación

Centroamérica/Honduras/Artículo/Autor: Julio Raudales

Trato de visualizar en perspectiva la actual problemática de nuestra Universidad, valiéndome de la distancia y el tsunami de trabajo que en las últimas semanas arrecia y me obliga al contacto, siempre útil y satisfactorio, con un buen número de instituciones de estudios superiores con las que debo dialogar en búsqueda de oportunidades para nuestros estudiantes y profesores.

Llevo 35 años ligado al Alma Máter; más de dos tercios de mi vida. Me había alejado durante los 90s, debido a mi trabajo como economista en el sector público y a la posibilidad que tuve de salir del país a realizar estudios de postgrado. Al retorno, ya incorporado de nuevo al gobierno como técnico, luego de dictar una conferencia en la Facultad de Ciencias Económicas, alguien me invitó a integrarme como profesor por hora, oferta que acepté entusiasmado, desbordado por el deseo de compartir las cosas que había aprendido en el extranjero.

Mi reencuentro en aquel 2003 fue traumático. Como profesor me tocó revivir la pesadilla estudiantil de los años 80: Deterioro en la infraestructura, incertidumbre administrativa (pasé 2 años sin recibir salario), interrupciones prolongadas en los períodos académicos debido a tomas por huelgas o problemas sanitarios, politización e ideologización extrema y más.

Aunque mi vida como docente por hora discurría ajena a los cambios que empezaron a generarse en 2006, empecé a percibir que algunas cosas eran distintas. Al comienzo la reforma parecía marchar de forma lenta: ni estudiantes ni profesores lográbamos entender el nuevo proceso y sin embargo, poco a poco fuimos percibiendo que otra Universidad era posible y que hacerlo dependía fundamentalmente de nosotros.

Aunque existía una conciencia generalizada de que la UNAH debía reformarse, no todo el mundo lo tomó a bien. Hubo en aquel tiempo, como hoy, oposición al cambio.

Nos tocó vivir épocas turbulentas: El sindicato, la Asociación de Docentes, los frentes estudiantiles, ¡en fin! Todos aquellos que se sintieron afectados en sus canonjías y “conquistas” reaccionaron de forma negativa cuando se trató de aplicar la nueva ley y reglamentos. Se comenzó a hablar de evaluación docente, de certificación de carreras, de internacionalización y de muchas otras cosas que eran nuevas a nuestros oídos acostumbrados a una tradición marcada por la mediocridad y el conformismo.

Todo cambio genera reacción, es ley social. Los seres humanos amamos nuestra zona de confort, no importa si estamos inconformes o tenemos conciencia de la posibilidad de mejorar, es natural que nos sintamos inseguros ante la incertidumbre que provocan las nuevas experiencias y que en un primer momento deseemos que todo siga igual. Pero la razón y el deseo de mejora finalmente deberían imponerse en las mentes racionales.

Pero antes de continuar con la actitud actual los jóvenes y docentes incorporados deberían considerar tres elementos: Qué es la UNAH a 10 años de reforma, las demandas del mundo actual y lo que leemos del entorno.

Primero: no debemos olvidar nunca que las 95,000 personas que conforman el conglomerado universitario (maestros y estudiantes), son el porcentaje más grande de la intelectualidad hondureña reunida en un solo ámbito. Esa masa pensante no puede darse el lujo de retroceder a la caverna, ¿recuerdan a Platón? La UNAH avanzó mucho; atrás habían quedado esos años aciagos en que perder clases era la regla y no la excepción. En estos años, la institución luce distinta, se respira orden y hay espacio para mejorar.

Por supuesto que también hay que cambiar cosas, no todo es “miel sobre hojuelas”, hay que tener más y mejores laboratorios, desarrollar un centro de lenguas extranjeras, capacitar a nuestros docentes y en esas estamos, pero suspender clases no puede bajo ningún punto, ser la vía para que las mejoras se den. Se debe pensar en esos jóvenes que cada período académico deben viajar y sacrificarse para recibir sus clases en los distintos centros. No se puede hablar de lucha social y reivindicación sin pensar en los altos costos del paro. Hay que ser consecuentes.

Segundo: las cosas han cambiado desde que llegó internet y la tecnología. Los avances en el desarrollo de la neurociencia y las nuevas técnicas en el conocimiento, nos constriñen a hacer las cosas de otro modo si queremos ponernos a tono con los tiempos que corren. De eso se tratan las nuevas normas académicas, de buscar formas adecuadas para insertar a los nuevos profesionales en un mundo que cada vez les demandará más. Craso error sería hacer caso omiso a las demandas de la realidad actual.

Por último, creo que no debemos olvidar que vivimos en un mundo de nodos interconectados. Sería ingenuo creer que lo que actualmente sucede en la UNAH está aislado a una espontánea dinámica de cambios sugeridos por las partes en disputa. La realidad nos muestra que hay fuerzas externas que pretenden adueñarse de la institución con fines abyectos. Creo que las autoridades, estudiantes y docentes, debemos leer de forma adecuada lo que se vive en la actualidad.

Y a esas fuerzas externas solo me resta decirles: ¡Es de mala educación inmiscuirse en las cosas que no les conciernen!

Fuente: http://www.latribuna.hn/2016/07/01/la-mala-educacion/

Fuente de la imagen: http://www.unionpuebla.mx/articulo/2014/07/19/educacion/puebla/40-de-estudiantes-universitarios-son-foraneos

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