La narración oral en el hecho educativo.

Por: La Gaceta.

Es una de las expresiones más antiguas del ser humano que tenía el objetivo de comunicar un suceso verdadero o fabuloso. Era el modo de contar la historia. Homero, el vate griego, recorría los pueblos contando la Ilíada y la Odisea. La narración oral ha sobrevivido a lo largo de los siglos y es una amiga frecuente en los hogares donde hay niños, cuando estos tienen la suerte de que sus padres o sus abuelos les cuentan historias. ¿A qué adulto no le gusta escuchar relatos?

Concluirá hoy la segunda edición del Encuentro Internacional de Narradores “Congresales de la Palabra”, organizado por Ente Cultural, que cuenta con la participación de 50 cuentacuentos de México, Uruguay, Colombia, Chile, Perú, Bolivia Buenos Aires, La Pampa, Chubut, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Rosario y Catamarca. Las jornadas están dirigidas a docentes, actores y narradores.

La chilena Carmen Laborde señala que en África, por ejemplo, la figura del narrador es reverenciada, es el sabio, el que tiene el don de la palabra. Sostiene que la narración oral exige un repertorio para todo público. “Trato de acercar los bienes de la cultura a sectores vulnerables y en escenarios poco usuales. Participé de un proyecto llamado ‘Cuentos en ausencia’ con madres privadas de libertad; en otro denominado ‘Cuentos para curar’, con niños internados en un hospital”, afirma.

Su colega porteña Claudia Macchi señala que no se lee un cuento. “Uno tiene que hacer propio el cuento, y en ese hacer propio están nuestras palabras, emociones, sentires, lo vestimos con un montón de cosas nuestras, que repercutirán en quien escucha”, explica.

Laborde asevera que por el vínculo que se genera, el cuento no se completa si no hay una oreja que escucha. “Es un vínculo de humanidad, fundamental en una sociedad de lo desechable”, sostiene.

Una experiencia parecida comenzó en febrero pasado, organizada por Jorge Montesino, escritor entrerriano radicado en esta ciudad. El ciclo de relatos orales de terror, auspiciado por la Dirección de Cultura capitalina, se viene realizando desde entonces en distintos escenarios; algunas de las presentaciones tuvieron lugar en cementerios, con una inusitada adhesión del público.

Desde todo punto de vista se trata de experiencias positivas que deberían profundizarse en el hecho educativo. Sería más que interesante promover la narración oral entre los chicos de la primaria y secundaria, especialmente en el interior de la provincia donde aún subsisten en el inconsciente colectivo leyendas y mitos que podrían revivirse con la doble finalidad del aprendizaje y de la difusión. Podrían organizarse luego concursos interescolares de narraciones orales y complementarlos con otros de dibujo, que ilustren las historias.

Hace unos años, la escritora tucumana Honoria Zelaya de Nader creó un espacio para que padres y abuelos se iniciaran en la narración oral y se recuperara el hábito de contarles cuentos a los chicos a la hora de dormir. En ese sentido, sería interesante que la experiencia fuera tomada, por ejemplo, por el PAMI con ese objetivo.

Nos parece que desde el Estado se deberían potenciar estas experiencias que buscan recobrar la sana costumbre de la lectura, así como afianzar el afecto y complicidad entre niños y adultos. Pero tal vez la mayor virtud de la narración oral radica en que genera una interacción entre el relator y el oyente, estimula la imaginación y recrea la comunicación que es el sustento de toda relación saludable.

Fuente: http://www.lagaceta.com.ar/nota/739750/opinion/narracion-oral-hecho-educativo.html

Imagen: http://2.bp.blogspot.com/-JSz1QvRR4x8/UliwrUTmjKI/AAAAAAAAAEo/Y11azVxr3GY/s1600/narracion.gif

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La importancia de un programa educativo.

Por: La Gaceta.

El programa “Escuela de mi barrio”, que cubre a 50 centros educativos localizados en áreas periféricas de nuestra ciudad y zonas y rurales de la provincia ha comenzado a constituirse en una virtuosa respuesta para enfrentar los daños, el vandalismo y los robos que padecen los establecimientos educativos que prestan servicios en zonas donde la batalla contra la delincuencia parece no lograr su cometido.

Básicamente, el proyecto puesto en marcha por el Ministerio de Educación de Tucumán consiste en proceder a una apertura de las escuelas lo más ampliamente posible, incluso los fines de semana, para que la comunidad educativa de la zona avance o mejore su integración y sociabilidad con el espacio institucional. Los directivos de esos centros educativos han revelado el drama al que prácticamente se enfrentan todos los días lunes, en los que se inicia la actividad escolar de la semana, tras el fin de semana en el que el establecimiento queda cerrado y sólo al cuidado de alguna que otra patrulla policial: han debido sobreponerse al robo de bancos, computadoras, materiales didácticos o bien a destrozos de vidrios, ventanas, puertas.

El programa promueve -entonces- actividad de talleres de oficios de distinto tipo (por ejemplo, peluquería, manualidades, cocina, talabartería) para avanzar en la alfabetización o para mejorar los conocimientos en matemáticas; y los niños y adolescentes practican fútbol u otros deportes, comienzan a aprender el juego de ajedrez, se expresan a través del dibujo y la pintura, o bien toman clases de distintos bailes, en todos los casos, guiados por talleristas o directamente por docentes que se han sumado a la experiencia ofreciendo clases de apoyo.

Muy marcadas por las condiciones particulares del contexto sociocultural donde se encuentra cada institución educativa, lo cierto es que las escuelas se han ido constituyendo en un espacio articulador central de la vida y las vicisitudes de los vecindarios, barrios y lugares de influencia y su presencia física, geográfica e institucional han trascendido como una referencia de alfabetización, conocimiento, civilidad. En los tiempos de crisis sociales -como los que vivió la Argentina entre fines de 2001 y gran parte de 2002, por caso- los gobiernos han recurrido a los centros educativos para transformarlos, además de su función específica, en espacios de cobijo, refugio, asistencia social y hasta en comedores o sedes de programas alimentarios destinados a atender necesidades básicas de la comunidades más golpeadas por la crisis. Aun cuando el cometido esencial de la institución escolar es la función pedagógica, proyectos como el encarado por la autoridad educativa provincial están en línea con los continuos cambios estratégicos que cruzan a la escuela: expertos aseguran que tiene la tarea de preparar a los alumnos como futuros ciudadanos formándoles una base para construir su futuro. Así, la incorporación de esos valores de ciudadanía junto a la vivencia de nuevas prácticas de vida yde una vecinalidad superadora de la dura realidad, encuentran en esos espacios de ampliación del servicio educativo una apoyatura de gran importancia y valía para miles de personas.

El informe que publicó LA GACETA el lunes pasado advierte, sin embargo, que el programa “Escuela en mi barrio” aún no tiene garantizada su continuidad tras la finalización del presente período lectivo. Sería oportuno entonces, en vista de los resultados y de los significativos alcances proyectados -según el relato de los propios beneficiarios y de técnicos- que esta iniciativa se mantenga, se profundice y se transforme en sistemática.

Fuente: http://www.lagaceta.com.ar/nota/708668/opinion/importancia-programa-educativo.html

Imagen: http://www.ceibarquitos.com/files/pages/thumbs/140309222210.jpg

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