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La virtud de las esposas

Por: Lidia Falcón

“Es costumbre monárquica el robar, pero los Borbones exageran”
Charles Maurice Talleyrand

La sentencia que absuelve a la infanta Cristina nos retrotrae a los prudentes años de la dictadura cuando la sabia y tradicional organización social establecía el orden en que debían situarse los papeles del hombre y de la mujer, del marido y de la esposa. El mandaba y ella obedecía. A salvo de las convulsiones que nos ha traído el feminismo que pretende abolir las santas normas que estableció el Patriarcado.

Sabido debe ser, y hay que recordarlo siempre, que el Código Civil de 1888, restablecido en su integridad a partir de 1939, después de que el Caudillo, por la Gracia de Dios, anulara la revolucionaria legislación de la II República, establecía que la mujer casada no tenía capacidad jurídica para ninguno de los actos que implicaran el patrimonio propio o del matrimonio. De tal modo, ni podía contratar una cuenta corriente ni realizar ninguna operación mercantil ni civil sin el consentimiento de su marido. Era por tanto sabido, que una mujer casada no era responsable de ninguna operación económica que fuera más allá de comprar la comida y los pañales del niño.

Bien deben de creer las juezas que han dictado la sentencia en el célebre juicio de la sociedad NÓOS que nos hallamos en aquella época de gran placidez que fue la dictadura, como la calificó el entonces ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, en tiempos del gobierno de Aznar. Y placidez debía reinar en el seno del matrimonio Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón, puesto que ésta obedecía santa y mansamente las órdenes de su marido.

Del mismo modo –de otra manera hubiese quedado desairada-, han absuelto a la esposa de Diego Torres. Otra buena y obediente esposa que no tenía ni mando ni conocimiento en los negocios del marido.

Esposas cristianas, que cumpliendo el mandato divino, están bajo el mando de quien es dueño de su vida. Ciertamente la Biblia habla de que “el varón dominará tu concupiscencia”, pero en tan íntimos temas no va a entrar una sentencia judicial en 2017. El Antiguo Testamento no trata de la participación de la mujer en los negocios del marido, pero por analogía habrá que entender que este domina a su mujer en todas las decisiones económicas, como sancionó el Código napoleónico que se aprobó en nuestro país en aquella ya lejana época de 1888.

Esas juezas que han considerado que formar parte del Consejo de Administración de la sociedad Aizoon, una entidad que manejaba millones de euros al año, firmar las actas de las reuniones, tener disponibilidad de las cuentas corrientes, ratificar los acuerdos que se tomaban de administración y firmar las declaraciones a Hacienda, no significa ni conocer el manejo interno de la sociedad ni tener responsabilidad alguna en los negocios, transacciones y cobro de comisiones y mordidas que se llevaron a cabo durante varios años en esa entidad ficticia que se llamaba NÓOS.

Para las magistradas tampoco significa que la infanta estuviera al corriente, y aprobara, las transacciones que su marido realizaba aunque las ganancias afluían generosamente a la economía doméstica. Desde los pañales de los niños a los sellos de correos, pasando por vacaciones, comidas y viajes, la trama de Aizoon y Nóos surtió a la familia Urdangarin de fondos suficientes para disfrutar de una regalada vida. Y eso que los dos cónyuges y los cuatro hijos lo tenían todo pagado, por ser miembros de la Casa Real, cuyos presupuestos aprueba cada año el Parlamento.

Las juezas de este juicio han ratificado la arriscada defensa de la infanta Cristina que el fiscal Horrach ha realizado durante la instrucción del proceso y la han exonerado de toda responsabilidad. En consecuencia, yo espero que a partir de ahora, en cualquiera otro proceso en el que se dilucide la responsabilidad patrimonial de los cónyuges, se estime que la esposa no puede ser inculpada por ninguno de los actos en que haya participado si ha sido su marido quien se lo ha pedido.

Como decía el ínclito abogado de la infanta, Miquel Roca, ella firmaba por amor, argumento de tanto peso cuanto que el amor mueve el mundo, y los negocios también. El amor es el cemento más duro para consolidar una unión. Una información asegura que la hermana menor del Rey no se siente culpable, y me pregunto ¿por qué había de sentirse cuando la Biblia, el Código Civil de Napoleón y la sentencia judicial dictada por tres mujeres – nada menos- la exonera de toda responsabilidad?

Y puesto que la infanta en su declaración en el juicio dijo 189 veces que “no sabía” lo que le preguntaban, 59 que “no lo recordaba” y 58 “lo desconozco”, no cabe duda de que condenarla por lo que había organizado y negociado su marido, de lo que ella era absolutamente ignorante, hubiera sido una injusticia.

Doña Cristina tampoco cree que su marido sea culpable. La pareja se considera una víctima y piensa que desde el palacio de La Zarzuela les han dejado “solos” y no les han defendido como ellos esperaban. Argumenta que todo es fruto de una conspiración contra su esposo.

Como también deben serlo las acusaciones que se hicieron a los otros participantes de la trama valenciana y madrileña. La sentencia, de 741 folios, echa por tierra la llamada trama valenciana. Los cinco altos cargos de la Generalitat que contrataron con Urdangarin las cumbres de turismo y deporte Valencia Summit entre 2005 y 2007 por valor de 3,4 millones, resultaron absueltos. Su estrategia de negar los hechos, sostener su inocencia y rechazar un acuerdo con el ministerio público resultó un éxito rotundo. Las tres magistradas entienden que los contratos fueron válidos y las tres ediciones de la Valencia Summit “se celebraron de forma satisfactoria” y a precios de mercado.

También quedó exonerada Mercedes Coghen, consejera delegada de la fallida candidatura olímpica de Madrid 2016, que pagó a Urdangarin 114.000 euros para hacer funciones de lobby ante los miembros del Comité Olímpico Internacional. Finalmente, el tribunal absolvió, contra el criterio del fiscal, a la esposa de Torres, Ana María Tejeiro, al hermano de esta y contable de las sociedades, Marco Antonio Tejeiro, y a Salvador Trinxet, arquitecto del entramado societario que sirvió a Torres para blanquear los fondos que había ocultado a Hacienda. En resumen, de los 17 acusados han absuelto a 10.

Ciertamente hubiera resultado muy descompensada la condena a Ana María Tejeiro con la absolución de Cristina de Borbón, pero ya se me escapa el motivo de la benevolencia mostrada con el hermano y los demás socios y organizadores de una trama que ha esquilmado al erario público varios millones de euros.

Y no nos olvidemos que la justicia le devolverá a la Infanta, aproximadamente, 372.000 euros. La diferencia entre los 587.000 euros que le reclamaba el fiscal Horrach como partícipe lucrativo de los delitos fiscales de Iñaki Urdangarin y que ya depositó en diciembre de 2014 y los 265.088 euros que finalmente le impone el tribunal. Es decir que la sentencia le sale a devolver.

Después de esta sentencia, es de esperar que también se de crédito a las declaraciones de Rosalía Iglesias y Ana Mato que nada sabían de los negocios de sus maridos Luis Bárcenas, ex tesorero del PP, y el de la exministra de Sanidad, Jesús Sepúlveda, alcalde de Pozuelo de Alarcón, enjuiciadas en la trama central del caso Gürtel que se celebra desde el pasado octubre en la Audiencia Nacional.

Ellas saben que no hay mejor prueba de inocencia que ser una obediente esposa.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/02/18/la-virtud-de-las-esposas/

Imagen: https://psicologiaymente.net/psicologia/grandes-diferencias-entre-hombre-y-mujer

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Carta pública a Errejón: las mujeres no somos vientres de alquiler

Por: Lidia Falcón

Iñigo Errejón en el programa Hoy por Hoy de la mañana de la SER del 8 de febrero se pronunció a favor de permitir el alquiler de vientres de mujer para satisfacer los deseos de aquellos padres que quieren tener hijos fabricados con su propio semen.

Añadió que habría que adoptar correctivos y vigilancia para que esa práctica que llama “maternidad subrogada” no signifique la explotación de mujeres pobres, manifestando con ello su compasión hacia tales sujetos.

En el curso de la entrevista Iñigo Errejón se autocriticó porque su partido esté inmerso más en la discusión de los problemas organizativos y de competencia entre las diversas facciones que se disputan el poder, que en resolver las carencias de la gente. De la gente que no son mujeres, ya que ninguna de las explotaciones y amenazas que las afectan, y hasta las matan, estuvo presente en su discurso. Incluso la locutora tuvo que hacerle notar que cuando hablaba de la gestación subrogada no había pronunciado ni una sola vez la palabra mujer, como si el tema atañera de igual manera a los hombres o fuese un asunto al margen de la especie humana.

El señor Errejón comenzó su reflexión diciendo que todo el mundo tiene derecho a tener hijos. Sin más, lo que para un profesor de Ciencia Política resulta un análisis enormemente pobre como explicación de un tema que afecta a miles de mujeres, en su vida más íntima. Porque como experto que es en relaciones humanas tendría que saber que los derechos de unos no se pueden ejercer contra los derechos de los demás. El derecho a la paternidad no significa que para ejercerlo se pueda disponer del cuerpo de una mujer, bombardeándolo con hormonas, insertándole un óvulo –propio o ajeno- fertilizado, y esperando que la gestación llegue a término para arrebatarle después el hijo, irreversiblemente. Y todo ello por dinero. Este profesor de política que clama diariamente contra la explotación de los trabajadores por los poderes económicos, no le afecta la explotación de las mujeres por todos los poderes: el capitalista y el patriarcal.

Si Errejón recordara la máxima de que la libertad de cada uno acaba donde comienza la de los demás, y se hubiera formado más en feminismo que en su indigesto mentor Laclau, no se pronunciaría con esa ligereza sobre el terrible drama que está ahora asediando a las mujeres pobres de varias áreas del mundo. Aquellas gobernadas por políticos que se han puesto al servicio de las grandes compañías farmacéuticas; de las agencias que buscan muchachas en las zonas rurales de la India, de Pakistán, de Bangladesh, de Ucrania, para contratar, por una aportación miserable que le entregan a la familia, sus ovarios, su matriz, su resistencia física, despreciando su dignidad como ser humano, sus sentimientos y emociones; de los machitos que quieren ser padres a costa de arrancarle el hijo a la mujer que lo ha gestado y parido.

No, señor Errejón, las mujeres no somos vasijas, ni probetas ni conejillos de Indias para hacer experimentos con nosotras ni tenemos nuestros vientres únicamente como fábrica de niños. Las mujeres no sólo invertimos en la maternidad los óvulos y las hormonas que fabrican nuestros ovarios, el calcio, los minerales y los nutrientes que van construyendo el feto; no solo soportamos durante nueve meses que nuestra anatomía vaya cambiando hasta hacer casi irreconocible la persona que éramos antes de la fecundación; no sólo perdemos la turgencia de los pechos y la firmeza de los músculos en esa ímproba tarea de dar vida a otro ser humano, tan lentamente; no sólo perdemos  la capacidad de movernos con agilidad, de realizar tareas pesadas y de realizar ejercicio durante nueve meses; no sólo padecemos dolores, desgarros, cesáreas, y a veces infecciones, en el gran trabajo del parto y necesitamos días para recuperarnos de tanto sufrimiento, sino que como seres conscientes de lo que nos está sucediendo invertimos sentimientos y emociones, esperanzas y temores, alegrías y miedos, en esa etapa trascendental de nuestra vida.  Y de la misma manera que en la esclavitud no solamente se utiliza la capacidad laboral del trabajador sino  la persona misma, y por eso es infame, manipular el cuerpo femenino para fertilizarlo, embarazarlo y después sustraerle el “producto”, como si se tratara de que hubiera fabricado unos zapatos, es también infame.

Por ello es infame que políticos que pretenden trabajar por mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, que denuncian las explotaciones y opresiones que sufren los trabajadores, que escriben largos manifiestos contra un sistema económico y político que condena a la miseria, a la ignorancia, a la tristeza y al dolor a millones de personas, sean tan crueles con las mujeres, para satisfacer los deseos –que no las necesidades- de unos cuantos hombres ricos.

Porque ser padre, o madre, es un derecho, pero no es una necesidad. Millones de hombres y de mujeres no tienen hijos por diversas circunstancias, ahora cada vez más voluntarias, y no les pasa nada. Las mujeres no somos vasijas ni probetas ni conejillos de Indias para ensayar experimentos científicos. Y añado: los hombres tampoco son sementales. Los hombres, aquellos que pueden enorgullecerse de serlo, tampoco deben aprovecharse de la miseria, de la indefensión, de la inmadurez de pobres muchachitas para satisfacer ese supuesto deseo de paternidad. Porque si realmente lo que les impulsa es la generosidad de cuidar a un niño, en el mundo existen millones de criaturas que necesitan padres y madres.

Pero esos cariñosos hombres que no adoptarían a los menores que lo necesitan lo que quieren es perpetuar su semen, del mismo modo que los patriarcas bíblicos. Por ellos no han pasado siglos de avances sociales y humanos que tienen que hacer respetar a las mujeres como seres humanos. Para ellos la Declaración de Derechos Humanos de la ONU, de 1948, arrancada después de las horribles tragedias de las contiendas de los siglos XIX y XX, no hay que aplicarlas al sexo femenino, porque para ellos las mujeres no son más que eso: sexo y vientre reproductor.

Y tampoco les importan los derechos de los niños. Porque esas criaturas fabricadas a petición de los padres no tendrán nunca conocimiento de sus raíces, de sus antecesores, de la historia, de la cultura, de la biografía de su madre y de la familia de su madre. Privándole a esos nuevos hombres y mujeres el conocimiento de la comunidad humana de la que vienen. Fabricados como el monstruo de Frankenstein para dar satisfacción al deseo de quienes pueden pagarlo.  

Y, ahora, en los momentos decisivos de este inmediato Congreso en que dirigentes y militantes de Podemos que tienen que definir y asentar de una vez qué clase de formación política van a ser, qué propósitos sociales tienen, qué programa defienden, qué podemos esperar de ellos y en qué manera confiaremos en que nos defiendan de tantos poderes depredadores y crueles que nos esclavizan, si sus militantes y dirigentes deciden que las mujeres pueden ser tratadas como ovejas o vacas, aprobando lo que llaman “maternidad subrogada”, habrá que perder toda esperanza de que ese partido sea progresista y pueda cambiar la sociedad en nuestro beneficio.

Y si después de tantas declaraciones de feminismo como han hecho las mujeres de Podemos votan a favor de semejante infamia, quedará evidente que ni son feministas ni siquiera se han enterado de que son mujeres.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/02/09/carta-publica-a-errejon-las-mujeres-no-somos-vientres-de-alquiler/

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Feminismo y política

Por: Lidia Falcón

Desde 1789 el Movimiento Feminista se constituye como tal en las luchas y reivindicaciones de las mujeres francesas que se suman a la Revolución con sus propias reivindicaciones. Desde entonces, con sus periodos de desánimo, las mujeres del mundo occidental han estado en las calles de todos los países reclamando sus derechos, su existencia, su visibilidad. Otras batallas han dado, y ganado y perdido, las mujeres del mundo entero, aunque nuestra ignorancia haya invisibilizado a las de otros continentes.

En la última época en España, la que se sigue a partir de 1975, el MF se ha batido bravamente por lograr salir de las catacumbas en que lo enterró la dictadura, por aprobar la no discriminación en la Constitución de 1978, por implantar las leyes de igualdad y de avance social. Y ha cosechado grandes triunfos.

Con motivo del II Congreso del Partido Feminista de España, hemos aprobado el programa electoral que ha asumido Izquierda Unida y que se ha implantado en Unidad Popular. Al redactarlo, comparándolo con el que aprobamos en el I Congreso de 1983, la sorpresa y hasta el asombro nos invadió, porque habíamos olvidado las reivindicaciones que llevábamos en él. Porque excepto la abolición de la prostitución, esta línea roja que es más una sima que separa el verdadero avance de las mujeres prostituidas de quienes quieren que permanezcan en la ignominia, todas las reivindicaciones que expusimos en aquel año las hemos alcanzado. Y supongo que esta afirmación sorprenderá a su vez a las mujeres que están sufriendo hoy tantas discriminaciones, pero no hay más que comprobar en el papel lo que digo.

Resulta emocionante leer que el primer artículo del programa de  aquel año, tan cercano, exigía que no hubiese discriminación a las mujeres por su opción sexual y estar  viviendo la legalización del matrimonio homosexual. Como es igualmente conmovedor comprobar que en 1983 todavía solicitábamos la coeducación. En la mayoría de apartados de nuestra vida y de nuestra lucha tenemos que celebrar victorias: la ley de aborto, la ley de violencia, la creación de juzgados especiales para encausar la violencia machista, gabinetes psicosociales para los casos de divorcio, la reforma de la ley de divorcio, los estudios feministas, la ley de igualdad, la ley de paridad. Todas estas reformas han sido aprobadas en estas tres décadas que nos separan de aquel exitoso I Congreso del Partido Feminista.

¿Qué pasa entonces, me preguntarán mis lectoras sorprendidas ante esta declaración, para que los crímenes machistas se produzcan cotidianamente, para que los denostados gabinetes psicosociales estén decidiendo la separación de los hijos a las madres, para que los salarios sigan siendo un 30% menores que los de los hombres, y tantas otras discriminaciones e injusticias que siguen padeciendo las mujeres?.

Es preciso no olvidar que el enemigo nunca descansa. La ofensiva machista de los últimos años ha pervertido los avances alcanzados. O ni siquiera eran tan avances sino más bien maquillajes legales. Así la Ley de Violencia de Género contiene en su redactado, que refleja el espíritu patriarcal con que se aprobó, la ausencia de verdadera protección de la víctima; los juzgados especialistas no son tan especialistas y no disponen de medios, los gabinetes psicosociales están formados por quienes no son ni profesionales ni feministas, la ley de igualdad no es coercitiva por lo que resulta totalmente inoperante, la ley de paridad puede no cumplirse en la práctica. Y seguimos con las diferencias salariales que desde 1789 están denunciando las mujeres.

Las luchas del MF han sido continuadas, valientes y exigentes, y han alcanzado los éxitos señalados y otros más, pero ya vemos que muchos de ellos han sido desvirtuados o nos los han falsificado. Al final quienes legislan y deciden se sientan en el Congreso de los Diputados y en el Senado. Es preciso que se comprenda en el seno de MF que hemos llegado al final de una era. Ya no es rentable seguir reclamando nuestras vindicaciones en la misma forma que lo hemos hecho durante cuatro décadas porque nuestras acciones se repiten y se repiten y la gente se acostumbra a ellas, con el efecto de que se esclerotizan, porque el poder puede perfectamente asumir y digerir una gran marcha que dura cuatro horas, y las manifestaciones, asambleas, encuentros, debates y charlas que organizamos diariamente sin descanso. Hoy ya no erosionamos ni el poder capitalista ni el patriarcal con esas estrategias de lucha.

Por eso ha llegado el momento de que las organizaciones feministas se propongan alcanzar las cotas de poder político que las representen. Porque las leyes y el gobierno no se deciden únicamente en la calle. Nuestro sistema político está basado en los partidos, ellos dirigen la vida de las mujeres y de los hombres. Es imprescindible disponer de esa clase de organización para participar de las decisiones fundamentales que nos atañen a nosotras y al futuro del país.

La opción del Partido Feminista no es un capricho ni una curiosidad ni una experimentación. Nuestro programa es el más avanzado de los que se presentan, porque además de las cuestiones de Estado incluimos todas aquellas que pertenecen a nuestra situación específica. Si las mujeres y los hombres feministas no comprenden que únicamente batiéndonos en la arena electoral llegaremos a situarnos en las instituciones que deciden sobre nuestra vida, seguiremos medio siglo más manifestándonos en la calle por los mismos temas que lo hicimos en el XX y en el XVIII.

Es imprescindible entender que el feminismo es política, que esa artificial división entre feminismo y política únicamente beneficia a los que dirigen los partidos tradicionales, cuyas cúpulas masculinas –con la complicidad tantas veces de mujeres- deciden las que llaman “agendas” en las que los temas de la explotación de la mujer no tienen apenas cabida. Y a la vez hemos de comprender que el feminismo ha de decidir también sobre los grandes temas de toda la sociedad: la República, la defensa, la Iglesia, los tratados internacionales, porque a ninguno de ellos somos ajenas las mujeres.

Si, como recordamos continuamente, constituimos la mitad más dos de la población del mundo y somos las madres de todos,  no hay asunto en el que no estemos implicadas. Si limitamos el feminismo a la lucha por los específicos problemas que nos afectan pero nos inhibimos de la política, la economía, la cultura, hemos limitado nuestra lucha. Esta visión segregadora y reduccionista del feminismo nos hace más débiles, más ignorantes, más marginadas de la gobernación del país.

El Partido Feminista se propone llevar su proyecto político, su programa electoral, a las más amplias capas de nuestra población; organizar cursos de formación feminista y política, difundir los principios de igualdad y fraternidad, tan queridos por los pueblos desde hace doscientos años, para que la mayoría de las mujeres y los hombres de España comprendan que el feminismo es el movimiento social más avanzado, más comprometido con la libertad y por acabar con la explotación  de todos los seres humanos.

Para ello, ya hemos organizado varios cursos en distintas ciudades de España. Después de Sevilla, donde comenzamos la semana pasada, en Madrid, en el Club de Amigos de la Unesco, en la calle Atocha 20, nos reuniremos el jueves 18 de febrero en la primera sesión del curso, para recordar, aprender y homenajear a nuestras antepasadas y pioneras en esta larga lucha. Después seguirán el 22, 25 y 29 de febrero, con el estudio del feminismo, del marxismo y de la lucha política en que estamos inmersas. Os espero a todas y a todos.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2016/02/17/feminismo-y-politica/

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Cómplices necesarios VI: Los fiscales

Por: Lidia Falcón

El cantante César Strawberry ha sido condenado a un año de prisión por  enaltecimiento del terrorismo. Su delito: unos tuits –esta es ahora la nueva arma del crimen-  en los que se burlaba de algunas víctimas de ETA.

Rita Maestre fue absuelta, al fin, por la Audiencia Provincial de Madrid después de que fuera condenada por el Juzgado de lo Penal número 6 a una multa de 4.320 euros –curiosa cantidad-, por haberse quitado algunas prendas de ropa en la capilla de la Universidad Complutense.

Raúl García  y Alfonso Lázaro pasaron cinco días y cinco noches encarcelados en la prisión de Soto del Real por haber presentado una farsa en títeres -¡en esperanto!- donde aparecía un cartel diciendo Gora Alka ETA. Que pretendía ser en realidad un montaje de la policía.  En el juicio los absolvieron.

Cassandra Vera, estudiante de 21 años ha sido procesada por unos tuits –otra vez- sobre Carrero Blanco. El fiscal pide 2 años de prisión y 6 de inhabilitación para toda profesión.

Guillermo Torres y Manel Fontdevila, periodistas y dibujantes de la revista El Jueves fueron condenados a 3.000 euros de multa por una portada en la que se burlaban de los entonces príncipes Felipe y Leticia.

Estos son los casos más recientes de persecución, y en algún caso condena, en España, contra la libertad de expresión. Muchos más hemos sufrido en estos maravillosos años de democracia, ¡para qué vamos a hablar durante la dictadura! No tendría espacio en todo el periódico.

Miguel Riera, propietario y director de la ya veterana revista El Viejo Topo, Quimera, y de los sellos editoriales Montesinos y El Viejo Topo, fue procesado 37 veces durante la Transición por los artículos publicado en sus medios. Antonio Álvarez Solís, director de Interviú, durante los convulsos años de la Transición, fue procesado 43 veces entre 1976 y  1980, por lo publicado en la revista. Yo fui procesada cuatro veces entre 1973 y 1980, por artículos publicados en Triunfo, Vindicación Feminista e Interviú, si no me he olvidado alguno más.

Y en todos estos procesos, los fiscales presentaron cargos contra los imputados. Javier Zaragoza, que pertenece a la Asociación Progresista de Fiscales, es el que acusó a los titiriteros, incluso solicitó su ingreso en prisión.

Ante los procesos contra la libertad de expresión Fleming Rose, del Cato Institute de Washington,  afirma que “el derecho a la ofensa es parte de la libertad de expresión. Nadie tiene derecho a no ser ofendido”.

Pero en España los fiscales consideran que en España todavía hay diferencias entre las personas: las que no pueden ser ofendidas y las que sí.  De tal modo, por ejemplo el fiscal del proceso que se sigue contra Blesa por corrupción ha puesto toda clase de trabas para el esclarecimiento de los hechos y Pedro Horrac, el fiscal del sumario del caso Urdangarín se convirtió en abogado defensor de la Infanta Cristina, batiéndose bravamente por su inocencia. Pero estos son sólo los procesos que se hacen famosos por la singularidad del caso o la fama de sus protagonistas.

El art.124 de la Constitución establece que el Ministerio Fiscal es la Institución encargada de la defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la ley, así como de velar por la independencia de los Tribunales. En los millones de procesos judiciales que se substancian anualmente, los fiscales son fundamentales para cumplir con esos mandatos del Estado.

De su acusación, o no, depende la libertad, la hacienda, el honor y la felicidad de los ciudadanos, y de las ciudadanas. Y son responsables, en los procesos de divorcio, de violencia contra la mujer y de tutela de menores -porque la defensa de los menores es una de las responsabilidades más graves que recaen sobre los fiscales-, de la supervivencia, y tantas veces la vida, de las mujeres y del futuro de nuestra infancia.

En enero del  año 2002 la revista Tiempo publicó un extenso artículo sobre el Opus Dei, donde un miembro de la judicatura afirmaba que “el Opus tiene interés en orientar a jóvenes licenciados hacia la carrera judicial y en especial a la fiscal”. Pero sería conveniente preguntarse la razón de por qué el Opus mostraba “especial” interés hacia la fiscalía.

En España la fiscalía permite, o alienta, toda clase de procesos de retirada de la custodia e incluso de la patria potestad  a menores que son hijos de madres pobres, discapacitadas, prostitutas, drogadictas, sin familia, abandonadas por el padre o marido. Los niños van a parar a centros de acogida de propiedad privada, financiados con fondos públicos, que al poco tiempo son dados en adopción, sin que se haya esclarecido si es a cambio de algún beneficio económico para la institución.

Los fiscales no se oponen a la acusación del SAP (un síndrome psicológico falso) del que acusan muchos padres a la mujer para hacerse con la custodia del hijo, y en consecuencia poder expropiar a la madre de sus derechos económicos. Y apoyan esa aberración moderna de la custodia compartida.

Los fiscales no investigan los casos de malos tratos contra las mujeres y cuando la víctima, atemorizada y desprotegida, retira la denuncia, se limitan a archivar el expediente, sin proseguir la acusación pública para la que están destinados. Cuando la mujer que no ha sido atendida por la fiscalía es asesinada por su verdugo, el fiscal nunca es responsable por dejación de funciones. Esa muletilla de “la protección judicial efectiva” que la Administración de justicia le debe a todas las ciudadanas, y que se escribe en nuestra Constitución, en el Código Civil, en el Código Penal, en el la ordenación del Poder Judicial, no es más que una frase sin contenido. Ningún fiscal, ni juez –ese será otro artículo- es responsable de los feminicidios que se cometen cotidianamente después de que la víctima haya presentado denuncia contra su maltratador.

La Fiscalía nunca persigue de oficio a proxenetas y mafias que explotan a mujeres y  niñas. Es más, como me sucedió en Valencia, solicitan el archivo de los procedimientos acusatorios de proxenetismo y trata. La Fiscalía, mientras tanto, ha permitido las abusivas inmatriculaciones de la Iglesia así como la inconstitucional Ley Hipotecaria de 1998 de Aznar, que ha dado lugar a un verdadero expolio de bienes públicos.

La Fiscalía no ha intervenido nunca ante el regalo de  inmensas fortunas de dinero público a bancos que no se investigan. Como tampoco se ha personado de oficio contra los bancos que emitieron las acciones llamadas “preferentes”, ni contra “las claúsulas suelo” de las hipotecas, que se han demostrado abusivas e incluso delictivas.

La Fiscalía no ha intervenido nunca para defender a los usuarios de las tarifas abusivas de las eléctricas ni para evitar los injustos desahucios que han dejado en la calle a millones de familias.

No tengo espacio en este artículo, ni cabría en un tomo de 1.000 páginas, para recopilar los abusos, crímenes, injusticias, prevaricaciones y robos, de que fueron autores y cómplices los fiscales durante la dictadura franquista. A ellos se deben las condenas a muerte y a interminables penas de prisión de los luchadores antifranquistas; el expolio de los bienes de los partidos políticos, los sindicatos, las asociaciones civiles, los periódicos, las editoriales, y los propietarios particulares, acusados de ser republicanos, socialistas, comunistas, anarquistas, separatistas, masones; de  las peticiones de absolución o de archivo de las denuncias por torturas que los detenidos presentábamos inútilmente ante los juzgados; de la entrega de niños y niñas a proxenetas, abusadores, sexuales, padres maltratadores; de la desgracia y la miseria de los trabajadores explotados por los empresarios; de la desprotección de las mujeres prostituidas violadas y acosadas sexualmente por familiares, patronos o vecinos.

La Fiscalía, como institución, con las honrosas excepciones que existen naturalmente, y que yo conozco, ha sido durante 40 años cómplice necesaria de las tropelías y el genocidio que la dictadura cometió durante esos interminables decenios. Pero concluida esta, podíamos permitirnos esperar que esa digna institución, garantía de la justicia y la equidad en una sociedad, protectora de los trabajadores, de los débiles, de los menores, de los discapacitados, de las mujeres, de las niñas, actuara según las nobles miras que la debieran caracterizar.

La observación de la realidad presente, como la documentación de que ya disponemos, nos despierta de semejante ensoñación. La Fiscalía obedece las órdenes del Fiscal General que está nombrado por el gobierno, y sigue siendo cómplice necesaria de la rapiña de los bancos y los poderosos, de las injusticias de los poderes ejecutivos, del machismo depredador de algunos padres y maridos, y del abandono de los niños necesitados de protección.

Pues, atiendan, ahora, la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal impulsada por el gobierno y el PP, y aceptada por el PSOE, pretende encargar a la Fiscalía toda la investigación de los procesos, quitándole la instrucción a los jueces. Con esta reforma se habrá completado el plan conjunto del Capital, la Iglesia y el Patriarcado, para que abandonemos, como en la Puerta del Infierno de Dante, toda esperanza de justicia en este país.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/02/01/complices-necesarios-5-los-fiscales/

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Las maleducadas

Por: Lidia Falcón

Durante los más de setenta años que duró la lucha sufragista en Estados Unidos y Gran Bretaña –en España comenzó más tarde y se prolongó diez más- los periodistas llamaron “las locas” a Emmelyn y Christabel Pankhurst, Susan B. Anthony, Lydia Becker, Lucrecia Mott, Elisabeth Cady Stanton, Lucy Stone, Harriet Beecher Stowe,  que lideraron el Movimiento, y a todas sus seguidoras, que invirtieron su vida y su hacienda en reclamar su derecho a ser consideradas sujetos políticos en su país. Ninguno de los comentaristas de los periódicos de la época las trataron en forma diferente durante el largo periplo que tuvieron que recorrer las anglosajonas hasta conquistar el derecho al voto.

Transcurridos cien años, ante las vehementes protestas de las militantes del Partido Feminista en la asamblea de Izquierda Unida, por el olvido de los planteamientos feministas que mostraban los dirigentes de esa formación, en la valoración de los resultados electorales del 26 de junio, nos llamaron maleducadas. En cien años hemos pasado del manicomio a la escuela. Es un avance sin duda pero de recorrido demasiado lento.

Seguramente el pomposo Adolfo Barrena y el didáctico Alberto Garzón se creen que pueden darnos lecciones de educación cuando nos dirijamos a ellos. Para eso, con la benevolencia que les caracteriza, nos permiten intervenir cuatro minutos cuando pedimos la palabra, y argüirán, convencidos de su equidad, que es el mismo tiempo que se le concede a los demás participantes. Pero los allí presentes, ni dirigentes ni representantes, van a reflexionar, ni reconocer, que de los 60 o 70 intervinientes solamente las mujeres del Área de la Mujer y del Partido Feminista tratamos los temas que afectan al 52% de la población española.

Ninguno de los bien educados y elegantes componentes de la mesa se refiere, ni aun tangencialmente, cuando denuncia los problemas que el gobierno de la derecha ha ocasionado a las clases trabajadoras, las 62 mujeres asesinadas en este medio año, ni aun siquiera las últimas violaciones de San Fermín, que constituían sangre fresca en la información reciente. La infame esclavitud de la prostitución no merece una palabra para esos señores.  Para qué hablar de las abismales diferencias salariales, cuyas máximas explotaciones femeninas se han denunciado por las limpiadoras de hoteles.  Ni estas ni  las más de veinte causas de discriminación machista que padecemos las féminas españolas, son temas que perturben los previstos discursos de los señores dirigentes de Izquierda Unida. En todo caso, como también está previsto, nos permiten recordarlos a las feministas.

Un tema que me tortura desde hace 50 años es cómo se podría convencer a los hombres de izquierda –sea ya lo que sea hoy eso- de que no pueden esquivar ser feministas  y comportarse como tales.

A pesar de los años de luchas, que han consumido la vida y la salud de miles de mujeres españolas que, desde los diferentes frentes de esta guerra inacabada, se han mostrado decididas a no permitir que los hombres de sus mismas formaciones políticas siguieran portándose como los de derechas, el comportamiento feminista no ha calado profundamente ni siquiera en los dirigentes de los partidos que se reclaman del cambio. Para demostrar lo cual no es preciso más que observar los planteamientos y disputas políticas que se están desarrollando, interminablemente, con motivo del drama de la investidura de gobierno.

Ninguno de los señores –todos señores- que acaparan las cámaras de televisión, los artículos, editoriales y entrevistas de prensa y los programas de radio, con sus propuestas y programas del futuro gobierno, hace mención alguna a las reformas y cambios que son precisos para proteger a las mujeres de la masacre que se comete sistemáticamente contra ellas, sin escándalo social alguno. Ninguno de los nuevos líderes que han venido a revolucionar el esclerotizado panorama político español nos explica cómo piensa avanzar hacia un sistema más justo de reparto de derechos y deberes entre las mujeres y los hombres.

La sociedad española está anestesiada ante la violencia machista, resignada a las múltiples agresiones, represiones y explotaciones que padecen las mujeres, y contenta con mantener el mismo estado de cosas “in eternum”. Y en ella incluyo a los hombres y a las mujeres que dirigen formaciones de izquierda, con las conocidas –por escasas- excepciones.

Y lo que es más triste, tampoco veo a las mujeres que han liderado alguno que otro movimiento feminista, que han sido, o son, responsables de varias áreas de gobierno o administración, y que se pretenden élite de la política, la cultura, las ciencias o las artes, reprocharles a esos señores tan flagrantes olvidos. Seguramente para no ser tachadas de maleducadas por los siempre dignos, bien educados y elegantes rectores de su conciencia política.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2016/08/11/las-maleducadas/

Imagen de archivo

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El honor del Ejército español

Por: Lidia Falcón

La ministra de Defensa Dolores de Cospedal ha pedido perdón en nombre del Estado a las víctimas, y a sus familiares, del siniestro del avión Yak42 que se estrelló en Turquía, en el monte Pilav cerca del aeropuerto de Trebisonda el 26 de mayo de 2003 con 75 personas a bordo. El pasaje lo formaban 62 militares españoles, que regresaban a España tras cuatro meses y medio de misión en Afganistán y Kirguistán; todos ellos fallecieron junto a doce tripulantes ucranianos y un ciudadano bielorruso.

Pidió perdón en nombre del Estado, institución impersonal y que no tiene alma y honor, en vez del gobierno, cuyos integrantes sí son seres humanos, que en aquel momento administraba las acciones del Ejército y que era el verdadero responsable de la tragedia. Cospedal reconocía que se había contratado un avión cuyas condiciones no eran adecuadas para el vuelo y se había procedido a ordenar las identificaciones de las víctimas con tanta precipitación, y sin precisión alguna, que 30 de las 62 cadáveres fueron falsamente atribuidos a hombres que no eran las víctimas, con certificados de ADN  que no correspondían, y metiendo revueltos en los ataúdes restos de unos y de otros.

No pidió perdón Federico Trillo que era el ministro Defensa en aquel episodio y que fue el que organizó el vuelo y las identificaciones. No ha pedido perdón José María Aznar que era el Presidente del Gobierno en aquella época. No ha pedido perdón Mariano Rajoy que es el Presidente del Gobierno hoy.

Dolores de Cospedal, que ya se ve que hace carrera asumiendo explicaciones, responsabilidades y perdones bastante incómodos, como sucedió con Bárcenas y ahora Trillo, nos ha leído el informe del Consejo de Estado, que, 13 años y medio más tarde, descubre que la contratación del avión que debía repatriar a nuestros militares desde Afganistán fue muy inadecuada. Se contrató un Tupolev soviético, viejo, destartalado y sin mantenimiento, porque era más barato.

José Bono, ministro de Defensa que sustituyó a Trillo cuando cambió el gobierno, explicó que el Ministerio de Defensa pagó 135.000 euros por ese trasto pero que a la empresa contratada únicamente llegaron 35.000, y asegura que nadie sabe a donde fueron a parar los otros 100.000. Como tampoco nunca se ha encontrado el contrato que debió firmar el ministro, o algún alto mando, con la empresa que administraba el avión. Nadie tampoco ha intentado averiguarlo.

Antes de la tragedia varios de los militares destinados en aquellas zonas escribieron al Ministerio denunciando que los traslados de las tropas se hacían en condiciones deplorables. Viejos aviones desahuciados que ningún gobierno de otro país alquilaba. Sin espacio siquiera para sentarse –he visto alguna foto con los hombres en el suelo- y que a la vez transportaban carga, que, apenas sin sujeción, se volcaba sobre los pasajeros.

Los procesos que se iniciaron a denuncia de los familiares han concluido, uno tras otro, absolviendo de responsabilidades al ministro –la complicidad del Poder Judicial con el Ejecutivo es evidente-  y condenando –levemente- a algunos militares que participaron en el desaguisado de las identificaciones de los cadáveres, y que fueron inmediatamente indultados por el gobierno de Mariano Rajoy.

Este retrato de uno que parece incidente aislado, es sin embargo una fotografía exacta de un Ejército y de un gobierno. Porque ni el ministro Trillo ni el Presidente del Gobierno han pedido perdón, pero tampoco los altos mandos militares que conocieron la operación, los médicos forenses que no hicieron las autopsias y que aceptaron firmar los certificados falsos, los mecánicos que supervisarían la operativa y dieron por bueno el vuelo, los inspectores que investigaron y aseguraron que el accidente se debía a un fallo humano, los oficiales que no se arredraron de declarar en público que el avión reunía las condiciones adecuadas.

En las televisiones hemos visto a un teniente coronel, con todo el empaque, afirmar que las identificaciones de los cadáveres estaban bien realizadas porque todos llevaban la placa con su nombre, para, unos diez años después, declarar en el juicio que únicamente unos cuatro o cinco las portaban. Este fue condenado y rápidamente indultado. No he podido averiguar si ha regresado a su puesto en el ejército.

Lo cierto es que este Ejército tan bendecido por la Monarquía y exaltado por los medios de comunicación serviles y pagados para mantener el engaño de la bondad y el prestigio que no se merece, no se ha pronunciado en ningún momento para aceptar los errores que se produjeron al escoger el avión. No considera que debe explicar la verdad de los negocios que alguien estaba haciendo con las contrataciones de los vuelos. Y ni pensar en pedir perdón a los familiares de las víctimas y a toda la ciudadanía española que no solo les pagamos, sino que permitimos que luzcan un uniforme que nos representa y se exhiban orgullosamente en los desfiles, que también pagamos, mientras reciben diariamente los elogios de políticos y  medios de comunicación por “su extraordinaria labor” “a favor de la paz y de la solidaridad internacional”.

Ni los altos mandos militares ni los medianos. Ni los que conocían las circunstancias que se daban en esos vuelos de retorno de las tropas ni los que estuvieron directamente implicados en la contratación, la puesta a punto de la aeronave, el control de vuelo, la búsqueda de las víctimas, las autopsias de los cadáveres, las informaciones que se publicaron, las ruedas de prensa que nos ofrecieron y sus declaraciones en la televisión. Ni más tarde en los juicios ni por fin, ahora, cuando el informe del Consejo de Estado ha denunciado alguna de las infamias que cometieron.

Se pide perdón para consolar a las víctimas pero sobre todo para restaurar en alguna medida el propio honor mancillado por los crímenes cometidos. Que no hayan pedido perdón los gobiernos del PP que provocaron la tragedia y después han intentado ocultarla, maquillarla y falsificarla, no nos resulta demasiado sorprendente porque ya sabemos que esos gobiernos no tienen honor.

Pero que el Ejército, que presume de arriesgar la vida por proteger al pueblo, que es el garante de las más altas esencias de nuestro país, no lo haga, resultaría más indignante, si no fuera porque desde hace 80 años sabemos que el Ejército español no tiene ninguna estima por su propio honor.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/01/18/el-honor-del-ejercito-espanol/

Imagen: http://actualejercitospanish.blogspot.com/

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Las amistades peligrosas

Por: Lidia Falcón

Nuestro amado rey Felipe VI, modelo de monarcas democráticos, va a visitar al rey de Arabia Saudí en pocos días. Supongo que ambos se obsequiarán con los besos rituales y que nos dirán que su amistad es inquebrantable como lo fue con el ínclito padre del nuestro, Juan Carlos I.

Lo que no nos dirán es que este viaje tiene como objetivo principal la venta de armamento español a esa satrapía, para que lo utilice en bombardear sirios y yemeníes, actividad a la que está entregado el régimen saudí con ardor en los últimos años. Y naturalmente Felipe VI tiene que negociar la compra del petróleo, que tanta falta nos hace. Tampoco nos contarán que de esos negocios siempre sale beneficiada la corona española, desde hace 41 años.

Por supuesto, los voceros de la monarquía, premiados en los medios de comunicación, tampoco nos explicarán con detalle que clase de tiranía es la saudí. Entre las dictaduras que mantienen regímenes donde son habituales la pena de muerte, la tortura y la encarcelación perpetua, Arabia es de las peores. La extrema crueldad con que el régimen persigue y castiga a las mujeres, a los trabajadores extranjeros, a los homosexuales, a los periodistas, a los críticos con el régimen, por acciones que en cualquier país de occidente son actividades absolutamente legítimas, muestra un gobierno que no ha salido de la Edad Antigua. Latigazos, mutilaciones, asesinatos, encarcelamientos interminables en condiciones miserables, se menudean en esa satrapía de la que nuestra corona es tan amiga.

El bloguero saudí Raif Badawi está condenado a diez años de prisión y a 1.000 latigazos –que se le propinarán a plazos, a razón de 50 en cada sesión, se supone que hasta acabar con su vida- por “insultar al islam” desde su página web, ‘Free Saudi Liberals’, en la que cuestiona a los líderes religiosos de su país. La actual no es la primera vez que Badawi sufre la represión del ejecutivo saudí. Fue detenido en 2008 acusado de apostasía –uno de los crímenes más graves en Arabía Saudí–, se congelaron sus cuentas bancarias y se le prohibió salir del país.

En 2012 se le acusó de “crear una página web que ponía en peligro la seguridad general y ridiculizaba a diversas figuras religiosas”, el mismo año en que Arabia Saudí ocupó un puesto en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Un año especialmente represivo, ya que se han ejecutado a cientos de condenados, según Amnistía Internacional, que considera a Badawi preso de conciencia. Una carta de su esposa, publica da en el blog de Amnistía Internacional en el diario.es, se hacía eco del “infierno” que ha supuesto para la familia la detención de Raif.

“Desde 2012 permanece recluido, cumpliendo una condena de 10 años de prisión, y le han propinado ya, en público, 50 de los 1.000 latigazos a los que fue condenado, una crueldad inenarrable que va más allá de lo que cualquier persona puede soportar”, escribía Ensaf Haidar. Cincuenta latigazos que estuvieron a punto de acabar con su vida. En tan grave estado quedó que ha estado en el hospital varios meses, y que, según cuenta su esposa esta semana, que en la actualidad vive en Canadá con sus tres hijos –de otro modo ya estaría en prisión o ejecutada por hacer la campaña por la liberación de su marido- , las autoridades saudíes han dado su visto bueno para reanudar los azotes, después de que se pospusieran en medio de grandes protestas en su contra.

Badawi ha sido la persona elegida este año por el Parlamento Europeo para alzarse con el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia. La Eurocámara ha pedido al gobierno saudí la “liberación inmediata” de Raif Badawi, como ha expresado el presidente del Parlamento Europeo, Martin Shulz, en su cuenta de Twitter. El galardón consta de una dotación económica de 50.000 euros.

“A este hombre, una buenísima persona, un hombre ejemplar, se le ha impuesto una de las penas más espantosas que existen en aquel país y que solo puede calificarse de tortura brutal”, condenó Shulz. El Parlamento Europeo aprobó en febrero de 2015 una resolución que condena los latigazos a Raif Badawi, y los califica de “crueles y estremecedores”. “La resolución reclama que las autoridades de Arabia Saudí le liberen de inmediato y sin condiciones, al ser considerado un prisionero de conciencia, detenido y sentenciado únicamente por ejercer su derecho a la libertad de expresión”, indica en una nota el Parlamento Europeo.

En cambio no hemos oído una palabra de nuestro rey ni de su caritativa esposa solicitando la libertad de Badawi, no fuera a ser que enfadara a sus amigos, a los que tantos favores les deben.

Pero no se crean que este crimen es una excepción. No solo la legislación saudí prohíbe a las mujeres toda autonomía, resulta conocido que no pueden ni conducir un automóvil, sino que las persigue con saña para demostrar que el patriarcado árabe es el más retrógrado del mundo.

Sólo hace unos días una mujer ha sido violada por siete hombres y como, de acuerdo con la ley saudí, un miembro masculino de la familia tiene que acompañar a una mujer a todas horas en público, la víctima fue sentenciada a 90 latigazos por no cumplir esta ley. Pero esto no era suficiente. Las autoridades de Arabia Saudí decidieron más tarde endurecer severamente la pena de la víctima, pasando a seis meses de cárcel y de 90 a 200 latigazos. Según los tribunales, el motivo se encuentra en que la víctima relató en medios de comunicación la violación sufrida. Además, se le ha prohibido a su abogado ejercer como tal.

Para más información busquen los vídeos grabados en la clandestinidad por heroicos investigadores, en los que se ve como varios hombres, en diversas escenas, agreden y apalean a mujeres porque están solas en la calle o en un supermercado. Ellas caen al suelo sin hacer el menor gesto en su propia defensa. Para estómagos fuertes es la grabación de la ejecución pública de una mujer, envuelta en un burka como si de un bulto se tratara, a la que varios hombres empujan, arrodillan y disparan en la nuca, dejando tirado en el suelo el cadáver, mientras una turba de espectadores lo contempla.

Pues bien, al rey de ese infame régimen, nuestro democrático Borbón va a visitar, con honores de Estado, y a abrazar cariñosamente, sin tener en cuenta que hay amistades peligrosas, para que a los españoles no se nos olvide que en la escala de valores de nuestra monarquía primero es la bolsa y después la vida.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/01/11/las-amistades-peligrosas/

Imagen: http://www.cronica.com.ar/article/details/45915/para-los-infieles-entre-30-y-100-latigazos

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